Capítulo Veintinueve
ALANNA
5 meses después
Había llegado el momento, el momento en el que tendría a mi bebé entre mis manos y no la tendría sola como la primera vez.
Liam sostenía mi mano a mi lado derecho, la doctora me indicaba que lo empujara. Mi sexo ardía como el demonio y mis caderas las sentía partirse, había olvidado lo lindo que es parir un hijo, mi mano apretaba la de mi prometido, estaba desesperada.
—Solo un poco más. —Insistió la señora que estaba por sacar mi bichito de abajo.
—¡No puedo!. —Chillé.
—Vamos cariño, se que si puedes. —Me acarició los nudillos.
Hice fuerza una vez más, expulsando todo lo que tenía adentro, cuando sentí que ya no estaba dentro de mi por fin pude respirar, su llanto hermoso acarició mis oídos.
Giré mi vista hacia Liam que había soltado mi mano, le estaban tendiendo la bebé, la sostuvo entre sus manos, no sabía cargar muy bien un bebé pero lo hizo, como si fuera el instinto de un padre.
—Dios, es hermosa. —Susurró.
—Déjame. —Extendí mis brazos, él la posicionó con cuidado en mi pecho.
Otra niña, su cabello era un poco ondulado castaño, sus ojos eran de un color verde con motas azules, su cara blanca y colorada.
—Dios sí, es hermosa. —Afirmé poniendo mi dedo en su manita cerrada.
—Bienvenida Iris. —Habló Liam a mi lado.
—Iris Coulds. —Sonreí cuando Liam la volvió a sostener en sus brazos.
—¿Me permite?, iré a vestirla. —Anuncia una enfermera, Liam se la tiende con cuidado.
Cuando la enfermera se va con mi bebé Liam se acerca para darme un beso en la cabeza, luego la doctora se queda sacando todo lo que tengo adentro que ya no sirve.
—Te amo. —Puso la mano en mi cabello y lo acarició levemente.
—Yo también te amo.
—Vamos a casarnos en un mes. —Me sonríe mostrando sus blancos dientes.
—No quiero hacer todo a la ligera.
—Pero...
—¿Señor, podría salir?, ella necesita descansar. —Él asintió con la cabeza.
—Luego vendré. —Enunció dando un beso a mis nudillos.
—Esta bien. —Le levante el dedo pulgar, me lanzó un beso en el aire y salió de la habitación.
—¿Primeriza?. —Pregunta la enfermera mientras cambia mi agua.
—Para nada, tuve un para de mellizos para mi primer parto. —Lo dije como si estuviera orgullosa. —Y no fue cesárea. —Agregué.
—Genial, entonces usted es una chica muy fuerte.
—Todas las mujeres somos chicas fuertes. —Continue. —No solo yo, todas pasamos por el proceso del parto, periodo, cólicos, algunas con problemas súper graves, otra no tanto, pero todas sufrimos de alguna manera.
—Usted tiene toda la razón señorita... —Esperó a que yo continuará.
—Coulds, Alanna Juliens de Coulds. —Solté mirando el hermoso anillo que yacía en mi dedo índice.
—¿El hombre que salió es su esposo?. —Preguntó.
—Es mi prometido.
—Oh.
—Así es.
—Yo también tuve un prometido alguna vez.
—¿Si?. —Pregunté.
—Asi es, era el chico más hermoso que haya pisado la tierra, fueron cinco años de noviazgo con el.
—¿Y que pasó?.
—Estaba enamorado de alguien más.
—Oh, que mal.
—No, no, esta bien, ahora debe de estar casado con ella y sinceramente estoy feliz por él, le hice demasiado daño y nunca merecí su amor.
—¿Tan malo fue?.
—Fingí estar embarazada para que se casara conmigo sabiendo que no me amaba. —Yo la miré con la boca abierta. —Si, ya sé, el caso aquí es que no importa, odio mi pasado y admito que hice mal en actuar así.
—¿Y como se llamaba?.
—Se llama Xánder.
Me suena.
—¿Milagros?. —Pregunté de repente, ella frunció el ceño.
—¿La conoces?.
—¿Es enfermera?.
