(10)

–¿Qué haces? –escuchó que Goku le preguntaba cuando se acercaba de puntillas a la puerta.

Ella se volvió y, al verlo en calzoncillos, descalzo y con el torso desnudo, sintió un intenso calor interior.

–No puedo trabajar aquí –admitió con un patético hilo de voz.

Él se cruzó de brazos y los bíceps se le marcaron. No era justo que tuviera un cuerpo tan perfecto.

–Estabas yéndote a escondidas.

–No quería despertarte.

–¿Cómo piensas volver a casa?

–Caminando.

–Son más de las dos.

–Siempre vuelvo del bar caminando.

–Llévate mi coche.

–Eres muy amable, pero no, gracias.

–¿Por qué te cuesta tanto aceptar ayuda? –preguntó Goku, resoplando.

En lugar de contestar a esa pregunta, ella explicó:

–No tengo licencia.

Goku la miró boquiabierto.

–Todo el mundo sabe conducir. ¿Tu padre no te enseñó?

Su padre tampoco conducía desde que el accidente en la fábrica le había dejado medio cuerpo paralizado, desde entonces, vivían de una modesta pensión en una casa húmeda, en un barrio feo y cada día más peligroso y dependía de ella que las circunstancias cambiaran.

–Lo habría hecho si tuviera coche –gruñó bruscamente.

–Te llevo yo –ordenó, volviendo al dormitorio.

–No hace falta, de verdad –protestó Milk, él ya había hecho más que suficiente.

Goku volvió en jeans y con una camiseta en la mano.

–Es demasiado tarde y voy a llevarte a casa –respondió él con firmeza.

Milk rezó para que se pusiera la camiseta cuanto antes. Llevaba teniendo unas fantasías tan tórridas que temía volverse loca. Pero Goku interpretó su expresión de impaciencia erróneamente.

–No admito discusiones –gruñó, y ordenó–: Al coche.

Milk notó, horrorizada, que se le humedecían los ojos. Llevaba tiempo
agotada y soportando un nivel de estrés excesivo, durmiendo poco pero no pensaba quejarse ni compartirlo con nadie y cuanto antes dejara de fantasear con Goku, antes podría concentrarse en lo que verdaderamente importaba.

Él abrió la puerta del acompañante en tensión para ser alguien tan independiente, que Milk no supiera conducir resultaba increíble. Estaba pálida, y a él le preocupaba todo lo que le quedaba todavía por hacer, Goku habría querido estrecharla en sus brazos y besarla. Nunca había
deseado tanto a una mujer. ¿Cómo podía haberle afectado tanto una fotografía?

Pero no era solo eso, la deseaba cada vez que abría la boca y le hablaba con severidad mientras que lo devoraba con la mirada estaba convencido de que, si algún día acababan acostándose, la experiencia sería inolvidable pero a Milk no le interesaba el sexo casual y él era lo único que quería. La dejaría en casa aquella noche y al día siguiente buscaría otra amiguita con la que jugar aunque la idea lo dejara frío y la imagen de Milk ocupara su mente.

–En cuanto a la fiesta de Lazuli –comentó cuando esperaban en un semáforo–, si es demasiado para ti...

–No lo es –le interrumpió ella, esforzándose por sonreír–. Una vez escriba este trabajo estaré al día. Quiero ayudarte –indicó un edificio y añadió–: Es aquí, a la izquierda.

–No he tenido tiempo de planear nada –lo cierto era que Goku no había pensado en la fiesta en absoluto porque había dedicado cada minuto a fantasear con Milk.

–Todo irá bien, contrata a un buen grupo de música, un DJ.

Goku encendió la luz interior para verle la cara.

–¿No te plantearías rebajar tus estándares por mí?

Ella palideció, aunque mantuvo la sonrisa.

–Lo siento, pero aspiró a alcanzar lo mejor.

Él sonrió a pesar de sentirse desilusionado, que lo rechazara sin titubear le hirió el orgullo había confiado en que le costara tanto como a él resistirse a la química que había entre ellos.

–No sé cómo darte las gracias –expresó ella, tocando el picaporte con una mirada que Goku quiso interpretar como deseo.

–A mí se me ocurren varias maneras –confesó él, sin poder resistirse a bromear.

–Solo piensas en una cosa, ¿verdad? –bromeó ella a su vez pero desvió la mirada y su expresión se veló.

