10 | Cicatrices invisibles

La niebla se arrastra por las calles de Oakville, como si la ciudad estuviera atrapada en una especie de limbo. Es el tipo de día en el que parece que el sol nunca va a salir, y las horas se dilatan. Mi mente lleva días atrapada en un ciclo sin fin, entre la floristería, las palabras de mi padre y los recuerdos que siempre vuelven.
Abro la puerta de El Jardín Encantado, sintiendo la familiaridad del pequeño sonido de la campana al hacerla sonar. El olor a flores frescas, mezclado con el humo que desprende la taza de café que sostengo, me golpea al instante, tan reconfortante como siempre, pero hoy no logro concentrarme en nada más que en el rostro de Hazel, que está detrás del mostrador, trabajando en un pedido. Está tan metida en su tarea que no me nota al principio. Me quedo observando por un segundo, como si todo a mi alrededor se detuviera por un instante.
Hace ya un par de semanas que llevamos trabajando juntos. Aunque intento mantener la calma, el beso que compartimos sigue flotando entre nosotros. Hacemos como si no hubiera pasado, pero en cada gesto, en cada palabra, está ahí, colándose sin ser invitado.
Finalmente, Hazel levanta la vista, y al ver que estoy parado junto al mostrador, una sonrisa nerviosa se dibuja en su rostro.
—Oh, hola, Caleb —saluda, un poco sorprendida, pero rápidamente recuperando la compostura.
—¿Cómo va todo? —pregunto, tratando de sonar casual, aunque no puedo evitar que mi tono suene ligeramente tenso.
Ella asiente, echando un vistazo a las flores que tiene sobre la mesa.
—Bien, todo bajo control —responde, pero hay algo en su voz que no me convence. Algo que no está del todo en orden, aunque no sé si soy yo el que lo está imaginando o si realmente lo percibo. Hazel siempre esconde lo que siente por miedo. Supongo que, de alguna manera, a todos nos asusta un poco ese momento de vulnerabilidad cuando nos abrimos a alguien.
Se toma un momento para reorganizar las flores y acomodarlas en una pequeña cesta que saca de debajo del mostrador. No es la primera vez que la veo distraída en los últimos días. Algo parece estar rondando por su mente, y me muero de la curiosidad por saber qué es, porque no sé si lo que sea que la atormenta tiene algo que ver conmigo.
―¿Entonces todo bien con la boda? —pregunto, buscando liberar la tensión del ambiente.
Su expresión cambia ligeramente, la ansiedad se diluye un poco y su rostro se ilumina con un destello de orgullo.
—Avanza bien. He conseguido más detalles sobre los colores y las flores que quieren. Pero... —se detiene un momento, buscando las palabras—. Pero creo que podemos hacerlo mejor, ¿sabes? Quiero que sea algo realmente especial, algo que destaque.
Me inclino un poco hacia adelante, observando las flores con más atención de lo que debería.
—Me gusta esa idea —afirmo, sonriendo levemente.
Hazel suspira, su expresión se suaviza, y aunque trata de devolverme la sonrisa, hay algo en su rostro que comienza a quebrarse. Un instante después, como si una nube pesada se hubiese desbordado, las lágrimas empiezan a caer por sus mejillas.
―No puedo más, Caleb... —comienza, con la voz más baja de lo usual.
De repente, parece que la habitación se estrecha nuestro alrededor, como si todo el aire se comprimiera en un solo punto. Por un segundo, solo queda el sonido de su respiración entrecortada.
Antes de que pueda decir algo, ella se aleja del mostrador y camina hacia mí, apresurada, casi como si huyera de sí misma. Hazel me envuelve en un abrazo, su rostro presionándose contra mi pecho, y yo me quedo quieto, con el corazón golpeando en mi garganta mientras la escucho sollozar.
Mis brazos la rodean con cuidado, como si no quisiera hacer nada que pudiera romper este momento, aunque no sé cómo lidiar con él. Hazel siempre intenta hacerse la fuerte y, si se lo propone, sabe ocultar bastante bien sus sentimientos. Ahora, toda esa fuerza parece desmoronarse en mis brazos. Lo cual me da a entender, que lo que ocurre es realmente importante.
―Shh... ―susurro, acariciándole la cabeza, sintiendo cómo sus hombros siguen temblando ligeramente bajo mis manos.
Desde que se marchó de Oakville, no hemos vuelto a compartir un momento tan íntimo. No sé cómo reaccionar.
