CAPITULO 9
TATÚM
Carpetas y libros caen de forma pesada sobre la nariz de mi hermana Jun y mía, en la mesa al aire libre del campus de la U en la que estamos y elegimos para almorzar.
Elevo mi vista de guardar prolijo, los dibujos de mis niños del Hospital en una carpetita y Juno sentada a mi lado del diseño de un proyecto de clases, para ver a Hope resoplar frente nuestro.
Juno me mira interrogante y yo intento a tragar mi risa, disimulando con acomodar mis lentes en el puente de mi nariz sin decir nada.
Pero nuestra hermanita del medio, no se conforma y con su lápiz de dibujo entre sus labios mordisqueando y arqueando una ceja muy a lo papá, le dice.
- ¿Qué onda, tu ropa?
Mientras yo apoyando mi barbilla de forma casual en una mano, pero inclinada algo sobre la mesa curiosa, la observo de arriba abajo.
- Llevas de Jun, su remera de One Direction y mis jeans prelavados con parches de todos los días... - Miro sus pies. - ...y zapatillas de deporte. - Suelto una risa, porque no lo puedo creer. - ¿Te abducieron anoche? - Pregunto y tomando la regla de 40cm de diseño de nuestra hermana, la señalo con ella. - ¡Extraterrestre! - Exclamo. - ¡Devuelve a nuestra elegante hermana gemela, de tacón y trajes! - Finalizo teatral.
Y la carcajada de Juno se siente sobre las nuestra, mientras Hope me pega en un hombro con la misma, robando de mis manos y toma asiento.
- Idiota... - Me gruñe entre risas abriendo su sándwich como almuerzo, pero no dice nada más y dando por asentado.
Cierto.
La dichosa apuesta.
De las tres, Hope es la más sofisticada y elegante.
Amante de los zapatos como el buen vestir y es sexi como bella con ellos puesto.
Pero, si en algo estamos de acuerdo con Jun sobre nuestras miradas cruzándose en silencio.
Es que se ve hermosa tan simple vestida y sin ese riguroso peinado tenso que se hace siempre y ahora llevarlos sueltos y solo sostenido...
Guau, hasta que descubrí donde han estado todo este tiempo, mi hebillitas favoritas corazón en color rojo.
En mi hermana sobre su pelo, ligeramente recogido con ellos en sus lados.
- ¿Jódeme, que vamos a almorzar con ellos? - Exclama casi escupiendo su comida, luego de una pequeña charla entre nosotras y dando de por medio bocados a nuestros almuerzos.
- No... - Dice Jun desde su lugar.
- ...puede... - Digo yo.
- ...ser... - Finaliza Hope, seguida de una maldición muy poca femenina.
Y re mierda.
Porque sobre uno de los senderos del campus y directamente hacia nosotras, cada uno con sus respectivas bandejas de almuerzo.
Vienen los chicos.
Sip.
Ellos mismos.
Uno al lado del otro.
Y saco mis lentes rápidamente para limpiarlos y volver a ponerlos, acomodándomelos mejor.
¿Por qué?
Porque son hermosos, maldita sea.
Y realmente, lo merecen cada uno admirarlos.
En sus caminatas tipo cámara lenta, donde a elección y gusto de la consumidora, se tiene para elegir entre ellos y sin envidiar a cualquier estrella juvenil del momento, ya que, son como de película por lo lindos y sexis.
Fresita la versión de un ángel caído, pero tan dulce como gótico y su mirada oscura por ese maquillaje, resaltando más su ojos azules.
Caldeo el chico rebelde y tapizado de tatuajes come mujeres de rockstar del momento, con su chaqueta en cuero negra a juego con sus pantalones, cadenas y la camiseta puesta de su banda, en letras blanca tan clara como su mirada color hielo casi oculta, por su pelo color noche cubriendo la mayoría de su rostro cayendo sobre él.
Y quiero imitar a Jun cuando tapa su boca sin poder creer, pero me limito a quedar desencajada como Hope.
Al ver a Caleb.
Dios querido...
Porque él, está hermoso de ejecutivo.
