CAPITULO 15
TATÚM
Mi cuerpo cae de forma pesada sobre mi cama y un resoplido agotado sale de mí, abrazando el libro de medicina infantil que tengo que supuestamente estudiar contra mi pecho, totalmente absorta y perdida mi vista como mis pensamientos mirando el techo, bajo la única música invadiendo la habitación por el sonido de la ducha dándose Hope de nuestro baño.
Intentando analizar lo sucedido esta noche.
Procurando entender, no solo el por qué, de esa pregunta de Cristiano en la entrada de casa.
Sino, también.
El tras fondo de ella.
Porque sé, que hay una, pienso mientras me incorporo sobre mi cama y enciendo aparte la luz de mi velador y tomando el puño de mi camiseta, limpio algunas lágrimas sacándome mis lentes que sin mi permiso, brotan de mis ojos.
Pero la llegada de mi hermana Juno de golpe y abriendo la puerta de nuestra habitación, me saca de mis pensamientos y acomodando rápido mis lentes abro el libro que tengo que estudiar, para disimular mi tristeza.
- Hola y chau. - Es su saludo haciendo que ría, mientras chequeando su reloj y en el proceso abre su mochila y de su armario saca algunas mudas de ropa, guardando en su interior.
Recordando que ahora temporalmente mi hermana del medio, vive en casa de tío Pulgarcito y Lorna.
Sip.
Parece que Jun y Caldeo han limado sus asperezas y renació esa amistad de toda la vida entre ellos.
Acomodo mis lentes mejor y sonrío.
Ya que en realidad, nunca hubo dicha separación entre ellos, porque sobre esa distancia y burlas odiosas por parte de Caldeo sea por el motivo que sea y ellos lo nieguen.
O aún, no se den cuenta.
Suspiro.
Nunca estuvo tal.
- Dios...como amo mi cama... - La voz cansada de Hope como su cuerpo arrastrando los pies al salir del baño por una ducha reparadora de casi una hora, se siente mientras asegurando más la toalla rosa que la envuelve y busca algo de ropa interior como holgada de entrecasa mientras prosigue relatando o lo intenta por su cansancio, de todos los días de no solamente trabajar el Holding de papá.
Si no, de practicar baile por horas todas las tardes con nuestro primo.
Cosa que me da mucha risa, sin poder disimular mi carcajada ocultándola en mi libro, cuando a medida que se viste y nos relata lanzándose sobre su cama con amor y nostalgia, abrazando esta.
La famosa gran apuesta contra Caleb.
- Que genial... - Digo sin poder dejar de reír agradecida de olvidar algo mi melancolía, mientras limpio con el borde de mi blusa mis lentes empañados de tanta risa, haciendo de lado mi libro y me siento tipo indio sobre mi colchón. – Quiero ver eso...
- ...Hope Mon la ejecutiva, bailando ante un público tango... - Prosigue Jun como yo, riendo y con ya su mochila llena de ropa, cerrarla y colgarla sobre sus hombros.
Mientras apurada por no se qué, que aún no sabemos en concreto de su reconciliación con Caldeo, prometernos que pronto nos mantendrá al tanto, ya que ahora necesita recuperar esos casi dos años de amistad perdidas con él.
Porque, no hay tiempo nos dice.
Mierda.
Eso es extraño...
Pero se detiene a la mitad de la puerta de nuestra habitación a medio abrir, al escuchar a Hope que me sigue relatando lo sucedido con ella y Caleb en la piscina del gimnasio y que papá en compañía de Harris los encontró a ambos, dándose un beso apasionado y fogoso.
- ¿No jodas? ¿Papá te vio? - Le pregunta, bajo la afirmación de nuestra hermana por segunda vez y sobre ese asentimiento Jun frotando su frente pensativa, hace silencio.
Un silencio analizando y por ello, con Hop intercambiamos miradas perplejas ante nuestra hermana deliberando lo que sea.
Para que luego, una risa divertida salga de ella golpeando la puerta rompiendo el silencio.
Se apoya en ella con toda su espalda, mientras señala a nuestra hermana.
- Es una señal. - Le dice como si todo eso fuera una gran explicación y se gana una mirada rara de Hop que me hace reír.
- ¿Qué cosa, Jun?
El turno de mi otra hermana de mirarla raro.
- ¡Lo del agua, Hop! - Exclama con sus manos en el aire y como si todo estuviera dicho.
