Capítulo 18

—Chicos, el momento es muy bonito, pero todo esto me ha dado mucha hambre. ¡¿Quién quiere comer?! ––gritó Millie, rompiendo la emoción de aquel instante.

Sam y yo concluimos nuestro abrazo, pero fuimos hasta la casa con el brazo de una rodeando el cuello de la otra.

Durante la caminata los demás se adelantaron lo suficiente como para no escuchar lo que decíamos.

—Te pusiste muy sensible allá arriba ––comentó Sam, rememorando mis palabras en el acantilado—. Las situaciones extremas sacan tu lado sentimental. Debería estar al borde de la muerte más a menudo ––bromeó.

—¡Sam! ––la reprendí—. No digas eso ni de broma. ––Ella sonrió.

Me alegra que vuelva a ser la de siempre.

*

Después de una agradable y deliciosa cena grupal fui al baño de mi habitación para cepillar mis dientes.

Más tarde fui a visitar a Sam en su dormitorio. Cuando estaba doblando el pasillo que me guiaba a mi destino vi a Aiden y a Sam parados frente a la habitación de esta última. Estaban abrazados.

—Te extrañé ––lo escuché decir.

—Y yo a ti. ––Se separaron un poco para verse a los ojos. Él acariciaba el rostro de ella.

—Perdóname…

—No te guardo rencor, aunque tus motivos me dan curiosidad. ¿Por qué lo hiciste? ––Como respuesta a su interrogante lo que Sam obtuvo fue silencio.

—Está bien. No tienes que contarme… ––Él la volvió a abrazar.

Después de unos minutos él se despidió para luego marcharse. Sam entró a su dormitorio.

Recorrí el pasillo y toqué su puerta.

—Mia ––murmuró Sam, ligeramente sorprendida al abrir la puerta.

—¿Puedo pasar?

—Claro.

Al entrar, fui hasta su cama y me senté en ella mientras Sam cerraba la puerta.

—Debes estar exhausta ––comenté para que no estuviéramos en un silencio incómodo. Ella caminó hasta la cama y se sentó junto a mí con las piernas cruzadas y recargada de sus codos.

—La verdad es que después de caer de unos 50 metros de altura, estoy un poco cansada ––respondió, sonriente y divertida.

—Deja de bromear con eso, Sam. Tuviste suerte de no golpear una roca o algo así. Pudiste haber muerto.

—La gente se preocupa demasiado por la muerte. Yo no tengo miedo de morir ––dijo con la mirada perdida.

—Sam.

—¿Sí?

—Todo esto me hizo darme cuenta de cuánto valoro nuestra amistad. ––Me mostró una sonrisa dulce y sincera—. Y quería decirte... sobre…

—No tienes que explicarte, Mia. Los vi. A ti y a Carter, pero no estoy triste ni dolida. Mucho menos te odio. De hecho, los apoyo.

—¿Qué? ––Estaba sin palabras.

—Tú no eres de las que habla mucho de su vida personal, pero algo me dice que los hombres te han hecho sufrir. Espero que algún día nuestra amistad sea lo suficientemente sólida y sientas confianza para contarme. A lo que quiero llegar es a que mereces un chico como Carter y Carter merece una chica como tú.

—Pero… tú estabas…

—No te negaré que estaba perdidamente enamorada de ese idiota, pero él de mí no. Además está Dave. Y lo más importante es que no soy tan egoísta como para negarte la oportunidad de intentarlo solo porque él me gustó en su momento.

—Sam, si tú aún estás…

—No. Es cierto que lo quise mucho, pero ya no más. ––Al escuchar eso, la miré dubitativa, casi escéptica—. Es en serio ––aseguró, sonriendo. Luego se puso seria, tomó mi mano y me miró directamente a los ojos—. Te lo juro.

No sabía si creerle. Por lo que me contó durante todo este tiempo su sentimiento hacia él era muy fuerte, pero sus palabras y expresiones eran muy convincentes. Parecía tan sincera.

—Espero que sean muy felices, pero si no me invitan a que sea la madrina en la boda me voy a molestar ––bromeó.

—Eso es absurdo, Sam. ––Ella sonrió ante mi comentario—. Ni siquiera sé si me gusta y ya estás hablando de boda.

Después de unos segundos de silencio ella se acostó completamente en la cama. Miraba el techo cuando una genuina sonrisa se asomó en sus labios.

—¿A qué se debe tu felicidad? ––pregunté con curiosidad.

—Aiden ––respondió.

—¿Aiden?

—¿Recuerdas que te dije que fuimos amigos durante nuestra infancia y que un día él simplemente me apartó?

—Sí.

