Capítulo Tres


LIAM

Debo admitir que nunca pensé que una mujer así podría gustarme tanto. Torpe, egocéntrica y que se enojaba por todo.

De cara sexy, que no tiene nada de tierna, que no sabe lo que quiere, que es tan fácil de leer.

Cuando era adolescente solía decir que me casaría con una chica centrada, que sacara buenas notas, no saliera mucho de casa, fuera inteligente...

Y la encontré, claro que la encontré, pero un poco tarde supe de que la chica que era "la ideal" no era lo que decía ni lo que mostraba ser.

Alanna es lo que es, no se va con rodeos, ni tapando su verdadera cara, ella va directo al grano y eso es lo que me llama la atención.

Que sea tan, pero tan diferente al resto.

—Aléjate de mí. —Escuché que habló el tipo al que había golpeado hace unos minutos, simplemente corrió de allí asustado.

Cobarde.

Alanna tembló a mí lado, la sostuve con más fuerza ya que supuse que iba a desplomarse en el suelo.

Esta chica es un desastre hermoso.

—¿Quieres que te lleve a casa?. —Pregunté suavemente, ella solo negó con la cabeza safandose de mi agarre.

—Yo quiero follar. —Escuché que susurró, rodé los ojos antes de emprender mi camino detrás de ella.

—Alanna... —La tomé del hombro. —Vamos a casa, no estás en condiciones...

—No me... —Se interrumpió. —Espera, eres hombre.

—Vaya, no me había enterado. —Ironicé cruzandome de brazos.

—Vamos a una habitación y...hacemos —Sentí sus manos acariciar mi pecho por encima de la camisa, el libido se me subió a las dos cabezas.

Ustedes me entienden.

—Alanna, estas borracha. —Insistí.

Sus labios se entreabrieron antes de soltar un bostezo por aquellos.

Como me gustaría que así los abriera cuando...

—No, no estoy. —Contestó sacándome de mis oscuros pensamientos.

—No puedes ni mantenerte de pie. —Me burlé cruzandome de brazos, ella se paró firme he hizo un intento de levantar la ceja más no pudo, reprimí una risa.

—Solo será un momento, me la metes, me la sacas y listo. —Habló haciendo un círculo con sus dedos, yo observé como se quedó mirando mientras metía y sacaba el dedo índice.

Repito, un completo desastre.

—Ally, vamos. —La tomé de la muñeca con cuidado de no hacerle daño, ella me miró expectante durante unos segundos.

—¿Vamos a tu casa?. —Lo preguntó en un todo tan sexy que me dieron ganas de embestirla contra la mesa que tenía en frente.

—¿Quieres ir?.

—Si. —Susurró.

—Entonces vamos a mi casa. —Di por terminada la conversación, no iba a pelear con una chica que ni sabía decidir cuerda y mucho menos borracha.

Ella se dejó llevar hasta el auto, empujando a la gente, le abrí la puerta del copiloto de mi coche negro y entró sin ayuda, cerré dejándole la ventana abierta.

—Si necesitas vomitar te dejo la ventana para que lo hagas. —A continuación entré a su lado y cerré la puerta.

Encendí el motor del auto y la noté apoyada en la ventana, conduje durante un momento y pensé que ya se había dormido, hasta que la escuché cantar.

Su voz super melodiosa llenó mis oídos, empecé a escuchar más atento la letra de aquella canción...

Cause I've had everything... —Lonely de Justin Bieber, lo sabía por que mi hermana la ponía a todo volumen cuando podía.

But no one's listening. —Proseguí con la vista al frente, la observé mirarme de reojo.

And that's just fucking lonely. —Siguió ella.

I'm so lo-o-o-onely.Cantamos al unísono.

¿Que tan dañada puede estar para cantar algo así?

Claro, no siempre se tenía que estar dañado para cantar canciones tristes, pero ella... Ella cantaba con una melancolía que me hacía retorcer todo.

—¿Tienes hambre?. —Pregunté, ella levantó su cabeza para mirarme antes de dedicarme una sonrisa torcida.

—Depende. —Su sexy voz me golpeó.

¿Cómo alguien podía gustarte tanto sin siquiera conocerla del todo?.

—Comida normal. —Aclaré. —Podemos pedir algo para ver si te baja la borrachera.