Con Hope arrugamos nuestra nariz sin entender y resopla por ello, rodando sus ojos caminando hacia nosotras.
Y tomando asiento en el borde de su cama relata por el cual, al no estar por mi trabajo en el Hospital, como con Caldeo aparecieron mojados y se quedó luego a cenar, como también a pasar la noche y por ello, encontrarlo al día siguiente con Hope durmiendo con ella en su cama.
Por esas pesadillas que todo sabemos y que de niño lo atormentan.
Sus demonios del pasado.
- ¿No te das cuenta, Hop? - Dice al terminar de relatarnos con lujo de detalle lo sucedido. - Papá me descubrió a Caldeo y a mí, en un episodio de agua en el estanque... - Sonríe algo tímida, pero feliz. - ...eso provocó, que me diera cuenta que amo a Caldeo y voy hacer lo posible por... - Susurra despacio como buscando las palabras correctas. - ...acompañarlo en todo esto, hasta el fin...
Arrugo mi nariz.
¿Qué, quiso decir?
Jun sonríe.
- ...y tu turno llegó, hermana... - Suelta entre risas por la cara de Hop. - ...cuando papá los descubrió a ti como Caleb, en una piscina también...con agua... - Recalca esto último y con comillas por sus dedos en el aire. - ...es un sello de amor, tontita! - Chilla feliz ante Hope mirándola extrañada y a modo analítica por sus palabras.
Para luego.
Ambas.
Mirarme de forma sospechosa a mí.
¿Eh?
Retrocedo sobre mi cama, porque con alguna burrada van a salir y abrazando más contra mi dos almohadas.
- ¡Qué! - Exclamo dudosa y porque sus miradas entre divertidas y sospechosas, no me gusta ni mierda.
Jun muerde su labio reteniendo su risa y se inclina a mí.
Se cruza de brazos.
- ¿Nada que contar de ti y el exasperante pero lindo Cristiano metódico y quisquilloso con el agua? - Pregunta.
Mi mirada ahora está en Hope, que le entra la risa como Juno.
Pero qué, par de cabronas.
- ¿Un baldazo de agua y papá, apareciendo tal vez? - Dice, buscando una opción y elevándome una ceja.
¿Qué?
¿Si yo acaso, tuve esa señal?
¿Un sello agua y de amor con el idiota?
No jodan.
Jamás.
Niego.
Lo nuestro es puramente negocio.
Una transacción nuestro matrimonio por Luz.
Nuestra Lulú.
Donde el amor no entra en juego en este futuro y mutuo acuerdo por ambas partes.
Y que por ahora, tampoco puedo contar a mis hermanas.
Cosa, que me duele engañarlas.
Porque y pese a que confío con mi vida en ellas, nadie tiene que saberlo hasta que se concrete el matrimonio y tenga definitivamente el okey de Lulú conmigo con su adopción por la trabajadora social Hernandez y la jueza Beluchy.
Y mi mirada reposa en la de mis hermanas, que y aunque hay en sus ojos como tono de voz, burla divertida por el augurio de Jun con el agua y esa supuesta señal de amor para nosotras.
Cierto brillo, también hay o llámenlo esperanza de que realmente sea así.
Y por ende.
Que a mí, también me ocurra.
Y contra mi pateo mental por un cierto anhelo sin mi permiso a sentir desde el fondo de mi corazón a que eso del episodio del agua me ocurra como también vivirlo como ellas.
Lo niego.
Rotundamente lo niego.
Porque, no puedo permitir que el amor entre en juego en esto.
Y me pongo de pie, oponiéndome rotundamente y lanzándoles el par de almohadones a ambas que esquivan riendo.
Las señalo.
- Jamás. - Juro, porque me prometí no volver a sufrir por él. - Con el idiota seremos algo. - Digo, recordando lo que momentos antes respondí a su pregunta en la entrada de casa al dejarme. - Ni el agua ni papá, podrán con ello... - Finalizo, dibujando una sonrisa para disimular la tristeza que me invade por eso y fingiendo enojo como ofensa, camino a la puerta dejada abierta por Juno y la cierro tras mí.
Y sobre el último escalón bajando la escalera, me desmorono en el peldaño y contra su baranda, apoyándome y negándome a llorar.
Lágrimas que humedecen mis ojos ante la primer lamida del viejo Rata, que al notarme desde su cucha entre los sillones del living, se levanta de forma pesada por lo viejito y camina hacia mí, para apoyar su enorme y entrecana cabeza de pelaje negro sobre mis rodillas.
