Capítulo 15
El mar es, sin lugar a dudas, una de las cosas que más me fascina.
Observarlo me trae tanta paz. Me hace olvidar lo dura que es la vida.
Después de unas horas de viaje en el auto de Aiden llegamos a la casa en la playa de Millie.
Era preciosa, muy grande y confortable.
Cada uno dejó sus pertenencias en su respectiva habitación. Me hubiera gustado compartir dormitorio con Sam, pero ella prefirió dormir sola. Pensándolo bien, tal vez sea mejor así. Ella es capaz de pasarse toda la noche hablando y no dejarme dormir.
Los cinco nos encontrábamos en la sala de estar, la cual estaba conectada a la cocina. Millie estaba acostada en el sofá, Aiden y yo estábamos sentados en los sillones, al igual que Sam, la cual estaba distraída con el celular. Carter estaba guardando la comida en el refrigerador.
—Tengo mucha hambre, chicos —se quejó Millie.
—Pero si comiste hace una hora en el camino —dijo Carter.
—Pero ya tengo hambre otra vez —rebatió Millie.
—Compramos muchísima comida antes de venir —comentó Aiden.
—Sí, pero la pregunta del millón es: ¿quién va a cocinar? —dijo la pelirroja con misterio.
—¡Yo no! —dijimos Sam, Aiden, Millie y yo al unísono. Carter nos miró con los ojos entornados y todos le mostramos una sonrisa de inocencia, como cuando la madre pregunta quién rompió el florero y nadie sabe nada.
—No se preocupen. De cualquier forma iba a cocinar yo. Soy el único que sabe hacerlo. —Millie fue rápidamente hacia él y le dio un abrazo exagerado.
—Es por eso que te amo.
—Eres una interesada.
—Oh, vamos, Carter. Sabes que eres mi primo favorito.
—Soy tu único primo.
Puse los ojos en blanco ante su conversación. Luego me fijé en Sam. Estaba muy callada, lo cual no era propio de ella. Me acerqué para hablarle.
—¿Vas a estar toda la noche con la nariz metida en ese celular?
—Solo hasta que esté la cena.
—¿Con quién hablas?
—Con Dave.
¿Dave? ¿Quién es Dave?
Rápido, Mia. Acuérdate antes de que se dé cuenta.
—No te acuerdas de él, ¿verdad? —Puse mi mejor expresión de disculpas.
—Es el chico que me invitó a bailar en la fiesta de Aiden —me recordó.
—Ah, sí. —Puse el dedo índice en mi barbilla en un gesto pensativo—. Ese al que le metiste la lengua hasta la campanilla y por el cual me abandonaste. Ya me acuerdo.
—Lo siento mucho, Mia.
—No te preocupes. Ya te había perdonado, ¿recuerdas? Además, entiendo que ese día no estabas bien y que necesitabas despejar tu mente. Y, por lo que vi, Dave lo consiguió. Logró hacerte olvidar al chico cuyo nombre empieza por C y termina en arter.
—¡Mia! —me reprendió.
—¿Qué? Estoy susurrando.
—Chicos, ya está la cena —anunció Carter.
—¡Al fin! —dijo Aiden.
—¡Viva la comida! —gritó Sam entusiasmada. En ocasiones realmente parecía una niña.
Cenamos tranquilamente en la mesa. La comida estaba deliciosa.
Carter rozaba el estereotipo de chico perfecto: atractivo, atlético, agradable y además sabe cocinar. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?
Después de jugar a piedra, papel o tijeras para ver quién tendría que lavar la losa (somos tan maduros) y que le tocara a Carter (el pobre no tiene suerte) y Aiden se ofreciera en lugar de su amigo, nos fuimos a nuestras habitaciones, puesto que el viaje nos dejó exhaustos.
Di mil vueltas en la cama, pero no conseguía dormirme, así que decidí salir.
La casa estaba oscura y en silencio.
Caminé hasta la orilla de la playa y me senté en la arena.
El mar de noche era precioso.
Podría pasarme horas contemplándolo.
La forma en la que la luna llena se reflejaba en el agua era fascinante. Parecía que su reflejo bailaba con las olas.
