Capítulo Veintiocho

Empujé mis llaves en la cerradura de la puerta del apartamento y me adentré en el con cuidado de no hacer mucho ruido, encendí la luz y por poco me cago del miedo cuando vi a Liam sentado en el sofá.

—Uff. ¡Me asustaste! —expresé después de brincar sosteniendo mi pecho. Observé su mano izquierda y me sorprendí al notar un vaso con tequila en su interior.

Me di media vuelta reprimiendo una risa por haberme asustado y cerré la puerta, dejé mi bolso en la mesa y me dirigí a la cocina. Tenía un hambre de los mil demonios. Abrí la nevera y saqué una pizza para calentar.

—¿Sigues enojada? —preguntó y nisiquiera me molesté en responder.

Calenté mi comida en silencio, sentía su mirada en mi espalda pero no le presté importancia, me senté en el sofá de al frente para comer.

—¿Comiste algo? —pregunté con la boca llena, pero él tampoco se molestó en contestarme, solo me miraba fijamente como queriendo decir algo que no le salía.

—¿Con quien estabas? —fue lo primero que preguntó, movió su mano llevando el vaso a su boca.

—Me fui a dormir con mi ex —rodé los ojos, el sonrió antes de soltar un suspiro.

—Tú no harías eso —negó con la cabeza..

—No porque no soy tú, o eso nunca se sabe —me encogi de hombros dándole otra mordida a mi pizza.

—¿Te está llendo bien en el trabajo?.

—Si, me está llendo muy bien —confesé.

Pero me iría mejor si no me hubieses mentido...

Se quedó mirándome por unos segundos, segundos que se hicieron eternos, sus ojos oscuros me gritaban que quería arrancarme la ropa y follarme en algún lugar del apartamento, me mordí el labio inferior retirando esos pensamientos.

—Lo siento —dijo en un aludido.

Empecé a masticar lento, mirándolo como si lo que hubiese dicho no fuera real, nunca había tenido una pareja que se disculpara por algo y mas por algo que a la final, no tenía sentido, pero aún así lo hizo.

—¿Qué? —formulé aún desconcertada.

—Perdón por no hablar las cosas como debía —su mirada sincera y penetrante me hizo sentir un cosquilleo en el pecho, lo observé levantarse de su lugar, y sin moverme esperé a que se incorporara en sus piernas, flexionandolas para agacharse.

Tragué lo que tenía en la boca, intentando quitarme el maldito nudo que tenía en la garganta.

Lo miré de reojo, no separaba la mirada de mí.

—Deja de mirarme así, empezará a darme miedo —bromee, divisé como dibujó una sonrisa tímida.

—¿Cómo quieres que te mire si estoy enamorado de ti? —su voz ronca acarició mis oídos, mi cuerpo casi reacciona a punto de saltarle encima, y me odié en ese momento por quererlo tanto.

No se cuando, no se donde, no se como, pero me enamoré.

—Perdóname —puso sus manos en mis piernas. Comí el resto de pizza que me quedaba y limpié mis manos con mi blusa.

Que asco, Yisel.

Igual me voy a bañar.

—Ya no importa —estuve apunto de levantarme pero él no me lo permitió, puso sus manos al rededor de mi cintura, reteniendome.

—Yo se que si te importa —tomó una de mis manos y lo observé unos segundos jugar con mis dedos. Me tensé cuando entrelazó sus dedos con los míos.

—Déjame levantar, Liam —advertí.

—Resolvamos las cosas —susurró frente a mi cara.

—¿Y cómo quieres que lo hagamos? ¿Con sexo? ¿Piensas que así es cómo se resuelven los problemas?.

—Pues antes...

Ya sabía que diría eso.

—Bien dicho, "antes", ya no tienes nada que opinar de mí pasado, déjalo allá, lo que importa es que me mentiste y eso deja mucho de que hablar.

—Con lo impulsiva que eres hubieses querido irte.

—Pues felicitaciones, porque también quiero irme ahora...

No estaba pensando exactamente lo que decía. Sus ojos se entristecieron, como si con solo esas palabras le hubiese roto el corazón.

—¿De verdad quieres terminar todo aquí por un simple error?.

