CAPITULO 8

TATÚM

Después de ese medio tierno como raro episodio, de mi No.Propuesta.Pero.Si.Propuesta. Al.Fin. de casamiento con el idiota, la semana siguiente transcurrió demasiada calma para mi gusto entre él y yo.

Mucho para planificar en corto tiempo, donde se juntaron un par de guardias mías de 12 horas en el Hospital y de él, en la fuerza policial otro tanto.

Cual prácticamente no nos vimos, pero en el escaso tiempo que hicimos coincidir nuestros ratos libre.

Dos cosas.

Una.

Presentamos los formularios y papeleríos correspondientes por ambas partes, para la adopción de Lulú en el juzgado infantil.

Siendo puro amor con abracitos de ambos y besitos en mi sien por parte de él, frente a la secretaria de la jueza con su mirada de "Oh, que bonita pareja" recibiendo nuestros informes sobre su mesa y bajo un suspiro mío de alivio como el de mi cretino futuro marido y padre de nuestra hija también, por todo seguía de acuerdo al plan sin sospechas.

Pero rodé los ojos cuando ella se giró sobre su silla y guardó nuestra carpeta, entre los archivos del día en un cajón.

Si supiera...

Y Cristiano tragó su risa burlona, cuando de un manotazo mío y fuera aún, de la vista de la secretaria, su impúdica mano rozó mi trasero por sobre mi pantalón en ese "abrazo de enamorados" de forma casual y sin querer.

Pero, que cabrón.

- Vuelve a tocar mi trasero y juro, que tendrás que aprender a disparar tu arma con lo pies... - Amenacé entredientes, susurrando y sonrisita de mucho amor ante la mirada elevada de la secretaria, buscando no se qué de otros cajones para entregarnos.

Se inclinó con suavidad sobre mi oído, ocasionando que nuestros cuerpos se unan más.

Mierda.

- ¿Nerviosita? - Murmuró, seguido a una nalgada provocadora y desafiante, con disimulo ante la gente.

Pero, no mía y a ese contacto por demás para mi desgracia a gusto.

Disimula, Tate.

Lo taladré con la mirada, arreglando una de mis hebillitas con forma de estrellita de mi pelo.

- Te vas a arrepentir, Cristiano... - Gruñí, sobando mi trasero con la otra mano y rió, abrazándome más contra él en el momento que la secretaria volvía a nosotros.

Carajo.

Lo disfrutaba a todo esto el muy bastardo.

Y dos.

Después de nuestra sobreactuación de pareja perfecta frente a la gente debida y una vez saliendo del edificio junto a la acera de entrada de este a modo despido.

Ambos de forma odiosa y sin un gramo ya de ese amor afectuoso, nos mirarnos de arriba abajo, pero manteniendo poca distancia, ya que seguíamos en campo enemigo y a la vista.

Nos murmuramos.

- ¿Cómo sigue, esta mierda? - Preguntó aburrido y acomodando el abrigo que lleva, para cruzar esos por demás brazos musculosos que no dejaban nada a la imaginación, bajo su camiseta oscura ceñida a ese cuerpo dotado y marcado que el Dios de los cielos y el gimnasio diario con sus pesas le dio.

Le blanqueo los ojos con indiferencia.

Muerta antes que se de cuenta, que un hilo de baba amenaza de mis labios por sus pectorales que se marcan, aún más por llevar los brazos así y con cada respiración que da.

Tiro un mechón de mi pelo detrás de mi oreja, que se soltó del agarre de mis hebillas echando un vistazo a la carpeta con hojas en su interior que nos entregó la secretaria, mientras saco de mi morral cruzado, mi bolígrafo de corazones rojos con un pom pom peludo en su punta de mi color favorito.

Acomodo mis lentes mejor del puente de mi nariz, mientras su celular comienza a sonar del bolsillo delantero de su jeans.

- Pues, como yo lo veo y dice acá... - Su celular no para y me detengo, mirándolo raro.

Lo señalo con mi boli.

- ¿No piensas atender?

Hace seña de impaciencia con su mano a los papeles que llevo entre las mías, por saber y como le importara más.