El despreocupado y parrandero primo es la cosa más sexi, latina y linda con ese traje de tres piezas en gris, camisa blanca y corbata a tono.
Y donde, ahora su pelo siempre revuelto y onda recién me levanto como no me jodan con un peine, lo lleva con un semi recogido dejando al descubierto su bonito rostro medio aniñado como anguloso, labios siempre sonrientes y ojos chocolates.
Como la peli Mujer bonita, pero una nueva versión porno adolescente y baja bragas.
Que sin poder evitarlo el muy descarado con esa sonrisa tan suya de marca registrada e inclinado hacia Hope cuando llega y con ayuda de uno de sus dedos apoyado en su barbilla, cierra la linda boquita de mi hermana asombrada por verlo así.
Todos reímos por eso, mientras Caleb se gana un manotazo por Hop tomando asiento a su lado como si nada.
Pero mi risa cae, ante el cuarto integrante.
Adivinaron.
En mi futuro marido.
El idiota.
Y sin sonrisita para él, aunque lo escaneo de cuerpo completo.
Obvio.
Imposible, no.
Si este hombre derrocha por sus poros y todo su ser, bajo ahora con su uniforme de seguridad policial.
Macho con mayúscula y en imprenta por su tamaño, un si te agarro te parto en dos nena de lo caliente que es.
Y con cada movimiento suyo, las mangas de su camisa negra apenas pueden contener toda esa masa muscular como brazos, por tanto entrenamiento tan parecido a papá como altura.
Una mezcla sexi y metalúrgica entre, Ironman por lo dulce con sus caprichos y con su humor ácido, con Robocop por su pasión por la ley y el orden.
Y No puedo, no ver a todos perpleja compartiendo la misma mesa, que somos como un maldito zoológico de personalidades adolescentes.
Juntos.
Repito.
J.U.N.T.O.S
¿Captan?
¿Y eso, desde cuándo?
- Me los crucé en la fila del comedor por comida y los invité a almorzar con nosotras... - Murmura como si nada Fresita, justificando sus presencias y ante la mirada de Jun curiosa comiendo su manzana.
Pero, nos mira a las tres.
- Quería, un almuerzo interesante en 3D... - Nos guiña un ojo muy divertido.
Diversión que hace que la ensalada que me pedí, sepa y me caiga con cada bocado como si engullera carne humana.
- ¿Divertido? - Repito la palabra como si la juntara con pala, guante de goma y bolsita, apuñalando mi trozo de tomate con mi tenedor descartable y sin disimulo mi enojo contra Cristiano.
- Es como la versión de la última cena, pero en vez del dulce Jesús... - Lo señalo. - ...el Grinch...
Y mi némesis futuro marido y padre de nuestra hijita, no se hace esperar.
¿Dejarme Cristiano, con la última palabra?
Irrisorio.
Su ego, no se lo permite.
Lleva su mano a su pecho lleno de dolor fingido, con sus ojitos verdes haciendo juego el muy puto para dar tristeza.
- El Grinch, no ofrece su pañuelo para secar las lágrimas con un abrazo como consuelo, en el Hospital a una niña caprichosa...
Y lo fulmino con la mirada antes que prosiga.
Dios santo, para que no hable de más.
- No soy caprichosa... - Le digo terca, interrumpiendo. - ...me superó una triste situación... - Verte con otra, cuando te iba a pedir matrimonio. - ...de uno de mis niños... - tú, porque te comportas como crío de 2 años, pendejo.
Y me gano su mirada odiosa.
De esas tipo, te congelo con ella.
Pero una sonrisa juguetea en su labios mientras me observa serio.
Arrugo mi nariz.
¿Qué, le es divertido?
- ¡Entonces Miss.Yo.Puedo.Con.Todo.Sola y no necesitas de mí, devuélvemelo! - Exclama.
¿Eh?
- ¿Que te devuelva, qué cosa? - Digo sin entender.
Abre su cajita de leche muy tranquilo, para poner más suspenso a la situación frente a todos los chicos, expectantes a nuestra discusión.
Carajo.
