Capítulo Nueve
ALANNA
Caí en la cama rendida.
Cuando dijo que me iba a dejar sin caminar, hablaba enserio. Estaba pensando como me iba a ir a la maldita casa, Liam y yo estuvimos juntos muchas veces, más sin embargo nunca me dejó recibir toda su verga, solía decir cosas como: "Te puedo lastimar". "No quiero que te duela cuando lo hagamos".
Siempre había sido muy cuidadoso con ello, cosa que hacía que lo amara cada vez más, respiré pesadamente encima de su pecho, dirigió sus manos
a mi cabello acariciandolo suavemente.
—¿Ya es de día? —pregunté, él asintió.
—Van a ser las seis —murmuró, nos habíamos quedado cogiendo lo más que pudimos.
—Me iré a duchar, ¿Vienes? —susurré eso último dándole un beso antes de levantarme.
También se levantó de la cama siguiéndome el paso.
Me metí a la tina y la llené conmigo dentro, él agarró un jabón y lo virtió en ella haciendo que saliera espuma. Luego se metió conmigo.
—Lávame la espalda —mascullé, claro que aceptó mis demandas y puso sus manos en ella, estregando con la esponja de lavar el cuerpo.
—Quisiera que fuera así siempre. Solo tú y yo, como solía ser —susurró, mi cuerpo no tardó en tensarse.
—Te estoy dando la oportunidad de explicarme, solo elige tus palabras —giré mi cabeza para mirarlo por encima del hombro.
—No recuerdo nada de ese día, no se como terminé follando con ella...
Las imágenes me llegaron de imprevisto a la mente. No podía perdonarlo, no podía hacerlo.
—Ya, déjalo así —lo corté a mitad de la frase, sinceramente no quería escuchar excusas baratas, siempre era lo mismo con los hombres.
—¿Nunca me vas a creer, verdad? —preguntó, eso casi hizo que se me terminará de romper el corazón. Él con la hoz rota...
Aunque es tannn sexy.
Cheryl, por el Dios de las bragas. No es momento de pensar en eso.
—No se trata de eso —mascullé empezando a molestarme —, así son las cosas ahora, Liam.
Salí de la tina, me terminé de bañar en la ducha y luego salí a vestirme.
Él me siguió, busco una camisa en su armario y me la tendió, yo la recibí y me puse solo mis bragas debajo, sentí sus ojos sobre mí todo el tiempo más sin embargo sabía que no estaba pensando nada malo, habíamos estado follando por más de nueve horas, era casi imposible que pensara en follarme de nuevo.
—Pediré algo para desayunar —indicó agarrando su celular del suelo. Yo me dirigí a la sala escuchando sus pasos detrás de mí, a continuación me senté en uno de los sofás, él se dirigió a la cocina.
—Anoche no terminaste de comer —comenté observando como limpiaba todo.
—Contigo tuve suficiente —respondió, asentí con la cabeza baja mientras sonreía.
¡Me estaba sonrojando!.
Me miró mientras hablaba al servicio de comida, mientras yo ayudaba a organizar un poco todo el desorden que habíamos hecho en la noche, no había un lugar en el apartamento donde no me haya puesto para follarme. Desde la sala hasta la habitación, y la cocina...
Habia estado tan bueno...
—Pedí una pizza. Si ahora eres una chica gourmet y tengo que pedirte un platillo especial puedes decírmelo —enunció detrás de mí, pasándome las manos por el abdomen y poniendo su cara en mi hombro.
—Que vista con ropa de marca no significa que sea una de esas chicas gourmet.
—Yo solo decía, haz cambiado...
—Creo que eso es parte del vivir.
—Ya no eres una niña.
—Ni tú tampoco.
Me levanté.
—Sabes que puedes quedarte cuando quieras —habló antes de sentarse frente a mí, me tomó de ambos muslos y empezó a acariciarlos entre sus manos haciendo que se me erizara la piel.
—No confundas las cosas Liam —aclaré mirandolo a los ojos, paró de acariciar mis muslos.
—¿Como así que no confunda las cosas? —preguntó.
—No creas que porque vine a que me follaras volveré contigo, una cosa es follar, otra es amar y estar en una relación. Lo de anoche fue lindo, pero hasta ahí...
