Capítulo nueve | Green Eyes

—Hay muchas cosas que no puedo decidir ahora, Park—mordió su dedo pulgar pensando en cientos de cosas mientras su amigo hablaba y hablaba del otro lado del teléfono, venía en camino y había llamado para ubicar el lugar pues nunca había ido. Después de darle las indicaciones, el chico comenzó a hacerle preguntas para poder sacarle la sopa sobre sus planes—. Solo quiero saber, no pierdo nada, ¿o si? —dijo después, recargándose sobre el mostrador de la tienda—. Tampoco creo tener el dinero para rentar un lugar así—susurró viendo de reojo a su abuela que hablaba con una mujer y su hijo del otro lado del lugar, veían los diferentes colores de tulipanes.

—Si te mudas de tu casa, ¿entonces significa que te quedarás con el bebé? —a esas alturas ya no era más un secreto, y se estaba acostumbrando a ello. De todas formas, sus pantalones comenzaban a quedarle muy ajustados.

—No lo sé, Park—mordió sus labios—. Fred realmente lo quiere.

—¿Y no crees que es una forma de seguir peleando con él? —comentó un tanto ajeno a los problemas que ella y el rubio tenían.

Resopló—: Voy a colgarte.

No esperó mucho y lo hizo, sin dejar que el chico respondiera.

No lo había pensado así, tal vez era un poco inconsciente de su parte. Fred probablemente lo vería como una forma más de declararle la guerra si ella decidía cambiar de opinión y quedarse con el bebé. Pero después de pensarlo mejor, de aceptar opiniones de su familia y las personas que le rodean, la idea de ser madre dejó de asustarla como al principio. Quizá era porque ya no se sentía tan sola con ello. Viendo diversas opciones, el dejar la universidad y recibir la ayuda de su actual empleo podría ser la mejor. Y regresar a estudiar en un par de años más.

Bien podría aceptar la oferta de su madre y quedarse en casa haciendo ambas cosas, recibir toda la ayuda posible. Pero sabía que se convertiría en una gran carga para todos; mejor era tener el empleo de tiempo completo que Noelle ofreció sin problemas y eliminar el gasto de la universidad.

Talló sus ojos sin delicadeza, pues maquillarse ya casi se había quedado en el olvido dentro de su cabeza. Oyó la campana de la puerta que avisaba a un cliente, rápidamente se enderezó pero dejó de mantener su postura al notar que se trataba de Wesley. No lo había visto desde aquella vez en la que de cierta forma se despidió de Fred, hace casi dos semanas.

—Hola—canturreó un poco despreocupado y tomó un pequeño folleto que estaban a un lado, justo cuando se paró frente a ella. Fingió leerlo—: ¿Talleres?

—Si, ¿quieres venir? —respondió serenamente—. Mi abuela los da cada año.

—Sé cómo plantar zanahorias—se encogió de hombros y dejó el folleto donde estaba.

—Oh si, olvidaba que tienes una maestría en jardinería—dijo con un tono claro de sarcasmo y Wesley rió—. ¿Qué pasa?

—¿Qué pasa? —frunció el ceño confundido—. Nada, ¿acaso no puedo venir a comprar flores?

Sue enarcó una ceja.

—¿Tienes dientes de león?

La morena le miró son mucha seriedad. El castaño suspiró.

—¿Semillas?

—No somos The Home Depot.

—Bien, dame un ramo de margaritas—rodó los ojos.

—Bien...—dijo no muy segura saliendo de ahí en busca de ellas, Wesley le siguió—. ¿Por qué margaritas?

—No sé, Claire me recuerda a las margaritas y no sé por qué.

—Ow, eres tierno, no sabía que podías—dijo un tanto cohibida

—Si, si, ¿podrías hablar en serio por unos minutos? —le pidió con tranquilidad.

—Mhh—Sue no le miró, solo se dedicó a tomar el ramo más bonito de los que vio y asintió regresando al mostrador para arreglarle detalles—. ¿Qué pasa?