—Pues, al parecer, quiere retomar nuestra amistad. Estoy muy feliz. A pesar de que es un imbécil, lo he extrañado mucho. Es increíble que las personas deban estar a punto de perder a sus seres queridos para darse cuenta de cuánto los necesitan en sus vidas.

—Es cierto.

—Lo que si me tiene muy curiosa es la causa por la que dejó de hablarme. Supongo que sea de peso, él no es alguien que hace las cosas sin motivo. Pero bueno, el punto es que estoy muy contenta. Él es el hermano que nunca tuve y, aunque la adolescencia lo haya vuelto un idiota y un caliente, espero recuperar a mi amigo. ––Su voz sonaba tan feliz y esperanzada.

Es hermoso ver cómo ama a Aiden a pesar de todos sus defectos. Yo también espero que estar cerca de Sam lo ayude a ser mejor persona. Por ahora, el hecho de que la haya hecho sonreír así, ya es suficiente para mí.

**

Después de un largo rato hablando con Sam acerca de diversos temas, entre ellos Dave, (me enteré de cosas que hubiese preferido no saber) fui hacia mi habitación.

Al entrar, la luz estaba apagada, pero la puerta del balcón estaba abierta permitiendo que la luna iluminase el lugar. Pude ver una figura en la penumbra. Rápidamente presioné el interruptor para ver quién era.

—Aiden ––pronuncié el nombre de mi visitante.

—Hola.

—¿Qué haces aquí?

—Yo… vine a pedirte perdón por... lo de anoche… ––Él se encontraba de pie cerca del balcón con la mirada en el suelo.

—Eso ya lo hiciste y no, no te disculpo. ––Me miró, desilusionado.

—Sé que no es justificación, pero fue un impulso. Sé que fue tonto, infantil, vengativo e incluso egoísta.

—Tienes razón, no es justificación ––lo interrumpí, cruzándome de brazos.

—Nunca había sentido esto, Mia. Terminé con Millie por ti.

—Millie, Vanessa, Daphne… quién sabe cuántas más.

—Eso es parte de mi pasado. Te lo dije: nunca sentí lo que siento ahora. ––Comenzó a dar pequeños pasos en mi dirección.

—No te me acerques ––le advertí entre dientes.

—Está bien. ––Se detuvo levantando ligeramente las manos—. Yo… solo quería… no lo sé... vengarme. Cuando estaba en la sala Millie se mostró tan vulnerable… nunca la había visto así, pero me mantuve firme en mi decisión. No quiero estar con ella ni con nadie más. Solo quiero estar… contigo.

No te creo.

Mentiroso.

—Y, justo cuando te iba a decir lo que siento por ti, corres. Nunca me sentí tan rechazado, tan humillado. Tal vez suene exagerado, pero me dolió y mucho. Quería que sufrieras también.

Sus palabras me dieron náuseas.

—¿Esa es tu forma enferma de sentir? ––pregunté con repulsión.

—Estoy dispuesto a mejorar por ti, pero me niegas la oportunidad.

—¡Fingiste que me ibas a matar! ¡¿Qué clase de sentimiento es ese?! Fue la broma de peor gusto en el mundo.

—A mí me pareció divertida… ––opinó, sonriendo mientras yo lo fulminaba con la mirada—…hasta que vi que te perdería. Cuando estabas a punto de lanzarte me di cuenta de cuánto me importas y cuando estabas en mis brazos, desmayada, tan frágil, tan indefensa, supe que no quería que nadie te volviera a lastimar. No es una obsesión ni una cuestión sexual o de orgullo, Mia. Tú me importas de verdad. ––Esas últimas palabras las pronunció mirándome directamente a los ojos y, aunque sabía que no debía, me pareció tan sincero.

—Tienes razón. Fue una broma idiota, muy idiota. No medí las consecuencias de mis actos. Fui infantil. No me percaté de cuánto podría perturbarte hasta que fue muy tarde. Lo siento mucho. Me gustaría que me perdonaras, haría cualquier para que así fuera, pero entenderé si no lo haces. Desgraciadamente, en muchas ocasiones nos damos cuenta de cuánto nos importan los que nos rodean cuando ya no hay nada que hacer. ––Después de esas palabras pasó junto a mí rumbo a la puerta para marcharse y entonces yo:

—Aiden, espera. ––Él se volteó para mirarme—. No sé si te perdono, pero no te guardaré rencor. Una amiga me dijo una vez que no es algo sano. ––Su rostro se iluminó—. Y no es necesario que hagas nada por mí. Hoy hiciste más que suficiente. Salvaste la vida de Sam y eso no tiene precio. Gracias.

