CAPITULO 17
TATÚM
- ¿De visita? - La voz bajita de Ben, me sorprende cuando abre con cuidado la puerta de la habitación de Lulú, que dormida entre mis brazos acuno.
Beso su cabecita afirmando y llevándola más contra mí, mientras palmeo con cariño su espaldita al ritmo de la suave música infantil, que se siente de mi I Pod y que descargué para mi nenita.
Ben sonríe tomando asiento en la única silla en un rincón, mirándome divertido.
- ¿De casaca médica? - Me pregunta y lo miro con cara, provocando que ría silencioso para no despertarla.
- Tal vez, haga un par de rondas extras... - Me justifico, mientras recuesto con cuidado a Luz en su cuna y la tapo con su mantita. - ...No tengo mucho para hacer en casa de mis padres con una de mis hermanas tomando las llaves de su coche para ir no se dónde y Juno en el partido apertura de básquet de la liga de la U, acompañando a su novio...
- ¿Aburrida? - Ben me pregunta.
Asiento, mientras me dirijo al ventanal a cerrar las cortinas infantiles para que las luces del predio del Hospital por la llegada de la noche, no interfieran con el sueño de Lulú.
- ¿O triste y necesitando ocupar tu mente, por esperar...un algo? - Prosigue, al verme que verificando estas, del bolsillo de mi casaca tomo mi celular para chequear con ansiedad que no disimulo.
Con ansias conformándome, aunque sea con un mensaje.
Uno solo y sin siquiera, pedir una llamada telefónica de su parte.
Y pese a que con mi orgullo maldito, le dije que no creía y nos evitamos a futuros encontronazos en estos días, porque según yo, no me importaba desde que lo vi al idiota por última vez.
La realidad es, que solo espero la mierda de respuesta que sea a su tiempo pedido maldita sea, ya que el tiempo apremia y cada jodido segundo de cada minuto es importante.
Me dejo caer en la cama junto a la cuna, sin poder evitar mirar a Luz y ver como plácidamente, duerme tranquila junto al peluche jirafa que le regaló Cristiano.
- Algo, así... - Suspiro a mi amigo que notando mi sonrisa triste viene hacia mí, para tomar asiento a mi lado.
- ¿Día difícil?
- Días difíciles... - Corrijo.
- Yo podría haberte ayudado, Tate... - Ben suelta y lo miro sin entender.
Bueno.
En realidad, sé lo que me quiso decir con el sentido de sus palabras.
Como también, él sabe que en ese sentido mis sentimientos que no se comparan con los suyos.
Uno por mí, desde que somos niños y que nunca va a ser correspondido de mi parte, más que ese cariño incondicional como uno de mis mejores amigos que es con Tini.
El de una linda amistad.
Y cual aún, guardo la esperanza por más que él lo niegue, que no son profundos en realidad y despierten por uno bonito y verdadero a Tina o en otra persona.
Resoplo riendo y golpeando su hombro con cariño con el mío, tipo reproche sentado a mi lado.
Ya que, sería incapaz de meter en semejante lío de lo que todo acarrea a Ben por Lulú.
Y menos por ello, jugar con sus sentimientos, porque me importan mucho en algo que puede ser para toda la vida, viniendo a mi mente mis supuestas cláusulas para ese matrimonio que escribí.
Y por ello, una pregunta golpea mi mente.
¿Será que los de Cristiano, me importan muy poco entonces?
Sacudo mi cabeza.
No.
No es eso.
Él nunca más me dijo nada.
En realidad, nunca me lo demostró.
Creí en su momento, pero no.
Arrugo mi nariz.
Hasta la noche de la cita y con su pregunta en la entrada de la casa de mis padres...
Y un gemido de frustración por tantas dudas sin una respuesta congruente, me hace chillar por dentro.
Dios.
Un trasplante de cerebro, me vendría genial en estos momento.
Gruño otra vez.
Y uno de corazón, también por favor.
- Oye, me debes mis apuntes. - Cambio drásticamente la conversación con la excusa de un pronto examen de anatomía en breve.
- En mi departamento. Lo siento, olvidé traerlos, Tate... - Hace una mueca tipo perdón, que me hace sonreír. - ...el Hospital y mi primo Matt, me mantienen la mente ocupada...
Lo miro.
- ¿Matt?
Asiente.
- No está pasando por un buen momento...
- No lo sabía. - Digo sincera y la verdad, algo sorprendida.
Aunque parece un chico algo conflictivo y no lo culpo por ese cierto abandono por parte de sus padres desde niño y que, se sabe por vivir de temprana edad con sus tíos.
Los padres de Ben.
Siempre demostró pese y a eso, su alto poder de autopreservación por ello.
Notándose en sus excelentes calificaciones en su carrera universitaria como perteneciendo a una hermandad de ella y no privarse del lujo, el confort por el poder como dinero de sus padres, complaciendo todos sus caprichos.
Y lo que más le interesa y por ello, ser parte según mi hermana Hope en la competencia interestatal que será en breve.
Bailar.
- Mi tiempo de salida es en '10... - Ben, me saca de mis pensamientos. - ...los dos no sabemos que hacer con nuestro sábado en la noche libre. - Su brazo rodea mis hombros. - Te parece ir por tus apuntes y aceptar la invitación de tu amigo, de ahogar con pizza y un par de cervezas... - Me sacude de forma cariñosa. - ...tus penas futura maritales y yo, tu rechazo número cien?
Río a carcajadas, asintiendo y abrazándolo.
Imposible, quererlo más.
Siendo sincera y porque la verdad, estoy aburrida por siempre lo mismo a mis salidas del Hospital en estos días, como leer para los exámenes previos encerrada en mi cuarto esclavizada a más apuntes y cada 15 minutos reloj, exhalar un suspiro de designación cerrando un rato mi cuaderno de notas como libro, para mirar a través de las ventanas francesas de mi habitación hacia afuera.
- Acepto. - Digo y sin darnos cuenta, que alguien nos observa por haber entrado en la habitación y no sentirlo por nuestras risas.
La de Cristiano de pie, junto a la puerta abierta de la habitación.
Serio.
Con su ceño totalmente fruncido y silencioso.
Y con su mirada en un solo punto fijo.
Mi abrazo con Ben.
La que me parió...
CRISTIANO
¿Qué mierda vudú, era esa?
Poco más de 36h siendo yo un alma en pena.
Doliendo cada parte de mi cuerpo obligándolo con cada paso para cumplir con mi trabajo, tanto en la departamental como Hospital y reventado de sueño por mi jodido insomnio por toda esta situación mierda.
Y he aquí.
Para ver.
Encontrarme después de llevar y escuchar sus atravesados, pero lógicos pensamientos de un Caleb "Coelho."
A Tatúm como si nada.
Impresionante.
Como llevándose el mundo por delante y sin atisbo a pasarla mal, mientras yo solo veo soledad, destrucción y tristeza en el mío, tipo la peli Soy Leyenda pero sin el perrito.
¿Pero, qué pasa con esa sonrisa?
Porque, es feliz.
Tan alegre que mi hígado se descompone en sentirla, como si fuera que todo lo que esta sucediendo no fuera dolor, cuando para mí, hay mucho de ello.
- ¿Van a ir a dónde? - Gruño.
Pregunta estúpida.
Porque lo sé, al escuchar en el momento de abrir la puerta para darle las buenas noches a Luz y curioso sentir risas detrás de ella.
