Capítulo seis | Sweet disposition

           

—Ni se te ocurra mencionármelo—dijo al ver de reojo los pies de Fred entrar a la cocina.

—No iba a hacer pero ahora que no lo quieres...—le escuchó decir al mismo tiempo que la puerta del refrigerador fue abierta—. ¿Cuándo Claire va a abandonar su habitación?

—¿Podrías dejar de hablar como si yo no estuviera aquí? Y tampoco somos un paquete—frunció el ceño mirándole desde abajo. Fred sacó una lata de soda y cerró la puerta sin quitarle la mirada a la rubia que estaba sentada en el suelo, junto a la caja de herramientas que habían pedido prestada al vecino y con su pequeño gato en brazos.

—Estoy hablando en serio, me ayudarían bastante—cambió su tono al tratar con ella.

Claire torció los labios y picó las costillas de Wesley quien estaba muy ocupado tratando de arreglar un tubo del lavatrastos desde hace cuarenta minutos. Casi la mitad de su cuerpo estaba metido ahí debajo.

—Esto apesta—se quejó.

—Hay comida podrida atorada ahí—la rubia rió.

—Sigo manteniendo un profundo no—intentó tomar una llave de la caja, Claire la puso en su mano al ver que fallaba.

—Esto es fácil—abrió la lata—. Tu habitación es lo suficientemente grande para los dos. Silver es una persona que se siente cómoda con lo que sea, solo tenemos que coordinar horas de uso del baño, etiquetar comida y mantener a Oliver alejado de ella—se acercó a su mejor amigo y pateó sus piernas para que le prestara más atención.

—No estoy segura, no creo que estemos listos para compartir una habitación; déjanos disfrutar un poco del color rosa de todos los inicios de relación—bajó de su hombro al animal que intentaba subir.

—Yo sé que se la pasarán bien—intentó relajarlo—. No hay nada a lo que no se puedan acostumbrar.

—Wesley...—canturreó Claire.

—¿Qué? —un poco harto, salió de ahí. Más despeinado de lo normal y con una expresión de pocos amigos por culpa del esfuerzo que hacia al intentar arreglar aquello—. No puedo decidir nada, no es como que tenga voz por los dos—se dirigió a ella.

—De hecho solo quería que lo echaras de aquí para que dejara de molestar—resopló. Miró a Fred quien simplemente sonrió un poco convencido de que había más puntos a su favor—. Deja de torturarnos.

—No pararé hasta que acepten... ¿Por favor?

—Duermes en el sofá—le recordó.

—Esto es extraño... ¿En verdad  quieres que ella tenga la habitación aun cuando podrías tomarla tú? —Wesley le preguntó sin creerlo.

—Estoy comenzando a ser un caballero, prefiriendo la comodidad de otros antes que la mía—enarcó una ceja—. Y necesito ahorrar dinero, de hecho, todos aquí lo necesitamos

—Estamos sobrepasando la cantidad de inquilinos por departamento.

—El dueño me ama—Fred se encogió de hombros—. Y tampoco es como si revisara que solo hay tres  personas viviendo aquí. Además aún tengo esperanzas de que Oliver se vaya de una buena vez— le dio el primer sorbo a la lata.

—¿Lo estás considerando? —Claire le cuestionó a su novio quien se mantenía pensante—. Siento que será extraño.

—Por favor—el rubio quiso reír—. Wesley piensa llevarte con su familia en dos semanas, esto ya es demasiado serio en su mente, compartir una habitación es lo de menos.

—¿Piensas qué...?

—Si, gracias—Wes miró mal a su mejor amigo quien solo se burló. Regresó sus ojos a  la rubia—. Mis papás van a renovar su votos o algo así—talló su ojo derecho y bostezó—; pensaba invitarte porque... No sé, me pareció buena idea. ¿Está mal? —rápidamente se puso a la defensiva—. Quedé en ridículo con tu familia, ahora te toca a ti.

—Entonces, ¿cuándo te mudas? —Fred le preguntó.

