CAPITULO 4
TATÚM
- Yo, lo lamento mucho... - La jueza me dice, aún sentada y con el legajo de Lulú en sus manos, siendo su respuesta que se clave en mi pecho por la negativa.
Y muerdo mi labio inferior para reprimir el llanto que me amenaza, como las posibles palabrotas que afloran de mi interior.
Tranquila, Tate.
La mujer me agrada.
Me cae bien.
Su mirada café, sigue siendo cálida y a la vez triste, por no aceptar sentada detrás de su escritorio, mi petitorio de adopción.
Y sé, que solo está cumpliendo con los requisitos que la ley marca.
Pero no vine hasta acá a pedir esta cita para una negativa.
- Voy a cumplir mi mayoría de edad en días... - Mis ojos vuelven a la segunda carpeta, que reposa junto al expediente de Lulú.
El mío.
- Y es intachable, Tatúm. - Responde volviendo abrirlo y ojeándolo por cuarta vez, desde que comenzó la entrevista.
Suspira.
- Aunque nuestra legislación permite la adopción de un niño a hombres como mujeres solteros... - Me mira con cariño.
Es linda su mirada.
Sigue siendo cálida.
Pero, deja de gustarme.
Porque sé, que vendrá algo no grato para mi con su respuesta definitiva detrás de ella.
Vuelve a suspirar resignada.
- Pero, sigues siendo una niña... - Culmina, sacando una fina cigarrera de plata del bolsillo de su saco de vestir en tono natural y enciende un cigarrillo.
El fino aroma a tabaco al exhalar su aire, invade el lugar y mis ojos por un momento reposan en él, sostenido por sus dedos y pulidas uñas con barniz rojo.
Me recuerdan al siempre color de tía Lorna.
De un granate intenso.
Como su espíritu.
Fuerte.
Luchador ante todo como tío Pulgarcito.
Sonrío, bajando algo la mirada.
Como el mío.
Y sonrío más.
Porque, es mi color favorito también.
- Disiento, jueza Beluchy. - Digo decidida y gano su atención fija en mí, dando otra calada a su cigarrillo.
Niego.
- Soy joven, pero adulta... - Prosigo. - ...con los 14 años de diferencia, que la ley exige para la adopción...
Su espalda cae de forma cansada, sobre el respaldo de su silla.
- Pero no Tatúm, la suficiente para que obtengas el primer requisito certificado... - Apoya una de sus manos en el legajo. - ...la Indoneidad...
Gruño.
Puta burocracia.
Y la humedad cubre mis ojos.
Jodidas lágrimas que quieren salir, maldigo acomodando mejor mis lentes en el puente de mi nariz para disimular.
- Yo, lo lamento mucho... - Niega nuevamente muy triste. - ...tal vez, en unos añ...
Escucho a medias su promesa que dice como consuelo.
Porque siento mi cerebro como mi sistema nervioso, trabajan horas extras buscando otras posibles respuestas.
Nop.
Sacudo mi cabeza llena de mis pensamientos.
No lo quiero aceptar.
Porque, Luz es mi bebé...
Y negada otra vez, mi mirada reposa en su otra mano tan bien cuidada sobre su escritorio y legajos.
Y donde en su anular.
Su sortija de casada, brilla con su bonito dorado.
Brilla.
BRILLA.
Y como ese brillo con luz propia y color oro, una idea irradia deslumbrando mi cerebro.
Como una última.
Condenada y desgraciada idea que invade mi mente.
Y cierro mis ojos con fuerza por lo que voy a decir, pesándome hasta la última gota de mi ser, este fraude que voy a largar al abrir mi boca.
Pero al mismo tiempo me colma de felicidad.
Porque, va ser.
TODO...
Todo por Lulú.
- Realmente con mi futuro marido, queríamos ser padres de Luz... - Murmuro bajo, pero determinante y rascando con un dedo, la suavidad del tapiz mora del apoyabrazos de mi silla.