Lo beso con amor, para luego descansar mi mejilla en él con un suspiro.
- Sello de agua y de amor... - Repito bajito y pensativa, sobre el gemido de mi viejo amigo al sentir mi pena.
CRISTIANO
Saludo con una mano en alto y a modo despedida a un par de enfermeras de la recepción como a un compañero de guardia de la puerta del Hospital, cuando abro esta y salgo en dirección al estacionamiento luego de mi visita a Lulú mientras camino a mi camioneta en el estacionamiento algo ya vacío por la hora tardía de la noche.
Pero me detengo como las llaves girando entre mis dedos casi a mitad del trayecto, al notar sobre la iluminación del predio y estacionado al lado de mi coche, otro.
Un deportivo de alta gama que reconozco.
Como a su dueño apoyado de brazos como piernas cruzadas sobre la puerta del conductor a mi espera y cual, su poca estabilidad que intenta disimular como su pelo algo revuelto, que está en un severo estado de ebriedad.
Carajo.
- Los vi... - Sale de él, ante mi poca reacción de su presencia y ver que como si nada, prosigo mi camino una vez llegando a mi camioneta al desactivado de su alarma como abriendo la puerta del conductor.
- Cambia el repertorio, Matt. - Solo digo, pero su risa ebria en mi espalda me detiene de subir a esta.
Porque es obvio, que no va a dejar las cosas así.
Nunca.
Y como hace casi tres años, seguir atormentándome.
Sonido como mueca negando sobre su andar dudoso por su estado, sale de él caminando tras de mí.
- ¿Por qué? - Murmura. - ¿Si es mi palabra favorita desde esa noche? - Suelta, acercándose y apoyarse contra la cabina de mi camioneta.
Y aunque me niego a mirarlo, puedo percibir la suya fija y grotesca como su aliento, acusando exceso de alcohol en mí.
Una carcajada borracha sale de él, apoyándose totalmente en mi coche por el recuerdo que le invade y fuera el mejor chiste del mundo.
Un recuerdo no propio.
Uno robado.
Y aprieto mi puño contra el filo de la puerta por eso, pidiendo a Dios como al universo que me den lo que no me sobra y casi escasamente tengo.
Paciencia.
Serenidad suficiente, para no golpearlo de un puñetazo por tanto tiempo conteniendo resignado.
Resignación obligada.
Pero, su risa se detiene de golpe y se inclina amenazante a mí.
- ¿Tengo que recordarte, que no te acerques a ella? - Murmura. - ¿Qué no debes? - Repite lo que hace casi años atrás, me dijo una tarde.
Su siempre frase favorita y el día después de la noche del campamento.
Y sobre mi temple calmada, sin gesticular ningún movimiento de mi rostro como emoción alguna.
Girarme para nivelar nuestras miradas.
Sus ojos frenéticos e inyectados por su ebriedad, están en mí.
- De todas las hermanas Mon... - Escupe entredientes. - ...es la que me interesaba... - Gruñe. - ...me interesa. - Se corrige, llevando sus manos a su rostro para pasarlas de forma pesada por su cara como pelo, varias veces despeinándolos más.
Me mira lleno de odio, inclinando su cabeza.
- ¿Acaso, quieres que Tate sufra? - Se acerca más. - ¿Qué te odie más, al ser señalada por lo que le hiciste siendo mayor de edad y ella una menor esa noche por toda la sociedad? - Colapsa en una risa entre nerviosa y divertida. - Y que al gran Herónimo Mon, reconocido mundialmente como empresario y orgulloso de su familia, se entere que uno de sus pequeños como llama a su gran clan familiar e hijo prodigio de su mano derecha, se aprovechó sexualmente de una de sus hijas en la noche del campamento?
Y mi ira se transforma en tristeza, costándome hasta el punto tragar saliva de mi garganta por solo pensar en esa posibilidad.
En no solo la mirada devastada como decepcionada de tío Herónimo, ante la noticia de ello llegando a sus oídos, defraudado por su alta como cariñosa confianza en mí.
Al igual que la de mi padre.
Sino.
Y lo que en realidad me importa, porque por ella soportaría todo.
La de Tatúm, sufriendo.
Mi Tate, bajo el daño colateral de la amenaza de Matt, descubriéndonos esa noche del campamento y tras los matorrales del bosque.
