Capítulo Cinco

ANTES DE EMPEZAR

Los siguientes dos capítulos del libro serán
narrados por Liam; para ver un poco
de su vida en la ausencia de nuestra Ally.
Espero que les guste.

Maratón 1/2


***

LIAM

5 años antes

Me levanté de la cama y me dirigí al baño, ya había pasado un maldito mes desde que se había ido, y si soy sincero, siento como si hubieran arrancado un pedazo de mi vida. Me hacía falta todo de ella, sus caricias, su mal humor, sus quejas. No había pasado más pensando en que la cagué como nunca nadie la había cagado.

Me miré en el espejo, me veía horrible, nisiquiera me había molestado en cortarme la barba o el cabello, tampoco me hubiera duchado si tolerara el olor.

Tenía unas ojeras de días, pues no había podido conciliar el sueño, me cepillé los dientes y me dí una ducha larga para quitarme el olor a licor. Las ganas de vomitar empezaron a aparecer y me acerqué a botar todo en el baño.

Maldita resaca.

Me cepillé por segunda vez y salí en toalla buscando ropa entre todo el desorden que tenía en el estúpido apartamento.

Si tan solo no hubiese querido ayudar a la idiota de Sophie. Alanna cambió de número, su familia no me decía nada sobre ella y para terminar mi hermana la cubría. Incluso después de explicarle la situación, obviamente no me creyó.

Empezó a sonar mi celular, dando a la imagen el nombre de "Madre" en la pantalla, lo descolgué colocándolo en mi oreja.

—Hola mamá —murmuré esperando a que contestara.

—Liam, tu papá y yo hablamos y lo mejor es que vuelvas a casa. Estas destruyendote.

—Mamá, por milésima vez, yo sé lo que es bueno para mí y que no.

—Liam, estás comportándote como antes —respondió con cierta tristeza.

—Hay mamá, no empieces —reclamé cansado. Frotandome la sien.

—Si empiezo, estás siendo un inmaduro.

—Inmadura tú que no quieres aceptar que tu hijo hace lo que quiere por que ya es mayor de edad.

—Pues podrás ser muy mayor de edad, pero me vale, no dejaré que vuelvas a meterte en esas peleas, sabes que no es bueno, nisiquiera sé si eso es legal.

—Y dale con lo mismo —dije con poca paciencia
—¿No te cansas de reprochar siempre la misma mierda?. Súperalo, eran tiempos de adolescentes, ahora es diferente.

—Por Dios, Liam. Soy tu madre, solo quiero lo mejor para ti —masculló.

—Luego hablamos, saldré.

—¿Dónde vas?.

—A respirar un poco por ahí.

—Liam, por favor, no quiero volver a los tiempos en los que no sabíamos en que momento ibas a morir.

—¿Por qué eres tan dramática?, Solo iré a respirar, luego te llamo.

—Está bien —contestó.

—Adiós.

—Te amo, hijo.

—Yo a ti mamá —colgué la llamada y terminé de vestirme.

Salí del apartamento y subí a mi coche, conduje hasta la casa de Luis. Bajé del carro y trotando me apresuré a tocar su puerta.

Luis había sido mi mejor amigo desde siempre, y a pesar de que me dijo el mucho daño que me haría esa mujer, no había evitado contarle todo el rollo con Alanna y lo mucho que me había enamorado de ella para estar así.

—¿Puedes dejar de tomar? —preguntó abriéndome la puerta para que entrara.

—¿Así de mucho huelo? —él me sonrío.

—Ya sabes que si.

—Luis, quiero pegarle a alguien —solté, él puso cara de horror.

—No me ofrezco como tributo —masculló levantando la manos en señal de rendición.

—Quiero volver a golpear, ya sabes, a ese box al que íbamos —murmuré, él cambió su semblante a uno más serio.

—Liam, sabes que eso no. Sabes que te apoyo en todo pero esa fase ya pasó, recuerda todo lo que pasamos en ese entonces. Lo mucho que tus padres se preocupaban y lo de las costillas, no creo que sea lo mejor...

—Me relaja pelear, me quitaría mucho estrés.

—¿Y si vuelves a tener un riesgo de muerte?, vete a la mierda, en eso no te ayudaré.

—Por favor, cúbreme, si mi madre se entera empezará de nuevo con el discurso, si ya me habla dos horas seguidas sin hacerlo, no quiero imaginar cuando sepa que lo volví a hacer.

—Es que no se Liam... No es lo apropiado, si mueres en ello, me culparia toda la vida por matarte.

—Lo necesito, es la única forma en la que ya no pensaré en Ally y...

—A la mierda con ella, ¡mira como te tiene! —me señaló de arriba a abajo con la palma de su mano negando con la cabeza.

—Fue mi culpa que ella se fuera.