Mala señal.
- Mi pañuelo, cariño... - Se sonríe más. Pero qué, bastardo. - ...lo tienes hace una semana...
Y mi mejillas arden.
Mucho.
Porque el cretino me lo hace apropósito y consigue lo que quiere.
Que aparte de los chicos, mis hermanas me miren curiosas y sin entender.
Pero no le voy a dar con el jodido gusto y me cruzo de brazos, intentando ser natural y controlar mi rubor.
- Lo traje para lavarlo, idiota... - Miro un lindo árbol frondoso a unos metros nuestros, donde bajo su sombra un par de estudiantes conversan y también almuerzan.
Cualquier cosa, menos a él.
- ...debe estar por ahí...mezclado en el canasto de la ropa sucia... - Digo al aire, como restándole importancia y que se joda si no me cree.
Pero, cuando me vuelvo a él, su lindo rostro de mierda me recibe muy relajado para mi gusto personal.
Demasiado, relajado.
Bebe su leche como si nada, para luego de lo más tranquilo descansando su mejilla en un puño apoyado sobre la mesa, mirarme divertido.
Me arquea una ceja.
- Mentira. - Suelta, recorriéndome con sus ojos bosque levemente y de forma muy explícita como la otra vez con poco disimulo.
Pero que, pervertido.
- Lo debes llevar a todos lados, para llevarme contigo... - Murmura suave del otro lado, causando que un trocito de tomate caiga de mi boca a medio masticar y sobre la mesa. - ...dormir con él, bajo tu almohada... - Su sonrisa aparece. -...y olerlo para sentir mi perfume cuando te tocas, porque me extrañas en las noches... - Niega divertido. - ...Y créeme Tate, eso no es sano... - Eleva un dedo hacia mí. - ...y un acto muy egoísta. Eso no se hace, hay que aprender a compartir...
¿Que comparta, qué?
Y mis ojos se abren al entender con mis mejillas subiendo dos tonos más, ante la risotadas de todos por su dicho recordándome que, no a las camas separadas una vez casados como único pedido a mis reglas a futuro.
Pero que hijo de***
- ¡Imbécil! ¡Ya quisieras! - Chillo, recogiendo mis cosas y por más, que solo él lo va a entender.
Sip.
Me marcho, antes de que se ponga fea la cosa.
Mejor dicho.
Caliente.
Y por ende.
Haga algo irracional, como pasar de esta confrontación ardiente a querer cogérmelo desesperadamente.
¿Muy sincera?
Sip.
¿Para qué, mentir?
Lo soy.
Nada nuevo para mí, cuando Cristiano se pone en perro sexi, donde mi sistema nervioso se humedece por él.
Créanme.
Eso, existe también.
Y por ende, me desata órdenes incongruentes como besarlo de forma loca y pegarle un rodillazo en los testículos.
Para luego, besarlo otra vez y arrancarle la camisa con los dientes y poder lamer toda esa mierda de pecho tonificado y durito que tiene, seguido abofetearlo por ser un cerdo pornográficamente hermoso.
¿Bipolar, como papá?
Sip.
Totalmente.
Lo acabo de descubrir esta mañana.
Pero en mis planes, estaba que nadie lo supiera y menos el idiota en todo esto.
Como también, que había atinado en cuanto a su condenado pañuelo que lo llevaba conmigo ahora y ciertamente, dormía con él.
Pero, no para tocarme.
Sino.
Suspiro.
Por el simple hecho, que era un pedacito de él.
Mío.
Y para mí.
De solo, él.
Y pese a que Cristiano, es toda esas mierdas ácidas con su humor como carácter raro.
En ese momento, me lo había dado de corazón...
Pero mis intenciones no estaba que lo supiera, he hice lo primero que se me ocurrió por la cabeza.
Mirarlo con desprecio con una mano en la cadera, continuo de forma insinuante y delante de todos.
En especial fijos mis ojos en él, con las caricias de mis manos recorrer la silueta de mi cuerpo de forma sugerente.
Despacito.
Para murmurar.
- Si, me toqué... - Le doy la razón y me mira raro como desconfiado por eso.