Un voyeur asqueroso y sin códigos, provocando que esa noche siendo tanto para Tatúm como para mí, la más hermosa de nuestras vidas que nos entregamos siendo nuestra primera vez para ambos.
Para luego convertirse.
En la antónimo de ella.
Crucificándonos.
A ella por mi abandono a su persona cuando le juré amor.
Y a mí.
Matándome en vida por alejarme de ella sin previo aviso y la imagen de su rostro como si fuera ayer, aún se refleja y apuñala mi mente como pecho, el día después buscándome y recibiendo mi frío rechazo en el jardín de la casona y cerca de la casita del árbol mientras la noche nos cubría.
Para luego y sobre sus días consecutivos.
Una y otra vez.
Mi repudio sin ninguna explicación alejarme más.
Un repudio costándole lágrimas que rompían en dos mi corazón al verlo y no poder hacer nada al respecto.
Más que ignorarla más, hasta el punto de fingir burla por ella y sus hermanas con ayuda de Caldeo y su distanciamiento con Juno.
Cualquier cosa que la aleje más de mí, para protegerla de Matt y su amenaza.
- No hagas que me arrepienta... - Me intimida, cuando la frenada de un segundo coche se siente sobre nosotros.
Por la llegada de Ben.
Su primo y amigo de Tatúm, que al descender de su coche nos mira curioso a ambos con su uniforme de enfermero.
- ¿Sucede algo? - Formula sin comprender mi presencia y nuestras posturas desafiantes.
Mira a su primo caminando hacia nosotros, guardando las llaves en un bolsillo de su casaca.
- ¿Qué, haces aquí? ¿No contestaste los llamados de mis padres y mías, pensé que estabas todavía en tu visita con tu padre?
Matt, ríe.
- Estuve por ahí... - Gruñe, trastabillando algo por su estado y haciendo fruncir el ceño a Ben.
- Estás borracho, primo... - Lo ayuda a enderezarse. - ¿Él, te hizo algo? - Pregunta, cosa que por su tono de voz como rostro preocupado, no me pasa desapercibido.
¿Lo dice, por su padre?
Y su semblante cambia, ante esa pregunta que me llena más de duda.
Porque en vez de ser tristeza, ya que la mirada de Ben refleja inquietud total.
Matt, no.
Tose como intentando aclarar su garganta y haciendo a un lado de un movimiento su pelo con ambas manos, sonríe juvenil y como un adolescente despreocupado.
Y como si esa mirada desencajada, llena de odio y amenaza contra mí, nunca hubiera existido de la persona alegre que tengo en frente ahora.
No existiera en él.
- Tranquilo, hombre. - Palmea su hombro, mientras se deja llevar por su primo a su coche. - Salimos a festejar con unos compañeros de estudio a una taberna, saltando mi ensayo de baile y me fui de copas, por eso vine hasta aquí a tu espera para que me lleves... - Murmura, pero se detiene sobre el lado del acompañante para mirarme.
Se sonríe sobre su pelo revuelto.
- ...y Cristiano fue muy amable de hacerme compañía y mantuvimos una charla interesante... - Gesticula más sonriente, para luego ingresar a su interior convenciendo a su primo, bajo mi frustración de ira dentro de mi reteniendo y con un saludo de barbilla este, me despide rodeando su coche y encendiéndolo, para verlos marcharse a ambos en dirección a la salida del Hospital.
Subo a mi camioneta, pero no enciendo esta.
Solo a tirar toda mi espalda contra mi asiento, para cerrar por unos leves segundos mis ojos y solo escuchar mis pensamientos, como la serenidad de la playa de estacionamiento casi desierta e iluminada en toda su manzana de tamaño como superficie por los imponentes reflectores ubicados rodeando esta.
Mi mirada se pierde con lo que me refleja el parabrisas frente a mí, cuando los abro sobre la pesadez de mi cuerpo y mi vientre por sentir.
Tragar.
Cada una de las palabras de Matt, como si estas fueran cientos de ladrillos engullidos.
Y por tal.
El malestar de mi estómago.
Preguntándome, lo que nunca pensé.
Olvidé.
De ese futuro no inmediato, de cuando todos se enteren de nuestro casamiento con Tatúm.
¿Cómo, reaccionará Matt?
Ese daño latente de su amenaza que provocará, cuando la cumpla en lo más importante recayendo indirectamente.
