Capítulo Seis

Maratón 2/2

LIAM

Llegué a la casa de mi mejor amigo, pues tenía que recoger algunas cosas que él ya no necesitaba.

—Hoy, viene mi hermana —afirmó —. Así que no estaré en la casa, la acompañaré a hacer unos exámenes.

—Está bien —afirmé cargando la caja que yacía en una esquina de la sala. Ya sabía de hace una semana que Luisa vendría, sinceramente esperaba su llegada, quería ver que tanto había crecido esa niña inocente que conocí.

—¿Cómo te sientes? —preguntó con preocupación.

—¿Por qué lo preguntas? —fruncí el ceño mirándolo.

—Porque se supone que hoy se cumplirían cuatro años desde que Alanna se fue.

—Oh, ni me acordaba, la verdad me da igual, yo estoy bien y ella debe de estar más que genial.

Sabes que eso no es cierto.

Y no lo era, desde las doce de la mañana había estado pensando en ella, nunca dejé de esperar una llamada de su parte...

Pero nunca llegaba, porque debería estar feliz y yo, pues yo sigo en la mierda.

—Me alegro, pues de que te animarás a superarla. Ya era hora.

—Está mas que superada, está muerta y en su tumba a kilómetros de mí se tiene que quedar.

Salí de su casa y procedí a montar la caja en la parte trasera del auto, comencé a conducir hacia la casa de la madre de Alanna y sonreí con melancolía.

Es cierto que habíamos pasado por muchas cosas en muy poco tiempo, pero muchas veces no es el tiempo, sino la intensidad de lo que sientes.

Yo de Alanna siempre escuché hablar, y no niego que también siempre quise saber quien era la famosa "Diosa caliente" y que tan buena era en la cama para que la llamaran así, ese día lo comprobé...

—¿Tu nombre es…  —le pregunté, mis ojos fueron de sus pies a su cabeza, no podía evitar aterrizar mi mirada en esos ojos tan bonitos. Tampoco evité imaginar todo con ella...

—Alanna —respondió cruzando sus brazos.

—Soy Liam, un gusto —extendí mi mano con una sonrisa, ella pareció pensar en algo antes de tomarla.

Así que tú eres la famosa de la que todos hablan. Pensé.

Paré enfrente de aquella puerta, pensando dos veces antes de tocar.

¿Qué si me había jodido? Claro que lo había hecho, me había jodido hasta el fondo y aunque quisiera enterrarla sabía que a fin de cuentas no podía. Porque la quería con todo mi ser.

La quería joder, la quería mucho. Y lo que más pensaba era que si hubiera sabido cómo serían las cosas, le hubiese puesto un maldito rastreador.

Al final toqué, toqué con fuerza.

—¿Otra vez? —suspiró Dayan cuando me vió, estaba cansada de decirme que no.

—Solo entiende, la necesito —sugerí cansado de que nunca me dijera nada.

—Liam, ella no quiere que la busques —se cruzó de brazos frente a mí.

—¿Que vas a saber que quiere ella? No la conoces, no sabes nada —pregunté a la defensiva, empezando a alterarme.

—Ella está feliz, no la molestes más —la empecé a notar molesta.

—¿Tiene a alguien más, verdad? —pregunté por milésima vez, teniendo miedo de la respuesta.

—Así es, tiene una nueva razón para ser feliz —me quedé mirando la puerta de su casa pensativo —, no empieces a alterarte, sabes que siempre lo haces y es la razón por la que no te digo nada, no estás en condiciones de saber.

—Dayan, si me dices donde está, no iré a buscarla —solté sin pensar. ¿No ir a buscarla?...

—Ahora si estás actuando de forma coherente. ¿Me lo prometes? No irás a buscarla, ni seguirás molestando por aquí.

—Te lo juro... —Unas palabras nunca me habían dolido tanto, si que quería buscarla, joder.

—Está bien, Liam.

—Solo dejaré que sea feliz —suspiré nervioso, ella solo asintió. Si Alanna tenía otra persona, era mejor no ir a buscarla, no quería reventar caras y que luego me odiara más de lo que lo hace ya.

—España, con mi papá —fueron las únicas palabras que dijo, yo asentí no muy convencido, luego de eso solo cerró la puerta en mi cara.

