Capítulo once | It's time


—Entonces...—respiró hondo—, tu mamá me dijo que golpeara la máquina con mi pie para que el maní saliera y lo hice...

—Y salió y después el hombre de seguridad les llamó la atención y mamá tuvo una larga discusión sobre el robo que representa el pagar por el estacionamiento, si, lo dijiste frente a todos—sonrió un tanto incrédulo—. No creí que acompañar a mi madre por cosas para preparar la cena te caería bien—se quitó la camisa con un solo movimiento dejándola sobre la silla de su viejo escritorio.

—No sé—Claire esbozó una enorme sonrisa mientras cepillaba su cabello—, creo que estoy enamorada de tu mamá, debemos terminar— dijo con gracia.

—Si... fingiré que no dijiste eso.

—Lo siento, no soy la persona más social del mundo. Por primera vez en mi vida no me sentí ni un poco excluida—dejó el cepillo en la mesa de noche—. Todos cenan juntos y ni siquiera es por una ocasión especial como un cumpleaños o algo así; en casa tenía que esperar a eso, era una real hazaña lograr que todos quisieran hacerlo. Pero no, aquí solo dicen: Vamos, es hora de cenar; y todos se sientan y hablan y bromean y son una familia. Nadie me preguntó sobre mi peso y enfocaron su atención en todo lo bueno que decíamos—soltó con mucha incredibilidad—. Quiero eso para mí, ¿podríamos venir más seguido?

Wesley rió.

—Si te casas conmigo, tendrás esto cuando quieras.

—¡Si!

—En realidad... Estaba bromeando—enarcó una ceja.

—Si, yo también—se encogió un poco retractándose—. ¿Quién querría tener el apellido Van der Gucht? Puaj — se burló.

—¿Tú?

Claire dejó caer sus brazos con resignación—: Siempre me ha gustado—aceptó después—, era mentira cuando dije que no.

—Por favor, no me pidas que te dé una respuesta ahora—tomó su teléfono celular.

—¿Sobre si te casarías conmigo? No te estoy pidiendo nada pero por lo que dijiste asumo que te da miedo—comenzó a reír—. Oh, está bien—se encogió de hombros—, me preocupa más el saber por qué hay fotografías tan extrañas en esas cajas—señaló a un par que estaban en una repisa encima del escritorio, Wes marcó el número de Oliver y miró donde la rubia apuntaba.

—Sabes, si vas a invadir mi privacidad no me lo digas—caminó hasta la repisa y tomó una de esas cajas—. No creo que haya algo que no debas ver—la dejó sobre la cama mientras ponía el teléfono en su oreja. Claire rápidamente se acercó para poder ver más fotografías de las que alcanzó cuando subió a cambiarse pues había manchado su blusa de salsa durante la cena.

—Oliver, Claire quiere saber de Ganímedes—habló en cuanto escuchó el ruido de la televisión del otro lado.

—¿De quién?

—¿Nuestro gato? Te pedimos que la cuidaras.

—¡Ah! —se echó a reír—. Debe estar por ahí, la vi hace como dos horas, creo. ¿Por qué se llama así?

—No sé, Claire se lo puso, creo que era un príncipe troyano en la mitología, o algo así.

—Pero creí que era hembra.

—¿Importa?

—Okay—rió de nuevo.

—¿Y Silver?

—Creo que estaba dándose un baño.

—Bien, dile que le coloque a todos sus cosas la cinta que dejó Claire en la mesa de la cocina —rodó los ojos al repetir la indicación, la rubia solo sonrió complaciente.

—Si, se lo dije cuando llegó del trabajo—habló con dificultad pues parecía estar comiendo algo.

—Bien, nos vemos luego...

—No creerías lo que pasé hoy, estaba en el bar charlando con un par de personas que me encontré ahí y entonces llegó un hombre gordo, tan gordo que no sabíamos cómo fue que entró por la puerta, entonces...

—Oliver...

—Yo grité: ¡Oh por Dios, que alguien llame a Botero! Y nadie se rió, así que le llamé a Fred y le dije que las bromas sobre la pintura no eran realmente graciosas porque menos del cincuenta por ciento de las personas le entenderían y quedé como un idiota sin gracia y tuve que optar por reírme yo solo hasta que alguien me siguió la corriente. Y cuando me quejaba con Fred por teléfono, estaba comiendo maní de la barra y me ahogué, entonces una chica me hizo la maniobra Heimlich y por eso estoy vivo—hizo una pausa donde recuperó su respiración después de soltar todas esas palabras—. Saldré con ella mañana.