—Te odio.

—Es mutuo—respondió sin inmutarse.

—Si... bueno...—se rascó la nuca, no lo había pensado con claridad—. Sé que no hablamos mucho, y no lo hemos hecho desde que esto estalló, así que... Sabes, conozco a Fred como nadie más, y si, no está bien en lo que respecta a ti. Tanto que no ha limpiado en días y realmente necesitamos eso—intentó bromear—, pero está emocionado también, y creo que no recuerdo la última vez que lo vi así. Así que, como una oferta de paz entre tú y yo, solo quiero pedirte que consideres lo que quieres hacer. Fred se aferra a lo que quiere, y dudo que esto sea la excepción.

Sue suspiró mientras trataba de arreglar aquel ramo que Claire recibiría. Relamió sus labios e intentó sonreír con un poco de ironía.

—Haré lo que me pidió, Wes—dijo después.

—¿Qué? —parecía sorprendido.

—Bueno, no sé...—le miró—. No quiero meterme con cosas legales, no sé de eso—enarcó una ceja—, es una decisión que no se puede tomar a la ligera—afirmó con cierta determinación, bajó su mirada a las flores de nuevo, era raro sentirse intimidada por Wesley—. Será una persona, no es un juguete. Acepto lo que Fred quiere pero necesito que lo reconsidere más antes de darle la razón. Siempre que hemos intentado hablarlo, algo sale mal y terminamos hablando de nosotros. Mamá quiere ayudarme para que me lo quede, mis hermanas igual, se emocionan por la idea, a papá solo le interesa que le diga mi plan; pero no tengo cabeza para pensar en posibilidades cuando todo pasa inesperadamente. Tú y yo sabemos que Fred no está listo, no aún; no es solo pañales y llantos, es tiempo, dinero, escuelas, niñeras, comida, enfermedades... Solo quiero que esté seguro y que no se sienta presionado después. Lo conozco, tal vez no más que tú pero sé que todo este problema con su madre tiene algo que ver, porque cree que es algo que necesita pero a veces nadie sabe que es lo que realmente necesitamos.

Por lo pronto—frunció sus labios—, buscaré agencias de adopción, como plan b, no lo sé...

—Eso quiere decir...—quiso hablar pero Sue regresó al mostrador dejando sus palabras a la mitad, pero a él no le importo y le siguió sin problemas.

—Si, Wes, voy a ser madre—comenzó a cortar un poco los tallos de las margaritas—. Eso si no cambio de opinión, tal vez solo tenga el hijo de alguien más... No me preguntes ahora. ¿Puedes imaginarlo?

—Oh... Eh—hizo una pequeña mueca con sus labios. No sabía muy bien para qué había llegado ahí en primer lugar, sabía que no necesitaba hablar con Sue así como no había motivo aparente para llevar flores a Claire—. No, pobre niño, teniendo una madre como tú—quiso bromear.

—¿Qué haces? —preguntó extrañada ignorando lo último como siempre.

—Méritos—se encogió de hombros—. Fred siempre me dijo que sería su padrino de bodas pero como primero viene el bebé, supongo que seré el padrino de ese niño—fue lo primero que se le ocurrió.

—Bien...—dijo no muy segura—. Puede ser una posibilidad.

—Mhh... ¿Has hablado con Fred?

—Te habría dicho sí si.

—Se la pasa escuchando a Johnny Cash todo el día y trabajando en una pintura para mis padres.

Sue se encogió de hombros—: Dile que me llame si quiere acompañarme a mi cita con el médico de nuevo, le gustaría.

—Okay—aceptó y buscó su billetera al ver como ella terminaba de darle los últimos arreglos—. Tal vez haremos una reunión por el cumpleaños de Oliver...

—Veré si puedo ir—sonrió—. ¿Le está yendo bien?

—Ha ido un par de veces por pruebas y creo que grabará un demo, quizá funcione.

