Capítulo 28

24 de diciembre.

Nochebuena.

Todos aman esta fecha.

La cena familiar, el árbol, la decoración, los muñecos de nieve, el ambiente cálido y acogedor…

La mansión tenía una chispa especial que nunca había visto.

La presencia de tanta gente querida era absolutamente mágica.

Ya era de noche y la cena estaba a punto de comenzar.

Al salir a la zona de la piscina, vi a alguien parado frente a ella.

Era un chico, el cual no pude observar con claridad, puesto que estaba de espalda y, aunque alrededor de la piscina había pequeñas lámparas, la iluminación no era suficiente.

—Disculpa, ¿tú quién eres? ––pregunté cautelosamente a una distancia prudencial del desconocido.

Él dio media vuelta.

Era muy alto. Traía dos pequeños aretes negros en sus orejas. Su despeinado cabello era negro azabache y su piel sumamente pálida.

—Tú debes de ser Mia.

—Ya sé quién soy, pero, ¿tú quién eres? ––le solté, un poquito descortés.

—Soy Papá Noel.

—Ja ja ja. No me causa gracia ––gruñí con sarcasmo.

—Esta casa está plagada de seguridad. ¿Crees que me colé para matarlos? Obviamente estoy invitado.

El chico comenzó a acercarse permitiéndome verlo mejor. Era muy atractivo. Tenía unos hermosos ojos grises. Traía las manos en sus bolsillos y caminaba con una despreocupación absoluta.

—¡Logan! ––escuché exclamar a alguien desde la casa—. Al fin te encuentro.

—¿Qué pasa, Carter?

Aquí todos (excepto yo, claro) saben quiénes son los demás.

—Mia, él es mi primo Logan. Es el hermano mayor de Millie ––lo presentó.

—Ya la chica y yo nos estábamos conociendo ––comentó el tal Logan.

Tenía una media sonrisa de diversión en su cara. Me pregunto si siempre sería así.

—Bueno, yo voy entrando ––dijo, alejándose hasta entrar en la cocina y desaparecer.

—Entremos ––le sugerí a Carter.

Estábamos a un metro de entrar en la cocina cuando me tomó del brazo, haciéndome girar y depositando un casto beso en mis labios.

—Últimamente estás un poco distante ––comentó con las manos en mi cintura.

—No, es tu imaginación. Estoy igual que siempre.

—¿Hice algo que te molestó? ––preguntó, preocupado.

—Para nada.

Luego tomé su rostro entre mis manos y comencé a besarlo.

He pensado que tal vez no he estado el tiempo suficiente con él. El amor no nace de la noche a la mañana. Con el tiempo aprenderé a quererlo y comenzaré a sentir deseo por él.

De repente, escuché una expresión de asombro un poco exagerada.

Al abrir los ojos y separar mis labios de los de Carter, vi quién era.

Mi madre.

Rápidamente me alejé de Carter.

—Mi niña tiene novio ––murmuró con las manos unidas, como si estuviera rezando.

En ese preciso instante quise morir.

—Mamá, por favor ––mascullé, mirándola con los ojos muy abiertos.

—Entren. Se van a congelar ahí fuera. ––Nos tomó a ambos del brazo haciéndonos pasar a la cocina.

—¿Hace cuánto están juntos? ––indagó sin disimular su entusiasmo.

—Pues… ––Carter lucía nervioso y sin saber qué decir.

—Mamá, no hagas un drama de esto, ¿sí?

—No hago drama. Simplemente estoy feliz. ¡Mi niña ya es una mujer! Por cierto, ¿se están protegiendo?

—¡Mamá!

¿Por qué siempre me preguntan eso?

—Ok. Ya me callo. ¡Qué felicidad! ––chilló, saliendo de la cocina en dirección al comedor.

Qué vergüenza.

—No te preocupes ––dijo Carter sonriendo—. Todas las madres son así.

—Es un alivio saberlo.

Él se limitó a sonreír y luego me abrazó.

*

Ya era hora de la cena.

Todos estábamos sentados en la mesa y cuando estuvo servido comenzamos a comer.

Todo avanzaba muy bien: los invitados reían, conversaban y disfrutaban de la compañía degustando la deliciosa comida preparada por Sue.

—Esta ha sido la mejor celebración que hemos tenido en mucho tiempo ––admitió el señor Thunder.