En la adopción de Lulú...
Mi mano busca del bolsillo de mi abrigo el papel algo arrugado y ajado por mi Luz, jugando con él.
Lo extiendo sobre el volante intentando alisarlo, mientras releo su propuesta.
Por última vez y con una decisión.
Ya tomada...
TATÚM
Entro al room de descanso del Hospital de mi última ronda como pasar tiempo con mi bebé, prometiendo a Lulú que pronto nadie nos separará.
Pero, no me detengo en la primer silla.
Sino.
Derecho a la cafetera buscando la taza de mayor tamaño, para llenarlo del líquido negro bien puro y bajo la mirada silenciosa de Tini sentada a un lado de la mesa y de un par de médicos en otra, bebiendo su merienda y discutiendo algo de unas carpetas médicas.
Un gemido de placer sale de mí, inhalando profundamente el humeante café de la taza entre mis manos, para luego buscando el azúcar verter tres buenas y grandes cucharadas en ella.
Necesito que mi jodido cuerpo y mente se active.
Mucho.
Después de casi pasar mi noche en vela, por el condenado insomnio que se adueñó de mí, y mi cerebro no poniéndose de acuerdo con mi adorada almohada.
- ¿Cita complicada anoche, con el sexi Robocop? - Murmura mi amiga para no ser escuchada por los otros, sin levantar su vista de sus uñas pintadas prolijamente con brillo limándose, mientras tomo asiento de forma agotada frente suyo y dando un gran sorbo a mi bebida caliente.
Ruedo mis ojos haciendo que ría, mientras saco mi estetoscopio colgando de mi cuello.
- Larga historia... - Solo respondo, masajeando mi nuca con mis manos y cerrando mis ojos añorando mi cama.
- Ohh... - Solo sale de ella como respuesta abriendo sus dedos, mientras chequea su mano extendida como quedaron sus uñas.
Viniendo de Tini.
Sospechoso.
Apoyo cansada mi mejilla en mi puño y sobre la mesa.
- ¿Ohh, qué? - Digo curiosa.
Se encoje de hombros.
- No esperaba que tuvieras sexo desenfrenado... - Murmura, haciendo que sonría. - ...pero sí, un encuentro bonito con él... - Me mira. - ...pero tu rostro me confirma que no, aparte de que no hablaste ni mencionaste la cita en toda la mañana, como también noté que no te tomaste ningún breack de descanso como auxiliar... - Hace una mueca pensativa, rascando su ondulado como rojizo pelo con la lima. - ...y pudiendo jurar que fuera de tus rondas marcadas, te internaste en la habitación de Lulú como pabellón de las Disney Princesas y Caballeros del Zodíaco, para no cruzarte al lindo ojitos verdes entre los pasillos y corredores.
No puedo mentirle y asiento recostada sobre la mesa y jugando con mi dedo con el borde de mi taza.
- Algo así... - Suspiro sincera.
Se recuesta como yo, imitándome y con cariño hace a un lado un mechón de pelo de mi rostro, por quedar algo flojo de una de mis hebillitas con forma de estrella.
Me hace sonreír triste.
- ¿Por qué, Tate? - Susurra comprensiva.
Hago una mueca con duda.
- La noche fue perfecta. - Digo sin explayar lo que fue conocer su lugar especial. – Pero, todo se fue a la mierda al final... - Tomo aire. - ...con una pregunta que me hizo...
- ¿Cual? - Me dice, acomodándose más en la mesa y sobre sus brazos cruzados.
- Si todavía lo amaba. - Suelto.
- ¡Eso es grandioso, amiga! - Chilla, incorporándose para palmotear feliz.
Pero sus manos se detienen ante mi mirada y mira a un lado, para luego a mí.
- ¿Le dijiste, que no?
Y mi respuesta es mi silencio confundida.
- Ahora entiendo... - Dice Tini, dejando caer toda su espalda en el respaldo de su silla.
Elevo mi cara.
- ¿Qué cosa?
- Su cara como temple, cuando nos hemos cruzado por el Hospital hoy... - Responde, mordiendo la lima pensativa.
Tomo mi taza para darle un último trago a mi ya café frío.
Que asco.
- ¿Cómo está él? - No lo puedo evitar y pregunto.
- Mal... - Me responde sincera.
Dios...
Mi pecho como duele por eso.
