Capítulo Veinticinco
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Estaba en el apartamento, un poco triste, pensando...
¿Para qué existo si no hago nada productivo?.
Puedes respirar...
Eso lo hace todo el mundo, Cheryl.
Agarré los auriculares de la mesa y tiré los cuadernos que tenía en la cama al suelo. Conecté el cable a mi móvil y me llené los oídos, el cerebro y todo el cuerpo con mis canciones favoritas de one direction.
Abrí mis cuadernos revisando que tareas tenía para el martes, luego de terminarlas entré al baño a darme una ducha.
Decidí arreglarme, así que cuando salí del baño me dispuse a buscar un vestido de flores bonito y maquillarme con tonos suaves que resaltaran lo mejor de mi cara, mis ojos y mis labios.
—Vamos, no puedo dejar que él me dé órdenes —me dije a mi misma.
Pasee de un lado a otro buscando el cepillo de peinar, el cual encontré debajo de la cama, me recogí el cabello en una coleta alta, dejando algunos mechones por fuera.
Me miré en el espejo de cuerpo entero mientras me abrochaba las sandalias.
Tomé las llaves de la mesa del comedor, dispuesta a salir. Yo puedo buscar trabajo, estoy en todo mi derecho.
...
—¿Qué te dije de conseguir empleo?. No es problema pero si te hacen algo... —habló Liam a través de la línea.
—No seas exagerado solo iré a tomarme un café, ya si de casualidad la vida me da empleo es porque el destino lo quiso así —bromee, él bufó un poco molesto.
—Ten cuidado por favor, si pasa algo llámame —concluyó.
—Si señor, ya lo sé.
—Luego te llamo. ¡Y no hagas tonterías!.
—¿Yo cuando hago tont...
—Tengo que colgar, enana. Hablamos luego.
Y colgó.
Hace una hora que estaba caminando de aquí para allá, preguntando en diversos lados si necesitaban personal.
Al fracasar me había sentado en una banca de un parque, me sorprendí al ver un pedazo de periódico pegado a mi sandalia y como si fuera el destino, cuando lo despegué, no era nada mas ni nada menos que un número de celular grabado de una cafetería cercana que necesitaba mesera.
Llegué a la puerta del local, nerviosa. Intenté abrir pero estaba atascada, o eso creía hasta que levanté la cara y vi el cartel que decía "jale".
Me pegué una cachetada mental y jale la puerta, abriéndola en un instante.
Entré en el lugar que como esperaba, olía a café de vainilla y avellanas. Observé la gente que hablaba de todo, había demasiada y de todo tipo, altos, bajos, blancos, negros, morenos, mestizos, adolescentes, adultos jóvenes, adultos de edad media.
Y yo que pensaba que a las cafeterías solo iban los ancianos.
Llegué al mostrados aún con los nerviosa de punta, una chica afro estaba llendo de aquí a allá preparando cafés.
—Hola buenas tardes, vengo por el trabajo de mesera, lo vi en un periódico y quisiera saber... ¿Sigue disponible? —pregunté casi en un aludido, ella seguía haciendo su trabajo mientras me escuchaba.
—Si, tienes que hablar con el jefe —explicó rápidamente antes de irse con una bandeja a una mesa cercana.
Cuando volvió me limité a preguntar :
—De casualidad... ¿El jefe es respetuoso? —añadí en voz baja, no quería otro show. Ella paró un momento para empezar a reír.
—Es un poco estricto pero nos respeta y es muy blando en el interior, es mi tío —terminó. —Soy Martina, un gusto —se presentó un poco mas calmada tendiendome su mano, la miré con una sonrisa antes de estrecharla.
—Alanna —finalicé.
—Ven, sígueme.
Se dirigió a una puerta cercana, la contextura era de madera muy brillante, se limpió las manos con un trapo antes de tirar la perilla. Miré por encima de su hombro una pequeña oficina.
—Su majestad —dijo, a lo que idealicé que estaba bromeando. —Tengo a la chica perfecta.
Martina me tomó la muñeca haciéndome entrar en la pequeña oficina. Yo sonreí dejando ver mis dientes, su tío giró su silla y me miró con una ceja enarcada.