Y tragar con fuerza como controlar mi temperamento, al notar que a juego hay un abrazo entre ellos.
El de mi Tate y el Kent versión enfermero y pelito largo, que dice ser su mejor amigo.
¿Mejor amigo?
Mastico la pregunta, mientras observo el modo por demás cariñoso y que no me gusta ni mierda en que lo hace.
Arrugo mi ceño.
Mi culo, señores.
TATÚM
- ¿Van a ir, dónde? - La familiar voz ronca de Cristiano, salió de la nada maldición.
Sus ojos de muy abiertos pasan a estrecharse sobre su respiración algo acelerada que intenta disimular y contener por la ira que lo embarga, que vagan por encima de mi rostro.
Mi cuerpo.
Para volver a su punto de partida y magma de su enojo.
En aún, mi abrazo con Ben.
Solo hace unos pasos hacia nosotros, donde la única y tenue luz del velador de la habitación, me deja percibir no solamente su rostro denotando en sus rasgos huellas de cansancio.
Sino, también.
Sus cabellos algo azotados sobre este, acusando que por el motivo que fuere y preocupa.
Haberlo pasado varias veces con sus manos de tanto pensar.
Y quiero indagar en esa respuesta buscada mirándolo.
Pero, nop.
No hay nada como tampoco, nada dócil ni nada amable.
Ni menos normal, mierda.
El idiota es un témpano de hielo.
Un bonito iceberg que con su presencia tipo montaña glacial sexi, hace que mi mirada vaya al ventanal donde momentos antes cerré las cortinas, con al seria posibilidad de abrirla y saltar de ella con tal de evadir el insensato sentimiento de culpa que cargo por que me vea así.
Pero, no.
Muy alto.
Para luego mirar la puerta como segunda opción de escapatoria y me imaginé tirando de esta, con mis dos manos y un pie para abrirla.
Pero, tampoco.
Porque, como leyendo mis pensamientos de huida, se pone delante de esta el muy jodido con sus cejas arqueadas y enderezando su kilométrica postura.
Pero qué, bastardo.
- No es de tu incumbencia, Cristiano... - Me suelto de los brazos de Ben para cruzar los míos.
Me imita.
- ¿Estás segura?
¿Lo estoy?
Rasco mi mejilla, confusa.
Pero la respuesta viene, recordando su famoso "tiempo."
Ira.
- Ignóralo... - Suelto y diciéndole a Ben, mientras me encamino en dirección a la puerta sin antes chequear por última vez a Lulú.
Que se joda si no le gusta.
CRISTIANO
- Ignóralo. - Le dice Tate a Ben y yo rodé mis ojos ante su postura caminando y ley del hielo de me.importa.una.mierda.Cristiano. que me hace.
Riendo como respuesta y mordiendo su labio.
Y yo, me giré ante ello.
Le di la espalda.
Porque, no puedo verla hacer eso y que vea mi cara maricona.
Gimo.
Ya que, es muy linda cuando hace esa mierda, maldita sea.
Pero que note eso, no es la idea y tras una respiración necesaria, me vuelvo con mi mejor cara agria, mientras los sigo saliendo de la habitación y veo que ambos se detienen a la espera del ascensor.
Y como si fuera una jodida planta más o un decorado y ante la puerta abriéndose, Tatúm como si nada seguida de Ben se internan dentro y como bien dijo sus últimas palabras.
Ignorándome.
- No terminamos de hablar, Tate. - Digo.
Cualquier cosa, con tal de impedir que se vaya con él.
¿Su respuesta?
Pero que perra.
Hermosa.
Pero perra, en fin.
La sonrisa que nunca abandonó su rostro sobre un eventual y elevado dedo del medio hacia mí, cerrándose la puerta del ascensor.
- Y la dejaste ir... - La voz de Tini, suena sobre uno de mis hombros tomándome de sorpresa.
Y miedo.
Santo Dios, esta mujer no parece humana con sus apariciones repentinas y de la nada.
Miro para todos lados.
- ¿Cómo apareciste?
Niega con una mueca, cruzando sus delgados brazos sobre su pecho mirando el ascensor.
- Si le hicieras saber con el corazón, que es tuya...no se abría ido con él, Robocop a su departamento... - Me dice sin hacer caso a mi pregunta.
- ¿Departamento? - Repetí la palabra "departamento," como si tuviera que sostenerla con pala, guantes de goma y como ella con mirada totalmente también en el jodido ascensor.
Para luego a las escaleras.
Gruño.
- Eso, lo veremos... - Suelto, encaminándome a ella y sobre la risita de Tini.
Porque, Tate sabía que era mía.
Como yo de ella, aunque no lo quisiera admitir.
Siempre.
TATÚM
No escucho lo que me dice Ben.
Solo noto que sus labios se mueven con una sonrisa en ellos, por algo que me cuenta.
Como tampoco la música funcional del ascensor, mientras descendemos un piso tras otro.
Porque mi cerebro, solo me hace pensar una y otra vez en el rostro de Cristiano mientras lo dejaba y se cerraban la puerta del ascensor.
Un rostro sobre sus cejas bajas por enojo contenido y ante mi seña con el dedo del medio sobre mi risa de sarcasmo.
Y su mirada.
Dios.
Esos ojos fijos en mí, consiguiendo esa intensidad más verde por no obedecerlo que lo hacían peligroso como sexi, cuando escuchaba o veía algo que no le gustaba.
Busco sin ganas de uno de los bolsillos de mi casaca mi celular que no para de sonar, mezclándose con bip del ascensor ante la llegada al vestíbulo de entrada, como también la conversación que me da Ben.
Y tengo que apoyarme sobre ya la puerta de acero de esta, para no caer de bruces contra el piso al llevarlo a mi oreja y escuchar, lo que me dice mamá del otro lado llorando.
Mi mano cubre mi boca ahogando mi llanto y angustia, en solo pensar a una de mis hermanas sufriendo.
Y por Caldeo.
Como lágrimas llena de miedo, por lo que confirma con su internación repentina y de urgencia en pleno partido de básquet.
Su Leucemia.
Y sobre mi caminata y de un impulso intentando recobrar las fuerzas de mis pies, por la amenaza a que desfallezcan y rostro de Ben a mi lado de no entender nada.
Me encuentro con Cristiano a los pies de las escaleras bajando de ella corriendo.
Que también con su celular como yo, está en el oído.
Silencioso.
Pero, quebrantado por estar recibiendo la misma noticia.
Y olvidándome de Ben.
De todo en realidad.
Y solo mirando su mano libre extendida, mientras lentamente dejo caer la que sostengo mi móvil aún de mi oreja, para tomar la suya y entrelazarla, salir corriendo los dos en dirección al estacionamiento por su camioneta.
Y todo pasa rápido en las horas siguientes después o podría decir días.
Difícil de explicar.
Horas corriendo una detrás de la otra a veces pareciendo estas, solo minutos y otras, que sus agujas parecen congeladas por lo lento de ellas.
Pero, siempre con dos factores comunes alimentándose.
Tristeza y sorpresa, lleno de felicidad en ello.
La tristeza, por saber que la Leucemia que de niño mantuvo en hilo la vida de Caldeo, despertó ocultando su lucha desde tiempo atrás, para que no suframos.
En especial mi hermana Juno y por ende, su rechazo y desprecio estos casi dos últimos años.
