Capítulo diecisiete | Sex on fire
—¿Podrías levantar un poco el mentón? —miró por encima de su cuaderno. Ella hizo lo que le pidió pero sonrió como si quisiera carcajear; él negó con su cabeza y ella presionó sus labios evitándolo—. No te muevas demasiado.
—Tardas mucho.
—Tú no dejas de moverte—se burló—. ¿Dónde pusiste mi pintura? —preguntó poco después. Beth movió un poco su nariz y siguió en su posición.
Había resuelto su problema por vender pinturas fuera del museo pero ahora podía sentarse un par de horas frente a él y hacer retratos de las personas que pasaban por ahí. Era su pasatiempo desde hace tres jueves atrás, después de pensar en qué hacer en su día libre sin gastar más de lo debido.
Colocó un banquillo en una esquina junto a una tienda de recuerdos y regalos, se sentó ahí y, pegada a su pecho, escribió en una hoja que te dibujaría por cinco dólares, esperó con otro banquillo frente a él. El primer días consiguió a cuatro personas, pero el número fue creciendo hasta que el último jueves se vio relacionado con al menos dieciocho retratos en seis horas.
—En la pared frente al baño.
—¿En serio? —intentó afilar un poco su nariz, entrecerró los ojos y acomodó mejor su gafas sobre su nariz. Había perdido sus lentes de contacto la semana pasada—. ¿Qué te hizo pensar que sería un buen lugar?
—A mi compañera de piso le gustó; dijo que ahí sería un buen lugar porque nos obliga a apreciarlo todos los días, lo mismo pasa con las visitas cuando quieren usar nuestro baño, tienen que apreciarla si o si.
—Casi te creo.
—Es cierto—ésta vez se dio el permiso de reí y Fred no le riñó pues él también reía—. No sé por qué menosprecias lo que haces.
—Es el trabajo de un artista, mirar tus creaciones hasta odiarlas.
—¿Has vendido algo más? —cambió de tema—. Ya no te había visto en las escaleras, si no fuese porque necesitaba ir al banco que está en la otra calle, no me doy cuenta de que estás aquí—intentaba hablar sin tener que mover todo su rostro.
—Decidía comenzar con el comercio electrónico e hice una cuenta en Amazon: mandé una pequeña pintura de Elvis a Oklahoma hace como tres días. Han sido dos.
—Es un buen comienzo. ¿Eso es todo lo que haces? Quisiera tener tu coraje; pero no sirvo para crea, solo para hablar de quienes crean—bromeó.
—Trabajo sirviendo café, es mi día libre—aclaró—. Dejé la universidad hace unos meses y vivo con tres estudiantes y un músico en un departamento que es para cinco personas...—hizo una mueca— no me des tanto crédito.
—Oh, ¿en serio? —su rostro sorpresivo duró apenas segundos cuando regresó a su pose—: ¿Qué cursabas antes?
—Leyes—suspiró—: No funcionó, pero fue bueno para entender muchas cosas sobre mí, ¿sabes? Y muchas cosas de la vida de adulto, amigos, dinero, futuro... Soy joven pero...—mordió su labio, entrecerró sus ojos para ver los detalles de su dibujo, después le miró de reojo—, ya tengo lo suficiente.
Beth rió—: Me recuerdas a mí cuando me mudé aquí.
—¿De dónde eres?
—Seattle.
—Sabía que ese acento era estadounidense.
—Vine a vivir con una tía; cuando entré a la universidad quise independizarme y busqué un lugar donde vivir sola... No funcionó y regresé con ella en menos de dos meses. Estudiaba antropología porque estudiar historia del arte era equivalente a ser desempleada; después decidí cambiar y ahora seré maestra de niños de preescolar. Me mudé con una amiga de la universidad y tengo este empleo como guía de museo para poder costearme mi vida—resopló—. Lloré por las noches durante semanas porque deseaba estar en la cama con mamá.
—¿Conclusión?
—Crecer es malo. Cuando escucho a un niño desearlo, quiero patearlo.
—¿Segura que serás maestra de preescolar? —comenzó a reír.
—Lo intento.
Ambos rieron.
—Creo que terminé—hizo un último par de pecas en su mejilla derecha y lo giró para mostrárselo—. ¿Te gusta?
—Wow—ella se acercó un poco para poder verse en el papel—. ¿Tan guapa soy?
—Digamos que a veces hago retoques—bromeó; arrancó la hoja de su cuaderno con muchísimo cuidado—: Tres dólares—entregó el dibujo.
—Tu pecho dice que cinco—lo tomó.
