Capítulo 30
—Mia, mi niña, estaba muy preocupada —emitió mi madre cuando entré a mi habitación.
—No te preocupes, mamá. Aiden no se pasó demasiado. ¿Cómo está Carter?
—Sus primos lo llevaron a casa. Él se negó a ir al hospital. Lo siento tanto, hija. Fue mi culpa ––murmuró con tristeza y arrepentimiento.
—No, mamá. No fue tu culpa ––la consolé, abrazándola—. No te sientas mal. Yo no te advertí. Es culpa mía solamente.
—¿Por qué Aiden hizo algo tan horrible? Él siempre es tan dulce. ¿Cómo pudo golpear así a su mejor amigo?
—No lo sé, mamá. No lo sé…
***
A la mañana siguiente estaba tendiendo las camas de las habitaciones. Cuando llegué a la de Aiden él no estaba allí. Terminé de hacer mi trabajo y cuando estaba a punto de irme él apareció.
—Te he buscado por toda la casa —se quejó.
—Pues aquí estoy. ¿Qué es tan urgente como para que me hayas buscado por toda la casa?
—Esto.
Me enseñó la pantalla de su celular, la cual mostraba una publicación de algún sitio de noticias. Tomé el teléfono entre mis manos para observar con detenimiento la imagen. Al ver de qué se trataba, mis rodillas fallaron y caí sentada en la cama recién tendida.
—Ese hombre… ––pronuncié casi inaudible, aún con la vista en la foto de la pantalla.
—Estaba en busca y captura por asesinato y violación. Mató a cuatro niñas después de violarlas. La mayor de ellas tenía 11 años.
—No lo puedo creer… —musité, sintiendo mis ojos humedecerse.
—Le hicimos un favor al mundo, Mia. Ese tipo no merecía seguir respirando.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla.
Aiden se sentó a mi lado y me rodeó por los hombros de forma alentadora. Ninguno de los dos emitió sonido alguno. Él quería respetar mi silencio y yo simplemente continuaba procesando la información.
Aquel hombre era un violador. Asesinó a cuatro niñas inocentes.
Esas niñas…
Deben haber sufrido tanto…
Ese dolor de ellas… lo siento como si fuera mío…
Cualquier rastro de arrepentimiento o culpa se esfumó.
Me alegro de haber podido hacer justicia por alguien…
—Gracias por mostrarme esto, Aiden ––emití poniéndome de pie, siendo seguida por él.
—¿Te sientes mejor?
—Mucho mejor.
Hubo unos segundos de silencio.
—Mia, yo… iré a ver a Carter. Quiero disculparme con él.
—Iré contigo —me ofrecí porque también necesitaba verlo y saber cómo estaba en todos los sentidos...
—Espero que pueda perdonarme —murmuró.
—Carter es una excelente persona, pero lo que le hiciste no es nada fácil de perdonar.
—Lo sé —musitó como niñito regañado.
—Qué bueno que estás consciente de ello porque podrías estar a punto de perder a tu mejor amigo por una estupidez ––le reclamé un poquito subida de tono.
—¿Por qué tengo la sensación de que me estás sermoneando?
—Tal vez porque lo estoy haciendo. Te perdoné el susto que me hiciste pasar, pero partirle la cara a Carter… no sé si eso lo llegue a perdonar por completo algún día. ¿Por qué tuviste que descontrolarte así? ¿Por qué llegar a ese extremo?
—¿En serio me preguntas eso, Mia? ¿Por qué ocultaste que estabas saliendo con él?
Su pregunta me chocó un poco.
—Tenía miedo... —murmuré con la mirada en el suelo.
—¿De qué? —insistió.
Lo pensé antes de responder, pero ocultar las razones ahora no tenía mucho sentido.
—De... tu reacción…
—Entonces, ya sabes la respuesta a tu pregunta —me espetó.
—Nunca te vi tan fuera de ti —dije en voz baja, rememorando la escena de la noche anterior—. Tenía el presentimiento de que podrías enojarte, pero golpear a Carter… No tenías motivos para hacer eso.
—¡Lo hice por ti! ––gritó, fuera de control.