- Puede esper... - Lo interrumpe otra vez, la cosa insistiendo con otro llamado.

Y arrugo mi nariz.

Sospechoso.

Porque no se molesta en sacarlo de su pantalón, mientras sigue sonando una y otra vez.

Y mi pecho se oprime.

Porque ninguno de los dos tenemos trabajo hasta la tarde y solo en el Hospital de papá.

Ya que, el idiota hasta mañana no entra a la jefatura por sus guardias correlativas.

¿Acaso, es una mujer?

Sé que, cuando no tiene trajín policial al otro día, acompaña en las noches a Caleb como Caldeo en el bar WeySky, donde canta con su banda para toda la gente.

Y por ende.

Epicentro de chicas estudiantiles sexis, grupies o zorras de turno a la espera de un zarpazo por alguno de ellos.

Y reprimo mi ahogo triste.

Porque es lugar también, donde Cristiano casi todas esas noches y sin disimulo siendo testigo o no, llevó a una del brazo a la salida y dando como fin su noche.

Que sin escrúpulos, media ebria o del todo.

Culminar su noche de parranda con una cogida de turno.

Y asesino con mis dientes, una parte de mi bolígrafo a la espera que atienda ese jodido móvil que no para de sonar, mientras lo miro ahora yo con poca paciencia.

Pongo una mano en mi cadera, descansando todo mi peso en un pie y resoplo otro mechón de pelo que me cae sobre un ojo.

- Yo que tu, atiendo... - Vuelvo a señalar su celular entre sus pantalones gloriosamente ajustados. Aclaro mi garganta. - ...te reclaman...

A la mierda.

Lo dije.

Que se joda.

No me importa.

Y creo, que quiere reír.

Aunque no podría decirlo bien.

Su cara de siempre de pocos amigos entre agria y hermosa, con su mirada verde y fría a juego con la mañana, no me lo deja muy en claro.

Y su ceño se frunce.

Nop.

Negativo, como dirían ellos en su jerga policial.

No hay risita escurridiza en su mirada ahora de mierda.

- ¿Que me reclama...quién? - Exclama sin entender, cruzando algo sus piernas molesto.

Ok.

Perfecta actuación.

Dentro de mis celos locos por sobre ese condenado teléfono que no para, aún de sonar.

Lo reconozco, es admirable y me encojo de hombros como si nada y volviendo a la carpeta abierta entre mis manos.

- ...No sé, dímelo tu... - Doy vuelta una página. - ...ayer, fue tu noche libre... - giro la misma hoja. - ...fuiste al bar WaySky?

Sutileza Tate, sutileza.

Cambia la postura, cruzando más sus brazos.

Hermoso el jodido.

- ¿Y, con eso? - Me dice.

Acomodo mis lentes.

- Pues trasnochada...música...chicas...intercambio de teléfonos... - Elevo apenas mi mirada a él, para señalar el bolsillo que tiene ahora ya un celular mudo, después de seis insistentes y prolongadas llamadas telefónicas.

Sip.

Las conté.

Lo siento, no me contuve.

Lleva una mano a sus labios y los frota pensativo.

Muy pensativo.

Para luego lanzar un corto y para mi gusto personal, escaso justificativo.

- ¿Y? - Diciendo otra vez y como si nada.

Pero, que perro.

Le estrecho los ojos.

¿Pero qué, respuesta estúpida es esa a una mujer?

Y disimulo mi ganas de arañarlo.

- Pues que una de tus chicas de turno, debe reclamarte... - Digo al fin.

Me eleva una ceja.

- ¿Alguna de mis chicas? - Repite sin entender.

Astuto.

Y cretino.

Y lo perra me sale de adentro, mezcla de celos.

Apoyo un lado de mi bolígrafo sobre una mejilla y con aire de indiferencia lo miro.

- Las de anoche en tu salida nocturna, Cristiano... - Suelto un resoplido aburrido. - ...deberías atenderlas... - No me aguanto. -...un ETS que seguir propagando, tal vez?