Él habría querido presionarla para quedar otro día, pero sabía que Milk se negaría, aduciendo que estaba ocupada así que la dejó y volvió a casa. Pasó la noche en vela, inquieto y excitado, saber que no iba a pasar nada entre ellos no disminuía su deseo, cuando se levantó de madrugada y encendió la laptop siguió pensando en ella, en si habría terminado el trabajo, en si estaría ya en el café y se dio cuenta de que no iba a conseguir relajarse hasta saber cómo estaba.

Milk estaba segura de que si conseguía sobrevivir aquella noche, podría sobrevivir a cualquier cosa. Se dio una ducha para espabilarse, pero en cuanto sus músculos se relajaron supo que había sido una mala idea, porque con el calor volvieron los pensamientos eróticos, se sentó al ordenador a regañadientes le quedaban cuatro horas, así que más le valía concentrarse cuando por fin lo consiguió, trabajó con eficacia. Era una lectora rápida, capaz de asimilar y analizar los datos simultáneamente, al sonar el despertador, a las ocho menos cuarto, estaba ya cerrando el documento. Recogió y se apresuró a ir al café, allí había wifi y pudo enviar el documento; se desperezó y el agotamiento, desafortunadamente, tenía que ponerse el delantal y empezar a preparar desayunos. Dos horas más tarde, silenció el teléfono y lo guardó en el bolso para dejar de estar pendiente de las decenas de mensajes que estaba recibiendo. Goku había enviado las invitaciones a la misma hora que ella el trabajo de la universidad.

Tenía que reconocer que le había impresionado el misterioso mensaje en blanco, sobre fondo negro, que había cubierto la pantalla. Por eso había pasado la mañana contestando mensajes y llamadas de gente que sentía curiosidad por conocer más detalles de la fiesta.

Así eran los Son, elegantes, únicos y exquisitos, Milk respondió con
honestidad que no sabía nada de la organización, pero que mantuvieran la convocatoria en secreto para que no llegara a oídos de Lazuli cuando concluyó su turno, estaba tan agotada que casi se echó a llorar; todavía le quedaba una hora en el autobús cruzando la ciudad, pero quizá le serviría para echar una dormidita, la última persona que esperaba encontrarse cuando salió del café era a Goku.

–¿Qué haces aquí? –habló preguntándose si estaba tan cansada que alucinaba.

–Pensé que podía llevarte a casa en coche, debes estar exhausta.

No, Goku era real, no un espejismo, tan guapo y encantador que a Milk le dio rabia tener escrúpulos.

–No hace falta –el cansancio hacía aun más difícil controlar la reacción de su cuerpo ante la presencia de él y temía echarse en sus brazos.

–¿Terminaste el trabajo?

Ella asintió, gratamente sorprendida de que se acordara de preguntarlo.

–Gracias por venir, pero no voy a casa, sino a comer con mis padres.

–Aun así, te llevo.

–No, de verdad, puedo ir en autobús. Además, ¿no deberías estar trabajando? –preguntó ella, resistiéndose a que Goku cuidara de ella.

–También yo me tomo un descanso para comer. ¿Te importaría dejar de
decir que no a todo lo que te ofrezco?

Milk iba a protestar, pero el tono de frustración de Goku la contuvo, quizá también él estaba cansado, de hecho, había enviado la invitación de madrugada, así que no debía haber dormido mucho.

–No tenías por qué haberte molestado –insistió cinco minutos más tarde, en la autopista que llevaba a las afueras de la ciudad.

–No te preocupes, no te avergonzaré –Goku alargó el brazo y le apretó la rodilla a la vez que bromeaba–. No les diré que te gusta mandar fotos provocativas.

Ella consiguió reír, pero su incomodidad se aumentaba a medida que se aproximaban al destino.

–¿Acaso tienes de verdad vergüenza? –preguntó él serio, intuyendo su
inquietud–. ¿No quieres que vea tu casa?

–No es eso –respondió ella apresuradamente–. Pero no serías la primera persona que me mire con desprecio al ver mi barrio. Venimos de mundos opuestos y no te hagas el comprensivo.

–¿Qué pasa? ¿Estás acomplejada?

–¿Crees que es un complejo? A lo mejor es que soy suspicaz –Milk se revolvió en el asiento para mirarlo de frente–. Tú no tienes ni idea de lo que significa luchar contra los prejuicios. ¿Alguna vez has estado al otro lado de la barrera social? Las chicas pobres como yo solo servimos como entretenimiento de una noche.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top