Capítulo 14
Estoy esperando que Meli salga de su clase, pero no soy el único que lo hace.
—Hola —saluda indiferente.
—¿Qué haces aquí?
—Vengo a buscar a Mel, la llevaré a su casa. —Notó algo de orgulloso en su voz.
—Que yo sepa ella tiene auto y vive en mi casa.
—Sí, sé que vive en tu casa, pero. —Se apoya contra la pared. —Hoy estaré toda la tarde con ella, estudiaremos mientras tu trabajas.
Me quedo sorprendido por su comentario. Melanie no me dijo nada al respecto, más allá de que viva con nosotros, es mi casa y debo saber quién irá.
—Hola chicos. —Escucho su voz. —Veo que hoy tengo para elegir con quien me iré. —Se burla.
Su comentario me duele, no soy una opción soy su amigo. Creo que nota mi malestar, se queda mirándome como esperando una respuesta de mi parte.
—Sebas, esta tarde Fede va a ir a casa para que armemos unas maquetas, ¿no te molesta?
—Hablaré con Ana para ver si puede cuidar a Bruno, así no los molesta. —Me doy la vuelta y comienzo a caminar a la salida, no quiero que un desconocido este cerca de mi hermano mientras yo no estoy.
—Sebastián espera. —Toma mi brazo. —¿A dónde crees que vas? Te dije a la mañana que nos iríamos juntos.
—Tu amigo te estaba esperando, supuse que irías con él. —Saco mi celular y busco a Ana.
—Yo cuidaré a Bruno. —Me quita el móvil. —Deja que Ana se marche, no tienes que preocuparte por él —dice con una sonrisa, y me dejo ganar.
—Está bien, pero que aquel sujeto no esté cerca de él —digo con firmeza.
—Amigo, Bruno está en buenas manos, nunca dejaría que nada le pase.
El camino a casa es silencioso, ella trata de sacar conversación entre nosotros, pero mi enojo es más grande. Yo confío en ella y sé que mi hermano estará bien, pero no me fio de Federico.
Las canciones siguen pasando en la radio, y Meli comienza a cantar. Hacia varios metros que se cansó de tratar de hablar conmigo, así que decidió cantar.
Llegamos a casa y me llevo una gran sorpresa, Bruno está de pie, apoyado en la puerta sonriendo con Ana. Me bajo rápido del auto y me paro a un par de pasos de él. Sin hacerme esperar, comienza a dar pequeños pasitos.
Mis ojos no pueden creer lo que ven, en este mes me dio dos cosas hermosas, empezar a hablar y ahora, a caminar.
Llega a mí y cae en mis brazos, levanta la mirada esperando una aprobación de mi parte. Mis ojos se llenan de lágrimas, definitivamente está creciendo muy rápido.
—Sebaa —ríe.
—¡Oh mi pequeño! —Lo alzo. —Te amo, eres la razón por la que sigo adelante día a día. —Sonrío como no lo había hecho hace tiempo. No hay duda de que él hace que mis días sean más fáciles, me ayuda a darme cuenta que tengo una razón por la cual debo luchar.
—Creció mucho. —La voz de Meli me saca de mis pensamientos.
—Te felicito Sebas, estas haciendo un gran trabajo como hermano, se nota que sabe todo lo que haces por él. —Llega Ana a nuestro lado.
Todo el enojo que traía, desapareció, existen asuntos más importantes por los cuales debo preocuparte y, uno de ellos, seguir buscando el bienestar de mi hermano.
—Vayamos a comer, este niño debe seguir creciendo sano y fuerte. —Beso su frente.
El almuerzo, por mi parte, fue algo silencio, aunque trate de pensar en otra cosa, el saber que no estará Ana para cuidarlo, me atormenta. Las chicas mantuvieron una charla fluida a la cual participé poco.
Me aliste para irme, salude a mi hermano prometiendo que volvería pronto por él. Le dije a Meli que cualquier cosa que pasará, se comunique de inmediato conmigo, por primera vez tendría el celular con sonido. Siempre lo tengo en vibrador, sin embargo, mi inquietud es más grande.
—Te noté algo distraído en el almuerzo, ¿Pasa algo? —pregunta Ana, mientras esperamos el bus.
—Hoy viene ese amigo de Meli a casa, y no me confío que él este solo con mi hermano.
—¿Con tu hermano o con Meli? —Golpea mi abdomen.
—No Ana, no me importa lo que haga con Meli —digo sin pensar. —Quiero decir que, sí me importa, no quiero que la lastime, pero no me siento confiado sabiendo que él está en mi casa cuando yo no.
—Tranquilo Sebas, no creo que Mel sea tan despistada para dejar entrar a cualquiera a tu casa y, menos, sabiendo que Bruno está allí.
—Eso espero. —Trato de sonreír.