Acaricio el contorno de mis pechos por sobre mi ropa y verlo con su mirada fija en ello tragando saliva, me da satisfacción.
- ...en las noches... - Prosigo y cierro mis ojos, al venir mi mente la noche del campamento.
Cada unas caricias.
Besos.
Cuando con cuidado y suavidad, me penetró.
Fue dulce.
Lento.
Cuidadoso.
Tan cuidadoso.
Y con el orgasmo de los dos, más hermoso del mundo en nuestra primera vez.
Pero abro mis ojos y con ira.
Porque, muerta ante que lo sepa.
- ...pero jamás por ti! - Mi turno de sonreír. - ...porque cada vez que me vengo, es por el lindo enfermero Ben...
Y lo dije.
Punto.
Y a la mierda todo.
Y miro ofuscada mientras recojo mis cosas dando fin a esto, por sobre las risas de todo y de un Fresita haciéndose aire con un cuaderno, exclamando lo intenso que fue todo esto.
No me importa.
Y sin más, que con un saludo ligero a todos me marcho, porque está próxima mi entrada al Hospital y extraño mucho a Luz.
Y porque jodidamente, tengo ganas de llorar...
CRISTIANO
La miro marcharse por el sendero hacia el estacionamiento del campus, perdiéndose entre los estudiantes y arboleda.
Y por un lado, agradezco que lo haya hecho, ya que y aunque, hoy si llevo mi ropa interior como siempre, la erección que tengo y disimulo bajo la mesa, lucha entre mis piernas pidiendo a gritos atención.
Y una palabra más de mi Tate relatando sus noches húmedas y juro, que acababa entre mis pantalones.
Y mucho.
Pero su últimas palabras, pese a que amenazaban que mi amigo decayera, me entró la risa.
Niego divertido.
Mi pequeña, mierda dura.
Cruzo ambos brazos por detrás de mi cabeza, relajado mirando el cielo.
No a mí, Tate.
No me puedes mentir...
Si tus ojitos cerrados y cada fibra de tu cuerpo hablando de ello como recorriendo tu cuerpo, me decía que era por mí.
Por ese recuerdo.
El tuyo y tan mío, también.
De esa noche en el campamento.
Suspiro fuerte.
- No puede ser más hermosa y la odio por lo jodida... - Pienso en voz alta.
Y de golpe siento todas las miradas en mí, de los chicos y que aumenta ante ese suspiro delator que se me escapa también.
Me incorporo, aclarando mi garganta.
- ...todavía no perdona, que le gané siempre a las escondidas y me comiera sus galletas rellenas de niños... - Justifico.
- ¿Y tú, a dónde vas? - Me pregunta Caleb, enviando como recibiendo mensajes desde su celular.
Me encojo de hombros.
- A trabajar...
Su sonrisa pérfida aparece, dejando a un lado su móvil con toda su atención en mí.
Rasca su mandíbula pensativo y sospechosamente.
- Ohh... - Mira la hora. - ...pero, tu turno en el Hospital no es más tarde?
Puto.
- Horas extras, cabrón... - Digo con disimulo tomando mi bolso, mientras lo cuelgo sobre mi espalda y a modo despedida.
Y me importa una mierda sus miradas en mi persona por todos y que se den cuenta que tomo el mismo camino, casualmente que Tatúm.
La veo de lo lejos con sus pasitos decididos a su coche y abriendo la puerta de este, para subirse.
Y apuro los míos por eso.
Pero a mitad de este, mi jodido celular comienza a sonar.
Una y otra vez como esta mañana con Tate y es el mismo ringtone de llamada que tan celosa la puso a la odiosa.
Ruedo mis ojos.
Si supiera, de quién son estas tales llamadas.
- Grands. - Gruño, atendiendo y maldiciendo para mis adentros, al ver que su auto se va y no la alcancé.
Mierda.
Es de la jefatura, me piden que vaya hasta la estación.
Frunzo mi ceño, volviendo mis pasos a donde dejé la camioneta.
Extraño.