—Maldita sea, deja de culparte por todo, se fue por que se quería ir, tuvo la oportunidad de escuchar tu versión y no lo hizo porque no confiaba en ti —sus palabras quemaban como una maldita llama que hacía arder mi corazón, y lo peor era que tal vez era cierto, nunca me dejó explicarle, y solo pensé qué después cuando se le pasara el enojo me dejaría hacerlo pero no... Huyó como una cobarde.

—No la conoces.

—¿Y tú si?.

—Mucho mejor de lo que quisiera admitir.

—Y por eso sabes donde está ahora, ¿Verdad?, Vamos Liam, nunca supiste nada de su familia, conociste a su mamá pero ¿y a los demás?.

—No tenía muchos familiares.

—Demonios Liam, olvidate de ella —repitió.

—No puedo —susurré con la voz débil, temía que si seguía hablando de ella me iba a poner a llorar en cualquier momento —No puedo, Luis. La extraño, la extraño mucho...

—Ok, entonces, largáte a las malditas peleas, pero no cuentes conmigo, tu mamá tiene razón, no haz cambiado nada desde que estábamos en el puto instituto.

—¿Ahora también tú? —me giré para irme pero su brazo me detuvo.

—Por no escuchar, terminaste casi muerto la otra vez —me recriminó.

—Vayan a un psicólogo —sugerí enojado y me safé de su agarre.

Salí de su casa cerrando la puerta con un duro portazo, me dirigí a mi coche de nuevo y conduje rápidamente hasta el lugar donde solía matarme a golpes con los otros hombres.

Bajé de mi carro y cerré la puerta fuertemente.

—Hola —Saludé al tipo que se encontraba afuera de la puerta de metal.

—Hola, ¿identificación? —preguntó, yo me metí la mano al bolsillo para sacar mi cédula. Se la mostré y él asintió suavemente con cabeza abriendo la puerta para mí.

Me adentré en el establecimiento, adentro era como otro mundo, rings de boxeo por todos lados, una pista de carreras, y demasiadas chicas hermosas con poca ropa.

Pero ninguna de ellas es a la que quiero ver.

Retiré esos pensamientos de mi mente, he venido aquí para para no pensar en ella, no para compararla con otras y querer verla sin ropa.

Caminé hacia el ring número siete y encaré el tipo con silbato que se encontraba frente a mi.

—¡Sobrino! —gritó aproximandose a mí con una sonrisa, y me golpeó la cabeza para luego abrazarme.

—Hola tío Nolan —comenté poniendo mala cara.

—¿Qué te trae por aquí?.

—Quiero volver.

—Emm, si es que... No creo que a tu madre le guste eso y... Me lo ha advertido...

—Me vale lo que piense ella, estoy muy grande como para tomar mis decisiones.

—Es que no creo que puedas entrar, recuerda que hace unos años te partiste hasta el culo.

—Me vale mierda mi vida —susurré y me dí la vuelta para ir a ponerme los guantes.

—Pero a nosotros no, Liam.

—¿Dónde quedó lo de "Morir haciendo lo que te gusta vale la pena"?.

—Eso solo aplica para los que no son alguien especial para mi.

—Pues, yo quiero que si lo apliques. Vamos tío, sabes mis alcances, no dejaré que nadie me toque un pelo.

—Ajá —murmuró cruzandose de brazos.

—Te lo juro —puse una mano en mi corazón.

—Bien, pero que quede en secreto, donde tu mamá se entere, me mata, es un hecho.

—Tranquilo tío, no va a saber nada —espeté montandome al ring.

—Eso espero, ¡Lucian, al ring!. Te llegó contrincante —gritó, y aquel tipo de unos metro ochenta con cara de hueva se montó en el ring —Sé cordial con él, nene —Nolan se dirigió a mí desde abajo, al ver mi cara de aburrimiento.

Sonó el silbato y él fue el primero en atacar, se me vino encima con toda, tratando de pegarme golpes en la cara, pero no lo logró por que todos los esquivé, hice un ademán de bostezar y él movió sus piernas tratando de tumbarme.

Falló en el intento y puso cara de horror cuando estrellé mi puño contra el lado izquierdo de su mejilla, se tambaleo un poco hacía atrás.

Yo también te quiero.

Todo mi dolor se junto en un solo lugar, todas las cosas que pase con ella me hicieron ponerme más furioso, se había ido, y nisiquiera me había dejado explicarle. Se había ido, y no había dicho donde iría. Se había ido y había dejado un hueco en mi corazón.

Me abalancé sobre el tipo que estaba sobando su mejilla y de una patada lo tiré al suelo, me tiré encima de él sin dejar de golpear su cara una, y otra, y otra vez.

