(13)
Lazuli sacó a Goku de su ensimismamiento dándole un golpe en el hombro mientras descansaban, después de un partido, en el club de tenis.
-¿Por qué me pegas? -preguntó, frunciendo el ceño a la vez que se frotaba el brazo.
-¿Qué te pasa? -preguntó ella a su vez.
-¿A qué te refieres?
-A que han pasado dos mujeres espectaculares y ni siquiera las has
mirado aparte de que casi te gano el partido, lo que habría sido un
acontecimiento histórico. ¿Estás enfermo?
-Estoy preocupado por un caso -respondió él, y no mentía. Goten había vuelto a faltar al colegio y no había acudido a su cita con el psicólogo-. ¿Has visto a Milk?
-¿A mi Milk? -La rubia arrugó la nariz, enfatizando el posesivo-. Poco. ¿Por qué?
-Yo me la encontré el otro día -comentó él, interpretando como una buena señal que Milk no le hubiera mencionado lo de la fotografía.
-¿Dónde?
-En el bar donde trabaja.
-Trabaja todo el tiempo -reprochó ella con un suspiro.
Goku se limitó a asentir, sabiendo que Lazuli le proporcionaría más información.
-El mes pasado fue su cumpleaños y ni siquiera pudo quedar conmigo a tomar un café.
Justo lo que Goku necesitaba.
-Es una lástima -admitió, dudando cómo expresarse para que su hermana no adivinara demasiado-. El tuyo es dentro de poco y ganarás acceso a tu fondo monetario. Deberíamos celebrar una fiesta.
Lazuli se encogió de hombros -No quiero aceptar el dinero.
-¿Qué quieres decir?
-Quiero donarlo.
-¿Por qué?
-Porque, como tú, quiero hacer algo útil.
Él se sintió orgulloso de su hermanita. -Para mí es fácil porque gracias a que el dinero no es un problema, puedo aceptar todos los casos gratuitos que quiera. Si no tuviera el fondo, no podría hacerlo.
-Eso mismo dijo Milk pero mira lo independiente que es.
-Puede, pero no está pasándolo particularmente bien. ¿No crees que no se puede vivir sin un poco de diversión?
-Ya sabemos a qué te refieres tú con eso -comentó la rubia, riendo a la vez que ponía los ojos en blanco.
-En esta ocasión, te equivocas. Me refiero a una fiesta -Goku alargó las piernas-. ¿Qué es lo que se nos da mejor a los Son?
-Pocas cosas.
-Eso no es verdad, sabemos montar un buen espectáculo, preparemos uno para Milk.
-¿Para Milk? -preguntó Lazuli, atragantándose, tras toser, preguntó-: No estarás pensando en tontear con ella, ¿verdad, Goku?
-No.
-Mmm -Lazuli no pareció convencida-. No es tan fuerte como parece, de hecho, es muy vulnerable.
-¿Estás advirtiéndome de que me aleje de ella?
-¿Serviría de algo que te lo pidiera? Solo te digo que no acabaría bien, y Milk ya ha sufrido bastante.
-No te preocupes -él sonrió, aunque apretaba los dientes-. Es como una hermana para mí y solo lo he sugerido porque tengo alquilado un local para
dentro dos semanas.
-¿Un local? -preguntó la rubia abriendo los ojos desmesuradamente.
Goku sonrió abiertamente, no había nada que a su hermana le gustara más que una fiesta-. ¿Y qué tienes pensado?
-A ver qué te parece.
***
Milk se acostumbró a recibir llamadas ocasionales y pronto se habituó a mirar el teléfono cada cinco minutos por si tenía algún mensaje, normalmente consistían en consultas sobre los más mínimos detalles, aparentemente irrelevantes, tenía que admitir que Goku era de lo más meticuloso. Por las mañanas, se presentaba en el café, aunque no pasaba más de diez minutos, y la dejaba en cuanto tenía que atender otras mesas. Luego, Milk pasaba el resto del día esperando a que llegara la hora de ir al bar, porque Goku acudía casi cada noche y la animaba a experimentar con nuevos cócteles antes de que llegara la hora de apertura. A Milk le encantaba el reto, y a menudo se reía de los espantosos resultados que obtenía, el sabor era lo de menos, y solían acabar a carcajadas con los ridículos nombres que el rubio proponía entre los dos, consiguieron elaborar varios cócteles interesantes y numerosos fracasos.
