Capítulo siete | Be there




—¿Sigues trabajando en eso? —su mejor amigo habló desde la cocina, recién salía de darse un baño y al parecer estaba muy apresurado buscando agua en el refrigerador ya que ni siquiera se molestaba en dejar de secar su cabello con una toalla pequeña.

—¿Mmhh? —fue lo único que Fred pudo responder, en su boca estaba uno de sus lápices mientras que con sus manos sostenía su cuaderno para mantenerlo verticalmente y así poder dibujar con su otro lápiz.

—No te había visto dibujar en días—continuó, se acercó al rubio ya con una botella de agua en sus manos y le miró con curiosidad queriendo descifrar qué era lo que éste plasmaba—. Ya no sé qué esperar.

—El fin de semana será la cena con la familia de Sue—dijo después de escupir su lápiz y fijar su mirada a la pared frente a él, cambiando de tema drásticamente. Wesley frunció el ceño queriendo ver mejor el dibujo acercándose más pero Fred cerró el cuaderno con brusquedad—. ¿Qué debo hacer?

—Ya conoces a su familia, ¿no? —Wesley se enderezó un poco al mismo tiempo en el que el rubio se ponía de pie.

—No, no a sus padres. Solo a su abuela y a Régine—cerró sus ojos—. ¿Qué se supone que deba hacer? Nunca he conocido a la familia de alguna chica—los abrió de nuevo—. Sue espera a que aparezca ahí y refleje seguridad y apoyo...—dijo con ironía.

—A ver, a ver, a ver—Wesley levantó su mano como si quisiera comenzar de nuevo—. Vas a ir a su casa, a cenar con su familia; supongo que es por la noticia.

—Ajá.

El castaño resopló—: ¿Quieres  ir?

—Tengo miedo. Quiere que salgamos a cenar esta noche, y es la primera vez que salimos  de esa manera desde hace dos meses.

Wes siguió secando su cabello pensando y terminó por soltar un quejido de cansancio al ver que su mejor amigo no dejaba de verlo como si le pidiera ayuda. Wesley tampoco tenía buenos consejos para darle, nunca había estado en esa situación y en cuanto a conocer familias, cuando conoció a la familia de Claire no le fue nada bien.

Nunca los había entendido, la relación que Fred y Sue tenían siempre era negada públicamente pero, él la conoció de cerca, y podía jurar que eran más que entretenidas formas de quitarse la soledad mutuamente.

Su mejor amigo nunca había sido tonto en esos aspectos, Fred podía estar con chicas diferentes en diferentes días de la misma semana y hacer como si nada hubiese pasado, así fue en los primeros meses que estuvieron en Vancouver. Pero cuando conoció a Sue hubo un cambio muy drástico, como si lo hubiese hechizado y Wesley sabía que, aunque fuese bueno que su amigo sentara cabeza un poco, Sue no sería buena para él.

Porque Fred nunca caía fácilmente, pero cuando cae, cae profundamente. Y se dio cuenta que ya estaba en el suelo por ella cuando, a kilómetros, Fred estaba rebozando en sentimientos puros hacia ella mientras Sue podía hacer lo que se le daba la gana.

Y no había nadie a quien culpar, ella se lo había advertido desde un principio y Fred había perdido como toda persona que termina enamorándose en un juego.

—Depende de ti, Fred—Wes se encogió de hombros—. Creo que si...—frunció los labios pensando—... creo que al estar separados, sentimentalmente hablando, deberías enfocarte en lo que tú quieres. Es normal tener miedo pero todos lo tenemos. No puede obligarte a ir.

Le miró con seriedad mientras el rubio divagaba con sus ojos esperando a que su mente tranquilizara ese nerviosismo que no le dejaba desde hace tiempo.

—¿Aun seguirás con tu plan? —preguntó después al notar que no respondería.

—Mi plan no es por Sue, ya no— dijo rápidamente quitando todas las ideas que pudiesen formarse en la cabeza de su amigo.

