=== CUATRO ===

Castiel

Los años no pasaban en vano, ella seguía madurando y yo... Yo seguía en el jueves de rock. ¿Qué pasa conmigo? Era la mejor amiga que nunca había tenido. Recuerdo aun ese día donde todo se redujo a Amo a Sucrette.

Flashback

No era más que uno de esos típicos días en los que quedábamos en vernos por la noche a beber algo en una cafetería. Algo andaba mal conmigo, ese día estaba mucho más inquieto que de costumbre, no me vestí con mi ropa típica de persona maltrecha y peor aún... Llegue más que puntual al sitio acordado.

Me encontraba en esa mesita ubicada en la banqueta observando como pasaban algunas personas y autos. Mire el reloj y marcaba 7:40; aun tenía 20 min más para esperar. Estaba observando los detalles en la mesita de herrería cuando una mesera se acercó a mí.

-Buenas noches Señor, ¿Esta listo para ordenar?- Su voz sonaba muy dulce, amable. Dirigí mi mirada para responder y observe a una jovencita de algunos 15 años, con un mandil color cafe y una amable sonrisa.

-No, lo siento... Estoy esperando a alguien. ¿Podrías volver más tarde? - declare mientras le dirigía una pequeña e incómoda sonrisa.

-Por supuesto, no se preocupe. Llámeme cuando se encuentre listo para ordenar usted y su acompañante- Menciono antes de darse la vuelta y retirarse a visitar otras mesas.

Me quede pensando en las palabras de esa niña, me llamo Señor, ¿realmente mi edad ya era tan evidente? solo tenía 22. Tal vez era momento de llamar a mi padre y decirle que estaba listo para lo que sea que quisiera que hiciera. Tal vez la música debía dejarla en manos de los más jóvenes, aunque eso defraudaría a Lysandro.

Agache la mirada y pude observar mis pies, ese día no me había puesto mis tennis o botas, me había tomado el tiempo de ponerme zapatos, y a pesar de llevar jeans, supongo que el cardigan que traía para cubrirme del frió se veía muy formal para mí, que usaba siempre esa chamarra de cuero. Cuando más perdido estaba en mis pensamientos escuche otra voz, esta era inconfundible... Salí de mi trance y solo articule torpemente -Sucrette- Ella soltó una risita, inmediatamente me puse en pie y dirigí mi mirada en busca de la suya.

-Sucrette, perdón... ¿Dijiste algo?- Dije mientras me acercaba y la abrazaba mientras ella me daba un beso en la mejilla, me perdí en su perfume por unos segundos, era un olor que nunca me cansaría, sentí sus suaves manos acariciando las mías al separarse de mi al terminar su saludo y observe como se quedaba de pie frente a mí.

Mire con atención como llevaba su pelo recogido en un moño que lucía descuidado, pero muy sexy desde mi perspectiva, observe que para variar solo traía las pestañas pintadas y lucia unas botas con pantalones y un abrigo ligero.

-Decía que no esperaba verte con ese suéter, no es lo que usas normalmente- Menciono mientras se sentaba y se reía descaradamente de mí. Aunque sus comentarios usualmente eran ofensivos hacia mí persona, no resultaban molestos. Mire como su gesto cambiaba bruscamente y me miraba seria -¿Qué ocurre? ¿Tengo algo en la cara?- dijo mientras me miraba fijo.

-No, no tengo nada...- Voltee buscando a la mesera y le hice un gesto con la mano, espere a que llegara a mi lado - Señorita, ¿Podría traerme un cafe americano?- La muchacha anoto en la nota de pedido y dirigió su mirada a ella.

-Ah... yo tomare un capuccino, por favor- Dijo mientras le sonreía.

La mesera se retiró y ella comenzó a hablar de mil cosas y como siempre yo escuche con total atención; entonces su plática tomo un rumbo que me causó molestia.

-Hay algo que quiero decirte- Se veía feliz, radiante.

-dime- murmure mientras sorbía café y sonreía ligeramente.

-Hace un par de semanas que estoy saliendo con alguien y no quería decírtelo hasta que estuviera segura de que era algo por lo menos... no se.. Estoy nerviosa. Es Nathaniel! y... fue... extraño...-

Mi sonrisa desapareció, sentí un terrible dolor dentro de mí y por más que me esforcé mi sonrisa no apareció de nuevo.

-¿Que ocurre Castiel? ¿Tu café esta malo? - Dijo ella con cara de desconcierto ante mi reacción.

Negué con la cabeza y entre en pánico... ¿Y si él se la lleva? ¿Qué haré si no la vuelvo a ver nunca más? ¿Por qué ese tipo? ¿Por qué de todos tenía que ser el delegaducho ese?

