Capítulo Diecinueve
ALANNA
Caminamos hacia la entrada del restaurante, y Dios mio, tenía razón al decir que era uno de los más lujosos de Estados Unidos.
—¿Nombres?, por favor. —Pidió un hombre delgado en la entrada.
—Liam Coulds y Alanna Juliens.
—Aquí están. —Habló mirando la lista que cargaba en las manos. —Pueden pasar, siguiente por favor.
Entramos al hermoso lugar, del techo caían cascadas de diamantes que brillaban, iluminando el lugar, todo era bastante grande y hermoso, mi vista fue a dar a una de las mesas, en ella estaba una mujer de edad que tenía aretes de diamantes verdaderos, posiblemente, un tipo que comía perfectamente.
Dios mio, había estado en restaurantes lujosos pero no tanto.
—Creo que prefiero comer una hamburguesa en el carrito de la esquina. —Hice un ademán de devolverme, pero el rió antes de arrastrarme del brazo.
Traté de sentarme viéndome lo más educada posible, Liam no tenía que hacer un esfuerzo por verse bien, pues imagino que estaba acostumbrado a estar en lugares como este.
Traía el cabello peinado hacia atrás, viéndose más maduro y elegante, los mechones amenazaban con salirse de su lugar, su cabello es rebelde, debió ser un poco difícil peinarlo de ese modo.
—Ya te dije, no tienes que comportarte como es debido, solo pasalo bien, no te traje aquí para que te incomodes siguiendo protocolos ridículos.
—Esta bien. —Fue lo único que respondí.
El mantel de la mesa estaba tan brillante que me daba la impresión de que tenía pedazos de oro incrustado en las decoraciones.
Creo que mi entrada aquí vale mas que mi casa.
—Buenas noches, bienvenidos, espero que se sientan cómodos, les dejo la carta, en un rato vuelvo para tomar su orden. —Habló el camarero llegando a nosotros, nos dió una carta a cada uno.
Me limité a abrirla mirando los indefinidos platos que habían, cuando miré el precio de cada uno casi me atraganto con mi saliva.
Cuestan mas que la ropa que traigo puesta.
—Liam... —Hablé, él solo estaba concentrado mirando los diferentes platos.
—Dime. —Contestó.
—¿Qué vas a pedir? Yo quiero lo que tú quieras.
—¿No te llama la atención algo de allí?.
—En realidad no, yo quería...
—En el menú hay diferentes tipos de carnes, puedes pedir la que quieras, a mi no me engañes, se que te encanta la carne.
—La tuya... —Saqué mi pie del tacón y empecé a subirlo por su pierna debajo de la mesa. —Me llama.
—¿V-Vino?.
—Vamos Liam, sabemos que tu tampoco quieres estar aquí. —Susurré él asintió suavemente con la cabeza, con su respiración agitada.
—¿Ya saben que van a ordenar?. —Habló el camarero llegando de nuevo.
—¿Tienen habitaciones?. —Preguntó mi pareja descaradamente haciendo abrir los ojos al tipo.
—Tenias que reservar una, pero depende del dinero...
—Mi padre es Henry Coulds, tengo el dinero para pagar una habitación. —Lo observé levantarse del asiento así que me apresuré a ponerme el zapato y levantarme también.
—Por el ascensor de la izquierda, hay infinidades de habitaciones, sin reservas está la 234 y la 107. —Nos señaló el ascensor. —Los servicios se descontarán de su tarjeta.
—Esta bien. —Habló aquel tomando mi mano empezando a caminar.
Llegamos al ascensor en medio de risas y cuando las puertas se cerraron se tiró encima de mi, a besarme fuerte mientras me tomaba de la cintura.
—Vas a arruinarme el maquillaje. —Reí antes de morder su labio inferior.
—Creo que también arruinaré tu moño. —Fijó la vista en mi cabello, yo negué con la cabeza divertida, ¡me había costado un montón hacérmelo!.
