CAPITULO 7


CRISTIANO

Loca.

Si.

Pero frunzo mi ceño indeciso, porque no sé, si de las locas lindas o loquita de esas, tipo Hospital y medias raras, que se escapan y se te presentan sin previo aviso y como si nada frente tuyo.

Como mi Tate, en este momento.

Titubeando.

Vacilante.

Y llevo una mano a mi boca y aprieto mis labios con fuerza para evitar la posible carcajada, que amenaza desde lo más profundo de mi interior y bajo mi postura seria.

Rectitud Cristiano, me digo sin poder dejar de mirarla sorprendido.

Para que entiendan.

Tatúm, es la personalidad pura en compostura y como toda Mon, mucho control en ella misma.

Pero, siempre tranquila como decidida y raramente, perdiendo tal.

¿Entienden ahora?

Por más que su cabello esté azotado de esa forma tan despareja por su peinado raro y sostenido, por ese montón de hebillitas multicolor con animalitos sobre todo su pelo decorándolo.

Y donde, su rostro bonito con esos lentes de grueso armazón negro por los que yo babeo, le dan un aspecto de mucha fuerza femenina y para mi desgracia, la catapultaba de sexi a peligrosa.

Pero esa risa en auge desaparece detrás de mi mano y hasta mi mandíbula amenaza con caer, cuando detrás de todo eso que ella, grita que esta desmesurada y media loquita, momentos antes con su mirada en Becca, para luego depositarla en mí.

Me pide, que hablemos a solas muy bajito.

Tan bajito, que tuve que inclinarme un poquito.

Ok.

Mucho para poder nivelar su altura y acercar mi oído tipo viejito para oír lo que murmuró.

¿Dios, tanto le cuesta?

Sí, otra vez.

Tanto que casi podría jurar que masticando esas palabras, porque le cuesta asimilarlo mientras sigue retorciendo sus dedos entre sí.

Pronunciarlas.

Como tragarlas cuando Becca suelta esa futura cita prometedora conmigo y mi mirada fue a ella, enderezándome.

¿Qué?

¿En que momento, te alenté con esa mierda mujer?

Y mis ojos, volvieron a Tate e intenté decir algo.

Negar.

Pero su mirada como palabras hacen cerrar mis labios, porque hay devastación en ellos como en su vocecita, cuando dice que lo siente a su intromisión y le da la razón a Becca, con un estrago que momento antes no estaba dentro de su linda locura.

Y ahora, la colma negando a mirarme como antes.

¿Y eso?

Sus ojos del mismo color como intensidad a su hermana Hop, herencia y color directo de la genética patea culos de tío Hero por los lindos como únicos y profundos.

Ahora, miran a un lado suyo.

Para ser exactos.

A un dispenser de bebidas frías de una pared extrema, como deliberando en una lucha interna contra ella misma y a un latido de llorar, por retener ese llanto que noto y a esa máquina de latas de gaseosas, como si fuera la cosa más interesante del mundo.

En vez de mí.

Para luego con pasos decididos y fingiendo serenidad, pero sin un gramo de ella en tenerla con cada paso que da.

Se retira.

Sip.

Huye camino a los ascensores.

Y cruzo más mis brazos, siguiéndola con la mirada.

A mí, no me engaña.

Porque no entiendo que cuernos pasó, en ese periodo de calma entre dos tsunamis si existiera eso y colisionando emocionales en ella, seguido a escapar.

Y miro a todos, cuando las dos puertas metálicas de los ascensores, se cierran con ella dentro.

A médicos, enfermeros como pacientes y parientes.

Que estáticos ante nuestra escena y sin poco disimulo al ver el final y con mi mirada de mierda sobre ellos.

Y a todos jodidamente de forma odiosa.

Vuelven a sus quehaceres de golpe y como si nada.

Pero, no pierdo tiempo y me encamino directo a la gran planta de hojas grande y tan alta como yo, que adorna una esquina de este piso con fuertes pisadas.

Y no.

No es por lo que piensan.

Yo no soy un jodido fitómano, amantes de las plantas.

Mi interés está, en lo que se oculta detrás de ella.

- Ahora no, Rebeca... - Solo digo a lo que sea que me dijo la muchacha que no para de hablarme, mientras me encamino a la gran planta y dejándola detrás de mí, con mirada perpleja por mi actitud.

No me importa.

- Tú, te vienes conmigo... - Digo a Tina tomando su mano, mientras la agarro de sorpresa oculta entre las hojas.

