Capítulo Treinta


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ALANNA

Estaba en la cama sentada, con un tarro de helado de chocolate, atenta a lo que Liam me estaba contando.

—Entonces, te besó —murmuré disimulando la tristeza metiéndome una cucharada de helado a la boca para no llorar, tenía el corazón casi hecho añicos, no podía creer que esa se atreviera a tocar lo mío.

—Entiendo que pueda ponerte triste, pero enana —me tomó de las mejillas —, estoy siendo sincero, porque te quiero demasiado. ¿Tú crees que si quisiera estar con ella no estuviera en estos momentos rogándole, reeconciliandonos?.

Pues en parte tenia razón, pero tuvo la culpa por ser tan buena gente. Dejé el tarro de helado en la mesa y me crucé de brazos.

—Te quiero —me quitó los brazos de donde los tenía y entrelazó nuestras manos, tomándome con la libre por la barbilla y dándome un casto y tierno beso.

—Sigo enojada Liam, no me lo contaste antes —dije antes de bufar molesta, me tomó de las mejillas y me dió besitos pequeños por toda cara.

—Me encanta que te enojes, te ves super tiernita —aclaró, yo intenté levantar una ceja —. Pero por otra parte no me gusta que te enojes tanto, hasta el punto de no hablarme en días.

—Debería pensarlo un poco mas, no me gustan las mentiras ni mucho menos esa chica, me trae mala espina supongo que son de las que no se dejan ganar tan fácilmente, así como Lila —negué con la cabeza colgandome de su cuello.

—Piensas eso porque estas celosa.

—¿Y quién no? Mírate... —dije divertida señalandolo.

—Mejor te compraré un espejo gigante para que veas lo hermosa que eres, aunque probablemente sea demasiado grande para ti... —bromeó.

Sonreí antes de permitir que me besara.

—Prometo que no vuelve a suceder —asentí con la cabeza.

—Es que mas te vale que no vuelva a suceder, porque si sucede, el que te mueres aquí eres tú, y ahora no quiero tirar cuerpos al mar.

—Que graciosa —ironizó.

—Si supieras...

... Que no es broma.

—Que miedo, casi pude leerte la mente —me dió un suave golpe en la frente.

—Si si, ya vete a trabajar —hablé con desgano.

—Vamos, no te pongas celosa de nuevo.

—Es enserio, Liam. Van a ser las diez —señalé el reloj.

—Llamaré al trabajo y diré que tengo un inconveniente por problemas personales.

No tuve tiempo de reprochar porque no me dejó formular una sola palabra. Me tapó la boca haciendome babear su mano, me reí en un intento de apartarme pero me cargó aún con su mano en mi boca.

—Me babeaste todo —susurró —, ahora yo tendré que babearte, tratos justos. La diferencia es que yo puedo elegir el lugar...

Dejé de patalear cuando pasó su mano a mi vagina, palmeando...

—Y yo quiero prenderme de aquí, señorita Juliens —frotó su mano encima de mis shorts cortos.

—¿Y qué te lo impide? —pregunté.

—Nada, por eso voy a hacerlo —susurró, encendiendome en un dos por tres.

—Anda, vete a trabajar.

—¿Por qué siento que quieres deshacerte de mí? —habló con brusquedad, mas se podía ver la diversión en sus hermosos ojos.

—No es eso, para nada. Solo que no quiero que tengas problemas.

—No tendré problemas, Carlos está al pendiente, al igual que Luis.

—Está bien, supongo que un día libre no le hace daño a nadie.

—Ajá —me acostó en la cama antes de soltarme el moño desbordenado, dejando caer mi cabello castaño en una cascada —. Me encantas toda —me besó una vez más. Cosa que me hizo probar en sus labios un lado metálico, donde yacía un pequeño corte.

—¿Te ha mordido? —pregunté suplicando que no solo yo podía hacerle esas cosas, y como quería él negó con la cabeza.

—Tú eres la única que me puede hacer maltrato doméstico —me sobresaltó con su mano en mi pecho izquierdo, con la otra me acarició la cara —Me he caído y dado contra el pavimento —explicó.

—Me lo imagino —murmuré entre risas.

Me recostó suavemente en la cama, su manera tierna mezclada con la hot...

Uff, era mucho mejor que cualquier otro sentimiento.

—No Liam, vas a hacer que me dé cosquillas —aclaré cuando sentí sus labios recorrermen el cuello.

