Capítulo treinta y seis | Slow hands
—Y la siguiente canción es dedicada a mi amigo, mi amigo que casi me quiebra la nariz—señaló al rubio con cierta gracia y se tambaleó un poco hacia la izquierda, levantando en alto su botella de cerveza y sonriendo a la vez—; porque él, solo él... Solo él... No lo sé, llamó Eleanor a su hija y no me quiere dejar ser su padrino solo porque el ridículo de Wesley es su amigo de toda la vida, pero le dedico una canción—presionó un botón en el computador y la música comenzó a reproducirse.
—¿No deberíamos quitarlo de ahí ya? —murmuró Beth, viendo como Oliver comenzaba a cantar Eleanor puy your boots on de Franz Ferdinand como si se tratara de una canción de despecho.
—Llega a ser divertido—se encogió de hombros.
—Fred, el payaso que contrataron está comenzando a deprimirme—llegó Silver, con un vaso de cristal repleto de vino y poco conocimiento de éste en sus manos.
—No te sobrepases—se lo señaló.
—Es mi fiesta, tengo dieciocho y haré lo que sea.
—Solo decía—rio—. Sil, una fiesta de universidad no es fiesta de universidad sin alguien haciendo el ridículo, y más si éste es Oliver alcoholizado. Llámalo tu iniciación. En la iniciación de Claire fue ella quien lo hizo.
—¿Qué hizo? —frunció el ceño,
—Mmh... En la fiesta de cumpleaños de Wesley besó a Camille y cantó como loca sobre la mesa. Creo que aún hay videos de eso.
—En mi primera fiesta en la universidad todos nos dormimos a las diez—Beth comentó—. Así que siéntete feliz de que tu fiesta es entretenida—sonrió sin mostrar sus dientes mientras que Silver hizo una mueca y volteó.
Casi todos sus amigos, incluyendo algunos que Oliver odiaba, cantaban —algunos con palabras que no existían— la canción que el chico interpretaba arduamente. Rodó los ojos pues le molestaba hasta cierto punto que fuese él quien llamara la atención ahí y se fue, tratando de integrarse con los demás.
—Tus amigos son... No encuentro la palabra—cerró sus ojos y chasqueó sus dedos tratando de recordar.
—¿Tontos?
—Quería decir en medio de extraños y geniales pero, como prefieras tomarlo—sonrió—. Siento que encajo bien, me refiero a que nunca me había sentido aceptada tan rápido.
—Eso es bueno...
—Me gusta ser tu amiga—dijo, haciendo énfasis en la última palabra en la forma clara de articularla y afirmando con su cabeza como si le gustara la idea.
—Amiga—Fred repitió el gesto de Beth y ella rió—. Claro.
—Fred—siguió riendo—. Tú entiendes, ¿no? Es muy complicado. Me agradan todos tus amigos, me agrada Sue y Eleanor es muy tierna; me gustas y hasta donde yo sé, yo a ti. Ya sé que hemos dicho que no vamos a presionar esto pero sé que tenemos el botón a nuestro lado que dice: Ilusionarse y lo apretamos constantemente. E igual sé lo importante que es para ti todos estas nuevas facetas que estás enfrentando y me gustaría ser partícipe de todo eso contigo, pero de igual que los demás; como una amiga, como hasta ahora.
—¿Estás terminando conmigo? —enarcó una ceja.
—No... No somos novios—dijo obvia.
—¿Entonces quieres pararnos?
—Sé que es muy importante ser padre para ti y luego tu carrera, y todos esos arreglos que aun tienes que hacer. Solo quiero decir que no te esfuerces tanto en mí ahora, pero seguiré aquí si quieres; a cierta distancia pero aquí.
—Creo que...—relamió sus labios y miró a su alrededor aun pensando; divagando entre los adolescentes amigos de Silver que reían y gritaban, regresó a Beth y notó como ella aun le veía con una sonrisa en sus labios mostrando toda esa sinceridad que siempre le gustó—, no es el momento correcto.
—Aparecí en un momento muy salvaje para tí—bromeó—. Pero está bien, será el momento cuando tenga que ser.
—¿Y cómo sabremos que es el momento?
—Sentiremos lo contrario de lo que sentimos hoy.
—Me alegra haber ido al museo ese día a hacer mal tercio con Claire y Wes—bromeó.
—Me alegra haber apostado con los chicos sobre el tipo raro y la limonada.
—¿Serás maestra de Eleanor cuando tenga que ir a preescolar?
—Esperemos que sí.
—Hey, chicos, interrumpo de nuevo—Silver apareció por donde se había marchado momentos antes—: ¿Han visto a Claire?
