Capítulo 16

Lunes frío, pero con la ayuda del sol se torna cálido.

Estoy feliz de que mi hermano cada vez avance más. Ayer, pasamos todo el día haciendo que camine y, ahora, puede ponerse de pie solo y dar pasos apoyado en la pared. Sin duda, andará por toda la casa.

Con Meli no hemos vuelto a discutir, en realidad, no la vi en todo el domingo, se dedicó a pasar el día con Federico. A veces me gustaría entenderla.

Subo por el ascensor, la secretaria me ha dado una caja con varios papeles, la tarde se tornará laboriosa.

—Buenas tarde compañero, ¿Te ayudó? —oigo hablar a Amelie.

—No te preocupes, yo puedo. —Sonrío. —¿Cómo estuvo tu fin de semana?

—Aburrido, estuve estudiando. —Abre la puerta. —Estoy comenzando a estudiar, aprovechó el tiempo que tengo libre, ¿Y tú?

—Me vestí de unicornio —hablo bajo.

—¿Qué dijiste?

—Que estuve jugando con Bruno y adelantando unas maquetas y bocetos que debo entregar estos días. —Sonrío arrugando la nariz.

—Bruno, ¿Cómo está? Me encantó conocerlo, sin duda será muy simpático cuando crezca.

—Empezó a caminar, así que imagínate. —río. —Estoy atrás de él todo el tiempo porque me descuido por un segundo, y desapareció de mi vista.

Ríe con carcajadas. —Me imagino lo inquieto que debe ser.

El sonido de un celular, llama nuestra atención, proviene de mi bolso, al parecer, he olvidado ponerlo en silencio.

Miro el número y lo reconozco de inmediato, debo atender.

—Hola —atendido con firmeza.

—Buenas tardes señor García hablamos de la aseguradora de sus padres. —Reconozco su voz. Queríamos confirmar el depósito en la cuenta del banco, los datos fueron enviados a su respectivo mail y al de su abogada. Además, queríamos disculparnos por la demora.

—Perfecto, estaré revisando la casilla de mi correo y le avisaré a mi abogada. —Nos despedimos. —Perdón, tenía que atender era importante. —Guardo mi móvil.

—No te preocupes, ¿Quién era? Es que te vi muy serio.

—El encargado del caso de mis padres en la aseguradora. —Me acomodo en mi escritorio, para usar mi computadora.

—¿Pasó algo? —pregunta con preocupación.

—No, simplemente llamaron para confirmar que han hecho el depósito de sus seguros. —Efectivamente, poseo un mail de ellos.

Se siente bien saber que los asuntos se van solucionando con el tiempo. A pesar de que tardaron más de lo que dijeron, cumplieron. Ahora me queda confirmar en el banco que esté todo.

—Que lindo verte sonreír de esa manera. —Ese comentario me tomo por sorpresa. No me había dado cuenta que lo estaba haciendo y, menos que Amelie me estaba observando.

—Gracias. —Sonrío achicando mis ojos. —Es que estoy feliz de que todo vaya dando frutos.

El golpe de la puerta nos asusta.

—Permiso queridos compañeros. —La voz de nuestro jefe. —Quería dar las bienvenidas a esta nueva semana. —Lleva consigo unas notorias ojeras, sin embargo, sabe como lidiar con el cansancio. —Señorita Amelie, ¿Podría venir conmigo a la oficina? Quisiera charlar unos asuntos.

Mi compañera afirma y se va con él.

Me quedo acomodando los papeles del día, son algo viejo y hay que deshacernos de los que ya necesitan despedirse.

Los minutos pasan y Amelie no ha vuelto, supongo que debe ser algo importante la charla. Ya había terminado con los papeles, y no tengo nada que hacer.

Me inclino hacia atrás en mi silla, giro para un lado y apaga el otro, sin duda esto es aburrido en Amelie.

Sigo solo, algunos mails llegaron, pero ya los contesté. Me pongo de pie, busco mi celular y me fijo si tengo algún mensaje.


La mejor amiga del mundo: Sebas, a la noche debemos hablar de algo importante. Besos.


Lo primero que pienso es que debo cambiar la forma en que la tengo agendada y, segundo, ¿Qué será lo que tiene que decime? Espero que no sea nada grave.

No puedo contestar porque la puerta se abre de repente.

—Perfecto señorita Fernández, estoy complacido con su trabajo. —Escucho al jefe y finjo estar utilizando la computadora. —Señor García me alegra verlo trabajar. —Sonríe. —Nos vemos luego.

—¿Está todo bien? Tardaste un montón. —Acomodo mi silla quedando frente a ella

—Todo en orden por suerte, el señor Rossi está a gusto con nuestro trabajo. —Coloca su silla frente la mía, y se sienta con el respaldo al frente. —¿A caso me extrañaste?

—Debo admitir que fue aburrido estar sin ti.

—Entonces, debo confesar lo mismo. —Vuelve a su escritorio. —He extrañado ver tus ojos claros. —Ríe avergonzada.

—Tú también tienes ojos claros. —Trato de esquivar el cumplido.

—Los tuyos son más azules, en cambio, los míos, son casi verde.

—Pero son lindos de toda forma. —No sé porque, pero sus ojos, en lo personal, me encantan.

Reímos al darnos cuenta lo tonto que nos veíamos discutiendo por el color de nuestros ojos.

Las pocas horas que quedaron se pasaron más rápido con su compañía, sin duda es una gran compañera de trabajo.

—Nos vemos mañana, bello compañero. —Me da un beso en la mejilla.

—Deja de alagarme, harás que me ponga colorado. —Me toco la cara.

—Eso no estaría nada mal. —Se sube a su auto, me saluda con la mano y se marcha.

