Capítulo Treinta Y Cuatro

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—Cariño, pasame el shampoo —pedí mojandome el cabello.

Aquel puso una gran cantidad en su mano y me puso de espaldas para comenzar a masajear suavemente mi cuero cabelludo.

Ya había pasado una semana desde el incidente en el café, al señor no lo arrestaron porque no llamamos la policía, me pareció muy lindo el gesto de la señora Luz, fue muy amable. Hoy era año viejo, treinta y uno de diciembre, así que mi querido novio quería presentarme a su familia, ya que hoy habría una cena en la casa de sus padres, y aquellos habían sugerido que ya era tiempo de que me conocieran.

Salí del baño y me puse un vestido color vino tinto, corto, de escote en la espalda y ceñido al cuerpo, muy bonito, dejaba ver mi pequeña cintura y mi abdomen plano, ya que el bebé no se notaba aún, estaba muy pequeño y sinceramente me estaba haciendo muchas ilusiones sin saber si sería querido por su padre.

Me coloqué unos tacones negros y un bolso a juego con ellos, tenía perlitas muy bonitas de color blanco, me agarré el cabello en un moño alto, dejando unos pocos cabellos por fuera, puse un poco de rimel en mis pestañas, rubor y labial.

Liam se puso un traje de esmoquin color vinotinto para ir a juego conmigo, se que es un poco raro pero debo admitir que le quedaba tan hermoso como a mi el vestido, se le veía super sexy. Peinó un poco su cabello hacia atrás y entre risas pusimos perfume en nuestra ropa.

Salimos del edificio despidiendonos de la recepcionista y nos subimos al auto, mi novio condujo hasta un barrio que no era tan lejos de su apartamento.

Apenas pasar el puente pude divisar todo tipo de casas lujosas, que ni en un millón de años trabajando duro podría comprar una como esas.

Frenó frente a la que supuse era nuestro destino, en la entrada había un prado, con todo tipo de plantas, en el camino directo a la puerta tenía gran variedad de luces, a lo lejos se podía ver una gran mansión.

—Por el Dios de las bragas —hablé asombrada con el tamaño de la gran casota.

—¿Dios de las bragas? ¿Ese tipo existe? —preguntó saliendo para abrirme la puerta. Era el día de conocer a mis amados y queridisimos suegros y esperaba agradarles.

—Son buena onda. ¿Verdad? —indagué rápidamente a Liam, mientras arreglaba mi vestido.

—Tranquila, no son tan pesados, en realidad son muy buenas personas, aunque mi padre es un poco serio —entrelazó mi mano con la suya caminando rápido hacía la puerta.

—Bien, no olvides sonreír Alanna, y no responder con sarcasmo —me hablé a mi misma, mi novio rió antes de tocar el timbre, yo sentí mis manos sudando.

—Estoy seguro que vas a encantarles, relájate.

La enorme puerta se abrió, mi corazón empezó a latir más rápido de lo normal, una señora de cabello rojizo y ojos cafés, casi rojos, de más o menos cuarenta años estaba parada en la puerta.

—¡Llegó Liam! —gritó para los demás.

—Hola mamá —dijo Liam soltando mi mano, cosa que me puso más nerviosa, abrazó a su madre y le dió un beso en la mejilla.

—Y tu debes ser Alanna —me observó de pies a cabeza, analizandome con una sonrisa, yo asentí con la cabeza ya que no me salían las palabras —. Al fin tienes buen gusto —le habló a su hijo que se pasó la mano por el cuello —Pasen, no se queden ahí.

Ella se apartó un poco para que pudiéramos pasar por su lado. Entré sosteniendo a Liam del brazo, la verdad me daba un poco de miedo cenar con su familia, ya que eran desconocidos para mí y no sabía cómo iban a reaccionar con mi presencia.

Fuimos a la sala de estar, una muy enorme, del techo colgaba una enorme lámpara de diamantes colgantes, en el acto me tropecé con un escalón y por poco caígo, pero Liam fue rápido al tomarme, riendo por mi desgracia, me corrió una de las sillas para que me sentara en el gran comedor.

