CAPITULO 14
TATÚM
Cuando han besado a ese alguien especial.
¿Sintieron sus labios?
Aunque, la acción está.
Besar.
Me refiero a más allá de ella.
Del sentir, hablo.
De ese momento y cada segundo, de ese instante con tus ojos cerrados para perderse absolutamente y focalizando en ese único contacto como se siente.
La textura de sus labios presionando los tuyos.
La calidez que trasmite con cada suave movimiento de ellos, buscando los tuyos.
Y mucho más.
Cuando pidiendo profundidad, percibir que su mano tomando tu nuca te atrae a él, por demandar más hasta que las lenguas buscándose.
Se encuentran.
Yo, sí.
Y aunque me resisto a ello, solo en eso piensa mi cerebro como mis sentidos con cada roce lento.
El mimo de ello.
Nuestras respiraciones.
Cada sensación.
Hasta el punto de costarme y tener que obligar a mis ojos abrirse, cuando el termina.
Para encontrar los de Cristiano al separarnos, pese al griterío de festejo entre silbidos de los demás niños al vernos.
Fijos y serios en mí.
Y llenos de un no se qué, conmovido de forma silenciosa por algo agolpando su mente.
Preocupación, pese a disfrutarlo como yo, aunque no lo demuestre.
¿Pero, de qué?
Y mi piel se eriza, porque quiero comprenderlo sin preguntarle por saber el motivo de esa mirada perdida en ese pensamiento, que parece intranquilizarlo a través de sus ojos reflejándolo.
Pero, siento un poco de temor y miedo a lo que me digan.
Porque sus mierdas mentales por su mirada, me dicen que son muchas latentes y no me atrevo.
Y por ello, hago lo mejor que se me ocurre.
Salir de sus brazos acomodando mi pelo y caminando por la misma grada, buscar nuestra cena mientras los chicos van por una segunda ronda de partido y como solos espectadores, Cristiano y yo, observamos como juegan abriendo nuestras cajas de hamburguesas.
- Mi trabajo policial antes, se basaba en su mayoría en patrullaje por las calles... - Suelta de golpe, dando una gran mordida a su sándwich con su mirada en todos los niños en la cancha.
Dándome cuenta y por eso guardo silencio, tomando asiento a su lado a que va contarme de este lugar.
Su sitio especial.
Y de algo, de todo lo que su semblante dice atormentar y no tengo idea que es.
- ...con mi compañero nos tocaba rondas en su mayoría nocturnas Tate, por estas zonas aledañas de escasos recursos... - Aclara su garganta con descontento. - ...y donde también, por lo general hay encuentros fortuitos por pandillas y esa constante lucha de poder...
- ...en las calles? - Murmuro con la hamburguesa entre mis manos.
Pero sin comerla.
Ya que, mi apetito no está en comerla.
Sino, en saber más.
Asiente, dejando aún lado la suya y sobre su último bocado limpiando sus manos como boca con la servilleta de papel, prosigue.
- Pasada la medianoche, un alerta en la radio notifica sobre nuestra zona patrullando de cierto disturbio entre dos bandas en plena calle pidiendo asistencia y móviles policiales, ya que denunciaban posible reyerta con armas de fuego incluidas...
Mi boca se abre ante sus palabras, pero mis ojos van a Dante.
- Él...
Cristiano suspira.
- Su hermano mayor era líder de una de ellas y como tal, cabecilla de esa batalla. - Niega descontento. - Malas influencias y la elección de creer que las calles, es más educación que una escuela... - Se encoje de hombros por cuales sean los motivos. - ...y supongo que una relación con sus padres algo ausentes de la vida de ellos...no lo sé... - Suspira. - ...la confrontación de estas dos pandillas numerosas en integrantes, era algo premeditado y Dante admirando como amando a su hermano mayor por sobre todas las cosas, al enterarse y un tercero en todo esto, recibió los impactos de tres balas por él en la espalda, ocasionando daños muy severos en su espina dorsal por parte del otro bando...
No hace falta más explicación.
Para entender el final.
