Capítulo 14

Después de un ajetreado día de instituto regresé a mi dulce hogar para descansar.

Eso es lo que diría un estudiante normal de mi preparatoria, pero, como soy yo, tengo que trabajar.

Estaba ocupada en la cocina cortando verduras para la cena cuando escuché los pasos de alguien que llegaba.

—Hola, Mia. ––Me volteé para ver quién era, aunque por la voz ya lo suponía.

—Hola, Aiden ––le devolví el saludo con sequedad.

—¿Cómo están tus manos? ––Su tono y rostro reflejaban preocupación, aunque no sé si era genuina.

—No estoy mucho mejor, pero el trabajo no puede esperar.

—Si quieres, te ayudo ––se ofreció.

—No es necesario. Yo puedo sola.

—Insisto. ¿Dónde están los cuchillos?

—Está bien ––accedí––. Pero cuando te rebanes un dedo no digas que no te lo advertí. ––Sonrió.

—Sobreviviré.

Después de indicarle lo que debía hacer se quedó silenciosamente a mi lado.

—Gracias ––dije para romper el silencio, puesto que era un poco incómodo.

—¿Por? ––se mostró confundido.

—Ya sabes. Por ayudarme con los nudillos ––le recordé.

—Es mi deber como ayudante de la enfermera ––le restó importancia.

—¿Dónde aprendiste a hacer curaciones? ––pregunté para sacar algún tema y evitar el silencio, aunque me producía una leve curiosidad.

—La enfermera me enseñó.

—¿Vas a insistir con eso de que decidiste volverte un ser caritativo y ayudar en la enfermería? ––repliqué con una mezcla de burla e incredulidad, puesto que su explicación no me dejaba muy convencida.

—Pues sí, aunque no me refería a eso. La enfermera me enseñó cuando tuve mi primera pelea. Recuerdo que mis nudillos estaban completamente destrozados. Me dolían muchísimo, pero no me arrepentía de haber desfigurado a aquel idiota ––explicó más a fondo.

—¿A quién?

—A un chico que se metió con Sam.

—¿Con Sam? ––pregunté para asegurarme de que había escuchado bien el nombre que mencionó.

—Sí. Ella y yo fuimos buenos amigos hace mucho tiempo. Por ese entonces mi hermana April se había marchado a Australia a estudiar. Sam era lo más cercano a una hermana que tenía, no iba a permitir que nadie le faltara el respeto. ––Estaba atónita y mi expresión así lo reflejaba.

—Y, ¿por qué no continúan siendo amigos? ––El tema había despertado mi curiosidad.

—Porque yo… fui un imbécil. ––Esa fue su explicación.

Eso de que era un imbécil yo ya lo sabía por eso no me conformé con sus escasas palabras.

—Traducción ––dije, haciendo un ademán con la mano para que se explicara mejor.

—La aparté de mí. Dejé de hablarle  ––se limitó a responder.

—Pero, ¿por qué? Si la querías al punto de golpear a alguien por ella, ¿por qué la apartaste de ti ? ––Él observó la puerta de entrada a la cocina. Supongo que para asegurarse que nadie se acercara.

—Por Vanessa ––confesó.

—Oh ––fue lo único que logré hacer salir de mi boca.

—Ella me convenció para alejar a Sam. Creo que estaba celosa y yo era muy ingenuo. Tenía unos 14 años…

—Espera, tú y Vanessa… ¿desde que tenías 14?

—Desde que tenía 13 ––aclaró y yo desvié la mirada. Estaba sin palabras––. Pero ya terminamos eso que teníamos. Me di cuenta de que no es justo con mi padre. Además, yo… creo que me gusta alguien más. ––Me estaba mirando de una forma profunda e intensa, lo cual me incomodaba más de lo que puedo expresar, así que decidí cambiar el asunto.

—Y, ¿por qué no retomas tu amistad con Sam?

—Tendría que explicarle por qué me alejé de ella en primer lugar y no quiero enfrentarme a su reacción. Sé que estaría decepcionada, puede que furiosa. Es un poco rara, pero es muy buena persona. Nunca aprobaría lo que hice. Además, continúo cuidando de ella a mi manera. Todos los días intento que Carter se dé cuenta de que una chica excepcional lo ama, pero el pobre es retrasado.

—¿Carter? ––pregunté con cautela fingiendo no tener idea de lo que hablaba. Si delataba a Sam, ella me mataría.

