Capítulo Veinte

NOTA AUTORA.

Holiii, quería pasar a saludar por aquí, preguntarles ¿como están? Y esas cosas, con respecto a mi, no había podido publicar capítulos por el instituto, algunos que leen mis libros y socializan conmigo, saben que tengo bastantes tareas.

Desearía poder ser automática y publicarles todo de una sola vez, para que puedan leer sin ninguna molestia. Más sin embargo, saben que retiré los capítulos porque no quería proseguir con la historia escrita de esa forma.

Los dejó con el capítulo de hoy, los quiero.

LIAM.

Alanna estaba nerviosa, rondando por toda la habitación, buscando el resto de su ropa.

—¿Qué voy a hacer ahora?. —Habló en un susurro poniéndose la camisa más rápido de lo que pensaba.

—Déjame hablar a mí. —Declaré, ella negó repetidas veces con la cabeza.

—Es mi mamá, es mejor que yo le explique las cosas. —Agarré su mano tratando de tranquilizarla, ella suspiro tirando de ella, ayudándome a levantarme de su cama, nos dirigimos a la puerta, por más que yo dijera que no estaba nervioso lo estaba.

Salimos de la habitación tratando de no hacer mucho ruido. Bajamos las escaleras y ella paró en el último escalón, se me erizó la piel cuando vi a Dayan sentada con la madre de Alanna, tomando lo que parecía ser té.

Con Dayan no tenía nada, admito que es linda, pero no me llama mucho la atención, lo que no me gusta es la idea de verme aquí, después de haberle terminado de una forma tan horrible.

Sabía que se sentía ver que tu ex te haya cambiado por alguien de tu misma familia, era espantoso y lo que dolía era la traición.

Su hermana giró la cabeza hacia nosotros y nos dedicó una mirada de odio, yo solo miraba las manos de Ally que temblaban, mientras mis manos sudaban por la incomodidad.

—¿A qué se debe todo esto, Alanna?. —Preguntó Linda, su madre, mientras se paraba de su sitio.

—Mamá, Dayan, tenemos algo que decirles, ya sé que lo que viste allá te da mucho de que hablar, pero créeme que no es lo que parece. —Habló, yo apreté su mano, esperando la respuesta llena de veneno por parte de ambas.

—¿Qué no es lo que parece? No seas ordinaria, los vi, estaban a punto de follar en mi casa, eres una...

Si supiera todas las cosas que hemos hecho es su casa, señora.

—¿Una qué? ¡Dilo!, igual ya estoy acostumbrada. —Alanna soltó mi mano, parándose frente a mi, armada de valor.

—¿Acostumbrada? Lo único que hago es cuidarte y darte lo que necesitas. —Insistió su mamá, si es que así podría llamarse.

—¿Cuidarme? ¡Si me cuidaras, sabrías que clase de persona soy, pero no! ¡No sabes nada de mi!, solo te vas con tus hombres... Es lo único que te importa...

Los ojos de Dayan se aguaron, demostrando que no era ni la mitad de fuerte que Ally.

Su madre retrocedió, como si sus palabras la quemaran, pero todo lo que decía Alanna no era más que cierto.

—Somos novios. —Habló sin rodeos. —Y si no les gusta, se joden.

Santo Dios, como me gusta esta mujer.

Dayan se paró bruscamente de su sitio y se dirigió a mi. Ella levantó su mano para cachetearme y cerré los ojos esperando la cachetada que tenía más que merecida, pero nunca llegó, cuando abrí los ojos, vi la mano de Ally sosteniendo la de ella.

—Deberías de escuchar primero la historia antes de actuar como una maldita víbora. —Le dijo bajando su mano suavemente.

—¿Crees que quiero escuchar como mi hermana y mi ex se acostaban a mis espaldas?. —Murmuró roja de la rabia.

—No es lo que piensas. —Hablé pero ella esta vez si me cacheteo.

La mano de Alanna se preparó para darle un puñetazo pero yo se lo impedí sosteniendo su mano, es claro que no debía iniciar un alboroto, ella asintió como si leyera mi mente y luego se limitó a gritarle.

—¡Lo conocí mucho antes que tú!. —Empezó, aquella se tranquilizó y me miró.

—¿Como que antes?. —Me dirigió la mirada, yo me encogí de hombros.

—Si, antes. —Habló mi novia y apretó mi mano.

Su mamá solo estaba perdida con su mirada en el suelo.

—Liam me conoció cuando entró al curso hace un año, yo nunca lo vi, él siempre estuvo enamorado de mi, pero como no quería nada serio hasta ahora entonces no nos habíamos hablado, El día que llegaste esa fiesta en la que estaba conocí a Liam, el estaba sentado en una banca y yo me le acerqué a hablarle por lo que estaba un poco tomada, hablamos y listo.

