Capítulo treinta y cinco | Atlantis
—¿Lo ves? —levantó en alto su cuaderno, buscando que Eleanor pusiera sus ojos en él aunque sabía que no podría identificar nada. Pero aun así quería notarlo—. Eres tú—Fred señaló el dibujo—, y un zorro blanco. ¿Sabes quién lo hizo? Papá lo hizo, ¿puedes decir papá? —preguntó con un tono de juego y ella solo se limitó a juntas sus manos y posteriormente llevarlas a su boca—. No, no puedes—dejó el cuaderno a un lado y tomó su lata de soda de la mesa para darle un trago—. No tengo idea de qué hacer ahora, espero que tú si sepas que hacer la mayoría del tiempo, ¿es difícil ser bebé? Digo, no tienes que hablar, ni siquiera alimentarte sola, no tienes que rendirle cuentas a nadie, ¿es divertido? Yo la lo olvidé. Creo que el primer recuerdo de vida que tengo es ese donde estoy en mi silla alta arrojándole mi comida a la abuela, y eso me recuerda: Tu bisabuela quiere conocerte pero aún tengo miedo de que lo haga—susurró lo último—. La abuela Gainsbourg está demente, en mi cumpleaños dieciocho me dejó probar un puro cubano de colección... pero vive en Cannes con su tercer esposo así que está muy lejos de ti por ahora. Hace tiempo, cuando tenía catorce años, ella se divorció de su segundo esposo, y vino a vivir con nosotros después de haber estado en un crucero por el caribe donde conoció a su tercer esposo; pasó seis meses con nosotros comunicándose por internet con Alain y después se comprometieron—frunció el ceño—. Creo que nunca entenderé a la abuela pero al menos Alain la mantiene un tanto calmada porque si no fuese así, probablemente ya se hayan divorciado... Lo bueno es que tendremos una buena herencia—se encogió de hombros—. Ella dice que soy su nieto favorito porque cree que entiendo el significado de hacer las cosas por amor; ella fue bailarina de ballet casi toda su vida... ¿Cómo es que tu abuelo puede ser su hijo? —se preguntó analizando bien aquello—. Como sea, ¿tú quieres bailar ballet? ¿Si? —la miró fijamente, Eleanor mantenía sus ojos en él pero era más que obvio que no podía comprender y Fred lo sentía como una oportunidad de poder decir tantas cosas que nunca a nadie le hubiese gustado escuchar jamás—. Sé lo que quieras, creo que no soy nadie para detenerte pero intentaré guiarte, si quieres... Eres un tercio francesa, un tercio latina y un tercio canadiense: ¿Qué quieres aprender primero? ¿Francés? ¿Quieres que te cante una canción? Soy mal cantante pero puedo intentarlo—aclaró su garganta—. ¿Qué quieres? ¿George Brassens? ¿Edith Piáf? ¿Serge Gainsbourg? Antes decía que él era mi tío lejano—rio.
—Hola—saludó Sue, con pocos ánimos y un tanto frustrada. Cerró la puerta principal detrás de ella y suspiró mirando a Fred fijamente quien estaba en el sofá con Eleanor en sus piernas—. ¿Cómo te fue? —caminó hasta ellos; sostuvo mejor su bolso y observó a que todo estuviese en orden.
—¿Cómo entraste?
—Me diste tus llaves esta mañana por error—las sacudió y después las dejó sobre la mesa de café—. ¿Se divirtieron? —se dejó caer en el sofá pequeño,
—Sí, platicamos todo el día sobre las caricaturas de la televisión.
—Cuando pueda hablar, extrañarás cuando no sabía hacerlo.
Fred rio.
—Te esperaba en... tres horas más—miró la hora en su teléfono y después a Sue.
—Llegué a mi hora de entrada más temprano de lo usual, y no salí a almorzar para poder estar libre; Noelle entiende—se encogió de hombros—. Claire me pidió ayuda para la fiesta de cumpleaños de Silver, es mañana, ¿no?
—Silver no quiere una.
—Entonces la tendrá.
—Está haciendo cara de popó—Fred enarcó una ceja viendo a Eleanor con cuidado.
