Capítulo 18
La mayoría de las personas dicen que el tiempo pasa rápido y no tengo duda de ello.
La primavera se está acercando junto con septiembre y el sol comienza a brillar con más intensidad.
Ha pasado un mes. Tiempo en el que crecí personalmente. En el trabajo me está yendo excelente, los días que paso en la oficina con mi compañera se pasan rápido en especial, con la tranquilidad de saber que Bruno está en el mismo edificio que yo.
Los primeros días en aquel lugar, fueron difíciles para él. La comodidad que tenía en casa, no la tiene aquí, pero se supo adaptar cada vez mejor, hasta el punto de querer estar todo el tiempo con la señora Susana.
Meli, por su parte, ha estado más distancia de mí. Su trabajo la tiene ocupada y solo nos vemos por la mañana, cuando vamos a la universidad, y a la noche en la cena. A su vez, se le suma que está con Federico y ella decidió estar a su lado.
Ahora, estoy entrando a clases. Los exámenes serán la semana próxima y todos están algo alterados, sin duda estás fechas nos afectan a todos.
—¡Alumnos! —grita el profe y todos se callan. —Gracias por el silencio, quiero informarles que estaré entregando sus bocetos y las respectivas correcciones. —Sobre el escritorio hay una pila de hojas. —Quería decirles que muchos tienen un gran futuro en la arquitectura.
Aquello siempre me pone nervioso. Si bien, pongo todo mi esfuerzo en cada boceto, las correcciones me aterran. Uno puede cometer errores tontos o drásticos, debemos tener presentes que los planos serán futuras estructuras y si algo está mal, todo se vendrá abajo, literalmente.
Comienza a llamar uno por uno, con algunos se queda charlando y, a otro, les entrega el papel sin ninguna palabra.
—García Sebastián. —Llega mi turno. Camino hasta su escritorio, observo mi papel. Es extraño, no tiene ninguna marca. Lo miro algo extrañado. —Lo felicitó, usted posee un gran talento y me agrada como se ha tomado el tiempo para cada detalle. Sin duda, ninguna casa se vendrá abajo —bromea.
Respiro aliviado, su comentario me alegra, saber que estoy haciendo las cosas correctamente me dan ánimos para continuar. Agradezco su comentario y vuelvo a mi lugar.
Continúa llamando a los que faltan y, terminado todo, nos deja irnos más temprano. Con la excusa de que nos dará el día libre para estudiar.
Esta hora que adelante me viene genial para regresar a casa y poder almorzar tranquilo.
Voy al aula de Meli para saber si ella también ha salido, confirmando mi pensamiento, en su aula solo quedan algunos pocos, sin embargo, ella no se encuentra sola, sino que está con él... besándose.
Ver esa escena produce un dolor en mi estómago, como si mi desayuno quisiera salir. Será mejor que no interrumpa y me vuelva solo a casa.
Esperando el autobús me di cuenta de lo loco que puede ser el amor. Si bien, Meli puede estar con quien ella quiera, sin embargo, nunca imaginé que terminaría con un tipo como Federico. Supongo, que debió conocer una cara que yo no.
Debo dejar de pensar en ella, este último tiempo mis ataques de celos y protegerla nos han sacado varías peleas sin sentido. La quiero, no quiero perderla y mucho menos, que la lastimen.
El bus a esta hora sin duda es lo mejor, no va tan cargado y la posibilidad de ir sentado es mayor.
Con mis auriculares puestos voy escuchando Let me go de Hailee Steinfeld, sin duda fue una cantante que me cautivó con su voz desde el primer día que la escuché.
Las hojas vuelven a aparecer en los árboles desnudes que dejó el otoño, haciéndose presencia la primavera. Aunque solo falten cinco días para que llegue oficialmente, no se hace esperar y llega con anticipación.
Bajo del transporte y me encuentro con mi tío y su esposa.
—Sobrino, ¿cómo va todo? —Me abraza.
—Todo bien tío, ¿ustedes?
—Bien, felices de verte con esa sonrisa. —Saludo a Norma. —¿Cómo va todo por el estudio?
—Que te puedo decir, un caos cada vez hay más parejas que se divorcian y debo cubrir sus casos —ríe.
Luego de conversar unos minutos, me marcho rumbo a mi casa.
En la entrada, observo a Bruno con Ana sentados y, cuando se percató de mi presencia, sale corriendo a mi encuentro. En este mes, avanzó muchísimo en su caminata al punto de hacer grandes pasos.
Me agacho para poder recibirlo y elevarlo bien alto.
—Hola mi hermoso hermanito. —Sonríe mostrando sus dos nuevos dientes frontales.
—Hemano —dice feliz.
Juntos vamos al encuentro con Ana, la saludo y los tres entramos.
—¿Qué sucedió que volviste temprano? —pregunta mientras sirvo algo para beber.
—El profesor nos dejó salir antes con la excusa de que debemos estudiar.
—Ah, ¿y Meli? —Recordar aquella imagen, provoca que mi rostro tome una expresión de rechazo hacia ese recuerdo. —¿Por qué esa cara? Pareciera que en cualquier momento vomitaras.