- Onda ermitaño, supongo por tu respuesta. - Golpea la lima entre sus labios, creo que quiere reír. - Y con su carácter más agrio que de costumbre, por lo que compañeros de trabajo suyo y hasta el cuerpo médico como nosotros los enfermeros si no queríamos ser degollados vivos, nos mantuvimos lejos de su camino por los corredores por tu culpa de mandarlo a la friendzone al que graciosamente va ser tu futuro marido, nena. - Suelta una risa.
Risa que me contagia y rompemos en carcajadas, hasta el punto de llamar la atención del par de médicos de la otra mesa.
T quiero tapar mi boca con ambas manos y con unas ganas locas de abofetear o llenar de besos a mi mejor amiga, por hacerme reír dentro de todo este drama digno de un drama de televisión, estilo como las que ve nana Marcello de toda la vida con mamá.
Pero nuestra risa es interrumpida y mi boca cae, ante la presencia del mismo Cristiano abriendo la puerta, que sin importarle la presencia de Tini como ese par de compañeros, viene con toda la confianza del mundo a mi dirección.
Se detiene al llegar y sin poder evitarlo, recorro su cuerpo uniformado ciñendo perfectamente cada parte de él con mis ojos, hasta encontrar su mirada clara.
Su expresión de cretino hermoso más agrio de lo normal como dijo Tini, me miran profundamente.
- Tate. - Dice.
- Tatúm... - Corrijo.
Me eleva una ceja.
- Como sea... - Me blanquea los ojos.
Cabrón sexi.
- Necesitamos hablar. - Suelta, sin hacer caso a mi mirada de mierda.
- Lo siento, estoy trabajando. - Me disculpo y su índice va a la planilla de horario de la semana de pasantes sobre una pared.
- Mentirosa. - Me dice. - Es tu horario de salida.
Me cruzo de brazos.
Carajo.
Se dio cuenta.
Deslizo mi silla para ponerme de pie.
- Si, es verdad. - Murmuro, encaminándome a mi casillero por mi abrigo y cartera.
Lo miro sobre un hombro.
- Pero tendrá que ser en otro momento... - Lo abro, sacando mis cosas. - ...necesito estar en mi casa nueva, mamá me envió un regalo y necesito estar para recibirlo.
Que se joda.
Y sobre su asentimiento, el sonido de la puerta es abierta ahora por otro compañero de seguridad que manteniendo esta abierta y sin moverse, señala con su mano en alto una serie de papeles que lleva, provocando que Cristiano bufe poniéndolo de peor humor por interrumpir.
Me mira.
Y algo pesado, presiona mi cabeza.
Su mano reposando.
¿Eh?
¿Me está tomando por una cría de 5 años?
¿Y eso?
Provocando que por su fuerza y su gran diferencia de altura a la mía.
Sin ser bruta.
Mis ojos miren su pecho uniformado sobre esa acción.
Se inclina a mí.
- Te veo luego... - Solo dice, para encaminarse a la puerta y tomando las hojas que le alcanza su compañero, marcharse con él.
Pestañeo.
¿Qué fue, todo esto?
- Está raro... - Le digo a Tina que acercándose, se apoya como yo en los casilleros.
- Él es raro. - Retruca, haciéndome sonreír.
Y suspiro sin dejar de mirar como mi amiga, la puerta cerrada por donde se fue.
Sacudo mi cabeza.
- Está más raro de lo normal... - Murmuro, poniéndome mi abrigo y colgando mi cartera de un hombro con mis pensamientos totalmente en sus palabras en esa forma seria que me dijo, de que tenemos que hablar y me ve luego.
- ¿Le estará por venir? - Suelta Tini mirándome divertida y sin dejar de jugar con la dichosa lima entre sus dedos.
La miro fijo.
Dios, con esta mujer.
Y no lo podemos evitar, rompemos en risas.
CRISTIANO
Saludo luego de leer como aprobar y firmar los papeles con el nuevo cronograma de nuestras guardias del mes siguiente a mi compañero, mientras respiro profundamente y poniendo ambas manos en los bolsillos de mi pantalón, apoyando de mi hombro sobre el gran ventanal del piso que me encuentro, miro a través de su vidrio su vista que me regala.
Un gran jardín recreativo con mesas y juegos infantiles, para todos los niños con sus parientes y amigos del Hospital.
Mis ojos recaen en un grupo en los columpios, bajo las miradas vigilantes de algunas nurses, riendo como ellos y disfrutando de la tarde cálida.