—¿Me estás avisando o me estás advirtiendo?
—¿Qué prefieres?
—Que sea mentira—notó el cuaderno de Fred en el sofá—. ¿Terminaste? —lo señaló.
—Me falta el final, ahora, ¿tú lo terminaste?
—Ah—se golpeó la frente—. Sí, iba a traerlo pero lo olvidé.
—¿El zorro recupera su color? —enarcó una ceja.
—No lo sé, tienes que leerlo—se encogió de hombros.
—¿Alguien ha visto mi chaqueta? —Oliver salió del baño, muy apresurado. Con su cabello goteando sobre su camisa blanca, abrochando sus jeans y sin zapatos.
—La musique adoucit les meufs—leyó Fred de su camisa—. ¿Se supone que es inteligente?
—Se supone que soy un encanto—sacudió su cabeza tal cual perro—. Hey, Sue—dijo después.
—Bonita nariz—pronunció.
—Debiste verla antes—la tocó por encima de la tira adhesiva que tenía sobre ella—. Y tú debiste quitarte ese anillo antes—le reclamó a Fred.
—Y tú debiste escuchar las reglas—dijo sin verle.
Oliver suspiró.
—¿Han visto mi chaqueta? —preguntó de nuevo.
—No—respondió—. ¿Para qué la necesitas? Ni siquiera hace tanto frío afuera.
—Tendremos una entrevista en una radio.
—¿En serio? —Sue acomodó mejor en el sofá—. Eso es genial.
—Sí, al parecer esto va teniendo más seriedad... Y quiero salir con mi chaqueta en las fotografías para la posteridad.
—Saldrás con una tira adhesiva—se burló Fred.
—¿Dónde están los demás? —Sue se puso de pie y fue donde Fred; él sostuvo a Eleanor y dejó que ella la cargara después.
—Fueron a comprar comida, algo así—respondió Oliver, buscando debajo del sofá donde ahora dormía y en el cual Fred estaba sentado—. ¡Al fin! —se levantó rápidamente con la chaqueta de cuero negra en sus manos y rápidamente se la colocó—. No me esperen esta noche, probablemente caiga dormido por ahí después de festejar nuestro primer programa de radio—tomó sus llaves de los colgante al lado de la puerta y salió del departamento con un fuerte portazo detrás.
Sue se movía de un lado a otro con cierto baile típico al cargar a un bebé y negó con su cabeza.
—¿Cuento hasta cinco?
—No—Fred rio—. Ya—miró a la puerta; ésta se abrió.
—¡Zapatos! —Oliver entró nuevamente.
*
—Sigo esperando...
—No creo que pueda ahora.
—¿Sabes? Nunca te había visto con tanto miedo de hablar con una persona como con Claire. La primera vez y ahora—se cruzó de brazos y miró como su mejor amigo intentaba preparar una bebida en la mesa de la cocina como si quisiera verse muy ocupado—. Ha pasado una semana...
—¿Y si era una señal?
—¿Señal de qué?
—Señal de—volteó; vio como Fred hacia un gesto de evidente desprecio a cualquier cosa que diría y suspiró—, de que no debemos seguir—masculló, viendo detrás de Fred donde había un poco más de veinte personas charlando; la mayoría eran compañeros de clase de Silver y uno que otro venía por parte de ellos.
Claire estaba junto a ella charlando en la sala mientras Oliver se encargaba de la música, la cual había sido pausada pues intentaban animar la reunión con un karaoke improvisado.
—¿Tú no quieres seguir?
—Sí, sí quiero.
—¿Entonces por qué cuentas eso como una señal?
—No es solo eso—cerró sus ojos con fuerza y negó con su cabeza diciéndole que olvidara todo.
—¿No se lo dirás?
—No quiero verla cuando lo haga.
—Conociendo a Claire, creo que entenderá... Lo que tenga que entender—se giró, para poder ver todo eso que Wesley si podía, colocándose a su lado y notando como Oliver se adueñaba del micrófono y trataba de convencer a Silver de cantar con él—. Es un error, y lo estás admitiendo, se lo estarás admitiendo a ella. No todos hacen eso.
—¿Y si ella ya no quiere seguir?