—Genial, salir con el chico al que le salvaste la vida, eso no lo haces todos los días.

—Le ofrecí de mi pretzel. Se llama Joanne... algo... era una apellido que iniciaba con K.

—¿Kennedy?

—No estoy seguro... ¡Silver está aquí! Me voy—no dejó que Wesley dijera algo más cuando cortó la llamada. Escondió su teléfono debajo de un cojín del sofá y se acomodó en él fingiendo despreocupación.

—¿Con quién hablabas? —preguntó ella entrando a la cocina; Oliver miró de reojo no queriendo ser obvio: usaba una toalla en la cabeza, una camisa holgada y grande que hacia parecer que no traía nada abajo, aunque eso era poco probable. Respiró hondo y negó con su cabeza regresando sus ojos a la televisión donde pasaban una repetición de un juego de golf.

—No hablaba.

—No es por llamarte mentiroso pero tu voz se escucha a tres calles a la redonda, creo que todos escuchamos tu conversación—salió de ahí con una bolsa de frituras y una consola Nintendo DS color azul.

Se sentó en el otro extremo del sofá, subió sus piernas e inició el juego casi ignorando la presencia de Oliver ahí. Usaba shorts deportivos debajo.

—Claire dice que coloques la cinta a tus cosas.

—No entiendo lo de la cinta.

—Creo que tiene obsesión por las cosas de escritorio; las cintas son para identificar nuestras cosas, como nuestros cepillos dentales y cosas del refrigerador, mmh—resopló—, por eso de colores.

—¿Ah si? —le miró por medio segundo—. ¿Qué color me tocó?

—Naranja.

—¿Y a los demás?

—Claire es rojo, Wesley es verde, Fred es azul y yo soy negro.

—¿Por qué negro?

—Me gusta el negro, Johnny Cash dice que el negro es el único color que todos tenemos.

—Créeme que no esperaba que me dijeras algo así.

—¿Por qué?

—No sé—se encogió de hombros.

—No sé qué te ha dicho Fred de mí pero te puedo jurar que soy inofensivo—espetó cortando la pequeña tensión que se había creado.

La chica le miró con cierta curiosidad, frunció el ceño y pausó su partida para poder hablar sin interrupción; tenía una nariz pequeña, pequeños lunares en su mejilla y un par de ojos oscuros y redondos que le daban aspecto de una chica muy inocente.

Cuando le sonrió, toda esa inocencia se esfumó.

—Él no me dijo nada sobre ti, nada que no haya dicho frente a ti; si crees que me ha contado algo más entonces es porque en verdad tenía que advertirme de ti—se encogió de hombros—, pero realmente no me importaría.

—¿Entonces no te doy miedo? —preguntó inclinando un poco su cabeza sin entender del todo lo que estaba pasando.

—¿Por qué creías que me das miedo?

—No serías la primera persona—sonrió.

—Soy menor de edad, aún, puedo meterte en problemas si quiero. ¿A quién le creerían más?

—¿Y si soy un asesino y te mato para que no hables? —preguntó obvio.

—Te ahogabas con maní y una chica te salvó de morir—reiteró—. ¿Me asesinarías?

—No, pero...

—Bien, gracias por no pensar en ello—inició de nuevo su juego y se concentró en él.

Oliver bajó el volumen de la televisión y recargó su brazo en el respaldo, estirándolo hasta casi llegar a ella.

—Entonces...—resopló mirando al techo—. Te llamas Silver.

—No quiero ver tu bajo si esa es tu siguiente pregunta—murmuró.

—Toco el bajo, realmente me refiero al instrumento.

—Son las ocho de la noche—le miró—. ¿No tienes una presentación en unos minutos?

—Si, pero...—frunció el ceño pensando—. Mierda—se levantó rápido del sofá en busca de su guitarra.

********

—En verdad me alegra que vengamos a la casa de Fred hoy, mamá ha estado un poco loca estos días, creo que al ser la primera vez que festejan su aniversario con la familia, se está matando de ansiedad. No la veía así desde que me gradué de preescolar—frunció sus labios y presionó el botón del timbre después de haber atravesado el jardín. Presionó varias veces desesperado—. Nos habló por el altavoz de la puerta de afuera, ¿por qué no abre esta? —dijo molesto.