No podía mirarla a los ojos.
Unos que denotaban cansancio por no dormir y tener una buena noche cuando me iba.
Porque, solo quería abrazarla para contenerla de esa tristeza, pero me conformé con solo apoyar mi mano sobre su cabeza, enterneciéndome su pequeño tamaño al mío y que sintiera mi cariño por su aflicción siendo el culpable.
Melancolía triste por mí, cuando me juré nunca más lastimarla.
Miro mis pies.
Y solo jodidamente estoy provocando eso, maldita sea.
Por eso mi decisión tomada para alejarla de eso antes que sea más grande por culpa de Matt, pienso, mientras chequeo la hora siendo ya mi salida y me encamino para buscarla.
TATÚM
Inclino mi cabeza y arrugo mi nariz bajo mis lentes, cruzando mis brazos sobre mi pecho.
Observando.
Mirando.
He intentando al menos entender.
Su tamaño como forma y diseño tipo espacial en su color acero esmerilado llena de lucecitas azules como display digital y de otro planeta.
De mi nuevo lavarropas ya instalado por personal que lo trajo y envió mamá a la pequeña habitación de lavado de mi nueva y pronta casa.
Tomando mis mugrientos pantalones y camiseta de la vez de mi encuentro con la asistente social Yaritza en una mano y la botella con jabón líquido en la otra, miro sospechosa y llena de duda inclinada sobre el artefacto, procurando deducir su programado como funcionamiento.
Porque, el jodido manual con solo su versión China y Alemana por más dibujito que tenga, no fue de mucha ayuda.
Y mis hombros caen desinflados y con un bufido, deseando que Hop estuviera acá.
Ella con su corta pero inteligente paciencia, tendría todo bajo control.
Pero mi confianza vuelve y sonrío por eso, con la imagen de Lulú conmigo y el idiota formando un bonito hogar para ella.
- A la mierda. - Digo determinante y abriendo su interior para introducir las prendas.
Para luego mirando pensativa entre los cinco compartimientos con ingreso de productos, opto por volcar un chorrito del jabón líquido en cada una.
Me encojo de hombro y los cierro.
- En alguno tiene que ser. - Decreto orgullosa de mi decisión por valerme por mi misma y no pedir ayuda, mientras programo su encendido y de una caja del suelo con más productos de limpieza que compré, acomodo sobre el estante que cubre una pared.
Pero un sonido extraño a mi espalda minutos después, me hace mirar de lado sobre la última caja de jabón que ubico.
- ¡Carajo! - Sale de mí, a voltear sobre uno de mis hombros.
Y notar.
Huy.
Re huy y más huy.
Que espuma empieza a brotar como salir del lavarropas.
Mucha.
Copiosa.
¡Y abundante espuma!
- ¡Mierda, mierda, mierda! - Chillo procurando parar, deshaciéndome de mi abrigo y solo quedar con una vieja camisa de batalla, para limpiar y sacar el burbujeante jabón que no para de salir y escurrirse del aparato llenando el piso como la pequeña habitación de lavado de espuma.
CRISTIANO
Camino por el sendero de la entrada de la casa de Tatúm sobre el sonido del cierre centralizado de mi camioneta estacionada, mirando por el rabillo del ojo la mía y no puedo evitar sonreír algo, en solo pensar de momento a otro su carita cuando se entere que soy su vecino.
Pero mi sonrisa cae sobre el primer peldaño de mi bota pisando la escalera del umbral de la casa, ante un grito de ayuda desgarrador de Tatúm desde el interior.
- ¡Tate! - Exclamo sin perder tiempo y saltando la baja barandita de entrada para correr al costado de la casa y en dirección al fondo, desde donde provienen sus gritos.
El cuarto de lavado junto a la cocina.
Para luego con un golpe de hombro por estar con llave, abrir la puerta y traspasar en mi carrera la cocina y con otro empuje, la del lavado y encontrarme...
Sobre otro grito doloroso, lastimero y lleno de pánico.
Me trago mi risa.
Ver.
Todo el cuarto de lavado y a Tatúm, intentando no ahogarse.
Colmada y empapada.
Río a carcajadas.
Llena de espuma y casi, superando su altura totalmente mojada.