—Cuando quieres mucho algo, luchas por ello, ¿no?
—Bien—le dio un sorbo a la bebida que había preparado y se la cedió a Fred como si de pronto se hubiese armado de valor.
Salió de la cocina justo cuando Don't stop believing de Journey comenzó, con Oliver y Silver de pie mientras los demás reían de, la que sería, una presentación bochornosa.
Wesley se quedó de pie a mitad de camino y buscó su teléfono, llamó a Claire y vio como la rubia buscaba el suyo en el sofá sin dejar de ver a quienes comenzaban a cantar; miró la pantalla y después lo buscó entre las personas aún sin responder la llamada.
Claire lo vio de pie, junto a Fred quien parecía muy entretenido bebiendo algo de color rojo mientras hacía señas extrañas con su mano izquierda a Beth que parecía muy entretenida viendo a Oliver hacer el ridículo con Silver como si se tratara de una escena de Glee.
—¿Qué? —articuló, sin entender y Wesley nada más le señaló la habitación con su cabeza.
Claire lentamente se puso de pie, susurrándole a Sue que regresaba pronto y caminó hasta la habitación; con cierta incertidumbre que no le dejaba adivinar. Wesley ya estaba dentro cuando ella entró; lo vio buscando algo en un cajón pequeño de su escritorio como si en verdad lo necesitara.
—¿Por qué estás tan raro? —cerró la puerta detrás de ella, haciendo que la canción se escuchara más lejos y caminó hasta quedar a su lado, tratando de adivinar qué era lo que él buscaba.
—Necesito decirte algo—dijo él, sin dejar de ver lo que hacía y ella no pudo sentirse más preocupada por ello.
—¿Ahora?
—Sí, ahora.
—Me estás asustando—se alejó un poco.
Vio a Wesley morder su labio inferior como si le estresara algo, y no sabía si era el hecho de no encontrar eso o por lo que quería decirle. Tras segundos de silencio, él tomó un sobre que había caído de un libro tras ponerlo boca abajo con la esperanza de que eso que buscaba estuviese ahí. La miró y le indicó que se sentara en la cama mientras él arrastraba la silla del escritorio para sentarse frente a ella.
No pudo ver de qué se trataba pues Wesley lo movía rápidamente en sus manos, se dio cuenta después que no se trataba de un sobre sino de una hoja doblada en tres cuando él la colocó frente a ella esperando a que la tomara.
—Lee esto.
—¿Qué es?
—Solo léelo.
Era una carta, impresa y con una extraña firma abajo. Al leerla con atención se dio cuenta de que ésta se trataba de una circular y no había sido Wesley quien la había escrito sino que ésta había sido escrita para él.
Después de leer, vio a Wesley esperando por algo más de su parte pero él parecía atento a cualquier cosa que ella pudiese decir, pero la verdad era que no tenía idea de qué decir o qué significaba exactamente eso que tenía en sus manos.
—¿No dirás nada?
—¿Esto de lo que querías hablarme? —levantó un poco la hoja de papel que tenía en su mano.
Claire aún no comprendía del todo, y eso la inquietaba de una manera indescriptible pues esa inseguridad que Wesley emanaba no le decía que las cosas estaban bien. Había una ruidosa reunión afuera por el cumpleaños de Silver y era obvio que nadie los extrañaría; pero no sabía por qué él había tomado ese momento para una noticia así.
Releyó de nuevo el documento que Wesley le había dado. Sin entender por qué aquello era una mala noticia.
—¿Toronto? —cuestionó, pues fue lo único fuera de lugar que pudo encontrar—. ¿Trabajarás en Toronto?
—Es una idea, me lo han ofrecido y no he aceptado aún. Al parecer les gusta mi desempeño y mi jefe me ha ofrecido una beca para una maestría después de graduarme, en Toronto, para permanecer en la firma que tiene sede allá.
—¿Y por qué Toronto? ¿Por qué no puedes hacerlo aquí?
—Quiere que me especialice en negocios internacionales y Toronto es la ciudad para eso.
Claire frunció el ceño, leyó de nuevo el papel pero segundos después regresó a Wes.