De la departamental me llamaron de forma insistente a la mañana y ahora.
¿Y me piden, presencia inmediata en mi día libre?
¿Pero, para qué?
TATÚM
Extraño.
A eso me sabe enterarme por otro compañero de seguridad en el Hospital, que el idiota avisó por un imprevisto que le surgió, que hoy no viene a trabajar por la tarde.
Sip.
Muy extraño.
Y con un dejo amargo en la boca.
Cuando lo sentí como si me estuviera tocando físicamente al irme del almuerzo de los chicos, por estar a metros de distancia de mí, y aunque disimulé muy bien no estar atenta a su presencia siguiéndome, lo sentía como vi luego al subir a mi coche, que se detuvo a su medio caminar para atender el jodido celular.
Con Lulú en mis brazos, termino mis últimas guardias auxiliares de control.
Trato de estar todo lo que puedo en tiempo con ella.
Chequeo mi hora.
En breve debo irme y no la veré, hasta mañana bien temprano.
Condenada mierda, que todavía no puedo llevármela conmigo.
Saludo al último niño que ayudo con su madre a recostarlo y que besa con cariño la frente de mi bebé a modo despedida, mientras me encamino a la puerta para dar fin a mi turno.
Y evito no llorar, mientras la recuesto con suavidad ya en su cuarto a mi hijita, bajo sus balbuceos para irme y sobre la palmadita de cariño de Tini a mi espalda junto a mí.
Apago las luces y solo dejo encendida el velador con su tenue luz a un lado de su cunita y que refleja sobre las paredes, formas de estrellas como planetas del universo, mientras gira y acomodo a su lado el peluche que el idiota le regaló, cuando nos cruzamos en la tienda.
Sonrío sobre mis ojos lagrimeados, porque pese a ser tan chiquita nuestra bebita la adora y no llora, si lo siente a su lado.
- ¿Te fijarás en ella, cada hora? - Le digo a mi amiga, ya que hoy le toca su guardia de 12h.
Besa mi mejilla y me empuja sobre mis ambos hombros a la salida con cariño, una vez que Lulú empieza a quedase dormida.
- Claro cariño...no te preocupes... - Me dice bajito y abriendo la puerta por mí. - ...relájate...descansa y duerme mucho... - Cierra esta con cuidado, una vez fuera.
Me mira.
- ...Tat, necesitas dormir y mucho...yo te llamo si algo sucede...
Asiento, mirando por última vez esta cerrada y encaminándome al room de médicos en busca de mi abrigo como cartera de mala gana.
Si no fuera por que tengo que ir a mi nueva casa para asearla y en breve dejarla lo mejor posible para la mudanza definitiva en días y ante la llegada de la nueva asistente social, para darme el okey de mi tenencia completa de Lulú durante el trámite de adopción, llamaría a mis padres para avisar que paso la noche aquí.
CRISTIANO
- ¡Felicitaciones! - Me dice el capitán rodeando el escritorio de su oficina, en busca de una taza de café a un rincón de esta.
No respondo.
Me limito a leer lo que el único papel que sostengo entre mis manos con sello nacional, firmas y felicitaciones de por medio, que me comunica.
Que me ascendieron.
Guau. Guau y re guau.
Lo que tanto soñé.
Tanto sacrificio hice y me gané a base de esfuerzo, dedicación y abnegación casi renunciando a mi adolescencia por ello.
Para ser parte de la división superior de la fuerza policial.
Un novato en sus comienzos, pero con la posibilidad de crecer a grandes pasos por mi corta edad y perseverancia.
- Di algo, muchacho. - Me dice, golpeando mi hombro con satisfacción detrás mío y como yo, mirando el papel.
Mi expresión es de asombro, pero lleno de alegría.
Y niego, aún si poder creer.
- Yo...gracias, señor... - Digo, con mis ojos sobre él todavía.
- Llegarás lejos, Grands... - Augura, dando un sorbo a su café mientras vuelve a su silla.
Me mira, sobre su escritorio ya sentado.
- Gracias, señor. - Repito, por su alta confianza sobre mí.