Y costándome tragar mi propia saliva mirar a Dante, mientras juega en la cancha.
Admirarlo por esa sonrisa siempre latente pese a todo.
Para luego, mirar por el rabillo del ojo a Cristiano sentado a mi lado y con su mirada, aún llena de tristeza, donde claramente se refleja el recuerdo de esa noche.
- Salvaron muchos chicos... - Jesús, no sé que decir. - ...eso es bueno...
Sonríe triste y me mira.
Dios, sus ojos.
- El choque de las pandillas con nosotros intentando detener sus mierdas, fue grande Tate... - Me dice. - ...entre los heridos que levanté, uno fue Dante llevándolo yo al Hospital por las demoras de las ambulancias...pero... - Muerde sus labios. - ...ocho personas, perdí. - Se corrige. - Perdimos esa noche...solo es el único número que recuerdo...
No sé, como consolar este momento.
Yo no sé, que decirle.
Porque como él, estoy totalmente conmovida por su relato.
Pero sobre todo.
Porque Cristiano mientras más me relata sobre lo sucedido y bebemos nuestras gaseosas, escucho silenciosa.
Y que se abolió ese enfrentamiento como bandas con éxito, por parte de la fuerza policial hasta el punto de ser ambas bandas desmanteladas.
Solo, recuerda las pérdidas.
Los caídos y no, las vidas que salvó.
Me gustaría abrazarlo y decirle que todo va estar bien, pero soy tan cobarde, que solo me limito a apretar más contra mis manos mi vaso de gaseosa con mi mirada puesta en el envase.
Pero, su sonrisa aparece ante el aplauso unánime de los niños por triple perfecto de Dante desde media cancha, que al ejecutarlo mira por aprobación a Cristiano.
Su mejor amigo.
Y este, levanta ambos pulgares feliz por ello y guiñándole un ojo por su proeza.
- Al otro día, fui a visitarlo tras horas de una cirugía de emergencia... - Prosigue. - ...no me preguntes el por qué...solo sentí, la necesidad de saber de él. - Se encoje de hombros. – Supongo, porque yo en su estado lamentable lo cargué en el móvil sin perder tiempo para llevarlo.
- ¿Y se hicieron amigos? - Sonrío.
Él también.
Y aunque es una triste, es muy linda.
- Pudieron salvarlo...pero sus piernas no.
- ¿Su hermano?
Frunce su ceño.
- Cumpliendo en un penal su condena...
Mis ojos van a todo esto abrazándome más a mi misma, con el abrigo de Cristiano por la fresca de la noche.
- Pero lo que se logró, es un lindo final... - Lo señalo.
Su sonrisa se amplía y me mira divertido.
- Gracias a Tío Herónimo.
Y lo miro raro por nombrar a papá.
¿Eh?
- ¿Papá?
Afirma y se cruza de brazos.
- Yo solo no hubiera podido, Tate. - Justifica.
Justificación que no logro entender y por eso, arrugo mi nariz ante su mirada algo divertida por mi cara.
Miro la cancha y luego a él.
Asiente.
Guau.
- Tío Herónimo por papá, se enteró de lo sucedido esa noche y me mandó llamar...
- ¿Al Holding? - Interrumpo.
Afirma.
- Quería saber como estaba. - Sonríe más. - Pero no se pudo concretar, porque estaba en el Hospital en el horario de visita a Dante y excusándome con una llamada, le conté de él...- Lo señala como a los otros chicos que juegan en la cancha. - ...y de los demás niños, siendo víctima colateral de esa noche...
- ¿Hermanos de los integrantes de esas pandillas?
- Ambas. - Los mira felices como juegan. - Hermanos de una y otra banda que juegan juntos Tate, ahora... - Mis ojos también, están en ellos. - ...donde no hay rencor ni odio, solo disfrutan como tiene que ser su infancia.
Y yo veo nublado algo emocionada.
Por lo que se consiguió.
- Los otros niños en silla rueda también...
Niega.
- Una idea de Dante. - Aclara. - Invitar a niños de su condición y escasos recursos al incentivo de la casita de deporte...