Su cara parecía gentil, tenía unas pocas canas y arrugas, por lo que supuse y tenía unos cincuenta o un poco mas de años. Estaba tan tensa que podrían cortar algo conmigo, pero me tranquilicé cuando me dedicó una cálida sonrisa.
—Nunca he trabajado —fue lo primero que salió de mi boca.
Ojalá pudiera meterte un puño.
No soy tan inteligente, Cheryl.
—Se nota —declaró con una sonrisa. Yo sentí mis mejillas arder.
¡¿Se nota?!.
No dije nada, solo bajé la cabeza incómoda.
—Primero que todo dime... ¿Cómo te llamas, jovencita?
—Soy Alanna —me presenté, su sobrina me empujó un poco por la espalda para acercarme al escritorio.
Caminé un poco rápido cuando vi que estiraba su mano a modo de saludo.
—Leonardo —habló tomando mi mano entre la suya.
—Así es —susurró Martina a mis espaldas.
—Debo admitir que es usted una chica muy guapa —declaró.
Entrecerré los ojos pensando que era como el viejo del problema anterior y la verdad no me molestaría romper otra nariz.
—Probablemente seas muy social —concluyó. —Estás contratada, necesito alguien bonita y sonriente como tú para atraer a los clientes, además tienes una voz muy dulce y luces muy amable, empiezas mañana a primera hora, trae tu hoja de vida por favor.
Bueno, supongo que tocaría cambiarme a estudiar en la noche, total y solo me faltan unos dos meses para terminar.
—A primera hora. Juro que no le fallaré —le dediqué una sonrisa.
—Estoy seguro que harás un buen trabajo —finalizó, asentí con la cabeza.
Le dí las gracias me despedí de Martina diciendole que mañana ya nos veríamos, me dirigí a la salida, tenía una gran noticia para Liam, no imaginaba la cara que iba a poner.
Llegué a casa cansada, me acosté bruscamente en la cama, me sorprendí ya que Liam no había llegado del trabajo.
Lo esperé, lo llamé, pasó media hora y no llegó, paso una hora y no llegó, luego dos, luego tres, me aburrí, me puse a ver películas, lo llamé de nuevo, cayó la noche, yo empecé a preocuparme...
Dirigí la vista al reloj de la sala, por cincuenta vez.
Diez en punto.
Ya estaba que me dormía así que lo llamé una última vez, pero estaba apagado, lo raro es que Liam siempre tenía su celular encendido, dejé de darle tantas vueltas al asunto, quizás hoy cerraban tarde la piscina y por eso tuvo que demorarse un poco más de lo normal, además él se quedaba limpiando todo y encargándose que quedara bien para el día siguiente, tal vez era eso.
O no, nunca se sabe.
Por el Dios de las bragas, Cheryl. No me hagas pensar cosas que no quiero.
Después de comer algo en silencio, apagué el televisor y me dirigí a la cama. Luego de dar tantas vueltas me quedé dormida.
...
Me desperté por un ruido que escuché, me incorporé en la cama sosteniendo mi cabeza que palpitaba, abrí mis ojos con un poco de malestar y encendí mi celular para mirar la hora.
Eran las tres de la madrugada.
Miré a mi lado tratando de encontrar a mi novio, pero Liam no estaba, me levanté de la cama, curiosa. Encendí la linterna de mi celular hasta llegar al interruptor del foco de la sala.
Encendí la bombilla y me sorprendí al ver a Liam tirado en el sofá.
Su camisa azul de botones estaba un poco estirada en el cuello, sus botones principales rotos, su labio maltratado.
Observé como se incorporó en el sillón, tratando de que no le molestase la luz.
Sostuvo su cabeza unos minutos tratando de idealizar la situación. ¿Estaba enojada? ¡Claro que lo estaba! No había aparecido toda la noche y me había asustado.
—¿¡Dónde estabas!? —empecé mirándolo molesta.
—Shh, baja la voz —susurró señalando su cabeza, cosa que me hizo enojar mas.
Asentí con la cabeza, con una sonrisa sarcástica dibujada en mi cara, él me miró por unos segundos antes de tomar aire.
—Lo siento, Ally. No quería que te preocuparas pero en realidad ya no quería que ella me atormentara y si era necesario eso para que se alejara de mí, estaba dispuesto.