Elevo apenas mis ojos a la jueza.
- ...cuando la vimos por primera vez, nos enamoramos de Lulú y nuestro sueño es formar una hermosa familia con ella...
El sonido de su espalda acomodándose nuevamente sobre su sillón, me hace mirarla más profundo y una gota de un frío sudor, recorre un lado de mi rostro al ver que capté definitivamente toda su jodida atención sobre mi persona.
Carajo.
Ladea apenas su rostro, para apoyar dos de sus dedos en su sien finamente barnizados de mi color predilecto y de una intensidad, como los latidos que mi corazón da ahora por la enorme mentira y no quiero ser descubierta.
Perdón, me corrijo.
Semejante burrada, que acabo de decir.
Su otra mano vuelve a la primer hoja de mi legajo luego de apagar la colilla ya de su cigarrillo, sobre un pequeño cenicero en bronce a un lado de su escritorio.
Lo abre.
- Acá, dic, que eres soltera.
- Hasta que me case. - Respondo decidida y una oleada de calor consume mi cuerpo.
Santo Dios.
Pero qué, mentirosa soy.
Con esto voy directo al infierno y ni papá, me podrá salvar.
Me eleva una ceja.
- ¿Y eso, cuando es?
- En 45 días. - Digo con soltura y decisión.
Por Dios.
Hasta yo me sorprendo, lo buena actriz que soy.
- ¿Y tu futuro marido? - Duda por unos segundos, aún inmutable como la seriedad de su mirada toda sobre mí.
Mierda, mierda y re mierda.
- ...hubiera sido grato, que estuviera en esta cita por el petitorio de ambos? - Me dice.
Y sobre la velocidad de la luz, respondo a esa duda que toda ella remarca desconfianza a mi pronta salida por todo esto.
Y mis labios, se separan para decir.
Sin vacilar.
Lo que jamás, en mi condenada vida pensé que me escucharía por motus propio.
Carajo.
Me enderezo sobre mi silla, cruzando una pierna como si nada.
- Siento su ausencia. Él realmente quería venir. Pero está poniendo lo mejor de él como policía y en acompañar a Lulú, cuando yo no puedo... - Digo confiada.
Y lo largué...
Sip.
LARGUÉ.
¿Entienden?
Metiendo al idiota en esto y no tengo tiempo para pensar en la semejante magnitud de caos que será todo esto, como en las consecuencias que acarreará a toda la familia.
Y lo más jodidamente importante.
Dos cosas, que carcome mi corazón ante la duda y pánico.
Dios.Dios.Dios.
La reacción de Cristiano y la cara de papá.
Cuando se enteren.
Mierda.Santísima.
Los cinco segundos mas largos, desgarradores y silenciosos se cruzan sobre ambas mirándonos.
Los de la jueza Beluchy.
Analíticos y pensativos.
Los míos.
Con terror a que descubra todo, pero fingiendo serenidad.
Aclara su garganta.
- Eso cambiaría parcialmente la situación de las cosas... - Murmura al fin, corriendo su silla para ponerse de pie y encaminarse a un archivero. - ...los requisitos principales de adopción, pueden ponerse en marcha...
¿Qué?
¿Dijo, eso?
Y quiero gritar de alegría, pero me contengo mientras abre su tercer cajón sacando un folio.
Pero se detiene a mitad de él, para mirarme.
- ...deben tener en cuenta con tu futuro marido, que dichos trámites van a ser engorrosos y los tiempo de espera son largos y donde es necesario armarse de paciencia...
Me trago mis lágrimas de felicidad, interrumpiendo.
- ...lo sabemos y estamos al tanto, jueza... - Seco la primera de ellas con el puño de mi camiseta, sonriendo.
Y quiero seguir hablando, pero su mano en alto me detiene.
Mierda.