Que odiosa.

Me dirigí a mi carro aún pensativo y me monté en el asiento, golpee el volante frustrado una y otra vez.

No podía aceptarlo.

Era egoísta, pero quería que estuviera conmigo y no con nadie más. Iría a buscarla, claro que lo haría.

Conduje hasta el "Letal Box", necesitaba desahogarme y era la única forma de la que liberaba toda la rabia que había dentro de mí.

—Préstame unos guantes —le ordené a mi tío luego de pasar el umbral, él con gusto me los tiró.

—Ya sabes, relájate y disfrutalo —asentí.

Me puse los guantes y subí al ring de boxeo, al otro lado de mí, había un negro alto y gordo, que la verdad, parecía como si solo con tocarme me aplastara. Él se abalanzó sobre mí, yo pasé resbalando por el suelo, sorprendiendolo con un puño en sus costillas, desde atrás.

—Hijo de p...

—Su mamá es mi hermana así que cuidado con lo que dices —gritó mi tío desde afuera, yo solo reí.

Empezó a lanzarme puños sin previo aviso y uno de ellos terminó golpeandome la mandíbula, me empezó sangrar la boca, dándome a probar el sabor metálico que ya conocía, pero no me importó, al contrario, alguien al fin tuvo la valentía de atreverse a tocarme.

Él sonrió, yo escupí sonriendo, le metí un puño de frente, él agarró mi muñeca.

Justo lo que quería.

Di una vuelta que lo hizo caer, y quedé encima de él haciéndole una llave, sosteniendo sus manos en la espalda.

—Sueltame —pidió en un susurro, intensifiqué el agarré en su brazo, llevándolo hacia arriba.

—¿Te lo puedo partir? —susurré, el tipo negó con la cabeza.

—Ganaste Liam, suficiente.

Me levanté de encima de él, sonriente. Observé como se acariciaba el brazo. Me dió su mano en señal de paz y yo se la recibí.

Seguí peliando toda la tarde, hasta que cayó la noche. Era algo tranquilizante, siempre y cuando no me sobrepasara, estaba bien.

—Ya me voy tío —avisé, él vino dando brincos para abrazarme.

—Vete por la sombrita —fruncí el ceño ante sus palabras.

—Está de noche —le solté como si no fuera obvio.

—Olvídalo, campeón —susurró cansado antes de darme dos palmadas en el hombro e irse a atender a un chico pecoso de cabello rojizo.

Salí de allí, conduje en mi auto de vuelta a casa de Luis. Literal, todos los días era hacer casi la misma rutina. Cuando estuve frente a la puerta me limité a golpearla dos veces.

Me sorprendí cuando una mujer rubia me abrió aquella, la reparé bien y recordé que Luis me había dicho que su hermana vendría.

La reparé un poco más, el cabello rubio ondulado le llegaba un poco más arriba de la espalda, su cara aniñada me recordó a la niña de mi infancia. Había conservado sus pequeñas pecas alrededor de su nariz respingada y sus ojos grandes marrones me miraron expectantes.

—¿Liam? —brincó llevándose ambas manos a la boca, yo asentí con la cabeza ensanchando una enorme sonrisa.

—Luisa —murmuré, y para quitar dudas me fijé en el lunar en su mejilla derecha. Me acerqué a darle un abrazo que correspondió de inmediato, apretandome fuerte.

—Dios mio, como estás de fuerte —habló separándose de mi y tocando atrevidamente mis brazos.

—Si —me alejé un poco incómodo, pues ya no estaba acostumbrado a que me tocarán de esa forma.

La última vez, fue cuando estaba con ella...

—Pasa, estoy haciendo la cena.

—¿Y Luis? —pregunté mientras entraba.

—Dándose una ducha.

—Está bien —formulé mientras cerraba la puerta.

Me senté en uno de los sofás.

—¿Qué es de tu vida? —indagó curiosa.

—Nada interesante —contesté seco mientras sacaba mi celular para ver la hora.

—¿Enamorado? —preguntó asomándose en la pantalla para mirar.

—Para nada.

—Muestra la chica de la que me habló Luis —insistió, cansado de la gente busqué una foto de Alanna en galería.

