CAPITULO 22
TATÚM
Y sobre nuestro acierto de saber la llegada de la asistente Yaritza.
Todo.
Créanme.
Vuela por el aire en segundos, porque lo que fueron y creo, escasos seis minutos de tiempo para dejar la sala en orden.
Con Cristiano, nos parecieron eternos.
Perpetuos y perennes minutos, en vez de sentirlos a favor.
Eran desgarradores.
Golpeando nuestros pechos por la demora y culpabilidad de sentir hacerla esperar a la trabajadora social, reteniéndola del otro lado de la puerta con ayuda de Serena con sus cotorritas, mientras con Cristiano como sacudidos por un tornado.
O convirtiéndonos en uno.
Él, bajando de las escaleras y en el trayecto, calzándose sus pantalones como su camiseta y no caer por los escalones.
Y yo otro tanto, abotonando mi sujetador por abajo de mi blusa como procurando subirme mi jeans a la vez, haciendo malabarismo para no caer mientras busco localizar mis zapatos en algún lado de toda la jodida sala entre la cobija tirada como almohadones esparcidos.
Convirtiéndose y mezclándose en ese escaso tiempo que teníamos para acomodar.
En nuestro Katrina emocional.
Que era todo por Lulú.
Y por nosotros.
Impulsados cuando llegó hasta mí y de frente uno al otro sobre la sala algo revuelta y desordenada como nuestras respiraciones y pelos por tanta emoción.
Pero, sin decir ninguna palabra.
Porque no hacía falta con nuestras miradas niveladas, porque nos entendíamos y con un asentimiento de ambos firmes, pero llenos de adrenalina.
Ponernos a acondicionar todo en los pocos segundos que quedaban.
Acomodando dichos almohadones.
La pequeña alfombra, ubicarla como estaba antes y alisarla con los pies en el movimiento.
Abrir la gran ventana frontal como sus cortinas corazón que dan a la calle y dejar que el hermoso día soleado con su cálida brisa, haga su trabajo colmando esta.
Lanzar hecho un bollo y sin molestarnos a doblar por el tiempo, la cobija dentro de un armario asegurando su puerta.
Vasos de agua como jarra llevados a la cocina con un par de servilletas de papel y envoltorios de caramelos esparcidos por el suelo por comer, luego de noche como madrugada de sexo descontrolado antes de quedarnos dormidos.
Y finalizando con nuestros corazones desbocados en nuestros pechos y a punto de salirse, mientras uno al lado del otro empujábamos el bendito sillón uva a su lugar de origen.
Yo con todas las fuerzas de mis ser, impulsando el mueble con mi espalda y ayuda de mis pies sobre el piso y Cristiano con sus fuertes brazos.
Porque, había sido rudo y duro con el sexo.
Y jodidamente, lo habíamos movido al sillón mitad roble y tapiz, unos buenos 60cm.
Y un diminuto destello se reflejó en su mirada al chocar con la mía, mientras corríamos a su posición entre los dos el diván color uva, volviendo sus ojos a un verde más suave al mirarme.
Donde sus labios.
Sus lindos labios marcados, rosas y llenos, dibujaron una sonrisa con dentadura perfecta que nunca abandonó su rostro al igual que a mí, siendo imposible no contagiarme con cada empuje que le damos al sillón, hasta ubicarlo al lugar correcto.
Por recordar como yo ello.
La noche que vivimos.
En realidad, sentimos.
Y aunque tanto en la mía había diversión como la de él por eso, mis dientes mordiendo esta.
Delataban ese miedo latente por el cual ambos, por sobre nuestros sentimientos de amor que nos teníamos, nos preocupaba.
Perder a Luz.
Y contra unos escasos segundos sentados en el piso y apoyados ambos de espaldas al sofá, para recuperar fuerzas como controlar y recuperar el oxígeno perdido.
Se inclinó a mi rostro para besar mi mejilla, sin abandonar esa sonrisa tan él cretina.
Divertida, pese a la situación, pero dándome confianza.
