Capítulo Ocho
LIAM
Salí rápidamente del baño y me vestí, ya era demasiado tarde, nisiquiera sabía porqué la alarma no me despertó, necesitaba comprar algunas cosas para esta noche, hoy iba a tener la oportunidad de aclarar las cosas con ella y quería que nuestra reconciliación fuera increíble, deseaba estar con ella más que con nadie, y tendría que esforzarme para recuperar su amor, yo fue el que dañé todo, ella estuvo para mí y aunque no recuerdo ni una mierda de aquel día se lo debo.
Salí del apartamento sonriente, y subí a mi auto encendiendo el motor.
¿Quién me entiende?. Quiero que se quede, quiero que se vaya. Dios, nisiquiera se que es lo que quiero. Lo único que se, es que comprobé que durante cinco años sigo pensando en esa mujer, esa chica tenía fuerza de voluntad a la hora de enamorar a un chico, solo había quedado embobado con ella con una sola mirada.
Estacioné el carro y bajé de él, dirigiéndome al supermercado, primero debía comprar lo de la cena, luego compraría las chucherías que tanto le gustaban a Ally.
¿Qué haría para cenar?.
Dios, vine a comprar lo de la cena sin saber que cenar, muy conveniente, Liam.
A esa enana le gusta la carne asada, bueno en realidad, le gusta todo lo que sea comida. Creo que lo que interesa no es que comamos, al final me la comeré a ella y ella a mí.
Demonios, estaba siendo demasiado convencido, pero la idea me emocionaba. De solo pensar a esa chica cabalgandome encima se me despertaba la verga. No podía negar que principalmente su belleza me había cautivado, la ligereza y sencillez con la que pide las cosas directamente me mata, esa mujer sería mi condena toda la vida, dudo que pueda olvidar algún día lo bien que se mueve y lo maravillosa que es, tanto en lo sexual como en lo social.
Alanna es todo es una sola palabra, es hermosa, sexy, la llama el peligro, es responsable, y muchas veces malcriada, pero aún así, amo cada parte de su ser, se me hace casi imposible no pensarla las 24/7.
Giré por un pasillo del supermercado agarrando un carrito de compras y doblé una esquina. Agarré lo que necesitaba para hacer unos burritos picantes. ¿Qué mejor que la comida mexicana?.
Ya estaba haciendo la fila para pagar todas las cosas, saqué mi tarjeta de crédito y sentí el celular vibrar en el bolsillo, lo saqué y puse una mueca cuando vi el nombre de Luisa en él. Descolgué la llamada y suspiré antes de hablar.
—Hola Lou, ¿Pasa algo? —pregunté poniendo las compras en la caja registradora.
—¿Puedes, venir a casa de Luis? —indagó respirando pesadamente.
—¿Estas llorando?.
—Solo ven... Te necesito...
—Luisa, la verdad, ahora no puedo.
—Por favor, necesito tu apoyo.
Su voz se escuchaba quebradiza, no podía dejarla a un lado, incluso si es para estar con Alanna, suspiré antes de responder.
—Dame media hora, es que necesito hacer una cosa antes de ir a tu casa.
—Esta bien, gracias —susurró.
Colgué la llamada y espere a que pasaran todos los productos por la caja, salí de allí apurado, había comprado unas cuantas decoraciones como el mantel para la mesa y no sabía porqué rayos compre velas. ¿Desde cuando me había vuelto tan cursi?.
Conduje hasta mi apartamento, subí por el ascensor y abrí la puerta apresurado, dejé lo de comer en la cocina y la decoración la puse lo más rápido que pude, cambie el cubierto del sofá, organicé la cama para que quedará impresionante.
Ya lo único que faltaba era la cena, y eso no sería molestia.
Salí de casa agarrando las llaves del coche, y me dirije a él para conducir de nuevo.
Paré en la casa de Luis y toqué levemente la puerta, no tuve tiempo de hablar, puesto que cuando Luisa abrió solo se concentró en abrazarme sollozando.
—No llores Lou, le hará daño al bebé —le acaricié el cabello, ella asintió separándose de mi —. ¿Qué sucedió? —pregunté.
Su mirada se levantó del suelo, y pude divisar un enorme morado en su mejilla, abrí la boca impactado.
—Demonios... —susurró —¿Qué mierda te pasó en la cara? —por su mirada lo capté en un momento, no me puedo creer que ese imbécil se haya atrevido a golpearla.
—Fue mi culpa —soltó limpiando sus mejillas rojas en un acto demasiado tierno.