—Si, yo pensé que si me convertía en enfermera también podía gustarle.
—Que mal estabas. —Bromee.
—Bastante. —Afirmó. —Bueno te dejaré descansar, un gusto conocerte señora Coulds, soy Catalina, de nacionalidad española. —Extendió su mano a modo de saludo, yo la tomé gustosa.
***
—¡Liam!. —Grité por el balcón de casa, él me hizo una seña desde abajo y le indiqué que volviera a entrar. Bajé las escaleras pasando por el comedor y fui a abrir la puerta.
—¿Dejé algo?. —Entró buscando con la mirada, yo lo tomé del cuello y le planté un beso.
—Suerte. —Susurré.
—Gracias enana. —Sentí sus manos agarrar mis nalgas.
—Dieta. —Le recordé.
—Odio la dieta. —Se cruzó de brazos. —Luego hablaremos de ello, llegaré tarde.
—Ahora si puedes irte. —Lo empujé a la salida, aquel Bufó un poco molesto antes de recibir la puerta en la cara.
Subí las escaleras y caminé hasta la primera habitación de la planta de arriba, cada puerta traía el nombre y un dibujo gráfico que se parece a cada uno de nosotros.
Emma y Jake estaban en el instituto, mientras Iris y yo nos quedábamos solas.
De repente escuché el timbre de la puerta principal sonar, no habían pasado ni tres segundos,bajé las escaleras de nuevo, me acerqué a aquella y giré la perilla.
—Hola Diosa. —Luke se vino hacía mi y me dio un beso en ambos cachetes.
—¡Hola!. —Exclamé.
Cuando Luke entró y siguió la otra persona casi se me sale el corazón de la emoción.
—¡Vinieron!. —Chillé.
—No podíamos faltar. —Habló Leo a su lado.
—Anciano. —Puse una mueca de asco.
—Culicagada. —Imitó mi acción y luego estallamos en risa.
—¿Y Connor?. —Pregunté cuando Karol se acercó besándome el cachete.
—Una vuelta de negocios con nuestros vecinos. —Afirmó.
—Mis suegros. —Corregí.
—Arriba está Iris. —Informé, Karol y Luke ya había visto a la bebé repetidas veces en el hospital, pero Martina y Leonardo era la primera vez que la verían.
—Hay si, es tan hermosa. —Todos empezaron a subir las escaleras corriendo, sonreí cuando me acordé de mis tiempo de instituto.
Todos los amigos sinceros que había hecho. El timbre de la puerta volvió a sonar menos mal y no había subido aún, probablemente y no hubiese abierto, abrí de nuevo encontrándome con mi psicólogo.
Ernesto es muy, pero muy profesional en su trabajo, me ha ayudado bastante con mi problemas de Ira, ahora solo me basta respirar dos veces para tomar la situación con calma.
—¡Bella Alanna! Felicidades por semejante hermosura. —Me dio un abrazo apretado y entró con confianza.
—Está arriba. —Rodé los ojos cuando lo vi mirando a manos lados.
Él subió las escaleras rápidamente, yo hice lo mismo, cuando llegué a la enorme habitación de Iris Luke la tenía levantada en el aire.
—¡Laaaa cigueñaaaa de la chiquimaban!. —Gritó cantando.
—¿Qué?. —Pregunté con una ceja enarcada.
—Así mostraron a Simba cuando nació. —Murmuró poniéndola en los brazos de Martina.
—Dios que linda. —Chilló ella.
—Si ves a su mamá sabes por qué. —Habló Luke.
—Déjame a mí. —Karol hizo a un lado a Luke y se paró frente a Martina, está última le tendió a Iris.
—¿Quién es lo más lindo de la tía? Shi tú, tú lo eles. —Le tuteo, yo rodé los ojos, ni siquiera a Annie le hablaba tan mimado.
—Es una Diosa griega, conquistará a muchos en el instituto. —Afirmó Luke tocandole la mejilla.
—Es una bebé recién nacida, no estén diciendo que va a conquistar en el instituto, posiblemente no tenga un novio hasta los treinta y algo. —Habló Ernesto extendiendo las manos para recibir la bebé.