Y eso, me hace bien.
Logrando que pueda sentir un ambiente más relajado a nuestro alrededor frente a semejante presión y no, tan intimidada a que algo salga mal.
Y con todo acomodado como listo sobre mi mirada rápida, mientras nos ponemos de pies ambos y alisamos mejor nuestras ropas con manos.
Caminamos en dirección a la puerta de entrada para recibir a la asistente, arreglando mejor mi recogido lleno de mis adoradas hebillitas.
Donde 26 minutos y 24 segundos después de recibirla y mostrándole nuestra casa ya siendo un hogar apto para Lulú.
Sip.
Porque mi mente, imposible no hacerlo de contabilizarlos.
Como también en el paseo, nuestros papeleríos del juzgado que demanda ya completos por ambos, al igual que nuestro registro de casamiento.
Para luego, después.
Mis dedos algo entrelazados entre sí, no parar de repicar de forma nerviosa sobre mis rodillas sentada ya, en el mencionado sofá uva y con Cristiano al lado y frente a la trabajadora social Yaritza, en una silla que amablemente mi prima Serena alcanzó antes de dejarnos a solas.
Dando un pequeño sorbo a su vaso de limonada que le ofrecimos, sobre sus ojos mirando todo lo que la rodea desde su posición, para luego dejarlo en la pequeña mesita que nos separa.
Con una pierna cruzada sobre la otra de forma elegante y sirviéndole de base para el cuaderno de notas que lleva entre sus manos, escribir lo que sea de informe en él.
Y yo.
Me quiero matar.
Porque esa tranquilidad y relajación de minuto antes, amenaza con colapsar y sé, que Cristiano la advierte pese a que no lo miro, pero sintiendo que me toca con ella y el rabillo de sus ojos.
Dios...
Quiero tapar mi rostro con la almohada que reposa en el sofá y a mi lado con ella, ya que siento que todo es un desastre, porque en su coloquio por más que todo está correcto como ordenado, es cosa mal hecha.
Como si fuera de mala calidad o que produce mala impresión.
Y la mueca que hago me lo dice, con mis ojos en la ventana que momentos antes abrí, dejándome llevar por el movimiento de las cortinas en su suave meneo por la brisa, como en mis pensamientos descontentos y llenos de dudas.
Pero esta, se borra al voltear y sorprenderme la mirada totalmente en mí, de la asistente Yaritza.
¿Pero esta mujer, no estaba escribiendo concentrada el dichoso informe?
Carajo.
Y mi rubor trepa mi cuello, rogando al cielo que no haya notado mi pánico y disimulo, acomodando mejor mis lentes.
- ¿Primera noche, juntos? - Suelta, volviendo a su libreta a escribir algo.
¿Eh?
Miro a Cristiano y me mira.
¿Qué, fue eso?
¿Qué, quiso decir?
Me bloqueo.
¿Insinuación?
Recorro la sala, pero todo está en orden y quedo muda, pero sobre mi obstrucción mental y titubeo.
Algo, me envuelve cálido y con fuerza.
Y es el brazo de Cristiano sobre mis hombros, para abrazarme y atraerme a él de forma cariñosa, seguido de una risa despreocupada y linda para la ocasión.
Y toda para la asistente Yaritza que ahora sobre sus lentes puestos, está focalizada en él como en nuestro abrazo.
Es para salvar la situación.
Jodido embaucador, besaría tus pies.
- Una semana. - Responde con confianza el muy mentiroso. - Refaccionando detalles finales de la casa, pero ya conviviendo... - Me estrecha más a él, con esa sonrisa pintada en su rostro. - ...no es cierto, cariño? - Me mira al igual que la trabajadora.
Esperando ambos mi respuesta.
Y sobre un alivio al entender la dirección de la pregunta de ella y no, lo que yo pensaba.
Mi confianza, vuelve.
Lo abrazo más.
- Por supuesto. - Digo firme.
Y asiente conforme.
Creo.