Un resoplido pensativo sale de ella desde su rincón y aunque, mantiene en su mano ese folio con trámite de adopción y que es la llave de mi felicidad, cruza sus brazos sobre su pecho para regalarme una mirada inquisidora como postura implacable sobre mí, que sigo sentada.
La profundidad de su mirada, me colma.
- Soy inexorable, Tatúm y rigurosa. Hace 18 años atrás mi jurisdicción era poner tras las rejas, asesinos de sangre fría, donde como tal y sin vacilar, hice que cayera todo el peso de la ley sobre ellos...
Guau.
- ...aunque la idea era jubilarme en mi último caso que logré con éxito en encarcelar a un asesino... - Su mirada se vuelve cariñosa sobre mí, ante ese recuerdo.
¿Y eso?
- ...mi pasión por ayudar bajo las leyes que me avalan, hicieron que mis días de descanso merecido, las vuelque sobre el área de adopción en los niños... - Sonríe más, al caminar un par de pasos a un rincón de un extremo de la pared de su oficina, donde me percato que hay poco más de una docena de fotos en un mural.
Y no puedo evitar sonreír como ella, mientras tomándose su tiempo en todas con su mano en acariciarlas con sumo cuidado y cariño.
Porque son de familias.
Padres con sus niños.
Y mi pecho se emociona, ante las sonrisas de felicidad de ellos con sus hijos en brazos o abrazados a ellos.
Adopciones, logradas por ella.
- ...niños sin progenitores. - Prosigue. -...donde mi deber como obligación, es encontrarle una familia que los acoja y brinde amor... - Lleva su mano al pecho. - ...porque, la maternidad como paternidad, no se limita en lazos biológicos. Viene de acá... - Toca su corazón y con ello su ceño se frunce. - ...y deben tener presente... - Carajo, con su voz que aumenta. - Que voy a ser implacable por eso...
¿Eh?
Y nerviosa, asiento reacomodándome sobre mi lugar mientras camina en mi dirección para apoyarse sobre el borde de su escritorio y frente a mí.
La miro desde abajo.
- Voy a ser severa como inflexible Tatúm a sus demandas como postulantes. - Respira fuerte. - En sus deseos e intenciones de brindarle un hogar en el periodo de la guarda temporal, hasta que se consuma su matrimonio. Como completar los requisitos exigidos por el estado a lo derechos del niño... - Exclama, extendiendo el bendito folio a mí.
- ¿Seno familiar? - Solo digo, leyendo el formulario.
Asiente.
- Un hogar, accediendo a la adopción de Luz. La tutela del Hospital pasaría a ti y tu futuro marido en una guarda temporal, mientras se aprueba ambos legajos y el petitorio...
- ¿Por usted? - Interrumpo, rogando con la mirada.
Vuelve a asentir.
- Que aprobaría, si cumplen lo que acato... - Responde.
No hablo.
Me limito a solo leer lo que exige el papel, que tengo entre mis manos mientras prosigue.
- ...en el tiempo correspondiente, donde bajo una rigurosa vigilancia y en manos de una trabajadora social que les impondré, siendo mis ojos. Irá informándome de sus progresos y del bienestar de la pequeña Luz, con cada visita que les haga... - Se endereza, para caminar unos pasos. - ...sea en el hogar proyectado para el seno familiar que formaran como ámbito laboral, etc... - Me mira por sobre un hombro. - ...pero, sorpresa... - Finaliza.
Y pese a sus palabras avasallantes como tono de advertencia y mirada fuerte contra mí.
Pero al mismo tiempo, de amor por lo que hace con postura implacable.
De bajo esta gran farsa que inventé para no perder a Lulú y que muy en lo profundo de mí, no sé que va ser de todo esto cuando cruce la puerta de esta oficina.
Yo, sonrío de felicidad...
Porque es un sí, a mi petitorio.
De tener a Lulú.
Mi hija...