Tragué en seco.
Él me daba un poco de miedo cuando se ponía así.
—Cálmate.
—No me pidas que me calme —gruñó—. Tú empezaste a hacer preguntas, así que ahora ¡no me pidas calma!
Aiden comenzó a caminar de un lado a otro como si fuera un animal enjaulado.
—¿Por qué te transformas de esa manera?
Esa era una pregunta que atormentaba mi mente desde hace mucho tiempo. Él me había demostrado varias veces que podía ser divertido y agradable, pero se volvía otro cuando estaba... celoso.
—Siempre supe que tenerte sería difícil —emitió, ignorando mi interrogante—, desde el primer momento que te vi, pero me esforcé para llegar a ti. Intenté cambiar, Mia. Ser una mejor persona. ––Él se sentó en su cama colocando los codos en sus rodillas mientras miraba el suelo. Yo me limité a observarlo mientras escuchaba su explicación—. Al inicio todo fue… ––se rascó la nuca, como si intentara buscar un buen argumento––…un capricho, pero todo cambió después.
—¿Quieres decir que ya no soy uno de tus caprichos? ––lo cuestioné con cierto aire de burla e incredulidad, cruzándome de brazos—. ¿Qué soy ahora? ¿Tu juguete? ¿Tu obsesión enferma?
Él se puso de pie como si sus piernas fueran resortes y a la velocidad de un rayo se abalanzó sobre mí, sujetándome por los hombros.
—Tú no eres una obsesión, Mia. Ya no ––aseguró con sus ojos clavados en los míos.
Parecía sincero, pero eso ya no importaba.
—Heriste a Carter. Eso es lo único que debería importarte ahora ––zanjé, tomando sus muñecas y apartando sus manos de mis hombros.
Luego di media vuelta para dirigirme a la puerta. Cuando estaba llegando a ella sentí cómo Aiden agarró con fuerza mi muñeca, obligándome a voltearme y empujándome bruscamente contra la pared de una forma un tanto dolorosa.
—Cuando supe que estabas con Carter… ––Él tenía su torso completamente unido al mío y sus antebrazos estaban sobre la pared—. Que él y tú… —dijo en un murmullo.
Al parecer, su ataque de furia y agresividad había pasado porque no se atrevía a mirarme a los ojos siquiera.
—Sabía que si estabas con un chico como él... te perdería para siempre. Sabía que nunca podría llegar a ti. ––Colocó su frente sobre la mía mientras mantenía sus ojos cerrados—. Tal vez mi forma de reaccionar no fue la mejor, pero es la única forma que conozco de defenderme. ––Se separó de mí, mirándome nuevamente.
Su mirada había perdido ese aire dulce, suave y sosegado. Estaba a la defensiva otra vez.
—Aiden…
—Si vas a volver a decir que eres una obsesión para mí, mejor no digas nada, Mia. ––Su voz denotaba cierto enojo. Se alejó completamente, dándome el espacio que necesitaba. Su cercanía me producía sensaciones que prefería olvidar—. Por una maldita vez siento algo verdadero y todo se complica. Por eso es que nuca quise saber nada de sentimientos. Solo quería sexo y punto. Al principio eras eso para mí: una chica linda que me quería follar, pero todo eso se fue a la mierda. ––Llevó sus manos a su nuca en un gesto de frustración—. Todo se complicó…
—Yo… no sé qué decirte… —balbuceé como idiota.
—Di que me crees. No eres una obsesión, Mia. Me gustas. Mucho. Tal vez demasiado para mi bien y el tuyo.
—Creo que… tus sentimientos son demasiado fuertes. No puedes manejarlos —opiné.
—Ayúdame, entonces.
Comenzó a acercarse otra vez.
—Aiden —gruñí a modo de advertencia—. Yo estoy con Carter ––balbuceé con la mirada en el suelo.
Él tomó mi barbilla, obligándome a mirarlo mientras sujetaba mi brazo para impedir que huyera como hacía siempre.
—Estás con él, pero no lo quieres —emitió, muy convencido de sus palabras—. No entiendo el motivo por el cual estás con él. Tal vez para probarte algo a ti misma.