- ¿Casita de deporte? - ¿Qué?
Ríe y señala una de las casas.
Dándome cuenta que no observé que sobre su puerta trasera, un cartel sobre ella lleva ese nombre.
Y mis ojos se abren, porque y aunque, denota que esta en remodelación, todo indica que va ser como un pequeño centro deportivo barrial.
Lo miro de reojo.
- Papá también...
- También. - Me confirma.
Y se me escapa una risita.
Pero de felicidad, mientras apoyando un lado de mi rostro sobre mi puño y miro con más detención todo.
En realidad admirando y acomodo mejor mis lentes emocionada.
Por mi padre.
Por esa supuesta fama que tanto lo precede de déspota y agreste jefe de los jefes de las T8P.
Frío.
Calculador y rey absoluto del oro negro.
El acero.
Y por ende, esa reputación del señor oscuro como lo sabe llamar mamá entre risas.
- ¿Qué, es eso? - Su pregunta, me atrapa total en mis pensamientos con mi mente a futuro de todo ya terminado en este centro y ayuda para los niños.
- ¿Qué? - Pregunto sin entender y por ello, Cristiano señala mi cartera de mi otro lado.
Carajo.
Donde se asoma por estar abierta una media docena de papeles.
Lo que imprimí en casa con mis cláusulas de matrimonio.
Río nerviosa.
- Nada... - Las guardo mejor en su interior. - ...nada de preocupar... - Digo con una por demás fuerza cerrando su cierre y que me pateo mentalmente por mi poco disimulo, ante la ceja elevada por no creerme ni mierda Cristiano.
Mi intención era mostrárselo hoy en la cita y que lo lea.
Dichas condiciones sobre la puesta en escena de nuestro matrimonio a convenir en breve por Lulú.
Pero, jodidamente todo se fue a la mierda con lo sucedido y no me perdonaría ante las frialdad de esos papeles, tras el momento no solamente hermoso que compartimos con los niños.
Sino.
Sus historias tras ello.
Tengo sangre fría ante el idiota.
Pero, no hoy.
No podría.
Hoy, no es momento...
Me abrigo más poniéndome de pie, verificando la hora de mi reloj.
Cualquier cosa menos mirarlo a los ojos, que claramente inspeccionándome por unos segundos, me dice a gritos dentro de su silencio que no me cree.
No me importa.
- Es tarde... - Suelto, buscando mi abrigo mientras dejo el suyo, dejándolo aún sentado. Aclaro mi garganta. - ...deberíamos volver...
Pero no se mueve.
Solo se limita a estirar las piernas, para luego colocarlas una encima de la otra.
Cruza sus fuertes brazos sobre su pecho y me mira de lado sospechoso.
¿Y eso?
- Mentirosa. - Larga de golpe.
Llevo una mano a mi pecho.
- ¿Yo?
Blanquea sus ojos poniéndose de pie y con una mueca de obviedad mira mi cartera, haciendo que la apriete más contra mí, seguido a nivelarla con la mía estrechando los suyos por lo mala actriz que soy.
Mierda.
No se la creyó.
Pero, niega silenciosamente con un olvídalo con la mano.
Que me duele más, que si hubiera dicho una verborragia inquisitiva o sacado mi cartera de mis manos, para hurgar por los papeles.
Nos despedimos de los chicos, con la promesa de pronto volver al igual que Dante en visitarme, mientras intercambiamos números de celular.
Nuestro regreso es silencioso como despedida, cuando estacionando su camioneta frente a casa y apaga el motor.
Baja.
Rodea esta.
Y abre la puerta y la mantiene así, hasta que descienda.
- Gracias... - Digo, aún sentada y algo confusa por la atmósfera. - ...fue muy lindo conocer tu lugar especial...
Muerde su labio y solo asiente como toda respuesta, mientras bajo y me acompaña hasta los escalones que llevan a la puerta de entrada.
También en silencio.
Pero me llama a mi tercer peldaño subiendo y aún, abrazada a mi cartera como si esta fuera un escudo contra mis emociones a Cristiano.