—Lo haría una y mil veces. Sam es muy especial para mí.

—Solo espero que no lo arruines otra vez. Esa será la mejor forma de retribuirme.

—Lo haré, pero no por ti. Lo haré porque Sam es parte de una de las mejores etapas de mi vida. Es una de las pocas personas que no se arruinaron estando cerca de mí. ––Su mirada al hablar de Sam era conmovedora. Me alegra saber que sí es capaz de amar.

—Eso sí, nunca lo vuelvas a hacer, ¿entendiste? ––bromeé, señalándolo con el dedo. Él sonrió en respuesta.

—Nunca más, lo prometo. ––Levantó su mano haciendo un juramento. Luego se volvió a poner serio—. Realmente lo siento.

—Te creo. ––Él me mostró una sonrisa casi imperceptible y después se dio la vuelta para marcharse.

—Aiden.

—¿Sí?

—¿Realmente no recuerdas dónde escuchaste el apodo por el que me llamaste? Pequeña.

—Pues no. ¿Es tan importante? Es la segunda vez que me preguntas.

—Es importante.

—Pues no recuerdo, Mia. Supongo que lo habré escuchado por ahí. Quizá en una película. Es un apodo común, ¿no?

—¿A cuántas de tus muchas novias has llamado así? ––Me crucé de brazos a la espera de su respuesta.

—A ninguna, pero yo no soy un romántico. Las llamo por sus nombres. Y no eran mis novias y tampoco eran tantas ––rebatió, sonriendo. Yo torcí los ojos, pero después se me escapó una pequeña sonrisa.

—Intenta hacer memoria ––lo presioné.

—Lo siento, no recuerdo; pero, ¿por qué es tan importante? ¿Quién te llamaba así? ––me cuestionó.

—No dije que alguien me llamara por ese apodo ––intenté defenderme.

—Es obvio que alguien te decía así. ¿Por qué si no te importaría tanto?

—Tienes razón. Había alguien...

—Era… ¿tu novio? ––Su voz sonaba débil, creo que… triste.

—No, no era mi novio. Era alguien que… conocí… hace mucho tiempo y, aunque no fue mi pareja, me marcó para siempre. Dejó una huella muy profunda en mí. Algo que hasta hoy no he podido olvidar…

—Debiste amarlo mucho… ––Su voz denotaba pesar.

—No tienes una idea de la magnitud de mis sentimientos hacia esa persona… ––Mi mirada estaba fija en el suelo mientras rememoraba…

El silencio se abrió paso.

—Bueno, ya es tarde. Buenas noches, Mia.

—Buenas noches, Aiden.

Luego de que se marchara fui a la cama a descansar. Tantas emociones en un día me habían dejado exhausta.

*

—¡Mia! ¡Mia, despierta! ––Abrí los ojos al sentir la voz y las manos de Aiden zarandeándome. Me froté los ojos y luego miré el reloj.

—Aiden, son las 3:26 de la mañana. ¿Qué es tan urgente para que me hayas despertado? Más te vale que la casa se esté quemando o algo así porque NADA es motivo para despertarme. El sueño es algo sagrado para mí. ––Aiden estaba sentado junto a mí en la cama, observando mi ataque.

—Bueno, lo siento. Recordé dónde escuché el apodo, pero ya que no es muy importante te dejo dormir. ––Se puso en pie.

—¡No, espera! ––Lo sujeté del brazo para detenerlo. Luego me senté para estar más cómoda—. ¿Dónde lo escuchaste?

—Alguien que conozco lo repetía todo el tiempo para referirse a una chica a la cual quería mucho. Él es muy cercano a mí.

—¿Quién es? ––Estaba sumamente ansiosa. Después de tanto tiempo conocería su paradero.

—Él es…

No.

Mis ojos estaban muy abiertos mirando fijamente el techo.

Mi corazón estaba acelerado.

La habitación estaba completamente oscura.

No había rastro de Aiden.

Fue un sueño.

Por primera vez quise que uno de mis sueños fuera hasta el fin y, aunque sé que los sueños no tienen base en la realidad, algo me decía que Aiden podría ayudarme, que guardaba una conexión con esa persona que tanto he esperado hallar.

¿Cuándo te veré de nuevo?









Nota de Daia M: ¡¡¡Hola!!!
¿Qué les pareció este capítulo?
Me alegra mucho que Sam y Mia estén comenzando a tener una amistad más sólida porque Mia realmente necesita apoyo y afecto en su vida.
En cuanto a los sentimientos de Aiden...creo que él tiene una forma muy particular de sentir.
Bueno, yo solo espero que les haya gustado.
Hasta el próximo capítulo.

Bye, bye.

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