Me observó por unos segundos, con esa sonrisa y mirada divertida, a mí lo que me gustaba de estar con él, es que todo siempre ha sido tan sencillo...tan él.

Faltaba un poco más de mi personalidad en la relación. Aunque no la deseo.

—¿Le dan cosquillas que me prenda de su cuello, señorita Juliens? —indagó pasando su lengua por aquel, haciendome tragar grueso, me mordí la mejilla tratando de no reírme.

—Así es, señor Coulds —afirmé.

Asintió antes de bajar por mi abdomen, deslizando lentamente mi blusa de tirantes.

—¿Ya te dije que soy tu fan número uno? —preguntó tocando el borde de mis shorts.

Mis pezones querían explotar de lo duro que estaban, sentí el cielo cuando Liam paso sus pulgares por aquellos.

—Fan de tus senos —replicó con la voz ronca, haciendome gemir —, de tu culo —jadee cuando tomó mis nalgas entre sus manos, apretandome contra él, haciendo que sintiera su enorme erección —de todo tu cuerpo...

Llevó sus manos a mis shorts y los bajó con todo y bragas por mis piernas. Tenía la respiración super agitada, el corazón acelerado, la piel me quemaba. Por el Dios de las bragas, podía vivir así toda mi vida.

Me miró, y lo miré.

Me concentré en sus ojos, pero reaccioné poniendo mis manos en la correa se su pantalón, lo desabroché y con su ayuda lo bajé por completo, dejando a la vista lo que tanto anhelaba dentro de mí.

—Estas mojada, enana —sentí sus dedos acariciar mi clitoris, sentí que mi fluidos destilaban, él tampoco ayudó mucho cuando me folló con dos de sus dedos.

—Dios... —jadee.

—Prometo comprarte una nueva —explicó, a lo que yo no entendí hasta que tomó mi blusa en dos partes y tiró de ella hacia ambos lados, haciendo rebotar los pechos medianos que salieron gritando que los mordiera.

Me besó una vez mas, moviendo sus dedos lento pero con una dureza increíblemente fuerte.

Mordí la piel de su pecho cuando soltó mis labios y me perdí en su cuello dejando soltar los jadeos pidiendo que quería más.

Me tomó los pezones con sus dos manos, llenandome de mis propios líquidos antes de prenderse de las dos perlas rojas que tanto le gustaban.

Los chupó y mordió solo como él sabía hacerlo, por inercia levanté mi pelvis, intentando sentir algo de lo que tenía abajo.

Lo tomé del cabello haciendo que mis tetas le llegaran casi a la garganta, el gruñó por lo bajo antes de soltarlas y morderme los labios.

Bajó por mi ombligo, dejando un camino de besos, me dió un casto pico en mi entrada y se tumbó del otro lado, acostandose.

—Quiero que me montes.

—¿Qué? —pregunté dislocada, yo ni sabía donde estaba.

—Que por favor ¿puedes cabalgar esto?, quiere explotar y yo te quiero encima de mí...

Me arrodillé con las fuerzas que tenía, pasé una de mis piernas al otro lado de su cuerpo, quedando así rozando su pene.

Bajé mi mano tomándolo, y antes de metermelo susurré:

—Te quiero, tonto —Y esas fueron las palabras mas sinceras que pudieron salir de mi boca.

No respondió, pero la mirada brillante que me dió, fue más que suficiente para saber todo lo que sentía por mí.

Bajé mi sexo, cubriendo su verga con mis paredes vaginales, él soltó un gruñido desesperando tomándome firme de la cintura. Bajé hasta donde pude, sería mentir si dijera que la cubría toda, porque mi cavidad no tenía la capacidad de meterme todos los centímetros que contenía la enorme cosa de mi hombre, pero trataba por meterme lo que mas podía.

Me incliné hacia delante, sosteniendome de sus hombros, y de dos solos movimientos comencé a subir y bajar. Nuestros gemidos se quedaron allí, en esos recuerdos que sabíamos y serían imposibles de olvidar.

Me metió uno de sus dedos a la boca, permitiéndome probar mi sabor salado.

—Demonios Ally, eres tan deliciosa... —susurró prendiendome mas de lo que ya estaba.

Me moví bruscamente, él pegó mas de una vez su palma en mis nalgas redondas.