—Te equivocas —aseguré, aunque muy en el fondo sabía que no estaba tan segura como intentaba sonar—. Carter es un gran chico y yo le tengo mucho cariño.
—Exacto. ¿Qué persona siente por su pareja cariño? ––preguntó con cierta burla—. Uno siente deseo, pasión, amor, un sentimiento tan profundo que te desgarra el alma, pero no "cariño".
Tragué grueso fijando la vista en el suelo otra vez, nerviosa e incómoda. Sus palabras me llegaron a lo más profundo. Yo no sentía nada de eso por Carter, sin embargo, en ocasiones Aiden…
—Mírame a los ojos, Mia. Mírame y dime que sientes todo eso por Carter.
—Yo… ––Mi mirada esquiva y mi tono balbuceante estaban delatando todas mis inseguridades.
—Mírame ––ordenó, intensificando su agarre.
Finalmente encontré el coraje para sostener su verde y penetrante mirada.
—Yo no tengo por qué hablar de mis sentimientos contigo ––solté a la defensiva, liberándome de un tirón.
Cuando me giré él me obligó a mirarlo nuevamente mientras me hacía retroceder sujetando mis brazos hasta que mi espalda tocó la pared. Al hacerlo, retuvo fuertemente mis muñecas a ambos lados de mi cara.
—¿Por qué huyes? Si tanto lo quieres, solo dilo.
—No tengo que decirte nada a ti —mascullé.
—¿Por qué estás a la defensiva? ¿Tienes miedo de que descubra lo que estoy cansado de saber? ––habló muy cerca de mi oído, haciendo que por mi cuerpo viajara un escalofrío, pero esta vez era diferente. Era una sensación nueva, algo que no había sentido nunca...
—Dime una cosa, Mia. ¿Qué es lo que sientes por mí? ¿Deseo? ¿Pasión? ¿Lujuria?
—En estos precisos instantes: asco.
—En esta habitación solo estamos tú y yo. Con esa respuesta solo te engañas a ti misma porque yo sé que estás mintiendo.
No sé cómo, pero sé que estaba sonriendo con suficiencia y seguridad. El roce de su nariz sobre la piel de mi rostro, mi oído y mi cuello estaba generando sensaciones... diferentes... Sentía cómo respiraba cerca de mí, cómo inhalaba mi olor.
—No miento ––dije con la voz ligeramente entrecortada. Mi piel estaba completamente erizada y mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho.
—Sí mientes ––aseguró, escrutando mi rostro––. Tú también has cambiado. Antes tenías esa mirada extraña, como si estuvieras aterrada, pero ya no. Ahora me miras de la forma a la que estoy acostumbrado. Tus ojos reflejan deseo. Tal vez no me quieras, pero sientes algo. Tú también quieres esto.
No podía permitir que continuara hablando porque a cada palabra que salía de su boca, todo parecía más real.
—Ya cállate, Aiden. Tu egolatría no conoce límites ––escupí, desviando la mirada y provocando una sonrisa de suficiencia en su rostro.
—¿Esa es tu forma de evadirme? ––preguntó a escasos milímetros de mi boca, burlesco—. Puedo escuchar tus latidos —comentó, socarrón.
Mierda.
Sabía que me iban a delatar.
—¿Y sabes qué confirma lo que creo?
Ante sus palabras mis ojos buscaron los suyos, curiosos y expectantes, pero a la vez temerosos. No tenía idea de qué lo hacía estar tan seguro. Además, su extrema e innecesaria cercanía no ayudaba en lo absoluto. Solo hacía que mi estado empeorara...
—No me has pedido ni una sola vez que te suelte.
Era cierto.
Por mi mente no pasó en ningún momento pedirle que se alejara.
—Antes me repetías todo el tiempo que me apartara, pero ahora no. ––Sus labios continuaban a centímetros de los míos, así que giré el rostro para evitar que hiciera lo que pensaba que haría porque, de ser así, no estaba segura de poder apartarlo.