Nos besamos de nuevo, fuerte, salvaje, con vehemencia, así como nos gustaba.
—Vamos a la habitación. —Hablé sonriendo antes de besarlo de nuevo, él aceptó metiendo la mano entre las puertas que estaban por cerrarse.
Corrimos por el pasillo tomados de la mano buscando la puerta 107, al verla buscó algo en su bolsillo, estaba nervioso, suspiré cuando noté que era una tarjeta.
La pasó por la apertura al lado de la puerta, esta se abrió automáticamente.
Abrí la puerta eufórica, él se encargó de cerrarla, no lo dejé mover, solo lo tomé del cuello del esmoquin y lo obligué a levantar la cabeza, empecé a morderle el cuello, a chupar fuertemente, para que cuando le vieran esos chupones supieran que fue Alanna Juliens de quien está enamorado y la única que puede hacerle esto.
—Déjame quitarte esto. —Habló tirando del listón de mi vestido, desatando mi cintura, bajó la cremallera sin arandelas y lo bajó por mis piernas lentamente deteniéndose a mirarme.
—¿Qué te parecen?. —Pregunté al notar que se quedó mirando la lencería blanca que traía un elástico en forma de X pasando por mi abdomen que unia la parte de arriba con la de abajo.
—¿Las compraste para mi?. —Indagó, yo asentí con una sonrisa.
—¿Qué esperas para...? —No me dejó terminar de hablar porque ya estaba besándome haciendome retroceder.
Caí en el colchón de la que suponía que era la cama, él me miró expectante, antes de volver a mis labios.
Sentí su mano tirar de la cinta que sostenía el trenzado de mi cabello, se detuvo un momento para soltarlo por completo, el cual cayó siendo un poco más ondulado de lo normal.
—¿Puedo tomarte una foto?. —Preguntó, yo negué con la cabeza mas nerviosa de lo que pretendía.
—Está bien, no pasa nada.
—No quiero.
—No te obligaré. —volvió a besarme haciéndome sentir hermosa.
Pasó su mano por mi cintura, apartando mis bragas hacia un lado para introducir uno de sus dedos.
—No he hecho nada. —Se burló al notar que yo ya estaba jadeando.
Movió su dedo lentamente y yo moví mi cadera queriendo que acelerara sus movimientos.
—¿Quieres más?. —Preguntó con una sonrisa ladeada.
—Dios...¡Si quiero!. —Jadee.
—Eso... —Susurró metiendo otro dedo.
Sin previo aviso empezó a moverlos rápidamente, haciéndome retorcer la espalda.
Mis jadeos desesperados eran incontrolables.
—¡Por favor...!.
—¿Qué?. —Me besó de nuevo.
—¡Fóllame!. —Pedí como una ninfómana.
—A tus órdenes señorita Juliens. —Susurró.
Se quitó los zapatos y me incorporé para quitarle el maldito traje como pude. Su cabello estaba desordenado, al igual que el mío.
Sus manos fueron al elástico de mis bragas, divertido, desabrochó las tiras y bajó la parte de abajo de la pieza de dos.
No perdió tiempo y me escupió las paredes vaginales, frotando su mano excitandome más.
Bajó la copa del sostén, succionando uno de mis pezones, gemí al ver como bajaba sus bóxer sin despegarse de mis pechos.
—Que rico. —Suspiré cuando vi la dura erección rebotar.
Con eso podría partirme en dos.
—Ábrete lo más que puedas. —Me pidió.
Yo obedecí separando mis piernas, aquel le dió varias pinceladas a mi sexo antes de entrar en mi, haciéndome clavarle los tacones que aún traía puestos en las nalgas.
Se empujó salvajemente dentro de mi, con arremetidas que me llevan al cielo, puso mis manos por encima de mi cabeza, bajando para besar el valle de mis senos, y no sé como podía concentrarse para hacer todo al mismo tiempo, su mano bajó a mi clitorís, estimulando ese botoncito lleno de placer que pronto me hizo flaquear, para luego expulsar todos mis fluidos.