- ¿Algo, para decir? - Le formulo al fin, luego de caminar con ella sobre el pasillo y al abrir la próxima puerta y verificar que está vacío el consultorio, la invito obligada a que entre conmigo mientras me apoyo en esta con toda mi espalda al cerrarla y la miro fijo.

Y asiente con sus ojos totalmente abiertos y sin dudar, dándome la razón.

Bueno.

Viniendo de la amiga íntima de Tatúm ante mi presencia, mientras espero su respuesta coherente, eso era un progreso que no me lo esperaba, más que unos arañazos de comienzo y a modo presentación nuestra y por defender a su amiga.

Abre sus brazos tipo abanico, frente a ella.

- Fue tan porno... - Exclama totalmente convencida y de forma seria, para luego juntar sus manos románticamente.

¿Qué?

Y una risita se le escapa, elevando su índice a modo explicativo.

- Fue algo así como la película La Bella y la Bestia, amigo... - ¿Amigo? - ...pero, donde la bella eras tú y la bestia, mi amiga... - Ríe, negando y apoyándose en la mesa de consulta y me mira. - ...dónde no se hablaban, pero... - Señala su vientre a lo largo. - ...la traducción con subtítulos, estaban bajo ustedes y era como versión porno romance de ella, por sus miradas folladoras llenas de reproches... - Finaliza muy convencida.

Miro para todos lados sin entender, para luego a ella.

- ¿Me estás jodiendo?

Sacude su cabeza, totalmente convencida.

Y restriego mis manos por mi cara.

Jesús del cielo.

Yo no envidio y pido compasión, al hombre que termine con esta mujer rarita.

Tomo una tranquila como profunda respiración, intentando focalizar en ella y no en la burrada que dijo, callado unos segundos, porque me estaba haciendo a fuego lento.

Calma, Cristiano.

- Vamos a dejar en claro un par de cosas... - Exhalo ese aire tomado y caminando sobre mi lugar, mientras vuelve a asentir observándome con intensidad y expectante, pero con cierta diversión en sus ojos.

Sip.

Definitivamente.

No tiene todos los patitos en línea esta mujer.

- Yo no te agrado... - Prosigo. - ...y seguro que tú, tampo...

Cruza sus brazos sobre sus pecho, interrumpiendo.

- ...y quién te dijo, que no me caes bien? - Me dice.

Inclino mi cabeza.

- Si eres la mejor amiga de Tate, sabrás quién soy... - Aclaro mi garganta. - ...y por lo tanto, apostaría mi trasero que lo otro también... - No me explayo.

Porque, no hace falta.

Y ya que, jodidamente me duele ese recuerdo.

Carne viva en mí.

Siempre.

Esta vez afirma, pero de forma seria.

- Sí, eso es verdad. - Dice. - Pero, puedes apostar tu trasero tranquilo Robocop... - Continúa. - ...ya que sí, me agradas... - Se acerca algo y camina alrededor mío, como analizándome en detalle y cada centímetro de mí. - ...eres algo así... - Me repasa entero, sonriendo al final. - ...como lo pensé... - Concluye. - ...un osito cariñoso versión XL pero con genio corto y mucha testosterona... - Intenta imitar mis músculos, con sus delgados brazos haciendo pose y retengo la sonrisa, que quiere dibujar mi boca.

Porque la rarita es graciosa.

- Donde creo que tienes un por qué, muy importante... - Se vuelve a apoyar sobre la mesa. - ...para haberle hecho semejante mierda a mi mejor amiga, esa noche del campamento... - Me eleva una ceja tan colorada, como su pelo recogido. - ...verdad? - Finaliza.

Y muerdo mi labio indeciso, pero mi respuesta se va con el suspiro que contenía.

- Sí... - Suelto al fin. - ...mi promesa fue sincera... - Digo sin entender por qué, le hablo franco cuando ni siquiera lo hice con Caldeo o Caleb . - ...pero, después surgieron cosas...

- Que pendejo. - Interrumpe Tina, rodando sus ojos. - Sigue...

La miro.

- Eres rara...

Ríe, elevando sus brazos.

Ok.

Nada nuevo para esta chica.

Resopla.

- Mira. No me interesa saber ese motivo... - Murmura. - ...solo me interesa mi amiga, Robocop...

En algo coincidimos.

- Y por más mierdas que hay entre ustedes... - Lo da por sabido. - ...ustedes, se aman de forma odiosa... - Sonríe por mi cara.

Porque siendo realista, era la verdad.

La mías por lo menos.

- Explícate... - Digo mirando la hora de mi reloj, ya que quiero saber a donde quiere llegar, como salir y buscar a Tatúm.

Se encamina a la puerta y aunque, mantiene una mano en ella con intenciones de abrirla e irse, se detiene.