—Mmhh—Fred fingió seriedad mientras cerraba su cuaderno—. Esperaba que me pagaras con una cita.
—¿Cita? —dejó de apreciar su retrato—. ¿Ahora va en serio?
—Bueno... No es una cita de verdad, solo es salir conmigo, como amigos. Un amigo canta en un bar y mañana iremos, habrá noche de karaoke; pensé que sería divertido vernos en otro lugar.
—¿Mañana? —pensó, puso sus ojos en la publicidad del teatro que había en la pared tras él—: Seguro—sonrió.
**************
—¡Chicos! Adivinen qué pasó—Sue llegó de la nada; Claire fue la única que reaccionó abriendo sus ojos un poco asustada y alejando a Wesley de ella. El castaño maldijo por lo bajo y miró a la morena con molestia.
—¿Qué? —preguntó un tanto alterado al ver que ella no decía nada y con una expresión pícara como si disfrutara ver la escena. Sue se cruzó de brazos aun observándolos.
—Es tan tierno que hasta da nauseas—bromeó—. ¿Vienen a esta mesa muy seguido? Es excelente porque las luces no sirven muy bien y los sillones son tan altos que nadie puede ver sus indecencias a simple vista.
—Venías emocionada porque pasó algo, eso creo...—Claire llamó su atención, insistió que parara con sus ojos y Sue simplemente comenzó a reír, negó con su cabeza y dejó caer sus brazos.
—¿Han visto a Fred? —preguntó.
—Está dentro, creo que organizando los pagos—fue Wesley quien respondió.
—Okay, miren esto— optó por deslizarse en el lado opuesto a ellos y arrastró por la mesa un sobre.
Claire lo tomó con cuidado y Wesley le dio el último sorbo a su café. La rubia abrió el sobre y leyó la extraña carta que venía dentro.
—Es una carta... de rechazo—intentó decirlo con mucho tacto y amabilidad. Wes frunció el ceño y le arrebató el papel para leerlo—. No entiendo.
—Si, es triste, lo sé—Sue suspiró—. La parte buena es que es mi primera carta de rechazo en mi vida.
—Una editorial rechazó tu manuscrito—reiteró el castaño—. Lamento eso.
—No, no, está bien—Sue tomó de nuevo la carta y la guardó en el sobre—. Es mi primera respuesta; una respuesta de una editorial—enfatizó—, hace un año yo le tenía pavor a las opiniones ajenas sobre mis escritos y me dije que nunca tendría valor de enviarla a una editorial. Esto—puso en alto el sobre—, significa un paso. Después tendré más pero quizá algún día tenga una buena respuesta y será porque decidí mostrarle a los demás lo que puedo hacer y no le tuve miedo a estas cosas. Aplausos para mí—ella misma se dio dos aplausos rápidamente—. Está usando un traje, ¿por qué está utilizando un traje? —señaló a Wesley después de prestarle la debida atención.
Wes llevaba una corbata desatada en su cuello y los primeros botones de su camisa estaban desabrochados. El chico terminó de quitarse la corbata rehusándose a hablar de ello.
—Comenzó sus pasantías en una firma—fue Claire quien aclaró—. ¿No es mono? —le presionó la mejilla y lo sacudió de forma molesta.
—Tan mono como un chimpancé rasurado—canturreó Sue.
—Fue horrible—él habló.
—Entonces renuncia y dedícate a hacer velas.
—No, eso no—arrugó su nariz—. Ya sabes, ese ambiente tenso y con un hombre gritándome cada cinco segundos porque prácticamente hago lo que él tiene qué hacer; leí en la computadora todo el día y pretendía que le explicara todo lo importante. Creo que mis ojos se van a caer.
—Hola mundo laboral.
—Como sea—suspiró, dándose por vencido—. Iré al departamento a cambiarme—con cuidado, se recorrió en el sillón para poder salir de ahí, le dio un corto beso en los labios a Claire; tomó sus cosas y se fue.
—Dime que lo puedes hacer feliz esta noche— Suzanne dijo a Claire una vez que el castaño estuvo lo suficientemente lejos para oírla. La rubia refutó al impedir el contacto visual con la morena y tratar de beber de la taza que Wesley había dejado vacía—. Por favor, Claire— susurró—: Creí que ese miedo había quedado en el pasado. ¿Segura no tienes algún trauma que quieres ignorar? —habló un poco más serio.
—¡No! No, no, no—dejó de lado la taza—: Sigo sin estar lista, eso es todo. Puedo estar en ello completamente pero cuando llega el momento, solo... no puedo, y terminamos haciendo otras cosas para apaciguar el instante... No sé si sea correcto decirte todo lo que hacemos—se retractó.