No estás enamorado pero sigues teniendo fotos de ella...

—Ella es... es hermosa. Aunque no es para tanto.

—Es más que hermosa. Y no es para tanto, es para mucho —afirmé quedándome embobado mirando la foto que tenía enfrente.

—¿Dónde está? —y responder esa pregunta siempre dolía más que todo. Por eso siempre buscaba la respuesta fácil...

—Murió —dije, ella abrió los ojos como platos.

—Lo siento mucho —me tomó de la mano reconfortante, casi solté una carcajada.

—Nuestro más sentido pésame a Alanna Juliens, que en paz descanse —dije con sarcasmo, pero al parecer Luisa se lo tomó muy a pecho.

El verano ya había llegado, el sol radiaba luz en todo lugar. Mientras, Luisa y yo estábamos sentados en el suelo de su casa, con unas fichas de dominó cada uno.

Ella se me quedó mirando un momento corto, yo le pregunté un "¿Qué?" con la mirada.

—Estoy embarazada —fue lo único que dijo antes de poner una ficha de dos con tres.

En realidad no me sorprendí, hace tiempo que estaba saliendo con un chico de su clase, que nunca le presentó ni a Luis, ni a mí. Había notado cambios en su apetito, al igual que el vómito constante.

—¿Si eres consiente de que tu hermano te matará? —murmuré poniendo la siguiente ficha de dominó.

—Ya lo sé —sonrió con nostalgia.

—¿Es del chico del salón? —pregunté dejando las fichas a un lado.

—Si, es de ese chico del salón.

—¿Y qué piensa él sobre esto, responderá?.

—Le dije que estaba embarazada y si quería responder y lo único que contestó fue: "Esa cosa no es mía, ve a meterselo a otro".

—Hijo de puta —maldije entre dientes, ella soltó una risa preciosa.

—Si, lo es —Susurró mirando su vientre.

—Dile que el bebé es mío —le dije sin pensar, Lou me miró expectante.

—¿Qué? —preguntó frunciendo el ceño.

—Dile que estamos enamorados y que responderé por el bebé —seguí hablando, aquella me golpeó el hombro.

—No bromees así Liam —masculló.

—No estoy bromeando, el maldito con él que follaste una y otra vez no quiere responder, no vamos a obligarlo y mucho menos porque tú no quieres que sepa nada sobre él. Tengo mucho dinero y una vida aburrida, solo trato de hacerla más interesante.

—Si, pero... ¿Y si Luis se pelea contigo?.

—Créeme que cuando le digas que es mío, saltará de felicidad en un pie. ¿Quién demonios no quiere un mini Liam? —dije con orgullo. Tampoco es que fuera mentira.

—Lo intentaré, gracias por ayudarme, eres un buen chico —se levantó de su lugar y me dió un abrazo pasando sus manos por mi cuello.

Su olor era muy diferente al de aquella persona, mientras Luisa olía a miel, ella tenía el olor que me volvía loco, un olor característico a flores, pero era una flor en partícular "la orquídea". Tal vez empezar de cero y olvidar, no sería tan malo después de todo.

—Voy a apoyarte en todo por qué eres mi amiga, Lou —no pude evitarlo y le acaricié el cabello.

Dios, ella no es...

No paraba de repetirme eso en la mente pero, tenía que hacer un esfuerzo para olvidarla, tenía que ser fuerte y olvidarla como lo hice hace años con Sophie.

Y recordé algo, yo nunca estuve enamorado de Sophie, no era lo mismo, Sophie había sido una relación tóxica, extraña y sin amor. Ella había sido todo para mí y del solo de pensar que yo no vería su hermosa cara, me picaban los ojos.

—Chicos, ya llegué —hablaron desde la puerta, Luisa se apartó de mí y nos acomodamos agarrando de nuevo las fichas del dominó.

—Hola Luis —saludé.

—¿Por qué tan tensos?.

—Tengo algo que decirte, bueno, en realidad ambos tenemos algo que decirte —levanté la cabeza mirando sus ojos. Mi mejor amigo me miró sin entender.

—¿Ahora? —preguntó la rubia, yo asentí sin darle muchas vueltas al asunto.

—Siéntate querido amigo —lo invité a sentarse al lado de Luisa.

