Capítulo Siete

ALANNA

Y ciertamente allí estaba yo, parada al lado del hombre que creí el amor de mi vida. No hablé de nada, solo deseaba que el maldito ascensor terminara de bajar y así poder irme a casa.

—Voy a besarte —afirmó y me atrapó las mejillas sin dejarme tiempo de echarme hacia atrás.

Atrapó mis labios entre los suyos, besándome con una increíble sincronía, dejandome sin aire, por alguna razón puse mis manos en su cuello, acariciando su cabello, y lo apreté contra mi, sentí el libido correr por mi cuerpo, y las ganas empezaron a aparecer, haciéndome palpitar algo que no era el corazón, me mordió un poco los labios y yo jadee, miré sus ojos y luego volví a besarlo, sus labios eran como los recordaba, siempre han sido adictivos, me pegó a la lata del ascensor subiendo sus manos a mis nalgas apretandolas levemente, tiré de su labio inferior sintiendo el calor que emanaba mi sexo y con ganas de tenerlo más tiempo junto a mi me separé de él, apenada.

Agradezco que justo en ese momento se abrió el elevador y pude salir rápidamente de él.

—Hey —gritó detrás de mí, pero yo caminaba deprisa, no quería verle la cara —Alanna —llamó una vez más, me detuve cuando agarró mi brazo y me giré bruscamente hacia él.

—¿Quién te da el derecho de besarme? —me solté de su agarre e intenté irme pero él me detuvo de nuevo, a lo que yo le respondí dándole una sonora bofetada.

La fuerza que ejercí lo hizo retroceder, se acarició su mejilla antes de enfocar sus ojos en mí, sonrió de medio lado.

Malnacido.

—¿Por qué tan a la defensiva?.

—¡Porque quiero!. Oh, se me olvidaba que al señor perfecto le gusta obtener lo que quiere por el camino fácil —dije con ironía, Liam bufó.

—¡¿Entonces para que mierda volviste?! —preguntó frustrado, yo reí.

—No sabía que no podía visitar a mis amigos y a mi familia —me crucé de brazos.

—Ajá —músito.

—¡No todo gira a tu alrededor Coulds! —dramaticé.

—Vete entonces —murmuró, por alguna razón me quedé intacta, nunca había escuchado esa palabra de su boca dirigida hacia mí.

—Eso haré así no me lo pidas, por favor, no tengas la descaradez de serle infiel también a tu mujer —me di la vuelta dándole la espalda y empecé a caminar hacía mi auto.

—¿Mujer? —preguntó confundido.

—¡Si! —grité —¡Luisa!. ¿No te suena?.

—Que descarada eres Alanna. Ya sabías que tenía una mujer y aún así me seguiste el beso, eso es algo excelente Juliens —me dedicó otra sonrisa torcida, yo rodé los ojos.

—No vine por ti. Ya no eres nadie —abrí la puerta intentando subir a aquel auto pero él se puso enfrente de la puerta cerrandola.

Si no se quita, obligalo.

Eso haré, Cheryl.

—Vamos a hablar.

—Tu y yo no tenemos nada de que hablar —finalicé empezando a molestarme.

—¿Ah no?. En el ascensor no parecía eso —afirmó con una sonrisa. Como odiaba que sonriera...

—No, ahora apártate que tengo asuntos por atender.

—¿Sales con alguien? —preguntó de repente mirando el suelo.

—¿Y si es así que? —dije a la defensiva.

—Te dejaré en paz —se encogió de hombros.

—Ok, si, salgo con alguien —mentí —. Ahora sí, quítate —lo empujé para que me diera permiso, aquel solo se corrió para que pudiera entrar a mi coche.

No dijo nada más, me monté al auto, el ambiente estaba demasiado tenso.

—Me alegra verte, Ally —susurró más para sí mismo.

—No puedo decir lo mismo de ti —concluí mientras sacaba el auto del estacionamiento.

Al empezar a manejar miré por el retrovisor, allí estaba parado, sentí mis ojos humedecerse, mentiría si dijera que no me duele, sus labios sabían tan bien como hace años, incluso eran mucho mejores, ver su cara... La cara del padre de mis hijos.

Duele tanto.

No quiero olvidarme de él, Dios mío, duele tanto que no puedo parar de pensar que hubiera sido si él y yo hubiéramos continuado.

Los niños tendrían un padre al cual abrazar, y él no estaría con la chica con la que está ahora. No pensaría que el primer hijo que tendría era con ella y cuando me viera dijera: "Esa es la madre de mis hijos", pero no, la vida siempre tenía que ser una completa mierda conmigo.

Limpie mis lágrimas y sorbí mi nariz, no se como logré llegar a casa, el caso es que solo subí las escaleras sin hablarle a nadie, fue un error venir aquí. Entré a mi habitación y encontré a Karol sentada en mi cama, comiendo palomitas, Annie estaba en el suelo con un rompecabezas.

Me tiré en la cama, poniendo mi cabeza en el regazo de Karol.