Y mi corazón se inunda de amor, al escucharme deletrearlo para mis adentros mientras estrecha mi mano con fuerza y a modo despedida abriendo la puerta por mí.
Y a dos pasos de salir en dirección a tío Hollywood que al verme se pone de pie de su silla de espera, su voz con mi nombre me detiene y me giro a ella que aún, sigue sobre la puerta a medio abrir.
Es una mujer de avanzada edad.
Menuda y un poco más baja que yo.
Pero con semblante y fuerza de los 300 de Esparta.
- No voy a desearte suerte... - Murmura. - ...porque si tienes la fuerza de tu padre para luchar por lo que ama... - Me señala.
¿Otra vez, eh?
- ...su familia. - Sonríe. - Lo conseguirás... - Finaliza cerrando esta y aún, con esa sonrisa entre sus labios.
- ¿Y eso, qué fue? - Pregunta mi tío a mi lado, al escucharla.
Inclino mi cabeza dudosa.
- No tengo idea... - Lo miro. - ...habló como si conociera mucho a papá...
Mordisquea una de sus uñas y en postura pensativa.
- ¿Una antigua novia, quizás?
Río.
- ¡Tío, es mucha la diferencia de edad!
Ríe conmigo tomando mi brazo, mientras nos encaminamos a la salida para luego mirarme sobre sus pestañas enmarcadas.
- Darling, no me extrañaría... - Toca mi nariz con cariño con un dedo. - ...tu padre antes de conocer a su rayo de sol, era un depredador...
Quiero acotar algo entre risas, pero su abrazo sorpresivo una vez fuera, me interrumpe.
- ¿Y? ¿Cómo salió la entrevista?
Auch.
Cierto.
Y respiro profundo, por eso.
- En que tengo que buscar urgente una casa y pedir matrimonio a una persona que ni enterado está, que va ser mi esposo y que vamos a ser padres... - Suelto de lo más tranquila, caminando en dirección al estacionamiento y dejando un tío pasos más atrás, en estado de coma sorpresivo inmóvil y con su boca totalmente desencajada, como una linda estatua viviente con ropa multicolor de moda.
CRISTIANO
- ¡Yo, no me voy a casar nunca! - Exclamo, mientras lanzo una bolsa con mis mierdas de mudanza en el compartimiento trasero de la camioneta de Caldeo, que se ofreció a llevar mis últimas pertenencias ya a mi domicilio nuevo.
La risa burlona y jadeante de Caleb por empujar una de mis sillas, para luego cerrar su puerta trasera, se siente sobre la de Caldeo.
Que aumenta a carcajadas, cuando los fulmino con la mirada a ambos desde el otro lado de la cabina ante mi dicho.
Si serán putos.
- No me jodas, hermano... - Se apoya alegre, sobre el borde de la camioneta. - Tú y Tatúm desde niños se la pasan peleando de esa forma amorosamente extraña y ni hablar estas últimas semanas que hemos visto como contado por ti mismo. - Me señala Caleb con su barbilla. - Odiándose mutuamente y de esa forma tan obscena como caliente, de insultarse con cada palabra que se dedican como mirada enemiga... - Me eleva sus cejas, juguetonamente. - ...como Romeo y Julieta, pero versión porno... - Finaliza.
Y bajo mi mirada al piso.
Dios de los cielos.
Dame fuerza.
Porque, golpeo su trasero o lo beso con cariño por lo dulce que es el jodido.
- No sé, de que me hablas... - Opto por gruñir, haciendo caso omiso a lo que dice e intentando dar por terminada esta conversación.
- De que estás enamorado, imbécil... - Prosigue insistente y busca aprobación en Caldeo, que asiente de lo más natural del otro lado fijando más, las sogas que sostienen mi poco mobiliario de mudanza final.
- ¡Qué, no! - Niego.
- ¡Admítelo! - No se da por vencido.
Le estrecho los ojos.
- Si estoy enamorado, es de mi trabajo...
Niega.