- ...sé que no debería. Pero el tiempo apremia en este momento, chico sexi... - Busca las palabras. -...en la entrevista la jueza le otorga la adopción de Luz a Tatúm, si cumple el requisito más importante... - Me mira sonriendo. - ...mucho más...

Y mierda.

Porque aparece, la dichosa palabra mágica que me repitió tía Siniestra.

La miro de lado y sospechoso.

- ¿Y eso, es? - No me aguanto.

Su sonrisa se expande.

Y carajo.

Mala señal.

Porque es entre media diabólica como divertida.

- Estar casada. - Larga de lo más natural, mirando sus uñas.

¿¡Qué!?

Su índice aparece otra vez entre nosotros.

- Bueno. Como yo veo, tienes tres opciones pendejo... - Prosigue como si nada y bajo mi cara perpleja, procurando procesar todo. - ...puedes pensar que de rarita, pasé a loquita y necesito urgente una consulta por divagar y no hacer nada por Tate en ese transcurso. - Niega, por la primera opción. - Puedes tener piedad de mí y no hacerlo y en cuanto a Tatúm, buscarle un marido u otra posible solución como amigos que se estiman y pese a todo, por la familia que son... - Se apoya algo en la puerta. - ...o puedes admitir de una jodida vez amigo, que quieres con toda tu alma a mi mejor amiga como ella a ti, por más que no lo quieran reconocer. Y como ese amor incondicional de ambos por Lulú, que los volvió acercar...cumplir el papel que te corresponde y luchar juntos contra esa adversidad, que te lo negó años atrás y esa noche del campamento para cumplir esa promesa... - Finaliza, echando sus brazos cruzados atrás de su cabeza y contra la puerta para apoyarse de forma relajada, después de la bomba sorpresa que me tiró.

Y mi cabeza, empieza a trabajar horas extras.

Entonces, lo de momentos ante fue para...

- Tatúm apareció ante mí, para... - Señalo afuera.

- Tu tate... - Me corrige. - ...se te presentó para pedirte matrimonio, chico...

La mierda.

- ¿Qué harás? - Dice, porque no hablo.

Estoy en silencio.

Mierda, no sé que decir.

Mucha información.

Y mucha sorpresa en ello, maldita sea.

Carajo, con todo esto y las jodidas sorpresas.

Porque el amor podía besar mi culo desde aquella vez.

Pero jodidamente, no podía abandonar a Tate en todo esto.

Y mi pecho se oprime, tanto por ella.

Mi Tatúm.

Y por lo que empecé amar mucho dándole la puta razón a Tina en esto.

A Lulú.

Suspiro y abro la puerta por ella.

- ¿Sabes, dónde puede estar Tate ahora? - Pregunto.

Y su respuesta, viene con una gran sonrisa en sus labios.

TATÚM

Se sentía cálido.

Protector.

Confortable.

Y no me pidió explicaciones ante mi llanto.

Respetándolo y dejando que desahogara todo de él y solo interrumpirlo, para ofrecerme su pañuelo y limpiarme.

Sin hablarme y solo, comunicándose de esa forma tan suya.

Glacial y fría.

Pero con su mirada siempre puesta en mí, expectante y de esa manera tan suya cuando me mira, como si lo único que le importase en esta vida era mi bienestar como felicidad.

Y aunque, me cueste admitirlo a todo eso y entre sus brazos.

Con calorcito a hogar.

Pero esa felicidad entre lágrimas que sentía, de pronto se plasmó en un malestar en mi estómago, por la incertidumbre que agolpa mi cerebro y se transforma en acidez.

Y comprendí a mi hermana Hope, cuando escuché todas estas noches viniendo no sé de donde con Caleb agotada, que por culpa de él y la dichosa apuesta, iba a tener una úlcera del tamaño de la capa de ozono por no tener tiempo para estudiar.

Porque yo, lo estaba sintiendo ahora y cuando removiéndome algo sobre sus brazos, lo miré para preguntarle la duda que me carcomía.

- ¿Por qué, haces esto? - Murmuré confusa.

CRISTIANO

Sin soltarse de mí, busca mi mirada para decirme algo de golpe mientras guarda el pañuelo que le ofrecí, en uno de los bolsillos de su chaqueta con motivos Minnie Mouse.

¿Qué, por qué lo hago?

¿En serio, me pregunta eso?

Dios...

Si basta con mirarla como escucharla.

¿Acaso no se da cuenta, como me afecta verla con esa dulzura triste y a la vez feliz?

Y quiero inventar algo rápido.

Mentir.

