(2)

Milk colgó el teléfono y, volviéndose a Goku, preguntó en un tono fingidamente animado:

–Se me descargó ¿Te importa prestarme tu teléfono?

Goku dejó escapar una risita.

–¿Y qué es eso que suena? –preguntó, refiriéndose a la vibración del teléfono que Milk se había guardado en el bolsillo.

–¿Me lo prestas a o no? –preguntó malhumorada.

Si él había recibido la fotografía, preferiría morirse, tuvo que contener una risa histérica, la Milk adolescente habría dado lo que fuera por que Goku intentara ligar con ella, la adulta había aprendido a evitar a los tiburones y si había uno, ese era el hermano de su mejor amiga: el hombre más guapo que conocía, con más de un millón de ligues de una noche a su espalda.

Goku la observó con un brillo malicioso en la mirada.

–Tengo un teléfono muy caro y no me gusta cómo sujetas el vaso de agua.

¿Acaso le leía la mente? Ella tenía toda la intención de sumergirlo, igual que habría querido ahogar al propio Goku. ¿Cómo podía haber cometido tal error?

–¿Cómo es que tienes mi número de teléfono? –preguntó él, confirmando las peores sospechas de Milk.

–Heredé este teléfono de Lazuli –gimió ella

–¿Uno de los que pierde para que papá le compre otro?

–Me dijo que tenía uno nuevo y que ya no necesitaba este –aclaró ella pero al ver que Goku la miraba con desconfianza, recordó que se suponía que era ella quien ejercía una mala influencia en Lazuli.

–¿Te importaría borrar la fotografía?–casi suplicó.

–Ni loco.

Ella se irritó consigo misma –No era para ti.

–¡Qué lástima! –expresó él en tono sensual–. ¿Sueles mandar fotos en ropa interior a tus amigos?

–¡No estaba en ropa interior! –se indignó ella.

Él dejó escapar una carcajada.

–Es un sujetador.

–¡Es un biquini! –protestó.

Goku enarcó una ceja –Lo siento Milk, pero es un sujetador.

–Supongo que lo dices porque has visto tantos que puedes distinguirlos a ciegas –comentó la pelinegra, intentado pasar al ataque.

–Será eso –admitió él, encogiéndose de hombros–. Y por si te interesa: me
parece que te queda perfecto.

Él la observó atentamente no tenía la menor intención de borrar la fotografía, estaba preciosa y al verla en directo Goku se había dado cuenta de hasta qué punto era hermosa, llevaba el cabello recogido en una coleta alta, el conjunto negro que la cubría no lograba ocultar su cuerpo. Aunque ¡vaya!, era voluptuosa, y el delantal ceñido a la cintura no disimulaba el respingón trasero, en cuanto a los senos eran redondos y llenos, y él podía imaginar su suave tacto sin dificultad.

El corazón se le aceleró y la sangre le bombeó en la venas no se le había escapado la forma en que ella lo había mirado en cuanto lo vio entrar: el brillo en la mirada, el rubor, la fingida indiferencia. Goku sabía que atraía a las mujeres, y el cínico que había en él sabía que su cuenta corriente influía en ello tanto como su cuerpo y también sabía cuándo una mujer lo deseaba.

Siguiendo su instinto, tomó el vaso de la mano de Milk y lo dejó en una mesa.

–¿Qué haces? –preguntó ella, inquieta.

–Somos viejos amigos y debemos saludarnos como corresponde –comentó él.

–Yo no diría que somos amigos –corrigió ella con voz temblorosa.

Goku sonrió al percibir su inquietud estaba acostumbrado a conseguir lo que quería, y dando un paso adelante, se inclinó y le acarició los labios con la lengua, ella se tensó por una fracción de segundo, pero, para satisfacción de él, se relajó al instante, y este alzó la cabeza y se aproximó un poco más antes de besarla y explorar su boca.

Cuando en lugar de rechazarlo, ella le devolvió el beso él sintió el fuego estallar en su cuerpo. Milk era mucho más sensual de lo que hubiera podido soñar. Por un momento, ella pensó que estaba soñando, pero estaba segura de que no tenía tanta imaginación como para inventarse algo así, instintivamente, alzó el rostro en lugar de dar un paso atrás, la lengua de Goku hacía cosas que no le permitían pensar, su pecho la aprisionaba podía sentir lo anchos que eran sus hombros, su fuerza, afortunadamente, tenía la pared a la espalda, sujetándola estaba atrapada entre dos sólidas superficies, y la sensación era deliciosa la boca del rubio era avariciosa, su cuerpo, insistente.

Una combinación perfecta de suavidad y presión y también ella, en su interior, sentía una deliciosa y frenética tensión, deslizó las manos por el musculoso torso de Goku y sintió su corazón a través de la camisa, imaginó su cuerpo apoderándose de ella, sobre ella, proporcionándole placer; la mente se le nubló y los sentidos tomaron control de ella, se entregó, maleable, adaptándose a su cuerpo, Goku la abrazó, besándole el cuello, y ella enredó los dedos en su cabello, ofreciéndose entonces él recorrió la curva de su cintura, bajó la mano hasta su trasero y atrajo sus caderas para que sintiera su sexo endurecido; ell dejó escapar un gemido y se apretó contra él, nunca se había sentido tan excitada, aquello era una locura por un instante contuvo el aliento al notar que Goku alzaba la mano hacia sus senos, tan sensibles al tacto. Goku, intuyéndolo, detuvo el movimiento y, un segundo más tarde, los cubrió, pero evitando tocarle los pezones, ella lo agradeció y le tranquilizó que él fuera tan considerado a cambió, intensificó su beso y se apretó contra ella, como si quisiera marcar su cuerpo con el suyo, mientras ella se retorcía, meciendo suavemente las caderas, el único movimiento que podía realizar, pero que bastó para sentir que se acercaba a un punto sin retorno, aquello no era un beso, sino un acorralamiento, él pretendía que se declarara vencida, y no le había costado el menor esfuerzo, Milk se sujetó a su camisa, consciente de que estaban yendo demasiado lejos.

–¡Discúlpame!

Milk se quedó paralizada y notó que los brazos de Goku se tensaban, separó los labios de los de este y vio que estaba tan desconcertado como ella.

–Milk, ya ha pasado tu descanso –habló Roshi, a su lado–. ¿Qué crees que estás haciendo?

Ella miró al encargado con expresión extraviada, la respuesta era que no lo sabía, que no podía contestar todavía estaba procesando la reacción química que había desencadenado Goku al abrazarla pero al ver la expresión contrariada de Roshi, volvió a la realidad de golpe, su jefe estaba furioso, no podía permitirse perder el trabajo.

–Roshi, lo siento –Se disculpó jadeante, al tiempo que se separaba de Goku–. No me había dado cuenta de que...

–Ya lo veo –interrumpió bruscamente–. Esto es...

–Mi culpa –intervino Goku–. La distraje.

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