Me giro callada para ver que escalones abajo y con ambas manos en sus caderas solo mira el piso, como si este fuera los más maravilloso del mundo.
Pero pensativo, mientras un coche se aprecia desde la entrada donde los portones de la casona dan la bienvenida a la propiedad y a la lejanía con su andar lento.
- ¿Me amas, Tate? - Susurra.
Y mi garganta, se cerró por la sorpresa.
Porque me esperaba cualquier cosa, menos esa pregunta.
¿Qué, si lo amo?
Jesús.
Si hasta me cuesta tragar y respirar.
Y mi mano va a mi pecho ante mi silencio y una sonrisa dibuja sus labios al elevar sus rostro.
Pero triste, llevando ambas manos a los bolsillos delanteros de su pantalón deportivo.
- Por favor... - Me ruega bajito, notando que su mano juega con algo en el interior de uno de los bolsillos. - ...sé, que son tus putas cláusulas para nuestro matrimonio, Tatúm... - Camina unos pasos y cierra por un momento los ojos. - ...jodidas condiciones tuyas y que prometí respetar, inclusive lo de la apuesta de no dormir juntos... - Los abre. - ...pero, yo necesito saber...si hay algo de mí, en tu corazón... - Murmura y lo miro raro.
No solamente por su mirada como tono de voz triste.
Sino.
Porque, jodidamente siento algo detrás de todo eso que dice.
¿Pero nuevamente, qué?
Y lo miro y sostengo su mirada.
Pero la respuesta que me pide, yo no puedo dársela, aunque todo dentro de mi grita que si y con mi alma.
Yo no puedo perdonar y la primer lágrima rueda en mi mejilla hasta mis labios sintiendo su salinidad por el recuerdo de esa noche.
- Todo esto es por Lulú, Cristiano... - Intento sonreír, pero fracaso estrepitosamente. - ...yo te quiero ahora... - Prosigo y me encojo de hombros. - ...como a un hermano mayor, al igual que Caldeo o Caleb...con la confianza suficiente de pedirte este favor por la bebé que tanto amamos...
Listo.
Que dolor.
Lo dije.
CRISTIANO
Mi mano aferrada y jugando con el papel que nunca suelta desde el interior de mi bolsillo de mi propuesta de trabajo por la departamental, se detiene de golpe ante sus palabras.
Frías.
Contestando, pero no respondiendo a mi pregunta.
Donde lo que parece o intenta ser una sonrisa con esa respuesta tonta que no abandona su rostro, mientras creo que mi sangre, si abandonó mi ser ante la apatía de su desinterés a sus palabras.
Inmóvil y tres escalones más arriba, casi nivelando mi altura.
Tatúm quiere acotar algo más, pero mi mano en alto hace cerrar esos labios que momentos antes besé con tanto amor y solo me limito a asentir a su dicho, dando la media vuelta en dirección a la camioneta.
Yo necesito irme y alejarme de su perímetro.
Pequeña mierda dura, solo susurro intangiblemente y preguntándome a dónde se fue el resto de mi voz, conteniendo unas jodidas lágrimas por el irritante sentimiento de tristeza tirando de mi pecho, mientras el encendido de la camioneta se mezcla con la puerta cerrándose tras ella en la casa.
Y cerrando con fuerzas mis ojos, golpee mi cabeza contra el volante mientras dejé escapar un gemido frustrante y sin un rumbo definido encendiendo las luces, me marcho.
HERÓNIMO
- Esto, no anda bien... - La voz bajita de mi nena preocupada y espiando como yo, sobre la cortina apenas corrida del gran ventanal que da a la entrada, me hace fruncir mi ceño. - ...supuestamente como en las películas, ahora tendría que venir el beso de despedida de los enamorados...
¿QUÉ?
Y mi mano va a mi pecho, mirándola feo.
¿Pero qué, mierda?
Su risita silenciosa para no ser escuchada por el pequeño Cristiano y mi bebita número uno, se siente entre los dos y sobre su reproche golpeando mi hombro.
Piensa rápido Mon, antes que siga con su locura.