La puerta principal se abrió de golpe y se cerró de la misma forma cuando Oliver entró. Se recargó en ésta queriendo recuperar su respiración y sonrió al ver a ambos chicos de pie en la sala.

—¡Tengo una pregunta! —gritó al acercarse a ellos—. Estaba charlando con unos chicos en el bar después del ensayo, y llegamos a un tema de discusión interesante—respiró hondo—. Wes, tu sabes de psicología.

—No.

—Como sea—sonrió—. Si eres un hombre heterosexual y te satisface masturbar a otros hombres, para todos los demás, eso te hace gay... ¿no?

Fred y Wesley intercambiaron miradas.

—¡Pero! Si eres un hombre heterosexual y te masturbas a ti mismo, ¿eso no te hace gay? Porque, digo, es un pene también.

—Por favor, dime que no tengo que responder eso.

—Creo que eso aplica solo si pudieses chuparlo tú mismo—Fred opinó con interés—: Porque toquetearte tiene su nombre, algo que haces tú mismo procurando tu propio placer e imaginando... cosas. El practicarte sexo oral a ti mismo significaría que te gustaría hacerlo a otros hombres.

—Bueno—Wes se dio por vencido—. Son conceptos diferentes: masturbarse, sexo oral y coito. Creo que tiene que ver más con lo que te imaginas que pasa y que tan bien te sientes haciéndolo... ¿Con qué clase de personas te juntas? —le cuestionó de inmediato al recapacitar lo que estaba diciendo.

—No puedes negar que es un buen tema de conversación—frunció el ceño sintiéndose ofendido.

—No lo niego, solo me sorprende.

Los tres se quedaron en silencio. Wes y Fred ya no sentían ánimos de seguir su conversación y, por la expresión de Oliver, el chico buscaba un nuevo tema.

—¿Puedo darme un baño? —preguntó.

—Si, el fontanero vendrá a las cinco—Wes abrió la botella de plástico que por poco olvidaba que tenía en las manos—. Le dijiste a Claire que la ibas a ayudar a cambiar sus cosas de habitación—le recordó.

—¡Ah si! —Oliver rascó su cabeza—. ¿Dónde está?

—No debe tardar—se encogió de hombros.

—¿No crees que es raro? —Fred arrugó su nariz—. Camille y Claire trabajando...  juntas...

—Sé de algo que harían bien juntas—Oliver sonrió en grande y Wesley le propinó un golpe en la cabeza para que borrara cualquier rastro de pensamientos pícaros de ahí—. Auch—se quejó aún con algo de risa—. No puedes negar que sería genial, aún recuerdo cuando se besaron en tu cumpleaños.

—¿Claire sabe lo que pasaba con Camille? —le siguió Fred y después Oliver detrás.

—Si.

—¿Y qué dice?

—¿Debe decir algo?

—No lo sé.

—Por primera vez en mi vida creo que ya no quiero tener tu vida—Oliver dijo hacia Fred—. Ahora quiero la de Wes.

—¡Hola, chicos! —la puerta se abrió dejando ver a una cansada Claire quien usaba su nuevo uniforme de la tienda de discos—. ¡Adivinen a quién me encontré! —entró por completo y con algo de dificultad gracias a las bolsas de papel que de seguro traían comida dentro.

—¿Quién? —Wesley salió de la cocina olvidándose por completo de lo que iba a hacer y fue donde Claire para ayudarle con lo que cargaba, detrás de ella se asomó una chica alta y pálida con una sonrisa bastante tímida—. Oh, hola, Sil—saludó gentilmente, como ese tono que siempre utilizaba al tratar con clientes en su trabajo.

—¡Sil! —gritó Fred desde el otro lado de la habitación y se apresuró, casi corrió,  hacia ella para poder darle un abrazo enorme.

—¿Qué es eso? —preguntó Oliver dirigiéndose a las bolsas que la rubia llevaba en sus manos y que Wes le estaba quitando—. ¿Comida?

—Unas cosas para hacer una tarta, para que Fred lleve a la cena con la familia de Sue—miró al rubio con algo de enojo pues esa mañana habían discutido por ese  hecho.

