Epílogo
El amor...
Una vez que entras en él, se te es casi imposible salir, pero si tienes amor propio y eres demasiado orgullosa como para escuchar explicaciones, puedes pasar por los lados fácilmente. Por alguna razón mi corazón me decía que no partiera, pero aveces es mejor escuchar a tu mente, tu corazón no siempre tiene la razón en todo.
Siempre pensé que terminaría sola, como la puta que era, que me lo merecía, pero no, mi bebé sería mi devoción, y él me daría el amor el único que me merecía y necesitaba.
A pesar de todo no me arrepiento de lo que fuimos, con él lloré, sonreí y siempre hubo esa chispa que nos encendió. Tal vez él y yo éramos demasiado para estar juntos. Pensamos que el destino nos quería juntos, pero la verdad es que nunca fue así. Dijimos que seríamos felices, y podíamos serlo, pero por caminos separados.
—Hey abuela. ¿Qué quieres de desayuno? —le pregunté después de haber bajado las escaleras.
—Capuchino con extra azúcar y unas tortitas —respondió ella dando la vuelta a la hoja de la revista que estaba leyendo.
—Está bien —hablé sonriendo. Estaba orgullosa de haber tomado la decisión de haberla traído, estaba orgullosa de mí, de ella, porque ella se había abierto un lugar en mi corazón, porque ella a parte de todos, si merecía mi amor incondicional y sincero.
Había llegado a España hace aproximadamente una semana, las lágrimas de Karol casi no me dejan tomar el vuelo, pero como ha dicho ella:
"Tienes que estar lejos de lo que te hace daño para poder sanar".
Mi panza seguía sin crecer, pero ya empezaba a sentir algo dentro de mí, aveces me fastidiaba esa sensación, sin embargo sabía que mi bebé no iba a ser una molestia.
Robert se encargó de conseguirme un trabajo excelente de ayudante en veterinaria, me pagaría la universidad, y mientras estudiaba podía trabajar, el lunes iba a empezar mi nueva vida oficialmente, sabía que lo que se venía no sería fácil, pero tampoco imposible.
Había cruzado unas cuantas palabras con Renata por el WhatsApp, también con Martina, al menos ninguna de ellas me había traicionado diciendo algo de en donde me encuentraba. Dayan me ha contado que Liam ha ido a buscarme innumerables veces desde que me fui de California, pero que ni ella, ni mi madre, han contado nada acerca de mi paradero.
Si, me dolía no estar con él, con aquel chico que quiero, porque a pesar de todo lo que pasó, de las mentiras, de los juegos. Yo seguía queriéndolo y dudaba que algún día dejara de hacerlo, es el padre de mi bebé y eso no iba a cambiar, pero tampoco tenía que salir a la luz.
Yo podría criarlo sola, no necesitábamos ayuda de ese hombre.
...
Tres meses después
Ya mi barriga había crecido, tenía cuatro meses de embarazo, ya se notaba un poco, hoy iríamos a hacerme la tercera ecografía para ver el sexo del bebé, estaba tan emocionada por eso, que cada minuto se incrementaba mi emoción.
—¡Rápido abuela! —grité desde abajo de las escaleras.
—Ya voy, ya voy —murmuró, bajando con su porte elegante que siempre se cargaba.
La abuela me había contado su historia, ella en su juventud fue una modelo y cantante Australiana, todo el dinero que ganaba lo entraba a una cuenta del banco para sus herederos, pero sus hijos solo se interesaban en cuya herencia que decidió desterrarlos de aquella, a mi nunca me importó mucho el dinero, en la casa de Los Ángeles/ California, ni nos faltaba, ni nos sobraba, estaba bien con lo que había. Si, llegué a escuchar una de las canciones que cantó antes la señora Luz y sinceramente son tan buenas que todos los días las pongo en la mañana.
—Tienes que caminar rápido, abuela. Vamos a llegar tarde —la afané agarrándole el brazo para salir de la casa.
—Deja el afán mija, ya sé que quieres ver a tu bebé, pero estas piernas de anciana no me permiten caminar rápido.
—Está bien abuela, lo siento, tómese su tiempo para llegar a la puerta.
—Es broma —dijo antes de correr hacia la puerta para abrirla —¡Si llegas de último pagas el almuerzo! —gritó y luego salió corriendo puerta hacia afuera.
