Capítulo Veintinueve
Antes de leer.
Los sucesos en este capítulo, sucedieron unos meses antes, cuando Liam se encuentra con su ex por primera vez. Espero y entiendan, cualquier duda no olviden preguntar en los comentarios, las resolveré con mucho gusto.
Ahora si, los dejo con el capítulo.
Pau.
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DÍA DEL ENCUENTRO.
LIAM
Algunas veces en la vida, te va mal, otras veces, no tanto, y casi todas las veces, deseas nunca haber nacido.
Y muchas de esas veces deseas la tercera.
Había preguntado ya en cuatro lugares si me daban empleo pero no requerían personal, Luis me llamó y me informó que él tenía un empleo de medio tiempo en una piscina, donde pagaban doscientos mil pesos mensuales, me servían para algo al menos.
Se trataba de limpiar los tanques cuando no hubiese nadie, cuidar niños, adultos jóvenes y mayores para que nadaran con seguridad.
Estaba hablando con el jefe, o al menos el señor que estaba al mando, de nombre Miguel, de no mas de cuarenta años, con rasgos maduros en su cara, y una seriedad increible.
Me estaba explicando, todo, absolutamente todo lo que se requería para trabajar de manera correcta.
—Este es Carlos —me presentó a uno de mis compañeros. Su cabello castaño brillaba bajo el sol, y me pregunté, cuantos kilos de crema habrían allí, sus pupilas tenían un claro tono de color miel.
—Hola chico —agitó su mano alegremente, asentí con la cabeza.
—Ella es Arundela —me presentó a una mujer, de menos de veinte años pero mas de treinta —. Puedes decirle Ary.
—Es un gusto —me tendió la mano —, Liam.
—Igualmente —estreché su mano con una sonrisa.
—Y a Luis, que ya lo conoces —lo señaló con el dedo índice.
—¡Cuánto tiempo, amigo mío! —bromeó abrazándome.
—Demasiado —reí.
—Bueno, ahora si, todo el personal a trabajar, no tarda en abrir la piscina.
—¿Eso es todo? —pregunté a Miguel cuando todos se fueron.
—Tu jefa es alguien mas, ella se encarga de la parte económica de la piscina, es una joven contadora y empresaria.
—¿Su nombre? —indagué sintiendo una presión en el pecho cuando movió sus labios.
No pude ser capaz de escuchar, porque en realidad los oídos me pitaban, estaba alterado...
—Oye, chico —me sacudió del hombro —. ¿Estás bien?.
—¿Eh? Si si, estoy bien —mentí.
—Bien, porque necesito que te pruebes el uniforme.
—¿La jefa viene mucho por aquí? —pregunté, teniendo miedo de la respuesta.
—No, no muchas veces viene, lo mas normal es que venga a revisar una vez al mes —me tendió el uniforme.
Demonios...
Me acerqué a los cambiadores poniéndome el traje que me quedó como anillo al dedo.
...
Quince días habían pasado, en los que desee que no me viera cara a cara con ese demonio que me había hecho tanto daño en el pasado.
No sabía que se podía sudar mientras limpiabas una piscina.
—La jefa llamó, necesito que tengan todo limpio —informó Miguel con el celular en la oreja.
Yo me sentí palidecer, aunque ayer habían dicho lo mismo y no alcanzó a tomar el avión, esperaba que hoy sucediera lo mismo, porque tenerla de frente era muy diferente que a miles de kilómetros y yo prefería la segunda.
Cuando terminé los quehaceres me cambié y me puse los zapatos, por un momento se me pasó la idea por la cabeza de llamar mi hermosa novia, pero me sorprendí al mirar mi celular y verlo descargado.
Se le bajaba sola la batería.
Me dirigí a Luis, que estaba muy a pecho hablando con Ary.
—¿Podemos irnos? —susurré —. ¿Cómo es que no sabias que este era un establecimiento de Sophie?.
—¡Te lo juro! Llevaba cuatro días trabajando aquí, conocía lo mismo que tú.
—Quiero que nos vayamos.
—Vamos, no va a ser tan malo. Siempre y cuando no te joda, todo bien.
—No quiero verla...
—¿De quién hablan? —preguntó Ary metiendo su cabeza entre el medio de los dos.
—De nad...
—De la jefa —respondió Luis como si fuera lo mas normal de mundo, yo me golpee mentalmente por no conseguir un mejor amigo mas inteligente.
—¿La conocen?.
—Es la ex de Liam.
—Huy amigo... ¿Cómo fue que la aguantaste? —se burló.
—Cuando uno cree estar enamorado hace lo que sea —me encogi de hombros —, me voy antes de que llegue.