—¿Tú vas a hacer una tarta? —Wes paró en seco al llevar todo eso a la mesa.

—Si, ¿algún problema? —rió nerviosa dejando su mochila en el sofá.

—¿Tú cocinas? —Oliver frunció el ceño.

—A veces... Veré recetas en internet, ¿de acuerdo? —rodó los ojos. Dio media vuelta con una sonrisa en su rostro y miró a Silver quien parecía más nerviosa de lo normal—. Tú, ven acá— se acercó a ella tomándola de la  mano y guiándola hasta el sofá pequeño donde la hizo tomar asiento.

—¿Ella es la chica que se quedará con nosotros? —Oliver le señaló, muy ajeno al asunto.

—Si—Claire le respondió—, o eso parece—dijo después. Tomó asiento en el sofá grande dejando su mochila en el suelo—. Wesley, ven acá—le llamó al ver como el castaño intentaba abrir una caja de galletas que venía en una de las bolsas.

Fred se  quedó detrás del sofá  donde Claire estaba, mirando a Silver con una sonrisa como si le dijera que estaría bien, Oliver fue con él un poco confundido. Al cabo de unos segundos, Wes se dejó caer justo al lado de Claire; le propinó un fuerte beso en la mejilla con el propósito de ser molesto. Ella rió.

—Entonces...—Claire se incorporó un poco en el sofá para verse un poco más interesada—. Quieres vivir aquí—dijo aun no muy segura de la decisión, pero ya era muy tarde para retractarse después de haber pasado esa mañana cambiando sus cosas a la habitación de Wes—. ¿Por qué?

La chica simplemente frunció sus labios, aun cohibida por el nerviosismo, juntó sus manos poniéndose muy derecha como si la estuviesen juzgando y respiró hondo. Miró a Fred suplicante y el rubio solo sonrió confiado detrás del sofá donde Wesley y Claire estaban. Después al chico que estaba muy ocupado jugando con su llavero, dándole vueltas en su dedo índice, y eso la hizo reír.

—Fred me dijo que buscaban a alguien—dijo recordándoles que lo había dicho aquella vez en la que se reunieron en el bar donde esa charla pasó a segundo plano—. Vivo sola ahora, y me causa conflictos a la hora de pagar alquiler. Mis padres no van a pagarme todo el tiempo mi decisión.

—¿En verdad tienes quince años? —preguntó Wesley saliéndose del tema como si éste le llamara más la atención. El castaño tenía sus brazos cruzados y fruncía el ceño como si en verdad no lo creyera; tenía su uniforme del club y su cabello estaba aún muy húmedo.

—No—respondió Silver con gracia—, cumplí 17 en Abril—corrigió.

——¿En serio? Te recuerdo más grande—Wesley le señaló—. ¿No fuiste tú quien tiró la estatua de hielo en el cumpleaños de Bastian? Eso fue hace como tres años.

—Si, fui yo—hizo una mueca recordando el suceso y el caos que causó—. Y tenía catorce.

—¿En verdad? —insistió sin creerlo—. Me estoy poniendo viejo—arrugó la nariz.

—Si, si—Claire palmeó su rodilla—. Pasaste los veinte hace mucho tiempo—dijo harta y miró donde Silver de nuevo—. Creo que tienes que entender que estamos un poco ajustados aquí—intentó decir con cuidado para que no sonara desagradable para ella—: Somos cuatro personas ya y un baño. Todos tenemos  que cooperar.

—Fred me dijo que solo vivías ustedes dos y él.

—Digo muchas cosa—el rubio se encogió de hombros—. Vamos, Silver, será como cuando éramos niños. Hace años que no pasamos tiempo juntos—intentó animar.

—¿Y quién más es? —preguntó curiosa—. ¿Tú novia también?

—No es mi novia— dijo rápidamente.

—¿Ah no? Creí que iban a tener un bebé. ¿Sabe mi tío Bastian de eso? —cuestionó después con algo de sorpresa al darse cuenta del hueco que había en esa historia.