—Confiemos en que funcionará—dijo tomando la tarjeta de crédito que Wesley le extendió, él sujetó el ramo—. ¿Fred te dijo que vinieras?

—No—le aseguró—, vine por mi propia cuenta.

Sue rio, le entregó la tarjeta y un bolígrafo para que firmara la nota.

—Te odio.

—Es mutuo—dijo él encogiéndose de hombros y firmando aquello.

—Salúdame a los chicos.

—Deberías venir un día de estos, comer comida chatarra y solo contar anécdotas raras— le entregó la nota—. A veces es bueno solo pretender que nada pasa, por pequeños instantes—añadió mientras guardaba de nuevo su cartera—. Iremos este fin de semana a casa, supongo que Fred le dirá a su padre que será abuelo... Conozco al Señor Gainsbourg, le pedirá planes a largo plazo e ideas para salir de eso o hasta le ofrecerá ayuda. Veré que Fred no se desmorone.

—Por favor—quiso reír.

—Si... ¿nos vemos?

—¿Quieres ser su padrino, no?

—Sería bueno.

—Entonces, si, nos vemos después.

Wesley solo sonrió como si eso se tratara de un chiste, eran contadas las veces en las cual él y Sue hablaron a solas y siempre había sido muy extraño. Viéndolo desde un punto muy externo, la única razón por la que se dirigían la palabra era porque Fred estaba de por medio. Sue era demasiado soberbia para Wes, de igual forma en la que Wes lo era para ella. Había muchos motivos similares para repelerse.

—Está bien—fue lo que dijo el castaño al salir de la tienda y marcar el primer número que aparecía en el registro de llamadas de su teléfono, solo había sonado una vez cuando Fred descolgó—. Parece más humana que antes, supongo que no está mal que te acerques como antes; dijo que quería preguntarte si querías acompañarla a sus citas con el médico, eso es algo—caminó hasta su auto. Su mejor amigo le había pedido ese favor a último momento mientras él regresaba de la universidad tras realizar su último examen antes de las vacaciones de verano.

—¿No se veía molesta?

—No.

—¿Ni cansada?

—Eso creo que sí, pero me habló sin insultos y eso es mucho.

—¿Y qué te dijo?

—¿Hablamos después? Voy a conducir.

Fred refunfuñó cosas que no entendió—: Vale—dijo y después cortó la llamada mientras caminaba a la cocina; lo guardó en el bolsillo de su pantalón.

—Toc, toc—escuchó a Oliver murmurar a Silver quien estaba muy entretenida buscando un plato.

—¿Quién es?

—Yo.

—¿No debería ser un chiste?

—Yo soy el chiste.

—Disculpa, no sé si quieres que me ría—enarcó una ceja abriendo la caja de pizza que habían dejado la noche anterior.

—Sería bueno que te rieras.

—Okay—rió con un poco de nerviosismo—. ¿Y luego?

—Soy Oliver—sonrió él.

—Lo sé.

—Sé que sabes pero creí que debía hacer una presentación oficial.

—Llevo dos semanas viviendo aquí.

Oliver rodó los ojos.

—Fred me prohibió hablarte. ¿Es cierto que eres su prima?

—No, su papá es mi padrino pero crecí llamándole tío. ¿Por qué te prohíbe hablarme?

Oliver se encogió de hombros—: No soy malo, ¿quieres ver mi bajo?

—Hablas del instrumento, ¿cierto? —le dio una mordida a la rebanada de pizza que acababa de servir en su plato.

—Disculpen, vengo por unas cosas—entró Fred a la cocina procurando no verlos a la cara, abrió el refrigerador: sacó una lata de soda y una natilla de chocolate—. Es todo... Ah, y tú vienes conmigo— tomó la muñeca de Silver llevándosela de ahí.

—Oh, vamos—Oliver carcajeó siguiéndoles—. No puedo fingir que no existo cuando ella está presente.