Pero, que cabrón.
- Tu aire de matón justiciero que adoras... - Prosigue el muy pendejo, rodeando la camioneta y abriendo la puerta del acompañante por mí, para que suba primero con una reverencia tipo princesa que intento no reírme por eso. - ...la dejas en tu departamental... - Exclama, bajo el motor rugiendo al ser encendido por Caldeo al volante, que solo nos escucha con su sonrisa silenciosa. - ...todos sabemos que bajo esa postura de Me.Importa.Una.Mierda.Todo... - Cierra la puerta tras él y se acomoda a mi lado de forma amorosa.
Frunzo mi ceño, por eso.
- ...es algo así, como el Nutella. Dulce... - Hace que piensa, mientras acaricia mi brazo y el relieve de mis músculos con un dedo. - ...pero con esteroides... - Me pestañea teatralmente dirigiendo esos ojos chocolate a mí, que tanto aman las mujeres. - ...y adorarías formar una familia con alguien que yo s...
Y su voz se pierde.
A la mierda.
Porque elevo la música del radio a todo volumen, ya que toda esta jodida charla comienza a fastidiarme.
Principalmente.
Resoplo.
Porque, comenzaba a tener sentido.
Pero si en algo se cataloga mi pequeño amigo.
Es en no inmutarse ante nada como a mis rabietas.
Y con esa sonrisa de mierda aniñada que tiene y ganadora de mujeres tan suya, se limita a mirarme con inteligencia, bajo la música a toda potencia de la camioneta y por las calles en dirección a mi casa.
Tan tierno como molesto el pendejo, maldita sea.
Gruño para mis adentros.
Carajo...
Miro por la ventanilla de mi lado y por sobre Caleb en silencio.
Suspiro.
Tate...
TATÚM
- ¿Mamá, estás respirando? - Digo bajito, luego de unos minutos de silencio al contarle todo y del otro lado de isla de la cocina, al ver que con su taza de té a medio levantar, quedó estática y tipo tío Hollywood momentos antes, en coma vertical apoyada sobre el mobiliario de la cocina.
Mirándome fijo.
¿Dije, sin pestañear?
Mis ojos van a mi tío por ayuda que sentado aún, se abanica el rostro con su Ventalle de aire a composé con su vestimenta de color y de última moda sin poder creer aún mis buenas nuevas sobre la risita de su marido, mi nana Marcello y la de mamá, que todavía no sale de su asombro.
- De la misma manera reaccioné yo, corazón... - Dice a mamá al fin, cerrando su abanico y aceptando con una mirada de dulzura en agradecimiento a nana, la taza de té verde que le ofrece mientras yo miro la mía ya fría y sin beber, esperando lo que sea.
- ¿Quieres casarte, bebita? - Murmura desde su lugar, intentando procesar todo lo que dije, pero con su siempre voz dulce para nosotras.
Asiento en silencio y jugando con mi taza entre mis dedos frente a mí, sentada del otro lado.
- Solo lo saben, tú y tío Hollywood... - Miro con cariño a mi nana, que acaricia mi hombro y me besa por sobre mi pelo y hebillitas, incondicional y retirando mi taza con infusión sin beber. - Y tío Marcello... - Sonrío nerviosa.
- ¿Para obtener, la adopción de Lulú?
Asiento nuevamente.
¿Para qué, mentir?
- ¿Y con el pequeño, Cristiano? - Prosigue sin dejar de mirarme profundamente, mientras vuelvo a afirmar en silencio y mordiendo mi labio a la espera de su reacción.
Que no llega luego de mi último asentimiento, ya que por sobre su té bebiendo me sigue observando a través de él, como intentando leer más allá de mis pensamientos.
Mis gestos.
Buscando.
Algo con su mirada en mí, recordándome a papá por esa forma minuciosa y detallista de hacerlo.
Hasta que lo encuentra...
Y para mi asombro, no es bajo su nariz arrugándose cuando algo no le cuadra.
