Capítulo 8. Que maldiga.
—¿Quieres que te lleve a casa? —pregunta Oliver mientras los cuatro salíamos de la sala.
Oliver me ha presentado a su mejor amigo, Jacob, quien no dudó en darme un pequeño a brazo a modo de presentación y su novia, Allison, ha tenido la misma reacción que él, ninguno de los dos pareció sentirse incómodo ante mí presenta, al contrario, fui yo quien se sintió incómoda por gran parte de la película porque no dejé de pensar en aquel día en la fiesta donde Oliver me salvó de aquel chico que intentó propasarse, pues la chica que había aparecido segundos más tarde cuando ambos nos encontrábamos fuera, era Allison, no puedo creer que la he catalogado como una chica cualquiera con la que Oliver pasó la noche, aquello está muy lejos de serlo.
—¿Qué clase de pregunta es esa, Oliver? —se queja Allison, Oliver la mira apenado—. Está claro que deberías de llevarla, viven cerca.
—Bien, tienes razón —frunce los labios. Jacob intenta oprimir una risita.
—Nosotros iremos a casa también, es algo tarde —aclara Jacob tomando la mano de su novia—. Fue un gusto conocerte Emilie, espero que te veamos pronto.
Le doy una de mis mejores sonrisas, el chico me ha agradado bastante.
—Eso espero.
Contesto con un asentimiento.
Caminamos hacia el estacionamiento, donde nuevamente nos despedimos justo antes de subir al auto, Oliver y yo no conversamos mucho en el transcurso del viaje a casa, aunque el ligero sonido de la radio deja una agradable vibra en el ambiente.
—Gracias, por traerme —pronuncio en el instante en que apaga el motor de su auto frente a mi casa—. Y por la película también.
Oliver se limita a asentir, como no hay más que conversar, bajo del auto y entro a casa.
***
Los partidos de fútbol americano nunca han sido algo a lo que realmente me gusta asistir, soy más la clase de chica de pasar horas en su habitación desperdiciando su tiempo en cualquier tontería que en ver un partido del cual no tiene la menor idea de que es lo que está sucediendo. Además, los deportes nunca me han atraído, sin embargo, he decidido venir a ver el partido de fútbol americano de la escuela, solo por el chico nuevo del que Rebecca nos ha hablado, Jackson, el nuevo mariscal de campo.
—Jackson es el de allá.
Señala mi amiga hacia un puñado de hombres, honestamente, no distingo a ninguno con sus cascos y me es imposible leer los apellidos de sus camisetas desde donde estoy.
—Creo que podrías gustarle —habla Jade analizando el campo de fútbol—. Tuve oportunidad de verlo en el gimnasio con el entrenador Diaz, realmente parece un chico agradable.
Para cuando inicia el partido, las chicas y yo no conversamos, a diferencia de mí, a ellas les encanta asistir a cada uno de los partidos que organiza la escuela, claro, William, el novio de Rebecca es uno de los jugadores del equipo y bueno, Jade ama el deporte. Eso me deja a mí como la amiga holgazana que ama pasar tiempo en casa viendo un buen maratón de películas.
Estoy aburrida y no veo la hora de poder irme a casa, la idea de esperar a que el partido termine para poder conocer al nuevo integrante del equipo, está comenzando a desanimarme. Diviso a un par de metros de distancia a Oliver, quien se encuentra escudriñando las gradas en busca de un lugar, no suelo prestarle mucha atención a su atuendo, pero trae puesta una chaqueta de cuero color negra junto con un gorro de lana color gris que le hace ver atractivo, pues Oliver no es feo, el chico es bastante guapo. Sus ojos marrones hacen contacto con los míos y me dedica una pequeña sonrisa, la cual respondo de la misma manera y me atrevo a agitar mi mano en el aire a modo de saludo, segundos después, se encuentra tomando asiento en el lugar vacío a mi lado.
—Hola —saluda. Su voz consigue llamar la atención de mis amigas, quienes no se molestan en darle una descarada mirada, pues a ambas chicas, siempre les ha parecido guapo.