Cuando trajeron la comida y todos estaban sentados me atreví a levantar la cabeza...

Pude divisar una chica de más o menos quince años, de cabello rojo distraída en una libreta.

Un señor que suponía que era el padre de Liam, su mirada fijamente con la mía, tenía algunas canas y ojos azules intensos como su hijo.

Y mujer que nos abrió la puerta que es su mamá, me atreví a mirarla un poco más, su cara derrochaba inocencia y dulzura, pero sus ojos maldad. Dándome a entender que podría ser un infierno con las personas que le cayeran mal.

—Henry Coulds —habló el señor, que me miró seriamente, sonreí para romper la tensión y estrechar su mano por encima de la mesa.

—Alanna Juliens —me presenté.

—¿Y a qué te dedicas? —formuló la madre de Liam rompiendo el silencio incómodo. Al fin me sentía en la confianza de hablar con normalidad.

—Estaba planeando estudiar, pero aún no se muy bien que carrera tomar, por ahora estoy trabajando en un café.

—Un café —repitió el padre de mi novio tomando un poco de su vino. Lo ignoré por completo poniendo toda mi atención a la mujer pelirroja que me estaba preguntando.

—¿Y no hay una carrera que te llame más la atención que las demás?.

—Veterinaria, amo los animales —contesté con una sonrisa.

—Fue por eso se enamoró de Liam, mamá —dirigí mi mirada a la chica joven, que había dejado la libreta en la mesa, Liam la fulminó con la mirada, yo no pude aguantar la risa, así que me tapé la boca.

—Lo siento —hablé tomando un poco de mi vino.

—No pasa nada.

Por primera vez en la noche, me atreví a mirar la comida, se veia muy rico, era un tipo de estofado.

—Bien. ¿Cómo les va con eso de vivir juntos? —preguntó el padre de Liam.

—Bien, demasiado bien —contestó mi novio.

—¿Pelean muy seguido? —ahora la que pregunta es su madre, fruncí el ceño.

—Claro que no, en realidad, somos bastantes tranquilos —Liam a mi lado reprimió una risa.

—¿Y no han pasado de ahí las peleas, digo...

—Lo que quieren saber es si alguna vez te he golpeado —explicó mi chico, yo dirigí mi mirada hacia él, que miraba a sus padres como si fueran monstruos.

—¿Qué? No, Liam no me golpearía jamás...

Oh bueno, había algo de mentira en esas palabras, pero las nalgadas no contaban.

—Lo siento, nuestro hijo no es un patán, pero siempre hay que estar alerta, sabes como son algunos chicos, que no controlan su enojo y Liam que estuvo en eso de...

—Ya mamá, por favor.

—Bien, coman antes de que se enfríe.

Al final comimos en silencio.

—¿Y ustedes, a que se dedican? —pregunté con todo tipo de amabilidad, el padre de Liam suspiró antes de hablar.

—Estudié leyes y con mucho trabajo, levanté mi primera empresa. Ahora puedes preguntar cuantas editoriales y automoviliarias hay en este país a nombre de Henry Coulds, no te alcanzarían los dedos para contarlas.

—Lo siento, no me había presentado, soy Clara Coulds, yo estudié modelaje, en mis tiempos fui una de las modelos más famosas.

—Pero eso terminó, ahora trabaja conmigo —habló Henry —. Es mucho mejor, se gana más dinero y no tiene que estar poniéndose ropa incómoda para que todo el mundo la vea.

—Si, es cierto.

—Quiero ser científica —habló la chica pelirroja —, cosa que no es difícil para mí.

—Para resumir, nuestra hija tiene un don, ella pues, es muy inteligente, se saltó dos años en el instituto y con sus quince años, estudia leyes, cosmetologia y psicología —explicó su madre, Liam a mi lado rodó los ojos.

—¿No es mucha presión?.

—Claro que no —habló su padre —, es un buen aprovecho del tiempo, además estudia cosas que le servirán para luego.

—Claro —susurró mi novio.

—Y pues está Liam, que aún no se decide que quiere para su vida, le he sugerido trabajar en una de las empresas pero es necio.

—Necio o muy inteligente —lo que dijo hizo que su padre se levantara.

