Prólogo

Elianne:

—¡Arranca, maldita chatarra!—Le grito al vehículo que conducía muy bien hace unos minutos.

No pienso regresar.

No lo hare.

Respiro profundo y el ruido del establecimiento al otro extremo del grifo llama mi atención, el olor llega a donde estoy y mi estomago suena.

—Una hamburguesería, genial.—Suelto con sarcasmo.

Mi estomago vuelve a crujir.

Salgo del coche y le doy un portazo antes de dirigirme al establecimiento, una grasosa hamburguesa es lo menos horrible después de todo lo que me acaba de pasar hoy.

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