Me miró con una expresión confusa, yo también me habría odiado en ese momento... Pero lo que no sabía era lo mucho que me dolía decirle eso.
—Lo sé pero pues pensé que...
—No tendremos una relación, ni ahora, ni nunca. Yo volveré a España y haremos de cuenta que no pasó nada de esto, solo vine a cerrar el vínculo, un último polvo.
Como si quisiera cerrarlo.
—Ally... —miré hacia otro lado cuando quiso tomar mis mejillas con sus manos, suspiró sentándose a mi lado.
Estuve un rato sentada allí con él, queriendo decirle que lo quería, que quería volver. Pero no, cada que quería arreglarnos recordaba lo mucho que había sufrido por su culpa, no podía olvidar todo de un día para otro y menos que me fue infiel con la única persona que creía que ya no sentía nada.
Quería irme, podía rechazar hasta una buena pizza, pero las ganas de que él me dijera que nada de lo que pasó ese día fue verdad eran más grandes.
Rato después sonó el timbre, lo observé hacer un ademán de levantarse.
—Yo abro, debe ser la pizza —hablé, aquel asintió pensativo y volvió a sentarse.
Me dirigí a pasos lentos hacía la puerta, hasta aquella estaba del mismo color, no había cambiado nada del apartamento desde que me fui. Tomé el picaporte de la puerta con la intención de abrirla.
Sonó el timbre otras dos veces.
—Ya voy —dije antes de abrirla por completo.
Y como desee no haberlo hecho.
Una chica rubia de aspecto dulce esperaba tras ella, la reparé de arriba a abajo intentando levantar una ceja, ella hizo lo mismo conmigo, si no fuera porque noté su enorme tripa no la hubiese reconocido.
La chica que iba del brazo de Liam aquel día.
Tenía rasgos muy bonitos en su cara, con unas cuantas pecas le decoraban alrededor la nariz.
—¿Buenos días? —indagué. Observé el sofá del que me había levantado hace unos minutos y desee que Liam no estuviera allí, cosa que se cumplió.
—¿Está Liam? —proclamó con un tono que no me gustó nada, estuve a punto de cerrarle la puerta en la cara.
—Se está bañando —mentí —¿Para qué?.
—Necesito a Liam, no a ti. Por lo tanto, lo que le tenga que decir a él, no te interesa —enunció.
¿La niña tenía carácter fuerte, eh?.
—Para empezar baja tu tonito, que si no te educaron en tu casa si quieres te educo yo, que nisiquiera sé quién eres y ya me estás hablando como si fueras mi mamá —exclamé apoyándome en el marco de la puerta mirándola con superioridad.
—Luisa, ese es mi nombre. Soy la madre del bebé de Liam —confesó, yo seguía con una sonrisa sínica en la cara.
—¿Ah si? Porque para ser la madre de su bebé nunca te nombró, ni antes, ni después de que hiciéramos lo que hicimos —mascullé con tono de burla.
No tiene la culpa de enamorarse del mismo hombre que tú, ponte en sus zapatos.
Si supieras lo difícil que es cuando estoy enojada Cheryl.
—No suele hablar de mí con vagabundas —abrí la boca Indignada. ¿Quién se cree?.
—Y al parecer con nadie —respondí.
—¡Tengo hambre, Ally! —escuché el eco de la voz de Liam en el interior del apartamento.
Desvíe mi mirada hacia él por un segundo, ella lo aprovechó para pasarse debajo de mi brazo.
—¿Luisa? —dijo frunciendo el ceño.
—Si, Luisa —sostuvo enojada.
—¿Sucede algo? —preguntó Liam sentándose en el sofá, ella prosiguió a sentarse a su lado, yo cerré la puerta quedándome parada en frente de ellos.
—Ayer tuve contracciones, te llamé un millón de veces y no me contestaste —chilló poniendo su palma en la mano de Liam.
No la odies sin conocerla Alanna, los tiempos de adolescencia ya pasaron, calma.
—Estaba un poco ocupado —su mirada se dirigió a la mía con una sonrisa coqueta, sonreí.
—¿Follando con esa rame...
—¿Con esa qué?. Luisa, yo te aprecio mucho, pero no vas a venir a tratarla mal cuando nisiquiera la conoces —amenazó.
—Bien. ¿Y cómo se llama la vieja mojigata? —preguntó mirándome a mí, le sonreí como si de un ángel se tratara, Liam se pasó las manos por el cabello frustrado.