Pero sus ojos llorosos y pestañeando tan cerquita mío, mientras acomoda sus lentes en el puente de su nariz, me pueden.

Suspiré.

- Porque no puedo separarme de ti, aunque lo intente... - Digo sincero y me pateo mentalmente por ello y mi jodido sincericidio emocional y porque ante mis palabras, se incorpora rápido sin dejar de mirarme asombrada.

Y tengo que actuar rápido.

- ...el motivo de que no nos soportemos, no implica que deje a que te arriesgues con cualquier cretino por desesperación, para llevar a cabo tu plan Tatúm... - Ruedo mis ojos de forma aburrida. - ...y por eso no me voy a separar de ti, aunque lo intentes...

Me analiza callada y arrugando su nariz y viniendo de una hija de tía Vangelis.

Eso es malo.

Muy malo.

Me eleva una ceja despectivamente e intentando cruzar los brazos entre sí, conmigo abrazándola.

Y a la mierda, el dulce momento de antes.

- ¿Y tu eres el menos cretino y mi mejor opción? - Dice al fin.

Pero, que perra.

Me encanta.

- Que no te sorprenda, mi Tate... - Mi turno de arquear una ceja. - ...todavía me queda algo de caballerosidad, dentro de toda la cretinada que soy para ti... - La miro fijo, intentando no focalizar en sus labios entreabiertos y mordidos con formita de corazón, que están a un suspiro de los míos. - ...y por Lulú... - Digo sincero pero sin mirarla, mientras me pongo de pie invitándola a que lo haga conmigo y marcando cierta distancia.

Lo necesito.

Porque tenerla tan cerca, me estaba matando y no quería apurar las cosas.

En realidad una cosa.

Cosa que estaba empezando a crecer bajo mis pantalones con la amenaza de una erección de escala 9, por empezar a sentir su lindo traserito duro sobre él, como por tenerla en mi regazo y recordar que jodidamente no llevaba mis bóxers, provocando eso que pida pista mi amigo como tomarla más entre mis brazos mientras la llevo contra el piso, para rasgar sus pantalones como braguitas y embestirme dentro de ella comiéndola a besos.

Pero la mirada como nariz arrugada de mi némesis, me dice que no es buena idea si quiero que permanezca mi pene en su lugar.

Dejé escapar una risita.

- ¿Y bien? - Digo agrio, tomando más distancia y haciendo rotar mi cuello para aflojar la tensión.

Sip.

Mi ánimo, oscila de un lado a otro en segundos.

Soy volátil y porque, quiero demostrar dureza a Tate.

Y que no estoy cagado hasta las bolas con toda esta mierda de locura en que nos vamos a meter.

Llámenme dramático, si lo desean.

- ¿Y bien, qué? - Pregunta alisando como acomodando su casaca médica infantil con sus manos sin mirarme y totalmente concentrada en eso.

Elevo ambos brazos al cielo a modo esperando y ansioso, ganándome su mirada llena de curiosidad cuando la eleva.

La señalo y me trago mi risa, poniendo mi mejor cara de nada.

Soy un puto actor.

- Tu propuesta, Tate... - Extiendo mi brazo a la pared, para apoyar mi mano.

Cruzo una pierna.

Esperando.

Me estrecha los ojos.

- ¿Propuesta? - Repite, llevándose las manos a las caderas y mirándome enojona de arriba abajo.

Y me apoyo con toda mi espalda en la pared.

Necesito que me sostenga algo o me desparramo por el piso de la risa.

- Resulta que soy romántico. - Digo cruzando ahora ambos pies como brazos y aún, contra dicha pared. - Y siempre soñé de chiquito que cuando me pidan matrimonio, que sea muy pero muy romántico... - Hago un gesto con una mano al aire, pero sin romper mi postura. - ...con toda la mierda esa de los corazones y flores... - Exclamo ilusionado.

Ilusión, que no es de vuelta de la otra parte.

Más bien, asesina.

Seguida por una sarta de improperios que está apunto de decir, mi futura mujer y madre de nuestra hija.

Y yo, sonrío.

Suicida, lo sé.

Pero no había nada más caliente, que mi Tatúm a modo Kill Bill.

Silencio, mío.

Silencio, suyo.

Mira para todos lados para luego a mí, señalando el piso con un dedo e interrogante con la mirada.

Y yo, asiento.

- ¡Quieres que lo haga y me arrodille, como en la película de Sandra Burlock! - Chilla.

Me encojo de hombros, sonriendo y toco mi pecho nostálgico y hasta batiendo mis pestañas.

- Amé, esa escena...

- No te atreverías... - Me dice ella.

Y mi sonrisa de lado, nace.