Y los que nos conmovió como llenó de asombro estando en el Hospital, sobre su internación permanente desde su recaída la noche del partido de básquet, turnándonos para acompañarlo en cada momento con nuestras familias, los chicos y mi hermana del medio, siempre a su lado y prácticamente viviendo en el Hospital.
La noticia para todos por su llegada repentina de esa noche nefasta del juego, que Caldeo tenía un hermano mellizo.
Sip.
Constantine.
Un muchacho que se presentó frente a todos con su vestimenta simple y casual, esa misma noche.
Pero denotando todo él físicamente, tanto como cultura con su tono de voz gruesa y porte, aunque hablando perfecto nuestro idioma, pero con cierto dejo de un acento extranjero de sangre e historia milenaria proveniente de algún exótico continente.
Y con su mirada clara, fría y gris como el hielo casi tapada por la totalidad de su pelo azabache que bajaban de su frente y por abajo de una siempre gorra deportiva, era cálida dentro de su seriedad iguales a los de Caldeo.
Un hermano internado que a la par de Juno, nunca abandonó tampoco.
Demostrando para todos nosotros un amor incondicional por él.
Respetuoso.
Silencioso.
Pero expectante a cada movimiento del Hospital, la enfermedad y su hermano querido.
Y hombre guapo, si lo hay.
Notando sobre nuestras miradas cruzadas y de inteligencia con Hope en nuestras visitas.
El flechazo por este chico hermoso y serio como silencioso, un digno hermano Kosamé.
Por Amely.
Siendo muy evidente de sus sentimientos y recibiendo de su parte a cambio una tarde, su mirada fría y glacial.
Desaprobatoria diría yo, de parte de Constantine.
Pero, que pese a esa forma directa y sin anestesia por parte del hermano de Caldeode mandar a la friendzone a nuestra amiga de forma dura y poco protocolar.
Tanto Hope como yo, percibimos sentadas en la sala de espera cierta exhalación de tristeza de sus labios entreabiertos, robando una ligera mirada a Amm antes de enfrascarse a sus continuas llamadas a África hablando en su idioma.
Y sobre esta sorpresa, más de ella.
Que como dije anteriormente, de alegría dentro de esta tristeza.
Cuando una tarde todos en la habitación de Caldeo y cuando digo todos, me refiero a todas nuestras familias y amigos dentro, como Cristiano y Caleb.
Inclusive Fresita.
Jun y Caldeo muy seguros como sonrientes, nos dan la noticia que se van a casar.
Océanos de sentimientos y emociones.
Sip.
Y no pude parar de llorar como mis hermanas, mamá, tía Lorna y hasta Amely al enterarnos de las buenas nuevas, mientras todos nos turnamos para abrazar de felicidad a la futura pareja.
Para luego todo reír por la cara de papá que inútilmente indagando y el único sentado frente a ellos, dio su consentimiento a Juno de su propuesta de matrimonio a Caldeo, emocionado como todos y ocultando sus lágrimas en un pañuelo que pidió a mamá.
CRISTIANO
Cierro mi casillero de un golpe sobre las risas y conversaciones de mis compañeros de la departamental en el vestidor, luego de una ducha y dando fin a nuestra jornada de rondas.
Palmadas y golpe de puños a modo despedida, intercambiamos con los que ya listos se van, mientras saco otro uniforme limpio del perchero.
Porque, todavía el mío no terminó.
Una guardia de pocas horas en el Hospital de tío Hero.
Horas que necesito recuperar por pedir y cambiarlas con compañeros de trabajo por lo sucedido con Caldeo y donde estas casi dos semanas, tanto toda la familia como amigos nos turnamos para visitar y hacer compañía a mi amigo junto a Juno y su hermano Constantine.
Días que se llenaron lo que jodidamente mencioné anteriormente y que odio.
Detesto.
Las famosas sorpresas y llegando una tras otra.
La enfermedad latente de uno de mis mejores amigos.
Internación inmediata, sin fecha de salida.
La aparición como presentación y enterarnos que el tal Constantine, era su hermano mellizo proveniente de África y que es un príncipe o una mierda parecida.
Y sonrío por el último, tomando asiento en una de las bancas del vestidor, mientras me calzo mis botas acordonadas.
La del casamiento de los chicos.
Y río más, ganándome las miradas raras de algunos de mis compañeros por el pedido de matrimonio de Junot a Caldeo.
Pero mi sonrisa cae al recordar la otra.
Sip.
La supuestamente mía y de Tatúm...
Y revuelvo mi pelo con mis manos sobre mis rodillas apoyadas, como si eso fuera a acomodar mis ideas en mi cerebro, pero siempre resurge entre ellas.
La jodida pregunta.
¿Qué mierda hago?
Y tomando mi chaqueta policial de un movimiento mientras me pongo de pie con una blasfemia.
Pero, blasfemia de decisión.
Y abrochándola en el proceso, me encamino a la única persona que puedo confiar no solamente mis sentimientos.
Sino.
Lo que me aqueja y saca mis martes 13, buscando la respuesta.
***
La mandíbula de tía Vangelis queda a mitad de camino abierta y mostrando en todo su esplendor por su boca a medio masticar, el bocado de la tarta de manzana acaramelada que tía Siniestra nos sirvió, como su tenedor a media asta en el aire y cortando su recorrido a su pequeño plato al escucharme atenta como su hermana del otro lado del mostrador.
Donde yo, sentado en unas de sus banquetas altas del otro lado.
Y sin tocar mi porción, pero sí, bebiendo el café que acompaña le doy pequeños sorbos silencioso y a la espera de sus palabras luego de contarle.
Todo.
Y con la seria posibilidad sin perder de vista su tenedor, que aún estático en el aire puede atentar con la prominente amenaza de clavarse mi pecho.
Cual sin detenerlo si fuera el caso, lo aceptaría por merecerlo.
Como el bandejazo lleno de cupcakes de colores que tía Siniestra a su lado y de pie, sostiene entre sus manos a la espera de ser llenada una vitrina.
- Dios, el neardental de mi cuñado, va a matarte... - La voz de tía Siniestra, suena sobre el silencio inamovible de tía Vangelis sobre sus grandes ojos cafés siguen solo fijos en mí, mientras asiento sus sospechas.
- ...y en pedacitos... - Prosigue y yo confirmo sin dudar, con la mirada de espanto de un cliente esperando su pedido y escucharla.
Deja a un lado la bandeja de dulces, para apoyarse de lleno sobre el mostrador con su mirada zafiro perdida en todos los clientes ocupando las mesas de SugarCream, con su barbilla en un puño.
Suspira.
- ...y le va a pedir a tu padre que lo haga... - Sentencia con un susurro pensativo, cual digo que sí, callado y tal vez pensando como yo, cuando eso suceda y la carnicería que va ser eso.
Muy merecida por cierto.
- Tía di algo, por favor... - Ruego mirándola.
Deja a un lado del platito, su tenedor.
- Nadie va a cortar en pedacito a nadie... - Dice al fin, apoyando ambos brazos cruzados sobre el mostrador.
Me mira.
Largo rato y sumergida en sus pensamientos y yo, tengo ganas de llorar.
Porque, sé que la defraudé.
- Yo, lo siento mucho... - Agacho mi cabeza a ambas, sincero.
Pero, bajo mi confesión declarada de admitirlo y con ello, demostrar lo que siento.
Y como me veo.
Una basura.
Porque es la realidad.
Cierto alivio descomprimiendo en mí, por lo que cargué por tanto tiempo con esta mierda.
