Epílogo
Enero llega con mucho calor, la ciudad está cada vez más vacía y el trabajo disminuyó con velocidad. Las personas optan por irse a la playa, en esta época y unas pocas quedamos en la mágica ciudad de Buenos Aires.
Ir en el transporte público es un placer, transitar por las calles también lo es; el tránsito prácticamente desapareció. El caos de todos los días no existe, y todos se encuentran más tranquilos. Con Meli y Bruno vinimos a merendar por la Capital Federal ya que, aquí es donde se concentran la mayoría de los shopping y locales. Caminamos por la extensa calle Corrientes para terminar en Galería Pacífico, shopping de color dorado con extensas escaleras que llevan a las distintas plantas. Recorremos el lugar de punta a punta. Mi amiga compra los últimos accesorios que le faltaban para su viaje, mientras que yo, aprovecho para ver algo de ropa para mi hermano, no sé en qué momento paso, pero ha crecido y algunas de sus prendas ya no le quedan.
—Merendemos ahí. —Señala a la conocida cafetería Starbucks.
—Está bien, vamos. —Hubiese preferido otro lugar, pero hoy no discutiré con ella, es nuestro último día juntos y quiero complacerla.
Pedimos nuestras bebidas, esta vez optamos por algo frío y para mi hermano, un jugo de naranja no viene mal.
—No puedo creer que mañana sea mi viaje —dice tomando su frappe de frutilla. —Cuando me propusieron el viaje, parecía que faltaba mucho y ahora solo quedan horas. —Se nota el entusiasmo en su voz.
—¿Ya sabes dónde te quedarás ese tiempo?
—En una casa de familia, ya me dieron sus nombres, se supone que me esperarán en el aeropuerto.
—Después de este tiempo viviendo conmigo, va a ser raro no tenerte en casa y verte con su pijama de unicornio. —Bajo la mirada, no quiero que vea que de verdad me duele su partida.
—Solo será un año. —Agarra mi mano. —Prometo que se pasará rapidísimo el tiempo y volveremos a estar juntos.
Disfrutamos de lo que queda del día, el atardecer nos indica que está próximo a anochecer. Volvemos a casa, en el camino disfrutamos de la buena música, que pasa la radio. Meli me cuenta que en su lugar vendrá una joven, aunque no sabe de dónde es, estará en la universidad reemplazándola y pude notar que tiene miedo que la cambie, ahora que no estará todos los días.
—Tú siempre serás la única en mi vida —digo con una sonrisa para que ella se tranquilice, los nervios por el viaje, la falta de apoyo de sus padres y el miedo de que la olvide, le están jugando en contra.
Llegamos a casa y le dije que vaya a su cuarto a preparar sus cosas, con Bruno nos encargaremos de la cena, su última comida con los hermanos García. Quiero hacer algo especial, busco en la heladera y por suerte, hay todo lo que necesito. Le agrego condimentos a carne, añado unas verduras a su alrededor y lo meto al horno. Mi hermano camina de un lado para el otro con un pedazo de zanahoria en sus manos, no sé en qué momento me lo robó, sin embargo, le gusta.
—¿Qué te parece si pedimos el postre? —pregunto mientras lo levanto. Busco en mi celular el número de teléfono de la heladería, sin duda no hay nada mejor que ese postre para una calurosa noche de enero.
—Limón, chocolate y frutilla —le digo a la persona que toma mi pedido. —Perfecto, muchas gracias.
La comida aún no está, así que aprovecho para ir y darle un baño rápido a mi hermano, sin duda lo necesita.
—¿Necesitas ayuda? —pregunta Meli atrás de la puerta del baño.
—Si puedes ir poniendo los platos en la mesa te lo agradecería —contesto mientras le pongo la ropa a Bruno.
Escucho sus pasos marcharse, me apuro en terminar con él y salgo directo a la cocina.
—Gracias. —La veo haciendo lo que le pedí, dejo al chiquitín en su silla y voy a buscar la comida al horno. —Un minuto más y estaría negro —bromeo para mí mismo. —Bien, cuidado que está caliente. —Apoyo la bandeja en el centro.
—Se ve delicioso —dice Meli.
Los tres comenzamos a comer, la observo dándole de comer a Bruno y me alegra tenerla en mi vida, lo único que lamento es no poder demostrarle cuanto la quiero como me gustaría, pero me conformo con poder ser su amigo.
—Si continúas mirándome, harás que me duela la cabeza. —Se ríe burlándose de mí.
—Trato de sacarle una fotografía mental a tu rostro así no me la olvido durante este año.
—Nunca te olvidaras de mí, te dejé un regalo en la heladera. —Giro la cabeza y allí, pegada con un imán, está una foto nuestra. —Éramos los tres tan jóvenes, Bruno aún tenía un mes.
—Hemos pasado tantas cosas. —Sueno un poco melancólico.
—Pero siempre juntos. —Estira su brazo y toma mi mano, me mira con una sonrisa a la cual Bruno también se suma, ellos dos son mi familia.
