Capítulo tres | Linger




—Es importante que no lo dejes para último momento. Si sé que te subiste al avión y no has hecho lo que te pedí, juro que te despedirás de tu empleo—soltó como broma, pero la forma en la que apretaba los dientes decía lo contrario.

Sue suspiró esperando a que le mujer colgara el teléfono, de pie frente a su escritorio sosteniendo un vaso de café que acababa de comprar hace minutos de Starbucks que estaba en la esquina. Torcía su pie derecho mostrando su desesperación mientras intentaba no vomitar con el olor del café.

Noelle solía dejar mensajes en la contestadora de una de la redactora de tendencias todas las tardes a pesar de que estaba a un par de paredes a la derecha. Erika no era muy de su agrado, se notaba desde kilómetros y era raro que una mujer como ella manifestara su amor, y era algo que hacía con Sue a menudo aunque solo fuese una asistente de las dos que tenía, tanto que hasta había prometido contratarla cuando se gradúe después de despedir a Erika.

A Sue no le quedaba más que reír y agradecer, puesto que Erika le agradaba y trabajar con una mujer loca no era lo que quería para ella.

—¿Café? —pronunció con una sonrisa fingida cuando la mujer colgó el teléfono y le sonreía de la misma forma. Sue tragó saliva y dejó el café en su mesa cuando ella asintió—. ¿Necesita algo más? Si no es así, estaré en mi lugar—señaló detrás de ella con su pulgar dispuesta a irse.

—No, así estoy bien pero...—tomó el vaso de café para darle un sorbo, levantó su índice para indicarle que esperara—. Necesito saber algo, niña— dijo después. Sus ojos oscuros se fijaron en los de la chica buscando algo; frunció sus labios y aclaró su garganta—. ¿Cuándo piensas decirme?

Sue frunció el ceño un poco desconcertada y dio un pequeño paso hacia atrás balanceándose sin tener idea alguna.

—¿Decirle? —enfatizó y resopló mirando al techo tratando de deducir aquello—. ¿Decirle qué? —quiso reír.

—Has usado mi baño para vomitar tres veces en esta semana y es martes, estás nerviosa todo el tiempo y haces esa cara de asco cuando te encargo mi café—se encogió de hombros—. O estás embarazada o estás muy enferma, ¿qué prefieres que crea?

Sue dejó caer sus brazos con un poco de decepción que de inmediato hizo sonreír a Noelle porque había dado en el blanco.

—No puedes mentirme, tengo cuatro hijos—dijo obvia.

—Por favor, no se lo diga a Rose que Rose le dice a mi padre—fue lo único que puedo decir—. No se lo he dicho aún.

Había conseguido ese empleo gracias a Rose, la mujer encargada del diseño de la revista y amiga cercana a su papá. Y que su noticia fuese en chisme tras chisme solo haría que llegara hasta él, y eso lo haría explotar.

—¿Cuánto tiempo tienes?

—Siete semanas— respondió rápidamente.

—¿Tienes novio? No lo sabía.

—Si... Bueno, no—se arrepintió—. Es una historia algo larga.

—Esperaba que me lo dijeras, soy tu jefa aquí y no quiero pedirte cosas que vayan en contra de tu situación y tener a recursos humanos encima de mí si te llega a pasar algo—le dio otro sorbo a su café e hizo una mueca por el sabor.

Sue frunció el ceño.

—¿Qué podría pedirme que causara daño?

—No lo sé—levantó las palmas de sus manos para que olvidara la idea y arregló sus anteojos.

—Investigué un poco y pensaba decírselo hasta que pasara de los tres meses...

—Cierto, pero debiste pensarlo mejor antes de vomitar varias veces al día y de quedarte dormida en tu escritorio ayer. Debo asegurarme de que estés bien mientras estés aquí y, bueno, por un momento creí que éramos amigas —se enderezó haciéndose la indignada.

—¿Lo siento?

—Bien, no diré nada hasta que tu me lo permitas— sonrió amplio—. Si necesitas algo, solo pídemelo. Más tarde hablaremos de cosas legales—movió su mano indicándole que se marchara y regresó a su lectura—, ve a almorzar antes de que se me ocurra pedirte algo.

—¡Gracias! —se sintió aliviada, desde hace días se imaginaba la reacción que tendría Noelle al enterarse pero fue totalmente lo contrario; por un momento creyó que caería en la lista de personas de la mujer, mucho después de Erika.

