Capítulo Ocho
JAKE
Al final Marco nos había dejado ir, estaba en el estacionamiento, buscando mi auto, Annie lloraba en silencio. No iba a aclararle nada, pues no había una sola mentira en las palabras del negro.
Quería decírselo, pedirle consejos, pero sabía que sí lo hacía se acabarían mis chances de tenerla.
—Sube, por favor —le pedí con suavidad mientras le abría la puerta del copiloto.
Ella no dijo nada, se subió en completo silencio.
—No veo el auto de Andrea —hablé en voz baja —, es muy raro que se haya ido sin ti.
—Es extraño —fue lo único que susurró —Deberíamos bus...
—Annie —empecé sin arrancar —, no quiero que lo que acaba de pasar afecte nada en nuestra relación.
—¿Qué relación? —dijo bruscamente —¿La de primos íntimos? Ja.
—No voy a mentirte, nada de lo que él dijo es mentira.
—¿Entonces si te burlabas de mí con tus amigos? —preguntó con los ojos llorosos.
—¿Qué? ¡No! No así como piensas...
—Solo llévame a casa, Jake. Ya no quiero tener que ver nada contigo.
—Escúchame un momento, por favor...
Ella me volteó a mirar, de sus ojos azules no paraban de brotar lágrimas, no quería hacerla llorar, no quería ser el causante de su dolor.
Le miré los labios.
—Me lo hubieses dicho antes... —continuó.
—Te lo iba a decir, después de bailar...
—¡Pero no lo hiciste! —explotó —¡¿Cómo puedes ser capaz de mandar a matar a tu propio hijo?! —preguntó en voz alta.
—¡Ella fue la que lo sugirió! —jadee —, no queremos un bebé y hasta donde yo sé nisiquiera ha empezado su formación, apenas es un feto, nisiquiera se ve.
—¿Cómo puedes ser capaz de hablar así? Es tu bebé, Jake...
—Si no estás a favor del aborto, bien. Pero nosotros si, y no vamos a traer al mundo a alguien que no queremos, es mejor que no nazca a que nazca y su madre no lo quiera. Al principio se lo pensó tenerlo, pero vamos Annie, estamos muy jóvenes, no podemos tener un bebé.
—Tienes el dinero, la forma, todo...
—Pero no las ganas, nisiquiera he terminado la preparatoria. Nisiquiera sé que quiero para mi futuro y tú me dices: ¿Qué puedo ser papá?.
Negué con la cabeza, ella soltó un jadeo.
—Lo siento por meterme en tus cosas. Enciende el auto, quiero irme.
—Perdón por burlarme de ti, no debí hacerlo. Solo me reí de un par de cosas que en realidad fueron muy graciosas.
—Eso no te lo perdono. Nunca tuviste los huevos de decírmelo de frente.
—No quería que te enojaras conmigo...
—¿Por qué? ¿Ya no estaría la tonta que vive preocupándose de ti día y noche?.
—¿Por qué lo haces?, nunca te he obligado a nada.
—Eso no viene al tema —respondió.
—Responde —exigí.
—No tengo porque responder algo que no quiero.
Se giró. Yo la giré lentamente con mi mano derecha. Estaba tan bonita, incluso con el rimel corrido, sus ojos resaltaban más en la noche, aunque los de ella fueran de un color más azul día.
—Yo también tengo miedo, Annie —hablé sin saber bien lo que decía.
—¿De qué?.
—De lastimarte.
—¿Por qué me lastimarías?.
Suspiré, era difícil...
—Porque no quiero estar amarrado a alguien.
—¡¿Puedes ser más específico?! —se enojó, cosa que me hizo brincar de mi lugar.
—¡Demonios! ¿Qué no ves que estoy enamorado de ti? —le solté sin más, su cara se suavizó.
—¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? —preguntó rápidamente.
—Desde que tengo memoria —me encogí de hombros —, no quería decírtelo porque siempre me haz visto como un amigo.
—¿Qué?.
—Annie, captalo.
—Es que no puedo procesarlo...
—No quiero una relación pero ya no podía ocultarlo más, tengo miedo de romperte el corazón, porque nunca seré lo que buscas...
Y cuando pensé que le soltaría el discurso del siglo, me calló, de una manera muy inusual.
Un beso. Cuando sus labios hicieron contacto con los míos me congelé, luego de unos segundos reaccioné, moví mis labios sobre los suyos, eran tan dulces como los recordaba.