—¿Oíste algo, Silver? —Fred la soltó, la chica simplemente comenzó a reír y siguió comiendo la rebanada de pizza fría que tenía en su mano—. Sonó como una mosca molesta

—Solo estábamos charlando—dijo ella con la boca llena—: Me iba a explicar su chiste.

—No me digas que era de toc toc—dejó caer sus brazos,

—Oh si—Oliver se burló.

—Nunca se lo preguntes—le advirtió a la chica.

—¿Por qué?

—Te dije que no preguntaras.

—¿Qué estás haciendo? —Oliver cambió de tema al tomar asiento en el sofá que Fred usaba como cama. El rubio abrió su soda y le dio un largo trago mientras se sentaba en su banco frente a un lienzo casi más grande que la televisión.

Llevaba alrededor de una semana trabajando en esa pintura, solo le faltaban pequeños detalles y podía presumir que apenas si había salpicado su camisa ese día.

La chica delgada simplemente se acomodó en el sofá pequeño subiendo sus piernas en él, degustando de la pizza; Oliver le miró arqueando sus cejas y ella solo se limitó a seguir comiendo.

—Es para los padres de Wes, creo que quiere regalárselos de aniversario—se encogió de hombros y siguió admirando lo que había hecho, dejó su comida de lado y tomó la fotografía que su mejor amigo le dio para comparar—. ¿Se ve bien? —les preguntó.

Oliver de inmediato se puso de pie colocándose detrás del rubio para poder ver lo que el chico estaba haciendo desde que despertó y que la mayoría del tiempo ignoró, hasta ahora.

—Es Marion Cotillard—dijo.

—¿Ves? —casi gritó de la alegría por no ser el único, le entregó la fotografía para que la viese también. Eran los padres de Wes posando para la cámara en una fiesta de gala que probablemente era una boda.

—La mamá de Wesley es una versión mayor Marion Cotillard—comenzó a reír el castaño—. Es sexy—dijo después.

—No se lo digas—habló el rubio de inmediato arrebatándole la fotografía—. Pero es cierto.

—Si saben que están hablando de la mamá de su mejor amigo—oyeron a Silver quien aún tenía comida en su boca, la chica se burló, tal vez por sus expresiones.

—¡Hola! —saludó alguien desde la puerta principal, vieron la cabeza de Claire asomarse por ella como si revisara el lugar, todos le saludaron con desgano y ella solo se limitó a entrar por completo abriendo la puerta en su totalidad—. Ahora regreso, iré por algunas cosas—avisó rápidamente y pasó a gran velocidad hasta su habitación.

Fred y Oliver se miraron extrañados y después de eso, detectaron la presencia de otra persona que se quedaba en el marco de la puerta como un extraño. El chico de ojos azules y con vello facial sonrió, era casi la misma sonrisa juguetona que ellos le conocían a Camille.

—Oh-oh—susurró Oliver para después ahogar una risa—. Hey, Ben—saludó con cierta gracia.

—Claire...—Fred susurró llamándola.

—Oh—Ben rió—. Marion Cotillard —señaló la pintura viendo detrás del rubio.

—Son las...—Oliver buscó su teléfono en su bolsillo y miró la pantalla—, tres con dieciséis, lo que significa que Wesley no ha llegado pero lo hará pronto porque siempre llega antes de las tres. Será divertido—se cruzó de brazos.

—Cállate, Oliver—salió Claire de la habitación con una chaqueta en sus manos—. Nos encontramos en las escaleras—aclaró sin importarle que Ben siguiera ahí.

—Sí, solo en las escaleras—dijo él con cierta burla ganándose una mala mirada de la rubia. Tomó la chaqueta que ella le daba—. Fue bueno verte—le sonrió—. Y a ustedes—les miró.

—Podrías haberme avisado y se la daba a Camille— se cruzó de brazos.

Ben se encogió de hombros—: Hace días que no voy a casa, no la he visto y no creo que lo haga en un tiempo—suspiró—. En fin, deberíamos salir alguna vez, nos divertíamos bastante.

—Si... No lo creo.