—Es una pena que April no haya podido venir ––lamentó Sue con cierta tristeza.

—Dijo que sentía no poder haber venido, que les envía un beso a todos y les desea felices fiestas ––comunicó el señor Thunder—. ¿Y cómo la han pasado  los nuevos miembros de la familia? ––preguntó, dirigiéndose a mi madre y a mí.

—Estoy muy feliz, señor. Hacía mucho tiempo que no pasábamos Nochebuena con tantas personas. Además, me enteré de que Mia y Carter son novios. ¿Qué más le puedo pedir a la vida?

—Mia y Carter… son, ¿qué? ––articuló Aiden muy despacio, como si estuviera procesando un código maligno que le hacía ruido en el sistema, y colocando las manos sobre la mesa se puso en pie con la misma lentitud que pronunció.

Oh, oh.

—Aiden, cálmate ––le pidió Carter, poniéndose de pie también mientras Aiden rodeaba la mesa para llegar hasta él.

—Tú… ¿estás con Mia? ––gruñó Aiden a pocos metros de Carter, fulminándolo con la mirada.

—Nosotros… ––balbuceó, nervioso.

—Sabías que estaba interesado ¡y aun así decidiste follártela! ¡¡Hijo de puta!! ––bramó Aiden, abalanzándose sobre Carter y empujándolo hasta que cayó al suelo. Se colocó a horcajadas sobre él y comenzó a golpearlo.

Aiden lanzaba puñetazos a gran velocidad y estos impactaban con fuerza en el rostro de Carter.

—¡Aiden, basta! ––chillé, horrorizada.

Nunca lo había visto tan molesto. Una rabia salvaje y primitiva emanaba de él. Por otra parte, el chico que estaba siendo golpeado no hacía el más mínimo intento por defenderse.

—¡Eres un maldito, Carter! ––le gritó mientras un puñetazo impactaba en su pómulo haciéndolo escupir un poco de sangre que manchó su rostro y, en menor cantidad, el piso.

Sue y mi madre llevaron a Elliot a su habitación apresuradamente. Aquella escena no debía ser presenciada por un niño.

Vanessa miraba todo desde su silla con total indiferencia. A ella le importaba bien poco si Carter acababa en el hospital.

El resto estábamos de pie alrededor de la pelea intentando hacer que Aiden entrara en razón pidiéndole que se detuviera, pero no lo hizo.

—¡Aiden, detente! ––ordenó el señor Thunder, severo; pero como era de esperarse, su hijo lo ignoró.

Si alguien intentaba separarlos, probablemente acabaría peor que Carter, el cual ya tenía el rostro terriblemente lastimado y ensangrentado.

—¡Aiden, por favor, detente! ––le imploré, completamente desesperada—. ¡Él es tu mejor amigo!

—¡Él no es mi amigo! ¡¡¡Es un bastardo traidor!!! ––Creo que mis palabras habían acrecentado su rabia.

—Qué gran bienvenida ––escuché decir a Logan. Él se estaba divirtiendo, no le importaba que fuese la cara de su primo la que estaban desfigurando.

—No fue su culpa, Aiden. Yo lo provoqué ––solté en un intento desesperado por proteger a Carter de aquel Aiden agresivo y descontrolado.

Al salir esas palabras de mi boca, el puño que estaba a punto de estrellarse contra la mejilla de Carter se detuvo.

Aiden giró su cabeza lentamente y depositó su verde y encolerizada mirada sobre mí, como si estuviera procesando la veracidad de lo que había escuchado. Luego soltó el cuello de la camisa de Carter, el cual quedó irreconocible, y se puso en pie para avanzar en mi dirección.

Mi corazón latía apresuradamente. Tenía miedo de lo que Aiden fuera capaz de hacer. No creo que se atreviera a golpearme, pero aun así estaba aterrada. Él conocía formas más efectivas de hacerme sufrir.

—Todo es culpa tuya ––masculló, mirándome a los ojos. Ahora su enfado estaba dirigido hacia mí.

Me agarró con fuerza del brazo, obligándome a caminar tras él.

—¡Que nadie me siga! ––dictaminó, firme e iracundo.

Avanzó dando firmes y enormes zancadas forzándome a seguirle el paso. Su agarre era fuerte y doloroso, pero no me atreví a protestar. No quería empeorar la situación.