—Sí. No te hagas la tonta. Sé que está enamorada de él desde hace mucho. A diferencia de otros chicos, tengo el don de darme cuenta de ese tipo de cosas.

—Si tú lo dices... ––dudé––. Creo que Sam estaría muy feliz de saber que aún te importa.

—Quién sabe. ––Su voz era melancólica y sus ojos reflejaban todo el pesar y la aflicción de haber perdido a su mejor amiga.

—Por cierto, ¿no me contarás cómo lograste que la enfermera te dejara encargarte, ya que negaste mi hipótesis? ––cambié el tema porque no me gustaba verlo deprimido, a pesar de todo lo cruel que ha llegado a ser conmigo. Es que simplemente no me gusta la gente con cara de entierro al lado mío. Me hace sentir impotente.

—Ya te dije que no me la follé sobre una camilla en la enfermería. Ella y yo nos conocemos hace mucho. Podría decirse que incluso somos amigos.

—Amigos… ––repetí, suspicaz.

—No me crees, ¿verdad? ––señaló con una expresión de qué poca fe tienes en mí.

—Nop.  

—¿Quieres que sea totalmente sincero?

—Por favor. ––Le hice un ademán con la mano para que me concediera el honor de escucharlo ser honesto.

—Cuando me enteré de tu pelea con Daphne le pedí que me dejara estar allí…

—¿Lo ves? Sabía que no eras tan hospitalario ––lo interrumpí.

—…Para estar cerca de ti ––agregó en voz no muy alta.

¿Soy yo o el ambiente se puso pesado?

Él me miraba con una expresión ansiosa y expectante.

—¿No dirás nada? ––preguntó después de varios segundos de silencio.

—¿Qué quieres que diga? ––fingí indiferencia ante su pregunta y mantuve la mirada fija en las verduras.

—Cualquier cosa es mejor que tu silencio. ––Su voz era suave e incluso dulce, como si me hablara con el corazón en la mano.

—No tengo nada que decir. ––Lo miré a los ojos. Por mi parte, soné hosca, cortante y hasta grosera.

—Mia, sé que no me acerqué a ti de la mejor forma posible...

—¿Tú crees? ––lo interrumpí con sarcasmo.

—También sé que no soy el chico perfecto, pero quiero cambiar. Quiero convertirme en alguien que te merezca. ––Continuaba hablando con ese tono de príncipe de cuentos que haría que cualquier chica corriera a sus brazos, pero como sé que no existen le dije:

—Muy lindo tu discurso, pero no me lo creeré. ––Directa y cortante.

—No son simples palabras, Mia. Tú me gustas mucho, es solo que no conozco la mejor forma de demostrarlo. ––"No le creas, no le creas", era lo único que me repetía mentalmente––. Estoy acostumbrado al sexo sin ningún tipo de complicación o compromiso, pero tú eres tan diferente... ––prosiguió––. No caíste a la primera como el resto. Eso hizo que me fuera fijando cada vez más en ti, solo que yo... no sé manejarlo. ––Esa última frase la dijo con un aire de derrota, como si supiera que no tenía remedio.

No me lo creía. No podía hacerlo.

—Aiden, yo…

—¡Buenas por aquí! ––Esa voz excesivamente animada.

—Hola, chicos. ––Esa voz educada.

Millie y Carter.

Qué oportunos.

La alegre chica pelirroja le dio un sonoro beso (demasiado cerca de los labios) a Aiden.

Es por cosas como esta que no creo en sus supuestos sentimientos.

—¿Qué hacían, chicos? ––preguntó ella.

—Millie, necesito hablar contigo. ––Aiden ignoró completamente su pregunta. Su tono era serio y firme y el rostro de ella reflejaba preocupación y confusión.

Él la agarró por la muñeca y la arrastró fuera de la cocina.

—Espero que no hayamos interrumpido nada ––dijo Carter.

—Por supuesto que no. ––Moví la cabeza hacia los lados con el entrecejo fruncido para enfatizar mi negación––. ¿Qué podrías haber interrumpido entre Aiden y yo? ––fingí un tono de incredulidad en plan somos Aiden y yo, ¿recuerdas?

—No lo sé. Tú dímelo. ––Por su tono, no sé tragó mi expresión de tonta incrédula. Colocó su mano en la encimera y, no sé si era su intención, pero se veía un poco intimidante, ya que estaba demasiado cerca para mi gusto.