—Nada justifica un golpe Lou —le aclaré.
—Es que ahora quiere hacerse responsable por el bebé —susurró en un tono tan bajo que apenas pude escucharle, me tensé por completo.
—¿Qué?.
—Le he dicho que no es suyo, que me acostaba contigo también y las cuentas indican que no es de él, eso lo enojó y me golpeó la mejilla. Es que no quiero que ese cobarde animal tenga alguna relación cercana con mi bebé cuando nazca, solo será violencia...
—¿Si sabes que iré a romperle la cara? —afirmé.
—Por favor no, Liam —suplicó pestañeando rápidamente. De alguna manera ese gesto me pareció adorable.
—Lou, no puedo dejar que te golpee, eres una chica, un verdadero hombre no golpea a una chica.
—Ya lo sé, pero la verdad no quiero más dramas, quédate conmigo hoy y será más que suficiente —inquirió y yo sonreí.
—Me quedaré esta noche en el apartamento, tengo cosas pendientes —dije, ella me miró en un gesto triste, pero al final asintió poco convencida.
Aún faltaban horas para ver a la mujer que pone mi mundo de cabeza, así que me quedé un rato con ella jugando dominó. No quería que pensara en los problemas que tanto daño le hacían.
—Eres una tramposa —me quejé, ella río pegándome con un dedo en la frente.
—Aprende a perder, nene.
—Yo nunca pierdo —mascullé sabiendo que era mentira.
—Pues conmigo tienes que aprender a hacerlo.
Bufé fingiendo estar enojado, Lou sonrió mientras agarraba mis cachetes entre sus dedos como lo hacía mamá.
—Qué tierno —exclamó —. Pareces un pequeño bebé gorila.
—Supongo que pudiste utilizar una mejor comparación.
—Tú sabes que esa está bien —se cruzó de brazos.
—Pensar que en unos meses nacerá —susurré poniendo mi mano en su abdomen poco abultado.
—Si —ella tomó mi mano por encima de la suya.
Me levanté de repente pero ella me impidió irme tomándome del borde de la camisa.
—Tengo sueño. ¿Crees que podrías quedarte hasta que me duerma? Últimamente tengo pesadillas... —preguntó poniendo ojos de cordero y asentí.
Aún faltaban tres horas para las siete, así que opté por ir a la habitación de ella y ayudarle a dormír, por un momento pensé que ya se había dormido, pero seguía despierta, más sin embargo yo si empecé a sentir mis párpados cansados.
Ella se giró hacia mí y me dió un beso en la frente para después susurrar algo que no entendí muy bien, la observé cerrar los ojos, imagen que hizo que me durmiera y no supiera más de mí.
Abrí los ojos incorporandome en la cama, miré a mi lado y no noté a nadie en él, mi celular yacía en la mesa a mi derecha, lo tomé entré mis manos mirando la hora.
7:48 p.m.
Diablos, Había dormido el resto del día.
Me puse rápido los zapatos, dudo que los haya amarrado bien, ya teniendo el celular en las manos me lo metí al bolsillo, salí de la alcoba, a pasos apresurados, vi a Luisa en la cocina, haciendo no sé qué.
—¿Te vas? —preguntó.
—¿Por qué no me despertaste?. Demonios, sabías que tenía que irme.
Salí de aquella casa sin siquiera despedirme, me subí a mi carro y conduje de regreso al apartamento.
Espero que Ally llegue tarde como siempre.
Ya al frente del edificio, paré el auto en el parqueadero. Corrí hasta la puerta principal, luego caminé hasta el ascensor, estaba cerrado por lo que supuse que estaba bajando.
Se abrió aquel de par en par, su figura me quemó los ojos, vestía un vestido negro, que llegaba a mitad de su muslo, su cabello venía suelto dejando caer flequillo en la parte delantera, fijé mis ojos en su cara, su maquillaje se notaba muy profesional, hasta hubiese querido follarmela en ese momento, si no fuera porque me miró mal, allí fue donde noté que su rimel estaba corrido.
Salió de aquel ascensor sin decir ninguna palabra, he iba a pasar a mi lado pero logré impedirselo tomando su brazo.
—Sueltame —amenazó bruscamente.
—Vamos arriba Ally, no seas así.
Noté como sus ojos se ponían llorosos, cosa que hizo qué mi corazón se estrujara, si se ponía a llorar probablemente yo también lo haría.
—¿Para eso querías que viniera? ¿Para ser un idiota y dejarme casi plantada? Llevo esperando casi una puta hora...