—Meli estaba con Federico... —Interrumpo mi hablar para pensar si será correcto decirle lo que vi. —besándose. —concluyo.
Su cara de sorpresa hace que no pueda contener la risa, sin duda es una mujer muy expresiva.
—No sé de qué te ríes, ella no debería estar con él —dice ofendida.
—Ella está grande, no debemos meternos en su elección solo cuidarle y protegerla. —Levanto mis hombros.
—Sí, que eres tonto. —Me mira de mala manera. —Ella te quiere a ti, y tú a ella, nada más que ninguno de los dos quiere aceptarlo.
Su comentario no me hizo ninguna gracia, yo quiero mucho a Meli, sin embargo, no podría tratar de tener algo con ella. Sin duda, debo admitir que me gustaría encontrar una chica que esté a mi lado tanto como lo ha estado ella.
—Ustedes dos hacen que me moleste. —Me saca de mis pensamientos. —Una aquí se esfuerza para encontrar una chica que valga la pena y tú la dejas que se vaya con otro.
—Deja de molestarte Ana, con Meli no tengo ninguna chance, ella es mi mejor amiga y yo su mejor amigo, nada más.
Me quedo mirando con la boca abierta y, extrañamente, mi hermano también.
—Hasta él se dio cuenta de la tontería que has dicho. —Pone los ojos en blanco.
Aprovecho el tiempo adelantado para darme una ducha, refrescar mis ideas y, mentalmente, ir repasando para el examen del viernes. Si bien, no es un tema difícil, debo prestar atención a las cosas que me cuentan para poder darles un último vistazo.
Ana se marchó a su casa, aprovecharía para ir de compras con su madre. Mientras tanto, yo me pongo a cocinar algo para los dos.
—Hemano —dice Bruno desde su silla. —¿Meli?
—La tía Meli me escribió que no vendría a comer con nosotros, ella debe ir a trabajar. —Sé que mi hermano mucho no entiende lo que digo, de igual forma, trato de hablar con él.
Continúo con lo que estaba haciendo, y el sonido de mi celular me distrae.
Meli: Está noche quiero contarte algo, estoy feliz y quiero que seas el primero en saberlo.
Supongo que me contará algo que ya se, o que ya vi.
Tú: Espero que está vez no te duermas en la mesa jajaja
Meli: Fue solo una vez, no me tortures más con eso.
Río al recordar la escena de ella durmiendo, su primera semana de trabajo la había dejado tan agotada, que no aguanto más y se quedó dormida.
Mi amiga es una gran persona, ojalá se dé cuenta de cuánto vale.
—¡Pero si son los hermanos García! —exclama mi jefe. —Qué bueno verlos, ¿cómo está este chiquitín? —Mi hermano comienza a hablar, intenta decir varias palabras, formando oraciones sin sentido. —Creo que se encuentra bien —ríe. —Al primer piso, ¿no? —Afirmo con la cabeza.
Subimos los tres, aunque mi trayecto es más corto.
—Estaré esperándote en tu oficina. —Me comunica antes de bajarme.
Como todos los días, la señora Susana espera a mi hermano con los brazos abiertos y, él, me pide que lo baje para poder ir caminando hacia ella.
—Nos vemos luego, Sebastián. —Se despide. —Lo estaremos esperando en un par de horas.
Subo a mi oficina y, como había dicho, el señor Rossi se encuentra hablando con Amelie.
—Perfecto, ahora que los tengo ambos quiero informarles, que por unos días no contarán con mi presencia. Debo irme a hacer negocios en el exterior.
—¿Será por muchos días? —pregunta mi compañera.
—No, es algo rápido. —Camina a su computadora. —Como verán, se les ha instalado un nuevo programa en donde estaré subiendo todos los acuerdos y horarios que se concretaron, ustedes, desde aquí deberá confirmar que en mi agenda poseo lugar disponible y pasar los papeles correspondientes a cada área.
—Parece una tarea fácil —digo con confianza.
—Lo es, por eso deposito toda mi confianza en que podrán hacerlo, me han demostrado trabajar muy bien en equipo y, espero, que eso continúe. —Afirma con una sonrisa. —En unos minutos, los espero en la sala de conferencia, me gustaría que estén presentes en una reunión con los arquitectos.
Sin decir nada más, se despide y se marcha.
Me quedo analizando lo que dijo, nunca antes fuimos invitados a esas reuniones y, sinceramente, es una gran oportunidad de ver cómo trabajan y planifican cada obra que se llevará adelante.
—Te veo entusiasmado por la reunión —comenta Amelie.
—La verdad, sí, nunca antes estuve en una y menos con arquitectos profesionales.
—Pues te vendrá bien, y quien te dice, hasta te pidan una opinión. —Bromea.
—No me ilusiones Ame, eso es jugar con mis sentimientos. —Río.
—Está bien, igual, hablando en serio, las posibilidades existen y puede que te pidan una idea, al cabo, tú estás estudiando esa carrera.