—No me gusta tu tono inquisidor, Carter ––me puse a la defensiva. Yo estaba parada frente a la encimera y él se encontraba justo a mi lado. Quería retroceder, pero así parecería que tenía algo que ocultar, por tanto, me mantuve firme en mi posición.

—No te estoy juzgando, Mia. Simplemente me preocupo ––se justificó.

—No tienes motivos para hacerlo. ––Mi voz era cortante y mi entrecejo estaba ligeramente fruncido en señal de molestia y disgusto.

—Sí los tengo. Yo… ––Se calló por un momento, como si buscara las palabras adecuadas––…me siento en deuda contigo. Quiero ayudarte como pueda. Quiero… protegerte.

—No necesito tu protección —solté con tono hosco.

—Tú no conoces a Aiden. Es mi mejor amigo y por eso sé sus fallas. No es el indicado para una relación.

—Yo no quiero una relación con Aiden. De hecho, quiero distancia de él ––aclaré.

—No fue eso lo que me pareció cuando llegué...

—Carter, si vas a empezar… ––le advertí cuando estaba a punto de perder la paciencia y mandarlo por ahí para allá.

—Disculpa ––me interrumpió––. Tienes razón. No soy quien para meterme. ––Su arrepentimiento no me pareció del todo genuino.

—Te agradecería que no me cuestionaras más ––le dije.

—De acuerdo. No lo volveré a hacer. ¿Quieres que te ayude con eso? ––se ofreció.

—Está bien.  

—Mia ––dijo después de algunos minutos de silencio.

—Dime.

—¿A quién te referías aquel día en la fiesta cuando dijiste que había alguien interesada en mí?

Mierda, ¿qué digo?

¿Cómo se puede acordar aún de eso?

Yo que no recuerdo ni qué desayuné.

—Eh… Es una forma de decir. No hablaba de nadie en específico ––intenté que no pareciera algo de mucha importancia. Al final, bajé la mirada. Era terrible mintiendo.

—¿Segura? ––Él no se escuchaba muy convencido, puesto que, como ya dije, soy terrible mintiendo.

—Completamente. Y no me preguntes más, por favor. ––Me miró de una forma rara que no supe interpretar.

—Ok.

Una vez más estuvimos varios minutos en silencio.

—Carter ––habló su prima al entrar nuevamente en la cocina.

—Dime, Millie.

—Aiden te llama. Está en su habitación. ––Carter se marchó sin emitir palabra alguna.

—Hola, Mia. ––Tenía un tono raro, como si me estuviera tanteando o tal vez solo fueron ideas mías.

—Hola ––le devolví el saludo de forma seca e inexpresiva. Ella se sentó sobre la encimera mientras yo me mantenía en mis quehaceres domésticos sin prestarle mayor atención a su presencia.

—Cuando llegué no te saludé como debía. ¿Me disculpas?

—No te preocupes. ––En realidad no me importaba cómo ella me saludara o el simple hecho de que lo hiciera.

—Originalmente, vinimos a invitarlos este fin de semana a nuestra casa en la playa ––me informó, sonriente y emocionada.

¿Por qué su sonrisa me parecía tan cínica?

Me gustaría pensar que eran celos por su cercanía con Sam, pero ese no era mi estilo. Había algo en ella que no me terminaba de convencer.

—Sam también irá ––agregó ante mi silencio.

—¿Por qué me invitas? ––pregunté con una leve suspicacia entornando ligeramente los ojos.

—¿Cómo que por qué? Somos amigas y además quiero conocerte mejor. Me han hablado tan bien de ti. ––Cada palabra que decía sonaba más hipócrita que la anterior.

—Supongo que ha sido Sam.

—Sí, aunque Carter no ha parado de hablar de ti últimamente. Además, Aiden me ha contado un par de cosas. Él te tiene mucho cariño, ¿sabías? Deberías ver su cara cuando hace referencia a ti. Creo que deberías darle un voto de confianza.

¿A qué viene todo eso?

¿Por qué lo defiende?

¿Por qué intenta que me acerque a él?

—Millie, ¿puedo preguntarte algo?

—Lo que quieras ––respondió, confiada.

—¿Te gusta Aiden? ––le solté de golpe. Sus ojos se abrieron de forma excesiva. Está claro que mi pregunta la tomó por sorpresa. Después sonrió.