Niega, pasando una mano sobre sus bigotes con satisfacción y orgullo.
- Muy merecido. - Me mira. - Eres el mejor del escuadrón y no lo digo yo... - Señala una carpeta cerrada a un lado de su escritorio que es la mía. - ...tus calificaciones como el informe de tu desempeño en la departamental y función en las calles, lo avalan...
Afirmo con seguridad y sin pecar a soberbio.
Porque, no lo soy.
Solo amo mi vocación y el empeño que le pongo a mi carrera.
Desde niño y siendo siempre mi ejemplo a seguir mis padres.
- Ya no más patrullajes como un simple cabo, muchacho. - Exclama y sonrío.
- Así parece... - Murmuro feliz.
Asiente, dando un último trago a su bebida caliente, para luego de un cajón abrir y sacar un sobre oficio en papel madera.
- Jodida suerte que tienes... - Lo extiende, para que lo tome y eso hago. - ...aquí detalla tu circuito nuevo de entrenamiento especial para ser parte de esta Elite... - Me dice, acomodando mejor su cuerpo contra el respaldo de su silla, tan grande y preparado como el mío.
Señala el sobre.
- ...ahí, te detalla tu nuevo entrenamiento... - Prosigue. - ...nueva vida... - Continúa. - ...para luego, nuevo lugar para establecerte y ser parte en donde te asignen...
Abro el sobre feliz, pero me detengo a media marcha al escuchar esto ya sin sonrisa.
Pero sí, con mi mirada perpleja.
Un momento.
Rebobine jefe.
¿Qué mierda, dijo?
- ¿Disculpe, señor? - Formulo.
Abre sus manos sobre él, como si eso lo diera por asentado y explicado todo.
- Tu entrenamiento especial para la fuerza, solo sería una entrada en calor para ti... - Me explica. - ...lo que a casi todos les lleva meses o un año, a ti Grands solo un par de semanas por tu estado físico y armamental. - Dice. - Eso no impediría que la central ya te designe tu cargo laboral y radicación en otro lado sin problema...
No entiendo.
Sacudo mi cabeza y cierro los ojos.
Porque sí, entiendo maldita sea.
Pero...
¿Enviarme a otro destino, que no sea acá?
Aunque las probabilidades, son de casi un cien por ciento en este tipo de cargos y nada nuevo.
Sin ir más lejos, mi padre que siendo de otro estado lo designaron acá y donde Collins su mentor, lo especializó como entrenó después de un par de años como detective a trabajar, bajo su tutela y el respaldo de la fuerza para entrar juntos en TINERCA y para tío Herónimo.
Tiempo después, conoció a mi madre aquí y consolidó como su hogar acá, para formar su familia definitivamente y siendo originario de otro lado.
Lo mismo, que sería mi caso en cuestión.
Establecerme por ende, en otro sitio.
- Tu edad te acompaña como tu fortaleza para cumplir semejante desarraigo, Grands. - Abre mi carpeta personal.
Lo chequea entre hoja y hoja.
- Eres joven, fuerte, perseverante... - Da vuelta una página. - ...y lo más importante... - Eleva su mirada a mí. - ...soltero. No tienes familia y por lo tanto, hijos... - Cierra dicha carpeta. - ...que te aten y arruinen, este gran paso en tu carrera profesional... - Finaliza.
Ante mi silencio intentando procesar todo, me mira profundo.
- ¿Muchacho, entiendes lo que te digo? - Pregunta. - ...esta oportunidad solo se le presenta a pocos afortunados... - Murmura. - ...jóvenes capaces y que nacieron con una estrella. - Me señala. - La estrella de la vocación y pasión por esto... - Culmina.
Humedezco mis labios asintiendo, mientras se pone de pie para estrechar mi mano con fuerza y determinación.
Porque, están resecos y yo confuso.
Y así, salgo de su oficina, aún tratando de entender esto y con el sobre en papel madera y con el sueño por el cual luché en mi vida entre mis manos.
Mi ideal a seguir.