—Más rápido, amor —hablé cuando sentí que estaba a punto de entrar en el colapso y llegar a mi deseado orgasmo.

Él empujó mis caderas mas rápido y realmente duro, hasta pude sentir que me partiría en dos. Puse los ojos en blanco, murmurando algunas obsenidades que él no pasaba por alto mordiendome los labios de vez en cuando.

Casi grité cuando sentí el semen caliente fluir dentro de mí, mezclándose con mis flujos, me sentía caliente, él acabó rendido y se acostó en mi vientre, yo acaricie su cabello mientras regulizaba mi agitada respiración.

—Yo también te quiero, Ally —me apretó contra él.

Estaba soñolienta, pero me negaba a quedarme dormida, por lo tanto cachetee suave al hombre que tenía encima y que por poco estaba que se dormía.

Me miró con una sonrisa tonta.

—¿Qué? Estoy demasiado cansado como para otra ronda —bromeó, le golpee la cabeza antes de tomarle la mano izquierda.

—¿Cuál es tu color favorito? —pregunté de un momento a otro, él me miró extrañado.

—No lo sé exactamente, todos los colores me gustan.

—Es raro que nos conozcamos del todo y a la vez de nada —soy sincera.

—Lo sé, pero supongo que esas cosas las hacían los novios.

—¿El qué?.

—Preguntar cosas tontas y así, por ejemplo, una persona normal se conoce con otra persona normal, se preguntan sus gustos musicales y tipos de cosas que les gusta o les disgusta. Nosotros somos totalmente diferentes a las parejas así.

—Entiendo tu punto.

—Empezando que no nos conocimos como dos personas normales se conocerían, ni tampoco somos muy buenos expresandonos con palabras, o al menos tú no lo eres.

—Tendríamos que intentar conocernos más...

—Te conozco, solo que lo que sé de ti, no me lo informaste, simplemente yo mismo lo noté. Como que tienes problemas de celos...

—¿Qué? Claro que no —solté su mano.

—Supongamos que no es así.

—No lo es, Liam...

—Otra vez por mi nombre, hace unos minutos me decías "mi amor" —se burló.

—Superalo —le golpee el pecho divertida.

Reí, cosa que duró poco cuando escuché que llamaron al celular de mi novio. Me apresuré a tomarlo de encima de la mesa mientras miraba el número de contacto que no estaba agregado.

Respiré pesadamente cuando se me vino su nombre a la cabeza "Sophie".

—¿Quién es? —me preguntó Liam al ritmo que me quitaba el celular de las manos.

—No sé, dice desconocido, tal vez sea tu novia So... —me callé cuando contestó poniéndolo en altavoz.

—Hola. ¿Qué necesita? —habló mas brusco de lo que pensé que lo haría, casi me reí cuando no contestaron —Guau, parece que me ha llamado un mudo.

Casi me carcajee pero me detuve...

—Liam. ¿Podrías pasarme a mi hija por favor? —y si, era la voz de la mujer que me había parido. Me detuve en seco señalandole un "no" con el dedo índice a mi novio.

—Ella no está —contestó a mi madre, a la escuché a través de la línea soltar un bufido notablemente enojada.

—Yo se que si está ahí escuchando, necesito que me perdone, dile que cuando quiera arreglar las cosas me llame, yo se que hice mal en actuar como lo hice y créeme que estoy arrepentida, le prometí a su padre que la iba a cuidar y no lo he hecho, así que por favor, ella tiene que estar en el lugar donde pertenece...

—Usted también tiene que entender lo mal que la pasó, no puede pensar que con un simple perdón va a arreglar las cosas —soltó Liam pasándose la mano por la cara, yo me mordí el labio inferior.

—Lo sé, simplemente quiero volverlo a intentar, es difícil tanto para ella como para mí pero quiero que tenga contacto conmigo, por eso me atreví a dejar el orgullo de lado marcar.

—¿Por qué no la llamó a su número?.

—¿Tú crees que me hubiese contestado?.

—No...

—Solo dile que la quiero, gracias por contestar.

—Hasta luego.

Liam se sentó para mirarme bien a la cara, yo estaba perdida en mis pensamientos. Ella creía que todo lo que me dijo o hizo lo iba a olvidar de la noche a la mañana y no era así.

Liam me dió un beso corto, que aprecié demasiado.

Pasamos unas horas viendo películas en "Netflox" palabra que había dicho mi novio al equivocarse hablando.

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