—Tú también vas—le señaló el castaño.

—Lo sé, tus padres me aman.

—De hecho es por educación y porque tu papá va a ir.

—No imagino la cara de Laurie cuando vea que Claire te acompaña. De seguro la va a querer matar—sonrió imaginándolo—. Tienes que ir—dijo un poco más emocionado.

—¿Y tú llevarás a Sue? —ella le cuestionó.

—¿Por qué tengo que llevar a Sue?

—¿Por qué no llevar a Sue?

—¿Tienes tiempo para oír la lista?

—Pero, ¿por qué ella si te puede pedir la apoyes cuando tenga que decirle a su familia del embarazo y tú no? Ya sabes, estar presente los dos cuando tu papá explote porque parece ser una persona de esas que... explotan.

—¿Debería? —dudó.

—¡Claire, una niña te busca! —el grito de Oliver avisó quien era el que abría la puerta, sus pasos se aproximaban a la cocina—. ¿Por qué la reunión? —preguntó al pararse a en el marco de la puerta.

—¿Qué niña?

—Eres muy amable, chico—Nora se paró detrás de él. Oliver se movió un poco para dejarla ver; traía un par de libros en sus manos y un vestido que la hacía lucir más joven de lo normal—. Mi parte está lista—le informó a la rubia.

—La encontré en el pasillo—el castaño dijo riendo como si fuera algo importante para decir.

—Oh si—Claire se  puso de pie de inmediato, pasó Ganímedes a Wesley y fue donde Nora para tomar los libros que utilizaban para su trabajo.

—¿Quieres ser mi novia? —preguntó Oliver a la chica nuevamente.

—No.

—Tengo una banda.

—¿Enserio? —sonrió y él asintió.

—¿Quieres ahora?

—No, lo siento—palmeó el brazo del castaño y se retiró siguiendo a Claire quien iba directo a su habitación.

—¿Y... qué tal el clima?

Wesley frunció sus labios manteniendo a la pequeña gata con él aunque ésta parecía querer a Claire de regreso, Fred solo dio un sorbo a su bebida y sonrió.

—Wesley y Claire compartirán habitación—informó.

—Aún no decidimos eso.

—Pero si está en discusión quiere decir que si—dijo obvio.

—¡Chicos!— Oliver dio un respingo en su lugar abandonando su posición de relajación, los dos hicieron lo mismo mirándole con cierta preocupación—. Lo había olvidado: Un tipo nos citó en el bar—abrió sus ojos más de lo normal—. Y quiere hacer pruebas en su estudio de grabación el sábado, al parecer es de un sello discográfico o algo así—se encogió de hombros.

—¡¿Qué?! —ambos gritaron al mismo tiempo. Wesley se puso de pie tan rápido como pudo mientras Fred se paraba frente él y lo tomaba de la camisa con una mano.

—¿Por qué no habías dicho eso? —le cuestionó el rubio de inmediato.

—¿Por qué actúas como si no fuese la gran cosa? —dijo el otro chico mientras se  quejaba de que el gato encajara las uñas en su mano.

—Porque acabo de volver de esa reunión— señaló con su pulgar a la puerta principal—. Saben que nunca me gusta contar estas cosas ni emocionarme anticipadamente porque la suerte me puede traicionar.

—¿Sabes lo que eso significa? —murmuró Fred.

—¿Qué tengo posibilidad de grabar mi música, de ganar dinero y hacer giras?

—¡Si!

—¡Oh por Dios! —su cara se transformó al instante—. ¡Aaah!

—¡Ahh! —gritó de vuelta el rubio.

—Sigo sin entender por qué gritan así—cerró sus ojos soportando los gritos combinado de ambos.

—¿Alguien murió? —Nora apareció colocando mejor su mochila sobre sus hombros. Los tres le miraron sorprendidos—: Ah.

—¿Qué sucede? —Claire llegó junto con Nora, miró a su novio y éste solo se quejó por culpa de que el animal subía hasta sus hombros—. ¿Debo asustarme?