Me llenó de su caliente semen, creando una combinación, haciéndome saber que como él nunca encontraré otro, no abrá nadie que me haga sentir tantas emociones.
—Ally... —Habló cayendo rendido, con su cabeza en mi abdomen, salió de mi lentamente, levantando un poco su cabeza y besándome en el acto.
Puso su cabeza de nuevo en mi abdomen. Mi respiración estaba tan agitada, que cerré los ojos tranquilizandome.
Mi corazón latía tan fuerte que podría salirse de mi pecho.
Se levantó desnudo de la cama, lo miré expectante observando como sacaba una caja de terciopelo del bolsillo de su esmoquin.
¿No iba a pedirme matrimonio o si?.
—Y-Yo... —Traté de hablar, yo no estaba lista para casarme.
—¿Quieres ser mi novia?. —Preguntó casi haciéndome sentir un alivio cuando abrió la caja, dejando ver una cadena con un dije en forma de corazón con mi nombre grabado y una L cruzada.
—¿Novia?. —Pregunté en un aludido, estaba hechizada por el brillo de aquella.
—Si... Mi novia, ¿Quieres?.
¿Que si quiero?, ¡Claro que quiero!.
—Joder... ¡Si!. —Exclamé, él me miró como si estuviera soñando.
—¿Hablas en serio, verdad?.
—Hablo enserio.
—Joder... —No tardó en besarme de nuevo. Me giró corriendo mi cabello hacia un lado para abrochar la cadena en mi cuello.
✧—————————————✧
Ya había pasado una semana desde que estuvimos en el restaurante. Todo había sido aburrido, tareas, tareas, y más tareas. Solo me había visto con Liam una vez, y fue solo por 2 horas, claro que me había llamado de seguido para preguntar como estaba. Habíamos decidido decirle mañana a mi mamá y a Dayan lo de nosotros, pues ya era oficial y era hora de que el mundo lo afrontara.
Te gusta ver el mundo arder.
Ardiendo estaba yo antes de tirarme al lago.
Buen punto.
Sobre Karol, no había respondido a mis llamadas por casi dos semanas completas, le había pedido perdón por mensaje, la manera como la traté en el campamento no se la merecía. Y ahora no quería verme la cara.
Me entró una videollamada, sonreí contestando, obviamente era Liam.
—Hola. —Hablé con una sonrisa poniendo mi vista en el cuaderno que tenía en frente y metiéndome el lápiz en la boca.
—Hola niña infantil de baja estatura. —Habló burlándose, yo negué con la cabeza sonriendo. —¿Cómo estas?.
—Pues bien, creo, terminando las tareas que tenía de últimas. —Miré a la cámara, estaba en su auto.
—Oye, ¿crees que hoy nos podamos ver?. —Preguntó con una sonrisa que se me pegó.
—No te he visto desde el miércoles. —Sonreí tristemente.
—Te extraño ally. —Susurró mostrando sus dientes perfectos.
—Yo igual. —Suspiré. Había estado más cursi en esta semana que en toda mi vida.
—Tengo tu sorpresa lista, ¿recuerdas? La que dije que te daría cuando fuéramos novios oficiales.
Mi mente trató de recordar, ¡si, la sorpresa!, de la emoción se me resbaló el celular de la mano, cayendo de cara contra la baldosa.
Lo recogí del suelo maldiciendo en voz baja.
—Perdón, te caíste al suelo. —Lo vi reír a través de la pantalla.
—Eso me dolió, no me dejes caer más, ahora por tu culpa de duele la cabeza.
Reí.
—Tranquilo no quedarás mas bruto de lo que eres.— Bromee haciéndolo poner cara de indignado.
—Hey, no olvides que tengo tu video bailando. —Me amenazó.
Oh oh cierto.