Silver parecía ser inocente aunque físicamente no. La chica era más alta que Claire por mucho y esa delgadez que su cuerpo tenía solo la hacían lucir mayor en su rostro.

—Sigo creyendo no tienes diecisiete— comentó Wesley cortando el pequeño silencio que se  había formado después de las preguntas de la chica.

—¿Qué vas a estudiar? Fred me dijo que eras una niña genio que fue adelantada—se apresuró a decir Claire.

—Arquitectura.

—Wow. Suena bien, ¿eres buena dibujando? Juro que creí que sería algo relacionado con la actuación.

—Bueno—sonrió—, fui modelo en una pequeña agencia durante unos años pero me da mucha vergüenza posar para cámaras, no era tan fotogénica como creían.

—Yo vivo aquí también—Oliver reaccionó tarde—. Me llamo Oliver, creo que aún no nos han presentado formalmente. Yo era el chico guapo que cantaba el otro día—sonrió de lado.

—Si... Si te ubico.

—¿Y  por qué no vives en una residencia? —Claire le cuestionó.

—¿Por qué no vives tú en una? —enarcó una ceja.

—Okay, me agrada—le susurró a Wes.

—Bien, es una decisión precipitada— dijo el chico—. Pero no eres una extraña, al menos no para mí ni mucho menos para Fred—respiró hondo—. Somos muchas personas en un solo lugar, tenemos que aprender a convivir, pero la mayoría de nosotros pasa mucho tiempo fuera así que sería muy poco probable que nos topemos mucho en el día. Eh... Sil, no estábamos buscando a alguien—le aclaró—, pero Fred tiene razón con eso de que bajarán nuestros gastos de alquiler al compartirlos con otra persona y como dejé mi segundo empleo creo que si nos ayudará bastante.

—A mí me agrada la idea de que haya otra chica aquí, prácticamente te tengo que obligar a que seas mi amiga porque dormiremos cruzando el pasillo. No soy muy buena haciendo amigos—habló rápidamente—, lamento si soy molesta a veces. ¿No quieres ir a ver la habitación? —se puso de pie, le tomó de la muñeca y casi obligó a que la siguiera.

—Salió bien—Wesley dijo una vez que estuvieron lo suficientemente lejos como para escucharlos. Oliver sonrió hacia Fred y el rubio arqueó sus cejas adivinando.

—Te doy cuarenta si te mantienes alejado de ella—le dijo con seriedad.

—¿Qué? ¿Por qué? —intentó no reír.

—No es porque no me agrades y seas mala influencia, pero estoy a cargo de ella y puedes ir a prisión.

—¿Entonces espero un año?

—Espera hasta que te mueras.

—Bien, no insistiré, pero si ella viene a mí no le diré que no.

—Si la molestas haré que te arrepientas de haber nacido.

Oliver carcajeó.

—Ya estoy arrepentido de eso—se encogió de hombros demostrando que no le  importaba.

—Oye, Wesley—salió Claire de la habitación, con un libro viejo en sus manos y una expresión bastante confundida, detrás de ella venía Silver—. En este libro que compré hace como...—frunció los labios—, mucho tiempo—se encogió de hombros—. Dice que la compatibilidad de tauro y acuario es casi nula—abrió los ojos en grande e intentó mostrárselo al chico.

—¿Y quién es tauro? —preguntó éste demasiado ajeno a lo que quería decir.

—Yo—dijo obvia.

—Ah... ¿Soy acuario? —rió tomando el libro pero sin dejar de ver a su novia, ella asintió—. Demonios, debemos terminar entonces—fingió sorprenderse y se puso de pie—. Si lo dice este libro, debe ser verdad... Como la existencia de Harry Potter— le tomó de la barbilla para poder darle un corto beso.

—Ugh, ¿podrían hacer eso en privado? —se quejó Fred.

Claire sonrió con malicia, sujetó a Wesley del cuello y lamió toda su mejilla hasta su sien.