—No, creo que no—Fred dijo de inmediato, fingiendo de buscaba con su mirada pero, para su mayor sorpresa, encontró a la chica de espaldas a ellos, haciendo algo en la cocina—. Allá—señaló no muy seguro y rápidamente comenzó a buscar a Wesley cerca de ella pero no lo encontró.
—Ah, si—Silver sonó aliviada—. Gracias—se alejó del par rápidamente, abriéndose paso entre los demás para llegar a la cocina.
Entró ahí y vio como la rubia intentaba servir el resto de una botella de vodka en un vaso grande de cristal, pero que en un momento de impulso decidió beberlo directamente de esa botella. No pasaron más de dos segundos cuando lo escupió en el lavabo.
—Maldición—susurró, tratando de limpiar lo que había salpicado en su ropa.
—¿Estás bien? —preguntó Silver para hacer notar su presencia.
—¿Eh? —Claire le miró confundida y después a la botella que tenía en su mano—. Sí, estoy bien, ¿qué pasa? —siguió limpiando.
—Ah...—pronunció no muy segura de lo que la chica decía mientras intentaba quitarse el sabor de la bebida con frituras—. Oliver quiere hablar conmigo y tengo miedo.
—Creí que estaba ebrio.
—Me llamó por teléfono y yo estaba junto a él. Corté la llamada y huí.
—Bien por ti, no te aproveches de alguien solo porque está ebrio.
—¿Cómo me aprovecharía de él así?
—Silver, no lo sé—cerró sus ojos y dejó caer sus brazos—. Estoy en medio de un colapso nervioso, me siento enojada con todo el mundo ahora—resopló.
—Bueno, perdón—arrugó su nariz—. Ya no te molestaré.
—No, no, Silver, lo siento, no tienes la culpa—negó con su cabeza.
—¿Por qué estás enojada?
—Porque mi hermana no canceló su boda a pesar de lo que hizo, solo la pospuso. Me sorprende darme cuenta de que estoy rodeada de personas así, ¿sabes?
—Suena mal...
—Uy, como sea— metió otra fritura a su boca e hizo un gesto de disgusto por el sabor que aún tenía en su boca—. Si Oliver quiere hablarte, déjalo, tal vez puedas reírte un buen rato de él. Solo escúchalo pero no le digas nada, igual no lo recodará mañana.
—¿Entonces solo dejo que me fastidie?
—Habla con Sue.
—Se fue hace media hora.
—Bueno, tú decide qué quieres... Si me disculpas, voy a vomitar—hizo un gesto de asco y comenzó a recoger su cabello con sus manos mientras salía de la cocina—. Tú, compórtate—le dijo a Oliver al ver como éste llegaba, recargándose en el marco de la puerta.
—Yo me porto bien—dijo confundido pero Claire no respondió al marcharse.
—¿Qué quieres? —Silver enarcó una ceja, cruzándose de brazos y tratando de transmitir lo harta que estaba de él.
—Espera—le señaló con su dedo índice y cerró la ventana que separaba la cocina de los demás, buscando algo de privacidad aunque era claro que no podría ser pues cualquiera podría entrar y salir de ahí cuando quisiera.
—Oliver, no tengo mucho tiempo, tengo personas con quienes convivir—comenzó a hablar, tratando de que él dejara de mover cosas de un lado a otro como si el no ordenar todo el desorden impidiera que hablaran.
—Estoy enojado.
—Oh no—rodó los ojos y golpeó el suelo con su pie derecho—. ¿Ahora todo el mundo está enojado? ¿Sabes qué? Ya tuve suficiente de eso, es mi cumpleaños, enojos es lo último que necesito.
—¡No! —levantó su mano indicando que parara y le dio un sorbo al vaso que Claire había dejado con vodka—. ¿Me creerías que ya no lo siento? —lo miró.
—Oliver...
—Estoy enojado conmigo—rio, dejando el vaso donde lo encontró—. Porque todo es mi culpa.
—No es cierto.
—¿Entonces por qué estoy utilizando una banda adhesiva en la nariz? ¿Eh?
—Porque tú solo trajiste esto de vuelta y lo convertiste en tu culpa después.
—¿Me vas a dejar hablar?
—Tú no hablas, solo actúas, quiero recordarte.
—Silver—siseó, colocando su dedo índice sobre su boca y después pasándolo a la de ella—. Solo, déjame.
Ella asintió, queriendo alejarse pero él terminó por tomarla de los hombros. Sonrió, bastante feliz y sin ninguna otra expresión que si quedara con la situación; el alcohol en su sangre podría ser alto pero aún las palabras que soltaba podían parecer sensatas.
—Bien...—tartamudeó.
—Ahora, tienes dieciocho, es un número muy gracioso, ¿no crees?