—Alanna Juliens —contesté con voz firme. Noté que abrió los ojos más de lo que debería, casi me dió miedo.
—¿La que estaba muerta? —frunció el ceño mirando a Liam, su pregunta también hizo que frunciera el ceño.
—¿Muerta? —pregunté —¿Enserio te inventaste eso para convencerte de que me superaste?.
—Lo siento —dijo con desdén.
—Ya, ya entiendo —murmuró la tal Luisa —¿Así que estas con ella?, ¿Estás abandonando a nuestro hijo por una mujer? No pensé que fueras así... —noté qué se le llenaban los ojos de lágrimas.
En ese momento es donde lo noté, le estaba haciendo a ella lo mismo que me hizo a mí, la había engañado y ella estaba esperando un bebé suyo. Era el sufrimiento de una mujer que no tenía la culpa de haberse enamorado.
—Por Dios Lou, no llores, le hará daño al bebé —mi ex pasó las manos por su espalda atrayendola a su pecho para abrazarla, eso hizo que se me aguaran los ojos.
Era Injusto, completamente injusto. Y el día que me rompió ese día hace 5 años en su gran mansión de oro, no hizo absolutamente nada, ni dijo nada para que yo me sintiera mejor, no trató de consolarme o decirme que no llorara ni nada de esas cosas y yo simplemente me rompí frente a sus ojos y él no sintió nada por eso.
Hasta aquí llegué.
Caminé hasta la habitación sintiendo su mirada en mi espalda, más sin embargo no preste atención a aquello, agarré mi ropa que se situaba encima del armario y me puse mi vestido rápidamente.
Terminé de subir el cierre de aquel, agarré mi bolso de encima de la cama y salí a la sala de nuevo, él estaba hablando algo susurrando y ella también, pasé por su lado sin rechistar.
Justo en ese momento sonó el timbre, él se levantó para abrir y yo me apresuré a salir.
—Su orden de pizza —murmuró el tipo que yacía en la puerta. Liam recibió la pizza, yo me hice la disimulada pasando por debajo de su brazo pero me tomó por uno de los míos.
—¿Ya te vas? —preguntó.
El tipo de la pizza se quedó parado frente a nosotros observando sin decir nada...
Chimoso.
—No —alargué la o para que sonará sarcástico —, me quedaré a desayunar y seremos una familia feliz.
—Vamos Alanna, no me vayas a hacer un show de celos también —abrí la boca indignada.
—No es un show de celos, simplemente me incomoda. ¿De verdad piensas que me voy a quedar aquí después de que follamos tomando el café con tu nueva pareja? —me safé de su agarré y él me tomó de nuevo.
—Alanna, te juro que no tengo nada con ella —habló.
—Ajá —enfaticé mirando al repartidor de pizza que seguía mirándonos.
—Vamos adentro y te explicaré —habló y luego dirigió su mirada al tipo —¿Tú también quieres entrar? Ya que te veo muy cómodo escuchando conversaciones ajenas...
—L-Lo siento, yo ya me iba, es solo que usted no me ha pagado señor.
—Toma —le tendió el dinero, él tipo nos echó una ojeada antes de perderse en el pasillo.
—Déjala que se vaya Liam —masculló Luisa detrás de él sosteniendo su hombro.
—¿Puedes callarte?. Tu voz chillona me lastima los tímpanos —expresé. Liam en ningún momento soltaba mi brazo —. Liam sueltame, ahora —observé mi brazo.
—Lo siento, ¿Te duele? —preguntó soltandome del brazo y sosteniendome esta vez por la cintura.
—No —afirmé.
—Déjala ir, Liam, solo vino a utilizarte, es claro que ya quiere irse, ya obtuvo lo que quiso —aseguró Luisa detrás de él.
—Como si supieras algo de mí —rodé los ojos.
—Como si no supiera como eres con tan solo ver tu ropa...
Me miré a sí misma, no iba mal vestida.
—Liam lo único quiero es irme lejos de esta loca —murmuré señalando la chica que tiraba del brazo de Liam para separarlo de mi.
—Loca tú, que vienes a quitarme al padre de mi hijo.
—Lo que tú digas chica —recriminé quitando las manos de Liam de mi abdomen.