—Hola —saluda Rebecca dándole una de sus mejores sonrisas.
—Oliver —dice Jade con un asentimiento de cabeza, el cual Oliver responde de la misma manera. Después de mi mala experiencia en el cine con Carson, tuve que contarle las razones por las que salí de la sala y bueno, no me quedo opción más que decirle que estuve con Oliver viendo una película que me pareció mucho mejor a la que habíamos entrado los cuatro.
Intento prestar atención al partido, pero nada de lo que sucede en el juego tiene sentido para mí.
—Pareces enfadada —susurra Oliver a mi lado, le doy una rápida mirada.
—Es porque lo estoy. ¿Qué hay de ti? ¿No quisiste formar parte del equipo?
Niega,
—No soy bueno en el fútbol.
Enarco ambas cejas en su dirección.
—Honestamente, pareces la clase de chico que estaría en el equipo de fútbol americano o en cualquier otro deporte que la escuela tenga.
Inquiero-
—Eso solo es un estereotipo —contesta, encogiéndose de hombros—. No me gustan los deportes.
—Eres el primer chico al que le escucho decir eso.
—Bueno, es un honor ser el primero.
Siendo sincera, tengo mis expectativas altas en el equipo contrario y me veo completamente sorprendida cuando nuestro equipo gana el partido, la mayoría estalla en gritos en las gradas y algunas chicas, al final del partido corren a abrazar a los jugadores, por mi parte me quedo junto a Oliver en las gradas.
—Wow, realmente creí que perderíamos.
Hablo una vez que estamos solos, le doy una pequeña mirada y asiente en acuerdo.
—Bueno, el entrenador Diaz parece estar haciendo un buen trabajo.
Responde, con la mirada fija en el campo.
Localizo a mis amigas en el campo, Rebecca está abrazando a Will, y no tardan en hacerme una pequeña seña para que vaya a su lado. Oliver me sigue los pasos y llegamos al campo junto con el resto de los estudiantes.
—Felicidades —le digo amablemente a Will, quien me regala una de sus mejores sonrisas.
—Gracias, Em.
Oliver, quien se encuentra a mis espaldas, se acera a Will y le da un fraternal abrazo mientras lo felicita.
—Gran partido.
Dice, Will asiente, Rebecca y Jade me dan una mirada cómplice y después miran hacia otro lado, dirijo mi vista hacia donde ellas, y ahí está Carson parado al lado de Jackson, quien parece estar riendo animadamente a algo que el idiota manos locas le dice. Noto que Oliver me da una pequeña y rápida mirada y después a los chicos, su barbilla se contrae.
—No vayas con él.
Lo escucho susurrar muy cerca de mi oído, cuando se acerca a mí, levanto mi cabeza y nuestros rostros se encuentran a centímetros que por cualquier movimiento podría besarle. Me muevo incómoda y Oliver también hace lo mismo.
—¿Por qué?
Cuestiono, ganándome una mirada seria de su parte.
—Carson está allí.
Siento una extraña sensación en mi cuerpo mientras miro a Carson, me gustaría conocer a Jackson, pero no cerca de él.
—Em, vamos con Jackson —insiste Jade. Siento cómo Oliver me toma del brazo y me apega a él.
—No vayas —insiste, su voz suena un poco demandante.
Le doy una pequeña sonrisa a mis amigos y me remuevo del agarre de Oliver, para tomar con firmeza su mano y llevarlo hacia las gradas, lejos de todos.
—¿Se puede saber qué te sucede? —no soy ruda, más intento que mi voz suene firme.
Le escucho bufar.
—Carson es un idiota, y si tú vas allá donde está junto con el otro idiota —los señalo, con desprecio—. Se burlará de ti.
—¿Tú como sabes eso?
Cuestiono cruzándome de brazos.
—Emilie, lo conozco ¿sí? —se queja, pasándose una mano por el rostro—. Sé cómo se maneja y sé lo mal que habla de una chica después de que lo rechaza, si te acercas allí y te ve intentando coquetear o lo que sea que vayas a hacer con Jackson hablara mal de ti.