De pronto, sentí una mano en mi hombro y di un brinco debido a la sorpresa.
—Perdona, no quería asustarte —se disculpó en un tono afable.
—No te preocupes. —El chico se sentó a tan solo centímetros de mí.
—Tú tampoco podías dormir, ¿verdad? —me dijo.
—No. Padezco de insomnio y además tengo pesadillas.
Hubo unos segundos de silencio.
—Gracias por contarme.
—No me agradezcas. No es la gran cosa —le resté importancia.
—Sé que eres reservada y te cuesta hablar de ti.
—La verdad es que no entiendo por qué te dije eso, simplemente salió —admití con simpleza. Por el rabillo del ojo pude ver que esbozó una leve sonrisa, como si conocerme mejor lo alegrara.
—Últimamente a mí también me cuesta conciliar el sueño. Mis pensamientos se desvían hacia... otra parte —confesó.
¿Qué se supone que significa eso?
—Me alegra que hayas aceptado venir —reconoció de pronto.
—Me alegra que me hayan invitado. Me encanta el mar.
—A mí también me gusta mucho. Amo nadar y el surf me fascina.
—A mí no. No me gusta ni siquiera tomar el sol o llevar puesto un bikini. Adoro mi color pálido.
—Yo también... quiero decir, que te queda bien. Tu piel es muy bonita.
Silencio.
—Si no te agrada ninguna de las actividades que normalmente las personas realizan en la playa, ¿qué es lo que te atrae tanto del mar? —preguntó sin disimular su curiosidad.
—Observarlo. Me trae la paz mental que necesito. —Cerré los ojos para sentir la brisa fresca.
—Has sufrido mucho, ¿verdad?
—Carter...
—Perdón, no es mi problema. Podríamos venir de nuevo. —Lo miré con el ceño fruncido—. Todos juntos, quiero decir.
—Oh. Me gustaría mucho. Al inicio, dudé, pero creo que esta vista vale la pena —admití.
—¿Dudaste? ¿Por qué?
—Tu prima y yo no somos tan buenas amigas como ella desea aparentar. Además, me dijo otras cosas...
—¿Qué te dijo? —Por su tono parecía que estaba asustado y nervioso.
—Nada —respondí bruscamente—. Es decir, nada digno de ser rememorado —añadí para no parecer tan mal educada, después de todo él era muy agradable conmigo, aunque es un poquito entrometido.
—Te habló de Aiden, ¿cierto?
Este chico es adivino. ¿Cómo lo hace?
—Pues... —Dudaba si debía responderle sinceramente.
—Mia, hace un tiempo le pregunté si le gustabas... —confesó.
—¿Por qué? —lo interrumpí de una forma un poco ríspida.
No era mi intención ser grosera, pero, ¿qué le importa eso a él?
—Sam me lo pidió —respondió con naturalidad.
—¡¿Qué?! —solté, impactada. No puedo creerlo. La mataré—. Así que estaban hablando acerca de eso aquel día que los vi en el pasillo del instituto.
—Sí, le estaba contando lo que Aiden respondió.
Y la muy condenada no me dijo nada, aunque lo más raro de todo es que ella se aliara con Carter para protegerme del sufrimiento amoroso de la adolescencia justo después de que él le rompiera el corazón. ¿Será que realmente Sam ya no quiere a Carter?
—¿Y qué te dijo? —inquirí, ligeramente ansiosa.
¿Por qué te interesa, tonta?
Es simple curiosidad.
No, no lo es.
Que sí.
Un momento, ¿acabo de hablar conmigo misma?
—Dijo que sí, que estaba interesado.
—Oh —fue lo máximo que logré articular.
—Pero no le gustas realmente, solo quiere... ya sabes —aclaró con el mayor tacto posible.
—Eso pensé. —Mi tono sonó decepcionado.
¿Acaso esperaba algo diferente?
—Mia —habló con suavidad después de unos segundos.
—Mmm.
—Creo que tú también deberías mirar a tu alrededor —opinó.
¿Y ahora de qué habla?
Una vez más se hizo el silencio.