—¿Y para cuando los nietos? —preguntó su madre dejándome con los nervios hasta la punta. Liam escupió el vino que estaba tomando y su hermana no paraba de reír.

—En realidad no pensamos aún tener hijos. Sabes lo mucho que me costó traerla a casa, no creo que sea el momento, ya sabes... Primero vamos a estudiar y hacer las cosas bien —explicó, sentí mi vista ponerse borrosa, me sobresalté cuando sentí que tiraban de mi brazo.

—Bueno, yo me llevaré a mi cuñada —sugirió mi cuñada mientras tiraba de mi brazo.

Sentí un alivio gigante, no quería seguir escuchando esa conversación donde Liam no sabía ni lo que quería para su vida.

Podía pensar lo difícil que había sido para él, el tener que pasar por lo que pasó con su ex, pero desde el primer momento debió saber que conmigo las cosas serían diferentes. Y eso me dañaba la noche, que pensara que presentarme a sus padres era demasiado para nuestra relación después de todo por lo que pasamos juntos.

Subí los escalones que guiaban al segundo piso. Paramos frente a una puerta de madera, con cosas escritas en ella y un letrero de "no pase si no quiere traumas".

—Es la habitación de Liam —empujó la puerta ignorando el cartel.

Era muy espaciosa, tenía las cortinas negras cerradas y todo organizado, me pareció un cuarto muy triste para alguien adolescente.

—Es muy gris —ella asintió.

—Supongamos que a sus quince era el típico chico malo y rebelde —explicó —, mis padres dicen que era un dolor de cabeza.

—No me imagino a Liam siendo un chico malo —reí.

—Menos mal y no lo conociste en esa fase de su vida, a los adolescentes se les alborotan las hormonas y más cuando son hombres.

—Pero tú eres adolescente —me acerqué a un poster de una banda que estaba pegado en la pared. Pude divisar el nombre de "The Beatles" en aquel.

Y yo que solo escucho canciones en español.

—Si, pero yo soy una chica y estoy más avanzada a mi edad.

—¿Eso es posible?.

—Así es, como dijeron abajo, me salté dos años, a mis cuatro años ya sabía leer de corrido —cerró sus ojos y sonrió recordando sus logros.

—Increíble, yo a mis cuatro años apenas y sabía hablar —ella rió, me acerqué observando las cosas encima de la mesa al lado de la cama.

—Muchos se han burlado de mí, a veces solo quisiera ser una chica normal, una que no sea la favorita de sus profesores y que no esté a un paso mas adelante que los de su grado, una a la que sus padres no presionen para ser perfecta, pero agradezco el don que tengo, por algo debieron dármelo —suspiró.

—Y yo que no pasaba las calificaciones de 5.0 —Ella volvió a reír, esta vez más fuerte.

—Sé que esta vez Liam no se equivocará de chica —caminé hacia el closet, divisé una foto de una chica con el cabello rosado y un chico que supuse que era Liam por su gran parecido.

—¿Ella es Sophie? —pregunté, ella respondió con una mueca de fastidio.

—Lo siento, se me olvidó quitar esa cosa de ahí —caminó hasta la ventana y la lanzó hacia abajo.

—¿No te caía bien? —pregunté.

—Para nada, digamos que nunca intentó llevarse bien con nadie de ésta casa, es muy engreída, se cree que porque tiene dinero puede humillar a quien quiera.

—¿Como se comportaba Liam con ella?.

A ti si te gusta que te den en el corazón.

—La verdad, él siempre hizo lo posible para estar bien con ella y sinceramente peleaban muy seguido, pero todo empeoró cuando nos enteramos que ella se acostaba con nuestro primo.

—Liam me contó algo de eso.

—Si, me alegro de que nunca más Liam vaya a volver con ella.

—Nos alegramos —le corregí.

—Así ella intente acercarse, tu solo sigue allí, con tu mera presencia Liam se vuelve loco. Vieras lo mucho que hablaba de ti...

—¿Hablaba de mí?.

—Claro, pero no se lo digas, luego no vuelve a contarme nada.

—¿Qué decía sobre mí?.