—Está bien —susurró inseguro, pero luego se limitó a sentarse.

—Luisa está embarazada —solté de golpe, aquel no tardó en mirarla con el ceño fruncido.

—Debe de ser una broma —se rió —, están de broma —siguió, pero se cayó al ver nuestras caras serias.

—No, no lo es —expliqué —, y la mejor parte es que yo soy el papá.

—Que asco Liam, te acostaste con mi hermanita —puso cara de asco. Luisa soltó un largo suspiro.

—Voy a responder por el bebé, así que no vayas a hacer drama.

—Sabía que responderías por él, siempre enfrentas tus problemas, además, no creo que haya un hombre mejor para tener como cuñado, estoy feliz de que te hayas dado cuenta quien te merece de verdad —habló.

Yo sabía que lo decía por "ella", yo no la nombraba, no la buscaba, no la llamaba, pero él al parecer lo sabía. Sabía que yo no iba a superarla por más tiempo que pasara y me acostara con quien me acostara, siempre iba a ser ella. Y me jodia tanto pensarla hasta tarde de la noche, me jodia demasiado dar la vuelta en la cama y no encontrarla.

Un día digo "voy a olvidarme de ella" y al otro la pienso como si fuera una programación automática. Ella debía estar bien, estuviera donde estuviera, y yo estaba hecho mierda en el lugar donde todo sucedió.

—Bueno chicos, iré a dormír. Liam puedes quedarte hoy, pero por favor, nada de tener sexo en el cuarto, todo se escucha desde mi habitación.

Miré a Luisa levantando las cejas en broma y noté un leve sonrojo. ¿Así que la señorita inocencia si se sonrojaba?.

Luis subió las escaleras y Lou se quedó mirándome en silencio, yo la reparé con la mirada, era una mujer hermosa, su cabello caía en una cascada dorada, sus ojos castaños radiaban felicidad, sus mejillas coloradas y las pequeñas pecas que yacían en su cara, tenía el aspecto de una niña inocente, y verla nisiquiera me dejaba pensar en quién se acostaba con alguien así, parecía una niña.

—Yo también me iré, estoy cansada —se puso de pie y me miró sacudiendose un poco la ropa, era entendible el que la desearan, pues su cuerpo no estaba mal, su cintura marcada, sus pechos pequeños y su cadera era un poco ancha, sus piernas también lo eran, gorditas y blancas.

—Voy contigo —murmuré caminando con detrás de ella, subimos al cuarto, ella se acostó en el lado derecho de la cama, yo me acosté en el izquierdo con las manos en mi abdomen.

—Si algún día quieres dejar el papel de padre, siempre puedes decirlo —murmuró, luego de eso me dió la espalda.

Por un impulso la abracé por detrás, pegándola a mi pecho.

—Ahora esto, es una cosa de ambos —susurré pasando las manos por su abdomen.

—Eres demasiado dulce —puso sus manos sobre las mias, he imaginé la sonrisa que tenía en ese momento.

Siempre que abrazaba de esta forma a la innombrable, tenía una erección y terminábamos en algo muy diferente a la palabra dormir, pero con Luisa era distinto, con ella no podía pensar en nada de morbo, me imaginé a "ella" a mi lado, de nuevo, a veces deseaba que todo fuera una pesadilla y que estuviéramos juntos de nuevo como una pareja.

Apreté a la mujer contra a mi y cuando escuché que respiraba tranquilamente supuse que estaba dormida, le quité la mano de la cintura y le di la espalda. Aunque quisiera salir adelante sabía que eso era casi imposible, lo intentaría, no podía estar toda la vida pensando en una mujer que nisiquiera confiaba en mis palabras y aunque entendía perfectamente que tenía un trauma con la relaciones serias, hasta yo habría dejado que me explicará. Porque la confianza crea una relación, sin confianza no hay amor, no hay nada.

Hoy cumplía siete meses de embarazo Lou, estaba duchándome para acompañarla a la ecografia, hace dos meses nos confirmaron que sería un niño, de seguro hubieran querido ver la cara de emoción de Luis cuando se enteró, fue épica.

Abandoné el baño y me vestí con una camisa azul y un pantalón, salí de la casa y subí a mi auto, conduje hasta la casa de Luis y me bajé de aquel dirigiéndome a tocar la puerta.