—¿Y crees que él no le cuenta nada a Fred? Créeme, sé de ustedes dos desde antes de que Wesley terminara con Mia.
—¿Qué? ¿De qué estás hablando?
—Oh, por favor, Claire. No sé si creer en las exageraciones de Fred pero si puedo creer en que estabas demasiado ebria y le confesaste tu amor a tu novio en su fiesta de cumpleaños, y lo creo por esa tensión que se creó después de ese día. Fred estaba tan asombrado de que hayas preferido a Wes.
—Oh, por Dios—la rubia abrió su boca, buscando a su alrededor a alguien que la pudiese conocer como si de repente todos la fuesen a juzgar—. ¡¿Él lo supo todo ese tiempo?! Pero... Fred me dijo que yo se lo conté a él—cubrió su rostro y se golpeó contra la mesa.
—¿Y qué más da? Lo ganaste, ¿no es así? No me digas que estás avergonzada.
—Tengo vergüenza retardada. ¿Por qué él nunca me dijo nada?
—¿Qué iba a decir? —comenzó a reír—: Hey, Claire, sé que me quieres y por eso me voy a besar con Mia frente a ti para hacerte pedazos—fingió una voz gruesa y con un extraño acento alemán—. Ni siquiera lo tomó en serio, eso creo—se encogió de hombros.
—Lo voy a golpear— dijo entre dientes, levantando su cabeza.
—Cálmate—siguió riendo—. Ya lo has hecho sufrir mucho con sexo.
Claire se encogió de hombros.
—No siento que sea así.
—Para ti quizá, siento respeto por él ahora... Bueno, una vez que lo intentas y te acostumbras, ya no puedes dejarlo. No importa que te hayas abstenido durante tus primeros años de vida, eso ya no importa. Aunque claro, existen valientes que se levantan y dicen: A mí no me gusta el sexo.
Claire hizo una mueca, quizá dándole la razón—: Por cierto, ¿cómo te sientes tú?
—Horrible. Estoy en una etapa donde odio casi toda mi comida favorita y comienzo a hacer combinaciones raras de comidas como bananas con kétchup o pan con mantequilla de maní y pepinillos—Claire hizo un gesto de asco y Sue suspiró—: Duermo más de lo normal, mis pechos crecieron, mis pies también... yo me engrandecí—se ahorró—, y considero realmente excitante casi todo lo que me rodea, sin razón aparente.
—Suena bien—Claire sonrió en grande, como burla.
—¡Hola! —canturreó alguien, ambas miraron hacia arriba. Silver había saltado frente a ellas con sus brazos en alto y moviendo sus manos como una niña en su presentación de Navidad—. Ay, qué caras son esas—se lamentó de inmediato, sentándose a un lado de Sue—. ¿Qué les sucede?
—¿Por qué está tan feliz? —la morena de cabello corto cambió el tema.
—Me dieron mi paga—levantó en alto el sobre que llevaba en su mano y lo agitó con emoción—. Yo pagaré una ronda, hoy.
—Oye, Silver, ¿Cuándo fue la última vez que Oliver y tú tuvieron relaciones? —preguntó Claire, recargando la cabeza en su mano, con mucho interés.
Silver bajó su mano lentamente, sorprendida y un tanto cohibida; miró a Sue con bastante desasosiego y mordió sus labios tratando de pretender que no sabía de qué estaba hablando. Sue cerró sus ojos y sonrió sin mostrar sus dientes como si de pronto fueran a golpearle la cara.
—Lo sé—la rubia dijo de inmediato.
—¡¿Qué?! —golpeó la mesa—. Sue, dijiste que no le dirías, maldita.
—Yo no dije nada—se defendió.
—Por el amor de Dios, Sil, cualquiera se da cuenta de eso: Oliver no sabe mentir, Wesley lo ignora porque no le importa y Fred simplemente ve lo que quiere creer—se encogió de hombros—. Ahora, habla.
—Mmh...—se enderezó en su lugar y rascó su barbilla pensando—. ¿Hace dos días? Creo... ¿Cuándo llegaste tarde por tu turno extra? —preguntó a la rubia.
—El miércoles.
—Entonces el miércoles.
—¿Cómo lo haces? —cuestionó con algo de molestia—: Bueno, eres una chica delgada y con cara de muñequita, te odio.
—Yo no lo soy y... estoy embarazada—Sue habló con obviedad—.Tienes que trabajar en tu confianza, fallas en ese aspecto. Si no tienes confianza ni estás relajada en el momento, no importa cuanto lo quieras, eso no va a... encajar—hizo una mueca al expresarse de esa manera. Claire arrugó la nariz y Silver se rió—: Perdón, una parte de mí sigue siendo una niña a la que le da vergüenza decir... pene y vagina en lugares públicos—susurró.