¿Como era que podía correr así?.
Salí corriendo detrás de ella y cerré la puerta detrás de mí, cuando me giré ella ya estaba esperándome en mi auto mirándose las uñas.
Oh si, Robert me compró un auto, dijo que unas veinte cuotas en Uber costaban lo mismo y me obligó a aceptarlo, claro que luego, cuando tuviera el dinero le pagaría cada peso. En el camino no hablamos de nada más, ni de lo que pensábamos que iba a ser él bebé, Luz decía que sería niña, y yo decía que sería niño.
Cuando llegamos presenté la cita para la ecografía, y después de tres chicas al fin me atendieron.
—¿Ves eso de ahí? —preguntó el doctor, aquel había puesto algo con un líquido frío en mi panza y luego con un aparato empezó a pasarlo suave por toda mi barriga.
—¿Es mi bebé? —pregunté sintiendo las lágrimas bajar por mis mejillas.
—Espere un momento —murmuró frunciendo el ceño, yo miré a Luz, ella estaba preocupada esperando que no fuese nada malo.
Añadió un poco más de líquido en mi barriga y volvió a usar el aparato, aún con el ceño fruncido.
—¿Puedes ver que es? ¿O que pasa? —pregunté.
—Es que, veo dos fetos...
—¿Qué?
—Que al parecer... Vas a tener dos.
—¿Cómo que dos? —yo seguía sin captar.
—¡Estás embarazada de dos hermosos bebés! —Chilló Luz con emoción, yo abrí la boca sorprendida.
Vaya que Liam si tenía puntería...
—¡¿Son dos!? —grité exasperada.
—Shh silencio. Sí, tendrás dos, su sexo aún no lo logró ver bien, pero por su diferencia supongo que es una niña y un niño —sonrió —. Mira, aquí hay uno —señaló la parte derecha de la pantalla —Y aquí está el otro...
Empecé a notar mis lágrimas salir de nuevo, estaba feliz, feliz porque amaba esta vida que estaba formando, amaba todo de esta ciudad y aunque tal vez mis bebés no tendrían un padre, me tenían a mi y a Luz.
Salimos del hospital, y con los papeles que comprobaban que no era un bebé, sino dos, Robert se iba a poner más que feliz.
—¿Así que dos? Eso en realidad no me lo esperaba, igual gané la apuesta —murmuró la abuela mientras yo conducía.
—Si, yo tampoco, Karol se va a morir cuando le diga que tendré un niño, supongo que le hará un ship frustrado a la bebé Annie y a mi bebé, aunque Annie sea mayor, y la apuesta la ganamos ambas, tramposa —dije, la señora Luz rió.
—Si, lo del ship, está asegurado —afirmó, estallé en una carcajada antes de parar el auto en un restaurante.
Había extrañado a esa tonta de Karolina, también a Luke, que por cierto desde que llegué a España no han parado de hacerme videollamadas grupales, a la bebé Annie también la extrañaba demasiado, hubiese deseado pasar más tiempo con ellos, dijeron que iban a venir a visitarme cada tres meses, así que solo faltaban unos días para que vinieran.
...
—!Puja! —gritó la partera una vez más, yo hice fuerza en todo el cuerpo.
El sudor cubría mi cara, y a pesar de estar rodeada de la gente que amo, me sentía como si una pequeña pieza le faltara a este momento.
Me imaginé una realidad paralela, donde Liam estaba presente, donde me sostenía la mano y hacía bromas para que el parto no me doliera tanto.
Cuando saqué todo dentro de mí, sentí una gran sensación de vacío, una sensación de descanso, dejé caer mi cuerpo en la camilla, ambos bebés estaban llorando, uno en los brazos del doctor y la otra en los de la partera.
E
staba llorando, mis lágrimas no paraban de salir, mis bebés, mis hijos, estaban allí, fuera de la panza.
Me tendieron a una a un lado, y luego al otro al otro lado y así como vinieron al mundo Karol nos tomó una foto.
Estaban llenos de baba, pero me importaba muy poco, les di un beso a cada uno en su frente, estaban tan gorditos, aún no abrían sus ojos, probablemente porque estaban sucios.
—Iré a vestirlos —habló una enfermera, se acercó para tomar a mi bebé, la pequeña Emma.