Entretanto, también charlaban, Milk le habló más de los problemas de sus padres también Goku hizo confesiones sobre su familia, y, ocasionalmente, del trabajo, la pelinegra no recordaba haberlo pasado tan bien en mucho tiempo pero la diversión iba unida al estrés, sus ensoñaciones infantiles con él eran niñerías comparadas con las fantasías sexuales que tenía como adulta y estaba siendo una tortura. A lo largo de aquella semana, los encuentros con él se convirtieron en el mejor momento del día y además, estaban los mensajes que intercambiaban con listas de sugerencias para el DJ.
Tres días antes de la fiesta, Milk estaba en la biblioteca entre un turno de trabajo y otro cuando le llegó un mensaje de Goku: "¿Dónde estás?".
Ella respondió y volvió a concentrarse, pero en unos minutos alzó la mirada y se encontró con el rubio, mirándola desde la estantería más próxima.
-¿Qué haces aquí?
-Es mi hábitat natural -respondió él, guiñándole un ojo y aproximándose.
-Entonces deberías saber que no puedes traer comida - cuestionó ella, señalando con la mirada la bolsa que cargaba.
-No nos verá nadie -sonrió él y con un gesto de la cabeza le indicó que lo siguiera hacia una zona alejada del bibliotecario de las mesas de estudio.
-Goku -susurró ella, pero no le quedó otra opción que seguirlo.
En un pasillo estrecho, rodeados de gruesos libros, él sacó un par de botes y los dejó en un estante.
-¿Qué es? -preguntó ella, intrigada.
-Mousse de chocolate.
-¿Lo trajiste para que los pruebe?
-Sí. ¿Cuál prefieres, menta o chile?
-Estás tomándote esto demasiado en serio -admitió Milk, pero los probó-.
¡Qué buenos! Yo creo que Lazuli preferiría...
-¿Cuál prefieres tú? -la interrumpió él, mirándola fijamente.
Milk sintió que se quemaba por dentro a la vez que se le ponía la piel de gallina, llevaba dos días echando de menos aquella mirada de descarado deseo. Había llegado a creer que Goku ya no se sentía atraído por ella, que había olvidado el beso que se habían dado pero en ese instante, no podía pensar en otra cosa y en la posibilidad de que también él lo recordara.
-¿Qué más da lo que yo piense?
-A Lazuli le gustará lo que te guste a ti -insistió él, dando un paso hacia ella-. Vamos, elige.
Hasta aquel momento, Milk jamás había tenido fantasías sexuales en una biblioteca, pero en ese momento era lo único que se le pasaba por la cabeza.
-Te pusiste roja -observó Goku-. ¿Es demasiado picante el de chile?
-Es posible -masculló ella.
Él le estaba mirando los labios. ¿Los tendría manchados de chocolate? Si era así, ¿no querría Goku limpiárselos con la lengua?
La pelinegra sintió que le subía la temperatura, pero el rubio no parecía estar en sintonía con sus tórridos pensamientos.
-Entonces, pondremos de menta.
Ella asintió. -Realmente te has tomado esto en serio -comentó, intentando dominarse mientras él cerraba los frascos y los guardaba en la bolsa.
-He descubierto una faceta latente en mí de organizador de fiestas - aseguró él, sonriendo y al alzar la mirada la descubrió observándolo-. ¿Ya sabes qué hacer para traer a Lazuli?
-Ya lo arreglé - Milk, había quedado con Lazuli unos días antes, pero a medida que se acercaba la fecha, se sentía más nerviosa, casi triste, aunque no quisiera admitirlo, estaba celosa del esfuerzo que Goku estaba haciendo por Lazuli.
Se alejó de él y de su intensa mirada, y volvió a la mesa en la que estaba estudiando, confiaba en que Goku se fuera, pero no fue así, sino que se sentó a su lado y, sacando el iPad, se conectó a Internet. ¿Cómo iba a poder estudiar con Goku a su lado? ¿No era consciente de que cuando lo tenía cerca, su mente se quedaba paralizada y solo era capaz de tener pensamientos pecaminoso? Después de cinco minutos, dijo irreflexivamente.
-¿Alguna vez lo hiciste en la biblioteca cuando trabajabas de ayudante?
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