Antes de entrar a la empresa, tomo aires, trato de calmar mi mente, no tengo que dejar que nada me afecte en mi trabajo. Tengo que dar lo mejor de mí, para poder brindarle a Bruno lo que necesita.
Como todos los días, la secretaria me saluda con amabilidad, subo a mi piso y, Amelie, me está esperando.
—Creí que nunca llegarías. —Me saluda. —¿Listo para nuestro último día de la semana?
—Siempre listo. —Sonrío a medias.
Llegamos a la oficina, encendimos nuestras computadoras y, en nuestros mails, tenemos un correo con las indicaciones de nuestro jefe.
Del área de planificaciones llegaron nuevos planos para añadir a la carpeta que ordenamos ayer, así que debemos ponernos manos a la obra con eso.
Solo pasaron unas horas, y los papeles se volvieron pocos. El trabajo en equipo sin duda es el mejor. Aunque debo admitir, que estoy algo alerta del celular, Meli no ha escrito en ningún momento, supongo que todo estará bien.
—¿Qué pasa que estas tan callado? —interrumpe mis pensamientos.
—¿Qué? —Rasco mi barba en señal de que no preste atención.
—Que estas muy callado, sé que solo te conozco hace una semana, pero nunca has estado más de cinco minutos sin hablar o cantar, a diferencia de hoy.
—Perdón es que estoy algo preocupado por mi hermano. —Dejo unas carpetas en el escritorio y tomo asiento.
—Espera, yo conozco algo que te hará sentir un poco mejor. —Sale de la oficina.
Al cabo de unos minutos vuelve con dos tazas.
—Son lattes de vainilla y caramelo, el secreto es el caramelo. —Me entrega una de las bebidas.
—¿No entiendo en que me ayudara? —Tomo con cuidado y saboreo un dulce sabor a vainilla terminando con el de caramelo. —No sé si sirve para calmarme, pero no tengo duda que es el mejor latte que he probado en varios años.
—Me alegra escuchar eso. —Trae su silla hasta mi lado. —Mi madre me preparaba esto cuando era chica antes de un examen, dice que la vainilla y el caramelo unidos forman una dulce combinación que te le da tranquilidad a tu alma.
—Es la primera vez que escucho algo por el estilo. —Sigo saboreando la bebida.
—Son ocurrencias que tenía mi madre para que me relajará. —Sube sus hombros.
—Sin duda, es una hermosa ocurrencia. —Ambos sonreímos.
Terminado nuestro descanso, continuamos con el papeleo del día.
La hora de salida llega más rápido, y ya estoy rumbo a mi casa.
Amelie me dijo que pasaría por nosotros a las 9 de la noche, tengo el tiempo perfecto para prepararnos.
En la entrada de mi casa, escucho algunas risas y, nuevamente, recordé que Meli no estaba sola en casa. Entro, y los encuentro, risueño en el sofá, solo espero que mi hermano este bien.
—Sebastián —dice Federico. —¡Qué bueno volver a verte! —Posee una sonrisa como si hubiese ganado un trofeo.
—Sebas, ¿Cómo te fue? —Se pone de pie y se acerca a saludarme.
—Bien, muchos papeles, pero nada que no se pueda resolver. —La saludo. —¿Y Bruno?
—Está en su cuna, hace un rato le di su biberón y se quedó dormido. —Termine de escucharla y me voy al cuarto.
Mi hermano ya no se encuentro durmiendo, sentado contra el respaldo de su cuna, juega con señor Tommo y sus otros peluches.
—Hola mi bebé hermoso. —Me acerco y lo quito de donde está. —¿Te has portado bien?
—Sebaa —dice eufórico.
—Sí, soy yo. —Sonrío, amo cuando pronuncia mi nombre. —Hoy iremos a comer con una compañera, así que será mejor que nos cambiemos.
Dicho esto, lo dejo en la cama y me pongo a preparar su baño. Sigo escuchando risas que proviene del living, pero trato de no prestar atención en eso.
Lo baño, jugamos un poco con sus patitos de hule y lo saco del agua para poder cambiarlo.
Elijo algo cómodo, no tan abrigado, aunque llevaré un saco por si, más tarde, refresca.
Lo acomodo, cuidando que no se vaya a caer de la cama y me entro a bañar. Un baño rápido a comparación de mis baños matutinos, hoy no puedo perder un minuto. Con la toalla en mi cintura, busco algo que ponerme. Mis viejos, pero confiables, jeans oscuros, zapatillas blancas, remera blanca y un saco ideal para el clima.
Solo me quedan 30 minutos, antes de que Amelie llegue, será mejor que me apure y preparé las cosas de Bruno para llevar.
Corro a la cocina a buscar su biberón y, noto, que un par de pizza se encuentran en la mesa.
—Vaya, acaso, ¿El señorito se sabe vestir? —Ignoro el comentario de Federico, no hay tiempo para discutir.
Meli entra sin percatarse de lo dicho por él.
—¡Sebas! —Sorprendida. —¿A dónde vas? Creí que comeríamos los tres.