Y su cara es un hermoso granito en tono manteca al escucharme, porque no gesticula ningún movimiento en él, que solo está mirando.

De forma dura.

Y perfecta con su rasgos definidos y muy macho, bajo su correcto pelo corto en color claro y mirada verde bosque pérfida y llena de...

¿Humor?

¿Eh?

¿Pero qué, mierda?

Y ante mi cara, ríe de buena gana confirmándomelo.

Porque niega divertido por mis palabras, acomodando el saco que llevaba de abrigo entre sus brazos, mientras se lo pone ante la fresca mañanera y mientras yo, hiervo de la bronca.

CRISTIANO

Su carita va tomando su lindo color favorito.

Rojo.

Pero fuego, aunque lo quiere disimular.

Y no me aguanto la risa que escapa de mis labios, porque toda esta situación se estaba tornando divertido y reafirmando, mi hipótesis a esa siempre duda que tuvo.

Dios.

¿Realmente, piensa eso de mí?

Sip.

Su rostro desencajado la delata, por más mierda de disimulo y empeño que quiera poner, ante mi celular sin parar de sonar.

¿No es más fácil preguntar, quién llama de forma tan insistente?

¿O que hago con cada chica que me llevo en mi noches libres y al finalizar en mis salidas del bar WaySky?

Pero solo me limité a observarla desde mi lugar, mientras hablaba muy segura de sí, como concentrada y certera a lo que me decía, totalmente convencida.

Y a la espera de que yo atienda el puto teléfono, que me negaba a hacerlo frente a ella.

Porque Tate como lo que esa jodida carpeta nueva que nos entregaron, aunque aparenté aburrimiento.

Para mí, eran más importante en este momento.

Hasta que hizo algo, que me sacó de mi toma de control en todo esto.

Cuando puso su infantil bolígrafo de corazones rojos en su boca y a la espera de mi respuesta.

Mordiéndolo.

Mierda.

Y mi pene se movió.

Y re carajo.

Me empecé a ponerme duro.

Disimula, Cristiano.

Y crucé como pude mis piernas como si nada, mientras seguía insistiendo.

Mucho.

Más y rematando muy a lo perra, lo de mi trasmisión sexual y que me hizo tanto reír.

Acomodo mi saco que traje como abrigo, negando divertido por toda su mierda celosa como cría de 5 años y retomando el control otra vez.

- ¿Por qué? - La miro sobre el cuello de mi abrigo arreglando con mis manos y disimulando mi risa. - ¿Estas abierta a la idea? - Pregunto desafiante y seductor, sobre su mirada fulminante y llena de odio a mí.

- ¡Cochino! - Me chilla, elevando la dichosa carpeta sobre los dos.

La sacude para que focalice en ella.

- No me interesa tu vida sexual y comunitaria cretino... - Gruñe. - ...pero, recuerda que debe acabar... – Niega y se corrige. - ...quiero decir, ser menos notoria ante el público. No olvides que está en juego la adopción de Lulú y pronto... – Pausa y mira para un lado. - ...pronto... - Le cuesta.

Suspiro.

- ...pronto nos vamos a casar y será mal visto... - Digo por ella.

Asiente, titubeando y algo atormentada.

Resoplo mirando el piso, porque no puedo creer pese a la mierda que le hice esa noche del campamento, no confíe en mí.

- Tate...lo que ves cada noche que coincidimos en el mismo lugar en salidas nocturnas, cuando voy del braz... - Intento acercarme.

Porque la necesito.

Pero muerdo mi labio para reprimir mi ira ante su rechazo, cuando retrocede la misma cantidad de pasos.

- No... - Me interrumpe. - ...no quiero saber tus líos amorosos de cada noche... - Murmura. - ...esto, es una negociación... - Me mira fijo y acomodando sus lentes. - ...una sociedad...

- ¿Socie...dad? - Me atraganté como si me hubiera tragado un ladrillo.

Eleva un hombro como dándolo por hecho.

- Sip, sociedad Cristiano. - Repite convencida. - Nuestro matrimonio... -Vuelve abrir la carpeta. - ...es todo por Lulú...