Prácticamente corrió hacia la puerta, salió de prisa hasta su pequeño escritorio ante la mirada confusa de su compañera quien hablaba por teléfono en vez de trabajar; recargada en su asiento golpeando su escritorio con un lápiz. Sue se dejó caer en su silla giratoria quitándose sus tacones para cambiarlos por zapatos bajos.

—¿Por qué tan feliz? —Bryce preguntó un tanto divertida al verla, apartó su teléfono de su oído—. ¿A dónde vas?

—A almorzar—la morena le respondió tomando uno de sus libros de su cajón y su bolso.

—Pero tu hora de comida comienza hasta dentro de quince minutos.

—Noelle me dijo que fuese a almorzar—se encogió de hombros—. La jefa habla, yo obedezco—se puso de pie dispuesta a marcharse.

—¡Oye! — la chica de cabello color azabache y gruesos anteojos le detuvo—. Cuando fuiste por el café de Noelle, el chico del correo vino.

—¿Park?

—Si, ése, y trajo esto para tí—señaló con su lápiz un pequeño juguete de plástico que Bryce tenía sobre la mesa y que Sue había creído que era de ella. Era un girasol en un canasto, y éste se movía de un lado a otro como si saludara.

Sue rió.

—Ay, Park...

—Dijo que alguien te lo mandaba, creo que tiene una nota— Sue frunció el ceño y se acercó a ella, debajo del juguete había un papel amarillo, doblado a la mitad el cual probablemente ya había sido leído por Bryce. La chica lo tomó y abrió dispuesta a leer.

Joyeux anniversaire, ma belle.

Era lo único que éste decía.


*********


—Me siento un poco ofendido porque estás comiendo sin mí pero —se deslizó en la barra de metal para quedar frente a frente y después su charola de comida como si se tratase de un juego—, si me dices que quieres de cumpleaños, te perdonaré— tocó su barbilla dispuesto a escuchar atentamente.

—Oféndete más que no puedo charlar ahora mismo— le dio una mordida a su barra integral sin despegar sus ojos del libro de bolsillo que tenía en sus manos.

—A veces olvido lo cruel que eres— cambió su tono y tomó una uva de su plato.

—A veces no entiendo qué hago aquí, no sé nada de moda como para escribir sobre ella—cerró el pequeño libro casi azotándolo sobre la mesa de la cafetería de empleados.

—Estás hablándome—le recordó—. La moda es como un arte también, es importante y habla mucho de nosotros, nuestro estilo... ¿Acaso nunca viste The Devil Wears Prada?

—No necesito una plática de motivación del chico de mensajería del piso seis—enarcó una ceja.

—Auch—fingió dolor en el corazón—. Pero al menos no me quejo.

—Claro que te quejas.

—No tanto como tú, todavía creo firmemente que algún día seré un importante fotógrafo y todos en este lugar rogarán por mis fotografías pero no, estaré trabajando para Cosmopolitan.

—Oye, Park—su voz sonó más seria de lo normal, el chico se tensó un poco mostrando un poco de preocupación pues temía haber hecho algo malo aunque, tratando de recordar en esos escasos segundos que tenía, no logró localizar nada—. Tú llevaste el girasol, ¿verdad?

—Ah—su expresión se relajó y asintió, metió una uva a su boca esperando por más.

El chico pálido sonreía mientras masticaba aquello haciendo que sus ojos casi desaparecieran de su rostro; bastante atento a pesar de que se escuchaba su teléfono vibrar sobre la mesa con mensajes recién llegados.

—¿Quién te pidió que la llevaras?—preguntó después de varios segundos de intercambiar miradas con el chico.

—¿Quién? —arqueó sus cejas—. No lo sé, el señor que alimenta a las aves afuera me lo dio argumentando que un chico le pidió que te lo hicieran llegar; quise preguntar pero comenzó a cantar y seguridad se lo llevó.

—Bien...—dijo no muy segura.

—¿Por qué? ¿Sucede algo malo?

—¡No! No, no, no, no—intentó reír—. Es anónimo, me daba curiosidad—mintió.

—Oh. ¿te gustó? Para comprarte algo parecido, ya que soy malo eligiendo regalos.

—No tienes que darme nada.