—¿Y si tiene que ver con el tamaño? —Silver preguntó en voz alta.
—¿Cuántos has visto? —ambas miraron a la rubia con atención.
—¿En funcionamiento? —Claire miró al techo pensando—: Y en vivo... Solo dos.
—A mí me gustan los penes bonitos—Silver confesó, ajena a la cuestión.
Las tres se quedaron en silencio; poco después, Silver soltó una carcajada.
—Eso es obvio Silver—Sue dijo después—. Y no preguntaré más porque no me quitaré a Oliver de la cabeza—movió su mano rápidamente como si quisiera deshacer la idea.
—¿Él te mira? —Claire inquirió, con una expresión aburrida y con su mano aplastando su mejilla.
—¿A qué te refieres?
—Ugh—dejó caer su mano sobre la mesa y resopló—. Camille siempre me repite como Wesley no la miraba porque al parecer su relación solo era física y admirarse era un límite que no debían atravesar... Ya sabes, pura mierda—se encogió de hombros.
—¿Cómo es posible que trabajes con ella? —la menor intentó no reír.
—Creo que ya crecí—dijo de mala gana.
—¿Podemos irnos? —preguntó aun riendo—. Fred se quedará hasta tarde, tiene que cerrar hoy—les recordó—, y quiere que gane una mesa grande. Dice que invitó a una amiga.
—¿En serio? —Claire frunció el ceño y después miró a Sue—. No lo sabía.
—¿Cuál es el problema? —ella preguntó confundida, a Claire quien le decía algo con la mirada.
—Ninguno—tomó sus cosas al ver como Silver se ponía de pie—. Solo es extraño.
***************
Golpeó dos veces el micrófono para llamar la atención.
—Me es grato decir que estamos en una celebración—Oliver habló desde el escenario haciendo que todos se callaran—: Esta banda que no tiene nombre pero que muchas personas aquí conocen tiene una buena noticia, y no es el hecho de que encontré mi audífono derecho porque, para lo que nos sabían estoy parcialmente sordo y los necesito—suspiró—. Siento que les estoy gritando, ¿estoy gritando? —preguntó. La mitad de las personas en el lugar gritaron un no. Oliver asintió—: Okay. Regreso, esto es una celebración, y no, nadie irá a prisión ésta vez como en mi cumpleaños—levantó su pulgar como apoyo a un chico que estaba en la barra—. La noticia es que, en verdad necesitamos encontrarnos un nombre porque tendremos la oportunidad de grabar nuestro primer EP y...—todos comenzaron a aplaudir; unos más efusivos que otros—: Gracias por soportarnos todas las semanas— dijo rápidamente—, solo tocaremos una canción porque estoy sordo—señaló su camisa que decía: SORRY I'M NOT LISTENING en el pecho—, después será karaoke. Todos están invitados a intentarlo—acomodó su guitarra y tocó una nota—: Sex on fire—avisó, segundos después ésta comenzó.
—Wow, y yo que me molesté cuando no me hacía caso esta mañana mientras desayunábamos— Claire murmuró a Wes.
—No necesita perder sus audífonos para que eso pase—le respondió él.
—¿Saben qué me inquieta? —Sue llamó la atención de todos en la mesa—. Que el bebé no se ha movido ninguna vez, se supone que ya debería hacerlo, me asusta—masculló sin dejar de ver la presentación, mientras jugaba con la pajilla de su bebida de naranja.
—Quizá solo es flojo—Wesley opinó al ver que nadie respondía algo.
—¿Qué te ha dicho el médico?
—Que está bien—miró a Claire quien fue la que preguntó—, pero aun así no dejo de pensar en algo malo.
—¿No has intentado hablarle mucho? —Silver se metió a la charla regresando su mirada a Oliver y articulando la canción.
—Le leo en voz alta, mamá le canta y mi abuela no para de hablarle como si lo pudiese ver—acarició su abultado vientre de casi cinco meses e hizo una mueca—: ¿Y si no escucha como Oliver?
—No te alarmes—Claire rió y colocó su mano encima de la de Sue como apoyo—: Estará bien, solo dale tiempo.
—¿Si voy a ser su padrino tengo que comprarle buenos regalos? —Wesley preguntó como si la duda le atormentara de repente.
—Sí, muchos—Claire le respondió—: Ahora, shh.