—Tengo que irme—la chica bajita se acercó más a la rubia para darle un beso en la mejilla después de que ninguno de esos chicos hablara—. Nos vemos luego.

—Nos vemos—dijeron los cuatro de forma sincronizada. Se miraron entre sí por la coincidencia más no le tomaron tanta importancia.

—Si... —Nora pronunció no muy segura y fue hasta la puerta para salir, ninguno se dignó a hablar hasta que la chica salió y cerró la puerta detrás de si.

—¡Oliver tiene un contrato! —gritó Fred parándose frente a Claire en cuanto escuchó el portazo. Oliver se apresuró a tapar su boca desde atrás.

—¡No, no es cierto! —intentó reír el chico.

—¿Es cierto o no? — enarcó una ceja.

—Es probable—Wesley respondió.

—No entiendo.

—Solo...—Oliver resopló y se resignó, destapó la boca de Fred y limpió la palma de su mano con su camisa—. Tengo que hacer pruebas... pero ya me ha pasado una vez y no me fue bien, por eso pretendía dejarlo en secreto porque hacer ilusiones me da mala suerte—miró su mano con gesto de asco y tembló a causa de escalofríos.

—¡Oliver! —Claire abrió los ojos sin creer la poca importancia que le daba—. A alguien le interesaste, eso es bueno, es excelente. No todos pueden presumir eso. ¡Debes estar saltando de felicidad!

El chico rascó su nuca y terminó por estirarse.

—No lo sé, hace tres años fui con toda ilusión con mi vieja banda a una prueba, un chico nos habló después de vernos en una guerra de bandas, pero al final solo nos dijo que no éramos lo que estaban buscando. Peleamos por la decepción y adiós banda—se encogió de hombros y bostezó—. Estoy formando una nueva, nos va bien, así que deseo no generas expectativas todavía—sonrió estirando el cuello de su camisa—. Quiero un cupcake.

—Traeremos algunos cuando regresemos—Claire miró a Wesley como  si le dijera que le recordara.

—Los cupcakes me recuerdan a cuando mamá me medicaba...—se cruzó de brazos—. Siempre me daba uno como premio, hasta que a los diez pude comprar mis propios cupcakes con mis ahorros, pero moví la caja donde guardaba ese dinero y nunca recordé donde...—abrió su boca como si algo le llegara a la mente—. Tengo que ir a casa— levantó su dedo índice como si se guiara y como señal de que no se detendría aunque lo intentaran, tomó las llaves de la mesa, su chaqueta y salió.

Claire le había seguido con la mirada bastante confundida—: ¿Su mamá lo medicaba?

Fred tosió a propósito—: Loco.

La rubia rodó los ojos y miró a Wes,

—TDAH—dijo éste.

— Ah.

—¿Entonces Silver va a quedarse, verdad? —fue a la mesa y dejó su lata de refresco ahí.

—No me estés presionando ahora.

—Fred, aun no hemos discutido eso—insistió la chica.

—Y si es un tema de discusión es probable de que se acepte—dijo demasiado obvio.

—¿Podemos irnos ya? —Wes dejó a Ganímedes en el suelo y ésta corrió. Fred arrugó su nariz al verla y miró a Claire con algo de duda.

—¿A dónde van?

—¿No vas a terminar ahí?—la rubia señaló al lavatrastes que aun seguía sin funcionar. Wesley volteó su cabeza para ver aquello y regresó con sus ojos en Claire con una mueca.

—Llamaré a alguien.

—¿A dónde van? —repitió el rubio harto.

—Al museo—Claire le respondió del mismo modo.

—¿Museo? —quiso reír—. ¿Quién va en su primera cita al museo?

—Es uno de los pocos lugares a los que nunca hemos ido juntos, se supone que tiene que ser especial—se defendió ella queriendo peinar su cabello en una cola de caballo.

—Bien, entonces voy con ustedes.

—¿Qué? —bajó sus manos así como su peinado.