—Perdoname, perdoname. En realidad no estuve al pendiente de la hora —noté como apretaba los labios.
—Esa siempre será la diferencia entre tú y yo —se zafó de mí agarre —. Que a mí realmente me interesa, a ti no.
Se iba a ir...
No, no, no. No podía irse, no así, no de nuevo...
—Déjame compensarlo —inquirí tomando su hombro.
No la dejé reclamar, bajé mi mano por su brazo arrastrandola al ascensor, en mi defensa, no se apartó de mi. Ya en él se soltó de mi agarre y no dijo nada solo se cruzó de brazos.
Sentí que una corriente eléctrica recorría mi espina dorsal, estaba enojada conmigo y lo entendía, pues había llegado tarde.
El ascensor se abrió y ella salió de él sin esperarme, por alguna razón cínica me excitaba verla caminar así de rápido.
Y así de rápido cabalgaba mi polla.
Liam, céntrate.
Me encantaba como sus muslos se movían, y no tenía los senos exactamente grandes, pero si lo suficiente como para que se movieran a medida que caminaba.
Abrí la puerta del apartamento y ella se apresuró a entrar y sentarse en uno de los sofás.
—Siéntete cómoda —murmuré y caminé hasta la cocina a paso ligero, me puse el delantal para empezar a cocinar.
Saqué las cosas de la bolsa y noté su mirada en mi espalda, me giré hacia ella y se hizo la disimulada mirando el piso. Sonreí y agarré una de las copas de la cocina y el vino que estaba en la mesa, le serví.
—Toma —le ofrecí la mano con la copa en ella y frunció el ceño antes de sonreirme.
—¿Piensas emborracharme para luego violarme? —bromeó un poco más calmada.
—No sería mala idea —levanté una ceja y le dediqué una sonrisa torcida, ella me recibió la copa y tomó un sorbo de ella, yo me dirigí a la cocina de nuevo.
Mezclé los ingredientes en un tazón para llevarlos a la sartén con un poco de aceite de oliva, preparé la parrilla pequeña para asar la carne y la corté en trozos cuando ya estuvo bien, calenté las tortillas y puse dos en cada plato, corté unos aguacates y los puse en la licuadora con tomate, cebolla, cilantro, ají y aceite, cuando terminé de hacerlo puse un poco en dos frascos pequeños, freí unas papas, a Ally le encantaban las papas fritas.
—Debí traer mi cámara —murmuró ella a mis espaldas, cosa que me hizo reír.
—Si fueras mi mujer, te cocinaría todos los días —
—Eso es estafa, ya lo fuí una vez y no me cocinabas todos los días —y podrías volver a ser mi mujer con solo chasquear tus dedos.
—Antes no sabía cocinar —me encogí de hombros y ella río.
Su risa es como la de una niña, dulce y hermosa, aunque es lo único que tiene de niña, por que su cuerpo es la gloria que incita a que lo toque y manosee a mi gusto.
—Gracias por la oferta pero así estoy bien —observé como tomó otro sorbo de su copa.
Llevé los platos a la mesa, acomodando todo bien para invitarla a sentarse.
—¿Desde cuando eres tan organizado? —preguntó fruciendo el ceño encogiendome de hombros.
Desde que te invité a mi casa.
—Desde que mi mujer se fue a otro país porque decidió no escuchar mis explicaciones —lancé la primera indirecta, aquella me miró a los ojos antes de llevar la copa a su boca de nuevo—. ¿Me esperas?, iré a ducharme, si quieres puedes empezar a comer.
—No importa, igual está caliente, me quemaré la lengua —Tú te ves caliente y aún así te comería.
—Ok, espérame un momento —comenté.
Me dirigí al baño y me quité la ropa rápidamente, dejé que el agua me cubriera el cuerpo, me bañé lo más rápido que pude, sinceramente tenía demasiadas ganas de estar bien con ella, así no hiciéramos el amor, en realidad eso era lo mínimo, solo quería acostarme con ella en la cama y abrazarla, dormir así, tranquilo.
Salí del baño empezando a vestirme, busqué mi camisa debajo de la cama.
¿Que rayos hacía debajo de la cama?.
Me pasé las manos por el cabello un poco frustrado y organicé la camisa para empezar a ponermela, desvíe mi mirada hacia el marco de la puerta y observé a Ally sonriendo divertida con sus brazos cruzados.
—¿Te hace mucha gracia? —pregunté poniéndome la camisa, ella asintió con la cabeza.