Mi meta ansiada, cual por escrito dice y me da la bienvenida a las fuerzas armadas Elite de la policía y renglones más abajo, sobre un espacio en blanco que aguarda por mi firma aceptando esto.
Como destino final.
Y me apoyo contra una pared próxima, porque lo necesito, ya que lo que tanto añoré y desee con mi alma desde niño admirando al abuelo Collins como papá.
Ahora, es jodidamente.
Mi Dios y mi Cruz.
Porque mi mente, solo tiene una imagen entre mis dudas y este anhelo que quiero cumplir.
Perseguir.
A Tate con nuestra bebita Luz, entre sus brazos colmándome con los recuerdos.
A mi Tate con Lulú y ese lindo recuerdo, riendo a más no poder sobre la cama y contra mi cara de asco e intentando no vomitar en el proceso, retrocediendo contra una pared y lo más lejos de mis amores, cuando le cambió el pañal sucio esa vez en la habitación del Hospital.
Y a su lindo rostro de odioso amor hacia mí, al ver que coincidimos en la cafetería de la tienda cuando derrumbé las latas acusando mi presencia, para luego disimular enojo, porque moría de la risa y felicidad, notando que dentro de mi carro de compras había un peluche para nuestra Lulú como pañales.
A veces sonriendo y otras con ganas de saltarme a la yugular mi chica.
Pero siempre, el recuerdo inunda mi alma.
Siempre.
De Tate con mi Luz, entre sus brazos.
Ambas.
Las dos mujeres de mi vida.
Esperándome...
TATÚM
Con mis puños sobre cada lado de mi cintura, frente a la cochera abierta de mi nueva casa.
Con un kilo de polvo y tierra sobre mí.
Telaraña como adorno, aparte de mi docenas de hebillitas de animalitos sobre mi recogido, que momentos antes de la limpieza de la casa era algo mas decente.
Admiro luego de limpiar afanosamente y sin descansar desde que llegué del Hospital, para aprovechar las pocas horas del día que quedaban, en asear mi nuevo hogar.
Sonrío.
Como madre a futuro.
Dejo de sonreír.
Como esposa a futuro del idiota.
Y mis hombros se desinflan, al notar que el mayor lío como desorden es la cochera.
Pero me obligo a levantar el ánimo ante tantas cajas, bolsas y algo de muebles apilados y más cajas.
Muchas pero muchas más cajas, que una arriba de la otra y por sobre los lados de ambas paredes, decoran el interior de esta.
- Una de mis hermanas, me ayudará... - Decreto y sonrío feliz, pasando el dorso de mi mano por mi frente sudada de tanto limpiar.
- Ay, carajo... - Maldigo, notando que mi mano llena de tierra y por tanto polvo con la humedad de mi transpiración, al mirarme por el reflejo del cristal de una ventana, me manché mi frente de color marrón. - ...pero, qué mierda? - Blasfemo al ver que lo empeoro, al intentar secarme con mi camiseta que llevo puesta y que también la ensucié.
Un carraspeo con una tos discreta, se siente suave y educadamente a mis espalda.
Ni me molesto en voltearme y solo me limito con una mano en alto a echar a quién mierda sea.
- No soy de ninguna religión, ni quiero comprar nada... - Digo de mala gana, intentando sacar la mancha de tierra a mi camiseta con saliva y un dedo sin prestarle atención.
Lo sé.
Es asqueroso, pero lo único que se me ocurre.
- En realidad, no soy nada de eso... - Me responde de forma tranquila esa voz femenina y con tanta decisión. - ...Tatúm Mon? - Pregunta.
Y me encojo sobre mis hombros, al escuchar que pronuncia mi nombre como apellido y arrugo la tela por poner como puños mis manos que sostienen esa parte de mi ropa.
Elevo apenas mis ojos al cielo.
Por favor, Diosito.
Que no sea, quién creo que es...
Y volteando lentamente y con mi mejor sonrisa.
Recibiéndome su postura como su lindo traje de sastre en dos piezas de saco y pantalón puntillosamente abotonado y llevando un maletín en una de sus manos, que no deja de observar con sumo detalle.
Carajo.