—¿Y por qué estás triste? —enarcó una ceja—. Wesley, esto es bueno, ¿no?
—¿Qué crees que deba hacer?
—¿Qué creo? —quiso reír—. Wesley, cariño, ¿por qué debo tener poder sobre esta decisión? Es tuya, es lo que tú quieres. Yo no tengo porqué decidir si te quedas o no. Lo siento pero, si a mí me ofrecieran algo parecido y yo lo quiero, no lo rechazaría solo porque alguien más me lo pidió.
—¿Ni siquiera estando casi al otro lado del país?
—No. Detente—advirtió—. ¿Esto es lo que quieres hablar ahora? ¿Encontrar la manera de cómo sobrellevar esto? Es una buena noticia, no debemos ensuciarla con problemas ahora. Deberías estar feliz—colocó sus dedos índices en las comisuras de los labios de Wes tratando de que él al menos sonriera.
—No, Claire, no es sobre eso—le quitó la hoja de las manos, haciendo que ella quitara las suyas de su rostro e intentó leer de nuevo.
—¿Entonces?
—Necesito decirte algo más—apartó aquello de sus ojos, pues lo distraían más de lo que necesitaba. Intentó mirar a Claire fijamente y ella simplemente trataba de adivinar, lo sabía por esa forma de entrecerrar sus ojos que siempre hacía al tratar de encontrar detalles en las personas; así como la primera vez que ella intentó saber el color de sus ojos cuando se conocieron formalmente.
Su cabello estaba suelto pero podía notar que no estaba desarreglado como la mayoría del tiempo, se veía tranquilo y con ninguno mechón fuera de lugar como todas esas veces que llegaba de su trabajo en la tienda de discos e inmediatamente lo soltaba porque atarlo hacía que su cabeza doliera más rápido.
Con un vestido corto, con flores rosadas por toda la tela negra y un tirante cayendo por su hombro; y sin poder adivinar a simple vista si ella usaba maquillaje o no, Wesley se sintió como ese típico hombre pobre que se gana la lotería y gasta todos ese dinero de maneras muy estúpidas y cae en su pobreza de nuevo.
—Me estás asustando...—pronunció ella. Relamiendo sus labios y acomodando su cabello detrás de sus orejas como si ahora insistiera.
Wesley cerró sus ojos y respiró hondo tomándose un momento, pero no fue mucho como ella creyó cuando lo soltó.
—He besado a otra chica...
Creyó haber escuchado mal pero Wesley se quedó en silencio ante el suyo y supo que no había nada que él quisiera reparar en sus palabras. Sintió como le rebotó y se negaba a entrar en su cabeza pero por cada segundo que pasaba, éstas palabras la taladraban haciendo un eco constante dentro ella; eco que comenzó a pesar haciéndola sentir como algo en su pecho se sentía en el suelo.
Wesley la miraba, esperando. Sentía la mirada del chico sobre ella, con desesperación y cómo poco a poco ésta se nublaba y pedía perdón como si en verdad tuviese esperanzas de merecerlo.
—¿Qué?
—Que he...
—No, no, no—se apartó un poco—, no lo digas, no lo digas.
—Claire...
—¡No lo digas! —se cubrió el rostro—. No, espera—las quitó—. Besaste, ¿cómo? ¿Antes de nosotros? —buscó pretextos con desesperación con esperanza de que hubiese uno que doliera menos para ella—. O por error, como eso que das cuando quieres despedirte de alguien con un beso en la mejilla y sin darse cuenta se da en los labios. Esos besos por los cuales se ríen después...
Wesley negó con su cabeza.
—¿Así como si tuvieses ganas de que pasara a ser otra cosa? Ya sabes—dijo con algo de miedo—, como si lo desearas.
—No tengo idea de quién era.
—No lo digas.
—El club estaba a punto de cerrar y tengo que asegurarme de que no haya nadie dentro aún, y la encontré en el corredor de los baños y la ayudé a ponerse de pie...
—No lo digas.
—Quería que me dijera a quién llamar o algo para ayudarla a salir ahí...
—Wesley...