—¿No tengo? Fuiste la primera persona aquí que se dignó a charlar conmigo, sino fuese por ti, estaría sentado en una esquina implorando a que me inviten a las noches de karaoke como en la preparatoria. Era cansado escuchar que todos pidieran mis tareas de matemáticas; no por ser asiático soy más inteligente... Bueno, lo soy, pero no por ser asiático. 

—Okay, Einstein, ¿Vendrás a mi fiesta?

—¿El viernes?

—Si, a las ocho, te mandaré la dirección después. Es en el departamento de una amiga... Quiere comenzar a organizar eventos desde que conoció a mi prima y bueno, empezará con mi fiesta.

—Ahí estaré y llevaré un buen regalo. Lo prometo.

—Solo ve, sería mi regalo. Quizá te presente a una amiga.

—Uh, no, eso no, por favor.

—¿Por qué? —arqueó sus cejas.

—Aprecio mi soltería ahora.

—Vamos, Park, conocer a alguien nuevo no te hará daño.

El chico rió.

—¿Y qué hay de ti? Tampoco te haría daño.

—¿De mí? —resopló—. Si supieras, entenderías que estoy muy bien sola.

****************************

           

—En las mañanas es horrible porque todo esto de las náuseas y vómitos me da un poco de asco, antes de hacerme la prueba creí que había sido mi pollo mal cocinado el que me lo causaba— frunció sus labios y suspiró aun sosteniendo su copa de licor sin tocar—: Ahora duermo con una caja de galletas en mi cajón porque comerlas antes de levantarme ayuda un poco.

—No vas a beber eso, ¿o sí? —Claire señaló lo que la morena tenía en sus manos.

La rubia era casi tan orgullosa como insistente. Tratar de convencer a Suzanne era su meta principal esa noche a pesar de que nadie se lo pidió. En cuanto pusieron un pie en ese departamento que le pertenecía a una amiga de la chica frente a ella, abandonó al par con quienes venía y la buscó para preguntarle cómo se sentía estar embarazada, queriendo verse inocente en toda la extensión de la palabra.

En cuanto preguntó la primera cosa relacionada con ello, Sue comenzó a soltar palabras como si se las hubiese estado ahorrando desde hace días.

Hablar con Sue se sentía realmente extraño ahora, no tenían una íntima amistad pero podía presumir que se llevaban bien. Pero al ser ella amiga de Fred en primer lugar, si ponía una barrera transparente para ambas.

—Trato de aparentar un poco— susurró manteniendo una sonrisa que no quedaba con sus palabras—. Nadie lo sabe aún— aclaró después borrándola por completo.

—¿Nadie?

—Bueno—resopló—. Mi abuela, y ustedes... mi jefa—relamió sus labios—, ¿podrían no mencionarlo con alguien más? —pidió en voz baja. Claire tuvo que leer sus labios por culpa de la música y terminó por asentir—. Igual, gracias por venir—dijo después.

—De nada—le acarició el hombro con dulzura—: Si necesitas algo, no olvides que estamos aquí.

—¿Fred vino? —interrumpió las palabras de apoyo.

Claire negó.

—No lo vi en todo el día, ha estado muy raro si quieres saber.

—¿Raro?

—Ya sabes—se encogió de hombros—. Lo único que hace es ir a la cafetería, volver e irse a la azotea hasta el anochecer, todos los días, casi no hemos podido charlar con él.

—Me llama por teléfono todas las noches pero siempre cuelga antes de que yo pueda responder.

—¿Y por qué no le regresas la llamada?

—No quiero hablarle.

—Si no quisieras no me preguntarías por él—dijo obvia. Sue quería responder pero nada salió de su boca, frunció los labios; sujetó la muñeca de la chica frente a ella y prácticamente la arrastró al baño con disculpas torpes con quienes se golpeaban.

—No dejo de preocuparme, Claire— expresó al cerrar la puerta detrás de ella. Encendió el foco y se encontró con la rubia de brazos cruzados con toda la desaprobación en su rostro. Dejó la bebida en el lavamanos —. Lo conozco, sé que no se quedará con los brazos cruzados—hizo énfasis señalando la posición de la chica con algo de gracia—, pero también sé que no tomará las decisiones más prudentes.

—Bien, dime, ¿Qué quieres tú que Fred no? —dejó caer sus brazos queriendo empezar de cero.

—¿Además de terminar la universidad y ser reconocida por mi trabajo? —enarcó una ceja. Después suspiró—. Tengo planes, ¿si? Y sé que para muchos resulta algo egoísta que exprese que no puedo incluir a un bebé en ellos, pero así es.