Luego la siguiente, se llevó a Jake, había escogido los nombres con la señora Luz, y esos me habían gustado, probablemente no le harían bullying por esos nombres, ya que eran preciosos.
—Es hermosa —susurró Karol, yo asentí con la cabeza orgullosa —¿Le dirás a su padre que...
—Jamás —la interrumpí —. No quiero que mis hijos crezcan con un padre infiel —murmuré, ella sonrió con nostalgia.
—Por mí parte deberías de decirle, es su padre...
—No recuerdo cuando pedí tu opinión —cerré los ojos tratando de dormir, pero la mano de Karol acariciando mi cabeza me hizo sonreír.
—Ok, ok. Calmada mamita solo estaba diciendo la verdad.
—Perdón tonta, es que me duele aún la vagina y tu hablando de Liam, no es lo mejor.
—Ya sé, ya sé, olvidalo —y seguido de eso me dió un beso en la mejilla.
...
Me quedé unos cuantos minutos más en la silla mecedora viéndolos dormir. Estaban más gorditos que cuando nacieron, sus cachetitos rosados y piel blanca me enamoraban, tenían unos bigotes de gato en sus caras, pues había estado jugando con ambos.
Ambos con un mes y medio, no hacían más que tomar leche de mis senos, vomitar, eructar y hacer sus necesidades.
Pero estaba conforme con ello, ambos estaban sanitos según los controles, y los tenía junto a mí.
Le toqué el muslo gordo a Jake, que se movió un poco, tenía el sueño más liviano que Emma, ella era más de despertarse con algún sonido fuerte.
Me levanté de la silla y con cuidado, cerré la puerta de la habitación.
...
Cinco años después
—¡Te deseamos a ti!. Uno... Dos.. Tres... Cuatro... Cinco, Ehhhh —cantaron todos al unísono.
—Sopla la vela Jake.
—¡Siiii!. ¡La vela! —gritó contento mientras la apagaba.
—Ahora tu, Emma —ella puso mala cara, pero luego la sopló renegando.
Ya habían pasado cinco años, cinco años sin saber nada del padre de mis hijos, cinco años convenciendolos de que su padre había muerto.
—Mamá, sabes que no me gustan las fiestas —murmuró Emma, yo le sonreí.
—Tesoro, es tu cumpleaños.
—Solo hazla para Jake, yo prefiero que me compres libros o pinturas —respondió.
Si, así como escuchan, mi hija sabía leer de corrido a sus cinco años, empezó con libros infantiles a los tres años pero ya luego me pedía esos filosóficos y de matemáticas. Mi hija sin duda era una niña muy inteligente, no le gustaba jugar con muñecas ni hacer nada de niños de su edad, sabía descubrir fácilmente las cosas.
Y pensar que a esa edad yo ni siquiera me sabía limpiar el culo.
Por su parte Jake era muy diferente, podría decirse que era un niño normal, no le iba mal en el colegio pero tampoco sacaba las mejores calificaciones, le gustaban las fiestas, los carritos de jugar, etc...
Mi amor por ellos es más fuerte que cualquier otro amor, por fin entendía el comercial de los pañales Winnie, el amor de una madre, es inalcanzable.
Hasta aquí llegaba mi historia, una muy sencilla, pero dolorosa, todo aquello que está en el pasado allí se quedará hasta que me muera, y aquí estaba yo, siendo feliz con las personas que amo, no necesitaba a nadie más, aquí había llegado el final de mi historia...
—Yo abro.
—Hola pequeño.
—¿Liam?.
—Ally.
O tal vez, apenas había empezado...
FIN
Nota de la autora.
Bien chicos, hasta aquí llegamos con esta gran historia, gracias a todos los que le han dado amor, a las primeras lectoras que pasaron por aquí. A todas les digo que las adoro, a las fantasmas a las que votan y comentan, a todas las adoro.
Gracias Sofiacor por leer este libro y afanarme por los capítulos del otro.
A Andy_mendiola15 por darle amor.
Hay muchas que quisiera nombrar, pero ustedes ya saben que con ustedes hablo, que las adoro.
Y pensar que hace 8 meses no tenía ni una sola vista, ahora ya 9k de vistas. 9k de vistas, que aunque para muchas sea poco, para mí es el inicio de mis metas.
Compartan el libro, difundanlo para que más personas lleguen a leerlo.
Gracias, chiquitos. Besos en las nalgas.
—Pau
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