-Tengo que irme Sucrette, olvide algo que tenía que hacer.- Saque dinero de mi cartera y lo puse en la mesa, ni siquiera me despedí. Solo tome mi forro donde guardaba mi bajo y camine hacia la calle sin rumbo fijo.

¿Porque me molestaba tanto la idea de que ella tuviera una relación? Se que por muchos años ella no tuvo una, porque estaba esperando que el la invitara a salir o mínimo la notara, pero... ¿Por qué me dolía tanto que ella estuviera feliz con la idea de salir con él? Cuando voltee estaba en un parque solitario, eran cerca de las 9:00PM, me senté en una banca, saque mi bajo y empecé a tocar algunas notas al azar. Me sentí inquieto y comencé a cantar.

♫Es bien sabido... el que más ama, es el que más sufre...

Parecía una excelente canción para el jueves de rock, la anote entre garabatos en mi libreta, se la mostraría después de Lysandro. Guarde mi cosas y me dirigí a mi casa.

Durante días no le llame, ni envié mensajes a Sucrette. Llego el jueves y para entonces estaba lista mi nueva canción. Hice los últimos arreglos, me subí al escenario y cante por primera vez. Lysandro dudaba que pudiera hacerlo, pero al final me apoyo.

♫Es bien sabido... el que más ama, es el que más sufre... Comprobado esta por aquel eterno enamorado del amor que jamás lo ha de sentir, maldito sea el día en que poso su mirada en aquella joven...

Al inicio me encontraba con la mirada perdida, luego finalmente empecé a mirar a los visitantes de esa noche... Entonces la mire a ella entre todos los visitantes, con su ropa de siempre y su pelo solo recogido. Sonriéndome. Como si nunca hubiera pasado lo del cafe. Deseaba ir y tomarla entre mis brazos, pero el show debía continuar.

Este chico es orgulloso, no acepta que ama a esa joven y que su vida por ella él podría dar... ¿Sera algún día posible que ella con ojos de amor lo pueda mirar..?

La música se detuvo y camine por detrás del escenario improvisado, para encontrarme con ella en una de esas mesas de madera.

-Hola- Me saludo mientras mantenía una sonrisa muy tranquila.

Entonces lo supe, cuando la mire a media luz y me sentía completamente feliz de que ella hubiera ido, la amaba tanto que no podía si quiera concebir el pensamiento de no tenerla. Tenía que decírselo, y si ella no lo aceptaba; simplemente marcharme antes de que fuera insoportable.

-Veras... Desde que paso lo de Debrah, no he tenido una novia y nunca he besado a nadie porque haya estado enamorado. De hecho creo que he pasado más de 4 años enamorado de la misma chica- le explique mientras observaba que no reaccionaba y solo prestaba atención - Pero como soy un idiota sin remedio, nunca pude acercarme a ella, por temor a lastimarla - confesé - solo quiero que ella sepa cuanto la amo y.. lo mucho que la necesito sin darme cuenta - Exprese mientras clavaba mi mirada de nuevo en sus ojos verdes.

-Ve y díselo - me comento Sucrette mientras tomaba un sorbo a su bebida y sonreía

Entonces pensé, ahora o nunca. Sonreí y tome la mano libre de ella para llamar su atención.

-Sucrette, te amo - exprese con la voz más sincera que encontré dentro de mi mientras acariciaba su mano. Pero al mirar como su expresión cambio a la de un terrible susto. Mi sonrisa desapareció y solté su mano. solo escuche como ella murmuro un simple -¿Qué?-.

Volteo a mirarme y su expresión fue una de enojo y frustración. Para después recriminarme - ¿Por qué haces esas bromas Castiel? ¿Te parece divertido? - Se puso de pie, tomo su bolsa y salió del lugar.

Por unos segundos me quede pasmado en la silla, después reaccione y corrí tras ella. La encontré parada afuera volteando hacia todos lados esperando.

-¿Por qué te fuiste? Déjame explicarte - Dije con la voz un poco agitada por la adrenalina y por correr hacia afuera.

Volteo a verme y solo mire como sus ojos se cristalizaban.

-Hablo en serio Sucrette, quiero ser aquel que te haga sonreír, aquel a quien le muestres quien eres en realidad, aquel... que sea el único dueño de tus besos - le confesé - y que tú me ames - dije mientras tomaba con mi mano derecha su mejilla izquierda y la besaba.

Ella no correspondió al beso, simplemente se retiró de mi lado y dijo - Ya tenías todo de mí, y nunca lo viste... No puedo creer hasta donde eres capaz de llegar por tal de que no salga con Nathaniel. Eres un egoísta, nunca has cambiado y nunca cambiaras - En ese instante me quede helado y un carro se detuvo, mire como ella se subía al carro de él y se iba dejándome ahí.

Fin del Flashback

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