Mientras se acomoda mejor sobre su silla.
- El matrimonio es la unión de dos personas, aparte de una formalidad que es reconocida por la ley como familia y un sacramento, que une indisolublemente a un hombre y una mujer que se comprometen a vivir de acuerdo a las prescripciones sea cristiana como legal... - Nos mira fijo. Carajo. - ...donde en este caso, siendo ustedes un joven matrimonio consumado... - Relee nuestra copia de acta matrimonial, como demanda de adopción completa de Luz. - ...de recién casados y sin tiempo de espera a lo que se llama en nuestra jerga, los primeros años de luna de miel matrimonial previa para la búsqueda de un bebé. - Sus ojos vuelven a nosotros. - El primer hijo. - Subraya. - La llegada de este niño, para consolidar... - Nos señala. - ...lo que ya son. - Creo que quiere sonreír. - ...una familia. – Concluye, volviendo a anotar algo sobre esa libreta.
Y con Cristiano nos miramos y asentimos sonrientes, porque sentimos que todo marcha bien.
- Pero... - Lo que parecía el final de sus palabras.
No lo es.
Por esa jodida y diabólica preposición saliendo de sus labios, desmoronando ese poquito construido de esperanza que creímos conseguir.
Lo juro.
Como un edificio desmoliéndose y logrando que una simple palabra.
Una, de cuatro letras.
¿Pueda decir tanto?
Como trabar o inmovilizar lo que es un paso a nuestra plena felicidad como obstaculizar esta.
- Pero... - Repite Cristiano, sin un atisbo a abatirse.
- Mi prioridad como empleada del estado y en una nación regida por sus leyes como constitución señor y señora Grands... - Y algo me sacude al escucharme por primera vez que me llaman así. Guau. - ... aparte de los derechos humanos de niñas, niños y adolescentes como titulares de estos y que se cumplan sin objeción. Complementándose entre sí o no ellos para su protección, siendo una obligación de todos para que se comprenda y sea posible lograr que todos obtengan lo necesario para crecer sanos, desarrollar sus aptitudes y ser libres... - Mira a su alrededor. - ...sobre un hogar... - Para luego a nosotros. - ...como familia. - De una carpeta, saca solo una hoja. No tenemos idea que es, pero la llena mientras nos habla. - ...es también, sobre la frivolidad y burocracia, que haya... - Sigue completando el jodido papel siempre hablándonos, pero con su mirada como concentración en él. - ...el concepto universal y afinidad entre los seres, que involucra de manera hermosa a las personas por ese sentimiento... - Prosigue. - ...lo que yo puntualmente hago mucho hincapié y por ello la jueza Beluchy ferviente como yo a ello, me los delega.
¿Eh?
Y sobre nuestras miradas curiosas, poniéndose de pie con nosotros imitándola y firmando al final de la dichosa hoja con precisión, para luego extenderlo frente a nosotros invitando a que lo tomemos, lo cual hacemos y ya con su mirada en ambos, continúa al notar que no entendemos del todo.
Y eleva una ceja sobre nuestros rostros de interrogación, por falta de comprensión a donde quiere llegar.
Pero, bajo su mirada sin escrutinio, hay un dejo de diversión.
¿Qué?
Como algo ocurrente y secreto que quiere ocultar, sobre su mirada en nosotros.
¿Y eso?
Extraño.
- El amor, señor y señora Grands... - No dejamos de mirarla. - ...amor a todo lo que conlleva ese sentimiento. - Guarda su libreta como bolígrafo al igual que nuestro papelerío en su maletín. - Que gobierna, rige y guía un hogar con esa hija que tanto aman y desean... – Creo, que quiere sonreír. - ...para ser una familia, pero... - Y otra vez, esa condenada palabra señalada anteriormente. - ...también la conyugal, donde en mis próximas visitas haré y ténganlo en cuenta, habrá mucho interés como observación en ustedes y sobre esta familia consolidándose previa a la adopción.
- ¿Familia consolidándose? - Repetimos al unísono con Cristiano.