—¿No crees que debimos quedarnos para ayudar a tu mamá?

—Está bien—insistió—. Siempre me decía que estorbaba cuando intentaba ayudarle en las fiestas y me mandaba a la casa de Fred; ayudamos más aquí, además, prometimos que vendríamos hoy—siguió presionando—. Maldito.

—¡Voy! —una voz femenina se escuchó del otro lado. Wesley cerró sus ojos imaginando a quién pertenecía, olvidando casi por completo ese detalle—. ¿Quién...? ¡Wesley! —escuchó la emoción de la chica que abrió—. Oh por Dios—intentó peinarse disimuladamente y sonrió de oreja a oreja—. ¿Por qué no sabía que venías?

—Hola, Laurie, yo venía porque...—casi comenzaba a tartamudear.

—Hey—Fred apareció casi de la nada empujando un poco a Laurie para quedar él frente a ellos—, pasen, ya casi comemos—se hizo a un lado e ignoró los insultos de su hermanastra una vez que Wesley y Claire ya no podían escucharlos.

La casa de Fred era muy elegante y espaciosa, Claire lo imaginó por el vecindario en el que se encontraba y la pequeña colina que tuvieron que subir en el auto para llegar a ella. Echaba un vistazo en el recibidor cuando el eco de las pisadas en las escaleras inundó el lugar; Laurie corría hacia arriba con rapidez, sintió la mano de Wesley posicionarse en su brazo para sujetarla y acercarla a él.

—Solo ignora cualquier cosa que te diga—le susurró en el oído.

—¿A quién?

—Avanzamos—Fred se adelantó indicando que le siguieran al otro salón, notaron como de repente emanaba tensión y cierta seriedad que no concordaba con él.

La última vez que lo vieron había sido el día anterior, cuando la madre y la abuela de Wesley lo interrogaron sobre su repentina paternidad y sus planes respecto a ello, además de uno que otro regaño que, conforme pasaban los minutos, se convirtieron en ánimos y palabras llenas de emoción como si en verdad se tratara de un nieto legítimo de ellas.

Después de ese momento, Fred se mantuvo callado y distante hasta que llegó la hora de irse.

—¡Wesley! —un hombre de traje y evidentes arrugas llamó la atención de todos en cuanto pusieron un pie ahí, estaba sentado justo en el extremo del comedor como si lo obligaran a estar ahí—. ¿A ti también te hicieron venir? —sonrió con entusiasmo, algo que era muy raro.

—Cállate, Bastian—una mujer castaña salió de la puerta de la cocina, con un plato de fideos en su mano derecha y cargando a un bebé de seis meses con su brazo izquierdo—. Hace años que no te obligo a estar aquí, tu te presentas aun cuando no te espero—dejó los fideos en la mesa junto a la demás comida—. Hola, Wesley—se acercó a ellos; besó la mejilla del castaño—. Tú debes ser Claire, ¿cierto? —le saludó de la misma manera, la rubia simplemente asintió—. Gracias al cielo; cuando Fred me dijo que Wesley tenía novia mi mente solo se enfocó en la chiquilla loca con la que salía hace años—hizo un gesto de disgusto—, no, no, solo... no.

—Hola Fabrice—Wesley ignoró el comentario con algo de vergüenza y saludó al pequeño bebé acariciando su mejilla. Éste solo le miró con algo de extrañez y no cambió de expresión hasta que Caroline lo llevó a su silla alta.

—¿No van a sentarse? —preguntó Bastian señalando los asientos vacíos. Caroline se había puesto a su lado quedando Fabrice en el medio, el bebé de cabellos dorados comenzaba a jugar con su cuchara golpeándola sobre su mesa.

Fred respiró hondo, tal vez con resignación, y fue hasta ellos optando por el lugar que siempre tomaba, al otro lado de su padre. Claire y Wesley siguieron a Fred sentándose en las sillas a su lado.

—¿Dónde está Laurie? —Bastian comenzó a servir ensalada de col en su plato dando a entender que todos podrían comenzar.

—Llegué—dijo con dificultad gracias a su incontrolable respiración, se recargó en el marco de la puerta e inhaló hondo para recuperar el habla. Había soltado su cabello y pintado un poco su rostro; ahora usaba un vestido con estampado de flores haciéndole lucir más femenina—. Hola—saludó con una sonrisa, ya caminando tranquilamente hasta la silla al lado de su madre.

—No puede estar pasando—Fred rodó los ojos.