Me pasó las manos por el cuello y con una acarició mi cabello. Era un beso dulce, más sin embargo eso no impidió que se me parara la polla.
—Annie, corazón... —la detuve —si sigues besándome así, no voy a contenerme de quitarte ese hermoso vestido —le dije al oído.
—No estoy pidiendo que te contengas —jadeó con la voz ronca.
La iba a volver a besar hasta que tocaron el vidrio de la ventana.
Era uno de los guardaespaldas, no lo bajé, solo encendí el auto y empecé a manejar.
—¿A dónde vamos? —preguntó la chica menos curiosa.
—A un lugar —bromee.
—A tu cama —sugirió con una sonrisa —, solo bromeo.
—Luego hablaremos de eso.
—¿Puedo hablar con tu ex novia? Tal vez pueda hacerle cambiar de opinión...
—Déjalo así. Hablaré de esto con mis padres, buscaremos una solución. Tú no te preocupes.
—No quiero que el bebé muera, no tiene la culpa de nada.
—Tienes un excelente corazón —me halagó —, te llevaré a tu casa para que descanses, en la mañana puedes llamar a Andrea.
—No tengo celular, lo perdí en la fiesta donde me emborraché...
Me tensé. El bolso estaba en mi casa y no había podido evitar mirar sus fotos en carpeta privada.
-¿Qué? -preguntó al ver que me quedaba callado.
-Yo tengo tu bolso, se me había olvidado devolvertelo, está en mi casa, podemos pasar por él si quieres.
Se lo pensó un momento, luego la vi asentir.
-Bueno -di vuelta en una esquina.
-Jake -habló.
-¿Qué sucede?.
-Yo también estoy enamorada de ti.
Y con el corazón latiendome a mil, le sonreí. Había esperado demasiado para esto.
ANNIE
No podía creer todo lo que había pasado la noche anterior, estaba cansada, me ardían los ojos y el sol radiante no ayudaba para nada.
Bajé las escaleras con mi celular en mano, mi madre estaba haciendo el desayuno mientras mi padre lavaba los trastes.
-Buenos días -dije con desaliento.
-Hola mi amor -habló mamá -, ya casi está listo.
-Llegaré tarde a la reunión -informé sentandome en la mesa, Olivia a mi lado me miró mal.
-Deja de mirarme así, Livie -la molesté, sabía que no le gustaban los diminutivos.
-Vuelve a llamarme así y te dejaré calva.
-Que dulzura -rodé los ojos.
-¿Como la pasaste ayer? -preguntó papá.
-Normal -contesté -, casi nada.
-Vimos por Instagram que Jake y Sasha tiraron el pastel de Mateo en su cabeza.
-Si, fue divertido -sonreí.
-¿Esa reunión es por los representantes? -preguntó mamá curiosa. Asentí sin inmutar palabra.
-Estás muy callada, amor -dijo papá con una sonrisa, yo hice una mueca rara.
-Luego les cuento algo -dije sin más empezando a comer cuando mi mamá me extendió el plato con mi desayuno.
Al terminar subí de nuevo, el ser representante de clase no era fácil, tenía que ir la mayoría de domingos al instituto para hacer algunas aclaraciones y aportar algo a el crecimiento del colegio.
Tomé mi bolso con los papeles que tenía que firmar el director y sin más me despedí de mis padres. Salí de casa, mi chófer se encargó de llevarme y cuando estuve allá bajé del auto.
Como todos las reuniones había unos cuantos estudiantes entrando por el portón, no les presté atención.
-Señorita Annie Walston, me alegra verla por aquí, la necesitaba para algo muy importante -exclamó el director dejando de charlar con la vigilante.
-También lo solicitaba para que firmara unos documentos de cambio, ya que quiero cambiar la estrategia que tienen en el colegio con el reciclaje, es que de inmediato vamos a su oficina y yo le doy la petición para ver si usted la acepta.
-Claro señorita, pase usted.
Asentí dirigiéndome a la oficina, ya había estado ahí demasiadas veces y el director me conocía bastante bien, sabía que era una estudiante buena, ejemplar y lista.
Al entrar pude apreciar las paredes doradas llenas de brillo y un sofá que parecía casi un trono, habían dos sillas normales frente a él.
Qué humildad pensé.
-Bueno señorita, en realidad no tenía planeado hablar sobre reciclaje ni ninguna de esas cosas, quería saber porqué ha faltado a las clases con la psicóloga -y perfectamente tocó el tema que no quería tocar.