Empecé a abrocharme los primeros botones, ella se acercó a mi, se mordió los labios, debo admitir que eso hizo que se me hinchara la verga.
—Déjame ayudarte —usurró poniendo sus manos en mi abdomen acariciando levemente la piel desnuda de mi pecho.
—Ally... Creo que ya estas borracha —comenté.
—No, no lo estoy —aclaró con claridad, no la veía borracha, pero si le había hecho algo de efecto el vino.
Subió sus manos desabrochando el botón que había abrochado segundos antes, me acarició todo el abdomen, marcando mis bíceps con sus hermosos dedos, le habían crecido las uñas.
—Si sigues haciendo eso no voy a parar ni aunque me lo ruegues —cerré mis ojos suspirando.
—¿Cuando dije que quiero parar? —se puso de puntillas —. Te deseo, Liam Coulds —susurró contra mis labios y no pude más, les juro que intenté contenerme.
La tomé de la cintura y la tiré en la cama bruscamente, me posicioné sobre ella, besando sus labios sin parar, tiré de ellos como si nunca los hubiese besado, era una sensación única, sus labios siempre han sido el detonante para desearla más de lo que lo hacía ahora.
Dió un giro quedando de piernas abiertas encima de mí, puso sus manos en mi cinturón empezando a desabrocharlo ansiosa.
Llevé mis manos a su espalda, bajando el cierre de su vestido, me detuve a la mitad cuando noté que se había atascado, no tuve de otra alternativa que romperlo, estaba demasiado ansioso, no tenía la paciencia para bajar el cierre con cuidado.
Dios mio, la tendré de nuevo para mi.
El calor que emanaba su sexo encima de mí no me dejaba pensar y le quité el resto del vestido como pude.
—Las compré para ti —susurró acercándose a mi oreja, mordiendo el lóbulo de aquella.
La lencería de encaje que llevaba sería mi perdición, el color rojo que resaltaba tanto con su piel me prendía más de lo que debería.
Ella se inclinó para besarme y tiró de mi labios con brusquedad, robandome un gruñido. Sentí mi pantalón vibrar y paré un momento para sacar mi celular de allí y tirarlo a cualquier lugar del suelo.
—¿No vas a contestar? —susurró, tiró de mi pantalón hacia abajo y yo suspiré.
—¿Y parar esto? Ni loco —contesté como pude cuando acarició mis bóxer.
—Así me gusta —se levantó para poder pasar mis pantalones por mis pies, hizo lo mismo con los bóxer dejando a su vista mi enorme erección.
—Espero que estés dispuesta a bajar eso.
—Estoy más que dispuesta —observé como le daba un lenguetazo a mi ingle hinchada mientras me miraba a los ojos.
—Demonios —jadee.
Se metió mi verga a la boca y empezó a mover sus labios de arriba a abajo, sostuve su cabello para que no le estorbara.
Me miraba desde abajo con esos ojos que me volvían loco, y tenerla así, tan deliciosa, comiéndose mi polla hacía que deseara estar toda la vida con esta mujer. Es que era perfecta en todos los sentidos, dudo que haya alguna como ella, tan mala, hermosa y melandrosa.
Sacó mi pene de su boca y empezó a masturbarme con su mano escupiendo encima de él. Demonios era el paraíso mismo.
No aguanté más y me tiré encima de ella sacando sus bragas por sus hermosas piernas. Quité la pieza de arriba de su lencería, dejando a la vista sus tetas y le besé ambos pezones, subí a su cara para darle un beso.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunté al ver su sonrisa.
—Que estés tan ansioso por follarme —susurró rodeandome el cuello con sus brazos.
Entrelacé mis manos con las suyas y las llevé encima de nuestras cabezas.
—Voy a follarte tan fuerte que no puedas ni levantarte de la cama y luego no te hará tanta gracia —suspiré pesadamente y me introduje de un movimiento suave en ella, su coño me apretaba demasiado la polla, dándome entender que hacía tiempo que no tenía sexo.
—Liam... —murmuró echando su cabeza hacia atrás.
—Dios Ally... ¿Hace cuanto que no tienes relaciones? —solté en un jadeo y ella solo negó con la cabeza sosteniendo mi cuello para atraerme a sus labios.
¿No había tenido relaciones desde que se fue?.
Eso era casi imposible, ella es hermosa y pudo haber tenido al hombre que quisiera a sus pies. Pero sus ojos y todo su cuerpo me gritaba que era mía, que sólo me quería a mí, y aunque tal vez me estuviese equivocando, me gustaba hacerme la idea de que nadie la había tocado, de que sería el primero después de mucho tiempo.