¿Será, que?
Y al fin sonríe señalando la hoja que pese a tenerla entre mis manos, nunca leímos por estar atentos a sus palabras, pero empezamos a hacerlo.
- Si, familia Grands. - Acentúa colgando y tomando su maletín por sobre nuestra lectura a la hoja.
Una que no logro leer bien por nublarse mis ojos de las lágrimas con solo leer el título de esta, que sobre las primeras oraciones impresas y de la emoción, no logro comprender del todo las observaciones de la asistente social Yaritza escribió en él.
Pero sí, con su firma final.
Que nos otorga y consciente.
De la guarda temporal de Luz, dando paso con este.
A su adopción.
Y mis lágrimas se convierten en llanto de felicidad al abrazarnos con Cristiano, que me levanta y nos gira sobre su lugar tan emocionado como yo.
- Cuándo... - Le pregunta dejándome sobre mi lugar. - ...cuándo, podemos ir por ella? - Murmura, tragando sus propias lágrimas.
- Hoy mismo. - Responde sonriente, mientras la acompañamos a la puerta de entrada. Amo a esta mujer ahora. - Luego de ir al juzgado y completar un último papel de registro con su número social entre otras cosas legales para la integración de la familia... - Nos mira sobre esta abierta y colgando mejor su maletín. - ...e inscribirla como Luz Grands hija... - Finaliza, estrechando nuestras manos a modo despedida y retomando su camino a su coche, dejándonos sobre esta mirándola mientras sube a este y se marcha sin más.
- Luz Grands... - la voz de Cristiano, suena a mi lado y me mira. - Luz Grands, Tate... - Me repite y asiento. - Soy papá. - Dice sin poder creer, dejándose apoyar sobre la puerta la totalidad de todo su cuerpo, seguido a dejarse deslizar sobre sus rodillas flexionadas hacia abajo muy conmovido.
Uno, que es una mole y que con su fisonomía como personalidad al mismo diablo daría respeto, pero ahora, solo se descompone e irradia mirándolo desde arriba.
Pura ternura.
Me pongo de cuclillas como él, limpiando mis lágrimas con mi puño y abrazando más contra mi la hoja.
Porque, es nuestro pasaje a la felicidad.
- Somos padres... - Logro decir, contra su brusco abrazo que me sorprende.
Uno nada educado y tampoco, midiendo su colosal fuerza que todo Cristiano siempre fue y es.
Hasta el punto de sentir los huesitos de mi columna acomodándose por atraerme más y más contra él, provocando que casi caigamos contra el piso por perder ambos el equilibrio de su energía desmedida.
Un abrazo muy bruto.
Sonrío sobre su pecho abrazada.
Pero, que no lo cambiaría por nada del mundo...
CRISTIANO
- No lo sé... - Dice algo dudosa y poco convencida Hop sobre la risita de Caleb al lado nuestro, luego de bajar de la camioneta al estacionarla en el parking del Holding.
Y mirando sobre nuestro lugar tanto Tatúm, mi amigo y como yo.
Todo lo que es TINERCA en su altura de edificio arquitectónico, como grandeza en metalúrgica y siendo la reina madre de las T8P.
Sip.
Porque, había algo que debíamos hacer antes.
Más bien.
Hacerme cargo yo.
Luego de ir sin perdida de tiempo a completar el último papel en el juzgado con mi esposa y aunque, con Tate nos moríamos de ganas de buscar a Lulú.
Y tras esperar en un pequeño bar a la vuelta del salón de baile tomando un café con ella por Hop como Caleb, de uno de sus últimos ensayos por estar a días el certamen de baile y sobre sus exclamaciones de asombro y sorpresa, contarle de nuestro matrimonio aparte de tía Vangelis como a mi padre y dónde, en breve lo haremos a toda la familia como también a Caldeo como Jun, siendo hoy imposible por no preocupar a mi amigo, que pese a llevar su tratamiento ambulatorio como quimio con excelentes resultados.