—Pero si ya...
No había ni terminado de decir su oración cuando giró hacia el enorme portón de entrada, donde se estacionó una limusina negra.
Me temblaron las manos, quería huir de ese lugar, pero al mismo tiempo deseaba verla, para afirmar de una vez por todas que no siento nada, que la única mujer que necesito tiene por nombre: Alanna Juliens.
—Perdón por la tardanza —se dirigió a Miguel, que estaba a unos pasos adelante de nosotros, tragué grueso mientras Luis reprimia una carcajada.
—No pasa nada, estábamos esperándote —informó, inmediatamente sus ojos se dirigieron a nosotros, quedándose clavado en los míos.
Miré hacia otro lado, incómodo, sin saber que decir o como reaccionar.
—Veo todo muy limpio —murmuró mirando su entorno —, están haciendo un trabajo excelente.
Ary se quedó mirándola asombrada, lo sabía, Sophie no era así, ella era un poco mas odiosa de lo que parecía, cruel y no hacía comentarios de estimo.
No sé a quien quiere impresionar, si la conozco de todo.
—Así que... ¿Tú eres el nuevo salvavidas? —Indagó curiosa, la observé de arriba a abajo, con una mueca de disgusto, ella se cruzó de brazos fingiendo una sonrisa.
—Así es —dije mirando al suelo, aún no creía que estuviera aquí, que yo mismo me haya metido en la boca del lobo.
—Espero que podamos ser buenos amigos —habló extendiendo su mano mostrando una sonrisa que a simple vista se veía normal, pero yo solo la veía como una burlona —, me llamo Sophie o Sofía, en español.
Allí estaba Sophie, la chica que me había destruido, a diferencia de ella no sonreí, solo le di un momento la mano fingiendo que no quería apartarla, la fulminé con la mirada. Ahora que estaba todo bien venía a joderme, no iba a dejar que dañe mi puta tranquilidad como antes lo hizo, sea lo que ella esté planeando porque sé que lo está haciendo, no lo voy a dejar llevar a cabo. Retiré mi mano de la suya, limpiandola disimuladamente en mi ropa.
—Liam Coulds, un placer —claro que no era ningún placer.
Estaba casi igual que hace un año, solo había pintado su cabello de rubio casi tirando a blanco, solía pintarse muy seguido el cabello, le gustaba explorar cosas nuevas con su imagen, el tatuaje en su brazo podía verse claramente, sus ojos seguían igual, esos ojos azules claros que una vez me hechizaron, que según yo en ese entonces me habían "enamorado", la tez blanca pálida y las pecas en su rostro.
Tal vez era pura coincidencia, tal vez no, nunca se sabe.
Luego de terminar el día, se fue sin mas.
...
DÍA DEL ERROR.
Tal vez el trabajo no era tan malo después de todo, me pagaban un sueldo justo por algo no tan pesado, tenia tiempo. Podía estar con Ally.
Sophie no apareció mas en los siguientes dos meses, pero no estaba muy confiado, podría hacer cualquier cosa y no me daría ni cuenta.
En cambio Alanna era todo lo que estaba bien, podías presentir si ocultaba algo o estaba enojada, demostraba su cara al mundo como si fuese lo mas trasparente en él.
—Preparen todo que la jefa vendrá hoy —anunció Miguel, asentí con la cabeza, Luis a mi lado me golpeó con su codo.
—Viene la cosa esa —rodó los ojos —. ¿Le contaste a tu mujer o miedo?.
—Luis, no quiero hablar de eso ahora —aclaré limpiando las mesas.
—Porque no se lo dijiste, y la pobre Alanna dejando su vida de puta por ti —negó con la cabeza.
—No lo hizo por mí, lo hizo por ella —informé —cualquiera quiere seguir adelante con un pasado tan perturbador.
—Si ajá. En fin, yo me tengo que ir, así que te dejo solo con la bruja.
—¡¿Y yo qué?! —gritó Ary al otro lado de la piscina, Luis abrió sus ojos hacia ella.
—¡¿Cómo es qué puedes escuchar estando tan lejos?!.
—¡Oídos de chismosa! —explicó, yo reí cuando mi mejor amigo hizo una mueca.
—Es una de esas vecinas que lo escuchan todo —habló Carlos llegando a nuestro lado.
—¡Te escuché! —concluyó, Carlos se carcajeó.
También me reí, pero me detuve en seco cuando escuché la limusina aparcar en frente del portón, Luis me dió un apretón de hombro antes de tomar su mochila e irse ignorando la sonrisa hipócrita por parte de Sophie que le dedicó cuando bajó de su auto.
Nos saludó a todos y se quedó a mi lado todo el recorrido de revisión.