—Justificarlo no funcionará, me mentiste...

—¡Joder, ya se que te mentí Alanna, no tienes que repetirmelo! —se exasperó.

—No te lo diría si no lo hubieras hecho.

—Te estoy pidiendo perdón, te contaré los hechos, te lo juro.

—¿Te viste hoy con ella? —fui tonta al formular esa pregunta, pues tenía miedo de la respuesta.

—No, joder no —dejé salir el aire retenido en mis pulmones.

Lo extrañaba, claro que extrañaba los actos amorosos y estar bien con él...

Tal vez si lo perdonaba, podría... Volver a ser lo mismo de antes.

En el fondo era consiente de que no sería igual.

Sus ojos me miraban expectantes.

Aparté la mirada para no caer ante sus encantos, pero tampoco me lo permitió, tomó mi mentón y acercó su frente a la mía. Yo solo miraba sus ojos fijamente, esos ojos que tanto quería, todo de él me había enamorado, sentí las lágrimas amenazando por salir, pero no iba a llorar, no por él, no frente a él. Parpadee varias veces haciendo que se fuera y él me distrajo tomando mis mejillas y apretandolas un poco.

—Te quiero demasiado —susurró contra mis labios. Intenté apartarme pero, no quería, yo quería estar bien con él. Quería que fuéramos nosotros de nuevo.

No dije nada, solo dejé que él se acercara mas a mí, juntando nuestros labios en un beso, sintiendo esa presión en el pecho, queriendo llorar, eran demasiadas emociones revueltas, yo lo quiero, lo quería, y siempre lo iba a querer. De alguna forma, sentía que esto no era solo un capricho de esos pasajeros.

Puse mi mano en su cuello para acercarlo mas a mí, metió su lengua en mi boca como solía hacer, sabía que eso me volvía loca, sus labios sabor a menta revuelto con tequila, era delicioso, todo de él era delicioso. Había pasado tanto con él, tanto, que yo simplemente no podía enojarme, debía confiar en él y escucharlo antes de tomar decisiones apresuradas, yo debía tener fe en el hombre que había tomado mi corazón como el mas grande tesoro.

Tiré de su cabello hacía mí para besarlo con más intensidad y noté sus manos frías y ásperas subir por mis muslos. Una corriente eléctrica me pasó por el cuerpo entero y sin poder impedirlo me cargó enredando mis pies en su cintura.

Lo sentí moverse, y al separarme para tomar aire me di cuenta que estaba caminando hacia la habitación.

Joder, no quería resolver las cosas así. Pero verlo tan desesperado y que no me haya tocado en días también me ponía a mil.

Al abrir la puerta la cerró a su espalda, se acercó a la cama y me tiró un poco brusco pero fue algo que no me importó, lo observé con la respiración agitada, quitando su pantalón rápidamente, yo bajé mi vista a los pezones que querían romper la tela de mi blusa, me besó de nuevo como un salvaje, era obvio que nos habíamos necesitado, tanto yo a él, como él a mí.

Tiré mi blusa hacía arriba, Liam me ayudó a quitarla, la tiró en algún lugar de la habitación cosa que no me importaba y volvió a mis labios.

Sus manos fueron a las mías, llevándolas por encima de mi cabeza. Sus labios calientes se movían al compás de los míos, no teníamos mucha comunicación, pero de esta forma, estábamos mucho mas que coordinados.

Bajó su boca a mis pechos, los saboreó con su lengua exquisita, haciendome arquear la espalda, dejó algunas marcas en mi cuello, cosa que me traería burlas luego pero me gustaba que hiciera, mordío la piel de mi abdomen bajo, ya casi llegando a mi zona íntima.

—No quiero que te sientas obligada —susurró jugando con el elástico de mis bragas ni siquiera sabia a que hora había volado el pantalón.

—A la mierda los problemas —dije antes de poner mis manos encima de las suyas, deslizando mi ropa interior por mis piernas.

—Joder... —murmuró al tocar mi humedad.

Y como era de esperarse, no se fue con rodeos, me penetró con dos de sus dedos.

Me sostuve de sus hombros trayendo su cuerpo hacia el mío y poder besarlo, abrí un poco mas las piernas permitiendo que acariciara mis pliegues antes de meter sus dedos de nuevo.

