Capítulo 13

—Muy bien chicos, eso es todo por hoy —anuncia el profesor. —No se olviden que, la semana que viene, deberán entregar sus primeros bocetos de las planificaciones que se les pidieron por mail.

Bocetos que ya tengo casi finalizados.

Hoy debería irme con Meli, sin embargo, me dijo que se quedaría a estudiar después de clase, solo espero que haya usado esa mentira para su propio bien porque al verla salir con Federico, de inmediato capté que no era verdad el estudio que tiene planeado.

El bus no va tan lleno como de costumbre, así que viajo sentado mientras escucho música. River de Eminem y Ed Sheeran estos últimos días se convirtió en una compañía en mis viajes. La combinación de esas dos voces provoca una satisfacción a mis oídos.

Llego rápido a mi destino, bajo del transporte y camino con pasos largos. Agosto ha traído varios cambios de climas, pero sin perder su intenso frío.

Desde de la puerta de mi casa, oigo el llanto de mi hermano y, al entrar, Ana trata de calmarlo sin poder lograrlo.

—¡Ebaa! —pronuncia con euforia, entre lágrimas cuando capta mi presencia.

—¿Qué pasa, pequeñín? —Dejo mi bolso a un costado y corro a tomarlo.

—Son sus dientes, se ve que le duele mucho —comenta Ana con cara de preocupación.

—Yo sé que duele, pero es un sufrimiento que solo lo pasaras ahora, ¿sí? —Le doy un beso. —En unos días iremos al pediatra no te preocupes.

Su llanto cesa, pero su cara me indica que su dolor, continua.

—¿Te parece si enfrió un pañuelo y se lo doy para que lo tenga en su boca? Capaz le baje un poco la hinchazón de sus encías.

—Buena idea —respondo calmado. —Lo llevaré a mi cuarto así lo distraigo un poco y, aprovecho a cambiar mi ropa.

En la habitación, lo acomodo en su cuna, pero empieza a llorar, lo paso hacía la cama y se queda tranquilo.

—¿Con qué quieres estar aquí? —digo con mis brazos en mi cintura.

—¿Mmmli? —Me mira dubitativo.

—La tía Meli no te podrá cuidar hoy, pero Ana estará contigo mientras yo estoy en el trabajo. —Apoyo a señor Tommo a su lado.

Busco en el armario mi pantalón marrón claro y mi camisa celeste. Combino mi atuendo con los zapatos marrón oscuro y un saco azul marino. Estos primeros días en la empresa, me ayudaron a observar distintas maneras de combinar mi ropa.

—Sebas, ¿puedo pasar? —Escucho a mi compañera tras de la puerta.

—Sí, pasa Ana.

—Bueno, ¿te vas a trabajar o a conquistar señoritas? —Se acomoda al lado de mi hermano, poniendo cerca de su boca el pañuelo frío. —Si no fuera porque me gustan las mujeres, estaría loca por ti. —Me guiña un ojo.

—Cállate, harás que me sonroje. —Termino de acomodar mi cabello.

—Yo solo digo. —Se excusa. —Sigo sin entender, ¿cómo es posible que Mel y tú no estén juntos? Harían tan linda pareja.

—Porque somos amigos y no hay otras intenciones. —Es incomodo hablar de mi amiga, sobre todo, luego del incidente del beso.

—O acaso, ¿te gusta tu nueva compañera de trabajo? —Eleva una ceja.

—¿Amelie? —pregunto sorprendido. —Es una chica genial, sinceramente, muy hermosa también, pero no estoy para andar buscando un amor en mi vida.

—¡Vamos, hombres! Todos necesitamos algo de amor en nuestra vida.

—Tienes razón, yo tengo todo el amor que necesito de este chiquitín. —Acaricio su manito. —Ahora iré a calentar la comida que sobro de anoche, cuida que no se caiga.

En la cocina, caliento la misma comida de anoche. Ayer, Meli cocinó demasiado, tanto, que ahora alcanza para que comamos Ana y yo.

Todo listo, los tres en la mesa y almorzando.

—¿Cómo va todo con tu nueva "amiga"? —Resalto la palabra amiga.

—Bien, estoy pensando en oficialmente presentarla como mi novia. —Su tranquilidad me intriga, desde que la conozco, nunca me ha presentado a una chica oficial, siempre ha tenido amigas y nada más.