—Entramos al baño porque esperaba a que vomitara o algo para que se sintiera mejor, pero solo se lavó el rostro y se puso charlar conmigo, después comenzó a llorar...
—No lo digas, en verdad, no lo digas.
—Lo siento, Claire.
—Estaba ebria, Wesley, pero tú no—se puso de pie, como si amenazara con marcharse—. ¡Ella! ¡Ella estaba ebria, pero tú no! Y después viniste aquí—señaló la cama—, a dormir a mi lado como si eso no hubiese pasado.
—Perdón—insistió—. Sé que ningún pretexto basta, pero tenía que decírtelo. Te amo, y me aterra pensar en otra cosa, me he estado torturando todo este tiempo porqué sé que no volverás a creerme. Si me preguntas una razón que me haya llevado a esto, no consigo formular alguna, más que esa estúpida idiotez de la cual siempre me creí exento.
—¿Y luego qué? —dejó caer sus manos, con cierta resignación pero rehusándose a llorar aunque sus ojos poco a poco perdían el control sobre eso—. Te perdono, ¿y luego qué? —dijo de nuevo, al ver como Wesley se quedaba en silencio, mirándola como si fuese un perro arrepentido por morder algo que no debió—. Te amo también, y eso no podré arrancarlo por algo como esto y hace que duela más de lo que alguien espera. Sé, yo sé—enfatizó—, que tú no crees en estas idioteces sobre la fidelidad y que todo se trata sobre respeto porque los humanos desarrollamos eso pero, ¿pero dónde está ese respeto que dices tener hacia a mí si una chica ebria en un baño hace que se vaya?
Claire se sentía como un enorme nudo, que no lograba ordenar sus palabras con claridad y decía lo primero que se le venía a la mente. Quería gritar, quería llorar, quería golpearle la cara pero al mismo tiempo quería abrazarlo y llorar por ellos junto a él. Porque sí, las lágrimas de Wesley eran silenciosas ante su rostro inexpresivo y tenso; y podía llamar a ese momento como la primera vez que lo vio llorar.
Regresó a la cama, sentándose, frente a él obligándolo a mirarle. Sosteniéndole el rostro para que lo hiciera y podía sentir el miedo que de pronto les envolvió. Lentamente, él colocó sus manos encima de las suyas manteniendo esa extraña conexión que habían creado.
—¿Me puedes jurar que no sentiste nada? —preguntó, después de un largo momento de silencio en el que Wesley intentó grabarse el rostro de Claire en su mente, como si ahora se tratase de un imposible.
Él relamió sus labios y continuó en silencio. Claire sabía que él odiaba eso, odiaba jurar de esa manera y siempre respondía con su típico: Yo no juro. Pero ésta vez simplemente la miró; con los ojos y su nariz enrojecida de tanto soportar.
—Wes...
—Lo juro—aseguró de inmediato.
Claire suspiró, quitando el agarre que tenía en él con sus manos aunque Wesley quisiese impedírselo con las suyas, como si tuviese miedo de que al hacer eso, ella ya no quisiera volver jamás.
—No quiero hablar, no ahora, no de esto. No sé si estoy triste o enojada, realmente no lo sé. Y no quiero decir cosas de las que me voy a arrepentir; porque si me pidieran una lista de las personas que creo que me van a decepcionar, tú ni siquiera estarías en ella. Y ahora... No sé, no quiero saber más.
—¿A dónde vas? —miró como ella se dirigía a la puerta mientras intentaba desaparecer cualquier rastro de pelea en su rostro.
—No le digas a nadie, ¿sí? —pidió—. Es el cumpleaños de Silver, mañana esa la exhibición de Fred; no quiero convertir estos días especiales para ellos en algo nuestro.
—¿Quieres que salgamos y sigamos fingiendo que somos la pareja de siempre?
—¿Quién terminó? Wesley, un problema no significa que algo se acabó.
—No me refería a eso exactamente.
—¿Qué si me refiero a que salgamos y finjamos que nunca besaste a una chica ebria en un baño?—pronunció con evidente desprecio en imaginar de nuevo esa idea y negó con su cabeza apartándola de inmediato—. Sí, a eso exactamente me refiero.
Atlantis - Seafret
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top