—Estoy lista —murmuró Lou saliendo de la casa y tomándome de la mano para empezar a caminar.

Eso es lo que más me gustaba de ella, siempre que llegaba estaba lista, no necesitaba esperar horas a que se arreglara porque es una mujer sencilla.

Entrelacé su mano con la mía y ella me sonrió. Siguió caminando junto a mí, un rato después vi a lo lejos el enorme cartel del "Cafe Inie's" si no estaba mal allí trabajaba mi ex hace años.

Y otra vez estás pensando en ella.

—¿Te imaginas que una nave espacial aterricé allí? —señaló un lugar cerca de una tienda.

—Sí, y que te rapten pensando que eres uno de ellos —bromee, la rubia golpeó mi hombro haciendome reír.

—Eres tonto, si se llevaran a alguien seria a ti, no a mi.

—¿Por ser sexy? —pregunté enarcando una ceja,  ella no pudo soportar la carcajada.

—Por hacer bromas pésimas —me golpeó con su dedo la frente, se veía tan graciosa cuando se empinaba. Reí una vez más.

Tal vez vivir sin ella no sería tan malo.

No sé porque sentí la sensación de que alguien me observababa, por un momento me perdí, mirando a varios lados como si buscara algo. Y lo encontré...

Mi mirada chocó con la de una chica castaña con reflejos rubios, me miró con una expresión seria, yo me quedé por un momento paralizado observándola, era ella, era Alanna. Por un momento quise pensar que era un espejismo, pero no lo era, ella estaba ahí, podía verla, sacudí mi cabeza rogando de nuevo que no lo fuera.

Solo que mi mente me jugaba mal, era eso, lo sabía.

—Hey —Lou me sacudió el brazo sacándome de mi trance.

—¿Qué? —pregunté perplejo al ver sus ojos color cafés.

—¿Estás bien? —preguntó.

—¿Yo?.

—No tonto yo —dijo con ironía —. Obvio que tú, estabas como en otro mundo.

—Si, tranquila, estoy genial. Solo que creí ver algo —hablé antes de seguir caminando.

Y en realidad hubiera deseado que solo fuera eso, mi imaginación.

—Ven aquí pedazo de imbécil —exclamé subiendo al ring, Miller me miró con una sonrisa torcida.

—Vamos Liam, sabes perfectamente que te romperé los huesos.

—Adelante, me debes una revancha.

—Fue una pelea de hace años, "cuñado" —contestó poniéndose los guantes.

—No me digas cuñado, me la debes idiota, me debes demasiado...

—Ya olvídalo, Liam.

—¿Miedo nena? —mascullé con burla.

—Quisieras.

—Antes era un principiante. Te aprovechaste de eso, hijo de perra.

—Observa, voy a callarle la boca a tu sobrino por segunda vez —dijo subiendo al ring, mi tío lo miró con una ceja enarcada.

—Miller, no subas ahí, te lo recomiendo. Liam no ha tenido buenos días —dijo mi tío, Miller sonrío con ironía.

—Ajá —susurró.

—Luego no te quejes, porque yo traté de advertirte —sonó el silbato y como siempre esperé a que él atacara primero.

—Vamos, pega el primer golpe —sugerí.

—No soy de empezar la lucha. Eso es para gays —contestó.

Hice un amague de pegar un golpe pero no lo hice, solo me hice a un lado.

—Fallaste —se burló —, mi turno.

Se vino hacia a mi intentando pegarme un golpe en las costillas pero logré esquivarlo, clavando mi rodilla en su abdomen, eso lo hizo inclinar sosteniendo la parte lastimada, no perdí el tiempo y mi puño impacto contra su mejilla haciendolo soltar un chillido de dolor, cayó de culo al suelo y yo sonreí.

—¿Este es el chico que casi me manda al cementerio?. Que gran decepción.

—Sal del ring, ganaste —masculló mi tío haciendo sonar el silbato.

La verdad no quería reventarle la cara, sabía lo importante que era ese tipo para Renata, maldito sea el día en el que lo conoció en el puto hospital.

Caminé fuera del ring y me quité los guantes, tenía que ir donde Luisa, su salud era lo que más me importaba en este momento.