—¿Entonces vas a abortar?

—¿Qué? ¡No! No, no, no, no— cerró sus ojos—. Lo pensé como opción: Si, pero luego me acordé de mi tía Lucía.

—Tu tía...

—Si, ella y su esposo estuvieron casi diez años queriendo un hijo. Tras varios abortos involuntarios, una chica apareció dispuesta a darles su bebé en adopción, y eso los hizo muy felices, hasta la fecha lo son... Así que, si está en mis manos hacer feliz a alguien— se encogió de hombros—lo haré.

—¿Y Fred está de acuerdo?

—Obviamente no, y ese es un problema. Si yo decido no quedarme con el bebé, éste pasaría a sus manos si él lo quiere...

—Pero el estado podría quitárselo si se dan cuenta de que no logra ser un buen padre, si, Wesley me explicó eso. ¿Por qué son tan duros con los padres solteros?

—No lo sé. Tiene veinte años, Claire, dejó la universidad y apenas si gana para mantenerse solo—le recordó—. ¿Él no te ha dicho nada? ¿Qué piensa hacer? ¿En verdad crees que decida pelear por él? ¡Ay Dios mío! —exclamó en español como si tuviese una ataque de ideas—. Ni siquiera paso del segundo mes y ya entro en crisis hablando como si fuese un bebé que ya tengo en brazos—colocó sus manos en su cabeza yendo de un lado a otro aunque el poco espacio casi no se lo permitía.

—Mmmh...—Claire frunció sus labios—. Dice muchas cosas—comenzó a decir casi sin rumbo, buscando palabras para tranquilizarla—, pero creo que está dispuesto a enfrentar todo, empezando con que decidió hablar con su mamá frente a frente después de tanto tiempo.

—¿Michelle? —casi gritó al detenerse—. ¿Qué le sucede? Dijo que lo último que quiere es verla.

—Wesley y yo creemos que quiere enmendar cosas del pasado para sentirse bien consigo mismo... Hasta habla con su papá todos los días, si eso es no es algo, entonces no sé qué es.

—Está loco.

—Está enamorado de ti, Sue—Claire insistió como si fuese algo de ensueño.

—Claro que no.

—Claro que sí, y no me lo discutas que yo sé cosas que tú no— arregló su cabello detrás de sus orejas y respiró hondo—. Así que, deja que te hable por unos minutos, no te dejes llevar por la impresión de un chico al que tomaste por sorpresa; no eres la única que tiene planes... creo que él los tenía.

Sue sonrió casi dándole la razón.

—Esa noticia pone frío a cualquiera, más si no lo esperas.

—Si...—movió su pie para distraerse tratando de recordarlo—. Parecía que se había quedado sin alma.

—Es normal, ahora—le tomó de los hombros y le miró fijamente—, quiero que salgas y disfrutes de tu fiesta mientras puedes, ¿si?

—Gracias Claire.

—No hay de qué— la rubia abrió la puerta del baño invitándole a salir, Sue respiró hondo aun mentalizando las decisiones que tomaría a partir de ese momento; miró a Claire indicándole que iba a alejarse puesto que alguien le llamaba para saludar, la rubia asintió en señal de que no había problema.

Claire hizo una mueca mordiendo la parte de adentro de su mejilla buscando a Wesley entre la multitud; después de un par de segundos de búsqueda lo encontró charlando con el chico que parecía ser el encargado de la música. Sin pensarlo fue hacía él.

—¡Wes, necesito hablar contigo!— exclamó al llegar con él.

—¡¿Qué?!

—¡Hablar!

—¡¿De qué?!

Le tomó de la muñeca alejándolo un poco hasta llegar a una esquina donde nadie podría escucharlos.

—Preguntas—comenzó a decir, Wes le dio un sorbo a su bebida esperando—. ¿Cuál sería tu reacción si te digo que estoy embarazada?

—Wow...—sonrió y bebió un poco más inflando sus mejillas pensando—. Primero, creo que te felicitaría, y después te preguntaría de quién es.

—¿Cómo que de quién?

—Bueno, si mi novia está embarazada me interesaría saber de quién puesto que nunca hemos tenido relaciones en las cuales pueda quedar embarazada—enarcó una ceja—. Eso o tal vez soy demasiado bueno; o quizá es obra del espíritu santo y soy algo así como un Dios—abrió su mano en dirección al vientre de la chica—: He aquí el salvador—dijo.