—Demonios —susurré y de nuevo sentí lágrimas calientes rodar por mis mejillas. Hace mucho tiempo que no lloraba.

—¿Sucedió algo? —preguntó poniendo su mano en mi mejilla.

—¿Por qué la vida me golpea tantas malditas veces? —pregunté en un sollozo —¿Por qué es tan difícil que me deje ser feliz?.

—Alanna... —susurró ella poniendo un puchero.

—Te juro que traté de no hacerle daño a nadie, nisiquiera cuando estaba con Dylan le hice daño, ¿Que tanto hice para que siempre que intento levantarme me lancé un golpe más?.

—No hiciste nada, linda —susurró y beso mi frente.

—Entonces... ¿Por qué tanto...

—Aveces la vida es injusta.

—Demasiado —sorbí mi nariz de nuevo, respiré hondo.

—Eres muy fuerte Alanna, siempre te lo he dicho, eres increíble y lo sabes, tú más que nadie sabe de lo que eres capaz de soportar, y eres mi modelo a seguir, haz tenido tus fallos, pero como tú no existe nadie, no va a haber nadie que te iguale.

—No soy fuerte... —susurré.

—Eres la persona más fuerte que conozco. ¿Quién pasó por acoso y se mantuvo firme?.

—¿Yo?.

—Alanna, eres más de lo que crees, dime.. ¿Quién puso el culo por mi cuando mi mamá se enteró de que estaba embarazada?.

—Yo —afirmé sonriendo. Karolina me limpió las mejillas.

—¿Quién estuvo en una relación tóxica y siguió adelante?.

—Yo.

—¿Quien parió dos hijos normalmente?.

—Yo... —limpie mis lágrimas que seguían cayendo, esta vez sonriendo.

—¿Ves?. Nadie merece tu amor, aveces me pongo hasta a pensar si soy suficiente para ser tu mejor amiga.

—Oh Karol, eres más que suficiente —me levanté de sus piernas y me senté frente a ella, me incliné para abrazarla pasando mis brazos por sus hombros.

—Eres la más increíble mejor amiga que pude conseguir, como dirías tú "Estoy agradecida con el Dios de las bragas" —reí un poco al escuchar lo último.

—Siempre me subes el ánimo.

—Siempre mereces que lo haga —me separé de ella y sus manos acariciaron mis mejillas.

—Gracias.

—¿Tía?. ¿A qué hora llegaste? —preguntó Annie levantándose del suelo para abrazarme.

Me reí sonoramente.

—Está haciendo algo para Jake —murmuró Karol.

—Con razón.

—Jake dijo que si podía armar ese rompecabezas la próxima vez que fuéramos me regalaría uno de sus carritos.

—¿Por qué son tan importantes los carritos de Jake, Annie?. ¿Te gusta él? —preguntó Karol con una sonrisa.

—¿Que es... gustar? —Karol suspiró, yo me reí de nuevo.

—Nada nena, olvidalo —murmuró acariciandose la cabeza.

—Tía, dame tu celular, quiero llamar a Jake —me pidió ella.

—Deberías llamar a Emma, también es tu prima.

—A... ¿Emma?. Tía es que ella es aburrida —susurró esto último como si de un secreto se tratase.

—Ok, llama a Jake —saqué mi celular del bolso y presioné el número de la abuela Luz, esperé a que contestara y Annie me intentó quitar el celular pero no se lo permití —. Cálmate Annie, quiero saber primero como están mis hijos —murmuré y ella asintió.

—Hola mami —habló Emma desde el celular de la abuela.

—Emm, Emy cariño. ¿Dónde está la abuela?.

—Ah, está colocándole ligas en el cabello a Jake.

—¿Cómo estás?.

—Bien ma, ¿Cuándo vendrás?. Es muy aburrido si no estás aquí.

—¿Extrañando a mamá? —pregunté con una sonrisa.

—Pff, ¿Yo?, Claro que no.

—Ajá.

—Recuerda comprar mis libros.

Demonios lo olvidé.

Ya los compré —mentí.

—Sé que no mamá, no mientas.

—Juro que no lo olvidaré.

—¿Cómo está todo por allá? —preguntó.

—Genial —suspiré.

—Encontré una foto de papá —dijo y mi sonrisa se desvaneció.

—¿Qué...?

—Así es mamá —murmuró —. Hablaremos de ello cuando vuelvas, te paso a Luz.

—Espera Emma ¿Qué...

—Hola querida —habló la abuela.

—Oh, hola abuela, ¿cómo va todo?.

—Increíble, definitivamente Jake es mi favorito —masculló.

—Hey, solo porque es un infantil —murmuró Emma a lo lejos.

—¿Están comiendo bien?. Espero y no les des mucha azúcar.

—La vida está para disfrutarla querida Alanna —expresó, cosa que me hizo reír.

—Pero no les des muchos dulces.

—Habla por Jake, a Emma ni le llaman la atención.

—Si le llaman.

—Si, solo el maní —enfatizó.

—En fin, pásame a Jake que Annie está que le muestra su rompecabezas.

—¿Annie? —preguntó Jake a lo lejos —. Mami, pasámela —ordenó.