Me tensé de pies a cabeza, no quería hablar más sobre mi vida privada, si ya de por sí hablar con la psicóloga era difícil, hablarlo con tu director era mucho más complicado.
-He decidido que estoy bien mentalmente, no las necesito -contesté con simpleza, más sin embargo él levantó las cejas sin creerme.
-Se me hace raro que lo haya cancelado, pues fue su persona quien solicitó estos encuentros con la psicóloga del colegio.
-Quería saber si mi salud estaba estable, pero está todo bien, director.
-Aunque no lo creas, me preocupo por todos mis estudiantes, y si tienes problemas en casa no dudes en decirme.
-No tengo problemas en casa mis padres son los más amorosos y mi hermana no me quiere mucho, pero ella no quiere a nadie, así que no le no le presto mucha atención.
-Entiendo -repiqueteó los dedos en la mesa.
-Como le decía -empecé a hablar de nuevo de el bienestar del colegio.
Saqué los papeles y esperé hasta que leyera, al terminar los firmó sin dudar y me felicitó por tan buenos puntos de vista, yo le sonreí en forma de agradecimiento.
-Me gustaría que volvieras a las clases con la psicóloga.
-Me lo pensaré -fue lo único que dije antes de salir de la oficina.
Me dirigí a la sala de juntas para tener otra de esas reuniones donde solo yo hablaba, porque la mayoría de personas o no tenían ideas o eran demasiado penosas para sacarlas a la luz.
Era tan tarde que el sol ya se estaba poniendo, disfruté un poco de la vista desde mi ventana, pensando en todas las cosas que habían pasado ayer y las que vendrían adelante.
Jake tendría un hijo eso estaba más que seguro y lo peor era que ya había confirmado que estaba profundamente enamorada de él, recordar el sabor de sus labios me hacía babear y pensar que como sus besos no había ninguno.
Me toqué los labios distraída, había sido tan placentero aquel beso, sentí más excitación en él que en cualquier otro acto por otra persona.
Había dormido casi toda la tarde pues estaba súper cansada de la noche anterior.
Al final me sobresalté cuando tocaron la puerta, no había nadie en casa, excepto yo, así que tenía que abrir.
Bajé las escaleras a paso apresurado cuando noté que el timbre no paraba de sonar.
-¿Podrías dejar de tocar el timbre? Vas a gastar la bate...
-Hola mi terrón de azúcar -habló con un tono relativamente "sensual".
Ni siquiera di paso para escuchar las siguientes palabras, cerré la puerta de un estruendo tan fuerte que me pintaron los oídos.
-¡Vete de mi maldita casa o llamaré a la policía!.
-Vamos Annie, sé que quiere repetir.
-Vete, por favor -sonó más a una súplica que a una orden, pero trataba de mantener mi compostura.
-Vamos linda, sabes que no te haría daño.
-Neal vete...
Él no respondió de vuelta, pero lo escuché hablar con otra persona a través de de la puerta, me agaché para mirar por debajo, eran los zapatos de Jake.
Abrí la puerta esta vez sin miedo y cuando lo vi me tranquilicé.
-No sabía que se habían vuelto amigos -dijo Jake tras pasarle el brazo por los hombros a su primo.
-Tenemos que tener convivencia con la familia - habló el desgraciado -. ¿Verdad que sí, Annie?
-Si -respondí sin ganas.
-Bueno Annie, te visitaré otro día, te dejo para que pases tiempo con mi primo.
A este paso de la historia deben de estar confundidos. Explicaré un poco sobre el tema.
Cuando la hermana de mi tía Lana perdió su hijo, se derrumbó, luego de unos años encontró el amor con un hombre viudo, pues su mujer había muerto hace unos trece años y dejó a su único hijo de doce años. Dayan al encontrar la oportunidad de formar una familia, no la dejó pasar, y tras muchas vueltas consiguió darle su apellido al niño.
En la familia de Alanna lo quieren como si de verdad fuera hijo de sangre.
El chico creció y tiene diecinueve, es culpable de muchas de mis pesadillas y ha hecho que desee morirme varias veces.
Lo odio con toda mi alma, tanto que si pudiera lo enviaría a la cárcel, pero no puedo hacer eso...
Nadie me creería, en la familia Juliens pusieron una norma. Entre familia no se traicionan.
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