- ¿Rayo de sol, tienes una cana? - Solo respondo dramático y tomando un mechoncito de pelo de su "llego tarde."
Mentira.
No tiene.
Y si la tuviera.
Estaría hermosa.
Pero cualquier cosa, con tal de que no siga con sus mierdas casamenteras.
Golpea mi hombro sobre mi risa, rodándome los ojos.
- ¿Acaso, no te parece que sería bonito verlos así, Hero? - Sus ojos brillan, entrelazando sus manos en su pecho sin dejar de mirar a los niños.
¿Ver besar a mis bebés?
Cristo.
Pellizco mi nariz.
Creo que se me acerca un aneurisma y por ello, me hago aire con mi camisa.
- No. - Digo sincero y muy celoso de mis hijas.
Lo siento, pero es la verdad.
Sin embargo mi nena, no se inmuta ante mi mirada de mierda y mi angina.
Cretina hermosa.
Y como si nada y sin dejar de observar a los muchachos, asesinando el esmalte de la uñita pintada de su siempre tono rosa de su pulgar, masculla pensativa.
Y cuando estoy a dos segundos de chupar su dedito por envidiar sus labios, sus ojos me miran.
Y sonrío de lado, ganándome otro golpe de pecho mordiendo su risa.
- ¡Cerdo! - Chilla bajito. - ¡Tienes, tu sonrisa sucia! - Me reprocha y me encojo de hombros.
¿No es hermosa?
Me rueda los ojos por segunda vez y señala con un ademán, hacia afuera del ventanal.
- ¡Focalízate, Mon!
Bufo pero obedezco, porque su carita realmente muestra preocupación.
Niega pensando.
- Algo no anda bien entre ellos, Hero... - Dice. - ...tendré que revisar en mi libretita de anotaciones de las nenas y los pequeños... - Su mano va a su sien, intentando hacer memoria. - ...algo se escapó entre mis planes... - Sus ojos se depositan en el pequeño Cristiano, mientras asiento en silencio a su deducción, porque todo el muchacho con su mirada baja al piso lo acusa, mientras pregunta algo a nuestra bebé que no alcanzamos a oír.
Mucho.
Y estrecho mis ojos, sobre mis lentes acomodándolos mejor en le puente de mi nariz por eso.
Porque, mi rayo de sol tiene razón.
Pero sus manos empujándome de golpe y arrastrándome a la cocina, me saca de mis pensamientos, cuando notamos que Tate viene hacia la casa.
TATÚM
Cierro la puerta tras mí, apoyando mi cuerpo sobre esta.
Porque, cada jodida parte me duele.
Cristiano...
Y trago un suspiro desgarrador, maldiciendo al notar a mis padres en la cocina.
Y arrugo mi nariz, mirándolos sospechosos.
En realidad a papá, continuo a mamá sobre el refrigerador abierto con casi la mitad de su cuerpo en el interior.
¿Busca algo o se esconde?
- ¿Desde cuando lees? - Mis ojos están en papá que como si nada y como si la revista entre sus manos fuera lo más interesante del mundo, jamás eleva sus ojos de mí.
- Desde siempre, hija... - Me responde, cruzando una pierna sentado en el desayunador y dando vuelta una página, aceptando un vaso de su jugo favorito.
Uno de color verde radiactivo, que a él solo le gusta y no entiendo el por qué.
Niego ante el ofrecimiento de mamá por otro, que como si nada guarda la jarra en el refri otra vez.
Me cruzo de brazos, apoyándome en la mesa frente a él.
Inclino mi cabeza dudosa.
- ¿La Cosmopolitan? - No me doy por vencida.
Y quiero reír pero me contengo, ya que papá jamás en la vida leyó más que los periódicos y revista mercantiles.
Da un sorbo a su vaso.
Tose.
- Últimamente, quiero saber que colores se usará este otoño/Invierno. - Dice natural y lleno de seriedad, dando vuelta otra página.
Apunta la hoja.
- Hay un test muy interesante de tu personalidad, según tu forma de caminar. - Saca una mano. - Rayo de sol... - Extiende sus dedos. - Bolígrafo, por favor. - Le pide para hacerlo.