—Y es el día de las visitas inesperadas...—todos giraron su cabeza para poder ver al dueño de la voz, unos más emocionados que otros. Wesley hizo una larga pausa que en su mente solo duró un segundo después de decenas de pensamientos que rápidamente olvidó; sonrió en grande y lo único que captó fue el rostro apenado de Claire. Negó con su cabeza serenamente olvidando por completo el pequeño ramo de margaritas que traía con él.

Oliver dio algunos pasos en reversa y se colocó detrás del sofá donde Silver estaba; Fred simplemente fingió que se perdía en su trabajo mientras Wesley entraba al departamento dejando sus cosas donde siempre cada que llegaba, ignorando por completo la presencia de Ben y Claire ahí.

—No entiendo nada—susurró Silver para Oliver. Intentó mirarle torciéndose en el sofá y él solo hizo una mueca.

—Pareja actual y ex chico de citas—resumió—. Chica pirómana—señaló a Claire—, fósforos—señaló a Ben—, y dinamita—apuntó a Wes.

—Oh.

—¿Y ya te ibas? —habló Wesley otra vez después de dejar el ramo sobre la mesa y quitarse la chaqueta.

—Si, ya se iba—respondió Claire rápidamente cuando notó que Ben solo le sonrió de una manera desafiante en vez de responder—¿Verdad?

—Si, claro—sujetó la prenda que ella le dió—. Nunca sé dónde dejo mis cosas—la agitó—. Tenía semanas buscándola—miró a Claire—, gracias por guardarla, muñeca—le guiñó un ojo, tal vez por costumbre o más por descaro. Se despidió con la mirada con los demás, y sin esperar, salió por la puerta.

Claire se apresuró a cerrarla cuando ya no se escuchaban más sus pasos.

—Wes...—comenzó a decir.

—¿Quién tiene hambre? —dijo él interrumpiéndola.

Nadie respondió, todos le miraban extrañados y él solo fingió demencia.

—¿Nadie? Bien, me voy a dormir—se estiró un poco y se marchó a su habitación.

—No está molesto, ¿o si? —murmuró Claire como si pidiera ayuda.

—Nunca te dirá que está molesto si es por eso—le respondió Fred.

—¿En serio se puso celoso por esto? —casi gritó ella—. Es Ben, por Dios.

—Yo lo entiendo un poco—Oliver levantó su mano—. No es que sea solo tu amigo, es que fue tu amigo—hizo comillas con sus dedos en la última palabra.

—¿Y qué? No hacíamos nada malo, yo nunca le dije nada sobre Camille aun cuando trabajaba con ella. Incluso nos encontramos con Mia en el supermercado a veces y habla con ella, yo no me molesto—se señaló.

—Todos somos diferentes, no le hagas caso, se le pasa—dijo Fred por último.

Claire suspiró—: Hablaré con él—arrastró sus pies hasta la habitación que compartían.

—Entonces...—murmuró Oliver en cuanto escuchó la puerta cerrarse—, ¿quieres ver mi bajo? —preguntó animadamente a Silver, se movió a la izquierda por impulso al ver de reojo como Fred le lanzaba su pincel desde el otro lado de la habitación.

—¿En serio me quedaré con este tipo el fin de semana? —Silver preguntó a Fred un tanto preocupada, el castaño carcajeó.

—Está la opción de venir con nosotros.

—Tengo que trabajar—dijo ella haciendo una mueca—. Será divertido—aceptó después.

—Tienes razón, soy muy divertido.

Ella suspiró.

—Quiero recordarte que puedes ir a prisión si me molestas—enarcó una ceja.

—Ouch—fingió que su corazón dolió poniendo su mano en su pecho—. Yo que quería jugar Twister.

—Un metro de distancia—estableció ella.

—Okay—el chico levantó sus manos alejándose—. ¿Y esas cajas que son?

Silver miró hacia el par de cajas de vajillas que descansaban al lado de la televisión, después regresó sus ojos a Oliver.

—Son mis consolas—se puso de pie.