—Solo estás celosa por que va a ser padre por primera vez y es de mi bebé —murmuró cruzando sus brazos sobre su barriga.
—¿Celosa yo?, claramente pude tener a Liam, y aún puedo tenerlo las veces que quiera. —solté sin pensar, Liam levantó una ceja divertido —, ni te atrevas a negarlo —levantó las manos en señal de rendición.
—Pero está conmigo y no contigo —susurró. Hubiera dado todo para no sentirme mal en ese momento pero lo hice.
—¿Si te quiere tanto por que te engañó conmigo?. No he durado aquí ni un mes y cuando me ha visto me ha llamado —me defendí.
—¿Por que eres una zorra?.
—Ninguna zorra. No me gusta que se traten así —se metió Liam señalandola.
—¿Ahora qué?, ¿Me vas a pegar así como lo hizo mi ex? —preguntó levantando sus manos.
—Sería incapaz de levantarle la mano a una mujer, pero cuidado con lo que dices, que creo que Alanna no se resistiría.
Tenía razón en realidad. Si no estuviera preñada ya le habría arrancado el pelo.
—¡Soy la mamá de tu hijo! —chilló, reí levemente. Ridícula.
—Lo sé Luisa y estoy orgulloso de serlo, pero no tienes derecho a tratarla así —se me aguaron de nuevo los ojos.
—Ya me voy —afirmé empezando a caminar, sentí las lágrimas bajar por mis mejillas, no quería mirar atrás. Dolía demasiado,
No debiste haber venido...
Estoy de acuerdo contigo, Cheryl.
—¡Eso largate! Aunque eso no va a cambiar lo cualquiera que eres —gritó ella detrás de mí, lastima no podía agarrarla del cabello y ponerla a tragar tierra como a Sophie.
—¡Ally! —escuché sus pasos detrás de mí, toqué el botón del ascensor lo más rápido que pude, Liam me giró del brazo mirandome los ojos, se quedó perplejo cuando observó que estaba llorando —¿Por qué lloras?.
—No es nada.
—¿Estas celosa? Yo en verdad pensaba que ya habías dado por terminado tus sentimientos —inquirió con una mezcla de emoción y tristeza.
—¡No es de ella! —chillé —Nisiquiera está a mi altura.
—¿Entonces?.
—No es nada, sueltame —él asintió soltando mi brazo, Luisa por fin llego a su lado, se le hacía difícil caminar con la enorme panza.
—Adiós, besito nena —murmuró agitando su mano.
—Les deseo suerte en su linda relación —me burlé.
—No tenemos una relación —negó Liam con la cabeza.
—Se nota tanto —ironicé montandome en el ascensor.
—Cuando te vayas a dormir recuerda esto —Luisa se acercó...
—Iugh, aléjate, que no se me pegue la poca clase que tienes —hablé yo, la menos clasista.
—Así y todo con poco clase, seré la primera en parir un hijo de Liam —me reprochó y yo no pude más.
—¡PUES QUE TE ENTERES, YO YA LE PARÍ DOS, ESTÚPIDA! —Le saqué el dedo de la mitad como toda persona madura y presioné el botón de bajar a la primera planta.
¡LO HABÍA HECHO!.
Quedé con la imagen de la cara de Liam asombrado, que exquisita sensación. La verdad se sentía muy bien decirlo, se sentía bien decirle la verdad así él no se la creyera, porque era lo más probable, que pensara que había dicho eso solo para joder a su novia, igual mañana en la mañana me iría y ni él ni ella tendrían que verme la cara nunca más.
Sonreí saliendo del ascensor, y me fui al carro dando brinquitos, ignoré el dolor que emanaba mi vagina y entré al auto.
Encendí el motor y empecé a manejar, aún no captaba que haya dicho aquello, tenía que llamar a mis hijos más tarde, me miré en el espejo del retrovisor, me puse mis gafas de sol que se encontraban en el asiento de al lado sintiéndome una diva.
Me encantó la cara de Luisa cuando dije eso. No tenía precio.
Fue tipo: ¿Podrías repetirme?.
Sonreí una vez más parando en un semáforo, por alguna razón me sentía feliz de decir aquello, supongo que es porque odio las mentiras, o tal vez porque espero que Liam la dejé a ella por mí, más sin embargo presiento que eso no va a suceder.
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