—¿Qué no entiende?. La señorita es mi hermana, vengo a traerle unas cosas —murmuré a la recepcionista de tercera edad que atendía el mostrador del edificio.

—Espere un momento, tengo que avisar a la señorita que estás aquí.

Ella llamó y me quedé esperando un rato a que mi hermanita contestara.

—Hola señorita, tengo a su hermano acá abajo, ¿Lo dejó pasar?... Está bien señorita, se lo diré... Está insistiendo pero haré lo posible para que se vaya... Usted tranquila... siempre a su disposición.

Fruncí el ceño al escuchar la conversación, ella abrió la boca para decir algo pero no la deje ni decir una palabra, simplemente corrí hasta el ascensor para subir.

Pobrecita donde estuviera con Miller, yo mismo le partiría la cara a ese pedazo de inútil, mi hermana tenía un don para ser inteligente, pero si se trataba de Miller se volvía una completa idiota, desde que lo conoció no ha dejado de justificarlo, incluso la primera vez que se atrevió a ponerle una mano encima. Según ella, lo malinterpreto todo, solo me falta verlo golpeandola para terminar de convencerme.

—¡RENATA, ABRE YA LA MALDITA PUERTA! —toqué fuertemente la puerta, tanto que sentí mis nudillos arder.

Escuché un leve susurro desde adentro. Renata abrió la puerta de golpe acomodando su cabello despeinado. Al entrar divisé dos pocillos de café vacíos en la mesa.

—¿Dónde está? —pregunté, estaba ciego de la ira, Miller no podía volver a estar con mi hermana, no después de los múltiples ematomas que le proporciona.

—¿Quién? —preguntó mi hermanita fingiendo inocencia.

—¿Quién más? Pues Miller. ¿Dónde está ese maldito?. Ahora si voy a romperle la cara —dije enojado.

—Miller no está aquí, Liam —contestó mi hermana.

—Nunca me impides el paso y cuando lo haces es porque algo estás ocultando, la otra vez dijiste lo mismo "Miller no está aquí, solo que estaba ocupada" y mi guardaespaldas me comprobó que lo vieron salir luego.

—¿Desde cuando eres tan tóxico y sobreprotector? —se cruzó de brazos.

—Tú sabes, así que no preguntes.

—No sabes nada, superalo.

—No —hablé fuerte.

—Liam, vete ya —insistió Renata.

Me pasé buscando por todos lados.

—¿Está en el armario, verdad? —suspiré con burla, no podía creer que de los nervios no se hubieran puesto a pensar que era un lugar ridículo para esconderse.

—No tienes derecho a entrar así en mi apartamento, le diré a mamá —me amenazó, la miré mal antes de avanzar hacia el armario.

—Dile lo que quieras —puse mis manos en las manijas.

—Liam, no lo hagas —me advirtió —, no volveré a hablarte...

—Soy tu hermano mayor y tengo que cuidarte...

Abrí ambas puertas y mi mirada cayó arriba, buscando entre la ropa, por un momento sentí su mirada desde abajo, y no dudé en bajar mi mirada.

Mis ojos se encontraron con los suyos y retrocedí un poco impactado. Estaba allí, de verdad estaba allí, me pasé las manos por el cabello frustrado, mientras ella se levantaba saliendo de aquel.

—¿Qué demonios haces aquí? —fue lo primero que pregunté, ella no me respondió, solo mantuvo su mirada fija en la mía.

—Hola para ti también, Liam —habló aquella, al fin.

Moría de ganas de escuchar su voz...

Escuchar mi nombre con su voz siempre había sido lo mejor del mundo, sus labios moviéndose al susurrar mi nombre, feliz o al menos enfadada.

En un impulso la agarré de la mano y la saqué del apartamento dirigiéndonos al ascensor, no sé porque hice aquella cosa, solo sé que necesitaba salir de allí con ella.

Me metí en el ascensor con ella y nisiquiera se quejó, solamente soltó mi mano y se retiró unos pasos de mí, yo no dejaba de mirarla y hacerme la idea de que había vuelto, de que estaba allí parada junto a mí.

Y a pesar de que estábamos muy cerca, parecía que estabamos muy lejos.

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