Nunca me detuve a observar a Carter.
Su cabello era tan sedoso que daban ganas de acariciarlo. Sus ojos cafés eran muy brillantes y profundos, reflejaban cada sentimiento suyo.
Era simplemente hermoso.
Tanto como el océano frente mí.
Y mirarlo me proporcionaba la misma tranquilidad.
Me hacía pensar que la vida junto a un chico como él no sería tan dolorosa y que, tal vez, podría aliviar la carga que llevo hace tanto tiempo.
Mientras me encontraba inmersa en mis pensamientos, Carter se percató de que lo estaba mirando.
Qué vergüenza.
Tierra, trágame.
Creo que hasta mis riñones se pusieron colorados.
—Te ves muy linda cuando te ruborizas —admitió con una deslumbrante sonrisa.
—No es lo que estás pensando... —aclaré, señalándolo con el dedo.
—No estoy pensando nada. —Continuaba sonriendo de forma divertida.
—Yo no estaba... —balbuceé, nerviosa.
—Tú no estabas... —Aún mantenía su sonrisa burlona.
—Mejor me callo —dije finalmente. Su sonrisa se amplió aun más, si es que eso era posible. La vergüenza no cabía en mí—. ¡No te burles! —lo reprendí, dándole un ligero golpe en el brazo y con una pequeña sonrisa que intenté contener, ya que su alegría era contagiosa.
—No lo hago. Simplemente me gusta que seas tú. —Me miró fijamente y yo me mostré confusa—. Ya sabes, que reflejes tu verdadero ser, sin ningún tipo de armaduras. El ambiente se ilumina cuando sonríes.
¿Han visto un tomate maduro? Pues mi cara estaba más roja que uno.
—Si alguien te hizo sufrir en el pasado, quiero que sepas que no todos somos como él. —Se acercó a mí y colocó un mechón de cabello detrás de mi oreja. Su mano se mantuvo en mi rostro—. Algunos quieren verte feliz. —Su mirada se depositó en mis labios y luego me volvió a mirar a los ojos—. Otros queremos hacerte feliz.
Su frente descansaba sobre la mía mientras su pulgar acariciaba mi mejilla. De fondo solo se escuchaba el sonido de las olas. En ese preciso instante, todo él me pareció deslumbrante. Carter giró ligeramente la cabeza y comenzó a eliminar la escasa distancia que nos separaba. Sentí un leve roce de sus suaves labios sobre los míos. Justo en ese momento:
Sam.
Vino a mi mente como un rayo.
Giré el rostro rápidamente rompiendo la magia que sentí.
No podía hacerle eso a mi amiga. La culpa me carcomería, ya lo hacía.
Me puse en pie de un salto.
—Deberíamos entrar —dije, ofreciéndole mi mano para ayudarlo a ponerse de pie. Él la aceptó. Al tomarla, lo hizo con firmeza y no la soltó ni por un segundo, incluso acarició ligeramente mi dorso con su pulgar.
Lo miré con aflicción, pero, sobre todo, mis ojos reflejaron un lo siento. No podía seguir por donde íbamos y tampoco podía aclararle el motivo.
Después de unos segundos separé nuestras manos.
—Vamos —dije sin más. Escuchaba el sonido de sus pasos siguiéndome mientras nos dirigíamos a la casa.
En el trayecto pensé que durante toda esta situación no rememoré nada desagradable o doloroso. Mi cerebro se comportó como el de una chica corriente. Simplemente pensé en mi amiga, sentí culpa, pero nada más.
Tal vez aún haya esperanzas para mí.
Nota: Hiiiiiiiiiiii!!!
¿Qué les pareció este capítulo?
A mí me encantó.
Me quedé en plan awwwww qué leeeeeeendoo.
Aquí entre nos... Carter es el amor de mi vida.
Sé lo que estás pensando: pero si es un personaje de tu propia creación.
Pues, ¿saben qué? No me importa. Sé que nuestro amor es imposible, pero algún día... qué va, este encierro me está haciendo mal, en serio. XD
Espero que les haya gustado tanto como a mí.
Nos vemos en las próximas aventuras.
Sayonara.
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