Y quiero hablar, pero me calla con una de sus manos en alto mientras la sigo camino al estacionamiento.

- Sociedad que bajo términos consensuados... - Nos señala a ambos. - ...por ambas partes, seguiremos con el hasta su fecha de caducación...

Y me detengo de golpe, provocando que no solamente la jodida mujer arpía que amo, lo haga abruptamente al verme.

Sino.

Que casi quede viuda antes de casarnos, por casi llevarme puesto un coche en medio de los parking circulando por quedarme sobre mi lugar ante sus palabras y negligencia mía, ganándome bocinazos de su parte como gritos del hombre conduciendo, recordando a mis antepasados.

- ¿Caducación? - Digo.

Afirma, retomando su caminata a su coche y al notar que estoy ileso.

Ríe rodeando este y buscando sus llaves del interior de su cartera, para luego mirarme una vez que las encontró.

- Cristiano... - Me dice del otro lado abriendo la puerta. - ...no pretenderás que estaremos casados para siempre ¿no?

Y mi corazón se detiene.

Porque, jodidamente especuló en todo.

Cuando, yo no.

TATÚM

Y mi corazón se detiene.

Duele.

Porque jodidamente escucharme decir eso en voz alta, es como puñal para mi pecho.

Tal vez, como tres en realidad.

Porque y aunque semana atrás en la habitación de juegos, donde platicamos por última vez y yo cubrí mi rostro contra mi Lulú en mis brazos, ante esa posible felicidad del para siempre juntos con Cristiano.

Había que ser realista.

Teníamos que ser ambos realistas.

Y esa llamada insistente de momentos antes, me lo señaló.

Esto solo era como quién dice, un manotón de ahogado de su parte ante mi desesperación ante la perdida de nuestra Lulú.

Y por ende.

Negociación.

Si.

Solo un concreto acuerdo por ambas partes.

Dónde, si podía haber flotando la palabra hogar una vez casados y con Luz ya entre nosotros, no podía obligar al idiota a sacrificarse para siempre por nosotras.

Y su jodido teléfono constantemente sonando me lo confirmó.

Esa vida social.

Su vida social.

Que, aunque duela como perra, haya mujeres o no en ella.

No era de mi incumbencia a largo plazo.

Uno que debía haber, bajo nuestros términos y condiciones en este mutuo acuerdo marital.

- ¿Qué? - Se apoya sobre el techo de mi coche y con su mirada totalmente ceñuda sobre mí. - ¿Jodéme que harás algún tipo de contrato sobre papel con exigencias de ambas partes a por cumplir y respetar?

- Es la idea... - Confieso y protejo mi llanto triste con otra sonrisa. - ...nos protegerá...

Y mira para todos lados indeciso sin poder creer.

- ¿De quién, Tate?

Abro más la puerta del conductor, porque quiero dar fin a todo esta mierda.

- De nosotros mismos, Cristiano. - Punto.

Una vez en el interior de mi auto, solo puedo ver a través de la ventanilla del acompañante una parte de su cuerpo.

Porque el muy jodido cavila, aún mis palabras apoyado sobre el techo con sus minutos de silencio.

He intento no concentrarme en esa hermosa como gran porción de esa parte y que me deja a la vista, bajo su cinturón de cuero sosteniendo esos jeans que le quedan de muerte, como culito respingón mientras me muerdo mi labio superior por pensamientos bombardeando mi cerebro en tomar con ambas manos esa gran poción reteniendo su pantalón como cremallera y comerlas a besos.

O mejor aún.

Morderlo.

Sonrío ante la idea siguiente.

O chuparlo.

Y cuando inclinó de golpe sobre la ventanilla su cabeza, explicando no se qué, porque no llegó a tiempo a mi cerebro esa información por estar comiéndolo con mi mirada en esa zona.

Mierda. Mierda y mierda.

Se queda a medio hablar, ya que se dio cuenta como mis ojos estaban en su entrepierna de forma soñadora.

Cabrón.

Y sonrió de satisfacción sin dejar de explicar, lo que fuera que estaba diciendo medio apoyado sobre la ventanilla baja.