—Podríamos pero es divertido hacerlo en público—dijo después—. Sil, puedes mudarte cuando quieras—se dirigió a la chica ignorando por completo la expresión de asco del rubio—. Si quieres ayuda, no dudes en decirnos. En cuanto a los gastos... Están en la cocina... creo—miró a Wesley y fue este quien asintió dándole la razón—. ¿Firmamos contrato?

—Yo no firmé ningún contrato—Oliver frunció el ceño.

—Tú eres chocolate—Wes respondió.

***************

—Siempre he creído que el aderezo ranch sabe horrible pero ahora por alguna razón siento que quiero beber de la botella—Sue leía meticulosamente la etiqueta de dicha botella que la mesera le había llevado a petición—. Mi abuela dice que se me antojarán cosas extrañas, como camarones con chocolates o cosas por el estilo—se encogió de hombros y comenzó a verter el aderezo en su ensalada.

Fred sonrió. Por un momento se sintió como si nada hubiese cambiado. Sue usaba ese vestido holgado que le hacían lucir como si no pasara  nada con su cuerpo —y tampoco era que se notara ya,  pero su paranoia le hacían creer que sí— y su labial rojo carmesí, como todas esas veces en las que pretendía coquetearle. A pesar de lo confortante que era todo de repente, Fred no pudo evitar recordad lo molesto que se sentía. Tal vez era ese enojo que le causaba el rechazo, ese enojo que siempre usó como arma al no sentirse querido de la misma forma en la que él quiere. De sentir que la chica frente a él nunca lo iba a amar como él lo hacía con ella en ese momento.

—¿Para qué me citaste a almorzar? —el rubio tomó la botella de salsa de tomate para sus papas fritas—. Me tomó de sorpresa porque... ya sabes...—cerró sus ojos dándole a entender que no quería meterse mucho en el tema.

—¿No podemos almorzar ahora? —arqueó sus cejas—. Sé que todo esto está algo... turbio. Ninguno de los dos reaccionó de  la mejor manera, Fred. Creo que necesitábamos un poco de paz, un descanso de ambos para aclarar mejor nuestra mente. Te agradezco muchísimo el apoyo que me das ahora...

—¿Qué quieres de mí? —preguntó, con un tono de súplica que cambió en lo absoluto el rostro tranquilo y confiado de Sue—. He estado haciendo lo que me pides; he mantenido distancia y creo que no te he molestado.

—Me preocupo por ti. Claire me dijo que quieres tener comunicación con Michelle, ¿Te has vuelto loco?

—¿Te...?—quiso reír—. ¿Te preocupas por mí?

—Fred...

—No, realmente estoy anonadado. Gracias.

—¿Puedes dejar tu sarcasmo para después?

—¿Cuál sarcasmo? —sonrió—. Estoy siendo pisoteado por mí mismo, porque no, mi vida no va  bien ahora, Suzanne—pronunció su nombre completo por primera vez en mucho tiempo—. Y llego a pensar que te gusta verme así, porque tienes poder y yo no, yo lo perdí hace mucho tiempo. Debiste abandonarme desde que tuviste oportunidad, en verdad debiste. Somos diferentes, tú puedes ir de persona en persona sin sentir nada pero yo no—relamió sus labios—. No creo que deba intentarlo, no puedo hacer que renazca algo que al parecer no existió, y no te culpo aunque parezca que sí. Es mi culpa por creer que algo así saldría bien—se recargó en el asiento y respiró hondo observando todo a su alrededor, procurando de que nadie le  haya escuchado porque de repente entraba en razón—. No es justo, porque sé que haría cosas por ti que no haría por nadie más, aunque mi cerebro repita que no debo.

Sue no dejó de mirarle a los ojos, directamente con sus brillosos ojos marrones que parecían pronto derramar lágrimas y eso de por si era extraño. La chica respiró hondo alejando cualquier sentimiento que le obligara a llorar y asintió como si le diese la razón.

—Si no quieres hablarme más, está bien.

Fred negó con su cabeza—: Quiero a mi hijo. Eso es todo lo que quiero.


Be there - Seafret
Ñ

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