—Pobre Iris. —Murmuró Karol besando su frente dándosela a Ernesto.
—Oye felicidades, esta bebé está súper divina. —Susurró Ernesto sonriendole a aquella, las arrugas en sus ojos se acentuaron.
—Jake éstos días a estado muy alegre. —Solté de repente. —Le encanta su hermana, dice que él es el caballero que la salvará de los malos.
—Es bueno que quiera protegerla y no aventarla por el balcón. —Bromeó Martina cruzandose de brazos.
—Si, es mejor que eso. —Siguió Leonardo.
—Está feliz de ser el único niño pero Emma está actuando un poco inmaduro. —Informé.
—¿Inmadura? Eso no es muy propio de ella. —Martina volvió a recibir a Iris y Leo estaba haciéndole mimos.
—Aquel día estaba llorando, la verdad no le dije nada por que como saben Emma no es de hablar mucho de sus sentimientos y presentía que si entraba a preguntarle me iba a ignorar.
—Tal vez siente que no le dan atención. —Dice Karol.
—Estuve pensando en eso, pero en realidad a Emma no le gusta la atención, solía decirme "Qué cursi Alanna" "No me hables como una bebé".
—Mm, la verdad los niños aveces actúan de esa forma, a pesar de que Emma sea excesivamente inteligente no le quita que aún sea una niña. —Ernesto se cruzó de brazos. —¿Qué es mejor que una charla de madre e hija?.
—Voy a intentarlo. —Aseguré.
—Bueno, yo tengo que ir a abrir el café. —Anunció Leo.
—Y yo a ayudarle. —Siguió Martina.
—Yo el Lunes empiezo en mi consultorio. —Informé. —Soy la única libre.
—Y yo. —Murmuró Luke. —Bueno ni tanto, tengo que salir con mi chico en unos minutos, así que creo que también me voy. —Miró su reloj.
—Ok. —Musité. —¿Se quedan?. —Giré mi vista a Karol y Ernesto, ella asintió poniendo a Iris en su cuna.
—No tengo nada que hacer. —Afirmó mi psicólogo encogiendose de hombros.
—Esta bien, gracias. —Murmuré.
—Luego nos vemos. —Martina se acercó para darme un beso en la mejilla. —Y te cuento un chisme. —Susurró antes de separarse.
—Entonces termina rápido el día. —Ella rió.
—Si te gustara ser mesera te contrataría. —Me abrazó, yo le correspondí dulcemente.
—Yo también me voy, Diosa. —Luke me dio un rápido beso. —Tengo que ir a ponerme perra.
—Los acompaño a la salida. —Sugerí.
***
Dos meses después
La arena cubría mis pies tranquilizandome, después de tanto dolor, tantos problemas, me sentía en paz, conmigo misma y con los demás, no sentía la necesidad de venganza hacia aquellos que me hicieron daño, Ernesto me había ayudado bastante, a perdonar y perdonarme.
—Si los haces perfectamente te doy un beso.
—Pues si te quedaras quieta.—Bufó.
Llevaba más de media hora intentando hacer unos zapatos de arena.
—Tengo cosquillas en los pies.—Me encogí de hombros.
—Se supone que la luna de miel sería divertida. —Se cruzó de brazos he hizo un puchero.
—Lo son. —Me volví a reír moviendo mis pies, la arena cayó una vez más, lo sentí matarme con la mirada.
—No lo son, no quieres que hagamos nada, acabamos de llegar y llevamos media hora aquí haciendo nada, no te dije que te dejaras el vestido puesto para ésto.
—¿Entonces que querías? Me siento en paz por una vez. —Cerré los ojos dejando que el viento me acariciara.
—Quería follarte pegada al balcón, a la pared, en la cama, en la mesa, en el baño...
—Ya dejaste claro que quieres follarme.—Rodé los ojos divertida.
—Pero estamos en la playa, haciendo zapatos de arena. —Ironizó. No aguanté la risa y empecé a carcajearme en su cara. —No te rías.
—Lo siento, lo siento. —Paré por un momento pero al ver su cara de seriedad volví a reirme.
Él no dudo en levantarse y tomarme de la cintura para montarme en su hombro.