No sabía de que demonios hablaba, pero por lo que veía, era una chica.
—Tú estás intentando superar todo lo que te ha pasado, pero yo no puedo si ella está cerca de mí, es tan doloroso, no la quiero ver...
Tardé unos segundos en descifrarlo, sus ojos azules estaban mas oscuros de lo normal. Se pasó las manos por su cabello, yo me mordí la mejilla inferior para no pegarle un puñetazo.
—Relájate... —traté de ser comprensiva. —Yo sé que se siente que tu pasado esté allí...
No me dijo la verdad cuando yo si le conté todo sobre mí...
No trató de hablarlo conmigo...
No confía en mi tanto como yo en él...
Me mordí el labio inferior, pensativa. Eso solo podía significar que está enamorado de ella y no de mí...
—Enana, no me malinterpretes... —trató de decir como si leyera mi mente, yo me encogí de hombros.
—Entiendo, si estás tan enamorado, es mejor que vuelvas con ella —dije dándole la espalda. —Es mejor que duerma en el sofá...
Total la cama es suya y no mía.
—No te preocupes, puedo dormir en el sofá.
—Está haciendo frío. —afirmé abrazándome con mis propias manos.
—Lo sé, por eso es mejor que yo sea el que duerma en el sofá. Además, tú no te haz equivocado en nada, el idiota soy yo.
Bueno, tiene razón...
Cheryl, en la vida hay que hacernos las difícil, o serlo.
—No quiero que te refries.
—Tampoco quiero que te refries.
Mira esos ojitos...
Mi mirada chocó con la suya, ese azul intenso que me tenían hechizada y amarrada a él. Ese cabello que desearía estar jalando en este momento mientras lo cabalgo...
Pero no va a ser, primero es mi dignidad y mi orgullo. No voy a estar con él cuando no sé si se revolcó con su ex de la cual no recuerdo el nombre.
—Te traeré una sábana y una almohada —finalicé, el asintió antes de recostarse en el cojín.
No sabía que sucedía en realidad, estaba mas que claro que le afectaba que ella se haya vuelto a aparecer en su camino, sería igual si Dylan se me cruzara, también estaría devastada por que recordaría muchas cosas feas que me pasaron antes, sería como revivir todo el momento.
Me ponía a pensar en como sería si ella quisiera volver con Liam, si después de todo vuelve a rogarle, no se si Liam estaría dispuesto a volver con ella y solo pensarlo se me revolvía el estómago. Tal vez no lo conocía tanto como creía...
Abrí la puerta de la habitación y busqué en la cama las cosas que le llevaría, cuando volví a la sala tenía su brazo en los ojos, se había quitado la camisa, cosa que me quitó el razonamiento.
Suspiré hondo...
Santo Dios de las bragas, quiero comerlo todo...
—Toma —puse las cosas en su pecho desnudo —Buenas noches.
Se quitó el brazo de la cara, mirándome pensativo. Yo simplemente le dediqué una sonrisa triste antes de volver a la habitación con pasos apresurados.
Me tapé con las sábanas dejando solo fuera la cabeza y los pies. Después de unos minutos mirando el techo sentí mis párpados pesados, me tensé cuando sentí sus brazos rodearme la cintura, estaba enojada...
Porque no me contó cosas de su pasado después de que yo me abrí con él de todas las formas posibles.
Porque a pesar de conocer toda mi historia, seguíamos sin encajar completamente.
Porque sentía que era él, pero en el momento equivocado.
Porque me frustraba enamorarme...
Porque no quería seguir atada, ni mucho menos depender de una persona emocionalmente. No era algo sano.
Solo me giré lentamente y quité sus manos de mi abdomen, le dí la espalda ignorando su presencia.
—¿No me vas a dejar estar... ? —preguntó en un susurro el cual no contesté. —¿Puedo abrazarte?...
Suspiré tratando de no tirarme encima de él.
—Aléjate de mi —fue lo único que salió de mi boca y sentí que el lado hundido de la cama dejaba de estarlo.
Luego de un rato supe que ya no estaba en la habitación, me quité la cobija y ocupé toda la cama con mis brazos y piernas, después de dar tantas vueltas en la cama, caí en los brazos de morfeo.
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