- Desafíame... - Digo yo.

- ¡Jamás! - Chilla y una risita se me escapa cuando sin antes fulminarme con la mirada, la veo abrir furiosa la puerta conmigo detrás para meterse dentro y la sigo por detrás como si nada y con mis manos en los bolsillos de mi pantalón feliz.

Tan feliz, que hasta creo que silbaría.

Pero por amor a mis pelotas con sus manos como puños a la par mía, lo reprimo.

Está enojada.

Muy enojada.

Como siempre cuando se trata de mí.

Creo que es lindo.

Y no aguanto reír a carcajadas, bajo su nariz arrugada muy tía Vangelis que la hace más bonita aún, cuando me mira de reojo sin dejar de caminar por los corredores y escaleras.

- ¿Y bien? - Sigo y me detengo en el marco de la puerta que abre, entrando al interior.

La habitación de juegos neonatal, donde está Lulú y que comparte con una docena niñitos más de meses avanzados en sus cunas tipo corralito y poco más de 3 años, que juegan entre los juguetes atestados en el lugar, bajo la vigilancia de un par de enfermeras.

- Hola, amor... - Le murmura dulce y sonriente, mientras la toma entre su brazos de su cunita y la lleva a su pecho con ternura, para luego mirarme a mí, sin un gramo de esa sonrisa definitivamente. - ...eres un pendejo... - Me susurra entredientes.

Muerdo mi risa.

- ¿Qué?

- Nada. - Responde saludando a las nurses, que se retiran por un descanso.

Y me sonrío, acercándome a mis dos amores.

Sip.

Porque, lo son.

Pero me detengo en el trayecto y sobre mi rodilla me inclino, para saludar a los demás niñitos que se acercan tanto para saludar a Tate como a mí.

TATÚM

Cristiano se acercó a mí, procurando intimidarme con su tamaño y con su sonrisa idiota en los labios.

- Pendejo... - Susurré, tomando a mi bebita entre mis brazos de su cunita, porque la extrañaba mucho.

- ¿Qué? - Dice.

Disfruta todo esto el muy bastardo, inclinándose a saludar a todo los niños acariciando sus cabecitas, mientras le muestran sus dibujos como juguetes.

- Nada. - Digo, haciendo seña a las enfermeras que yo me quedaré un rato con los niños por su breack de café.

Y porque, necesitamos hablar.

- No soy una persona melosa, Cristiano. - Doy comienzo a nuestro acuerdo.

Y lo capta.

- Ok. - Dice viendo los dibujitos de cada niñito que se lo muestra y sin mirarme.

- Y por lo tanto, no voy hacer ninguna propuesta romántica. - Sigo con Luz en mis brazos y levantando ciertos juguetes del piso, para guardar en una inmensa canasta para ello.

Suspira teatralmente ante ello por dar fin a su chiste y entregando su dibujo, mientras felicita a una niñita de forma cariñosa en la mejilla.

Y auch.

Eso fue lindo.

Sacudo mi mente.

Concéntrate, Tate.

- La decisión de vivir juntos, será una vez casados... - Prosigo.

- Perfecto. - Dice como si nada, aceptando un Transformers que le alcanza un niño.

Acomodo unos Legos de la miniatura mesa didáctica para mis niños en una caja, mientras beso por sobre la cabecita de Lulú.

Lo necesito.

Fuerza.

Para decir lo a continuación.

Tomo aire y me enderezo a él, guardando la última pieza y por ello, Cristiano me mira expectante.

- Y cuando eso ocurra, dormiremos en camas como cuartos separados...

Y su ceño se frunce.

Mucho.

Como, no estando de acuerdo.

Para nada de acuerdo.

Y su boca con una mueca desaprobatoria, se abre para decir algo en el momento justo que el niñito nos interrumpe en nuestra conversación y le vuelve a ofrecer el Transformers, para seguir jugando con él.

Cristiano ya no lo oye y lo lanza lejos y sobre un lado del niño, que gateando feliz va en su búsqueda con grititos de alegría.

Pestañeo.

-Jodéme. - Lo señalo. - ¿Le tiras el juguete al niñito para que lo busque, como Rata a sus palos? - Exclamo.

Cristiano, se encoje de hombros.

Si será, mierda.

Y atraigo más a Lulú sobre mí, para tapar mi rostro.

Porque, no sé si reír o llorar de lo que nos va deparar a mi bebé y a mí, por tener a Cristiano entre nosotras a partir de ahora.

Aunque sonrío sobre la suave batita rosa que lleva puesta Lulú con su olorcito a bebé, sobre el suave beso que le doy.

Porque, va a ser para siempre...

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