Nos conocimos suficientemente bien, más cuando la estrellé contra la mesa y le metí los dedos y...

Mmm...

—Luego nos seguimos viendo, y tuvimos muchas cercanías y cosas en común, el día que tú lo presentaste como tu novio me dolió, luego él me explicó todo y por mas ridículo que sonará, voy a estar con él, no me pueden impedir estar con la persona que me gusta.

Después de la hermosa explicación por aquella boca gloriosa, al fin habló su madre ejemplar.

—Tienes razón, Alanna, no podemos elegir con quien quieres estar, pero no te crié como una perra para que te estés acostando con el primer hombre que veas, ahora escucha esto. Las está utilizando a las dos, él no las quiere a ninguna, y luego te va a pasar lo mismo que antes, ¿Quieres eso?.

—Claro que no, pero yo...

—Pero nada, aquí estas mas que bien, sin nadie que venga a joderte la vida.

Si supiera que ella vive con la vida jodida.

—Con todo el respeto que usted se merece. —Empecé. —¿Qué le hace pensar que le joderé más la vida de lo que usted ya se la ha jodido?.

Aquella no tardó en fulminarme con la mirada, a lo que yo respondí con una sonrisa.

—¿Yo? ¿Joderle la vida a mi hija? ¡Si todo lo que hago es por su bien!.

—¿Dejando que abusen de ella? ¿No creyendole? ¿Echándole la culpa de cosas que ni al caso?, no sé que tipo de madre es usted entonces.

—Liam... —Susurró Alanna moviéndome del brazo yo negué con la cabeza.

—No, tienes que decirle a este intento de mamá lo que sientes, para que vea que la culpa solo la tiene ella.

—Lo único que no quiero, es que termines de desmoronar esta familia, que ya mucho daño nos haz hecho con abrir tus patas. —Noté como Alanna se mantenia firme, sin hacer ninguna expresión, aunque yo sabía que le estaba doliendo.

—Así que maté a papá. ¿Eso es lo que tratas de decir, verdad?. —Preguntó forzando su voz para que no se quebrara.

—No lo sé Alanna, soy tu mamá, por una parte entiendo, pero me quitaste a Marco, él era el hombre que amaba, y me duele, ¿sabes como duele perder esa persona que tanto amas?.

La mujer que estaba frente a nosotros empezó a llorar y se arrodilló en el suelo dramáticamente, Alanna a mi lado rodó los ojos cuando Dayan se agachó a socorrerla.

—Si porque yo también amaba a mi papá. —Habló la chica más hermosa del mundo a mi lado, su madre no la miró, solo lloraba desconsoladamente con su otra hija abrazándola.

—Te odio. —Murmuró Dayan, Ally sonrió con melancolía, sacando el celular de su bolsillo.

—El sentimiento es mutuo querida hipócrita. —Respondió y se agachó junto a ella, giró su cara por el impacto de la palma contra su mejilla. —Toma, te la devuelvo, para que no te atrevas ni en un millón de años a meterte con nosotros. —Se levantó, se giró hacia a mí dándome una mirada que entendí al momento.

Quería irse...

Asentí con la cabeza, Dios, si quiero vivir con ella.

—Si te pone feliz, me voy. —Soltó tomando mi mano, su madre ni siquiera levantó la mirada.

—¡VETE Y NO VUELVAS!. —Fue lo único que formuló.

—Hasta ahora pensé que podrías llegar a ser una mamá ejemplar, estuve contigo, acepté tus mierdas de amoríos, tu actitud, tus regaños, tus castigos... Y ella. —Señaló a Dayan. —Solo se largó, solo se fue, ahora viene a dárselas de niña buena, ¡gracias Dayan!, gracias a ti pienso que mi mamá nunca sintió amor por mi, tras de que no me cuida, nunca está en casa y ahora que creen que cometí un error no quieres verme, me voy, solo no me llamen, no me busquen, y mucho menos, cuando esta se largue otra vez, no me pidas que vuelva, porque no voy a volver nunca.

Tiró de mi mano con el fin de subir a la habitación y yo la seguí, observé como plantó un beso en mi mejilla marcando un número su celular.

—Karol... —Susurró para luego hacer una pausa. —Ah, que asco, no no, no pasa nada, puedo contarte luego, si, ajá, te juro que no pasa nada grave... Si, okay, bay. —Colgó. Dió un largo suspiro mirándome antes de sacar la maleta debajo de su cama.

—¿Estas segura que quieres esto?. —Pregunté ella asintió con una sonrisa triste.