Annie no dudó un segundo en quitarme el celular de la mano, Karol se rió y me sonrió.

—Siguen siendo niños Karolina.

—No lo serán toda la vida, Yisel —y como siempre empezamos a discutir por el intercambio de ofensa.

Unas horas después

Alisté mi ropa para darme una ducha, necesitaba despejar mi mente y dejar de pensar tanto en cosas que se suponen que ya habían pasado.

Dejé que el agua caliente cubriera mis senos, haciendo que se me erizara la piel y mis pezones reaccionaran poniéndose erectos, acaricié mis tetas, llenándome las manos con ellas, no sé como demonios me habían crecido tanto en estos años, antes me consideraba una reina, pero ahora, empezaba a darle sentido a la palabra "Diosa".

Toqué por encima de mi sexo, y me giré cerrando la ducha.

Hace tanto que no entraba un pene por ahí, siempre era autosatisfación.

Me senté en él sanitario, abriéndome de piernas, toqué por encima de mi vagina, notando lo mojada que estába. Sus manos en mi trasero habían hecho que me dieran ganas de estar con él, sus dientes mordiendo mis labios...

Mhmm...

Introducí un dedo dentro de mí, moviendolo de dentro a fuera, introducí otro más, y comenzaron a golpear rápidamente mi sexo, dándome el placer que necesitaba hace mucho.

El sonido de mi celular me hizo parar por un momento, y sacudí un poco mis dedos antes de contestar.

—¿Hola? —pregunté, tratando de normalizar mi respiración.

—¿Podemos hablar? —la voz de Liam me sorprendió, pero en vez de parar, bajé mis manos de nuevo, frotandolas por aquel, su voz era tan sexy, que no me atrevía a desperdiciar este momento de tener un orgasmo, el que no tuve durante tanto tiempo.

—Ajá... —proclamé respirando agitada de nuevo.

—Eh... ¿Ally?. ¿Que estás... Haciendo? —preguntó confundido y yo sonreí, cerrando mis ojos, mientras seguía metiendo mis dedos.

—Nada... —de mi boca salió un gemido y lo escuché suspirar.

—Demonios... —Jadeó, allí es donde supe que estaba haciendo lo mismo que yo.

—¿Estás haciendo... —pregunté en un susurro.

—Si... —murmuró con la voz agitada —, esto es raro pero no puedo soportarlo.

—Piensa en mis manos recorriendo tu cuerpo, mi boca saboreando tu miembro —no sabía lo que decía en realidad, solo quería quitarme las malditas ganas que tanto tenía.

—Mi lengua explorando toda tu vagina, mis dedos dentro de ti, y mi pene llendo de dentro a fuera —siguió aquel con la voz ronca cosa que me hizo prender más.

Susurré algunas sandeces cuando sentí la presión en mi abdomen, dándome a entender que estaba por botar todo lo que tenía dentro de mí coño húmedo.

—No voy a quedarme con las ganas de follarte —susurró, yo me tapé la boca con la mano libre cuando tocaron la puerta.

—¿Alanna?. Annie quiere entrar, apura tu culo —habló Karol desde afuera y estuve a punto de parar.

—Recuerda que eso lo hace más emocionante —Susurró una vez más, seguí moviendo mis dedos rápidamente recordando todas las cosas que hicimos en la ducha de su apartamento.

Me vine en mis dedos y chillé un poco cuando él también bufó.

—Por favor no vuelvas a llamarme —susurré esta vez molesta.

—Que bipolar —declaró con ironía.

—Simplemente no puedo estar cerca de ti, por favor, dijiste que me dejarías en paz.

—Nunca dije que sería en este momento —puse la toalla alrededor de mis senos y salí con otra en el cabello.

—Lo siento Liam, pero no me interesas en lo más mínimo.

—Eso no decías hace unos minutos cuando te viniste pensando en mi.

—¿Por qué te hace creer que fue pensando en ti? —salí del baño frunciendo el ceño, Karol me miró curiosa.

—Porque no colgaste al escuchar mi voz.

—No, pero lo haré ahora —amenacé.

—Mañana en la noche, en nuestro apartamento, necesitamos hablar.

—Si... La verdad pienso que quieres hacer todo menos hablar. No tengo tiempo para esas pendejadas...

—A las ocho, pequeña —insistió.

—Oh, genial, otro apodo sobre mi estatura.

—Hey, el chiquita, enana y pequeña te quedan genial.

—No eres el mejor poniendo apodos —me burlé.

—Sé que lo soy.

—Adiós.

—No lo olvides, te estaré esperando —colgué sin decir nada más, Karol me miró cruzada de brazos sobre la cama y enarcó una ceja.

Pareces una desesperada sin dignidad.

—¿Enserio? —preguntó.

—Es para cerrar el ciclo, si lo cerramos, tal vez pueda olvidarme de él.

—O clavartelo más.

Lo que me va a clavar es otra cosa...

No pasará. Prometido.

—Ajá. —enfatizó un poco molesta.

Ya se le pasará.

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