—Wow, eso sí que no me lo esperaba. ––La miré indicándole que esperaba por su respuesta. Ella dudó para contestarme, pero finalmente lo hizo––: La verdad es que sí. Estoy enamorada de él desde que éramos niños. Cuando logré que se fijara en mí él me aclaró que no quería nada serio. ––Su mirada estaba fija en el vacío. Parecía que rememoraba el pasado––. Yo me conformé con lo que podía ofrecerme. Prefería tener una mínima parte de él a no tener nada. Él siempre pensó que yo quería sexo y nada más, pero no era el caso. Hace poco me confesó algo: está enamorado de otra persona. No me dijo quién, pero estoy casi segura de que eres tú.

Estoy pasmada.

Parecía bastante sincera y no creo que le haga gracia reconocer lo que acababa de salir de su boca.

En la palabra de Aiden no creo, pero que me lo diga ella es diferente.

Finalmente volvió su mirada hacia mí. Parecía muy dolida.

—Por favor, no le cuentes nada y cuídalo. Estoy consciente de que es un poco idiota. ––Lo sé––. Pero, en el fondo, es un gran chico. ––Sí, en el fondo, bien en el fondo––. Solo necesita que le den el amor que le ha faltado durante toda su vida. Me hubiese gustado dárselo yo, pero, desgraciadamente, no me escogió a mí. ––Sus palabras sonaron afligidas, como si hubieran salido de su garganta como un hierro caliente.

Me quedé en silencio.

No sabía qué decir.

Ella se bajó de la encimera dispuesta a irse y en ese preciso instante entró la otra pelirroja.

—Hola, Vanessa. ––Su tono era fingidamente amigable. El aire de tristeza se había esfumado.

—Millie ––articuló Vanessa en forma de saludo.

—Cuánto me alegro de verte. ––Las palabras de Millie, más falsas, imposible.

—Yo igual. Ha sido un largo tiempo. ––Vanessa no se quedaba atrás. El cinismo sonorizado.

Ambas sonreían de una forma exagerada mientras que sus ojos lanzaban dagas.

Menudo olor a hipocresía hay en el ambiente.

Me pregunto si cada una sabe que la otra está rondándole a Aiden. Por sus respectivas actitudes así parecía o, tal vez, era simple apatía. Hay personas que se caen mal solo de verse.

—¿Desea algo, señora? ––intenté aflojar la tensión.

—Sí, un vaso con agua ––me respondió mientras sus ojos color ámbar se mantenían fijos en Millie.

—¿Por qué no lo tomas tú misma? ¿O es que sigues siendo tan inútil como siempre? ––emitió la pelirroja de ojos grises.

Punto para Millie.

Por un segundo me pareció más simpática.

—Y tú continúas tan agradable como siempre, pequeña Millie ––Su sarcasmo se notó desde Hong Kong––. ¿Sabes? Nunca he entendido esta antipatía tan gratuita que me tienes. ––Esta vez su expresión sí fue genuina, reflejaba una verdadera confusión.

—Y no pienso detenerme a explicártelo. Hasta luego, Mia. Con permiso. ––Miró con total repudio a Vanessa y se largó. Claramente Millie la odiaba.

—Mocosa estúpida ––dijo entre dientes como si yo no fuera a escucharla. El odio era mutuo––. ¿Y tú qué miras? ––me soltó de momento. Puse cara de ¿y yo qué hice?

Alguien no anda de buen humor hoy.

—Qué esperas para darme mi vaso con agua. ¿Sabes qué?, lo cogeré yo misma. ––Se sirvió el líquido en un recipiente y se marchó con fuertes zancadas diciendo:

—Estoy rodeada de incompetentes.

Estallé en carcajadas.

Era tan divertido verla perder su glamour.

Me pregunto a qué se debe la actitud que tuvieron las chicas de Aiden hoy.

  

         



               Nota de la autora:
Hooooooolaaaaaaa. ¿Cómo han estado? ¿Cómo va todo? ¿La familia?
¿Yo? Pues aquí, no me quejo.
¿Qué les pareció este capítulo?
¿Qué se traerá Carter?
¡¡¿WTF con Aiden?!!
¿Y Millie? Porechiitaaa. Triste el amor no correspondido.
En el siguiente capítulo: la playa, la playa (qué ganas de ir).
Chau, chau.
Ig: daia_marlin

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