—Eh...—Wesley miró a Claire y relamió sus labios—. ¿No quieres lavarte las manos? —le preguntó.

Claire, al no entender del todo, simplemente asintió—: ¿Dónde hay un baño?

—La puerta debajo de las escaleras—señaló Carolina sonriente.

Ella asintió y lentamente se puso de pie para ir donde le dijeron. Laurie le siguió con la mirada hasta que salió.

—¿Quién es ella? —preguntó una vez que dejó de verla. Enarcó una ceja hacia Wesley y el castaño solo respiró hondo y miró a Fred en busca de ayuda.

Fred puso sus ojos en blando un tanto harto de eso.

—Se llama Claire—habló Wes.

—Y es su novia, ¿podrías controlarte?

—¿Novia? ¿Qué? —fingió ofenderse por eso, miró a Wes buscando una explicación. El chico solo se encogió en su asiento sin saber que decir exactamente.

—¿Perdón? —fue lo único que salió de él.

—Laurie, cálmate—Caroline comenzó a reír mientras intentaba alimentar a Fabrice.

—¿Pasa algo que deba saber? —Bastian habló sin quitar sus ojos de su comida.

—Creí que esperarías hasta que me graduara—la pequeña chica castaña seguía con su riña en contra de Wesley.

—Yo nunca dije eso—arrugó su nariz—. ¿De qué hablas?

—Me siento engañada.

—¿Engañada por qué?

—Laurie, por favor—Fred insistió harto—. Wesley no se va a casar contigo nunca, ni aunque le ofrezcas un millón de dólares, supéralo ya—golpeó la mesa con las palmas de sus manos, abrió sus ojos lo más que puedo insistiendo en ello para que se le metiera a la cabeza.

—Fred, no seas tan malo con ella—Caroline seguía riendo—. Las ilusiones mueren al último.

—¡Mamá! —se cruzó de brazos.

—Por Dios, Laurie. Wesley es muy grande para ti, deberías estar buscando a alguien de tu edad... Richie, ¿tal vez?

—No, Richie fuma detrás de la escuela durante horas de clases—arrugó su nariz con disgusto.

Wesley y Fred rieron con algo de ironía.

— Además, Wesley prometió que me llevaría al baile en mi último año—dijo con determinación recordándole lo que alguna vez dijo como último recurso para convencer a la chica de que lo dejara por un momento.

—Ah, ya va—Wes resopló—. Eso fue hace como cinco años.

—Si, pero una promesa es una promesa—se encogió de hombros.

—Bien, te llevaré—aceptó sin problema—, solo eso.

—Realmente esperaba a que pasaran un par de horas antes de la primera pelea pero cinco minutos no está mal—Bastian metió otro bocado en su boca y rio negando su cabeza dando por terminado eso.

—Mmmh... Papá—comenzó a hablar Fred.

Bastian levantó su mirada con algo de curiosidad, Fred sonrió solemnemente pero ésta sonrisa cayó cuando su padre insistió a que hablara con su mirada; comenzaría si no fuese porque Claire llamó la atención cuando entró de nuevo y lo sintió como su salvación. 

  —¿Qué pasa?— preguntó la chica al sentir cierta tensión en el ambiente. Los ojos furiosos de Laurie no se le quitaban de encima, iba a preguntar más pero Wesley palmeó su pierna con gentileza cuando se sentó en su lugar, como si le dijera que no importaba.

— Wes, ¿qué crees que podamos regalarle a tus padres?— Caroline tomó la conversación de la nada—. Le he dicho a Bastian que tenemos que llegar con algo mañana pero es tan mezquino que insiste en que ellos son felices sin recibir nada.

—Los conozco— el hombre le quitó la palabra—, es lo que menos esperan, ni siquiera lo notarían.

— Eso es cierto—Wes se encogió de hombros dándole la razón—: La verdad no se me ocurre ningún regalo que no abandonen en el armario buscando una razón para utilizarlo, no son de ese tipo de personas que anhelan obsequios.

— ¿Y tú que les regalarás?— preguntó Caroline con curiosidad.

—Una pintura.

— ¿Una pintura?

—Si, de hecho, Fred la hizo—se alegró por poder meter ese tema en ese momento, miró a su amigo y sonrió—: De hecho es un retrato, es excelente, ya lo verán mañana.

Bastian aclaró su garganta.