Fuimos hasta su auto. Él abrió la puerta del copiloto y me empujó dentro.

—No te atrevas a salir ––me ordenó con la amenaza implícita en sus ojos. Después tiró sonoramente la puerta. Dio la vuelta, entró y empezó a conducir.

Comenzamos a alejarnos de la mansión.

—¿A dónde vamos? ––pregunté en voz baja y temblorosa.

Él se mantuvo callado con los ojos fijos en la carretera.

Sus nudillos estaban blancos debido a la fuerza que aplicaba para apretar el volante.

Desconocía por completo el rumbo que estábamos tomando y eso me preocupaba. Aiden cuando se enfadaba se volvía otra persona.

La calle estaba prácticamente desierta debido a la fecha.

Los copos de nieve caían despacio sobre el parabrisas, transmitiendo una tranquilidad desacorde a la situación.

—¿Aiden? ––musité.

Al parecer, mi voz le molestó porque aceleró bruscamente haciéndome chocar con el espaldar de mi asiento.

Cada vez presionaba más el acelerador y movía el volante hacia ambos lados con bruscos movimientos.

—Aiden, detente ––le pedí––. ¡Vas a provocar un accidente!

Él me ignoró.

Continuaba moviendo el volante y acelerando como si fuera un demente y, por si fuera poco, la incipiente nevada que caía sobre la carretera no ayudaba.

El auto giraba y volvía a enderezarse.

La adrenalina y el terror hacían latir mi corazón con fuerza.

—¡¡Aiden, detente, por favor!! ––imploré, presa del pánico, intentando mantener el equilibrio apoyándome en la ventana y en el asiento.

Él sonreía de una forma escalofriante mientras pasaba su lengua por su labio superior.

Era asqueroso y repulsivo.

Cuando volví a poner los ojos en la carretera vi que Aiden aceleraba directamente hacia un camión de carga que salió de la nada.

Íbamos a impactar directo contra él.

—¡¡¡Aiden!!!

En el último instante giró bruscamente el volante evitando el choque. Continuaba sonriendo de esa manera enferma.

—Estás loco ––dije con la respiración agitada.

—Aún no has visto nada.

Finalmente llegamos al lugar de destino.

Aiden salió del auto y lo rodeó. Luego abrió mi puerta, agarrándome del brazo y forzándome a salir.

Estábamos en una especie de mirador, pero no había ningún muro que proporcionara seguridad. Se veía toda la ciudad.

—Yo que pensé que había mejorado… que estaba comenzando a cambiar ––murmuró, avanzando lentamente mientras me seguía sujetando por el brazo—. Fui tan imbécil. Pensé que te gustaba, pero no. Jugaste con mis sentimientos, Mia. Mientras yo me hacía ilusiones como un idiota, ¡tú te follabas a mi mejor amigo! ––rugió, encolerizado, empujándome hacia el barranco.

Lo único que evitaba que cayera era que Aiden sujetaba mi muñeca. Mi vida estaba en sus manos. En el segundo que él quisiera rodaría por el barranco y, aunque había nieve en el fondo, no creo que fuera suficiente para evitar lo terrible de la caída.

Estaba muerta de miedo.

—Aiden, no estás pensando con claridad ––hice un esfuerzo por hablar serena y pausadamente, intentando hacerlo entrar en razón.

—¿Me estás diciendo loco? Creo que deberías volver a mirar quién está de cada lado.

—Yo no me acosté con Carter.

—Y ahí voy yo de idiota y me lo creo.

—¡Es verdad! ––aseguré, desesperada—. No me sueltes, por favor ––supliqué.

—Dame un buen motivo para no hacerlo.

—Tú no eres un criminal ––quise apelar.

—No me importaría convertirme en uno ––terció.

—No sé qué motivo darte, solo... te lo pido. Por favor… ––murmuré esa última frase.

Él hundió ligeramente el entrecejo en un gesto pensativo mientras depositaba la mirada en el suelo y luego en mí nuevamente.

De pronto me dio un brusco tirón, estampándome contra el auto.

—Entra, nos vamos ––me ordenó.

—No quiero regresar contigo ––tercié.