—¿Y a qué se debe ese cambio tan radical?

—Como te dije antes querido Sebas, todos necesitamos algo de amor.


Me despido de Bruno y de Ana, es hora de ir a trabajar.

El camino me lo aprendí de memoria y cada vez, el viaje se me hace más corto.

Entro a la empresa, y la secretaria me saluda, como todos los días. Es una señora con varios años de vida, sin embargo, nunca pierde su sonrisa.

Subo hasta mi piso y me encuentro con mi compañera.

—Buenas tardes señorito, como siempre puntual —dice mientras caminamos hacia nuestra oficina.

—Y tú siempre esperándome en la puerta del ascensor. —Desde mi segundo día aquí, Amelie me espera para entrar juntos.

—Una buena compañera debe supervisar al nuevo.

—¿Hoy que haremos? —Acomodo mi escritorio.

—¡Que bueno que lo pregunta señor García! —La voz de mi jefe me asusta. —En dos semanas debemos entrar un informe detallado para unos clientes, el informe está listo, pero hay que corregir y ordenar tanto lo escrito con los planos. —Apoya una caja en mi escritorio. —Les deseo lo mejor para este día, si necesitan algo se comunican por teléfono.

El señor Rossi es el jefe de área, lo conocí ayer. Por cuestiones laborales, se encontraba fuera del país cuando yo comencé a trabajar por ese motivo, nuestro encuentro se retrasó.

—Querido compañero, hoy nos espera un largo día. —Pone su mejor sonrisa y abre la caja.

Los días que tenemos un largo trabajo, nos proponemos distintas etapas para una mejor organización. La primera, es separar todo lo que es escritor, planos y modelos ilustrativos. Una vez ordenado esto, comenzamos a leer superficialmente los textos para saber de qué hablan y poder acomodar las distintas representaciones gráficas. Terminado esto, colocamos todo en las carpetas con el distintivo de la empresa y los datos del cliente.

Solo llevamos menos de una semana trabajando juntos y hemos conseguido formar un gran equipo.

—Sin duda, el mejor compañero de trabajo que me pudo haber tocado eres tú. —Toma un vaso con agua.

—Gracias, me hace feliz saber que te estoy ayudado. —Le regalo una sonrisa.

—Estuve pensando, que te parece si, mañana, ¿vamos a tomar algo?

—Me encantaría, pero no creo poder, tengo que estar con mi hermano, perdón.

—¿Quién dijo que él no está invitado? —contesta riendo. —Iremos los tres, tengo ganas de conocer a Bruno, me has hablado tanto de él.

—Está bien, acepto la invitación —contesto con entusiasmo.

Las siguientes dos horas que nos quedaban, decidimos adelantar algo de trabajo y organizar la agenda del señor Rossi.

—Sabes, estuve pensando y. —Hace una pausa. —Me hablaste maravillas de tu hermano, pero nunca nombras a tus padres. —Me mira, sabía que está duda surgiría en ella, pero nunca pensé que sería tan pronto.

—Ame es algo delicado el tema. —Deslizo mi silla hasta quedar frente a ella. —Te prometo que mañana te contaré todo, este no es el lugar indicado. —Me fijo en sus ojos, son celeste como el cielo, nunca antes vi una mirada tan hermosa como la de ella.

—Está bien, prometo que esperaré lo que sea necesario para que me cuentes.

El día de trabajo llega a su fin.

Amelie se ofrece a llevarme, pero esta vez le dije que volvería en autobús, no quiero aprovecharme.

En invierno la noche llega más temprano y hoy es el caso. Las luces de la calle ya se encuentran encendidas y la gente ya se encuentra resguardada en sus casas.

La vuelta es algo caótica, muchos tratan de volver a sus hogares.

Cuando entro a mi casa, veo que Ana ya no está y, en su lugar, está Meli.

—Hola Sebas ¿cómo te fue? —saluda con pocas ganas.

—Bien, hoy tuvimos bastante trabajo que hacer. —Dejo mi bolso en el sillón. —¿Y Bruno?

—Lo dejé en su cuna, le di un poco de gelatina, no paraba de llorar así que supuse que le dolían sus encías. —Su falta de interés en la conversación comienza a disgustarme.

Sin decir nada, me retiro a verlo.

Está despierto, observando su colgante musical y chupando su dedo pulgar.