—No tengo mucho que hacer—dijo sin importancia—. Además, necesito distraerme de mi miseria un rato. Ya sabes, dejar de pensar.

La pareja se quedó en silencio tratando de comunicarse mentalmente, pidiéndole al otro que le negara la invitación porque ninguno de los dos podía hacerlo. Era Fred, en poco tiempo se había convertido en una especie de hijo que tenían que cuidar.

— Estaré bien, si quieren no los molesto mucho—dijo interpretando ese silencio—. Malditos tórtolos egoístas. Si no fuera por mí no estarían juntos ahora— les acusó con fingida molestia y fue hasta sus cosas en la sala donde probablemente buscaba su chaqueta para salir.


**************

           

—No lo entiendo—sujetó con más fuerza la correa de la mochila.

—No te preocupes, yo tampoco entiendo el arte—Wesley inclinó su cabeza a la derecha para poder encontrar alguna forma en ese cuadro que tenían frente a ellos.

—No, eso no— Fred frunció el ceño un poco enojado.

—¿Qué no entiendes? —Claire le miró confundida, estaba justo en medio de los dos. El rubio parecía perdido en aquella pintura de garabatos de colores sobre un enorme lienzo grande. Garabatos los cuales, si prestabas atención, conformaban a una ciudad.

No obtuvo una respuesta inmediata, Fred se había convertido en un zombie desde que pusieron un pie en el museo y no lo entendían del todo. No porque no estaban en su lugar, sino que creían que todo lo que tenía que ver con Sue estaba arreglado pues parecía estar bien, como todo el tiempo, cuando ella estaba alrededor, pero cuando la chica se iba, Fred regresaba a su estado de letargo tan rápido que comenzaban a creer que necesitaría ayuda profesional.

—¿Por qué esto es considerado arte? —cuestionó, pero más que ser algo que necesitaba ser respondido, pareció que se lo decía a sí mismo.

—Eh...—Wesley abrió la boca para decir algo pero decidió que no era buena idea soltar una opinión—. ¿Seguimos? —intentó cambiar el tema, movió el cual era sujetado por la chica. Ella le miró con preocupación como si le dijera que esperasen un poco.

—Digo, no es como que no considere que es arte o que esto es algo que no lo  merece—continuó dándoles a entender que en verdad si les hablaba a ellos—. Solo quiero saber, ¿Qué es lo que lo hace arte? ¿Qué es lo que hace merecedor de ser admirado por los demás?

—Mmhh... ¿Lo que te hace sentir? —Claire intentó responder.

—¿Todos sentimos lo mismo? Lo dudo.

—¿Podemos cambiar de sala? El arte contemporáneo me hace querer ser quisquilloso—insistió el castaño.

Claire resopló harta.

—Bien, vamos Fred—le dio leves golpes en el brazo para que reaccionara pero el chico no se movió.

—Vayan, después los alcanzo —murmuró dándose por vencido.

—Okay...—Claire dijo no muy segura, se quedaron ahí esperando por unos segundos más pero él no se movió. Después de eso, se alejaron dejando al rubio solo ahí.

Fred no tenía una clara relación con todo eso a lo que todos suelen llamar arte, tampoco era un experto en técnicas y ni artistas, no era conocedor de nada que fuera más allá de sus clases de dibujo y pintura después de la escuela, en las cuales solo hacía lo que le decían y eso porque hacerlo le parecía relajante.

Fred siempre lo consideró como un pasatiempo como cualquier otro, un pasatiempo en el que al parecer era muy bueno porque todos los demás se lo decían. No realmente un artista en toda la extensión de la palabra. Para él, visitar museos o galerías significaba tratar de comprender el arte como un medio de expresión que no creía tener desarrollado.

Buscó dentro de su bolsillo una goma de mascar sin dejar de ver la pintura y la metió su boca después de sacarla del pequeño empaque. Masticó repetidas veces pensando y, de la misma forma, buscó uno de sus pequeños cuadernos que llevaba en la mochila que atravesaba su torso. Buscó una página en blanco y después sacó un bolígrafo de tinta negra.