Sino.
Y aún, bajo su taza bebiendo.
Sonríe.
¿Eh?
Y sigue sonriendo.
Mucho.
Y es mi turno de arrugar la mía por no entender, al escuchar su risita negando divertida mientras viene a mi dirección y me abraza por sobre mis hombros.
- Cariño, prometo guardar silencio ante esto... - Murmura feliz. - ...hasta que sea el momento adecuado...
La miro raro.
- ¿No estás enojada? - No me la creo.
Ríe.
- ¿Cómo estarlo? ¿Si todo está saliendo, mejor de lo planeado? - Exclama, sacando un pequeño cuadernito del bolsillo trasero de sus jeans con un bolígrafo. - Tendré que tachar planes y anticipar otros de mi libretita y solo dejar el de Hope, porque ya Juno va en marcha también... - Dice feliz, anotando en su interior y mi mirada va a ella, cuando la deja en la mesa.
Es pequeña y con estampas de flores su tapa.
Muy mamá.
Y donde un rótulo, solo dice.
Caminito a la felicidad.
Y estrecho mis ojos, acomodando mejor mis lentes.
¿Pero qué, mierda?
Me habla sobre su mejilla en mi cabeza.
- ¿Y él, lo sabe?
Y quiero reír a carcajadas por su pregunta.
Como también, llorar por mi desgracia y ante el aludido, cuando se entere.
Niego, bajo la risa de mi tío y mi nana.
Dios...
- Todo esto, no es normal... - Gimo tapando mi rostro resignada con mis manos, sin poder creer en el lío que me metí y comienzo a pensar en frío.
- Cariño, créeme que las cosas por algo son... - Mamá me dice suave, tomando asiento a mi lado. -...confías en mi Tate? - Murmura sin abandonar su sonrisa de su rostro y acomodando parte de mi pelo que cae suelto de mis hebillas detrás de mi oreja con cariño, mientras afirmo con mi cabeza.
Sonríe más, por que no dudo.
- Deja todo en mis manos, bebita... - Augura entonces, con demasiada vehemencia.
Tanta vehemencia, que un escalofrío me recorre por sobre mi abrazo y mi espina dorsal.
Por mamá y sus geniales ideas casamenteras sin poco disimulo y de toda la vida, que he notado siempre sobre Juno y Caldeo, como de la porfiada Hope y el dulce Caleb.
Y ahora.
Carajo.
En mí, con Cristiano...
CRISTIANO
Chuuu...
Me friego con mis brazos.
Porque me estremezco sobre mi lugar, bajando lo último de mi mudanza de la cabina trasera de la camioneta estacionada a un lado de mi casa.
Un bolso.
- ¿Oye, tienes frío? - Pregunta Caleb curioso, al verme pasar mi mano por mi brazo con piel de gallina, viniendo del interior de mi casa y con pasos de baile, saltando los escalones de la entrada hasta Caldeo y yo.
Niego, sin entender.
- No. Solo que de pronto sentí un escalofrío muy extraño, por toda mi espina dorsal... - Murmuro, bajo sus miradas perplejas y acomodando mejor el bolso sobre mi hombro.
- ¿No jodas? - Murmura. - ¿Eso, es mala señal? - Pregunta acomodando su pelo desprolijo que cae de su rostro con una mano a Caldeo, que se encoje de hombros como respuesta, para luego a mí. - ¿O es buena, en tu comienzo en la nueva casa ya definitivamente? - Prosigue indeciso.
Vuelvo a negar porque no lo sé, mientras mi mirada reposa en el cartel blanco con letras en rojo.
Un mismo rojo como el hilo que todavía llevo en un bolsillo y saqué de las ruedas del carro de compra, que más temprano provocó mi encuentro con mi némesis amada en la cafetería de la tienda.
Y donde dice "venta" sobre el frente, de la casa vecina de al lado...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top