—Hola pequeñín —susurro para no asustarlo.

Al notar mi presencia, comienza a reír. Puede ver su diente asomarse por su encía, ahora entiendo su dolor, está cada vez más afuera.

—Me dijo la tía Meli que estuviste comiendo gelatina, ¿te gusto? —Su risa confirma mi pregunta.

Lo saco de su cuna, lo dejo en la cama y lo desvisto para su baño de todas las noches. Se me hizo costumbre, el darle su ducha apenas regreso de trabajar. Me quito el saco y los zapatos, me doblo los puños de a camisa, y nos vamos al baño.

Su bañadera, ya está dentro de la ducha y sus productos de higiene también. Dejo correr el agua y lo coloco dentro.

Sin duda, este es el momento que él más disfruta, sus juguetes alrededor, girando tras la pequeña corriente que provocan sus movimientos, lo entretienen.

Ya está limpio, lo envuelvo en su toalla y lo vuelvo a llevar al cuarto.

Le pongo su pijama, lo abrigo un poco y nos vamos a la cocina. Al pasar por el living, observo que mi amiga sigue en la misma posición en que la encontré. Celular en mano subiendo y bajando el índice, corriendo la página principal de la red social en la que se encuentra.

—¿Comerás algo? —pregunto con cuidado.

—Bueno —contesta sin ánimos.

Sin decirle nada, voy a la cocina y preparo unas pastas con salsa blanca, algo tranquilo y rápido de hacer.

Veo que entra y se sienta al lado de mi hermano, juega con él, sin embargo, hoy no es su mejor día.

—¿Cómo estuvo el almuerzo? —Sé que me mintió y que estuvo con Federico, pero no veo el motivo para plantearle eso.

—Normal.

—Meli, ¿qué te pasa? —Dejo el plato con comida frente a ella, del otro lado de Bruno, me siento yo con mi cena.

—Nada. —Comienza a comer.

Sé, que muchas veces, cuando una chica dice que no le pasa algo, es porque en verdad algo le pasa. No contesto, dejo que comamos tranquilos. Mientras lo hacemos, presto atención a sus movimientos, y noto que siente dolor en la zona baja de su abdomen, y ahí entiendo que le pasa.

Terminamos de comer, levanto los platos y, antes de que se vaya, agarro de alacena un chocolate que tenía guardado.

—Ten, creo que lo necesitaras. —Tomo su mano y se lo entrego.

—¿Cómo supiste? —Me mira confundida.

—Es fácil darme cuenta cuando algo te pasa, y más fácil fue, observarte con determinación para saber que estas en tus días y, creí, que un poco de chocolate te vendría bien —contesto con alegría.

—Por eso eres el mejor. —Corre a mis brazos, y nos unimos en un largo abrazo. —Iré a acostarme, me duele absolutamente todo. —Mira el chocolate. —Espero que esto alivie un poco todo. —Deposita un beso en mi mejilla y se va.

Termino de ordenar la cocina, agarro a mi hermano y nos vamos al cuarto.

Lo acomodo para dormir, todo listo por su parte, ahora me toca cambiarme a mí.

Lo lindo de dormir en invierno, es acurrucarme al lado de Bruno y, saber, que él está a mi lado.

La cama está más cómoda de lo normal o yo estoy cada vez un poco más cansado. Tal cansancio es transmitido a mi hermano, que poco a poco se va quedando dormida, al igual que yo.


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¡Hola gente hermosa! Ya son 3k de lecturas :O No puedo creer que hayamos crecido tan rápido, de verdad MUCHAS GRACIAS por todo el apoyo ♥

Estaba pensando, y me gustaría saber si quieren que arme un grupo en Facebook para que estemos en contacto y, más que nada, para poder conectarme con ustedes si en algún momentos no pueda subir capítulo o si surge algo, les pueda avisar, que dicen ¿les gustaría? ¿Sí? ¿No?

Este es el capítulo de hoy, cada vez Seba se va conociendo más con Amelie, ustedes que opinan ¿#TeamSeli o #TeamSamelie?

Espero que les gustes, y no olviden comentar y/o votar si en verdad creen que lo merece.

Nos vemos mañana con un nuevo capítulo, saludos desde Argentina ♥

PD: En la parte de multimedia les dejo la canción que se nombre ^^

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