—Ambos sabemos que eso no te interesa en lo más mínimo y que no fue la causa por la cual todo paró—enarcó una ceja.
—Es una línea muy, muy delgada...
Para Silver, confiar en Oliver era como confiar en algo que no conocía. No sabía exactamente qué era lo que pasaba por la mente del chico en la mayoría del tiempo y siempre lucía como si tuviera todas las ideas del mundo al igual que parecía estar completamente en blanco. Tampoco era como si estuviese consciente del efecto que Oliver hacía en ella; no lo tenía claro y mucho menos lo entendía. Pero si sabía que lo que había comenzado como un juego solo para pasar el rato se había convertido en una sensación que le aceleraba el corazón cada vez que estaba cerca.
Y últimamente se había sentido triste, no sabía si por él o realmente por ellos. O tal vez solo era una sensación de rechazo que no le gustaba, de sentirse reemplazable tras la primera vez que él pretendió estar con alguien más después de ser ellos. O quizá, solo era miedo de no ser tomada en serio, y sí, esa también era su culpa.
—Soy el tipo con más suerte que vas a conocer—soltó, después de haberse quedado en silencio pensando en qué decir, tratando de que sus neuronas trabajasen a pesar del alcohol.
—¿Y yo no merezco ni un poco de esa suerte?
—No la necesitas.
—¿Y eso significa...?
—Sil, esto momentáneo tiene demasiado. ¿Sabe? Me siento estúpido a tu lado, tanto que comienzo a sentirme mal porque no puedo ser ese tipo inteligente y culto, y que sabe de números, y que le interesa la historia occidental y la economía mundial.
—¿Esa es una razón? ¿No sentirte suficiente? —rio.
—No, escucha—volvió a sisear—. Me duele, ¿sí? No sé si estoy utilizando las palabras correctas pero de cierta forma duele, porque sé que no soy el tipo que esperas, y me importas y como tu amigo te digo, no salgas conmigo—negó con su cabeza—. No, no, no: Aléjate de ese tipo de inmediato.
—Estás hablando de ti...
—Lo iba a arruinar de cualquier manera si seguía—sonrió, un poco perdido en las palabras que soltaba y bastante feliz como si ya no fuese muy consciente de lo estaba pasando—. Te quiero, Sil, eres una chica fenomenal. Y me importas, y aún eres más mi amiga que mi... mi... amante—frunció el ceño sin comprender.
—Oliver, basta.
—¡No! —se giró, levantando sus brazos—. Estoy celoso, ¡de todos ellos! —volteó hacia ella de nuevo—. Porque todos esos son más competentes que yo—se señaló—. ¿Quién diría? ¿Eh? —comenzó a reír—. Tengo casi cien mil seguidores en Instagram, otros más en Facebook y Twitter, y alrededor de medio millón de suscriptores de Youtube, —contó con sus dedos—, y la mayoría son mujeres que me mandan mensajes casi todos los días pidiéndome atención; me esperan después de mis presentaciones pidiendo una parte de mí y probablemente seguirá siendo así, conoceré a muchas personas, a muchas mujeres, ¿y sabes qué? Espero que sean más y más, así me iré a la mierda de Vancouver y rondaré por toda la jodida provincia, ¿y quién sabe? Tal vez por todas las demás también. ¿Y adivina? Estoy casi seguro de que tú no te irás, de aquí—se golpeó la frente un par de veces y rió—. Tú y tu jodidamente... hermosa... cara de... muñeca. Lo que sea, te odio—buscó de nuevo el vaso de vodka de Claire e intentó salir de la cocina.
—Oliver, no, no—le sujetó el brazo rápidamente, impidiéndoselo.
—¿Qué? —casi le gritó.
—¿Te has dado cuenta de lo que acabas de hacer?
—No pero según recuerdo sonó bien, no esperaba que respondieras algo, solo... olvídalo—le dio un trago al licor y negó con su cabeza—. Deja que me ahogue un poco más— continuó, soltándose del agarro de la chica y salió de ahí.
—¿Me dejas dormir contigo esta noche? —Claire la distrajo cuando intentó ir detrás de él. Silver miró a la rubia quien trataba de secar su cuello con papel higiénico y pudo notar que su rostro había sido lavado—. Ya sabes, como una fiesta de pijamas o algo así—trato de buscar un pretexto.
—Sí, claro—respondió no muy segura y desvió su mirada hacia Oliver quien llamaba la atención tras subirse a la mesa de café, vio cómo se terminaba la última gota de la bebida.
—¿Qué va a hacer?
—No lo sé—inclinó su cabeza hacia la derecha y esperó.
—¡Porque son los buenos tiempos! —levantó sus brazos ganándose gritos de apoyo de los demás como si entendieran a qué se refería.