—¡Que entres, maldita sea! ––gritó, lanzando una roca contra la ventana de la parte trasera del auto que estaba junto a mí. El fuerte impacto hizo que el vidrio se quebrara completamente haciendo un estruendo que me hizo dar un respingo.

Por un segundo pensé que me la lanzaría.

Para evitar que se pusiera más violento, obedecí su orden.

Ambos entramos al auto y él comenzó a conducir.

—No sabía que eras tan demente ––le espeté después de un rato.

—Ni yo que eras tan puta ––escupió.

—¡Yo no me acosté con Carter! ¡No tienes una idea de lo que he pasado, así que en tu asquerosa vida vuelvas a llamarme puta! ––exploté.

—No te creo.

—Si es así, no hay necesidad de respirar el mismo aire. ––Al decir eso, abrí la puerta del auto y me lancé.

—¡Mia! ––escuché gritar a Aiden.

Al caer, rodé sobre el pavimento a gran velocidad. Después me puse en pie con dificultad debido al fuerte impacto que recibí en la cadera, en el hombro y en el brazo al caer. Además, me había hecho rasguños y moretones al rodar hasta la orilla de la carretera.

Aiden detuvo el auto a varios metros y comencé a correr lo más rápido que mi cuerpo lastimado me permitió. 

Al mirar hacia atrás, no lo vi persiguiéndome, así que comencé a caminar sin rumbo fijo. Lo único que quería era estar lejos de él.

Entré en un callejón muy poco iluminado.

Cuando estaba llegando al final apareció un hombre.

—¿Qué hace por aquí una niña tan bonita en esta noche tan solita? ––canturreó a pocos metros de mí.

Estaba borracho.

Comencé a retroceder lentamente.

Me giré con la intención de salir corriendo, pero él ya estaba detrás de mí agarrándome del cabello para luego empujarme contra uno de los muros del callejón.

—¡Suéltame, maldito borracho! ––chillé, forcejeando para liberarme.

Él era muy alto y fuerte y, a pesar de estar ebrio, no cedió.

—Qué sucia la boquita de la niña bonita. ––Su aliento olía a alcohol y me provocaba náuseas.

—¡Suéltame! ¡¡¡Ayuda!!! ––grité como si mi vida dependiera de ello.

Él tapó mi boca rápidamente para evitar que llamara la atención. Con su otra mano sujetó las mías. Pegó su tronco completamente al mío y comenzó besar mi cuello.

Sentí cierta dureza en mi estómago.

Intenté gritar, pero su enorme mano ahogaba cualquier sonido.

En el momento que destapó mi boca para bajar su cremallera se separó un poco de mí.

Vi ese instante como una oportunidad que debía ser aprovechada para escapar.

Tan fuerte como pude lo pateé en la entrepierna.

Él se apartó un poco llevándose las manos a la zona golpeada.

Quería salir corriendo, pero mis piernas no respondían. El miedo me había dejado paralizada.

—Maldita perra ––gruñó, enfadado.

En el momento en que se iba a abalanzar nuevamente sobre mí estiré mi brazo frenéticamente hacia el bote de basura que estaba justo a mi lado hasta que alcancé a tocar algo y lo agarré con firmeza y determinación, como si fuera mi tabla de salvación.

Ya estaba harta de huir, de ser débil, de tener miedo, de ser la víctima, de llorar…

Al segundo siguiente, el hombre estaba tirado en el suelo, inerte.

Con el cuello de una botella rota y un veloz e inesperado movimiento había rajado de lado a lado la garganta de aquel hombre en ese oscuro y solitario callejón.









NOTA: Heeyyy!!! Quiiiubole!! Cómo stán?!
A ver...
En este capítulo ocurrieron una considerable cantidad de cosas, así que voy por partes.
Para empezar: Logan... Me encanta cuando llega un personaje nuevo.
Ya veremos su relevancia en la historia más adelante.
Continuamos: cuando Aiden se entera...
Ay, señora West...tuvo que hablar, mija...
Pero bueno, ya era hora de que Aiden supiera.
Aunque su reacción fue... ¡BUM!
Espero que Carter esté bien :'(
Y no solo fue su reacción con Carter, sino también con Mia.
Casi la tira por el barranco...
Con respecto al final: sin comentarios :)
Espero que hayan disfrutado este cap.
Hasta el próximo.
See you.

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