—Y a ti no se te ocurra hacer nada con él si no quieres que no te vuelva a hablar.
—Oye tranquila, calmada vieja. —Bromeó, yo reí de nuevo.
—¿Ya comiste algo?. —Me formuló aquella pregunta y de pensar en comida me rugió la panza.
—Pues no, mi mamá no está, como de costumbre, y estoy muy ocupada con las tareas no me he puesto a hacer nada para comer.
—¿Quieres que vaya y te lleve algo?.
Hay que lindo.
Lo es, Cheryl.
—Gracias Liam, estaría muy agradecida si hicieras eso por mí. —Hablé sinceramente.
—Bueno... tampoco es gratis. —Me dedicó una sonrisa torcida y yo entrecerré los ojos.
Ya sabía que algo raro tenía su amabilidad.
—¿Entonces?. —Pregunté.
—Me tendrás que dar muchos besitos. —Pidió con un puchero.
—Ok ok, dale pero ven rápido que me muero del hambre.
—Dale ya voy, te adoro.
Le di en el botón rojo que claramente era el de colgar.
Me puse a pensar como sería un futuro con Liam, apenas llevábamos poco tiempo conociéndonos pero si este es el verdadero Liam quiero quedarme con él para siempre. No hemos tenido ningún problema y nuestra relación es bastante buena hasta el momento. Aunque sabía que no siempre sería así, o tal vez si, eso solo lo sabe el destino.
Y el Dios de las Bragas.
Si, al abandonado Dios de las bragas.
Tendremos que orarle más seguido.
Buena idea, Cheryl.
Seguí respondiendo las preguntas del cuestionario de quimica que tenía que hacer para entregar para mañana.
Me entretuve pensando simplemente en él, veinte Minutos después tocaron la puerta, bajé corriendo y abrí, sentí sus brazos rodearme la cintura para alzarme en el aire, haciendome reír.
—Te extrañé. —Murmuró, me dio un casto beso en los labios bajandome. Le sonreí para tomarlo de la mano, entrelazandola con la mía, subimos las escaleras dirigiendonos a mi habitación.
—Toma. —Habló para extender una bolsa blanca.
—¿Que es?. —Pregunté recibiendo su pedido, y la empecé a abrir, llenando mis fosas nasales con el rico olor que salía de allí.
—Pues comida.
—Si ya se. —Aclaré para empezar a sacar el envase de icopor y abrirlo.
Era una hamburguesa, se veía deliciosa, tenía extra queso encima, como me gusta, al lado estaban las papas francesas y la ensalada de repollo en un envase aparte. También había una cajita más pequeña de cartón, la abrí.
—¿Y esto?. —Susurré al abrirla y ver su contenido.
Debía admitir que eran unos aretes preciosos, delgados y planos, de una forma rectangular y lo que parecían diamantes al rededor, cualquiera diría que es un detalle simple y caro, pero que trajera el apodo "Enana" por detrás grabado en el material los hacían un regalo original.
—Lo compré para ti.
—No puedo recibir esto, es muy costoso. —Hablé. —Dime al menos que no es oro blanco y que eso no son diamantes.
—Es oro blanco y son diamantes. Quiero que haga juego con la manilla y la cadena.
—La notaste. —Dije suavemente mientras el asentia con la cabeza, solo me la había puesto en el campamento y había notado ese pequeño detalle.
—Son hermosos. —Susurré sacándolos de su caja, me quité los pequeños que tenía empezando a ponerme los nuevos.
—Quiero que reluzcas eso, no importa cuanto cueste, no es nada comparado con lo que te mereces.
—Gracias de verdad, no tenías que comprarlos pero muchas gracias.
—¿Te ayudo con las tareas?. —Sugirió.
—¿Harías eso por mi?.
—Eso y más.
Sonreí acercándome para pasarle las manos por el cuello y darle un casto beso.
Le pasé el cuaderno de castellano que era en el que tenía el cuestionario mas largo, se que soy atrevida, pero ya que, si me va a ayudar que lo haga bien.