Yo simplemente a la salida planee como irme a casa, ya estaba cayendo la noche.
—Te toca cerrar, Liam —Miguel me tendió las llaves, yo asentí observando como Sophie se tomaba su café.
El hombre se despidió de la jefa y salió por el portón, agotado, llevando su bolso en el hombro, yo terminé de cambiarme y en silencio metí mis cosas en mi mochila.
—Voy a cerrar, jefa —murmuré en un tono sarcástico, ella me sonrió antes de dejar su pocillo en la mesa y tomar su bolso que vale mas que mi apartamento.
Cerré la puerta con llave, me giré quedando de cara a cara con ella.
—Me alegra que el destino nos haya unido de nuevo, Liam —puso su mano en mi hombro, respiré hondo tratando de no mandarla a la mierda, quité su mano mas brusco de lo que pretendía, del sitio donde la había puesto.
—Y yo espero poder irme de aquí rápido, si sigo trabajando en este lugar es porque en realidad necesito el dinero, no por gusto —di la vuelta para entrar en mi auto.
—¿Me llevarías a mi residencia?. Mis guardaespaldas están tomando un descanso y...
—No quiero llevarte, no es que no pueda, es que no quiero —dije fríamente, ella hizo un puchero que me hubiese derretido antes, pero ahora no sentía ningún tipo de piedad por ella.
—"Por fiiiii". —juntó sus manos.
Pensé en Ally, no quería que ella se enojara por culpa mía y de alguien a la que ya no quiero.
Tampoco quería llevarla, era lo que menos hubiese querido en el universo, pero es una chica, y fuera de que me haya hecho daño, es indefensa ante otros hombres, no se merece que le pase algo malo por andar a casa a esta hora.
—-Vamos, pero solo te dejo y me largo —expliqué, ella asintió como una niña pequeña y se subió sonriente al auto. No tardó en empezar a hablar...
—Y ahora... ¿Dónde estudias? —indagó.
Dí un suspiro frustrado antes de empezar a conducir, luego le reecriminé:
—No te hagas la interesada Sophie, no me jodas la vida que tú y yo no estamos ni cerca de ser amigos, me caes mal, y no por lo que me hiciste, si no porque al final me dí cuenta de la persona tan horrible que eres, espero que hayas encontrado la felicidad con mi primo o con Joxen pero ya deja de intentar acercarte.
Necesitaba sacar todo eso que me reprimia, todo aquello que ya no quería tener en mi corazón, porque las personas inteligentes saben, que el rencor y odio puede ser un sentimiento mas fuerte que el amor.
Y yo no quería sentir ni odio hacia ella.
—Ahora tengo alguien —continúe —después de lo que pasé contigo no me animé a una relación con nadie más. Pero luego, fijé inconscientemente mis ojos en una persona increíble —suspiré recordando que el amor de mi vida estaba en mi casa.
—Entiendo, tampoco pretendía que volvieras a tener algo conmigo —me tensé apretando el volante —simplemente quiero pedirte perdón, no para que tengamos de nuevo un romance, si no porque estuvimos cuatro años juntos...
—Cuatro años que mandaste a la mierda así que...
—Déjame hablar —pidió —te conocí perfectamente y me arrepiento de haberte engañado, claro que me arrepiento...
Arrepentirse no sirve de nada.
—Después de que me terminaste no quería ni comer, ni salía de mi habitación, yo me di cuenta de lo mucho que te amaba y esto no lo planee, vivo en Suecia y tengo este pequeño negocio aquí, en mi ciudad, sé que es difícil asimilarlo, que tienes ahora a alguien con la que quieres estar, yo solo quiero tener tu perdón, no necesito nada mas, necesito tu perdón para poder avanzar. ¿Podrías dármelo?.
—Yo hace mucho que te perdoné, por eso me permití amar a alguien de nuevo —hablé sinceramente —porque ya te olvidé, estás en el pasado, pasamos mas bonitos que feos momentos juntos pero no me digas estas cosas porque tu fuiste la que me volviste mierda antes, ahora tengo una chica a la que amo mas que a mi mismo y lo mejor es que vivo con ella. Tu presencia no cambiará que yo siga queriendo un futuro con ella.
Nos quedamos en silencio por unos minutos.
—¿Dónde quieres que te deje? —pregunté, ella jugó con sus dedos antes de contestar:
—Carrera 34 con 52 —giré cuando llegamos a una esquina. Ya cuando llegamos al lugar me indicó el edifico blanco con azul de unos aproximadamente diez pisos. Bajé del auto, lo rodee y abrí su puerta.