—Lo lamento, pero hoy no contarán con mi presencia, iré a comer afuera y me llevo a Bruno.
No dejo que me conteste, vuelvo con las cosas que necesito al cuarto. Armo el bolso, tomo a mi hermano y me dispongo a ir a la puerta.
—¡Ordenen todo! Nos vemos más tarde —anuncio mi partida.
Como era de esperar, Amelie ya se encuentra en la puerta de mi casa.
—Veo que no soy el único que llega con puntualidad —comento acomodando la silla de viaje de mi hermano y a él.
—¡No puedo creer que él sea Bruno! —Lo mira. —Hola chiquitín, tu hermano me ha hablado cosas hermosas de ti. —Él, le responde con una risita.
—Creo que le caíste bien. —Acomodo mi cinturón de seguridad. —¿A dónde iremos?
—No muy lejos de aquí. —Pone en marcha el auto.
A unos cuantos kilómetros, se encuentra un nuevo lugar de comida mexicana. He escuchado buenas referencias de este lugar.
No hay muchas personas todavía así que fue fácil encontrar lugar. Para comer, elegimos una variedad de distintos tacos, y para Bruno, le pedí un puré de zanahoria y calabaza, agradezco que este lugar tenga un menú infantil.
El lugar sin duda tiene un ambiente mexicano, pero con toques elegantes.
Nuestros pedidos llegaron, entre charla y risita, fue desapareciendo de a poco.
—No quiero ser inoportuna, pero me prometiste que me contarías sobre tus padres —pregunta con algo de inseguridad.
—Sí, prometí hacer. —Bruno está sentado en mi pierna, lo observo y mantengo la postura. —Mis padres murieron hace unos meses en un accidente automovilístico, fue algo muy duro, aún lo es. Por eso, yo estoy a cargo de él y de todo lo de la casa.
—Sebas no sabía. —Se acerca a nosotros. —Perdón por meterme en ese asunto, no quiero ser irrespetuosa, es algo delicado y no quiero que hables si no se sientes cómodo. —Siento algo de desesperación en su voz.
—Tranquila, es un tema que de a poco puedo hablar y me alegra poder habértelo contado. —Nuestras miradas se encuentran y una conexión nace.
La velada continua, ahora un poco más tranquila y con Bruno jugando con ella.
La hora de volver llego, a pesar de que mañana es sábado, quiero volver temprano y descansar.
El regreso se torna chistoso. Amelie me cuenta distintas anécdotas de su familia. Posee una gran cantidad de primos, sus padres tienen varios hermanos y eso provoca, que los desastres aparezcan y conllevan a recuerdos que los identifica a cada uno. Me jura que su madre hace las mejores papas fritas con cheddar y, me promete, que pronto me invitará para probarlas.
—Nos vemos el lunes compañero —dice desde el asiento del piloto.
—Hasta el lunes Ame, gracias por la linda noche que pasamos. —Le regalo una sonrisa sincera.
Camino a la entrada y noto que ya no se escuchan risas y, al entrar, confirmo que Federico ya no se encuentra en casa.
Todas las luces apagadas, el silencio que lo acompaña me da la señal que mi amiga ya está dormida. Con cuidado de no hacer ruido, voy a mi cuarto.
—¿La pasaste bien, hermanito? —No recibo contestación, sus ojitos luchan para mantenerse abiertos. —Será mejor que descanses, mañana te llevaré a pasear. —Le pongo su pijama y lo acomodo en la cama.
En el baño, presto atención a mi barba, está algo crecida será mejor que mañana me la quite. Me alisto para dormir, y me acurruco al lado de Bruno. Hoy ha sido un largo día, con varias emociones, pero sin duda, lo mejor fueron sus primeros pacitos. No tengo ninguna duda, que la razón por la que sigo adelante es por él y su felicidad.
---
Hola mis lectores hermosos, ¿Cómo están?
Hoy les traigo dos lindas noticias. La primera, es que ganamos el primer lugar de los premios Rules Awards {RulesEdits} Sin duda, este premio no es solo para la novela, sino para todos ustedes que me acompañan desde el día uno de esta aventura.
Y, la segunda noticia, es que ¡TENEMOS GRUPO OFICIAL! Para todos aquellos que quieren conocer gente nueva, y quieren llenarme de notificaciones cuando no actualizo :v los invito a unirse al grupo, acá les dejo el banner de promoción que hice.
Así como lo indica, solo deben buscar "Debi Caceres Wattpad Oficial" y deberían encontrar el grupo. Espero que muchos se unan, me encantaría poder charlar y conocerlos.
Sin más nada que decir, espero que les guste el capítulo de hoy. Cada vez hay más drama en esta historia, pero por suerte está el dulce de Bruno para aliviar todo.
Como digo siempre, no olviden comentar y/o votar si en verdad lo merece. Un beso desde Argentina ♥
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top