No quite la mirada de sus hermosos ojos, así como él tampoco la quitó de los míos, y por un segundo quise saber que estaba pensando él en ese momento.

—Me encantas —indagó.

Me sostuve de sus hombros sin dejar de mirarlo.

—Por el Dios...—Gemí al sentirlo dar suaves pinceladas con su miembro en mi sexo. 

Bajó por mis pechos y me dió un languetazo al llegar a mi mojada intimidad.

—Te quiero —repitió contra mis labios y sin querer, desesperada, empecé a tirar de su pantalón hacía abajo.

Pude quitárselo todo removiendome un poco, aunque él se agachó para ayudarme.

—Follame —murmuré ansiosa al sentirlo en mi entrada.

—A partir de ahora, lo llamaremos hacer el amor —sonreí pensando en aquella palabra.

No podía creer que algo así pudiera hacerme sentir tantas cosas, antes hubiese pensado que era lo mas falso y cursi en el mundo, pero ahora, observando sus ojos sinceros, era lo mas lindo y hermoso que haya oído.

Recuerdando esas palabras de mi padre, cuando haces estas cosas es cuando amas a esa persona, eso es hacer el amor, si solo es sexo, es sin compromisos y sin afecto hacia el otro. Liam y yo, éramos fuego, pasión y amor en una sola cosa.

Lo único que se escuchaba en la habitación eran los choques de su palma contra mi culo y nuestros gemidos, tal vez lo reprimimos mucho, tal vez nos necesitábamos mas de lo que imaginábamos.

Él se corrió dentro de mí, yo también lo hice, juntando nuestros fluidos en uno solo, caliente, pegajoso y placentero. Se rindió en mi pecho tomando aire al igual que yo.

—Te quiero —volvió a decir.

—También te quiero —me sostuvo la cara entre sus manos para darme un beso.

—Pero yo más.

—Yo diría que yo te quiero mas —le puse un mechón de pelo hacia atrás.

—Debo cortarlo —susurró.

—Así me gusta —le tomé el cabello en un puñado para atraerlo a mi boca.

Se incorporó para besarme de nuevo, yo tomé su cara, acariciandosela con mis dedos pulgares.

—Yo te doy las mejores folladas —le dejé claro —. Solo a mí puedes quererme tanto, fuera de tu familia, claro.

—Y lo hago, solo a ti te adoro tanto —mencionó reposando su cara entre mis pechos medianos —. Jamás me cansaré de esto.

Le acaricié el cabello pensando en miles de cosas, en que sería de nosotros. Cuando veía sus ojos, se me olvidaba que teníamos un problema que aún no resolvimos, se me olvidaba que estaba enojada con él.

Me sobresalté cuando se incorporó parándose en la cama, me fijé en su enorme cosa que se movió como un gusano gigante.

Que hermosa forma de expresión.

Ya lo sé.

—!Segunda ronda! —mencionó tirándose encima de mí, empezando a besarme de nuevo.

Reí un poco ante sus expresiones graciosas. Todos los momentos buenos, tapaban los malos.

—Ponte en cuatro —ordenó, me senté para hacer lo que él me decía. Me arrodillé y presioné mis manos en la cama para ponerme en aquella posición que tanto nos encantaba.

Sentí una mano agarrarme el cabello y sonreí. Sabía que me gustaba que me sometieran y aunque no lo hacía muy seguido, lo estaba haciendo por mí.

—Que salvaje —murmuré. Sintiendo que todas mis ganas aparecían de nuevo...

Para mí es que nunca se fueron.

—Sabes que te gusta —y de un solo tirón me penetró.

Así estuvimos otra ronda mas, luego nos quedamos dormidos como antes: juntos, abrazados, como si nada mas nos importara, solo éramos él y yo, solo éramos nosotros.

Al final si sentía que me quería, lo podía ver en sus ojos, sentía que sus palabras eran reales, y si llegaba a equivocarme no se que podría hacer, porque sin él no me sentiría completa, su voz, su cara, su cuerpo, sus labios, todo de él me encantaba...

Él era mi mundo, era todo lo que tenía, y sabía que no necesitaba nada más...

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