—No estoy borracha. —Si, lo estaba, lo sabía por el tono su voz, por como caminaba y su postura mareada.

—¿Qué quieres para comer?. —Indagué girando en una esquina.

—No lo sé, algo chatarra.

—¿Pizza?. —Sugerí.

—Si, pizza está bien. —Dijo antes de volver a asomar su cabeza por la ventana.

Cuando llegamos al edificio aparqué el auto, la ayudé a bajar de aquel y nos integramos en el lugar, la sostuve por la cintura todo el tiempo, debo admitir que así es mas torpe que de costumbre.

—Buenas noches. —Habló Jessica, la recepcionista del vestíbulo. —¿La señorita sabe que usted...

—Estoy ansiosa por llegar arriba, aunque sé que tal vez no me follarás. —Susurró la enana que tenía al lado, ya que comparada conmigo era una hormiga.

Jessica levantó un poco las cejas, yo sonreí mostrando mis dientes, ella asintió con la cabeza.

No tardé en meter a Ally en el ascensor, estaba más inquieta que antes, molestaba con los bordes de mi camisa de vez en cuando mientras llegamos al apartamento.

—Acuéstate donde quieras. —Murmuré abriendo la puerta, ella se tiró en el sofá negro que estaba a la derecha.

No dijo nada, pasé por su lado notando el vestido que llevaba se le levantaba ya que estaba acostada boca abajo, tenía unas bragas de color rojo y...

Hmm.

Se le metían entre las nalgas...

El calor se hizo presente y volví al planeta tierra, caminé hacia la cocina, abochornado, saqué el celular de mi bolsillo y llamé al servicio para pedir una pizza.

Unos minutos después el repartidor tocó la puerta para dejarla, Alanna parecía haberse dormido, así que decidí no molestarla.

La iba a tomar en brazos para llevarla a la cama, hasta que vi como se levantó rápidamente tapándose la boca.

Corrí para ayudarla a llegar al baño, justo cuando abrí la puerta de aquel dejó salir todo, yo froté su espalda hasta que no tuviera nada más para botar y bajé la cisterna.

—¿Ya?. —Me límite a preguntar, ella asintió con la cabeza yendo al lavamanos.

—Lo siento grandote, necesito tu cepillo así que si no te molesta. —Sacó el cepillo dental se lavó la boca y las manos, mientras yo la observaba desde la puerta en silencio.

—Tengo hambre. —Recitó antes de empujar mi hombro haciendo que casi caiga de culo al suelo, a pesar de ser delgada y bajita tiene una fuerza increíble.

Sus pasitos sonando por la cocina me hicieron sonreír. No tardó en aparecer en el sofá con dos porciones de pizza en un plato prendió el televisor como sí fuera de ella...

Y podría ser, todo podría ser de ella si quisiera.

Fui a la cocina por mi porción y me senté a su lado. No paré de observar como metía la pizza en su boca, en realidad verla comer es algo bastante tierno.

—Deja de mirarme como un loco enamorado —murmuró con comida aún en la boca —, me incómodas.

Que chica tan...

—Solo observo como comes. —Me encogí de hombros queriendo restarle importancia.

... Hermosa.

—Ya quiero dormir. —Susurró dejando a medias el segundo trozo que ya estaba comiendo y corrió como una niña hacia mí cama.

—¿Estás cómoda con ese vestido?.

—Dejaré que... —Fue interrumpida por un bostezo. —Me lo quites...

Luego de eso no dio más señales de estar despierta y lo supe cuando unos minutos después empezó a dar pequeños ronquidos.

Según mi familia las señoritas no roncan.

Mi familia, es bastante alegre, un poco estricta pero no más que eso, desde pequeño me metieron en la cabeza que las señoritas no podían salir a fiestas...

Lo más corto debe ser dos dedos por encima de la rodilla...

No consigas una mujer que no se respete...

Las mujeres están en su hogar, haciendo los quehaceres, el hombre es el que trabaja...

Las mujeres son delicadas, se tratan con cariño...

No acoses a una mujer y si ella tiene ropa corta que se vista de mejor manera, existe lo hermoso que no exhibe...

Las mujeres no pueden ser infieles...

Esas cosas y muchas más estaban inculcadas en mi hogar, suena bastante machista si lo digo así, aunque claro, no todos piensan igual, yo por mi parte creo que la mujer tiene los mismos derechos que los hombres, pero esta sociedad es tan injusta que no todos piensan así.