- Entonces, todo... - Tía Van hace un gesto en el aire, como buscando las palabras correctas a "eso." - ...fue la noche del campamento?
- Si, tía.
- Ohh... - Suelta entendiendo y volviendo a su tenedor para cortar un gran pedazo de pastel, para masticarlo de forma pensativa y cambiando miradas con tía Siniestra.
Eleva su tenedor a modo explicativo con dibujos en el aire.
- ...y el primo de Ben, los vio... - Vuelve su mirada a su hermana, para otra vez a mí. - ...haciéndolo?
- Matt. - Confirmo.
- Y de allí, su amenaza constante y por eso... - Sigue Siniestra. - ...tu alejamiento a mi sobrina por ese desgraciado, poca cosa... - Su voz aumenta por la ira mientras hace a un lado desatando su lindo delantal que lleva puesto del negocio en tonos rosas y con motivos de caramelos dulces, para dejarlo de un golpe amenazador como su mirada sobre el mostrador.
Mira a su hermana menor.
- ...déjamelo a mí, Van... - Busca por abajo de este y en todos lados. - ...en algún lado tengo todavía, el bate de beisbol del hermano de Roger... - Sonríe diabólicamente y Santo Dios, llena de placer hurgando.
Y la risa de tía Vangelis, suena sobre nosotros y mi mirada de no entender nada, mientras abraza a su hermana para detenerla.
¿Será, por un viejo recuerdo?
- No hace falta, Karla... - Murmura sobre su resoplido, abandonando la búsqueda.
Tía Vangelis, vuelve a su lugar.
- Cristiano frente a una mirada de madre, no es decepción cariño que tengo por ti. Pero sí, sorpresa... - Habla volviendo a su último bocado de tarta de manzana, dejado en el plato. - ...porque, lo que siempre soñé y anhelé para ustedes, se adelantó a mis planes que iban a la par como a mis otras chiquitas y ustedes... - Formula, sobre el asentimiento de estar de acuerdo de Siniestra.
- Tía, yo era mayor de edad... - Me reprocho.
- Pero, un niño al fin... - Me interrumpe. - ...un niño que como adulto y hasta hoy, tomó bajo su cargo y responsabilidad, el daño colateral después solo...
- ...por cuidar a Tate... - Agrega, tía Siniestra.
No lo niego.
Porque es la única verdad y vuelvo afirmar, buscando mi respuesta del que hacer sobre mi confesión.
- Y cargando esa culpa llena de amenaza, aún permaneces al lado de mi pequeña ayudándola con la adopción de Lulú...
Sacudo mi cabeza, haciendo a un lado mi taza ya vacía.
- No tía, yo no ayudo en esto a Tatúm. - Niego sobre su mirada de asombro por mi negativa. - Yo lo hago, porque amo a Luz y quiero, pese a sus mierdas sobre nuestro supuesto matrimonio, una familia con Tate...
Me mira para luego sonreír levemente.
- ¿Y la propuesta de la departamental por el trabajo de tu sueños de ser parte de la fuerza como tu padre y Collins, cariño? - Pregunta y la miro raro.
Mierda.
Hasta me había olvidado de eso la verdad.
Porque, solo mi mente estos días ocupaba la disyuntiva del jodido Matt y perder a Tatúm como Lulú para protegerlas, pero al mismo tiempo crucificándolas.
Guau.
Su cálida mano, reposa sobre las mías entrelazadas de forma nerviosa sobre el mostrador y acariciarlas con contención.
Se inclina hacia mí, sonriendo.
- Tu sinceridad y el venir de frente, me demuestra el gran hombre que te has convertido mi pequeño Cristiano, sin importante las consecuencias que acarreará esto cuando salga a luz... - Me dice. - ...para buscar en mí, esa respuesta a tus dudas... - Se sonríe más. - ...pero siempre la llevaste contigo a ella, no te parece?
¿Será?
Apoya una mano en mejilla, sobre un pensamiento o recuerdo.
Creo.
- Hace mucho tiempo... - Suelta. - ...por la negación y en el intento de alejarme de su lado, para que no sufra en algo que tu tío Herónimo creía que debía afrontarlo solo, yo le dije algo... - Suspira sobre un brillo de sus ojos, por algún tipo de conocimiento oculto por haber vivido algo parecido. - ...puedes luchar contra todos solo o podemos luchar contra él juntos...
- ¿Él? - No entiendo.
- Una persona no grata... - Solo murmura.
- Gaspar Mendoza... - Gruñe entredientes tía Siniestra, haciendo una mano como puño ante el recuerdo.
Frunzo mi ceño.
¿Gaspar Mendoza?
Aunque juraría, que no tengo idea quien es.
¿Por qué, tengo la sensación de haberlo escuchado?
He inclino mi cabeza, dudoso.
¿Será, que tal vez papá lo mencionó en el pasado?
- Entonces jovencito. - La dulce voz de tía Vangelis suena y me saca de indagar ese nombre en mi cerebro. – Luchar, contra todos solo... - Sonríe. - ...o luchar juntos con Tate, contra esto y darle la oportunidad de decidir a tu lado, contra lo que sea y diez mil Herónimos potenciados cuando se entere?
Y solo dos segundos me bastaron.
Dos segundos, para luego torcer mi boca en la cual pedía disculpa nuevamente frente a mis tías, pero mordiendo mi labio con una sonrisa por iluminarme con mi decisión rotundamente tomada, alejando mi nerviosismo.
Deslizo la baqueta para ponerme de pie.
- No me voy a detener, tía. - Prometo. - Por ellas...
- ¡A patear traseros, cariño! - Siento a tía Siniestra que me da fuerza con su puño en alto, mientras camino en dirección a la salida.
TATÚM
- Estás rara... - Le digo a mi hermana, sobre las escaleras por venir del sótano junto al garaje de mi casa nueva de dejar cosas.
Me rueda los ojos al escucharme sosteniendo una cajita roja y a lunares mías, que saca de una de las cajas para desembalar.
Sacude su polvo con una sonrisa triste.
- Soy rara... - Me confirma poniéndola sobre un estante, volteando a la docena de cajas de diferentes tamaños apiladas algunas y una al lado de las otras, traídas por un convoy de la empresa de papá con mobiliario y cosas para decorar mi casa.
- Pero, para bien... - jadeo subiendo el último peldaño de la jodida escalera por hacer sabe Dios, cuantos viajes ya al sótano, llevando cosas.
Limpio mi sudor de mi frente con el puño de mi camiseta.
- ...ahora, estás rara mal... - Insisto al llegar donde está y golpear con cariño su hombro.
Su respuesta es nula y solo se limita Hop a encogerme sus hombros y por ello, bufo con mis manos en alto pidiendo misericordia al Todopoderoso.
Porque, sé que está tristona.
Pero también.
Que no quiere hablar de ello.
O sea de Caleb y lo cabezona que es, de no querer admitir sus sentimientos.
Y con ello lo que notamos todo en casa, pero aguardamos en silencio que ella se de cuenta.
Cuál es su verdadera pasión y que está muy lejos de los números.
Tomo mi tijera del bolsillo trasero de mis viejos jeans, para cortar la cinta que cubre una caja con la cuna nueva y a estrenar para Luz y tengo ganas de llorar cuando saco su contenido.
Pequeñas piezas y barrotes en madera rosa para armar.
Gimo lastimera.