Caminamos por el gran aeropuerto, varias personas pasan con sus valijas, algunas se van y otras regresan y, en nuestro caso, una de la familia se va. Ana decidió acompañarnos para despedirse de su amiga, este tiempo se volvieron unidas, Bruno va con ella y yo llevo la valija de mi amiga.
Se acerca a una recepcionista y le muestra su pasaje, le dicen que en unos minutos estaría arribando para que los pasajeros puedan subir. Le piden su equipaje para que se quede y pueda ser subido, cuando el avión llegue.
Nos quedamos charlando en unos asientos, cuando una voz en el altavoz nos llama la atención.
—Pasajeros del vuelo 512 con destino a Colombia acercarse a la puerta 4 para abordar el vuelo. Muchas gracias. —La voz indica el vuelo de mi amiga.
Los cuatro caminamos hacia donde se indicó, se puede ver una corta fila ya lista. Ana junto con Bruno se acerca a ella y la abrazan, se están despidiendo y no quiero hacer lo mismo, me niego a ver como Meli se va.
—¿No te vas a despedir? —pregunta mirando a un costado de Ana.
—Claro que sí. —Me acerco y la abrazo lo más fuerte que puedo, quiero sentirla por última vez.
—Te voy a extrañar mucho —susurra. —Cuida mucho a mi chiquitín ¿sí?
—De eso no tengas dudas. —Nos separamos y veo algunas lágrimas en su rostro. —No llores, este viaje hará que crezcas académicamente, además de que es solo un año, después de eso me tendrás todos los días a tu lado. —Logro sacar una sonrisa.
—Será mejor que vaya a hacer la fila. —Toma mis manos. —Por favor, cuídate y nunca me olvides.
—Nunca haré eso. —Beso su frente. —Te quiero
—Yo también corredor. —Me da un beso en la mejilla y se marcha.
Me acerco a Ana y recibo un golpe en el brazo de su parte.
—¿Y eso por qué? —Acaricio el lugar del golpe.
—Eres un tonto, es tu oportunidad de decirle todo lo que sientes por ella.
—No Ana, ya hablamos de esto.
—Es ahora o nunca. —Me mira fijo. —Ustedes se quieren, pero ninguno da el paso para aceptarlo. —Giro a ver a Meli, aún quedan personas adelante de ella hasta que ingrese.
—¡Meli! —corro a buscarla y ella se aleja de la fila para venir a mí.
—¿Qué pasa? —Me mira dudosa.
—Ana tiene razón, no puedo seguir ocultándolo. —Tomo su rostro en mis manos y uno nuestros labios en un dulce y largo beso. Por un momento, todo a nuestro alrededor se detiene, no escucho nada, solo siento su calor y su perfume inundar todo en mí. Nos separamos y nos quedamos con las frentes juntas. —No dejar que te vayas y no decirte todo lo que siento.
—No es necesario, yo siento lo mismo, pero tenía miedo de arruinar nuestra amistad. —Se acerca y vuelve a besarme, por esta vez es un beso corto.
—Somos unos tontos. —Río. —Me vas a hacer mucha falta estos meses.
—Prometo llamarte todos los días. —Me regala una de sus hermosas sonrisas.
—Pasajeros del vuelo 512 por favor, abordar el vuelo por la puerta 4, en pocos minutos se cerrarán las puertas. Gracias. —La misma voz de antes, anuncia que debemos separarnos.
—Ahora sí, es hora de que me marche —dice con una mueca en su boca.
—Estaré esperándote. —Nos despedimos como corresponde, un beso que sella nuestra confección y promete que volveremos a estar juntos, pero esta vez, no solo como amigos.
La azafata corta su pasaje y la vemos marcharse, un último saludo con la mano y ahí se va, la mejor amiga y mujer que un hombre podría tener.
Ana apoya su mano en mi hombro, en señal de que es hora de marcharnos. Tomo en brazos a mi hermano y le doy un beso en su cabecita, ahora seremos nosotros dos, frente a todos.
Este año viví situaciones que jamás creí que pasarían, perdí a mis padres por culpa de personas que no merecen llamarse humanos, quede solo con mi hermano y tuve que buscar todos los medios posibles para que nada nos hiciera falta. Sin embargo, conocí personas que hicieron toda esta transición más fácil, que ayudaron a que no bajar los brazos y pueda seguir luchando. Ahora, me toca seguir demostrándole a Bruno y a los demás, que estoy dispuesto a cuidarlo y hacer todo por él.
Fin
- - -
Llegamos al final de esta hermosa historia, en el próximo apartado les doy las gracias desde lo más profundo de mi corazón. Pero quería aclarar que mañana subiré el nuevo libro con el prólogo, pero lo comenzaré a subir la próxima semana, ya que me tomaré unos días para corregir este ♥
Sin más nada que decirles, les doy las gracias por estar aquí. Espero que esta historia les haya gustado, disfrute escribirla y ver sus comentarios. Les dejo el banner con la información de los grupos de lectura tanto de Facebook como de WhatsApp.
Nos vemos en el próximo libro, un beso desde Argentina y GRACIAS por estar aquí ♥
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top