Estar ahí le hacía sentir incompetente también.

—Yo puedo hacer eso también—refunfuñó para sí mismo.

—La típica frase de los pseudo-artistas de hoy cuando ven algo, pero si lo pueden hacer, ¿por qué no lo hicieron? —la voz de una mujer, con un tono astuta y burlón se escuchó a su derecha.

—No...yo me refería a...—frunció sus labios pensando en cómo expresar aquello, ella solo se encogió de hombros dándole a entender que no importaba.

—¿Podría moverse un poco? Los niños quieren apreciar este cuadro—habló un poco más amable.

Fred miró de reojo a la chica sonriente que tenía a su lado, que usaba un uniforme que le decía que era personal del museo y que estaba haciendo su trabajo. Sus ojos marrones se hicieron más pequeños cuando sus labios pintados de rojos se estiraron de forma amigable; con una cola de caballo alta controlaba su rizado cabello y tenía un gafete con una fotografía colgando del bolsillo de su blusa pero, por culpa de que mantenía una tabla con papeles en sus brazos, no pudo leer su nombre.

—Señor...—pronunció un poco confundida al notar que el rubio no se movió.

—¿Qué? —reaccionó—. Claro, me muevo—miró detrás de él como un grupo de poco más de quince niños menores de diez años les miraban atentos en compañía de su profesora. Fred dio un par de pasos hacia un lado para que pudiesen observar más no alejó su atención de la escena.

La chica comenzó con un pequeño discurso sobre el artista local que había hecho esa pintura e intentó explicar detalles de ella soltando una que otra pintura sencilla al aire que los niños se rehusaban a responder. Fred se quedó ahí, como si fuese uno de ellos prestando atención a lo que decía y a la vez rondaba por su cabeza eso que había dicho al principio.

¿Qué tanta razón podría tener? Fred no solía menospreciar el trabajo de los demás pero si reconocía qué se trataba de esfuerzo y talento y qué no. Por momentos se sintió humillado y la forma en la que la chica hablaba sobre el arte le hizo pensar que si la tenía.

—Es acrílico—respondió él a la pregunta que ella hizo y que no esperaba que fuese respondida.

—Muy bien—frunció el ceño un poco cohibida por el hecho de que él siguiera ahí y sonrió—. Muy bien... —dijo más confiada y levantó un poco su cabeza para que él hablara.

—Fred—habló más claro y alto que anteriormente.

—Fred, claro— sonrió—, gracias.

—De nada.

—Deben prestar mucha atención a lo que ven aquí—les aconsejó con un tono bajo como si fuese un secreto—. No se queden con la primera impresión, los artistas son unos genios en crear cosas desde lo más simple, ven belleza donde otros simplemente ven caos.

Ella siguió alentando a que ellos imaginaran algo o simplemente dijeran una palabra. Se inclinó un poco para poder escuchar algo que un niño de enfrente decía, su gafete se veía mejor pero la miopía de Fred no ayudaba en lo absoluto. La chica sonrió al oír lo que el niño decía.

—Me llamo Beth—le respondió con gracia, pues era obvio que ya se había presentado antes y no tenía nada que ver con su pregunta inicial.

Beth siguió animando con esperanza de que viesen algo, y Fred solo se quedó perdido en la brillante piel oscura de la chica, que relucía contra los focos del museo como si tuviese su propia luz.

—Un artista dijo una vez—Beth interrumpió los murmullos de los niños—: La belleza, que es inseparable al arte, no está atada al sujeto, sino a su representación pictórica...

—El arte supera a la fealdad sin evitarla...—concluyó él en voz baja.

Sweet disposition -The Temper Traps

(N/A): Si han leído la Decena Taza de Cuánto menos sepa, mejor; encontrarán la relación (:

Ya pueden buscar la playlist en spotify con el nombre de esta novela❤️

¿Qué tal todo?

-Jude

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