—Aiden... Soy la novia de tu mejor amigo. Respétame en nombre de eso. ––Mi mirada estaba fija en el suelo (¡otra vez!).
—Siempre te ha gustado huir ––emitió, alejándose de mí. Yo me separé un poco de la pared, mirándolo cautelosa y suspicazmente—. Y a mí siempre me ha gustado perseguirte ––añadió con una media sonrisa.
Yo tragué en seco al escucharlo.
Esas palabras encerraban una promesa.
Algo me decía que no se quedaría de brazos cruzados.
Y eso no es lo peor. Lo peor es la confusión en mi mente. Ya no estoy segura de lo que quiero. Ya no estoy segura de lo que siento. Ya no estoy segura de nada relacionado con Aiden...
Debía alejarme inmediatamente.
Tomé el picaporte y lo giré para marcharme. Cuando estaba a punto de salir él dijo:
—Si no encuentras la ropa que estabas usando anoche, no te preocupes.
—¿De qué hablas ahora? ––pregunté, confundida y ceñuda.
—Yo la tomé. Espero que no le tuvieras mucho cariño porque la quemé.
Cerré la puerta para luego cruzarme de brazos mientras lo miraba de forma inquisitiva.
—Debía deshacerme de cualquier cosa que pudiera incriminarnos —se encogió de hombros—. Quemé tu ropa, la mía. Incluso me deshice del auto que llevaba anoche.
—¿Qué?
—Me estrellé contra un árbol esta mañana debido a la nieve en la carretera. Luego el auto explotó. Fue un accidente no muy accidental.
—Aiden, ¡¿estás loco?! ¡Cómo vas a simular un accidente! ––lo sermoneé.
—No te preocupes. No era el único que tenía. ––Su tono denotaba despreocupación e incluso diversión.
—No es eso… ––murmuré, fijando la vista en el suelo por enésima vez.
—Me alegra saber que te preocupas por mí.
Al escucharlo, mis ojos buscaron su rostro.
Su expresión era tan sincera y genuina. Sus ojos verdes se veían tan profundos. Sus facciones no delataban un ápice de burla o diversión. Parecía calmado y ecuánime. Reflejaba una emoción verdadera, pero no sabría definir cuál.
No quería comentar nada con respecto a lo que dijo y, como la cobarde que soy, di media vuelta, tomé la manija de la puerta, la giré y me fui.
Prefería el desprecio y la repulsión que sentía antes. Al menos eso era algo a lo cual estaba acostumbrada y que sabía manejar.
No me gustaba esta sensación de confusión e inseguridad que él despertaba en mí últimamente.
Estar con Carter, lejos de hacer que me enamorara, lo que hizo fue provocar que me diera cuenta de algo que intento reprimir con todas mis fuerzas, pero que no puedo seguir negando:
Aiden me gusta.
Sé que tiene muchos defectos y sus actitudes son pésimas, pero por alguna razón que escapa a mi entendimiento terminó gustándome.
NOTA: Bueeeenasss!!!
Cómo andan?
Cómo está todo?
Cómo los trata la vida?
Cómo está la familia?
Yo?? Pues aquí, no me he muerto todavía.
Qué opinan del cap??
Entonces Mia...
A Mia West le gusta Aiden Thunder, repito, a Mia West le gusta Aiden Thunder, no es un simulacro... XD
Buaanoo, ahora en serio...
Ya ella concientizó que siente algo por él, porque anteriormente no era que no lo supiera, sino que se lo negaba a sí misma para no complicarse la vida porque Aiden es... a ver, eh... yo lo quiero mucho... pero hay que admitir que el chaval a veces estresa (cuanto mínimo).
Ya veremos qué pasa ahora...
Espero que les haya gustado.
Ah, por cierto, casi se me olvida por estar en la bobería... Comencé a publicar una nueva historia. Se llama Relación Mortal. Aviso que es MUUUYYYYYYY diferente a esta, pero bueno, pueden ir a mi perfil a curiosear un poco, con suerte les gusta :).
Bueno, ahora sí todo está dicho.
Sin más preámbulos, me largo.
Hasta el siguiente cap.
'Ta luego.
Ig: daia_marlin
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