Negué con la cabeza sonriendo y le empecé a quitar ese molesto vestido, que a pesar de verse incómodo le quedaba jodidamente bien.

Le puse una camisa de las que tenía en mi armario sin tocarla mucho, estaba inconsciente, seria ilegal si lo hiciera así...

Aunque ella es menor de edad, sería ilegal todo.

Le terminé de acomodar la camisa y me quité la mía junto con los zapatos.

Me tiré a su lado y apagué la lámpara, la luz de la luna que entraba por la ventana me dejaba ver su rostro un poco tapado por su cabello, así que decidí quitárselo y colocar un mechón detrás de su oreja.

Sus pestañas largas y negras hacían contraste con sus labios carnosos rosados, todo en ella era perfecto, desde su cara, hasta su personalidad.

Ella es tan diferente, desde la primera vez que vi su rostro, esa cara que fingía felicidad, esa voz grotesca, esos ojos verdes tristes que gritaban a todo pulmón que querían verse alegres.

Es tan increíble como alguien tan perfecta, tan hermosa, está tan rota por dentro, saber con solo mirarla, saber que puedo leerla perfectamente me hace mas feliz de lo que lo soy ahora.

Mi celular no tardó en vibrar en mi bolsillo, cosa que me molestó más sin embargo al ver el nombre de Renata en la pantalla descolgué la llamada.

—¿Hola? —Pregunté en un tono bajo, cuidando que la chica a mi lado no se despertara.

—Liam, ¿Crees que podrías venir por mi?... —Su voz sonaba ronca, fruncí el ceño.

—Renata, ¿Estas llorando? Te juro que si fue el idiota ese...

—No pasó nada, es solo que perdí un exámen importante, ¿puedes creerlo?, el examen para el que estudié dos meses enteros, se supone que soy la esperanza...

—Hey, hey, no te presiones tanto ¿si?, no quiero que pienses que porque naciste con inteligencia excesiva debes de hacer todo esto.

—No debo, yo tengo que hacerlo.

—Natty, es que, verás, estoy con una chica ahora así que...

—¿Volviste con Sophie?.

—¿Qué? No, claro que no, ¿qué?.

—Pues solo digo.

—¿Sophie... La haz visto?.

—No, solo quería saber, por que...

—Bien, bien, ya no quiero hablar de eso.

—Entonces ¿quién es? Y juro que no te molesto. —Insistió.

—Alanna Juliens, último año de secundaria, diecisiete años.

—Foto. —Habló, no tardé en enviarle una al WhatsApp.

Retiré el celular de mi oreja cuando la escuché gritar un poco.

—Dios mio, es hermosa.

—Cálmate, todavía no tenemos nada oficial. —aunque espero que lo sea pronto.

—Espera a que mamá y papá la vean, se van a morir...

—No, Natty, no, no le digas nada a mamá ni a papá.

—Vale lo pillo, mira, ha pasado un rato y hasta se me olvidó por que andaba llorando.

—Juro que mañana iré a verte, perdóname por favor, pero no puedo dejarla sola, así que si quieres ven en un taxi y...

—No, no pasa nada, en realidad no me siento mal ahora.

—Bueno pues, en todo caso estoy aquí, para que me llames cuantas veces quieras.

—Supongo que ahora iré a dormir, es lo mejor para mi cerebro, tal vez solo estoy un poco agotada.

—Tal vez sea eso.

—Bueno, entonces hasta mañana.

—Adiós hermanita, cuidate.

—Adiós hermanote, muerete. —Bromeó.

—Gracias por interesarte tanto por mi.

—No es mi culpa que seas un vago.

—No soy vago Renata, simplemente ando en ahorro de energía. —Escuché su risa un momento.

—Bueno, adiós. —Luego de eso colgó sin siquiera esperar mi respuesta.

Vaya que grosera.

Me giré hacía Ally de nuevo que dormía tranquilamente.

Y lo que me jodía era que me gustaba, me traía loco, y aunque eso me molestaba un poco por mi pasado, sabía que no todas eran iguales, ella solo está dañada, lo veo en sus ojos tristes, que aunque ella sonría y finja estar bien, no lo está.

Y lo que mas sé de ella, es que me va a joder más, por que de una mujer tan especial no se libra tan fácil.

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