Claire golpeó la mano del chico y ambos rieron. Pero ella se detuvo antes.

—Si te interesa saber, sería de Ben.

—No me interesa si dejamos de hablar hipotéticamente—arrugó su nariz.

—Ojalá Camille hable hipotéticamente cuando habla de ti.

—¿Siempre va a ser un problema?

—Sí, si nunca lo haces en el cuarto de limpieza conmigo y ella se queda como la única. Es feo ser la novia con quien no lo haces en lugares extraños para sentir adrenalina.

— ¿Acaso tienes celos? —intentó no burlarse pero falló.

—No son celos, es envidia.

—Bueno, ¿te hace sentir mejor saber que me daba envidia el ver que te encerrabas con Ben en tu habitación? Tanta que creo que me dio urticaria de tanto rascar mi brazo por culpa del estrés que me causaba la envidia de verlo ahí.

—Okay, entendí.

—Si me disculpas... Tengo un debate sobre Pink Floyd que debo ganar, regreso en cinco—señaló de nuevo al chico con el que charlaba y fue donde él.

—¡Claire! —Oliver llegó a sus espaldas y ella dio un pequeño salto en su lugar—. ¿Qué pasa si miento sobre mi nivel económico esta noche para conseguir chicas? —preguntó rápidamente. Abrió sus ojos en grande y sonrió a más no poder como si fingiera charlar de algo gracioso.

—Uh—la rubia frunció los labios prestando atención a la camisa del chico que decía "I'M A HOT MESS" con letras enormes—. Las menos inteligentes podrían caer— palmeó su hombro—. Adelante amigo.

—Muy bien, gracias—iba a marcharse pero ella lo detuvo rodeándole el cuello con su brazo—. ¿Qué?

—Una pregunta— se acercó lo suficiente como para susurrar—. ¿Aceptarías cinco dólares y un desayuno de pancakes si te pido que vigiles que nadie moleste el baño en los próximos veinte minutos?

—Mmh... dos desayunos—se alejó de ella mirándole con seriedad—. Y el televisor por una semana.

—¡¿Qué?!

—Oye, ocultar sus cosas sucias y pretender que no sé nada tiene su costo.

Claire resopló riendo—: ¿De qué hablas? —fingió demencia.

—Quieres el baño solo; quieres al hippie a solas o tienes diarrea. Prefiero imaginar lo primero, si te soy sincero.

La rubia bajó su sonrisa y rodó los ojos.

—Bien, la televisión—aceptó de mala gana.

—¡Yupi! —exclamó con devoción—. Oh, no yupi— cambió de humor al ver detrás de ella—. Fred está aquí, y nos está mirando—sonrió y saludó moviendo su brazo exageradamente—, no sé si sea bueno.

— ¡¿Qué?!— se giró pegandose al chico—. ¡Oooh! ¡Es grandioso! — miró como Fred se hacía espacio entre las personas buscando a alguien que aparentemente no eran ellos—. Sue aceptó hablar con él— miró a Oliver sonriendo de oreja a oreja—. ¡Por fin habrá paz y será todo como antes! ¡Y trae un obsequio!—describió al ver lo que el rubio llevaba en sus manos.

—Si...— el castaño frunció el ceño—. Pero por la forma en la que Fred ve a Sue y a ese chico, creo que las cosas no van muy bien— señaló al otro extremo donde la morena era cargada por un chico como si su abrazo de cumpleaños de hubiese hecho más divertido. El chico alto la sacudía y ella reía pidiendo que la bajara.

—Oh, no—Claire murmuró al ver como Fred cambiaba de dirección, le siguieron con la mirada hasta que éste entró al baño.

—El trato aún no comenzaba—Oliver le recordó—. ¿Ya te das por vencida?—preguntó después al ver su cara pensativa.

—No—dijo muy segura—. Vienes conmigo—le sujetó de la camisa para llevarlo con ella.

—¡No! ¡Wesley! —pidió ayuda.

—No te escucha, está hablando de Pink Floyd—le aseguró.

—¿Qué quieres hacer? Me das miedo ahora—golpeó con la espalda de alguien y pidió disculpa con la mirada a la chica que se quejó por ello.

—Genial, así harás lo que te pida.


Linger - The Cranberries

(N/a):
HOLAAAAA

ADIOOOOOOS

PD: hay nueva portada ❤️

-Jude

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