Él miro el cuaderno y no tardó en fulminarme con la mirada, creo que se dio de cuenta. Me acosté en la cama suspirando.
—Pero no abuses. —Murmuró antes de tirarse encima de mí y atrapar mis manos encima de mi cabeza.
Reí por mi intento fallido de esclavizarlo.
—Me tienes que dar muchos besos después de eso, y ya solo no serán besos.
—¿Y si no qué?. —Pregunté pasando mis brazos por su cuello, jugueteando con su cabello.
—Te los robo.
—Ladrón.
Me tomó la cara entre las manos, llenándola de besos por todos lados, aquel gesto me hacía un poco de cosquillas, pero yo solo me limité a sonreír satisfecha de estar superando mi pasado de mierda.
—Tu también eres una ladrona.
—Hey, hay que hacer las tareas. —Hablé, me intenté levantar de la cama, pero aquel me interrumpió con otro beso, volviéndome a poner debajo de él.
—¿Enserio quieres hacer las tareas? —Preguntó en un susurro, contra mis labios.
Lo pensé dos veces. Claro que no quería.
—Claro que no. —Aclaré.
Tiré de su cabello hacía mí y empecé a besarlo de nuevo, él subió sus manos por mis piernas empezando a acariciar mi piel, ya estaba empezando a calentarme.
Tocó mi parte íntima por encima de mis shorts y me miró fijamente con una sonrisa coqueta.
—Estas mojada. —Susurró frotando su palma.
—¿Y tú?. —Toqué la parte donde también escondía su miembro. —Ya se despertó la anaconda. —Bromee, el rió asintiendo con la cabeza antes de besarme de nuevo.
Besó mi cuello y mordió de el, dejando chupones que probablemente me arrepentiria de tener después, no se como se acomodó para quitar mi camisa y dejarme en sostén.
—¡Alto ahí, camarada!, hoy yo tengo el mando. —Toqué la punta de su nariz con mi dedo índice y lo obligué a acostarse boca arriba para posicionarme encima de él, cambiando los papeles.
—Soy todo tuyo señorita Juliens. —Se abrió de manos cerrando sus ojos con una sonrisa.
—Es un placer ser tu dueña señor Coulds. —Desabroché los principales botones de su camisa y toqué parte de su pecho. —¿Haz estado ejercitando?.
—Si. —Dijo en un aludido ronco que alcancé a escuchar.
—Ahora tienes mejor cuerpo que antes.—Él me sonrió y me agarró el cabello en un puñado para atraerme y besarme de nuevo.
Sus manos viajaron hasta la parte de atrás de mi sostén y sentí como lo desabrochó, se desciso de este y yo traté de quitarme los shorts. Cuando ya no tenía nada de ropa baje hasta sus piernas desabroché la correa de su pantalón. Empecé a tirar del pantalón azul que llevaba puesto y me deshice de él.
Iba a bajar sus bóxer grises y....
—¡Alanna ya llegamos!... —Me paré de golpe al escuchar la voz de mi mamá.
Demonios...
Escuché los pasos subir y me tiré al otro lado de la cama, buscame algo para taparme pero era tarde, porque por primera vez en mi vida le dió por abrir la puerta de mi habitación.
—¡¿Pero que demonios haces?!. —Intenté taparme con la sábana que había tomado del suelo, Liam buscó su ropa rápidamente y empezó a vestirse, yo hice lo mismo. —!TE ESPERO AFUERA!. —Gritó y luego cerró la puerta.
Dios de las bragas, sacame de este problema en el que me metí.
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Advertencia ⚠ :
Este libro contiene escenas no aptas para todo público, como lenguaje explícito o escenas +18 , te sugiero que si no te gustan éste tipo de libros, no lo leas.
NO OLVIDES VOTAR SI TE HA GUSTADO, UNA ESTRELLITA ME AYUDA MUCHO.
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