La junta comenzó hace unos minutos y el clima que hay es agradable. Se encuentra Roberto, aquel sujeto se alegró de verme allí, ya que fue el quien pidió que estuviera en la empresa.
Sin duda estoy rodeado de grandes personas, las ideas que se proponen son mejores de las que me imagine. En un momento, la discusión se torna interesante, mis ganas por participar son excesivas, pero debo contenerme.
—¡Sebastián! —grita Roberto. —Me gustaría verte mañana en mi despacho de la facultad.
—Claro, no hay problema, pero ¿ocurre algo?
—Note que has estado controlándote para no hablar, así que llevaré lo que hemos hablado hoy y lo discutiremos juntos.
—¡Oh, no! Roberto no es necesario. —Trato de evitar que haga eso.
—Calla muchacho, veo en ti un gran potencial y mereces que seas escuchado. —Golpea mi hombro.
La reunión termino justo a la hora que debemos marcharnos. Con Amelie nos despedimos, el día de hoy hemos hablado poco, aunque sé las ingeniaba para pasarme papelitos con sus ideas cuando los temas administrativos salían a la luz. Sin duda, ella será una excelente administradora de empresa.
Paso a buscar a mi hermano, y como era de esperar, ya está listo para irnos a casa.
Todo el camino se la pasó hablando con las personas que se encontraban al rededor nuestro, en el bus. No hay persona que pasara sin saludarlos y, algunos, se quedan a charlar con él.
Cuando llegamos a casa, me pide que lo baje, tomo su mano y juntos caminamos. Me tengo que agachar un poco, ya que la diferencia de altura es algo notoria.
—¿Meli? —pregunta al notar las luces encendidas.
—Sí, parece que está.
Al entrar, confirmamos lo dicho, mi amiga se encuentra en casa, y no solo eso, sino que había cocinado.
—¿Acaso se viene el fin del mundo? —Entramos a la cocina.
—¿Acaso será que me dejarás de molestar? —Recibe a mi hermano en sus brazos.
—Nunca, si eso pasará te aburrirías de mí.
—Nunca me voy a aburrir de ti y mucho menos, de él. —Lo acaricia.
Ordene las cosas de Bruno, lo bañe y le puse su pijama para que este más cómodo. Lo mismo hago conmigo, ya que necesito sacarme esta camisa. El hecho de usar camisas me gusta, pero siempre preferiré usar sudaderas.
Melanie nos llama para ir a comer, no hay lugar a duda que ella cocina riquísimo. La cena transcurre normal, hablamos sobre nuestro día. No quiero tocar el tema Federico, ni lo que vi, prefiero que ella me lo cuente cuando esté lista.
—Sabes te quiero contar algo que me paso. —Mis manos sudan, me preparo mentalmente para escuchar que se ha puesto de novia. —Me ofrecieron hacer un intercambio en la universidad.
Me quede analizando lo que dijo. La observo, está con una sonrisa de oreja a oreja, como quien dice, y se nota su felicidad en los ojos.
—¿Cómo es posible que no me la hayan ofrecido a mí? Tengo mejor notas que tú —bromeo. —¡Te felicito amiga! —Me pongo de pie y la abrazo. —Sé todo el esfuerzo que pones día a día en la carrera.
—¡Ay, gracias! Creí que no te gustaría la idea de que me marche —habla apoyando su cabeza en mi hombro.
—¡¿Cómo no me va a gustar?! Es una gran oportunidad, no debes desaprovecharla.
—Por eso eres el mejor. —Me mira a los ojos. —Todavía no confirme nada, así que no tengo fecha ni se a dónde iré, primero quería hablar contigo.
—¡Hey! —Tomo su rostro en mis manos y la miro fijo. —No dejes pasar esta oportunidad, la universidad cree en ti y yo también. Eres una gran alumna y te mereces más que nadie este viaje, aprenderás muchas cosas que a futuro te servirá. No dejes que nadie arruine esto, ¿escuchaste?
Mi cuerpo pide descanso, el día de hoy ha tenido varias emociones, desde lo desagradable hasta lo agradable. La idea de que Meli se vaya, me pone triste, sin embargo, me alegra saber que seguirá creciendo académicamente.
Bruno lleva varios minutos durmiendo, hoy no tuvo batalla entre dormir y no, simplemente se durmió. Su rostro me transmite paz, es tan pequeño aún y no tiene ninguna preocupación, solo espero que al crecer me acepte y aprecie todo lo que estoy haciendo por él.
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¡Hola bellezas! ¿Cómo están?
Llegamos a un nuevo capítulo, espero que no me odien por el beso de Meli y Federico, pero les prometo que muy pronto todo cambiara. Y les quiero decir que ya estamos por la mitad de la historia :O Pronto estaré dando algunos anuncios en el grupo de lectores de Facebook (si aún no estas unido, dejaré el banner con el nombre abajo, para que lo busques)
GRACIAS POR TODO EL APOYO QUE RECIBO, sin duda ustedes son los mejores ♥
Acá les dejo el banner con la información del grupo.
Nos vemos en el próximo capítulo. Un beso desde Argentina ♥
PD: En la sección de multimedia les dejo la canción que se nombra.
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