—¿Por qué? —el chico dejó caer sus brazos—. ¿Por qué? —enfatizó con desgano—. ¿No podrías solo ser fea y coleccionista de gomas de mascar? Sería más fácil para mí mantener distancia.

—¿Gracias? —arrugó su nariz.

—¿Quieres casarte conmigo?

—Sería ilegal.

—¡Ja! ¡No dijiste que no! —sonrió ampliamente y después sintió como otro pincel con pintura azul golpeaba su pecho ésta vez.

*******

—¿En serio no quieres hablarlo? —insistió mirando el techo, era la cuarta vez que preguntaba aquello pero Wesley solo repetía que no había problema, eso mientras iba de un lado a otro buscando algo que ni siquiera él sabía que era. Claire se había tirado en la cama a esperar.

—Está bien— dijo de nuevo como si no le importara repetirlo, leía unos papeles que encontró dentro de un libro de su estante y frunció el ceño, muy ajeno al tema.

—Me ignoraste, eso no me hizo sentir bien, ¿sabes?

—No quiero hablar porque es absurdo y algo ridículo, además de que posiblemente terminemos buscando a algún culpable y no tengo ánimos para eso ahora.

—Si, pero...—las palabras de Claire fueron interrumpidas por pequeños maullidos que ya conocían, ambos buscaron a la dueña de eso y vieron a Ganímedes sentarse en la cornisa de la ventana mientras lamía su pata derecha.

—Es más práctico que me ignores—Wesley retomó la charla.

—¿Cómo me ignoraste a mí?

—No te ignoré—cerró el libro, apartó esos papeles y tomó otro buscando algo más.

—No puedo creer que te pongas celoso por eso.

—Estoy consciente de ello, y por eso te digo que no tiene caso que hablemos de esto.

—¿Por qué te pondrías celoso de alguien como Ben? —se recargó en sus codos, le miró fijamente y enarcó una ceja. Ahora había pasado a ser un cierto juego.

—Yo que sé—se encogió de hombros aun leyendo—. No me cae bien. Tienes mal gusto eligiendo parejas.

—¿Disculpa? Eres mi novio ahora—le recordó.

—Créeme que sé por qué lo dije—intentó reír.

—Eres un bebé.

—Dile eso a la novia del bebé—se burló dejando de lado el libro. Claire rodó los ojos sentándose por completo en la cama, lo vio acercarse. Wes se sentó a su lado.

—Eres un tonto.

—Dile eso a la novia del tonto.

—Cállate—subió sus pies a la cama—, me haces sentir culpable y después me dices que no hay problema.

—Siéntete culpable cuando hayas hecho algo malo... ¿Lo hiciste?

—No.

—¿Qué importa lo que yo crea entonces?

—Porque me importas—se defendió. Le miró con el ceño fruncido pero él comenzó a reír.

—Eres adorable.

—¡Chicos! —la puerta se abrió de golpe mostrando a un Oliver sonriente, ambos se sobresaltaron de la cama, Wesley sujetó a Claire del brazo casi al instante.

—¡¿Qué?! —gritó ella al regresar en sí.

—Silver y yo nos vamos a casar, ¿quieren apadrinarnos? —preguntó con seriedad, después de eso, un pincel lleno de pintura roja le dio justo en la sien.


Green eyes - Coldplay

Sé que es muy simple y tal vez no es lo que esperaban, porque después de una larga espera no es lo que se tiene en mente. Pero traté de hacer algo así para que volvieran a familiarizarse con ellos.

No quiero poner pretextos por mi desaparición en esta novela. Han pasado cosas serias en mi vida que causaron que me alejara de mi vida misma, todo sin avisar. Atentaron contra vidas de personas que quiero mucho y a la vez con la mía, pero eso ya no es el problema, sino el volver a lo que solía ser.

Esta novela no será abandonada. Ya regresaré al ritmo con el que la llevaba.

Muchas gracias por seguir aquí.

-Jude

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top