—Liam, basta —pero en este deporte, mis oídos son sordos y mis sentidos dejan de funcionar, solo pienso en las palabras de Sophie y las demás personas que se burlaron; que me advirtieron.

Si se fue es porque nunca te quiso,

No me digas que pensaste que se fue porque le fuiste infiel, es obvio que tenía otro.

No la molestes Liam, está mejor con alguien más. No quiere nada contigo, lo tienes merecido.

Imaginate, las manos del otro tocando su cuerpo...

Maldita sea —hablé cuando sentí un impacto contra mi mejilla.

—Te dije que ya basta —murmuró mi tío enfrente de mí —Por favor, llévelo a la enfermería —pidió a un chico de los que estaban en la puerta principal.

—Lo siento —musité, mientras miraba mis manos cubiertas de sangre.

—Tienes que controlarte Liam, no mezcles lo personal con un deporte, el boxeo no es divertido si quieren golpearte hasta morir.

—Perdón, yo creo que mejor me iré, vendré cuando esté mejor.

—Siempre serás bienvenido —afirmó apretandome el hombro.

—Ya lo sé —sonreí.

—Vaya fuerza que desarrollaste, estoy orgulloso de que hayas hecho ejercicio. Ahora ve al lavamanos a limpiarte eso —murmuró y yo asentí.

Me dirigí al lavamanos y lavé la horrible sangre que empezaba a secarse en mis nudillos.

Estuve un rato más mirando como peleaban y riéndome con mi tío de las poses raras que hacían al atacar, unas horas después fui a casa de nuevo, necesitaba organizar ese apartamento.

Me dispuse a limpiar todo, quería parecer alguien normal.

Cuando terminé saqué una blusa que se había dejado en el cajón y la olí.

Claro, alguien normal.

—Demonios, como te extraño —susurré.

Aún olía a ella, Alanna no tenía un olor particular, pero era parecido al chocolate, olía a dulce y ternura, aunque de eso tal vez no tenía nada, era una mujer fuerte con un triste pasado, y yo me había encargado de que su presente también lo fuera.

Ya sé, era algo muy enfermo, tener la blusa que se dejó tu ex en tu cajón, pero no podía evitar tener al menos un poco de su olor impregnado en ese lugar que solía llamar hogar. Sin ella no era nada.

Me di una ducha y estuve mirando mi celular durante unos minutos, todavía seguía esperando que me llamara y dijera que quería escucharme, que quería arreglar las cosas, mi mente sabía que no lo haría, pero mi corazón seguía esperando su llamada.

Quería preguntarle como estaba, escuchar su voz, verla, darle un fuerte abrazo y pedirle que no se fuera...

Cosa que no pasaría, mi ego era bastante y dudo que el de ella le permitiera volver.

Todos los días tuve una maldita vomitadera, como si estuviera embarazado, hasta Luis sospechó que lo estaba, no dejaba de burlarse diciendo que me crecería la panza, yo insistí que era por el licor.

Cada semana iba a la casa de Alanna, intentando sacarle información a Dayan pero nunca me informaba sobre nada, al final, decidí ir a vivir con mi madre, necesitaba estar con mi familia, siempre me apoyaban en los peores momentos aunque lo negara.

Claro, eso le daba más permiso a mi mamá de estar al pendiente de lo que hacía, pero logré conquistar el corazón de mi querido mejor amigo y nunca ha podido decir que "no" a algo que le pida, cada que iba a una pelea él se encargaba de decir que estaba en su casa.

Cada día me sentía mejor, aunque no la superara del todo, hacía un esfuerzo por hacerlo, eso es seguro, Alanna fue todo en una sola palabra, y eso era lo que me había enamorado tanto de ella. Pero era el momento de dejarla, era el momento de olvidarme que fue algo.

—¿En qué tanto piensas? —preguntó mi hermana a mi lado golpeandome con un lapicero.

—Nada —le susurré.

—Mira nada más, hice el sudoku yo sola —se quejó mirando el enorme papel que tenía en frente.

—No se que le ves a esto de divertido —dije bostezando.

—Todo —murmuró rodando los ojos.

—Ya han pasado cuatro años.

—¿Eh?.

—Desde que Alanna se fue, ni siquiera sé donde está, tú lo sabes... —me quedé mirando el suelo de nuevo, ella miró hacia otro lado de la habitación.

—Solo, deja de pensar en eso.

—Tú me crees tonto pero sé que te hablas con ella y que sabes perfectamente donde está.

—No, no se donde está, y si lo supiera no te lo diría, si se marchó, fue decisión de ella, no me meto en cosas de parejas.

Asentí lentamente con la cabeza.

—Iré a preguntarle a Dayan una última vez, si me lo dice, iré por ella, si no, seguiré con mi vida, será mi última jugada —aseguré.

—Me parece justo —masculló poniendo otro sudoku en el suelo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top