TATÚM
Otro grito sale de mí, de ayuda y por la impotencia de poder detener a la maquina maldita de su programa de lavado y por el frío de toda la espuma que en vano intenté detener y llena, colmando casi su totalidad todo, empapándome por completo sintiendo su frío y húmedo contacto hasta el punto de temblar.
En el momento que por alguien, es abierta la puerta y encontrarme con Cristiano, inmóvil desde ella.
Silencioso.
Sorprendido.
¿Y...divertido?
Para luego, romper en una gran carcajada.
Y sobre mis labios tiritando de frío en esta jungla de espuma por burbujas que se formó y casi sobrepasándome.
Limpio mis lentes de esta por cubrir mi visión, pero lo empeoro más, causando que ría más y yo, chille de frustración mientras los hago a un lado y los guardo en el bolsillo de mi pantalón, limpiando mis ojos de espuma con una mano.
Pero mi ira llena de improperios para decirle, desaparece cuando noto que Cristiano queriendo venir hacia mí, resbala y se pierde entre la inmensidad de la espuma hundiéndose.
¿Pero qué, mierda?
Y no lo puedo evitar.
Juro que lo intento.
Pero, es inevitable.
Y otra sonora carcajada sale ahora de mi interior, al ver que se pierde en todo el manto blanco espumoso cubriéndolo.
Risa que por más que intento contener mientras tanteo para encontrarlo bajo ella, fracaso sobre mi primer paso ante el piso resbaladizo y también caigo dentro del mar de espuma.
Sumergiéndome en ella y empapándome más, como calándome hasta los huesos mientras procuro salir.
Pero por sobre mis manotazos de querer escapar, un brazo me envuelve sobreprotectoramente de mi cintura y me impulsa con su cuerpo llevando el mío hacia afuera.
Para encontrarme una vez de pie ambos, totalmente mojados y empapados, sin dejar de reír los dos y cubriéndonos como toda la habitación de espuma blanca y olorcito a jabón, sobre el sonido envolviéndonos de la diabólica máquina centrifugando.
Para mirarnos bajo nuestros pechos como cuerpos unidos, aún por su brazo cubriéndome.
Protegiéndome...
Y por sobre nuestras todavía risas divertidas de los dos que no se detiene por lo ocurrido, sus ojos recorrer lentamente cada centímetro de mi rostro con ternura, mientras saca algo de ella de un lado de mi mejilla.
He inclinándose despacito para nivelar mi altura.
Besarme...
Un beso que no me opongo, cubriendo nuestras sonrisas.
Tibia.
Cálida sobre la humedad y temblor de nuestros cuerpos como prendas mojadas por toda la espuma, para convertirse en demanda con cada segundo que pasa de nuestros labios.
En posesión.
Un dominio reclamando más, al entrelazarse nuestras lenguas buscándonos con su brazo rodeándome y atrayéndome contra él, mientras mis manos rodean su cuello y su otra mano recorriendo la curvatura de mi espalda, desciende hasta el contorno de mi trasero y con sus dedos abriéndose en él y de un movimiento, subirme para que rodee mis piernas en su cintura, mientras me apoya contra el estante con fuerza, provocando que este y ante el contacto por mi cuerpo y su fuerza, tambalee con los productos de limpieza chocando entre sí.
Pero un carraspeo discreto por aclarar la garganta alguien, nos interrumpe de nuestro apasionado beso y manoseo, rompiendo el encanto.
Para con Cristiano al girar nuestros rostros.
Carajo...
Encontrarnos con la presencia y mirada de papá en la puerta.
Aflojando los primeros tres botones de su camisa como su corbata y en el proceso mirar la habitación, seguido de la máquina infernal sin dejar de brotar más espuma de ella.
Y por ende, colmando todo hasta el punto de taparnos.
Para luego, fijar su vista en Cristiano con su cuerpo colmándome y finalmente en mí.
Mierda...
Contra la pared y enroscada a él.
Un solo dedo eleva.
Solo, uno.
Continuo a decir al fin, tras varios ejercicios de respiración intentando mantener la calma.
- Distancia... - De forma sufrida, mientras oculto mi risa sobre el pecho de Cristiano.
Pero me detengo y pestañeo varias veces, ante algo agolpando mi mente mirando todo a mi alrededor y a papá de arriba abajo, tragándome una exclamación con mis manos en mi boca sobre la mirada rara de Cristiano por no entender.
OH.MIERDA.
Esto es...
¡El sello de agua y amor, como mis hermanas!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top