—¿Puedo quedarme en tu apartamento?, juro que solo será una noche. —Explicó, ¿una noche? Yo quería que se quedara toda la vida.

—Puedes quedarte todo lo que quieras. —Hablé y le ayudé a meter su ropa rápidamente en la maleta.

—Deja aquí las cosas básicas, puedo comprarte lo que te falte, pero salgamos de aquí. —Murmuré.

Empacó algunas otras cosas antes de cerrar la maleta, yo se la quité de las manos para ayudarla a bajarla.

Bajé de primeras tomando su mano para entrelazarla con la mía.

Cuando llegamos a la puerta ella le echó un último vistazo a su casa antes de salir.

Le abrí la puerta para que se subiera en el asiento del copiloto y yo puse su maleta en la parte de atrás, me subí también para empezar a conducir mientras ella soltó un sollozo a mitad del camino.

—No llores. —Puse mi mano en su rodilla mientras seguía conduciendo.

Ella asintió y limpió sus lágrimas con la camisa.

Joder, sus mejillas se ven tan rosadas.

Llegamos al edificio donde vivía y subimos por el ascensor, abrí la puerta del apartamento y entré para dejar su maleta a un lado de la cama matrimonial que estaba en la alcoba.

—Lo siento mucho. —Susurré poniendo las manos en su cintura.

—No es tu culpa, ellas no quisieron aceptarlo ni entenderlo.

—Quiero que sepas que no te dejaré sola nunca, ¿Vale?. —Limpié las lágrimas de sus mejillas empezando a llenarle la cara de besos que la hicieron reír. —Ahora vamos a ducharnos para dormir un rato.

Entramos en el baño y preparé las toallas, ella sonrió observando como le media la temperatura al agua y llenaba de espuma la tina.

—¿Qué?. —Pregunté a la defensiva, ella rió.

—Parecemos recién casados.

—No sabía que querías casarte.

—Y no quiero hacerlo. —Explicó quitándose la prenda principal que me subió el calor en un dos por tres.

—¿No?.

—No.

Quitó su pantalón, dejando a la vista un conjunto de lencería roja. Yo no me quedé atrás, así que también me deshice de las molestas prendas, dejándome solo puesto el bóxer azul.

Se metió a la tina y yo no tardé en seguirle el paso.

—¿Sabes por qué lo llaman papa Noel?. —Pregunté mientras me hacía una barba falsa con la espuma del jabón.

—No. —Rió ante mí intento de chiste fracasado.

—¡Porque papá no es!. —Exclamé, ella negó con la cabeza sonriendo.

—Liam.

—¿Si?.

—¿Me lavas la espalda?. —Pidió, yo asentí con la cabeza sin ningún pensamiento malo.

Je je je.

—Volteate. —Ordené.

—Huy, dilo en un término menos sexual.—Dijo y yo esbocé una sonrisa de lado.

—A la ducha. —Pedí, ella aceptó saliendo de la tina, abrió la llave de regadera, que traía agua caliente, se metió bajo de ella lavandose los excesos de espuma que tenía en la piel.

—Listo. —Habló antes de hacer un ademán de quitarse las bragas pero se lo impedí.

—Agachate. —Pedí con la voz ronca, ella se inclinó hacia adelante. —Apóyate en la pared. —Puso sus manos en aquella dándome una vista increíble.

—¿Alguna otra orden señor Coulds?. —Preguntó con la vista al frente, yo negué como si pudiera mirarme y saqué mi miembro por encima del bóxer.

Aquel ya estaba duro, tanto que las venas brotaban y pedían estar dentro de esa mujer, porque a pesar de ser menor, tenía un cuerpo deseable.

—Gime para mi. —Pedí apartando el elástico de las bragas, ella jadeo cuando sintió mi miembro rozarla...

—Joder, enana, estás tan caliente... —Cerré los ojos disfrutando de sentir sus paredes abrirse para recibir mi miembro gustosa.

—¿Qué tan fuerte puedes follarme?.

—¿Quieres averiguarlo?.

—Si... —Jadeo con la primera estocada.

La tomé de los hombros, metiendo mi verga un poco más, su estrechez es dolorosa, más sin embargo se siente tan bien, tan rico y deseoso que sólo pienso en las nalgas que estoy magreando mientras estrello su mejilla contra la baldosa de la pared.

Gime desesperada, me besa, cambiamos de posición, tiene su deseado orgasmo.

Le chupo las tetas, que aunque no son extremadamente grandes, tienen lo suficiente para prenderme como lo hace, sus manos tiran de mi cabello, me chupa el cuello, me muerde los labios.

Y con aquellas acciones y mucho mas, afirmo y reitero que esta es la mujer de mi vida.

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