- Esta mierda no tengo idea como se arma... - Exclamo, sentada en el piso y tipo indio, resoplando un mechón de mi pelo que se escapa de una de mis adoradas hebillitas y que cae sobre mi frente, mirando suplicante a mi hermana.
Le extiendo los pedazos.
- ...tú, eres la sabionda de las tres...
Y retrocede horrorizada por ello, negando.
Pero qué, perra.
Niega desde su lugar.
- No es lo mío... – Titubea ¿Pero qué, le pasa? - ...llama a Grands o a mamá, hermana... - Da un paso más hacia las cajas, tipo escudo.
Arrugo mi nariz, pero le pongo mi mejor cara de lástima desde el suelo y con una mueca triste en mis labios.
La que nunca me falló de niñita y mi hermana sobreprotectora, como es conmigo como con Jun, jamás se resistió.
Y vuelve a rodar sus ojos por eso, porque sabe que lo conseguí mientras bufa viniendo a mí.
- Mierda, contigo...quítate que yo lo hago... - Gruñe sobre mi chillido de alegría y felicidad, mientras la abrazo y abre el gran manual tipo folleto explicativo sobre su armado frente a ella y descalzándose para sentarse a mi lado en el piso.
Y la miro raro al ver que suelta un suspiro de alivio por ello.
¿No jodan?
¿Mi hermanita, ahora le molestan los tacones?
Y quiero preguntarle eso, pero el sonido ronco de una camioneta en la casa vecina con la música a toda potencia de AC/DC hasta el punto de retumbar por su volumen tan alto mis vidrios, me interrumpe como silencia.
- ¿Y eso, qué es? - Pregunta Hope aceptando los tornillos como destornillador que le alcanzo, muy concentrada en el armado de la cuna.
- Mi vecino... - Solo digo, encogiéndome de hombros y dándole poco interés. - ...no lo conozco todavía, pero por lo que me comentó tío Hollywood y nana, es un muchacho muy agradable, que se mudó hace poco también y creo que es policía o una mierda así... - Cuento.
Y sin entender Hop ríe por ello, sobre un portazo del aludido, bajo una gran blasfemia tronadora, acompañada por la música.
- Un muy agradable vecino... - Repite, mordiendo su risa contenida y casi terminando el armado de la cunita de Lulú.
Y yo palmoteo de alegría acomodando mejor mis lentes al ver como quedo.
Porque es hermosa toda rosita y con una sonrisa como un pulgar arriba, agradezco a mi hermana feliz en el momento que otro portazo del vecino y sobre nuestra charla, se siente nuevamente y hace levantar a mi hermana del piso, sacudiendo el polvo de su bonito y delicado vestido que lleva, mientras camina en dirección a una de las ventanas del garaje.
La que da a la casa de al lado.
Y para mi asombro, alabando su trasero como espalda cuando le pregunto que hace y me acerco también curiosa al escucharla.
¿Estará tan bueno, el vecino?
Pero solo veo una de las tantas camionetas que cruzamos pertenecientes a la departamental y que hasta el idiota utiliza, que con una maniobra precisa y chirriante acelerada, se aleja por la calle sobre esa música que nunca bajó el volumen.
Me encojo de hombros.
Supongo que oportunidades me sobrará a futuro de deleitarme con el trasero del vecino.
Y un par de horas después, sudadas, cansadas y cargando una mugre terrible ambas, pero satisfechas como orgullosas y con nuestras manos en las caderas una al lado de la otra.
Vemos como la habitación de Luz toda rosita como sus decoraciones con motivos Disney al igual que su mobiliario.
Como la cocina y el comedor.
Ya están listas, para ser habitadas.
Y alegría inunda mi pecho en solo pensar en el momento de con Lulú en mis brazos, disfrute de ella como cada rincón de la casa, porque ya va tomando forma a hogar.
Como también, pasar este día con mi hermana y comparta conmigo esto.
Sería agradable que Jun también.
Suspiro.
Pero en este momento es mejor que esté al lado de Caldeo, hasta el punto de elegir los preparativos de su pronta boda, de revistas y folletería para no moverse de su lado y su quimioterapia.
Tiro mis hombros hacía atrás, sonriendo.
Porque, sé que pronto lo haremos las tres juntas y con Caldeo, todo saldrá bien.
Si, señor.
- Por favor... - Ruego, tras acomodar lo último del día y saliendo del pequeño balcón de la habitación de Lulú a mi hermana, luego de admirar como ella ese bonito y frondoso árbol que divide mi casa con la del vecino y ayudarla sosteniéndola a que recoja de sus tupidas ramas un hilo rojo.
Uno que escapó de sus manos, para volar con un suave meneo y como si fuera jugando con la brisa, para posarse en mi cabeza bajo la risa de Hop por eso.
No podría definir su textura como tela.
No soy buena en eso.
Para eso, está la snob de mi hermanita.
Pero sí, puedo decir o la palabra sería sentir, como con su bonito color rojo intenso y casi con la longitud de mi brazo.
Percibir que se sacude mi pecho por una sensación, al tenerlo entre mi mano y ver como se acomoda en ella de forma natural.
Como si tuviera vida, entre mi meñique y la palma de mi mano.
Y para mi sorpresa, igual a la que tiempo atrás el idiota me dio como parte de pago por arreglar su auto policía de juguete y que guardo en una cajita que por más que dice en su rótulo "porquerías importantes" y yo, lo guardo con cariño.
Y sin ir más lejos, lo que trabó las ruedas del carro de compras de Cristiano en la tienda de víveres y café, que pese a que lo quiso ocultar en unos de sus bolsillos, capté ese hilo también.
Siendo raro estas coincidencias, pero bonitas.
- No sé Tate...tengo que estudiar... - Responde a mi ruego.
- Por favor...por favor... - Suplico adentrándonos más en mi casa, sin dejar de jugar con el hilo rojo ahora enroscado con varias vueltas en una de mis muñecas.
- ...será divertido...lo prometo... - Me paro frente a ella, sosteniendo sus hombros. - ...nos merecemos algo de distracción. - Gimo triste, ante mi ofrecimiento de salir un rato por unos tragos y buena música en WaySky. - ...tu despejarte de no sé qué...y yo, para descansar de tanto estudio... - Hasta nombro a Jun sabiendo q no lo hará por Caldeo y su enfermedad. - ...pero brindaremos por ella, con unos ricos tragos Cubanos. - Le guiño un ojo divertida y cómplice.
Y sonrío.
Intentando demostrar felicidad dentro de mis tristezas.
Porque, realmente necesito despejarme y que la música con algún trago dulce como veraniego, me haga olvidar aunque sea un poco.
Con un poquito, me conformaría.
Del jodido Cristiano.
Y mi carita de por favor, nuevamente endulza a mi hermana.
- Ok Tatúm...saldremos esta noche por un poco de diversión... - Dice al fin resignada, pero sonriente, sobre mi exclamación de felicidad y abrazo a mi hermana obligando a que salte conmigo por ello.
CRISTIANO
- ...apestas... - Le digo a Caleb sentado en la mesa del bar de Salvador, mientras bebo sin ganas de mi botella de agua sin gas. - ...deja esa mierda, Caleb... - Gruño y le señalo con mi barbilla a su cuarta jarra de cerveza helada que se bebe. - ...si Caldeo se entera, no dudará en agarrar tu cuello... - Le advierto.
Advertencia que no le importa.