—Bajame. —Iba riendo aún, me hacía bastante gracia que a pesar de haber follado todos los días después de cumplir mi dieta siguiera con ganas de hacerlo.
Fijé mi mirada en su trasero, tenía algo, hasta podía jurar que tenía más que yo, no era que fuera una tabla pero debo admitir que lo mío son las curvas y no el trasero.
—Que buena vista tengo de tu culo, mi amor. —Bromee pellizcando una de sus nalgas.
—¡Hey!. —Protestó escondiendolas, empecé a reír de nuevo.
Cuando subió las escaleras abrió la puerta de la habitación. No duró ni tres segundos en tirarme en la cama.
—Te veo demasiado ansioso. —Observé como se quitaba rápidamente la camiseta. Yo aún seguía con el vestido blanco, Liam no me había permitido cambiarme por que quería quitármelo el mismo.
—Te veo demasiado sexy. —Se tiró encima de mí y junto nuestros labios en un beso caliente y vehemente.
Mis manos tiraron de su cabello hacía mi haciéndolo gruñir, bajó su mano derecha por mi cintura y metió la mano dentro de mi vestido.
Jadee cuando sentí sus dedos llegar a mis bragas.
—Estas tan mojada. —Susurró mordiendo el lóbulo de mi oreja. —Y así no querías que te follara.
Apartó la tela de mis bragas, solté un pequeño gemido cuando sus dedos se introducieron en mi.
Sus labios volvieron a tocar los míos con ansiedad, sus dedos se empezaron a mover adentro y afuera de mí, dábamos jadeos desesperados.
—Espera. —Él me miró confundido, paró sus movimientos y dejó que me pusiera de pie. —Quiero hacer algo.
—Hacer...
—¿Me ayudas?. —Le señalé la cremallera del vestido, él asintió y se acercó a mí con la intención de bajarla.
Puso sus manos en mi espalda y empezó a bajarla, se desespero cuando no bajó más de la mitad.
—Se atascó. —Sentí su fuerza bruta tirar de ella hacía abajo. —Demonios... —Susurró, escuché un crujido.
Bajó las mangas por mis hombros, miré el vestido por un momento y lo fulminé con la mirada.
—Lo rompiste.
—Si, ya me dí de cuenta. —Rodó los ojos divertido. —Así que ropa interior de encaje...
—Ajá. —Susurré.
—¿Haz visto 50 sombras de grey?. —Preguntó en voz baja.
—Si... —Murmuré.
—Bueno. —Llevó sus mano a mi espalda desabrochando mi sostén.
Lo tiró en algún lugar de la habitación y me empujó de nuevo en la cama.
—Esta no era la idea. —Sus dientes tomaron el cuero de mi cuello.
—Soy un vampiro. —Cuando lo sentí succionar mi piel no pude aguantar la risa.
—Entierrame tu estaca. —Bromee, el me sonrío y de nuevo atrapó mis labios entre los suyos.
Sus manos descendieron a mis pechos y pellizcó mis pezones, me besó toda la cara, luego bajó a mi mandíbula y paró en mis senos para chupar uno mientras magreaba el otro.
Esto me gusta.
Movió su lengua marcando la aureola de aquellos, tomé su cabello dejando que toda su boca se llenará con mis tetas.
Bajó por mi abdomen y me tensé por completo cuando pasó su lengua por encima de mis bragas húmedas.
—Que rico. —Susurró jugando con el elástico de aquellas. Arquee la espalda para que pudiera bajarlas sin problema.
No supe dónde cayeron las pobres, solo se que el sexy semental lo tenía abajo prendiendose de mi coño como si fuera lo más delicioso que haya probado en su vida.
—Dios...
—Liam, mi nombre es Liam. —No se como era capaz de seguir haciendo bromas.
Siguió moviendo su lengua dentro de mí como un experto, aún recuerdo esa primera vez tan desesperada, era como si desde el principio hubiésemos estado deseandonos.
En nuestro caso, fue amor a primera cogida.
Empujé mi pelvis hacia arriba y tiré de su cabello empujando su lengua más adentro.
Sentí el órgasmo golpearme, estaba por explotarme. Me levanté rápidamente y desabroché la correa de su pantalón, bajé rápidamente sus bóxer.