—Lo único que te digo es que está enamorado, puedo jurarlo. Y tú también —afirmó.

—¿Se nota mucho? —pregunté con una sonrisa.

—El brillo con el que lo miras es indescriptible, puedo ver más de las personas con sus reacciones, como cuando estabas nerviosa, sostenías su mano. O hace unos minutos, estabas tensa, por eso te saqué de allí.

—Bueno, es cierto, gracias.

—Bien vamos abajo, solo quería secuestrarte un momento.

—Eres cool —admití con una sonrisa.

—Tu también eres cool, pasame tu número para hablar por whatsApp.

Luego de intercambiar nuestros números y agregarla como "Renata Cuñada", bajamos las escaleras corriendo. Liam estaba sentado en la mesa hablando algo con su padre, me acerqué a ellos felizmente, pero Liam se levantó de un tirón y empezó a caminar a la salida haciendome fruncir el ceño a Renata y a mí.

Yo solo miré a su padre con el ceño fruncido para luego ir tras de él.

—¡Liam! —grité tratando de detenerlo. Él se detuvo en su lugar, al lado del auto, yo caminé rápidamente para llegar hacia él.

Abrió la puerta del coche con la intención de que entrara yo primero, pero la cerré de un portazo.

—Hey ¿qué pasa?  —pregunté tranquilamente.

—Vamos a casa —suspiró.

—¿Está todo bien?.

—Solo quiero irme —aseguró.

—Es de mala educación irse sin despedirse, vamos cariño, nos despedimos y nos vamos —lo tomé de la manga de la camisa insistiendole, me miró a los ojos por un momento, su ceño fruncido se relajó, yo sonreí para mis adentros.

—Está bien —soltó.

Estuvimos otro rato allí dentro, hablé un poco más con Renata, mientras Liam le ayudaba con la fogata a su mamá.

Cuando salimos de allí, Liam y yo nos despedimos de su amable y agradable familia. Creí que les iba a caer mal o algo así, pero en realidad son bastante humildes.

Cuando llegamos a casa, mi novio estacionó el auto y nos dirigimos al ascensor.

—Ya quiero quitarte ese vestido —susurró más para él que para mí.

—Aguanta, que primero quiero bañarme.

—Bañarnos —rectificó.

Luego de entrar al apartamento y "ducharnos", me dirigí al closet para buscar mi pijama, el se vistió con unos bóxer grises.

—¿Para que te vistes? —preguntó como si fuera la cosa mas extraña del mundo.

—Pues, porque si —bromee poniéndome unas bragas de color vino tinto.

—Detente —rió mi novio tomando mi cintura.

—Tengo frío —hablé, me puse nerviosa cuando deslizó sus manos por mi vientre.

Vamos Alanna, no te pongas nerviosa.

Es muy difícil cuando estás embarazada, Cheryl.

—Pues, yo te arropo, como si fuera una cobija de algodón —me extendió sus brazos haciendome reír.

—Me aplicaré la crema para la piel y me dejo arrunchar por ti.

—Está bien, enana —y por supuesto hizo énfasis en la última palabra.

Le di la vuelta a la cama, sacando una crema que me aplicaba una vez a la semana, ya que mi piel era un poco reseca.

Al sacar un poco, cayó una gota al suelo, cosa que pasé por alto, hasta que me incliné a poner la crema en su puesto.

Mi pie izquierdo se resbaló por la baldosa, haciendome golpear el estómago en la mesita. Me incliné tomando mi vientre...

Me dolía, joder, como me dolía.

—¡Ally! ¿Estás bien? —escuché preguntar a lo lejos, me sostuve de la pared antes de poner una mano en el pecho de mi novio, que estaba a punto de verme.

Vomité y vomité la cena, me limpié la boca con la mano.

—Vamos, vamos al baño —me sostuvo entre sus brazos.

—No quie... —fui interrumpida por otra arcada.

—Amor, tienes que lavarte, ven —me invitó a pasar por su lado.

Estaba literalmente bañada en mi propio vómito...

—Cariño, estás...estás —me miré las piernas de camino al baño.

Había sangre...

—Debe ser el periodo —contesté intentando no parecer alterada.

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