Y me responde con una risa, dando otro gran sorbo a su bebida y besando el cuello de la morena que carga en su regazo.
Una risa que por más que el cabrón quiere disimular, todo él dice que quiere olvidar a Hope y esta llena de tristeza.
¿Pero qué, mierda pasó entre ellos ahora?
El bar está lleno.
Demasiado para mi gusto.
Bruno y Cisco, parte de la banda de Caldeo están sentados junto a nosotros en la mesa y a sus siempre gruppies de chicas fans a su alrededor, que disfrutan de su atención mientras beben y se mueven al ritmo de la canción de moda, que los autoparlantes hacen sonar sobre la semi oscuridad del local con los láser de color yendo y viniendo.
Bufo y recorro con mi mirada el lugar de forma aburrida.
Todavía preguntándome, por qué carajo le hice caso a Caleb en salir cuando me llamó, luego de ir por los papeles dejados en casa y de regresar de SugarCream.
Ya que no me estoy distrayendo para nada y menos, apaciguando mi mal humor que ciego por ello y con ya mi decisión por escrita en uno de mis bolsillos sin importarme la hora, voy a dejar a Tate saliendo de acá y ante la sospecha que pueda estar en una guardia auxiliar.
Rechazo a un par de chicas que se me acercan de forma por demás cariñosa.
Porque no me interesan.
Nunca.
Aunque más de una vez, cualquiera de los chicos o la misma Tatúm fueron testigos de verme llevar una que otra de mi brazo a la salida del bar.
Me vale mierda, lo que pensaban de ello.
Hasta hoy...
Y por eso la mano que rodea mi botella de agua, la aprieta con fuerza.
Porque, solo quiero ver a Tate.
Ya que, es hora de dar muchas explicaciones y pedirle perdón por haber sido un bastardo.
Chequeo la hora.
Resoplo.
En 5 minutos me largo.
A la mierda el bar y a la mierda Caleb.
Lo arrastro conmigo por cargar una borrachera de mil demonios el muy pendejo, mirando su acompañante y que ambos no dejan de manosearse, importándoles un carajo hacerlo en público.
Porque sé, que mañana se arrepentirá el muy jodido de esto, maldigo negando y sobre otro trago a mi agua bebiendo, mirando todo sobre la botella.
Y el fresco líquido se me atraganta, por no correr por mi garganta y por la apretada de bola que siento en ella, cuando mis ojos recorriendo el lugar se detienen sobre un lado de la barra.
Y estrecho más mis ojos, porque la precaria luz del bar a juego con los láser al ritmo de la música no me permite ver bien.
¿Acaso, son?
Y mi mano.
La que sostiene la botella, golpea con fuerza la mesa al bajarla.
Al focalizar.
¿Jun y Tate, aquí?
Sacudo mi cabeza.
No.
No es Jun.
Es Hop, pero vestida casual y sin maquillaje.
Y no me pregunto el por qué, ese cambio tan drástico en ella.
No me interesa.
Ya que la verdad sin esas ropas finas y elegantes de toda la vida que usó y sin un maquillaje excesivo en su rostro, le queda mejor.
Le sienta mejor.
Pero ordeno a mis dedos a apretar mis labios, para detener el mar de palabrotas cuando mis ojos se depositan en la gemela de al lado.
Una gemela que moviéndose al ritmo de la canción y que lleva un pedazo de trapo rojo.
Uno muy chiquito.
Y que parece ser, que cumple supuestamente el papel de falda.
Una falda muy por demás, corta.
Y apenas cubriendo su traserito.
Y mi sangre se coagula al ver, no solo como vacía de un trago bebiendo lo que parece un mojito.
Sino.
Que algo tambaleante como Hop, acusan estar algo ebrias.
¿Mi Tate y su hermana en ese estado y rodeadas de buitres a la espera?
Y estando ante el mayor de todos, charlando alegremente.
Matt.
- Pero qué, carajo... - Maldigo de golpe, llamando la atención de todos y por correr la silla bruscamente.
Y la ira me colma, sobre algo que me dice Caleb para que me tranquilice, mientras me encamino a ellas.
No tengo idea, si es gracioso o no.
Porque, no lo escucho.
Solo mi cerebro conjuga las palabras que se abarrotan en él, focalizado en ellos y con cada paso que doy en su dirección mientras camino.
El infantil celo de ver a Tatúm con esa faldita y lo que más me atemoriza.
Matt entre ellas y la vulnerabilidad de ambas por los efectos del alcohol.
Y aunque no está con sus garras sobre Tatúm, lo está sobre Hope.
Nunca entendí sus planes.
Al principio pensé que era un odio contra mí, por el sentimiento en común que compartimos.
Querer a Tate.
Pero la existencia de ese amor depravado que supe luego de la noche del campamento, se mezcla con cierta fascinación o la mierda que sea, de aparecer en la vida de las otras hermanas e intentar interferir.
Preguntándome, cual es su juego.
Uno que me está erizando la piel por más que Caldeo como Caleb, puedan con él.
Y lo más importante.
¿Para qué?
Dándome cuenta algo, que me aterroriza más.
Que frente hasta puta casualidad de haber venido al bar por la insistencia de Caleb.
Matt no pierde pisada de ellas, observo a medida que me acerco y me abro paso a codazos entre la gente y que debo estar siempre por ellas.
Y por Tatúm y por eso, todo debe acabar esta noche con mi verdad, viendo a las dos personas involucradas con la mierda de mi secreto.
Tía Vangelis, tiene razón.
Pero me detengo de mi conclusión tomada, al ver el estado de ebriedad de las chicas y a Matt complacido en ello, mientras inclinado e invadiendo el espacio de Hop aprovechando, le susurra algo en el oído.
Mis dientes rechinan por mi gruñido, porque esta claro y notar a pocos metros frente a mi decisión que sería imposible hablar de lo que me atormenta a Tate, en el estado severo que se encuentran por culpa del jodido alcohol.
Nada coherente saldría, maldita sea.
Pero, no me va a impedir.
Gruño peor.
Llevármelas a ambas.
No solamente de la presencia de Matt.
Sino, también.
De cualquier jodido chico, cuando noto que Tate como si nada y de lo más feliz, acepta bailar con uno.
TATÚM
Mi tercer medida de tequila de mi vaso ya vacío, es de forma fuerte y seca dejada por mi en la barra, sobre un gruñido que se mezcla con risa que sale de mi garganta.
Santo Dios.
Río.
Creo que estoy algo borracha.
Pero feliz.
Porque y aunque sea de a ratitos, me estoy olvidando de toda la mierda que fueron estos días por el jodido Cristiano.
Y con ganas de que esos ratitos se incrementen, siguiendo el ritmo como la letra que dice la canción sonando, muevo y meneo mis caderas mientras veo a Matt de la nada, hablando con mi hermana.
Yo acepto bailar con un chico que a mi lado y junto a la barra se acerca de forma amistosa.
Es lindo y parece agradable, que me toma con suavidad de mi cintura.
Y si logra despejarme y pasarla bien.
Bienvenido seas, chico.
Pero, algo interrumpe de golpe.
Más bien, un gran jadeo por estar ahogándose al intentar hablar y que no puede.
Y es por la aparición repentina de algo o alguien.
¿Qué mierda?
Y al voltearme, encuentro el motivo.