La oscuridad me acompaña en mi viaje iluminado por la gran luna. La gente se va bajando en sus paradas y la mía queda a unas cuadras.

Cuando llego a la entrada de mi casa, noto una motocicleta. Es raro, no conozco a nadie que tenga una. Al acercarme más, escucho risas provenientes de adentro, y supuse de quien se podría tratar.

—Querido Sebastián. —Su voz, esa masculina voz hace que mi cara cambie de expresión. —Era hora que llegues, tu hermano no para de llorar.

Ese comentario saca una parte de mi enojo. Fijo mis ojos en Meli que tiene en brazos a Bruno. Sus ojitos están algo hinchados y rojos, se ve a simple vista que ha estado llorando.

—Hace unos minutos paró —comenta ella. —Estaba tranquilo en su cuna, lo traje aquí con nosotros y se largó a llorar sin explicación.

No me importa lo que dicen, busco a mi hermano y, prácticamente, se lo saco de sus brazos.

—Hola hermanito —susurro mientras lo abrazo.

—Seba —dice con su voz algo débil.

—Tranquilo, ya estoy aquí. —Los dejo solos y me voy a mi cuarto. Lo acomodo en la cama y me quedo a su lado. —¿Qué pasa chiquitín?

De un momento a otro, su expresión cambio. Está enojado y comienza a decir un montón de cosas, que no entendí. Hablaba rápido en su propio idioma. No me quedo otra que escucharlo atentamente, como si entendiera.

—Ya, cálmate. —Apoye mi mano en su cabecita. —Será mejor que dejes de hablar o se te gastará la lengua. —Juntos reímos.

Me quedo ahí, junto a él. Sin decirnos nada, nos trasmitimos todo. Aún es pequeño y me necesito más que nunca. Sé, que sabe todo lo que estoy haciendo por darle lo mejor, para poder brindarle una buena vida, esa vida que mis padres hubiesen querido para él.

Mi hermano, mi pequeño Bruno.

Escucho que tocan la puerta, y la cabeza de mi amiga se asoma.

—Sebas, pedimos pizza ¿Vienes? —Percibo felicidad en su voz.

—No, me quedaré aquí, después iré a ver que me hago de comer. —En realidad, si se me antoja pizza, pero no compartiré la mesa con Federico.

—Como quieras. —Extrañamente no insistió.

Mientras Bruno está en la cama, aprovecho para cambiar mi ropa y ponerme algo más cómodo. Al cabo de unos minutos, decido ir a la cocina.

En el living, se encuentran comiendo entre risas, ni siquiera se percataron de mi presencia. Busque algo en la nevera, algunas presas de pollo y distintas verduras serías mi cena. Para mi hermano, le prepararé un puré de zanahoria con pequeños pedazos de pollo, desde hace unos días que comencé a darle un poco de comida.

Bruno al verme entrar con su cena, se pone de pie en su cuna y trata de salir.

—Alto ahí niño salvaje. —Apoyo todo en la cama. —No queremos que te caigas.

Lo siento entre las almohadas para mantenerlo sentado cómodamente. Solos, con la televisión encendida, comemos. Esta vez, no deje que comiera solo, ya que no quero que ensucie la cama.


Panza llega, corazón contento dicen y, definitivamente, tienen razón.

Ya estamos casi listos para irnos a dormir. Hace un instante escuche que la puerta se abría y el ruido de una motocicleta alejándose, supongo que Federico se ha ido.

—Sebas, tenemos que hablar. —Meli entra al cuarto y se sienta en la punta de la cama.

—¿Qué dijimos de tocar la puerta? —Me burlo.

Pone los ojos en blanco. —Mañana empezaré a trabajar.

—¡Me alegro mucho por ti, Meli! —digo con una sonrisa.

—Pero hay un problema, mi turno comienza igual que el tuyo nada más que salgo más tarde, por ende, no puedo cuidar a Bruno.

—¡Oh! —Mi expresión cambia. —Mañana le pediré a Ana que se quede un poco más, espero que pueda. —Empiezo a preocuparte, solo espero que ella pueda. Luego, tendré que buscar un lugar donde dejarlo.

—Además, hay otra cosa que te quiero decir. —La miro en señal de que hable. —Fede pasará más tiempo en casa. —Sus mejillas se tornan rojas.

—¿Cómo que pasará más tiempo? ¿Qué quieres decir? —Por favor, que no sea lo que estoy pensando.

—Es que emm... —Se detiene un momento a pensar. —Nos estamos conociendo un poco más.

—¿No me digas que te gusta ese idiota? —No mido mis palabras.

—¡No le digas así! —Se enoja. —¿Cuál es el problema que me guste?

Esto es increíble, no puedo creer que esto sea verdad. Hay miles de chicos mucho más bueno, pero ella se tiene que fijar en él. Sin duda, nunca la voy a entender.

—Tu silencio no ayuda mucho en este momento —dice con los brazos cruzados.

—Mejor vete a dormir Melanie, no quiero hablar ahora.


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Hola, primero que nada PERDÓN por no subir el capítulo, pero Wattpad no me dejaba, solo lo tenía en modo lectura :c ¿A alguien más le paso? Y hoy estuve en una lucha para poder guardar el capítulo. Ahora me anda perfecto.

Espero que les guste el capítulo, como les dije en el anterior, comienza el drama muajaja Me calmo ._.

¿#TeamFeli? ¿No? Bueno, yo tampoco jaja

Como siempre les digo, GRACIAS por estar acá apoyando esta pequeña historia. No olviden comentar y/o votar si en verdad lo merece ♥

No se olviden que tenemos grupo de lectores, ahí publico cosas lindas para ustedes :3 Ojala muchos más puedan unirse.

Nos vemos en el próximo capítulo. Un beso desde Argentina

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