Aunque sea ella, mi mamá me crió para ser un caballero, aún con las personas que no se lo merecen. Ella bajó y me dedicó una sonrisa, iba a dar la vuelta al auto para entrar en él e irme, pero su mano en aquel me detuvo.
—Pasa y nos bebemos un trago, no quiero hacerte daño, solo quiero ya dejar todo atrás, solo un trago, te lo prometo, después de eso te dejo en paz, puedo vender la piscina para que tu no tengas que renunciar, un trato justo, cerramos vínculo y salgo de tu vida —lo pensé por unos minutos...
Era solo un trago, eso es lo único que tenía que aguantar.
Miré mi celular para llamar a mi futura esposa ya que debía de estar preocupada, pero de repente observé el número de la batería, estaba en 3% no tardaría en apagarse. Todo por estar jugando criminal case cuando no hay nadie en la piscina.
Demonios, no me voy a tardar, solo será un momento.
—Ninguno de tus trucos —advertí.
Subimos por el ascensor del edificio que era mas sofisticado y caro que en donde yo vivía. Cuando pasó la tarjeta por la puerta pude divisar la estantería donde estaban las botellas de licor.
Me adentré en la sala, oliendo el rico limpia pisos de chicle...
¿Qué? A todos nos gusta oler algo raro.
Dejó su bolso en la mesa y se encaminó eligiendo una de las mejores y caras botellas de champagne.
Dom Pérignon Rosé Gold. Cualquiera daría su vida por probar un sorbo de ese champagne.
Sirvió dos copas, la espuma que lo caracteriza no tardó en aparecer y su tono rosa me hizo anhelar probarlo de nuevo.
—Compramos este antes de que se acabaran, sabes que se fabrican muy pocos al año.
Ya lo había probado, unas dos veces, pero como mi opinión personal, es caro porque es uno de los mas ricos del universo.
Ya sentía que estaba tomando demasiado, había dicho un trago y nos habíamos pasado de dos, ella sabía de mis problemas, sabía porque mi padre me echó de la casa, sabía todo de mí, me conocía a la perfección.
Lo que más me gustaba antes de ella era que siempre me apoyaba, tuvo el error de ser infiel y eso es algo que ya le había perdonado a pesar de no sentir nada mas que aprecio.
—¿Bailamos? —me invitó tirando de mi mano, puso música no se en que cosa y empezamos a trazar pasos lentos sin nada vulgar.
Un rato luego, en el que ella se fue al baño, tomé mi celular para ver la hora 2:29 de la mañana como se había pasado el tiempo y en 1% de batería, no me atreví a desbloquearlo, pues sabía que se apagaría.
Cuando salió del baño se tiró encima de mi espalda haciéndome tambalear y caer, cosa que me hizo golpear contra el suelo, me reventé un poco el labio sangrando al instante.
Ella reía sin parar mientras se me quitaba de encima, luego me levanté para limpiarme un poco la sangre que salía de mi boca.
—¡Liammmm! —rió de nuevo antes de tirarse a mis brazos.
Luego después de eso lo que sucedió no me lo esperaba...
Me besó.
Sus labios se movieron encima de los míos, abrí los ojos como platos, dejando mis labios intactos, sin moverlos, congelados.
No correspondí, no eran los labios de Alanna Juliens, no me llamaban la atención, no sentía nada al besar otros labios. Sus manos fueron a mi cuello, intentando que la besara, pero fue en vano cuando notó que la alejé de mí limpiandome la boca.
Ella se abalanzó sin rendirse y me rompió un poco la camisa para meter sus manos dentro de ella y acariciar mi pecho, le retiré las manos bruscamente y agarré mis cosas para salir de allí.
Subí al auto tratando de pensar en todo lo que había pasado, idealicé por unos segundos si podía manejar estando ebrio, pero hice caso omiso y conduje, un poco mal, pero conduje hasta mi apartamento, tardé unos 20 minutos en llegar a mí casa.
No se como fue que pude subir por el ascensor hasta llegar a la puerta, pero abrí con las llaves y luego la cerré en silencio.
Me tropecé con el perchero que estaba al lado de los muebles y puse una mueca antes de tirarme a uno de ellos. Estaba apunto de quedarme dormido, ya que el licor no es un aliado para mí, pero vi interrumpidos mis sueños cuando encendieron una luz.
Maldita sea...
—¿Dónde estabas? —escuché la voz de mi novia ahogada, como si estuviese lejos.
Arrugué el entrecejo y me levanté sosteniendo mi cabeza, pues en realidad me dolía como el demonio.
Y ahora tenía que prepararme mentalmente para una charla no amistosa de parte de la mujer candente y hermosa que me miraba con la cara soñolienta.
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