Los cuatro se quedaron aparentemente en silencio, cantando para sí mismos junto con Oliver y los demás en el bar que no dejaban de corear la canción. Wesley, en momentos, le susurraba cosas al oído a Claire quien soltaba carcajadas mientras Silver no dejaba de moverse en su lugar con el ritmo de la música.
Sue desvió su mirada un momento, cerca de la barra estaba Fred de pie como si esperara a que Oliver terminara de cantar para poder acercarse a su mesa; no iba a tomar tanta importancia a ese hecho hasta que lo vio decir algo a una chica que se encontraba a su lado y fue cuando recordó a esa compañía que dijo Silver. Al parecer bromeaban porque lo único que hizo ella fue reír ante algo que Fred había dicho.
Se perdió en esa escena hasta que todos comenzaron a aplaudir por el término de la canción, Sue lo hizo casi de inmediato sonriendo hacia Oliver quien se despedía del micrófono y se lo cedía a su compañero quien sería el encargado de llevar a cabo la noche de karaoke. Miró de nuevo donde Fred y se dio cuenta de que se acercaba con ella caminando tras él.
—Hey, chicos— saludó muy sonriente—, quiero presentarles a alguien—señaló a la chica de cabello alocado y rostro dulce que tenía a su lado—. Ella es Beth—dijo con cuidado—. Y Beth, ellos son mis amigos: Wesley, Claire, Sue y Silver—les nombró, todos en la mesa los recibieron con una cálida sonrisa y distintos timbres de voz con sus saludos.
Fred la invitó a sentarse, Beth lo hizo y después él.
—A Oliver ya lo has conocido—señaló el escenario.
—Fred no deja de hablar de ustedes desde... ayer—Beth rió—, después de que acepté venir—suspiró—. No salgo mucho, la menor si soy muy aburrida. Quería estudiar historia—bromeó.
—Yo estudio leyes, no esperes mucho de mí—Wesley le imitó.
—¿Van a cantar algo? —Claire tomó las riendas de la charla con su ánimo. Miró de reojo a Sue pero ella solo se había limitado a distraerse con su bebida como si ésta fuese realmente interesante.
—No, paso—Beth miró a Fred—, canto horrible.
—De eso se trata el karaoke, que los mortales cantemos con público al menos una vez—Silver comentó. Escribió algo en su teléfono y lo guardó en su bolso—. Iré al baño, un gusto Beth—se puso de pie rápidamente y se alejó.
—Tal vez, ya que alguien más inicie—Fred se encogió de hombros.
—Yo quiero—la rubia frunció sus labios—. Comenzaré ya que nadie más parece querer—le dio un largo trago a su vaso de licor y se retractó al instante, tosió un poco y sintió como Wesley le palmeaba la espalda—. Ahora regreso— se paró de la mesa y, decidida, fue al escenario.
Wesley suspiró y miró a las otras tres personas que quedaban en la mesa—: Creo que iré a casa con una novia ebria.
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—¿Crees que nadie más entre al baño? —Silver se separó de él. Oliver la miró confundido y ella rodó los ojos—. ¡¿Nadie más va a entrar?!
—Ah, no creo, puse el letrero que dice que están limpiándolos, tenemos siete minutos—hizo que ambos regresaran al beso al mismo tiempo en el que sentía las manos de Sil desabrochar su cinturón.
—Durarás cinco—se alejó, sonriendo de lado de forma juguetona y lentamente bajó hasta quedar en cuclillas frente a él.
—Estuve pensando en lo que dijiste el otro día y creo que es demasiado tarde para pararlo... Wow—casi gritó y golpeó su cabeza contra la pared del cubículo mientras Like a Virgin comenzaba a escucharse afuera con una voz que no era de Madonna.
—¡Oliver! —Silver llamó desde abajo—. ¿Podrías mirarme? —preguntó en voz alta para después continuar.
—Oh—miró al techo—. Está bien—dijo algo confundido, pero después solo sonrió e hizo lo que ella le pidió.
Sex on fire - Kings of leon
(n/a): NO LOS HE ABANDONADOOOOO
¿Qué tal están? Yo muy bien si se lo preguntan.
No sé si sea mi último capítulo antes de Navidad así que: ¡Felices fiestas a todos! Espero que pasen buenos momentos con las personas que quieren.
Gracias por todo, por los votos y comentarios. Me hacen muy feliz y me hacen sentir que hago algo bien. En verdad, muchísimas gracias por todo.
Si quieren pedirme algo, o preguntar o solo decirme algo: respondo comentarios :-)
-Jude
PD: ¡LLEGAMOS A LAS 40 MIL LEÍDAS!
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