Rio amargamente.
—No paso nada entre nosotros.
—¡Exacto! —exclama, agitando sus manos en el aire—. Tú sabes muy bien que no pasó nada y yo también lo sé, pero sus amigos no, y ellos no te conocen como a él, creerán cualquier cosa que diga de ti.
Me quedo procesando sus palabras unos segundos, quizás tiene razón, sé que a algunos chicos les gusta mentir respecto a las chicas, sin embargo, Carson no me parece esa clase de adolescente.
—Solo no vayas, ¿quieres?
Cuando éramos niños, Oliver siempre trataba de defenderme y yo a él, si había alguien que me molestaba, él simplemente se metía en las peleas por mí y cuando un chico decidía molestarlo, ósea muy rara vez, intentaba defenderlo, aunque las cosas siempre terminaran al revés y él terminara defendiéndome de alguien que se burló de mí nuevamente. Quizás su actitud me hubiera parecido normal si ambos hubiéramos continuado siendo amigos, pero las cosas cambiaron hace tiempo y su actitud me resulta excesiva.
—¡Em, vamos! —grita Rebecca, le doy una rápida mirada a mi amiga y luego al chico frente a mí.
—Recuerda algo —habla, tomándome del brazo cuando intento irme de su lado—. Aceptaste fingir ser mi novia.
Por un momento he olvidado aquella pequeña e incómoda conversación que habíamos tenido en el patio trasero de su casa.
—No he dicho que sí realmente, además, solo es frente a Lisa no ante la escuela —protesto, Oliver rueda los ojos, mostrando su irritación.
—Vamos, aceptaste el trato.
—¡Porque no me diste opción! —chillo, si bien, él me ha amenazado con mi lista solo para conseguir lo que quiere—. Además, creí que solo sería cuando estemos cerca de tu abuela.
—Nunca especifique en dónde.
—Es ridículo.
Niego. Mis amigos continúan esperándome y ver el bello perfil de Jackson que se ilumina con el brillo de la pantalla de su celular, me hace querer hablarle aún más. Eso o que Oliver me esté prohibiendo hacerlo.
Sin contestar, me zafo de su agarre y doy un par de pasos hacia mis amigos, dejándolo atrás.
—Tengo tu lista, ¿lo recuerdas?
Insiste, detengo mi paso y me giro para enfrentarle, por supuesto que la tiene, e intenta manipularme con ella.
—¿Intentas manipularme?
Conozco la respuesta, más quería escucharla venir de su boca.
Se cruza de brazos.
—No lo sé, tú dime.
Ruedo los ojos.
—Claro que lo haces.
—¿Sabes? Jacob me había dicho que no tenía muchas ideas para el periódico de esta semana —continúa hablando—. Quizá yo podría ayudarle, ¿no crees?
—No me controles con eso —acuso con el dedo índice. Él sonríe.
—Entonces, no vayas a humillarte con ese chico.
—No voy a humillarme.
—Tú crees que no —aclara dando un paso hacia mí—. Sin embargo, eso solo le confirma una cosa a Carson.
—¿Qué cosa?
—Que estás desesperada por un chico.
—No lo estoy —sus palabras me hacen sentir un tanto chiquita, quiero experimentar que es tener novio, más no quiero verme tan desesperada—. Mientes.
Me justifico. Él resopla y desvía su mirada de la mía, se rasca su barbilla antes de volver a mirarme.
—Ve —hace un gesto con la cabeza hacia el campo—. Me aseguraré de que seamos los primeros en leer tu lista en el periódico, mañana iré a tu casa para que veas como quedo la nota.
Puedo sentir una vibra de victoria a su alrededor, me tiene y él lo sabe perfectamente, con aquella lista en su poder puede manipularme y controlarme cuantas veces quisiera, sobre todo porque estoy segura de que no va a dudar en publicarla.
—Bien, no iré.
