14 | Voy a luchar por ella

Las luces de la ciudad se reflejan en la ventana, creando ese caos de sombras y luces que siempre me hace pensar. Esta vez, sin embargo, mi cabeza está atrapada en algo que pasó hace días, algo que no logro sacarme de la mente.

Hazel.

Ella estaba ahí, en Tribeca, y yo ni siquiera pude concentrarme en lo que hacía porque sabía que me estaba viendo. Aunque no intercambiamos ni una palabra, estaba claro que, en algún momento, ella notó que yo estaba con Ellie.

No estábamos haciendo nada raro, o al menos no lo parecía. Estaba con Ellie, mi ex, sí, pero la verdad es que nuestra relación acabó hace ya un tiempo. Al principio de una manera tensa, porque ella buscaba más en mí de lo que yo era capaz de ofrecerle. Con el paso de los meses, logró entender mis motivos. O al menos, eso quería creer. Desde entonces hemos tenido una especie de amistad.

El otro día me propuso quedar para ponernos al día. No me pareció mala idea. Al final Ellie fue alguien importante en mi vida. No podía negarle un café.

Solo que no quiero que Hazel vea cosas donde no las hay.

Suelto un leve suspiro antes de meterme una patata frita en la boca. El filete está casi frío, pero siempre me pasa cuando me pongo a pensar en vez de centrarme en comer.

Theo ha quedado con Riley, por lo que estoy solo en casa, así que se me ocurre llamar a mi madre para pedir su consejo. Aunque me da un poco de vergüenza hablar sobre Hazel con ella. Es consciente de que en su día la quise con locura, hasta que me rompió el corazón yéndose de Oakville.

Después de un par de segundos de duda, decido marcar el número de mi madre. El tono suena largo, como si el destino estuviera esperando a que me decidiera a hablar, a que dejara de dar vueltas a algo que, en el fondo, sé que no puedo seguir evadiendo.

—Hola, cariño —dice su voz, como siempre, cálida y relajada, aunque yo me sienta completamente tenso.

—Mamá, ¿cómo estás? —respondo, queriendo sonar tranquilo, aunque mi cabeza está en otro lado. En Hazel, principalmente.

—Bien, bien. Aquí, ya sabes... ayudando a tu padre en el trabajo. ¿Y tú, cómo va todo con la floristería de Elise?

—Bien. Ultimando los detalles del encargo de una boda, pero poco a poco estamos teniendo más clientes —contesto, aunque mi mente está lejos—. Tengo algo que quiero contarte. Necesito tu opinión.

Hay un silencio en la línea. No es incómodo, pero sí ese tipo de silencio que te hace saber que tu madre sabe que algo no está bien. Supongo que es un sexto sentido que deben de tener todas las madres.

—Dime, hijo. ¿Qué pasa? —Su tono se suaviza aún más. No necesito más que eso para saber que puede escucharme, aunque a veces ni yo sé lo que estoy diciendo.

—Es sobre Hazel. —Su nombre me sale como un suspiro, como si decirlo fuera abrir una puerta a algo que no estoy listo para enfrentar.

Mi madre se queda en silencio unos segundos, como pensando.

—Hazel... —repite, y puedo escuchar en su voz que también recuerda todo lo que pasó hace años. Claro, ella lo sabe. Ella fue testigo de mis días de bajón. Incluso estuvo ahí para mí levantándome el ánimo.

—Sí —respondo, mirando por la ventana, aunque no estoy viendo nada en realidad, tan solo trato de aclarar el amasijo de emociones—. Me vio hace unos días, en Tribeca. Yo estaba con Ellie, y no quiero que Hazel piense que hay algo más. Pero no sé qué hacer con todo eso. No puedo dejar de pensar en ella.

Suspira suavemente del otro lado de la línea, como si estuviera tratando de encontrar las palabras correctas. Sabe lo importante que es la nieta de Elise para mí, por eso también entiendo que tenga algo de miedo de que vuelva a acabar con el corazón roto si me arriesgo con ella y le confieso de verdad cómo me siento.

—¿Y tú qué sientes? —me pregunta al final.

Esa es la gran pregunta. ¿Qué siento? Ni idea.