—¿Ahora quién es la ansiosa?. —Saqué su enorme miembro, las venas se le marcaban perfectamente y estaba en su tamaño más grande.
Como me gusta.
—Cállate y metemelo todo. —Me abrí de piernas en la cama esperando a que entrará en mi.
—Creo que ya no tengo ganas. —Bromeó, cosa que no me hizo nada de gracia.
—¡Liam!, tú fuiste el que empezaste. —Le reproché.
Me levante y busqué mis bragas, el idiota estaba a un lado riendo como foca retrasada.
—No me causa gracia. —Murmuré.
—¿Te golpea el karma, señorita Coulds?. —Sentí su mano rodear mi brazo haciendome sentar a horcajadas encima de él.
Acomodó el pene en mi entrada y me hizo bajar por completo de una sola estocada, ignoré el pequeño dolor que me estaba causando.
—No quiero tratarte como un objeto, pero desde el día en que te vi por primera vez supe que serías mía.
—¿Ah si?. —Me moví despacio de arriba a abajo.
—Si, cuando observé esa cara que erradica deseo dije, esa mujer debe estar conmigo.
—Follame lo más duro que puedas.
—No quiero hacerte daño.
—Te lo estoy pidiendo. —Sus manos se ubicaron en mi cintura.
—Luego no te quejes. —Terminó de entrar toda su verga dentro de mi.
Mis piernas temblaban y empezó a moverme de arriba a abajo dando arremetidas salvajes.
No me cansaría de cabalgarlo nunca, incluso después de cinco años seguía teniendo la misma conexión. Junté mi frente con la suya, en estos momentos es dónde recordaba todo desde el principio.
Yo amo a Liam Coulds, y dudo que pueda amar a otro como lo amo a él, mi amor es tan fuerte y firme que podrían pasar mil años y solo seguiría siendo él.
—!Ah... Si!. —Hablé en medio de gemidos. —¡Más rápido!.
Me recostó en la cama sin dejar de embestirme, entrelazó sus manos con las mias poniéndolas encima de mi cabeza.
Todo mi cuerpo temblaba debajo del suyo, éramos fuego intenso mezclado con amor cursi. Siempre hemos sido así, un poco de cada cosa.
—¡Liam!... —Mi sexo estaba tan caliente, sentí la presión y mis paredes vaginales extraerse, sabía que el rico órgasmo estaba golpeandome de nuevo.
—¡Dejalo salir!. —Pidió mi esposo con la voz ronca.
Tras esa petición no lo contuve más, ambos nos llenamos con nuestros líquidos calientes, aquel cayó rendido en mi pecho.
—Dios... Que rico. —Susurré regularizando mi respiración, mi pecho bajaba y subía. Liam era demasiado voltaje.
***
—¡Más rápido!. —Pedí como una ninfomana desquiciada, él me abrió más de piernas sobre la encimera.
Habíamos estado cogiendo más de diez horas, los únicos recesos fueron para comer he incluso en medio de eso también follamos.
Ya habíamos hecho cada posición que sabíamos y experimentamos en todos los lugares del hotel. Podría decir que estaba cansada, mas sin embargo nunca me cansaría de montarlo.
—¡Así... Así!.—Chillé.
No sabía de dónde mi sexo sacaba tanta humedad, a éste paso debería de estar más seca que un río en desierto.
—Joder, te amo tanto. —Me tomó del cabello llevándome hacia él, besándome fuertemente de nuevo.
—Yo también te amo. —Susurré cuando me separé, el siguió dándome como a mi me gustaba.
*
**
Holaaaaaaa.
Bueno, éste es el final, sólo faltaría el Epílogo. Dios, nunca imaginé terminar dos libros, se me hace un logro bastante alto en realidad, solía dejar mis proyectos a media pero se siente bien poder tener algo completo.
Y la verdad es que todos los que me están leyendo son los que me animan a seguir, los amo personitas que votan y comentan, al igual que a los lectores fantasmas.
Ahora si me despido, el Epílogo lo haré un poco más largo, así que lo estaré subiendo está semana que viene.
Los adoro.
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