Motivo que hace que pierda casi toda mi borrachera por el asombro, mientras intento en el proceso acomodar mi corta falda roja con el cierto empuje de gente, tanto testigo como curiosos que nos empiezan a rodear y por la llegada de hombres de seguridad también al pequeño espacio.
Mientras noto al idiota.
Sip.
Cristiano que sin un atisbo de esfuerzo con su elevada altura como tamaño y emanando toda esa masculinidad desafiante que haría dudar al mismo diablo de enfrentarlo y esa porte de macho sobreprotector y alfa con mayúscula, pero a la vez tierno el muy cretino por la forma en que fugazmente me mira escaneando que tanto mi hermana como yo estamos bien.
Mientras hace retroceder de mi lado y llevarlo contra la barra por el cuello, al lindo chico que bailaba conmigo de forma amenazante y con su otra mano libre en alto detiene a los de seguridad, que con la aprobación del hombre de barba entrecana del otro lado de la barra, desaparecen nuevamente.
Algo le gruñe.
Creo.
Como tampoco puedo escuchar bien, por el murmullo alto de toda la gente a nuestro alrededor y por la música.
Pero lo que fuere el chico asiente sin dudar, perdiéndose entre la multitud y mis manos se hacen puños sobre mis lados.
Impotencia.
Ira mezclada con lo que queda de alcohol, que ahora recorren por mis venas, porque yo solo quería divertirme.
Solo un poquito.
No pedía mucho para olvidar, aunque sea un rato mis tristezas.
Sentimiento que me consideraba ya la reina de ello por él.
Siempre por su culpa desde hace años.
No solamente, por la noche del campamento.
Sino, por sus constantes idas y vueltas e indecisiones, peor que una mujer.
¡Y santo Dios, él es el hombre!
Uno que se comporta, cual florcita deshojándose.
Un día me quiere.
Y el otro, no.
Y me duele.
Por ser un cobarde que sin entender sus mierdas mentales que todo él emana.
No se juega.
Y lo empujo por eso, llena de bronca.
Lo rechazo cuando intenta acercarse a mí, volviendo a empujarlo.
Bueno.
Lo intento.
Ya que mi fuerza algo borracha, no se compara con la gran piedra de granito que es el muy cabrón.
Jodido que solo se limita a cruzar como si nada frente a mi reacción, sus poderosos brazos sobre su pecho e inclinar curioso como silencioso su cabeza a un lado por mi comportamiento contra él.
Y más bronca me da, al notar hasta cierta sonrisa fugaz y divertida en su rostro de hielo, de verme intentar empujarlo nuevamente.
Pero, no hay caso.
Es una hermosa piedra tonificada de ojos verdes y tamaño montaña.
- ¡Vete! - Chillo, golpeando su pecho e importándome una mierda que todos vean, sobre la negación silenciosa de su cabeza como respuesta.
Y no puedo focalizar bien.
Ya no culpo a las bebidas que me tomé, porque la adrenalina que me consume no es por el alcohol.
Si no, por las ganas de llorar que siento.
- ¡Estas ebria, Tate! - Al fin su voz de hierro, retumba por sobre la música y nosotros.
Mira a mi hermana y nuevamente a mí.
- Están ebrias... - Se corrige. - ...y las llevo a su casa, ahora... - Gruñe la orden agrio y sin un gramo de paciencia.
Y sobre la negación de Hop a su estado, grito.
- ¿Y qué, si estamos algo borrachas? - Suelto, intentando acomodar mejor mis lentes, pero fracaso quedando cruzados más sobre mi nariz, provocando que Hope tape su risa con sus manos.
Por lo menos alguien le parece divertido esto y le sonrío a mi hermanita.
Pero la borro de mis labios, cuando veo que al idiota también aunque intenta disimularla.
Para él, no hay sonrisita mía.
Que se joda.
- Y no me llames Tate, idiota... - Exclamo, mientras me volteo e ignoro su presencia, hacia la barra que con una seña al hombre de la barra pido otra ronda de tragos.
Pero me giro sobre un hombro, mientras intento apoyarme en la barra.
- ...la gente que me ama, solo me di...ce así... - Hipo por el alcohol, que aún me queda.
Mierda.
Mientras con una mano lo menosprecio y le digo claramente, que se aleje de mí.
Pero, no lo hace.
Ni se inmuta a mi mirada de odio y con los suyos de la misma manera, se acerca.
- Jodida de mierda, el único que te dice así... - Murmura. - ...soy yo...
Aceptando el vaso de algo con hielo que me alcanza el hombre de la barra, bebo mientras pienso con otro hipo revelador.
Carajo.
Tiene razón.
Doy otro trago.
- Cierto... - Le digo moviendo el vaso con hielitos. - ...enton...ces... - Puto hipo que no se va. - ...la gente que no me ama...me dice así... - Envenenó mi conclusión, elevando mi ceja sin dejar de mirarlo desafiante, mientras intento bajar y acomodar mejor mi falda roja por demás corta y sonriendo con malicia, porque sé que lo lastimé.
Sus mejillas subiendo tres tonos de mi color favorito, me lo confirman.
Como la intensidad de su mirada profunda y totalmente fija en mí, en ese bonito tono bosque.
Pero algo llama mi atención a su reacción frente a mis dichos.
Que sabiendo que le iban a doler y aunque su mirada hay enojo.
Ya que ese era el fin.
No hay tal de ira.
Más bien, como si mis palabras que le dije sin titubear, fueran un latigazo de dolor.
Mucho, pero mucho de ello mientras hace unos pasos hacia mí.
- ¿Qué no, te quiero? - Dice casi llegando a mí, hasta el punto de rozar nuestros cuerpos y obligarme por ello a elevar mi barbilla mucho para nivelar la suya por su altura. - ¿Qué no, te quiero? - Repite con un jadeo de tristeza, que hace que golpee mi pecho por el timbre de voz, mientras saca algo de uno de los bolsillos traseros de sus jeans negros.
Un par de papeles doblados.
¿Eh?
- Sé, que la cagué y te lastimé, Tate... - Me dice, tomando mi mano libre del vaso y obligando a que tome los papeles mientras la envuelve con cariño con las suyas, sintiendo el calor de esa caricia.
Su mirada vaga sobre mi hermana y Matt que en silencio, son testigos de esto.
Sin entender porque las de este último escuchando todo, su ceño se arruga olvidando por completo la presencia de mi hermana y solo sus ojos puestos en Cristiano como en mí, expectantes.
- ...y nunca me lo voy a perdonar... - Prosigue. - ...y créeme, que estoy pagando por ello... - ¿Habla acaso, de la noche del campamento?
Elude mi mirada curiosa y fija en él, que se llenan de lágrimas sin saber el motivo.
Porque en el tono de su voz.
Triste.
Como sus ojos, aunque intenta evitar verme.
Dios...
Hay amor.
Mucho de ello.
Y por mí.
Lleno de ese sentimiento que como ahora, todo Cristiano colapsa al igual que esa noche del campamento.
La misma intensidad.
Pero con la diferencia, que ahora con cierta inquietud que a esa noche confesando lo mucho que me quería, sin entenderlo del todo.
Y digo del todo, al bajar mi mirada al par de hojas entre mis manos y abrirlas para leerlas.
Una, donde sobre la tipografía de una máquina de escribir, escrita por él está su firma final que agradece, pero rechaza el ofrecimiento a ser parte de la fuerza especial de momento.
Jesús.
Y la otra.