- ...y punto. - Dice finalizando.

Cierro mis ojos para acomodar mis ideas.

Dios, no oí ni mierda por la vergüenza porno infraganti.

- Perdón...no escuché... - Digo colorada y ante su media sonrisa elevándose más complacido, mientras rodea el coche para venir hacia mi lado.

Camina como si nada, mientras lo sigo sospechosa con la mirada llegando hasta mí.

Con una seña de sus dedos y tipo policía de las calles, cual me estuviera deteniendo por una infracción y bajo esa postura apoyada contra mi coche e inclinado sobre mí, me dice que baje el vidrio de mi ventanilla.

Adorable el imbécil, me susurro mientras lo hago.

Y ambas manos se apoyan sobre los bordes de esta, una vez abierta y con otra seña silenciosa de dos de sus dedos, me ordena que me acerque.

Más.

Mucho más.

A él.

Porque, estoy petrificada contra mi asiento de conductor y su respaldo.

Pero cumplo.

Carajo, imposible no.

Sus ojos me recorren por unos segundos antes de hablar y su seriedad sexi como calientemente policial de su mirada me colma, obligando a juntar mis rodillas por esa dulce y húmeda cosquilla que siento entre mis piernas.

- Dije... - Me recorre con la mirada sin pasarle desapercibido mi reacción y se sonríe más dentro de su seriedad y le estrecho mis ojos por eso odiosa y por ser tan evidente. - ...que solo una única cosa a esa mierdas de cláusulas que pondrás a nuestro matrimonio... - Prosigue. - voy a poner, Tate... - Acaricia mi nombre bajito y su mirada vuelve a mis manitos que están apoyadas en mi entrepierna, donde el muy jodido sabe que está húmeda por él.

Pero, que puerco.

- ¿Q...qué? - Pregunto con su mirada totalmente en mí, ahora.

Se inclina más.

Santa.Mierda.

- No va ver dos cuartos como camas separadas... - Murmura bajito y casi rosando nuestros labios. - ...porque, no vas a dormir nunca sola una vez que nos casemos, Tate... - Finaliza antes de marcharse.

Sip.

Dejándome de segundos antes roja a ahora, pálida por su dicho.

¿O dulce amenaza?

Mientras lo veo irse en dirección al otro extremo del estacionamiento sin jamás voltear hacia mí, donde dejó estacionada su camioneta policial y en el trayecto, poniéndose sus lentes de sol estilo Ray Ban haciéndolo más sexi, maldita sea.

Replanteándome un momento como desde niños y la primera vez que empecé a quererlo de forma inocente e infantil, ante esa sensación invadiendo mi corazón a ahora a amarlo pese a la cretinada que me hizo esa noche.

Ya que, quiero entender esa forma que me afecta tanto, en el modo que me mira y como me dice las cosas.

Que agrias o no.

Pero en su forma tan suya de advertirme dulce como amenazante y con cierta confusión.

Me trasmite.

Me quiere dejar en claro.

Que soy suya.

Creo o que al menos le importo y siente algo por mí.

Y mi mano se eleva a mis labios.

Por ese, casi beso.

Y para mi asombro como reproche, me encuentro frente a mi imagen que me devuelve mi espejo retrovisor, con una sonrisa estúpida entre mis labios.

Dejo caer mi frente sobre el volante con un resoplido.

- Mierda... - Exclamo, tapando mis ojos con ambas manos. - ...soy una jodida bipolar como papá... - Murmuro entre risa para no llorar, mientras mi mirada va a la carpeta abierta que dejé sobre el asiento del acompañante y junto a unos dibujos de mis niños del Hospital Infantil.

Donde detalla el nombre y apellido de la trabajadora social asignada a nuestro caso, como las nuevas exigencias a por cumplir con el idiota en breve.

Resoplo, encendiendo mi coche y mirando la hora de mi reloj.

Porque en breve, debo reencontrarme con mis hermanas en la hora del mediodía en el campus de la U, ya que coincidimos las tres una vez para almorzar juntas.













Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top