Finalmente, Hazel se separa un poco, sin dejar de apoyarse en mí. Sus ojos rojos y húmedos no me miran, y me doy cuenta de que no sé qué decir para calmarla. Solo sé que me gustaría borrar el dolor de su rostro. Entrelazo mi mano con la suya, como si pudiera absorber un poco de su dolor, aunque sé que no es así. Nada de lo que haga o diga ahora puede cambiar lo que está ocurriendo dentro de ella.
—Caleb... —su voz suena baja, casi vacilante. Parece que está luchando con algo, como si no estuviera segura de cómo decirlo. Por un momento, noto que está buscando las palabras, esas palabras que han estado atrapadas en su garganta, tal vez durante varios días.
—¿Hazel? —pregunto, en un susurro―. ¿Qué sucede?
Ella respira hondo antes de volver a hablar.
—Mi madre ha vuelto.
Me quedo paralizado por un segundo. Es como si un fantasma, uno que pensaba que ya se había ido, hubiera regresado a la ciudad. Mi mente da vueltas, procesando lo que implica que su madre, la mujer que las había abandonado a ella y a su abuela, haya vuelto a dar señales de vida.
Hazel levanta la mirada, y por un instante, parece que sus ojos buscan algo en los míos, como si estuviera buscando una confirmación, una certeza de que no está sola en esto. Y eso es justo lo que le ofrezco.
―No voy a dejar que te haga daño, Hazel.
―Pero si vuelve... y se pone en mi vida otra vez... ¿y si me hace daño otra vez, Caleb? ¿Y si ya no soy lo suficientemente fuerte para resistirlo? ¿Y si tú ni siquiera puedes evitarlo? —Sus palabras salen atropelladas, como si las hubiera estado guardando por tanto tiempo que ahora todo se desbordara sin control. La ansiedad tiembla en su voz, y aunque trata de mantener la compostura, es evidente que el miedo está ganando la batalla.
Extiende su móvil hacia mí, temblorosa, con la pantalla iluminada frente a mis ojos. Veo su pulso acelerado, la manera en que su dedo tiembla sobre la pantalla mientras accede a sus mensajes, como si estuviera a punto de mostrarme algo que no está lista para compartir, pero que necesita que lo vea.
―Mira esto, Caleb —dice con voz la voz rota. Y cuando miro la pantalla, mis ojos se fijan en la foto. Es una imagen de su madre. Es reciente, y en ella reconozco la mirada fría y calculadora de la mujer que ha jodido la vida de Hazel. La culpable de tantas cicatrices invisibles.
Después comienzo a leer los mensajes y el estómago se me revuelve.
Nunca debí haberte tenido.
Arruinaste todo lo que podía haber sido, todas mis oportunidades.
Ahora que no estás en mi vida, al fin estoy triunfando.
Por cierto, deja de llorar, eso te hace débil. El mundo odia a las personas débiles como tú.
Si no fuera porque el teléfono no es mío, lo estamparía contra la pared de la rabia. La impotencia de no poder hacer nada para borrar esa maldad, para que ella nunca haya tenido que leer algo así.
La mujer que debería haberle dado amor y protección, la ha dejado marcada para siempre.
Sin pensarlo, vuelvo a estrecharla entre mis brazos. Ella se deja abrazar. Y aunque sé que está haciendo un esfuerzo enorme por contenerse, vuelve a estallar en lágrimas.
―Eres muy fuerte, Hazy... ―susurro, mientras acaricio suavemente su espalda. Me repito una y otra vez que no puedo cambiar lo que ha pasado, pero también me niego a dejarla caer de nuevo en ese abismo.
El tiempo parece detenerse mientras sigue llorando. Y aunque no pueda deshacer lo que ha pasado en su vida, no voy a dejar que su madre, que no tiene ni la más mínima idea de lo que significa el amor, la destruya de nuevo.
🐚
¡Hola! Creo que se me ha roto el corazón al escribir el capítulo 💔
Hazel ha cargado con demasiado dolor a sus espaldas durante toda su vida... Los mensajes de su madre no ayudan avanzar. Y Caleb, por otro lado, ve como el que fue su gran amor se está rompiendo en pedazos y él no sabe qué hacer. Quiere ayudar, pero también tiene miedo porque no sabe cuánto tiempo se va a quedar Hazel a su lado.
Me muero de ganas por seguir desarollando la historia de estos dos. No me odiéis mucho si hay drama, prometo recompensar después con momentos bonitos 🥰
Muchísimas gracias por leer y espero que hayáis disfrutando un montón del capítulo. Nos leemos pronto 🤍
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