Acto seguido pidió que comenzaran la canción. Slow Hands de Interpol comenzó y él solo comenzó a cantarla a gritos, junto a otros que se le unían como si fuese divertido el simple hecho de gritar.
—Hey, ustedes—Fred se paró frente a ellas negándoles la vista a Oliver, queriendo llamar su atención—. ¿Han visto a Wesley? —preguntó, con evidente énfasis en Claire.
—¿Tengo que saberlo?
—Eso espero...
—Creo que sigue en la habitación, salí porque fui por algo de beber y después me dieron ganas de vomitar. Y heme aquí— soltó rápidamente.
Tomó a Silver de la muñeca obligándola a irse con ella para así no seguir ante el interrogatorio de Fred. Ambas llegaron donde Beth quien parecía estar muy divertida ante la desesperada actuación de Oliver.
—Bien...—murmuró—. Gracias.
Respiró hondo y después buscó su teléfono para poder ver la hora en este, faltaban alrededor de quince minutos para la media noche así que entró a la cocina en busca de la tarta que Beth había hecho para Silver esa tarde. La sacó del horno y salió con ella, haciendo espacio en la mesa y comenzó a colocarle velas encima; tratando de contar dieciocho en total.
—Espero que sepa tan bien como olía—dijo Wesley llegando donde Fred; jalando una de las sillas para poder sentarse.
—No hables sobre esperar algo de alguien—enarcó una ceja y le miró—. ¿Qué pasó?
Wesley se veía bien, lo normal. Sin alguna anomalía en él que le dijera que algo había salido mal o se había salido de control y eso solo le decepcionó más de lo que estaba, porque significaba que no lo había hecho.
—Nada, no pude hacerlo—a su vez, Wesley mintió.
—No te creo.
—Créelo, digo—rio, con pocas fuerzas y negando con su cabeza rehusándose a recordar—. Mírala—señaló con su cabeza, Fred hizo caso y vio como Claire estaba junto a Silver y Beth, riendo de cosas que parecían muy ajenas a lo que ellos hablaban.
—¿Y de qué tanto hablaron allá dentro?
—Nada—suspiró—. No hablamos, solo nos besamos para variar. Solo le dije que quería estar un momento a solas con ella—se encogió de hombros.
—No sé cómo haces para mantenerlo.
—¿Te acuerdas cuando íbamos a una reunión en el auto de mamá y nos dieron una infracción por estacionarnos mal? ¿Cómo no podía ocultarlo bien a pesar de que ya había pagado la multa?
—Porque no puedes mentirle a tu madre.
—Y cada vez que me hablaba yo me sentía culpable. Me sentía como si tuviese un ataque de asma, lo primero que sientes, era una rara combinación de angustia, con falta de aire y una presión en el pecho; la culpa me golpeó y no me quería sentir de nuevo como si estuviese a punto de tener un ataque así que se lo dije. Me castigó pero al menos me sentí en paz.
—Entonces, ¿eso sientes?
—Son cosas que no puedo mantener por siempre—resopló—. Me iré a Toronto.
—¿Qué? —le miró, frunció sus cejas y dejó de poner las velas por un momento—. ¿Toronto?
—Ajá—asintió como si ya le importara en lo más mínimo.
—¿Por qué?
—Tengo una oportunidad.
—¿Cuándo?
—En otoño, probablemente.
—Y se lo dijiste...—quiso afirmar.
—Aún no—mintió de nuevo—. Es un secreto también.
—¿A esto te referías con las señales?
—Más o menos.
—Wow...—siguió con lo que hacía—. Creo que... será la primera vez que no estamos juntos en algo en... ¿Diecisiete años?
—Tienes una hija—le recordó—. Dudo que me necesitas ahora—bromeó.
Fred comenzó a reír sin muchos ánimos y terminó con las velas.
—¿Quieres olvidarte de esto por un rato? —preguntó, quiso mirar a Beth para que ella le devolviera el gesto y le ayudara a callar a todos.
—Sí, ¿por qué no? —se puso de pie y tomó el encendedor antes de que Fred lo hiciera—. ¿Recuerdas cuando cumpliste dieciocho?
—¿Y quemé mis pestañas con el fuego?
—Iba a pedir que recordaras que fue la primera fiesta que hicimos en este lugar pero lo de las pestañas es bueno.
Todos comenzaron a callar a medida que Wesley comenzaba a encender las velas y se acercaban a la mesa; alguien bajó el volumen de la música y Silver rápidamente fue posicionada frente a la tarta iluminada al mismo tiempo que los demás cantaban Feliz Cumpleaños.
—Pretendamos que no es la última—murmuró Fred para Wesley sin dejar de ver el fuego frente a ellos.
Slow Hands - Interpol
Cuenta regresiva (:
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