Oliver manipulador Adams, pienso. Si hay un nombre que encaja en él es manipulador, quizás es mi culpa porque al final yo he terminado accediendo a sus manipulaciones, hago un gesto despreocupado hacia mis amigas, como restándole importancia en ir a conocer a Jackson y les hago una seña de que me quedaré con Oliver, claro que ambas chicas me dan una de sus mejores sonrisas y los pulgares arriba a modo de respuestas, a ellas les agrada Oliver.
—Espero que te quemes en el infierno.
Me quejo cruzándome de brazos, Oliver alza las cejas, divertido.
—El mejor insulto que me han hecho —se burla de mis palabras—. Aunque esperaba uno mejor viniendo de ti.
Frunzo el ceño.
—¿Qué clase de insulto?
Finge pensar por unos segundos.
—Tú sabes —se encogió de hombros—. Algo como, vete a la...
—¡Ni se te ocurra! —le acuso con mi dedo—. No voy a maldecir.
—¿Qué? ¿Te molesta tanto que los chicos digan groserías?
Suspiro.
—Me parece vulgar.
—Si digo mierda, ¿te parece vulgar?
Ruedo los ojos a respuesta, sé que es lo que intenta hacer.
—Creo que podrías decir algo mejor como: popo, caca o estiércol.
Digo, después de eso, Oliver suelta una fuerte y profunda carcajada.
—No lo sé, ilústrame.
Inquiere, lo fulmino con la mirada y se acomoda mejor en su lugar esperando una respuesta. Niego de inmediato.
—No voy a hacerlo.
—¿Por qué no?
—Porque suena extraño.
Decir 'vete a la caca' o 'vete al popo' o 'vete al estiércol' suena raro y tonto, tengo que admitirlo, utilizar la palabra 'mierda' suena mejor en la expresión. Aprieto los labios y Oliver sonríe triunfante, se lame los labios y vuelve a sonreír.
—Suena mejor mierda —hace énfasis en la última palabra—. ¿Verdad?
Ruedo los ojos.
—No te daré una respuesta.
—Pero lo pensaste.
—¿Qué te hace creer eso?
Enarco una ceja.
—Toda tú dice: Pensé en la palabra mierda y no quiero admitirlo —dice agitando sus brazos alrededor mío. Un ligero rubor aparece en mis mejillas.
Intento no decir nada al respecto y ahorrarme mis comentarios, pero termino cediendo.
—Suena mejor con esa palabra.
—¿Cuál palabra?
Pregunta y vuelvo a fulminarlo con la mirada.
—Lo que sea que intentes, detente.
Protesto.
—Oh Emilie, no intento nada, solo quiero saber la palabra, ¿podrías decirla?
Estoy comenzando a molestarme, Oliver está sacándome de mis casillas en cuestión de minutos. Niego, no voy a decirla en voz alta.
—No seas ridícula, es solo una palabra.
Vuelve a hablar.
Una palabra que no voy a decir, pienso.
Mi mamá una vez me dijo que decir mierda no es una mala palabra después de todo, pero maldecir no es lo mío, no me gusta hacerlo, los chicos lo hacen, personalmente no me gusta que las chicas lo hagan del todo.
—No insistas.
Sonríe.
—Es simple Emilie, no será el fin del mundo si una vez maldices.
—Bueno, no quiero hacerlo.
Ríe.
—No tiene nada de malo —presiona de nuevo—. Solo será una vez.
Vuelvo a negar.
—¿Sabes? Me gustaría que hubiera una sección especial para ese punto en tu lista, sería bueno tener más opiniones acerca de que opinan sobre maldecir, una sección entera en el periódico escolar dedicada a ello sería...
Con cada palabra que va saliendo de su boca, la frustración va llegando hacia mí hasta que estallo, molesta porque tenga mi lista, me esté molestando con ella y que me haya manipulado con la lista para que no fuera con Carson.
—¡Vete a la mierda Oliver Adams!
Sin esperar una respuesta de su parte me doy media vuelta y comienzo a alejarme de él a paso apresurado.
Mi corazón golpea con fuerza sobre mi pecho a medida que avanzo.
—¡Sí! —le escucho gritar a mis espaldas—. ¡Me encantó, preciosa! ¡Me encanta que maldigas frente a mi cara, Emilie!
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