Y tapo mi boca con una mano, para frenar la risa en auge sobre la risita de mamá mordiendo una galleta dulce.
Niego divertida.
Porque apostaría mis dos brazos sin dudar, que vieron todo lo que sucedió con el idiota afuera y están disimulando.
Muy mal, por cierto.
Rodeo la mesa para besar con cariño la mejillas de mi padres.
Los amo mucho y agradezco que me hayan hecho reír un ratito.
Mamá acunando mi rostro, me mira con cariño y besa mi frente.
- Todo va a salir bien, cariño... - Me consuela bajito y asiento en silencio sobre mis ojos húmedos y sonrío.
Triste, pero sonrío.
Para luego de darles las buenas noches, subir arrastrando sobre los escalones de la escalera mi cartera, porque ni fuerza tengo mientras me encamino a la habitación por una ducha.
Y solo, dormir...
CRISTIANO
- Hola, hermosa... - Susurro, elevándola a Lulú y besándola, para luego acomodarla contra mi pecho con cuidado, mientras la nurse cierra la puerta para dejarme sola con mi bebé.
No quería regresar a mi casa.
No podía, con mi cabeza trabajando horas extras por tantas decisiones.
Suspiro con ella en mis brazos, mirando a través de la ventana y tapándola más con su mantita, seguido a tomar asiento en la única silla junto a su cunita.
Solo dos palabras necesitaba y formada por ellas de los labios de mi Tate.
Y yo me hubiera jugado y de lo que más atormenta, desde el día después de la noche del campamento.
Inclusive eso...
Busco el papel de mi nueva propuesta del bolsillo de mi pantalón y lo abro despacio para no asustar a Lulú que se entretiene jugando con él, mientras lo agarra entre sus deditos.
Sonrío.
Porque, ya está aprendiendo a tomar las cosas.
- Esa, es mi chica... - Suelto orgulloso, dejando que entre balbuceos lo arrugue apropiándoselo completamente de la hoja.
- ¿Qué hago, nena? - Le pregunto, apoyando mis labios sobre su cabecita para colmarme de su aroma a bebé, mientras impido que se lo lleve a su boca.
Y cierro mis ojos para embriagarme de esa dulzura abrazándola más contra mí.
Buscando esa respuesta.
Suspiro nuevamente.
A mi decisión...
MATT
Tirando la tercer lata de cerveza ya vacía por la ventanilla y estrujada por la fuerza de mi mano del pack de seis sobre el asiento del acompañante que compré de una estación de servicio mientras cargaba gasolina, conduzco intentando abrir la cuarta con mis manos en el volante mientras deambulo por las calles y su soledad por la hora de la noche.
Para encontrarme, no sé, si por mi posible ebriedad.
En la calle de Tatúm Mon.
La casa de su padres.
Limpio mi nariz con el dorso de mi mano, aminorando la marcha por las putas lágrimas que aún se deslizan por mi rostro, ante el recuerdo de mi última visita de mi padre.
Y mis manos como puños se aferran con rudeza cruda rodeando el volante hasta el punto de que mis nudillos se ponen blancos.
Al notar y al pasar despacio por el frente de su casa.
Gruño.
No solamente, la camioneta del imbécil de Cristiano Grands dentro.
Sino.
A él mismo con Tate, afuera hablando.
¿Acaso?
¿Tuvieron una cita?
Y mi puño golpea contra este, por la ira colmándome.
Ella...
Niego, importándome que la lata nueva por ello, derrame algo su contenido en el interior de mi coche.
Ella, no...
Con las otras hermanas juego, porque es el plan.
Pero con Tatúm.
Es diferente y siempre lo fue...
Sonrío sobre más jodidas lágrimas, sin detenerme y dando un gran trago a la lata hasta cerciorarme que ya no queda nada de su líquido dentro, mientras también es lanzada por mí, y sobre mi hombro por la ventanilla.
Un hipo rabioso sale de mí, limpiando ahora mi boca.
Para luego una risa borracha.
¿Acaso, tendré que refrescarle la memoria?
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