Sé que, si le confieso que a pesar del tiempo aún la sigo queriendo, existe una posibilidad, y no es pequeña, de que me rechace. Básicamente porque no sé cuánto tiempo más va a permanecer en Oakville. Ahora mismo, con Hazel, es como si viviera en una cuenta atrás constante, en la que llegará un día el que el tiempo se agote y ella se vaya de nuevo. Lejos. De vuelta a su vida y a lo que siempre soñó.

Una vida de la que yo no formo parte.

—No lo sé, mamá. —La voz se me quiebra un poco, porque sé que soy incapaz de responder con claridad, y eso me desespera—. Es como si cada vez que la veo, algo dentro de mí se revuelve. Como si todavía estuviera en ese punto donde no la he dejado ir completamente. Pero también sé que, si me atrevo a decirle lo que realmente siento, hay una gran posibilidad de que me rechace. Y no sé si estoy preparado para eso.

El silencio se extiende por unos segundos, y luego escucho su voz suave al otro lado de la línea.

—Hijo, a veces la gente regresa a nuestra vida por un motivo. No siempre se puede recuperar lo que se perdió. Sé que nunca has creído en las segundas oportunidades, pero a veces, las personas y los sentimientos cambian, y quizás tú también lo has hecho. ¿Tú crees que ella quiere lo mismo que tú?

Esa pregunta me golpea en el pecho. ¿Hazel quiere lo mismo que yo? Esa es la duda que me martilla la cabeza. A veces pienso que sí, que todavía hay algo entre nosotros, sobre todo cuando compartimos ese beso en la floristería, o cuando ella se abrió a mí contándome sobre el asunto de su madre, pero al mismo tiempo, sé que ella ha vivido mucho desde que se fue. Ha cambiado. Y yo también.

—No lo sé. —La respuesta sale de mi boca sin pensarlo demasiado—. No sé si ella volvería. No sé si yo debería esperar algo de ella.

Sabe perfectamente lo que me cuesta abrirme por completo, especialmente cuando se trata de algo tan complicado como el amor.

Hazel lo ha pasado muy mal en Oakville. No quiero que su futuro sea en un lugar que tanto dolor le ha causado. No me gustaría ser el responsable de que su vida se vuelva a convertir en una pesadilla al quedarse a mi lado. Por otro lado, también soy un poco egoísta respecto a mis sentimientos, y no quiero perderla. No estoy listo para asumir que se aleje de nuevo.

—Entiendo, hijo. El miedo a perder lo que más te importa puede ser paralizante, pero también lo es no atreverte a dar el paso. Si sientes que hay algo ahí, algo que vale la pena, entonces no lo ignores. Pero si sientes que la vida que ella quiere ahora no incluye a Oakville, ni a ti, también está bien dejarla ir. Lo importante es que no te quedes atrapado en el "si hubiera" por miedo a lo que pueda pasar. Ninguna de las dos opciones es fácil, pero lo importante es que lo hagas desde el corazón.

—Gracias, mamá. Creo que solo necesitaba escuchar eso.

—De nada, hijo. Ya sabes que siempre estaré aquí para ti. Y, pase lo que pase, lo más importante es que no te pierdas a ti mismo en el camino.

Cuelgo el teléfono y me quedo en silencio unos segundos. Algo dentro de mí se siente más liviano gracias a la conversación con mi madre. Me aterra solo de pensar el volver a abrir mi corazón, y aún sigo siendo un poco reticente a eso de las segundas oportunidades, pero no quiero quedarme con la duda y el arrepentimiento de no haberlo intentado, al menos por una última vez.

Voy a luchar por Hazel.

Tan solo espero que ella quiera luchar también por mí.

🐚

¡Hola!

Al fin tenéis actualización de esta historia. Me ha costado un poco centrarme en escribir el capítulo porque estoy súper obsesionada con la futura novela que estoy escribiendo y bueno... Que me vuelvo loca con mil historias a la vez jeje

Espero que hayáis disfrutado el capítulo.

Vemos que Caleb está dispuesto a dar un paso adelante en su relación con Hazel. ¿Cómo reaccionará ella?

Nos leemos, espero que pronto, con más amor y más drama. O no, quién sabe 🤍

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top