—¿Ahora vendes tus dibujos?— enarcó una ceja, desconcertado—. No te creía capaz, digo, siempre dijiste que solo era una especie de pasatiempo sin lucro.

— Estoy intentando cosas nuevas.

— Bien— limpió la comisura de sus labios con su servilleta y tosió un poco en contra de su puño —: He estado esperando por mucho tiempo a que me digas qué piensas hacer de tu vida. No duermo muy tranquilo sabiendo que mi hijo mayor vive de vender café y que piensa hacerlo toda su vida. 

— No pienso hacer eso toda mi vida, papá— dijo, un tanto cansado del tema; se recargó en el respaldo de su asiento y se cruzó de brazos—: Sigo pensándolo— le retó. 

—Un título universitario es muy importante hasta para ese tipo de cosas; no importa que tan bueno seas, las personas solo se van a fijar si eres un experto en ello por medio de un papel. No te lo pedía por capricho sino porque es una realidad.

— Lo sé, lo sé— reiteró alzando un poco la voz—, sé lo que es a vida y sé que no me va a ser fácil. Si, probablemente solo pensé en mi cuando tomé mis decisiones pero me siento bien de haberlas tomado porque—sonrió un poco obvio—, es mi vida. E igual sé que es tu trabajo instruirme y darme consejos pero sé cuáles tomar y cuáles no, lo agradezco en verdad. 

— Solo me preocupaba por tu futuro.

— Me preocupaba por mí. No quería estudiar leyes, graduarme, ser un mal abogado y regresar a esta aburrida ciudad, volverme viejo y quedarme solo después de tres matrimonios fallidos porque probablemente nunca encontraría a alguien indicado solo porque me la pasaría buscando eso que perdí en el momento en el que decidí seguir tu consejo— resopló. Miró a Caroline quien simplemente intentaba fingir que esa charla no se convertiría en una pelea; tarareaba algo y daba de comer a su pequeño hermano; Fabrice era muy idéntico a él de bebé, y se preguntó como sería él en un futuro: ¿Tendría una relación mejor con su padre que la que él tiene? Y después pensó: ¿Cómo sería su relación con su propio hijo?—: Mamá hizo eso— dijo después—. Pensó en ella, y a veces pensar en ti mismo te hace ver como un completo egoísta si lo ves desde un ángulo diferente.

 — No la estés defendiendo ahora.

— No la estoy defendiendo ahora.

—¿Entonces qué hago? ¿Espero a que se te acabe la juventud y tus pensamientos rebeldes para que aceptes que tengo razón?

—No, no tienes razón. No conmigo—hizo una mueca con sus labios haciendo una larga pausa en la cual solo se escuchaban los cubiertos de los demás golpear contra sus platos en vagos intentos de verse distraídos con algo más. Fred evitó la fría mirada de Bastian lo más que pudo, era muy raro cuando lograba verle a los ojos por más de diez segundos sin sentir que sus piernas flaqueaban; pero esta vez fue algo diferente, no lo pensó mucho. Levantó su mirada para poder encontrarse con los gélidos ojos que su padre tenía y que probablemente le ayudaban mucho en sus juicios. Contó en su mente los segundos como si ahora se tratara de un juego pero perdió la cuenta después del número doce; sonrió—: Voy a tener hijo.

 It's time - Imagine Dragons


(n/a): Holaaaaa! ¡Tanto tiempo sin estar aquí!

La universidad me tiene mal, y mis trabajos para hacer dinero e ir a la feria del libro (y a un concierto jeje) en diciembre, me tienen sin tiempo. 

¿Qué tal todo? ¿Qué me cuentan?

Quiero hacer algo especial, algo que se relacione con esta historia pero no sé; tal vez un mini concurso one shots con el mundo de estos libros pero es una idea muuuuy vaga. Lo haría con el fin de que personas tímidas en esta red (o unas no tanto) se lean entre sí, ya que lo publicaría en mi cuenta, obvio dando todos los créditos correspondientes. Creo que hasta cierto punto sería divertido y una forma de mantener viva mi cuenta porque me estoy alejando de Wattpad cada vez más y me pone triste jaja

En fin, si se les ocurre algo, digan.

Fin del comunicado, feliz lunes. Un día muy raro, por cierto

-Jude


Pd: Gracias por todos sus mensajes de apoyo, los quiero<3

Pd2: El hermanito de Fred tiene sus mismas iniciales: Fabrice Dominique Gainsbourg jeje (nombres feos que me cargo)

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