Con Tate, decidimos no llenarlos de preocupación por lo que se avecina ahora.
- ¿Estás seguro, que quieres hacerlo solo? - Se vuelve hacia mí, para luego mirar a Tatúm. - ¿No sería bueno, llamar a mamá que interceda? Va a ser un deja vú muy fuerte para papá nena... - Le murmura entre preocupada y divertida por el recuerdo, acariciando su barriguita de escasas semanas de embarazo.
- Es lo que me corresponde... - Interrumpo decidido.
- Ese, es mi amigo. - Aprueba Caleb rodeando los hombros de su mujercita y con un puño en alto dándome fuerza, para luego sobre un beso en la sien de Hope con amor, ponerse frente a mí, mientras hace a un lado su revuelto pelo con un mano que cubre siempre parte de sus ojos por su extraño corte.
Eleva su índice sobre mí.
- Pero, recuerda hermano... - Me dice, apoyando una mano en mi hombro. - ...las sabías palabras que mi mujer me dijo, momentos antes de enfrentar a tío Hero. - Lo miro raro por su expresión fija en mi pareciendo adulto, entre sus siempre disparatadas conjeturas y quiero reír. - ...si observas una vez dicho lo del matrimonio que toma su pecho, es su angina... - Sonríe, ante esa probabilidad. - ...buena señal, porque es de emoción. - Murmura y yo, asiento entendiendo.
He intento caminar en dirección a las escaleras que llevan a la gran puerta principal, pero su mano aún en mi hombro, me detiene.
Lo miro raro.
- ...pero, si ves que se le infla la vena derecha de su cuello, desabrocha los primeros botones de su camisa y comienza a arremangar este, como empezar a sacar su saco de vestir... - Prosigue sobre la risa de Tate como Hope, abrazadas entre sí. - ...es su aneurisma... - Hace un ademán con su mano libre frente a mí, tajante en el aire. - ...corre amigo. - Explica como un ferviente conocedor del tema. - ...solo, corre hermano... - Roba las llaves de mi camioneta entre mis dedos y las eleva. - ...que yo, te espero en el estacionamiento con el motor encendido y te llevo a la embajada más próxima por exilio político... - Culmina, sobre las risas de las chicas y mordiendo la suya, pero decidido y con su frente en alto orgulloso de sus palabras, caminado en dirección tras palmear mi hombro totalmente apoyando mi decisión, hacia el lado del conductor de mi camioneta y tras desactivar la alarma como cierre centralizado, montarse en este a mi espera.
Jesucristo.
No se si golpearlo o abrazarlo, por semejante ocurrencia.
¿Y consejo?
Pero la mirada de Tatúm totalmente puesta en mí, aún abrazada de Hop me llena de confianza, pese a sacarnos una sonrisa como risa, Caleb con su carisma.
Y bajo todo su rostro con un ligero rubor, un bonito tono rosa sobre sus mejillas irradiando felicidad por este día, al igual que el brillo de su mirada y sobre los brazos de su hermana, elevar ambos pulgares, dándome fuerza por eso.
Me hace reír en voz baja y sin un atisbo de miedo para enfrentar a tío Herónimo, la miro por última vez, dándole toda la confianza que necesita sobre mis pasos retomando en dirección al Holding.
Si fuera posible, quererla más.
Mi pie pisa, el primer escalón y subo estas sin dudar al igual que el ascensor, una vez dentro hasta el piso 30 y pido a su secretaria de toda la vida Marcia, que me anuncie a mi tío que sin dudar me recibe abriendo él mismo la puerta de su oficina.
Que de pie, con todo lo imponente que es con su presencia, altura y tamaño me aguarda, acomodando mejor su lentes en el puente de su nariz.
Sonrío pensando en las dos mujeres de mi vida y me pregunto de poder quererlas más.
Imposible.
Y suspiro entrando a la oficina, seguido por tío Hero.
Ya que, la amaba a ella como a nuestra Lulú amás no poder...
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