Ella levantó su pelvis hacía mí, clamando para que acelerará mis movimientos, no quería hacerle daño, quería que cuando follara conmigo siempre fuera hermoso y placentero, no que le diera dolor, aunque estoy más que seguro que le encantaría ese tipo de dolor.
—¿Segura? —pregunté.
—Quiero que me la metas toda —exclamó.
Me incliné un poco más, su coño apretado se abrió paso para recibir toda mi verga, frunció el ceño respirando pesadamente, sabía que le estaba doliendo, pero si ella me lo pedía no podía negarme.
Paré por un momento, esperando a que tomara aire para poder proseguir.
—Solo un poco más —susurré sintiendo sus dedos clavandose en mi espalda.
—¿Más?. Demonios, ¿cuanto te mide esa cosa? —murmuró con una sonrisa.
—24.3 centímetros.
—¿Enserio te la mediste?.
—Si —susurré besándola.
Empujé todo lo que tenía dentro de ella, soltó un chillido más sin embargo abrió más las piernas para que me empezará a mover, empecé a salir y a entrar apretando fuerte sus muslos, la fricción era increíblemente deliciosa. Me llevé uno de sus senos a la boca y el otro lo apreté en mi mano, aceleré mis movimientos, sus gemidos eran como melodía para mis oídos, sus jadeos y quejidos, una maravilla.
—Dios.... ¡Quiero más!.
Ella giró sobre mi cuerpo, quedando de nuevo sobre mí, se quejó cuando lo sintió todo dentro de ella, en esta posición podía sentirlo por completo. Agarró sus manos entre las mías y empezó a moverse. No sé cuánto tiempo duró cabalgandome encima, sólo sé que me encantaba, la manera en la que se movía y controlaba mis movimientos era impresionante.
Le pegué dos palmadas en los muslos, luego le apreté el culo, a lo que ella respondió con un gemido que me prendió más. Empecé a moverme más rápido, entrando, saliendo, entrando, saliendo. Su aliento se mezclaba con el mío cada vez que se inclinaba para besarme.
—¿Te gusta? —susurré.
—¡Si! —exclamó sin dejar de verme a los ojos.
—Déjalo salir todo —la besé.
Sentí que sus paredes se apretaban, supe que estaba por venirse, mi verga también estaba por explotar, así que opté por dejarlo salir todo, ella también se vino dentro de mi, mezclando mis fluidos con los de ella.
Se tumbó cansada en mi pecho, aún con mi polla adentró, una fina capa de sudor era lo único que nos rodeaba, levantó su cabeza un poco, besando mis labios dulcemente.
Pusó su mejilla en mi pecho, enredó mis piernas desnudas con las suyas. Quiero quedarme así por siempre.
Dirigí mi mano para sostener la de ella, jugó con mis dedos entrelazandolos con los suyos de vez en cuando. Los dos nos quedamos en silencio.
Desde la primera vez que la vi mi expresión fue "Quiero casarme con esa mujer". Todo en ella me llamaba, desde su forma de follar, hasta su forma de mirarme, de caminar, de hablar, de ser ella.
Aún seguía encantandome todo, no había, no existía algo que no me llamara la atención, hasta su mal humor me encantaba.
—Tengo que ir al baño —dijo levantándose de la cama. Le observé el culo cuando se dirigió al baño.
Pasaron unos minutos en los que levanté mi celular del suelo. Me levanté dirigiéndome a la cocina, tomé los burritos y los metí en el microondas, ya debían estar fríos. Ya al servirlos de nuevo, me dirigí a la habitación con una botella de champán, dejé todo en la mesa.
—¿Alanna? —toqué la puerta del baño —. ¿Sigues teniendo hambre, linda?.
—Si, ya salgo —dijo.
Me acosté en la cama esperándola, cuando salió se tiró en la cama conmigo y dejó que le diera la comida en la boca, luego de comer, dormimos unas horas.
Abrí los ojos cuando ella se levantó, por un momento pensé que va a vestirse para irse y dejarme como juguete utilizado, pero presionó sus manos en la pared, abriendose de piernas y pasando su mano por su clítoris, sonreí levantándome de la cama.
—Quiero que me folles en todas las posiciones, hasta que ya no te salga ni un poco de semen —afirmó, yo puse mi polla en su vagina.
—Entonces prepárate.
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