Es la copia definitiva del papel al igual que yo tengo, del juzgado por la adopción de Luz y llenada hasta su mitad por mí, al no saber por estos días en que iba a terminar todo frente a su tiempo pedido.
Pero la de Cristiano, completa.
Y también firmada como escrita por su puño y letra al final de esta, con un lindo comentario que se pide al final de esta, del por qué, la adopción de Lulú.
Y mis lágrimas aumentan, por el último renglón de su oración escrita costándome tragar saliva.
"Porque, nos ama ambas por sobre todas las cosas."
Y la voz de Cristiano, habla.
Pero, no escucho bien.
Al igual que la ebria de Hop, brindando por no se quién, luego de una risa divertida.
Para luego, verla despotricar por la repentina aparición de Caleb, acusándolo de su dolor de úlcera mientras se toma el vientre.
No lo podría describir en detalle, porque soy un mar de emociones entre mis lágrimas, que no dejan de rodar por mis mejillas y con siempre mi mirada en los papeles que sostengo con fuerza y entre mis dedos.
Mi pasaje a la felicidad.
Apenas elevo mi vista a Cristiano, mientras nos ordena que nos lleva a todos por borrachos y empujando a la salida del bar.
Inclusive cargándose a la morena acompañante de Caleb, comiéndola de los celos Hope.
Y como si fuéramos críos de 5 años por nuestro comportamiento mientras dejamos a un Matt con su rostro desencajado y de mala gana al mirarnos, como obedientes hacemos caso a Cristiano, sobre una última mirada desafiantes entre ellos.
Creo.
Siendo nuestro viaje de regreso de los cinco y dentro de la camioneta, en total silencio con uno que otro intercambio de palabras sueltas mía y de mi hermana, por su malestar estomacal por la borrachera.
Y ayudando a bajar a todos como cargando a la ebria y dormida amiguita de Caleb, hasta la habitación de huéspedes, sobre la puerta abierta sostenida por papá al recibirnos y sosteniendo como si nada en un hombro a su derrumbado y borracho ahijado dormido, seguido por Hop.
Y yo nuevamente a los pies y tipo deja vú, como la noche de días atrás sobre los escalones de entrada en la casa de mis padres.
Y Cristiano, de pie y con las manos en los bolsillos de sus jeans.
Solo nos miramos como despedida y dando fin a la noche al quedarnos solos.
Igual que esa noche, pero sin esa pregunta esta vez.
Y apretando las hojas contra mi pecho, no sé por qué.
Quiero.
Y en mi lucha interna, hasta pido bajito.
Ruego.
Que me vuelva a hacer esa pregunta.
Pero nada sale de Cristiano como en todo su semblante, más que un.
- Debo volver a casa... - De él, girando y encaminándose a su camioneta desactivando la alarma.
Subirse y encendiendo el motor, ver como se aleja.
Me dejo caer sobre las escalinatas.
Dios...
¿Qué fue todo lo que pasó, recién?
- Puro amor, nena... - La voz de mamá como leyendo mis pensamientos y tomando asiento a mi lado junto al escalón y con su mirada, también en dirección donde Cristiano partió con su camioneta, mientras acomoda mejor su bata de dormir contra ella por la fresca de la noche.
No me inmuto ante su presencia.
Era sabido que ante la llamada previa de Cristiano en camino, avisando la llegada de todos y nuestro estados a papá para recibirnos, mamá estaría también.
- ¿Amor? - Solo sale de mí.
Porque me cuesta creer, después de todo lo que sucedió.
Asiente con un suspiro.
Uno que me contagia, pensando en cada momento del idiota y en todo los momentos conmigo de siempre estar, pese a negarlo.
Para mal o para bien.
Pero estar.
Como su apoyo incondicional y por dudas, en la adopción de Lulú.
Dudas que ya no hay y me lo confirman los papeles entre mis manos y contra mi pecho, que sin dudar me los entregó y dándome el libre poder en ellos.
De su vida.
Diciendo y demostrando con ello al entregármelos, que me quiere.
Me ama.
- ¿Qué hago, mamá? - La miro con mis ojos húmedos por el dolor y dejándome abrazar por ella, sobre mi única duda.
El único hueco en mi corazón.
Y que todavía sangra y muchas veces, aún tengo que poner en hielo pese al jodido tiempo, por el recuerdo de la noche del campamento y lo sucedido después.
Me abraza más contra ella, recordándome cuando pequeña lo hacía por una pesadilla en las noches.
- Pregúntale cariño el por qué, a lo que tanto te aqueja y llena de dudas... - Hace a un lado mi pelo de mi frente. - ...solo Cristiano, tiene la respuesta, nena... - la besa. - ...y haya sido malo o buena su decisión, estoy segura que fue por mucho amor por ti, Tate... - Murmura y llamándome como él siempre me llamó.
Tate.
Viniendo a mi mente nuestra disputa de momentos antes en el bar y diciéndome así, pese a su enojo y furia, entregándome rabioso y bajo las ganas de masticarme por mi rechazo.
Los papeles.
Demostrando que me quería.
Odiándome a morir por mi forma de ser, pero lleno de amor.
Y suelto una risita, limpiándome las lagrimas y mirando de lleno a mamá.
- Tengo que verlo. - Suelto decidida.
Y mamá pestañea.
- ¿Ahora? - Pregunta sorprendida.
Me pongo de pie.
- Si. - Digo firme. – Prometo volver, mamá. - Juro. - Pero necesito ver a Cristiano... - Me inclino a ella feliz, sacando mi celular para llamar un taxi. - ...me dirías la dirección de Cristiano?
Sus ojos se abren más, mirando a un lado para luego a mí, como dudando.
¿Y eso?
- ¿Su dirección? - Repite, jugando con sus índices ingenuamente y evitando mirarme.
Y pongo mis manos en las caderas.
Porque, es sospechoso.
Sospechas que se confirman, luego de cerrar la puerta del taxi al bajar y de pie con unos grillitos de fondo como todo sonido, por la noche tardía en la calle desierta por la hora.
Con mis ojos totalmente fijos y frente a primer peldaño que lleva a la puerta de entrada en la casa de Cristiano.
Tapo mi boca sin poder creer, sobre la duda de reír a carcajadas o en su defecto, llorar mirando ahora la casa de al lado.
La mía tan bonita con su blanco y tejas españolas, iluminada por la única luz de su porche.
Para volver en la que estoy de pie y con una exhalación de aire contenida, pero totalmente decidida golpeando su puerta.
Para luego de un momento y apoyando mi oreja en esta, intentar escuchar los sonidos que vienen dentro al sentir mi llamado.
Notando que se lleva puesto cosas, supongo por la oscuridad y que se hace la luz, por luego esta al encenderse con alguna que otra blasfemia de su parte haciendo que sonría, por ser las mismas de hoy a la tarde y con Hop escuchamos, mientras intenta abrir con las llaves la puerta.
Reprochándome de tantas coincidencias y de la mano de la mente maestra de mamá, tras ellas.
En como nunca sospeché.
Y tirando mis hombros hacia atrás, enderezo mi postura cuando la puerta se abre y me recibe.
Sonrío entre lágrimas lanzándome contra él y notar de lo que parece envuelto en una vieja frazada y con señales en sus ojos de haber estado llorando también, sin darle tiempo a nada y terminando los dos en el piso cayendo bruscamente y colisionando mi boca contra él por el beso que le doy.
Un beso y ganas con el alma, que retuve por casi tres años.
A mi vecino, el idiota...
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