Toda la fachada de mi casa acercándose más a mí, como al garaje abierto con su gran puerta abierta de par en par a la calle como vecindad que nos rodea.
Para luego, acomodando sus bonitos lentes mejor en el puente de su nariz, observarme de cuerpo entero y de forma minuciosa.
Y yo, quiero que me trague la tierra y me escupa bien lejos.
En lo posible, en una isla desierta por mi harapos mugrientos y ni hablar, de mi poco decente forma de presentarme ante su repentina aparición, lejos de una dama de salón por mi boca.
Pero no dice nada al respecto y eso me afecta más que si lo hubiera dicho y solo se limita a extender su mano libre frente a mí.
- Soy Yaritza Hernandez... - Se presenta.
Y sip.
Lo es.
Ya que el nombre con el cual se presenta, estaba escrito al final de la carpeta que nos entregó la secretaria de la jueza Beluchy la semana pasada y donde entre nuevos pedidos a cumplir, estaba este nombre y apellido de la asistente social a cargo nuestro.
- ...la trabajadora social asignada por el juzgado de menores a su pedido con su futuro marido, en la adopción de Luz... - Continúa adentrándose más al garaje y yo la sigo.
- Si, soy Tatúm... - Solo me sale avergonzada y casi tartamudeando, porque quiero caer de rodillas implorando disculpas por mis fachas y mi vocabulario.
Y rogarle con mis manos unidas, que no ponga nada malo en su primer informe y por una nueva oportunidad.
Pero, la frenada fuerte de un coche nos interrumpe en la casa vecina de al lado, ingresando a su garaje.
Seguido de un portazo de dicho coche y continuar con un fuerte gruñido de mal humor de un hombre de fuertes pisadas, cerrando esta como si le debiera dinero.
Más bufido.
Seguido de otra palabrota y un "por qué a mí, maldita sea" y "me cago en mi jodida suerte."
Para luego y como final.
Otro gran y estruendoso portazo de mucho mal humor y supongo, de la puerta de entrada.
Y ambas, no miramos sobre nuestros lugares y sin movernos.
- Guau... - Digo sin mucho que decir y rogando que esto, tampoco afecte mi adopción por Lulú. - ...parece que mi nuevo vecino, no tuvo un buen día... - Intento sonreír, para sosegar el ambiente tenso que hay ante nuestras presentaciones comenzada con el pie izquierdo y su rostro serio. - ...Y no es, nada mío... - Aclaro ante cualquier duda y que no me perjudique. - Ni lo conozco... - Juro, cosa que es verdad.
- No sería un buen comienzo, por su ejemplo a seguir... - Murmura.
Y yo al fin puedo sonreír con un suspiro de alivio, ante el rostro relajándose de la trabajadora social por ello y al escucharme, mientras camina unos pasos hacia la única ventana que da a la casa vecina para mirar y la imito jurándome a mi misma, no tener ningún tipo de contacto con este vecino grosero.
- Totalmente... - Digo a sus palabras, pero arrugo mi nariz al llamarme algo la atención y obligándome que me pegue más a la ventana.
Y es, que sobre la suave brisa que se levanta anunciando la próxima noche.
Ver y notar tanto la trabajadora social de mi Lulú como yo, que sobre el aire y meneándose suavemente al compás del viento y sobre las dos casas.
Flota un tipo cordel de mi color favorito.
Haciéndose vuelo, yendo y viniendo.
Pero, lo raro como extraño.
Jamás alejándose, entre las dos propiedades y para luego, como si teniendo vida propia.
Elevarse y hasta podría apostar, porque lo parece.
Juguetear y perderse después, sobre los altos de las ramas de un hermoso árbol que comparten ambas casas y divide estas.
O las une...
- El hilo rojo... - Suelta Yaritza y la miro por ello.
Pero, no voltea ante mi mirada curiosa y extrañada.
Su mirada continúa, donde jugó a las escondida esa hebra de tono rojo.
- ...dónde, las personas están destinadas a estar juntas... - Finaliza, para voltear levemente a mí y mirarme de forma profunda.
¿Eh?
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